OBRAS COMPLETAS (II)

SALTO EN EL VACÍO
FLORENTINO SANTOS BARBERO
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CAPÍTULO I
(LA NOVELA HOY, SE LLAMA RELATO)
“Sucedió en un Hospital, una tarde de invierno a eso de las seis, se produjo un ingreso en la Sala de Urgencias, una persona había sido atropellada por un vehículo en plena calle, nadie conocía su procedencia, ni aportaba datos acerca de lo sucedido, no se presentaron testigos y solamente una persona anónima llamo a Emergencias, que con la rapidez que les fue posible acudieron al lugar del accidente”.
Todo trascurrió en un pequeño espacio de tiempo, las sirenas de la ambulancia daban alarma pidiendo paso por las calles de la gran ciudad, un miembro del equipo médico de la misma comunicaba al Hospital la situación y que en principio estaba todo bajo control, intubada la víctima, administrado los primeros auxilios, llegaban al Servicio de Urgencia con la diligencia que caracteriza a estos héroes anónimos.
El informe que el facultativo daba era el siguiente: “Mujer de unos 40 ó 45 años, raza blanca, complexión delgada, presenta politraumatismos generales que afectan especialmente a su rostro, desfigurado por diversas heridas, poli contusiones en brazos, cabeza, y resto de su cuerpo, sus constantes vitales permanecen débiles si bien su respiración asistida responde a primera vista, ojos con movimientos convulsos y en general un cuadro de gravedad de segundo grado”.
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A la llegada al Hospital, la primera impresión de los médicos de guardia era, que se trataba de un caso muy grave, dado el estado en que se encontraba la víctima, inmediatamente se pasó al quirófano previamente dispuesto y un grupo de profesionales se hizo cargo del caso y tras unas horas interminables y gracias a la pericia tanto del personal facultativo como de los doctores cirujanos, anestesistas, ayudantes, enfermeras, celadores, es decir un equipo de urgencia muy preparado y avezado en este tipo de situaciones, se pudo dar por estabilizada la vida de esta persona, aunque permanecía grave en la Sala de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) del Hospital.
Tras el adecuado tratamiento de reanimación, se propuso pasar a planta a la paciente, recién operada de multi traumatismos y dentro de la observación permanente por parte del equipo de guardia de planta.
El primer contacto que esta persona tuvo conmigo, fue un tanto singular pues la persona que iba a ser mi compañera de habitación llego con diversos tubos, mascarilla con oxígeno y un sinfín de cables que resultaban inevitables para mantenerla sino despierta del todo, sí al menos consciente, aunque su vista perdida en el infinito no auguraba nada positivo.
Su estado de gravedad, recién salida del Servicio de Cuidados Intensivos daba una idea a primera vista, que se trataba de un caso verdaderamente grave.
“En estas circunstancias, fue donde coincidió con quien le contó los hechos al autor que escribe y que será el hilo conductor de este relato, como en el caso del famoso hilo de Ariadna”.
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Casi de inmediato, aparecieron en la habitación compartida conmigo, un equipo de enfermeras, que era a quienes habían asignado el caso de la nueva paciente. Yo que estaba un tanto aburrida, permaneciendo en el Hospital ya por casi un mes, tratándome y recuperándome de una enfermedad por la que había sufrido una importante intervención quirúrgica, sentí cierto alivio al ver que tenía compañía, me constaba y tenía presente que por el momento dicha compañía me serviría de poco, toda vez que su estado lo que requería era atenciones médicas de todo tipo y lo que menos se podía espera era una charla más o menos animada con mi persona.
Como las horas eran largas, con una luz tenue que invitaba al sueño reparador, las revistas ya leídas una y otra vez, los cuidados rutinarios que a diario me proporcionaba el equipo de enfermeras, aseo, medicación, comidas, ya me resultaba monótono, mi interés estaba ahora en analizar la nueva paciente, no su estado, que no era necesario ser un experto para ver el cuadro clínico que presentaba y sacar mis primeras conclusiones aunque a priori se presentaban un tanto enigmáticas.
Entre dientes, como es habitual en el personal que atiende estos casos, se podía intuir que poco o nada se sabía acerca de la paciente recién ingresada, solo que procedía de la UCI, y que en su Informe-Historia, se aportaban datos exclusivamente de índole médica, su nombre: Agnès (Inés), nombre que en una placa que colgaba de una cadena de su cuello, se deducía era su nombre de pila, pues no había pronunciado una sola palabra desde su ingreso, su edad aproximada de unos 45 años, su complexión débil, algo que yo había apreciado, pues de lo poco que se podía ver de su cara o cuerpo, absolutamente lleno de vendajes, sus orejas daban una
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sensación de transparencia y delgadez apreciables a simple vista, como las alas de una mariposa.
Mi interés estaba creciendo a medida que hilvanaba cualquier comentario al tiempo que mi curiosidad, algo innato en casi todas las mujeres por saber y descubrir más datos y circunstancias de la compañera estaba alerta.
Pero la situación no se prestaba más que a eso, a elucubraciones por mi parte, trataba de encontrar algún detalle por que se pudiera deducir, qué había ocurrido, porque se sabía había sufrido un accidente en plena calle; pero poco más, los comentarios que realizaban las enfermeras carecían de datos suficientes como para establecer las causas del atropello, solo se sabía que el conductor se había dado a la fuga, y tampoco los motivos de este hecho arrojaban luz sobre el asunto.
A las pocas horas de la estancia en la habitación, mi compañera susurraba unas palabras, la enfermera de turno se esforzaba por entender qué decía y acto seguido le acercó un vaso de agua a los labios, apenas la enferma noto el fresco del agua, abrió los ojos y dando señales de extrañeza, daba a entender que no era consciente del lugar donde se encontraba.
De inmediato la enfermera pulsó un timbre y aparecieron un grupo de médicos con el dossier de la enferma, comenzaron a realizarle punzadas en la planta de los pies, la auscultaron, mientras otro de los doctores iba apuntando en una tarjeta los datos obtenidos de esta primera exploración, temperatura, tensión arterial, pulsaciones y datos de esta índole, yo escuchaba perpleja, conteniendo mi respiración y disimulando que estaba enterándome de la situación a pesar de una cortina separadora de mi cama y de la
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paciente, la situación de la enferma , al parecer de los doctores, estaba siendo favorable y su evolución dentro del estado grave de la misma era satisfactorio, por lo que al parecer ya había pasado la fase más delicada después de las intervenciones realizadas.
Como aún se encontraba en estado que no le permitía ingerir alimentos, tenía una telaraña de tubos y cables conectados a uno de sus brazos por una vía mediante la cual le suministraban tanto alimento como medicación. Mi interés fue creciendo a medida que pasaban las horas, también mi temor por si se me trasladaba a otra habitación y me quedaba in albis del asunto, por fortuna para mí, no fue así a pesar de que había demanda de habitaciones y un traslado sin una causa muy justificada, en principio no era muy probable.
Al día siguiente ya consciente mi compañera de habitación y con sus facultades mentales recuperadas, comenzaba a situarse y preguntándose mentalmente, en qué lugar se encontraba, por qué razón estaba allí y daba señales de vida de forma paulatina, hasta el punto de dirigirme sus primeras palabras a modo de presentación balbuceando todavía frases a medias, incoherentes y con cierto temor ante la situación desconocida y nueva para ella que descubría su verdadero estado. En una de esas “preguntas” se dirigía a mí diciendo:
-¿Quién eres?
¿Qué hago yo aquí?
¿Por qué estoy llena de tubos y cables?
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E inmediatamente, traté con la capacidad que me era posible de dar respuesta a sus inquisiciones someramente, pues no conocía hasta qué punto debía servidora contestar a sus inquietudes.
Pasados unos momentos llegó la enfermera y pude corroborar que repetía las preguntas de nuevo, ella, la enfermera, sí que contestaba con amabilidad y con cierta sorpresa sus preguntas, aclarándole que se encontraba en un Hospital al que había sido trasladada de urgencia, por haber sufrido un atropello en la calle de consecuencias graves, de cuyas heridas e intervenciones se estaba recuperando satisfactoriamente, no se atrevía la enfermera, consciente de que no era su objetivo, a preguntarle algo acerca del suceso, y las circunstancias que rodeaban el caso, más adelante ya obraría en consecuencia.
Pero una visita imprevista de dos agentes de Información de la Guardia Civil, vestidos de paisano, irrumpieron en la habitación acompañados por un doctor, con la pretensión y el permiso del facultativo de realizar un interrogatorio a la víctima del accidente e ir cumplimentando el Informe del mismo. Comenzaron pidiendo a la enferma, su identificación, puesto que solo se conocía su nombre de pila y ello en el caso de que el colgante con el nombre de Agnès, correspondiera a la portadora del mismo.
Agnès, entendiendo que era importante dicho interrogatorio, se prestó con diligencia a contestar no solo al doctor que se interesaba por su estado, al parecer recuperándose dentro de la normalidad, sino a los agentes que le formulaban una tras otra preguntas al parecer pertinentes para aclarar lo sucedido.
Uno de los agentes, al parecer el de mayor graduación, comenzó el interrogatorio:
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¿Cuál es su nombre?
Y ella contestó: Agnès Laforet
García. ¿Edad, continuó el Agente?...
Y Agnès dijo: 43 años.
¿Soltera o casada?...
Soltera, fue su contestación.
¿Domicilio?...
Vía Lusitana, 67.
¿Tiene familiares cercanos?...
No, vivo sola…
¿De dónde venía o a dónde iba cuando fue atropellada?...
No lo sé, contestó un tanto abatida Agnès.
¿Su nombre al parecer es extranjero?... ¿no?...
Sí contestó Agnès, es francés, mi padre es de origen francés y mi madre es española.
Y en ese momento el doctor allí presente paró el interrogatorio, pues vio un tanto agitada a la enferma, rogaba a los agentes dejaran para mejor ocasión el interrogatorio, pues la enferma necesitaba descansar a lo cual accedieron los agentes si bien pidieron al doctor les fuera facilitada el resto de su intervención en otro momento propicio a lo cual asintió el doctor comprometiéndose a darles aviso cuando así fuera.
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Nada quisieron comentar con el doctor acerca de un bolso color beige que había aparecido en la calle del suceso y que a posteriori había sido entregado a la policía en la Comisaría de Policía, no muy lejana de donde ocurrieron los hechos, la cual se personó en el lugar del siniestro.
Dicho bolso, no contenía nada relevante para facilitar la información, tal vez porque había sido manipulado o sencillamente por carecer de datos pertinentes para la investigación del accidente, tan siquiera se podía asegurar fuera de la persona atropellada, pues apareció de forma fortuita junto a unos matorrales del lugar de los hechos, según el relato de quien hizo entrega del mismo.
Solamente contenía, un rosario en forma de anillo, una libreta con apuntes que se estaba analizando en Jefatura, una caja de preservativos y dos jeringuillas nuevas con el envase original y sin abrir, un bolígrafo, un manojo de llaves y poco más de interés, ningún documento que pudiera identificar a la víctima o propietaria de dicho bolso.
Nadie era capaz de sacar deducciones lógicas ante el contenido del bolso, que por otra parte se desconocía su procedencia.
Pero las declaraciones de las que yo había sido testigo presencial y en primera persona hicieron que la sorpresa e interés de servidora fuera ya irresistible y dirigiéndome a ella intencionadamente e interesadamente le dije: ¡Hola, me llamo María, soy tu compañera de habitación! … ¿Cómo te encuentras…?
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Al parecer has tenido un accidente; pero afortunadamente ya está pasando el peligro, seguro que en unos días te encontrarás divinamente…
Yo trataba de no agobiarla con preguntas que a priori podían parecer inoportunas o tendenciosas, con lo cual con mimo y con dulzura trataba de granjearme las simpatías de mi compañera. Ella comenzaba a dar señales de vida y entendiendo mi interés se limitó a decir: Un gracias y poco más.
Se fue la enfermera y mi pretensión era continuar con el interrogatorio, con el fin de entablar una conversación con la paciente, pero no quise interrumpir lo que al parecer era un sueño reparador tal vez fruto de la medicación y tranquilizantes que le suministraban constantemente.
A la hora de amanecer del día siguiente y yo dispuesta a continuar con mis pesquisas inquisitoriales, pues me temía fueran a darme de alta sin saber nada a cerca de aquel caso que me tocaba de cerca, volví a la carga.
La guardia Civil continuaba con sus indagaciones y se personó en el domicilio dado por Agnès (Vía Lusitana, 67) al fin de recabar cuanta información les fuera posible por parte de los vecinos de la finca.
La llegada de la Benemérita a la casa, no causó sorpresa alguna, pues eran habituales las visitas de los agentes por diferentes cuestiones relacionadas con los habitantes del inmueble, unas por reyertas, otras por amenazas, las más por recabar datos acerca del trapicheo de estupefacientes y denuncias de algún vecino.
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Por ello cuando fue interrogado el primer vecino del Bajo A, no le resultó extraño, sí por la pregunta acerca de Agnès, vecina del Cuarto B, de quien no se conocía más que su nombre, pero no queja alguna, ni tampoco mucho de su vida privada, el interrogado un hombre mayor de unos sesenta años, de rostro cetrino y desaliñado, con barba de varios días y el pelo canoso revuelto y abandonado, contestaba con monosílabos a cuantas preguntas le eran efectuadas por los agentes de la ley. Declara, casi bajo juramento y tuvo de dar su nombre (Antonio) y sus datos de Identidad, para posibles futuras declaraciones.
Ni lana para una pelota obtuvieron los susodichos, solamente que era una persona (Agnès) de vida ordenada, que no se le conocían incidentes o escándalos como a otros vecinos, que no se sabía si vivía de alquiler o era propietaria, en definitiva que no había quejas contra dicha inquilina.
Los agentes con datos tan precarios, pasaron a otro vecino del domicilio, esta vez fueron recibidos por una señora o señorita, que al contrario que el anterior, se presentó en la puerta a la llamada de un timbre de cuco, en bata de andar por casa, con un perrito en brazos, un tanto arreglada aunque con rulos en el pelo rubio y bien coloreados los pómulos, ojos, y labios, aunque se vislumbraba andaba ya en edad de tratar de disimular el paso del tiempo en su cara, esta era dicharachera y desinhibida, invitó a los agentes a entrar en su salón, decorado con mil y un detalles, tipo rococó, con floripondios, cortinaje, adornos, puntillas y volantes de colorines que dañaban la vista, un tresillo repleto de cojines, lámparas Art-Déco, Pop en los cuadros de las paredes y un batiburrillo de objetos decorativos, cuadros, palmatorias, velas de colores difícil de definir.
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Victoria, vecina del 2º, 1 se mostraba a total disposición de los agentes, no daba la sensación de tener prisa alguna, por lo que dichos agentes aprovechando la ocasión que se les brindaba inesperadamente y la buena disposición que no disimulaba la interrogada, más bien al contrario, parecía estar encantada con la visita y esta se disponía a desembuchar lo que sabía, lo que se decía, lo que se rumoreaba y lo que se suponía de la vecina del caso.
Consiente la pareja que la declaración que pudiera prestar la vecina, y que esta no sería imparcial ni mucho menos objetiva, no obstante, aprovecharían esta declaración para sentar algún precedente sobre el asunto.
La dama en cuestión, cuando fue interrogada sobre su convecina empezó diciendo: Es una persona, que tiene un exquisito comportamiento dentro de esta Comunidad, al menos con ella puntualizaba, cuando había tenido la ocasión de cruzarse en la escalera o en el portal siempre saludaba cortésmente, y no causaba molestia alguna al resto de los vecinos, eso sí añadía, era un tanto enigmática y al contrario que cualquiera de sus vecinos de quienes se conocían vidas y milagros, de ella poco o nada se sabía, vestía de una forma un tanto anticuada, no llevaba maquillaje o afeites, era modosa, su trato más bien escaso, denotaba una timidez rayana en la antipatía, no recibía visitas, con lo cual su vida se completaba con entrar y salir de su cuarto, como una sombra.
Victoria continuaba con su animada declaración que: En otra ocasión coincidió con ella en la panadería y apenas cruzaron un protocolario saludo, claro que al día siguiente a este fortuito encuentro, la panadera, que conocía casi toda la vida pública y privada de su clientela, le comentaba que tenía entendido que la tal señorita, era una monja de las que llaman seglares, que un día tuvo
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un encuentro en la misma puerta de la panadería con un sujeto de pintas muy raras, desaliñado, con rastas en el pelo y toda la pinta de una persona con problemas, el cual al despedirse después de obtener dinero que ella le facilitó, se despedía diciéndole: Dios se lo pague Sor Agnès, por lo que la panadera dedujo que era una religiosa monja aunque vestida sin hábito talar.
La Guardia Civil, en principio no daba por buenas estas indagaciones, aunque tampoco quería desechar ninguna posibilidad, quiso corroborar con la propia Agnès los términos que ya conocían y a los que daban poco crédito o ninguna importancia, para ello se personó nuevamente en el Hospital y previo consentimiento del Jefe de Planta, volvieron a su habitual interrogatorio.
Es aquí, cuando servidora pudo enterarse de primera mano de cuanto la investigación había conseguido saber. Se confirmaban mis sospechas acerca de mi compañera, a mí me parecía que era una mujer de características muy especiales, recatada, sincera, sufrida y con talante para aguantar las vicisitudes que conlleva un accidente y las consecuencias de intervenciones quirúrgicas, curas, eliminar puntos de sutura, etc.
Ella estoicamente, nunca lanzó una queja y tampoco se lamentaba de lo que le había ocurrido.
Los agentes, abundando en las declaraciones de los vecinos, le preguntaban por asuntos relacionados con la convivencia con estos, cuánto tiempo llevaba viviendo en la casa, qué amistad tenía con sus convecinos, y entrando más a fondo se lanzaron a preguntarle en qué trabajaba y cómo se ganaba la vida, si era consciente de lo que le había sucedido, qué hacía en el lugar donde habían ocurrido los hechos y si tenía alguna sospecha del por qué la
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persona que había cometido el atropello se había dado a la fuga esperando encontrar un rayo de luz sobre los hechos.
Toda esta batería de preguntas, insinuaciones y aclaraciones dieron como consecuencia, otra vez, a un estado de nerviosismo en Agnès, que procuraba contestar en la medida que era posible al sutil interrogatorio al que le estaban sometiendo los agentes de la autoridad. Poco a poco fue desgranado contestaciones, que un agente apuntaba al pie de la letra en el Informe Oficial impreso que sobre una carpeta llevaba para la declaración.
Agnès dijo, que llevaba más de un año viviendo en la casa de Vía Carpetana,67, que había buscado un sitio que le fuera fácil para su trabajo, que su relación con la vecindad era normal, sin mucha familiaridad, pues ella lo que le interesaba era la cercanía con su trabajo y lo demás eran circunstancias sin interés para ella. Que apenas pasaba tiempo en su casa como no fuera a la hora de dormir y que los domingos, que para ella eran de trabajo como los demás, poco tiempo pasaba en la casa, ante esta declaración el agente de mayor edad le preguntó:
¿Pero, los domingos también trabaja? Y Agnès contestó:
Es que mi trabajo, no conoce domingos, ni fiestas, tampoco puentes o vacaciones, es a jornada completa.
No pudo resistir el agente aquella duda que le creaba y se decidió a realizarle la pregunta que definitivamente aclararía el asunto diciendo:
¿Y cuál es ese trabajo que le tiene ocupada todos los días? A lo que Agnès respondía.
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Me dedico a Labor Social en un Barrio de los que denominan marginales y mi trabajo consiste en estar allí donde se me necesite, e incluso donde me rechacen como ocurre a veces y no con poca frecuencia.
Un silencio de sorpresa por parte de los interrogadores y un ahogado suspiro por parte de Agnès tuvo lugar en ese momento, como tratando de asimilar lo que allí estaba sucediendo, la declaración aunque voluntaria por parte de Agnès había sido arrancada del secreto profesional que ella mimaba, pero comprendiendo la gravedad e importancia de los hechos estaba dispuesta a colaborar aclarando la parte que a ella le correspondiera con su declaración.
En lo que a mí se refiere, discretamente vuelta de lado en la cama, en el sentido contrario a la escena, disimulando y dando a entender que lo que allí estaba ocurriendo me era ajeno totalmente y para nada me podía interesar, sin embargo las declaraciones me ponían al día de lo que me intrigaba desde el minuto uno en el que apareció en escena Agnès.
Ahora ya tenía materia suficiente para alimentar aún más mis elucubraciones acerca del tema, datos que aunque no eran muy precisos, sí lo suficientemente interesantes como para montarme mi propia película, que por otra parte resultaba intrigante; pero como el interrogatorio seguía adelante, no quise perderme en divagaciones y con los oídos bien abiertos continué enterándome de datos tan precisos como los que la propia declarante iba facilitando.
La recopilación de datos que yo iba adquiriendo me permitían ir dando forma a la idea que me estaba figurando de mi
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compañera, en principio no estaba lejos de la imagen que me había creado con datos fidedignos facilitados a través del interrogatorio de los agentes y que se ajustaban a la realidad creada por mí, de la persona que tenía tan próxima y tan lejana al mismo tiempo.
No parecían estar muy satisfechos los agentes con la declaración tomada hasta aquel momento, necesitaban saber algo más concreto, puesto que los avances en la investigación carecían de peso suficiente como para seguir una pista o algún hilo por el que empezar a concretar algo que arrojara luz sobre el asunto.
Lo obtenido hasta entonces solo aclaraban la identidad, hasta entonces ignorada, de la víctima del accidente, algún detalle suelto de su vida y trabajo; pero poco en definitiva por lo que no podían darse por satisfechos, ellos que solamente conocían el lugar, las características del suceso, la víctima que tenían delante, nada en concreto que les diera pie a una entrada en detalles de más profundidad, y por otra parte eran consciente del estado delicado de Agnès a quien no querían obligar más allá de sus limitaciones debido a su estado todavía grave.
Los dos interrogantes, se miraban el uno al otro, con cara de no saber por dónde atacar semejante empresa, se sentían un tanto frustrados porque lo obtenido hasta aquel momento, no les llevaba a ninguna conclusión y tan siquiera a efectuar conjetura alguna, Eran datos si cabe necesarios, pero solo eso.
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CAPÍTULO II
El agente que interrogaba mientras el otro apuntaba, sacó el tema del bolso que habían encontrado en el lugar de los hechos.
Los interrogatorios efectuados a los vecinos, no habían arrojado luz sobre el tema, así que decididamente echaron mano de uno de los dos argumentos, el otro era la libreta que se estaba analizando en Jefatura, por esta razón nuevamente interrogaban a Agnès:
¿Es de usted este bolso…?
Y uno de los agentes le mostraba el bolso que sacaba de un envuelto, tal y como les había sido entregado.
Agnès, reconocía que el bolso era de su propiedad y esperaba que las pocas pertenecías, entre las que se encontraba su documentación, estuvieran en perfecto estado. Lamentaban los agentes no podían facilitarle ese dato, aunque sabían perfectamente que no había tal documentación, sin embargo le dijeron que el contenido había sido depositado en la Comisaría y estaba todo a buen recaudo.
Ellos solamente trataban de rellenar un Formulario, que como su nombre indica, es una simple formalidad y crear un Informe para el comienzo de una investigación. Agnès, quería abundar más en el asunto del bolso, poco o nada recordaba de las circunstancias que rodeaban el suceso y en este sentido comenzaba diciendo que:
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Iba por la carretera camino de su trabajo; aquí uno de los agentes por ser un dato nuevo y de importancia, le interrumpió diciendo:
¿Y qué carretera es esa? A
lo que Agnès respondió:
La que viene de
Alcorcón. ¿Entonces?
Continuaba el agente, volvía de su trabajo y Agnès asentía, pues la hora que ocurrió el suceso era la entrada tarde-noche, y se deducía que volvía a su casa.
Aprovechando que parecía querer hablar, insistieron en el interrogatorio:
Mire Agnès, le decía el interrogador, el bolso apareció al día siguiente del suceso, razón por la que no podemos dar credibilidad a su contenido, que por otra parte es de muy poca importancia solamente una libreta de color azul que se está estudiando, enseres que se supone son de su uso personal y unas jeringuillas que no comprendemos su utilidad.
Quien cuenta y aporta los detalles de estos hechos, no salía de mi asombro, sobre todo por lo de las jeringuillas, pues no parecía para nada que mi compañera fuera adicta a sustancias o estupefacientes de cualquier índole, y me quedaba estupefacta presintiendo en las declaraciones de Agnès que había tema…
Continuaba el agente diciendo:
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¿Por cierto, Agnès, necesitamos que nos corrobore si la libreta a la que hacemos mención, es de su propiedad o no?
A lo que Agnès respondía que todo apuntaba que sí, pero que sin verla no podía dar confirmación definitiva. El agente se comprometía a traer dicha prueba para ser cotejada por ella. Respecto al resto del contenido del bolso, apenas hubo comentario alguno, pues en opinión de los agentes se consideraba irrelevante para la investigación.
Era la hora en la que se procedía a realizar el aseo personal y las curas por parte del personal cualificado, motivo por el que los agentes tuvieron que terminar la visita.
Pasadas las rutinarias funciones de las enfermeras, y ya quedándonos nuevamente las dos pacientes en solitario, siendo consciente de que era ya el momento de las presentaciones, me lance a ello diciendo:
Bueno Agnès, ya conozco su nombre, tu nombre si me permites que te tutee, Yo me llamo María y llevo aquí una buena temporada a raíz de una intervención quirúrgica que se ha complicado más de lo que en principio se presumía. He podido saber de ti y las circunstancias de tu accidente, así como parte de tu historia y que eres una persona de aspecto y trato muy agradable, por ello si me lo permites, quisiera ofrecerme para si necesitas algo de mi persona y dado que aún no sabemos por cuanto tiempo vamos a permanecer juntas en este Hospital no dudes ni un instante en hacérmelo saber.
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Será para mí un privilegio servirte de alivio en lo que dure nuestra convalecencia.
Agnès, no encontraba palabras para agradecer el ofrecimiento que le brindaba María y aceptó su amistad, lamentando fuera en la circunstancia tan especial como las que se daban en ambas. No faltaría que en un futuro, cuando hubiera pasado la pesadilla que ahora estaban sufriendo retomarían esta naciente amistad y seguro que sería muy agradable y recordarían lo que ahora estaban pasando.
Poco apoco se iba consolidando esta amistad y entre comentarios más o menos irrelevantes, sí de vez en cuando se iban conociendo datos de cierta importancia de la vida particular de ambas.
María le contaba, que tenía las visitas restringidas porque su situación médica no permitía correr el riesgo de contraer algún contagio, puesto que sus defensas aún se encontraban en estado precario. Que era casada y con dos hijos, varón y hembra, que no era de Madrid sino de Toledo, que su marido trabajaba en la Construcción, su hijo era Mozo de Almacén en una Fábrica y la niña, que tenía veinticinco años, era empleada en unos Grandes Almacenes.
Que había sufrido una operación de importancia, y se encontraba restableciéndose poco a poco pero avanzando y respondiendo al tratamiento indicado.
Agnès, para compensar estas confidencias, le comentaba que estaba empezando a ser consciente de lo que le había ocurrido. Que no recordaba casi nada del suceso, como había declarado a la
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Guardia Civil. Que no sabía si el atropello había sido intencionado, toda vez que ella caminaba por la acera de una carretera-calle, cuando fue arrollada por un vehículo de cuya cuestión nada podía añadir.
Que venía de su trabajo, que consistía en una Labor Social en la Agencia donde prestaba sus servicios como Psicóloga, que su labor consistía en llevar ayuda a personas en situación de riesgo, personas marginadas por la Sociedad, en barrios deprimidos por la falta de atención de todo tipo y con el agravante de que entre sus miembros había gente enganchada a todo tipo de drogas, de ahí confirmaba que las jeringuillas encontradas en su bolso, casi siempre era con el fin de que los usuarios no utilizaran cualquier cosa para suministrarse la droga y evitar contagios entre ellos, otro tanto ocurría con los preservativos, todo ello lo facilitaba su Agencia de forma gratuita, sabedores de que era una labor humanitaria, sin ánimo de lucro.
Fueron unas confesiones por parte de ambas muy personales, sinceras y que dejaban abierta la puerta a más declaraciones y que daban pie al comienzo a una buena amistad.
Agnès empezaba a confiar en su convecina de hospital y le daba explicaciones de su frustrada vocación de religiosa (monja)…
Contaba, que cuando vino de Francia con sus padres, ella nació en la zona de la baja Alsacia, un lugar paradisíaco donde las casas son
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de tejados inclinados y las fachadas blancas con entramados de madera, un lugar situado en las fronteras de Alemania y Suiza. Su madre inmigrante española conoció a su padre, ella tendría unos nueve años cuando vinieron a España, su padre era miembro adjunto a la Embajada de Francia en Madrid, estudió en colegios de reconocido prestigio ya que su situación económica le podía permitir estudiar en colegios bilingües y por ello dominaba el francés y algún que otro idioma con soltura.
Había cursado sus estudios superiores en el Liceo Francés, y se licenció a los veintitrés años con el grado de Psicóloga.
María escuchaba con inusitado interés cuanto iba desgranando Agnès y que no era moco de pavo. Iba sacando su propias deducciones, entonces comprendió su aparente debilidad física, pero llamaba la atención la finura de su trato y el comportamiento si se quiere un tanto ascético y místico, algo que no acababa de entender, teniendo en cuenta el poco espacio de tiempo transcurrido desde su aparición en la habitación que ella ocupaba.
De lo que no tenía ninguna duda María, era que se trataba de una persona culta y de un exquisito saber estar. Una persona excepcional en definitiva.
Le confesaba Agnès que, al terminar su carrera, muy motivada por el trato con un sacerdote, sentía vocación por los asuntos religiosos y una inclinación hacia la vida de entrega como la de Sor Rosa, una monja culta, joven, que ella conoció cuando cursaba sus estudios en la Universidad CEU de San Pablo: pero le asustaba un tanto la disciplina monacal, recluida en un convento y que para nada era su forma de vida, que aunque ordenada, era
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alegre y divertida. Hasta que comprendió, que para nada estaba reñida la vocación religiosa con la alegría sana de una persona joven como ella.
Ingresó en un convento, abierto, es decir no excluía vestir de traje de calle, toda vez que su labor principal era llevar ayuda allí donde fueran demandados sus servicios y esto siempre o casi siempre ocurría en barrios más o menos deprimidos, con lo cual el hábito, que por otra parte no hace al monje, era absueltamente irrelevante.
Allí tuvo la oportunidad de conocer más de cerca esta labor, varias de sus compañeras le introdujeron en el ambiente de trabajo y pudo comprobar en primera persona, las necesidades de toda índole que había en estos lugares.
Sor Rosa le introdujo en el ambiente, siempre incierto de trabajo, era una joven como ella y se desprendía de su buen hacer una entrega total de sus facultades y ella quería ser así, como Sor Rosa, a quienes muchos llamaban su Ángel de la Guarda. Su labor en principio consistía en atender asuntos de menor importancia, siempre con el asesoramiento de su compañera, que para nada se mostraba superior a ella, pese a llevar varios años trabajando en esa tarea.
Su preparación académica, su titulación de Psicóloga empezaba a dar frutos, y montó una especie de Gabinete o Consultorio, donde poder atender las necesidades que le fueran demandadas. Esto al parecer de la Superiora, no entraba dentro del Organigrama establecido y comenzaron las diferencias y tiranteces.
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Ello dio al traste con la vocación de Agnès de ser monja, pero para nada estaba dispuesta a abandonar una labor que ella consideraba prioritaria. Buscó un trabajo que le permitiera atender este tipo de asuntos y por mediación de sus padres, que veían con buenos ojos se pusiera a trabajar en algo relacionado con su carrera profesional, le encontraron una Gestora dentro del Programa que el INEM tenía para atender a los desempleados de larga duración.
Allí prestaba su jornada laboral e iba conociendo una nueva problemática a través de su trato con los desempleados que acudían a su despacho buscando soluciones que ella de ninguna manera podía aportar, aunque en algún caso, sus consejos y razonamientos servían para llevar tranquilidad a personas hundidas moralmente debido a su precaria situación.
A todo esto, en la Jefatura Superior de la Policía, era entregado el Expediente, que contenía los pocos datos del denominado “Atropello con graves lesiones y conductor a la fuga”, habían decidido en
Instancias Superiores que debería ser la Policía quien se hiciera cargo del caso y no la Guardia Civil.
La Policía, entendía que por el momento y mientras la víctima estuviera ingresada de gravedad en el hospital, no había necesidad de acelerar el proceso que se presumía largo y complicado, para lo cual asignaron a un Suboficial femenino de la Policía, por aquello de ser más adecuada a la condición de la atropellada y a otro Oficial como compañero de esta. Hasta que se produjera el alta de Agnès, no sería molestada en tanto su restablecimiento, que parecía ir en buena dirección, no diera pie a
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ello. Estas fueron las instrucciones para ecaso, recibidas del Comisario Lozano, a quien le habían asignado el caso.
María contaba que ya tenía un mapa muy concreto, mediante el cual se hacía una idea más exacta de quien era Agnès y parte de su trayectoria, con datos muy precisos sobre su vida, su familia, alguna de sus amistades y de su trabajo. Ella, María, reconocía que para nada se parecía a su vida, casada ama de casa, con hijos todavía a su cargo, y como figuraba en su DNI, dedicada a sus labores, y en espera de incorporarse a la vida familiar en su ciudad de Toledo.
En todo caso, el ofrecimiento hecho a Agnès, tendría vigencia incluso cuando se produjera la separación de alguna de ellas por alta hospitalaria, que tarde o temprano se tendría que producir, Agnès por su parte le prometía que sería visitada en atención a su ofrecimiento y también porque una de sus ciudades que aún no conocía era precisamente Toledo, con lo cual, sería visita obligada por su parte.
Acerca de la libreta que apareció en el bolso de Agnès y que no quedaba duda era de su propiedad, la Policía había hecho una exhaustiva investigación, sirviéndose de los datos que figuraban en la misma, nombres, direcciones, números de teléfono y apuntes sueltos como frases entrecomilladas, pautas de comportamiento con determinados contactos y algunos apuntes que no podían interpretar sin la ayuda de su dueño.
A espera de poder contrastar estos términos con la propia interesada, sí hicieron algunas llamadas, en nombre de la Policía con alguno de los contactos que allí se encontraban con el fin de ir
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recabando apuntes, sobre todo acerca de la persona de Agnès y su condición que se iba dibujando con diáfana claridad.
Todos quienes fueron interrogados, coincidían en que Agnès era una persona muy querida en los ámbitos en que se desenvolvía, tanto laboral como de tiempo libre.
Se había contactado, con la Madre Superiora de una Institución de monjas seglares, Congregación de nuevo corte, que especialmente estaban dedicadas a rescatar víctimas de la prostitución y atender problemas sociales, a veces de difícil solución.
Agnès que contaba con una trayectoria efímera en el convento, sin embargo era respetada y admirada por su labor fuera de la Institución, que para nada mermaba en méritos su labor humanitaria.
Otros contactos que figuraban en su agenda con nombres, más bien apodos, llamaron poderosamente la atención de la Policía, pues entre ellos figuraba algún que otro nombre que al ser cotejados en los ordenadores de la Jefatura, daban como resultado se trataba de delincuentes habituales, algunos con penas de reclusión, detenciones reiteradas por tenencia ilícita de estupefacientes, robos de pequeña cuantía, reyertas y con domicilio desconocido en algunos casos pero sí muy conocidos por la propia Policía.
Llamó la atención especialmente el nombre de “Lolo”, que así figuraba en la libreta, no tenía número de teléfono; pero sí se le podía encontrar en el Bar La Cañada de Orcasitas, tal como
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figuraba el comentario al pie del nombre, que Agnès había apuntado para contactar con él en caso necesario.
Cuando contactaron con “Lolo”, vía Bar La Cañada, hablando con el susodicho, pudieron corroborar lo que ya sabían, que Agnès era una chica-monja en el vocabulario de Lolo, que la conocía por su labor en el Centro Cultural y que allí había resuelto más de una situación denunciada por la Asociación de Vecinos, por desahucios y asuntos de papeles, por lo que en opinión del Lolo, gozaba de un especial aprecio en el barrio.
Continuando con las pesquisas de la libreta, aunque tenían que ser a posteriori confirmadas por la propia Agnès, la Policía recababa cuanta información les fuera posible y al propio tiempo el Expediente iba engordando en datos de interés para la investigación que se estaba llevando a cabo, sin prisas pero sin pausa.
Se contactó con un teléfono de Soria, que resultó ser de un familiar muy allegado de Agnès. Cuando la Policía llamaba en su nombre el contacto elegido se sobresaltó y más aún cuando le comunicaban el suceso sufrido por ella, se trataba de un tío, hermano de su madre que al igual que ella misma eran natural de la Ciudad, vivía allí de siempre y mantenía una familiaridad con su hermana, muy de cuando en cuando, en Navidad, cumpleaños y fechas por el estilo. Este familiar, facilitó a la Policía datos de su hermana, actualizados, ahora vivían en Navarra, su marido ya prejubilado había sido destinado a una Cancillería o Consulado, él no podía precisar de qué se trataba; pero algo relacionado con su anterior empleo en la Embajada de Francia en España, junto a esto, también la dirección de los mismos, pues conservaban una buena relación de familia e incluso en los veranos intercambiaban visitas durante unos días.
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Aún recordaba los veranos pasados, en los que Agnès, hija única de su hermana, les visitaba con sus padres y también como en aquel verano, no recordaba cuando, pero si reciente en el tiempo, Agnès sufrió una especie de metamorfosis a raíz de una excursión, con un grupo de estudiantes y de la que volvió transformada en el sentido de que ella quería ser monja.
Todo ello se produjo gracias al contacto de la Guía, una mujer que al parecer era miembro de una Comunidad Religiosa, y que acompañaba esta excursión como Guía de una veintena de estudiante, entre los que se encontraba Agnès.
Era tanta la devoción con que explicaba los diferentes parajes y monumentos de la Ciudad, el calor que desprendían sus palabras, la profusión de detalles con que adornaba sus explicaciones, que tenía boquiabiertos a quienes escuchaban y muy particularmente a Agnès, que a la hora de la comida procura entablar conversación con ella.
Y fue aquí, donde despertó su vocación, ella confesaba a la Guía, que además de admirar sus conocimientos profesionales, era licenciada en Historia del Arte, sobre todo apreciaba sobremanera el candor y el énfasis que ponía en sus explicaciones, que sonaban a música en sus labios y este acercamiento a su forma de ser hicieron sintiera envidia sana, por lo que ella quería ser de esa forma, a pesar de no tener definida su actividad profesional hasta aquel momento.
Quedaron para hablar más tranquilamente del asunto en el Monasterio de Silos, donde la Monja-Guía, le invitaba a realizar Ejercicios Espirituales, ella sería su Preceptora durante unos días y
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ello, sin duda le ayudaría a encontrar su verdadera vocación, si era designio divino.
El tío de Agnès proporcionaba toda esta información a la Policía, porque además de los vínculos familiares que le unían a su sobrina, sentía una especial admiración por ella, su trayectoria académica, su virtuosismo en todo lo que se proponía llevar a cabo y sobre todo la revolución que causó en su familia, cuando aquel verano decidió emanciparse y llevar a cabo su entrega a los presupuestos del Convento, que ella a través de su compañera, había vislumbrado que daban satisfacción a su incipiente vocación.
Fueron estos datos muy valiosos, para conocer más a fondo la personalidad de Agnès, si bien decía el Comisario Lozano, ello solo aportaban datos, que sin contrastarlos con Agnès, eran eso, solo datos.
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CAPÍTULO III
La policía de manera intensiva, con el fin de quitarse de encima, aquel caso que en principio era uno de tantos, acostumbrados a la rutina que genera cualquier tipo de investigación, se disponía a dar carpetazo al Expediente, pues apremiaban otros casos y disponían, por orden del Comisario, de un par de semanas como máximo, para resolver el mismo.
Por este motivo, se personaron en el Hospital.
Había transcurrido el tiempo necesario para que Agnès estuviera bastante recuperada.
María había abandonado el hospital a la vista de su recuperación suficiente para ser dada de alta.
Agnès, tenía la esperanza de abandonar pronto también el hospital, en tanto le habían asignado una nueva compañera y esta vez Agnès procuraba no trabar amistad más allá de lo que la corrección y educación exige en estos casos.
Ahora para aquella nueva compañera era una paciente sin pasado y ahí quería dejar las cosas.
Todo el empeño de la Policía era poner en claro los datos que obraban en su Expediente y se limitaron a dar fe de los hechos con el asentimiento y la firma de Agnès, de una completa declación en la que admitía cuanto allí se relataba.
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No obstante la Policía, dejaba entreabierto el caso y le advirtieron a Agnès, que probablemente la visitarían más adelante hasta conseguir aclarar el accidente, que aún tenía flecos por resolver.
Una inesperada visita, volvió a hacer que los sentimientos de Agnès se reavivaran respecto a su frustrada vocación religiosa. El Padre Antunez, enterado por familiares del suceso, quiso llevar consuelo y paz de primera mano a Agnès, que presumía estaría pasando por los peores momentos de su vida. El Padre Antunez, había sido el animador en el proceso de vocación de Agnès y en cierto modo se sentía responsable, del aparente fracaso de la misma.
El encuentro fue realizado en una Sala de Visitas del hospital, la alegría por la presencia de esta inesperada visita, causó en Agnès además una situación de improvisado estupor, pues había perdido contacto con dicho sacerdote y su presencia causó cierta turbación en la paciente. Agnès con cara de asombro, a la vez que de alegría le preguntaba al Padre, cómo se había enterado del suceso y de qué manera había sabido dónde se encontraba ingresada.
El Padre, le contaba que la Policía había contactado con él, gracias a un número de teléfono que había registrado en su agenda privada en la que figuraba su nombre.
El sacerdote se ofrecía incondicionalmente para solucionarle cualquier asunto a raíz de este percance y si podía hacer lo que fuera por ella, no dudara en hacérselo saber porque estaría encantado de poder ayudarla.
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Agnès agradeció sobremanera este ofrecimiento del Padre; le dijo que lo tendría en cuenta, porque a su salida del hospital debería enfrentarse, con toda seguridad a una fuerte investigación por parte de la Policía y toda ayuda era bienvenida.
Los médicos, consideraban llegado el momento de dar de alta a Agnès, si bien tendría que hacer una fuerte rehabilitación, debido a los muchos daños sufridos en su persona.
Así lo hicieron y una mañana…
Agnès, con un hatillo, que recordaba a los maletillas de torero, con sus pocos enseres y adquisiciones obtenidas dentro del hospital atravesaba la puerta del Centro Médico, sin tener orientación y lo que era peor, sin tener definido cuál sería su destino, sin dinero y sin la documentación recuperada que la Policía no le había podido entregar, aunque eso sí un certificado de extravío o sustracción, firmado por el Comisario Lozano, para que le sirviera, en tanto Agnès recuperara sus papeles.
Tomó un taxi, con destino a su casa, antes le advertía al taxista de su condición de casi resucitada y que por esa razón no disponía de dinero, salvo que esperara al llegar a su domicilio para pagar su servicio.
El taxista acepto la condición e incluso se disponía a llevar de gratis a Agnès, ella emocionada al ver que existen personas realmente excepcionales, le aseguraba pagar el importe además de agradecerle su ofrecimiento, todo ello le reconciliaba con la humanidad…
Al llegar a su domicilio Agnès, rogaba al taxista esperara unos minutos mientras subía a su piso a por el importe del servicio;
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pero su sorpresa fue impactante, cuando al entrar en el mismo encontró todo, como suele decirse, patas arriba…
Salió despavorida y se dirigió a la panadería, allí con las mínimas explicaciones le pidió a la panadera le prestara el importe de la carrera del taxi, luego de despachar al taxista pasaría a darle explicaciones.
Y así lo hizo, le explicaba someramente a la panadera el accidente sufrido, su estancia en el hospital, la motivación y por qué se encontraba con vendajes, las cicatrices de su cara, el pelo corto y sobre todo su delgadez extrema, todas consecuencias del atropello sufrido.
También le contaba el estado en que había encontrado su vivienda, motivo por el que había recurrido a ella. Luego pasaría a devolverle el dinero prestado y agradecerle nuevamente el detalle de su abnegado comportamiento.
Cuando nuevamente se dirigía a su apartamento, Victoria la vecina que conocía los hechos, por haber sido interrogada por la Guardia Civil, y al ver un movimiento inusual en la escalera, estaba ojo avizor a lo que sucedía y al ver subir a Agnès, con sus vendajes y un aspecto delicado, sin preámbulos se dirigió a ella, seguramente por primera vez, interesándose por lo que estaba sucediendo.
Agnès le contaba con lo que se había encontrado en su vivienda, después de una larga ausencia del mismo y la señora se ofrecía
“incondicionalmente” para lo que fuera necesario; pero Agnès se limitó a agradecérselo y tenerlo en cuenta, si bien lo que quería
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era encerrase en su casa y lamentarse de todo cuanto le estaba sucediendo…
Agnès, ya en su domicilio se decía compungida y en mar de lágrimas, que ya no podía pasarle más desgracias y se preguntaba si había hecho algo mal para merecer semejante batería de sucesos.
Puso inmediatamente el nuevo incidente en conocimiento de la Policía, llamó a un teléfono que ellos mismos le habían facilitado, al ser dada de alta del hospital.
Llamó también al Padre Antunez, pues se encontraba abatida, perdida, sin saber qué hacer, tanto unos como el otro se personaron con prontitud en el domicilio de Agnès.
El revuelo que se formó en la escalera del inmueble, daba lugar a todo tipo de comentarios por parte de los vecinos, la presencia de la Policía alertaba con el zumbido de las sirenas y la aparición de un sacerdote, deducción por su camisa de cleriman, dio lugar a toda clase de elucubraciones, lejos de la realidad:
Que si ha habido un robo…
Que tal vez un intento de suicidio…
Que si tal o que si cual…
Comentarios por un estilo, todo ello trascendía a la calle y quienes tenían conocimiento del hecho, para nada excluían cualquier tesis, menos la auténtica realidad, cualquier conclusión era dada por válida.
En opinión de la Policía, quedaba claro que al no haber sido forzada la cerradura de la puerta de entrada, alguien se había hecho con un duplicado de las llaves, alguien que conociera el domicilio de Agnès, ya que cuando apareció el bolso entre otros efectos,
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también se encontraban las llaves; pero que el modus operandi del autor, dejaba claro había tenido la habilidad de antes de entregar el bolso, bien pudo hacer una copia de las llaves.
Todo ello daba pie a la Policía a investigar a la persona que había entregado dicho bolso, por ello la Policía quiso comprobar mediante una llamada a la Jefatura, le facilitaran el nombre de la persona que había entregado dicho bolso, para comprobar con Agnès si se trataba de alguien conocido por ella.
La respuesta fue, que quien había entregado el bolso, no había facilitado su identidad y que su argumento era, como constaba en la declaración, que lo había encontrado abandonado en un lugar de difícil acceso cuando andaba paseando con su perro.
La policía, entrando en detalles interrogaba a Agnès queriendo saber si tenía dinero en casa, sustancias o algo que hubiera motivado dicha intrusión, por parte de no se sabía quién, a lo que ella contestaba que para nada disponía de dinero como para dar lugar al hecho y mucho menos sustancias de ningún tipo.
Por otra parte el Padre Antúnez, una vez concluidas las actuaciones policiales, se ofreció a ayudar a Agnès y como primer paso, le invitó a su casa, que se trataba de una Residencia de Sacerdotes.
Al Padre le parecía oportuno hacerle esta invitación con el fin de hacerle olvidar el mal trago sufrido nada más salir del hospital y encontrarse son el cuadro dantesco de su casa, allí había dependencias para las Religiosas que atendían la Residencia de los sacerdotes, y con seguridad habría un lugar para ella, hasta que se fueran aclarando los hechos.
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La Policía, a la vista del ofrecimiento del Padre, no dudaron en aconsejar a Agnès que aceptara y además porque su domicilio quedaba precintado para proceder a un examen por parte de la Policía Científica, y cuando el proceso terminara le sería comunicado personalmente.
Hubo de pasar un tiempo, para que Agnès se repusiera tanto de sus secuelas del accidente, como de su estado anímico personal, algo que gracias al cuidado de las Religiosas de la Residencia de Sacerdotes, fue posible con lo cual se encontraba ya dispuesta a volver a su empleo y actividades Pastorales.
Agnès intentaba pasar página en la medida que le fuera posible y tratar de pensar que había sido un mal sueño.
No fue fácil la incorporación de nuevo tanto a su trabajo, como a sus actividades extralaborales.
Los fantasmas de lo sucedido volvían una y otra vez y no dejaban en calma su espíritu para las funciones en las que tenía puesta su especial dedicación. Con todo, se armó de ánimo, se enfrentó a lo que ella sabía era una situación delicada y tendría que dar muchas explicaciones de unos hechos que tan siquiera para ella estaban totalmente claros.
No sabía a ciencia cierta, qué había pasado con su atropello, quien lo había protagonizado, qué motivos se habían dado para el suceso y sobre todo no dejaba de pensar que ella no encontraba explicación posible al accidente.
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Para nada quería pensar hubiera sido intencionado, una vía que la Policía no descartaba, pues ella no conocía enemigos de ningún tipo y menos que pudieran atentar contra su vida.
Se presentó en el despacho de la Gestora donde fue recibida con alborozo, como no podía ser de otra manera, la alegría que producía su presencia, su estado físico un tanto precario, la sonrisa de sus labios que nunca había perdido, el interés y la avalancha de preguntas, le llevaron a Agnès gran tranquilidad y llena de confianza, trataba de quitar importancia a lo sucedido. Era mucho el trabajo acumulado por su ausencia y pese a que le habían quitado cuanto les había sido posible tardaría algún tiempo en ponerse al día.
También a la llegada de la tarde, retomaba su actividad como Asistente Social en la Sede de la Asociación de vecinos de Orcasitas, donde realizaba sus actividades ayudando a toda persona que demandara sus servicios de una forma altruista.
Allí se presentó Lolo, primero para interesarse por su estado de salud, todos conocían más o menos lo ocurrido, y en segundo lugar porque al haber sido sometido a declaraciones por parte de la Policía quería conocer de primera mano los motivos de dicho interrogatorio en la seguridad de que Agnès, le podría aclarar estos términos.
Agnès restaba importancia al hecho, diciéndole que no solamente a él le habían llamado a declarar, también a otros muchos contactos de su libreta de direcciones, y que lamentaba lo sucedido en la medida que era responsable de dicha libreta.
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Lolo, lejos de sentirse molesto por este acontecimiento, por el contrario manifestaba su deseo de colaborar en la parte que él pudiera ser necesario para aclarar el asunto; es más, él por su cuenta indagaría entre sus contactos y se comprometía a llevar luz para esclarecer los hechos.
Lolo empezaba a largar y desembuchaba diciendo que el dueño del Bar La Cañada, le había comentado, cuando comenzó sus indagaciones, que Antolín el chatarra, le había contado que en unos días estaba notando que sus compras estaban siendo cada día menor que las anteriores al suceso, que había notado que muchos de los que antes venían a diario con la chatarra habían dejado de hacerlo y desconocía su causa. Que sin embargo, al que apodaban el Gumia, no faltaba a su cita diaria e incluso había incrementado sus entregas, tal vez por cuenta de otros…
Lolo, ya sabía a quién tenía que interrogar, nada más salir de allí, al Gumia, que era un individuo de aspecto torvo, con pocas amistades, peligroso donde los hubiera, capaz de echar mano de cheira a la primera de cambio que se le llevara la contraria y que aunque no había cruzado con él palabra alguna, le daba en la nariz que algo se estaba cociendo.
El problema era como entrarle al tal Gumia; pero una tarde se lo puso a huevo. En el Centro de la Asociación de Vecinos, se rumoreaba que proporcionaban trabajo, temporal, para descargar camiones de materiales de construcción para una Empresa que iniciaba una gran urbanización de terrenos. Gumia, presentía habría posibilidad de sustraer material para vender y con esa idea y no otra, se quería apuntar a dicho trabajo, el resto era pan comido.
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Lolo, también quería participar en esta oportunidad y se presentó en las Oficinas con tal propósito, allí abordó a Gumia y le sorprendió con una pregunta que le dejó cortado y sin habla:
¿Oye, has oído algo acerca del atropello de la monja?
A lo que Gumia contestó:
¿Y a mí y a ti, que nos importa?
¿O acaso te has metido a policía?
Lolo, le aclaró que el motivo de su interés no era otro que ayudar a la monja Agnès a esclarecer los hechos, que por otra parte estaban en manos de la Policía; pero que si se podía aportar algún, dato mejor que mejor.
Gumia, que sabía más de lo que callaba, continuó diciendo, que algo se rumoreaba a acerca de un coche, que se trataba de un vehículo robado y le estaban desguazando poco a poco, pues había sido abandonado en un descampado, después de haberle prendido fuego. Apenas estaba quedando nada de él; pero que el chatarrero compraba todo sin preguntas y ahí era donde él estaba haciendo su agosto.
Fue suficiente, para la primera intentona de Lolo en el asunto, le comentó a Agnès, por dónde iban sus pesquisas y ésta llamó a la Policía, por si era de interés esta nueva vía.
La Policía, prestó atención a estos nuevos datos en la seguridad que serían importantes para la investigación.
Un coche camuflado con dos agentes de paisano, se personaba en casa del chatarrero, con el pretexto decían de buscar unas piezas de recambio, pues les habían informado disponía de
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una buena cantidad de piezas de coche en un anexo de desguace a la chatarrería.
Así lo entendía el dueño que les acompaño hasta el descampado donde se guardaban todo tipo de chatarra, rollos de cable de cobre de diferentes grosores, rejas de ventana, tapas de alcantarillas, trozos de rail de tranvía y de tren y un totum revolutum de toda índole; pero en un aparte importante se encontraban las piezas de vehículos, unas en mejor estado que otras y muchas semi nuevas, producto de sus adquisiciones, sin preguntar su procedencia.
Los agentes, para no despertar sospechas , cuando fueron preguntados por el chatarrero que piezas en concreto necesitaban, se fueron directamente al grano, ellos tenían una descripción un tanto vaga de un testigo que había declarado haber visto huir del lugar de los hechos a un coche rojo, al parecer, esto no podía asegurarlo, de la marca BMW.
Quiso el destino que el chatarrero confesara que hacía unos días estaba entrando género de al parecer un mismo vehículo abandonado en un vertedero y que había recuperado piezas entre las que se encontraban algunas que bien pudiera ajustarse a esa descripción, otra cosa es que coincidiera con el modelo que los visitantes pretendían.
La Policía se frotaba las manos, habían dado en el clavo y ardían en deseos de que les llevaran hasta las piezas de marras.
Así lo hizo el chatarrero, les acompañó entre toneladas de chatarra a un lugar donde se conservaban, capots y puertas de coches de distinta gama, ruedas con sus llantas, paragolpes, faros,
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baterías, asientos y un sinfín de artículos de buen uso todavía e incluso muchos de esos artículos aparecían nuevos, un auténtico filón…
Se fijaron en una puerta a todas luces de color rojo, aunque con parte de su pintura quemada y justo al lado, como en un aparte, piezas de motor, que a pesar de quemadas tenían grabados los números de serie.
Empezaron las preguntas capciosas y el chatarrero mosqueado, les daba largas diciendo que no podía dedicar toda la mañana a estar con ellos y desatender el negocio, que les dejaba allí hasta que dieran con lo que buscaban.
Y vaya si encontraron lo que buscaban, en la guantera del chasis de lo que parecía un BMW, encontraron lo que ni podían sospechar, parte de la documentación, que aunque quemada, aún conservaba trozos en buen estado, que se llevaron a Jefatura.
Para pasar por el control del chatarrero, se llevaron también el radiador del mismo, previo pago de 24 €uros que abonaron gustosos, eso sí, sin factura o nada que se pareciera, el chatarrero se guardó el dinero y ellos quedaron en volver a buscar más piezas, esta vez, decían, con más tiempo.
Agnès era informada puntualmente por la Policía de la marcha de los acontecimientos en la investigación, la policía estaba dando con una línea de actuación que aclaraba muchas cosas, en cambio ella decía que para nada sospechaba de alguien de su entorno, que estaba convencida que el azar y no otro motivo había sido el causante de los hechos, que las personas, al menos las que ella conocía, podían carecer de cultura, de medios económicos, de
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situación social y bla…, bla…, bla…, pero para nada creía fueran capaces de un hecho que veía lejos de toda posibilidad.
La humanidad, decía, es aparentemente vulnerable; pero para nada sobornable y menos, se atrevía a asegurar, voluntariamente cometer actos de semejante catadura.
Entonces la Policía, que ya había interrogado a varias personas del entorno le decía:
¿Y qué nos dice usted, del comentario hecho por un tal Gumia, en el que comentaba las palabras pronunciadas por un chatarrero…?
Este, continuaban diciendo, aseguraba haberle oído decir al chatarrero del barrio, que desde que se había puesto de moda el tratamiento paliativo con Metadona, que se suministraba gratuitamente a quien lo solicitaba, había visto mermada la entrada de material en su negocio y añadía Gumia, haberle oído asegurar, que había un lugar en el cementerio reservado para ella, como queriendo indicar, que ella la monja, esa, era la responsable de esta nueva conducta de sus clientes.
Agnès tuvo que aceptar que en su entorno, ya se había granjeado enemigos por efectos colaterales de su acción, que entendía perfectamente que su labor estuviera perjudicando diferentes ambientes en los que se estaba estableciendo una norma de vida distinta de la que hasta el momento se había vivido. Para nada estaba dispuesta Agnès a bajar el listón de sus actuaciones, era una buena siembra y esperaba diera sus frutos, como los que ya se vislumbraban y podían corroborarse, aunque en ello estuviera en juego su propia vida.
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En una de las múltiples rutinarias intervenciones de la Policía, procuraron un careo entre Gumia y el Chatarrero, ya descubierta la personalidad abiertamente de la Policía, haciendo uso de sus facultades para llevar a cabo una investigación y con la aquiescencia de los superiores, en la Comisaría, previa citación de ambos, pusieron las cartas boca arriba, haciendo comprender a ambos, que tenían más cabos y argumentos de lo que pudiera parecer, datos que a primera vista parecían irrelevantes, que iban soltando poco a poco hasta minar la confianza de los interrogados y hacerle tambalearse en sus principios de negarse a dar pista alguna.
El interrogatorio ya abierto y dirigido tanto a uno como al otro daban como resultado una confesión, sobre todo de Gumia que aseguraba saber “algo” más de lo confesado hasta el instante.
Los agentes, daban a entender a los dos interrogados, que la colaboración con ellos en el esclarecimiento de los hechos, serían sin duda un atenuante ante el Juez y que un informe hecho por una autoridad con una placa, tenía mucho peso ante la Justicia y que en su mano estaba que la balanza se inclinara a un lado o a otro.
Gumia confesaba que tenía entendido que el vehículo de marras, se trataba del coche de un magnate, que había facilitado su robo, para así cometer el atentado contra Agnès porque veía perjudicado sus interesas.
La policía había dado con algo explícito que llevaban tiempo buscando y quisieron abundar más profundamente en este nuevo dato, tomando buena nota de lo que ambos interrogados pudieran ir declarando.
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El chatarrero, viendo peligrar el anonimato de quien Gumia estaba a punto de dar explicaciones, se adelantó diciendo…
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CAPÍTULO IV
Verán…, confesaba Antolín el chatarra en medio de balbuceos a la Policía, la persona que Gumia parece dar a entender que es el inductor de este asunto, a juzgar por lo que está dispuesto a declarar, les aseguro que nada tiene que ver en los hechos, si bien he admitir que corren comentarios de todo tipo, e incluso se llegado a pensar que es el autor material del atropello a la monja; pero yo les aseguro que el honorable Joan, nombre de un potentado chino, que debido a su impronunciable nombre le llamaban con este apelativo, es totalmente inocente, toda vez que ese día se encontraba de viaje a Barcelona, por asuntos de negocios, pues el tal Jon pertenecía a un potente Grupo de Alimentación y en su establecimiento se podía leer Importación y Exportación, toda esta información se la había dado un empleado del chino, llamado el “Chato”, antiguo boxeador venido a menos, que actuaba como guarda espaldas de Joan y con quien le unía una antigua amistad.
Por todo ello, apuntaba Antolín, quedaba fuera de sospechas, argumentos y términos que la Policía podía comprobar para despejar toda duda.
Sin embargo la Policía, no se manifestaba en uno u otro sentido, antes decían, habría que comprobar estas declaraciones y animaban tanto a Gumia como al chatarrero a que continuaran aportando tantos datos como fueran encontrando, les hacían poco menos que sus confidentes, ellos se sentían privilegiados, halagados y presumían ante sus amigos de ser pieza clave en la investigación.
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La documentación encontrada en los restos del vehículo, estaba siendo minuciosamente investigada y daba como resultado, que en efecto procedía de un vehículo de alta gama, aunque había datos que al ser cotejados con la casa BMW, esta aseguraba no pertenecer a modelo alguno de sus series, sino más bien a un modelo de fabricación exclusiva y que lejos de ser corriente, por el contrario se trataba de series muy limitadas, encargos de Embajadas y con un blindaje muy exclusivo, para nada tenía algo en común con el vehículo encontrado.
Todo ello echaba por tierra la pista del coche que estaba siendo desguazado y vendido como chatarra, sin embargo no querían de ninguna forma dar por perdida la pista del asunto, más bien abundar en cómo había llegado a ese lugar aquel vehículo que a todas luces parecía coincidir con las descripciones dadas por los declarantes.
Junto a las piezas abandonadas del BMW en la campa del chatarrero, que últimamente habían entrado, había una pieza en el paso de rueda del mismo, que tenía un arañazo anormal según el juicio de los peritos de la Policía, que habían recuperado varias piezas del vehículo en cuestión para ser analizadas, se trataba de un golpe sufrido por un bordillo o un cuerpo duro, término este que fue comprobado en el lugar del suceso y daba como buena la teoría de que aquella pieza correspondía al vehículo del siniestro.
Algo que llamaba poderosamente la atención de los investigadores, era el hecho de que no existiera denuncia alguna por parte del dueño del vehículo, así como tampoco parte de siniestro en alguna Compañía de Seguros, estos datos con los que estaba muy familiarizada la Policía, les eran facilitados siempre que
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había una sustracción o accidente grave, para velar por la seguridad del propietario del vehículo y quedar a salvo de cualquier sospecha.
La investigación se dirigía ahora hacia la persona del llamado Joan el chino. La policía previo Mandamiento Judicial, para poder intervenir sin impedimentos añadidos, se personaba en el Establecimiento de este, a su llegada al local fueron interceptados por un “gorila” que hacía las veces de portero y que al identificarse les facilitó no solamente la entrada sino que les acompañaba al despacho del gran jefe.
Previas presentaciones por parte de ambas partes, admirados los agentes del lujo y riqueza que se respiraba en aquel imponente despacho, con mobiliario de maderas orientales, lámparas y jarrones chinos, se presumía de alto valor no solo material sino artístico, amén de diferentes cuadros, al parecer originales, y sobre todo en el escritorio un conjunto repujado de imágenes en relieve de caballos de plata maciza, dos tinteros de cristal de Bohemia, y tres plumas estilográficas montadas sobre un soporte de marfil de forma escalonada, ni siquiera en el despacho del Comisario se había podido apreciar semejante despliegue de arte.
Entrando en materia, uno de los Agentes, presento el Mandamiento Judicial, en el que se autorizaba a la autoridad a realizar cuantos exámenes creyeran pertinente, el Chino Sr. Joan, sorprendido por la actitud de los agentes, que se disponían a llevar un exhaustivo registro, reclamaba la presencia de un abogado, que en breve decía podía presentarte en el despacho. Así se lo concedieron y a la media hora, se presentaba en el despacho un abogado de reconocido prestigio y muy conocido en los ámbitos policiales, por haber entorpecido y dilatado en el tiempo con
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triquiñuelas legales, varios procedimientos iniciados por la Policía en alguna que otra investigación.
Los Agentes, saludaron cortésmente al abogado, al tiempo que le ponían en antecedente del motivo de su registro en el establecimiento: Claras sospechas, omisión de denuncia por la desaparición de un vehículo, obstrucción a la Justicia por parte de su pupilo, y un sinfín de argumentos que dieron como resultado que el abogado se pronunciara diciendo: Solicitar un plazo, para preparar la defensa de su cliente, declaración ante un Juez o Notario para dejar constancia de la buena fe de su defendido y mil y una pegas consabidas por los Agentes, que se percataban una vez más de cómo estaba la ley para estos casos.
Tuvieron que marcharse, sin haber podido llevar a cabo su cometido, cual era encontrar alguna prueba de peso que pudiera inculpar al magnate chino, bastante cabreados por los inconvenientes legales argumentados por el abogado y sin poder dar una respuesta a sus superiores sobre el tema.
El Comisario Lozano, aprovechó esta situación para, una vez más, hacer ver al Jefe Superior de la Policía, las dificultades que encontraban ante cualquier investigación y de esta manera salvaguardar el buen hacer, decía, de los agentes a sus órdenes.
El Jefe Superior les rogaba le fuera enviado un Informe, por vía reglamentaria, aportando cuantos datos fueran precisos y relacionados con el caso para con ello acudir a Instancias Superiores, es decir al Ministro de Defensa, y de esta forma fuera informado también el Ministro de Justicia, para una vez más quedar constancia de la protesta, ante las dificultades con que se
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encontraban a diario los agentes del orden, a veces jugándose su propia vida sin conseguir nada a cambio.
Los agentes, no quedaron satisfechos tan siquiera con esta recomendación y continuaron con sus diligencias por otro camino, sin abandonar cualquier otro abierto en este caso, que por otra parte
empezaba a complicarse en demasía,; pero esto era un acicate más que animaba a estos profesionales a llevar adelante su trabajo.
Volvieron a contactar con Agnès, que ya empezaba a encontrase molesta con tanta investigación e insinuaba que por su parte quedaba todo olvidado y no había más que hablar.
No era fácil para los agentes cerrar una caso que se encontraba en plena ejecución y con Diligencias llevadas a cabo, le advertían a Agnès que tenía obligación, bajo juramento de colaborar con ellos y para nada pensaban abandonar el tema.
Aprovechaban para indicarle en qué estado se encontraba la investigación y los hechos novedosos acerca del chino; querían saber si ella tenía o había tenido algún contacto con su Organización de alguna manera, si había oído hablar de un tal Joan y mil preguntas relacionas con este individuo.
Agnès contestaba que sí, que tenía conocimiento por sus contactos de que existía el chino, que acaparaba cuantos locales, pisos o solares quedaban en venta, que se sabía extorsionaba a personal de su nacionalidad, que sus trabajadores estaban en locales insalubres, sin dar de alta en la Seguridad Social, en estado de auténtica esclavitud, que todos los vecinos sabían de esta explotación; pero que tenía poder, influencias, dinero, sobornos, extorsión todo reunido en su persona.
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Que había hecho intención por entrar en contacto con los trabajadores de sus negocios y siempre se había encontrado una actitud hostil, cuando no amenazante.
Los contactos de la Policía, con Instancias Superiores, estaban dando frutos.
La INTERPOL había remitido un Informe completo de la persona investigada y resultó que, el chino Joan (Uam-Chum-Lai), nombre propio del mismo, era un conocido traficante de blanqueo de dinero, ahora afincado en España, con antecedentes por extorsión, proxeneta, y con buenos contactos en las Altas esferas de la sociedad.
Formaba parte de un Grupo, importante, de Importación-Exportación, con sede en Francia.
Fue antiguo empleado, como chofer, en la Embajada de Francia en España, que había sido subalterno del padre de Agnès (Don François Laforet), chofer al servicio de la Embajada donde el padre de Agnès figuraba como Jefe de personal de servicio.
Que tenía un Dossier completo de delitos; pero que había salido indemne de las acusaciones debido a sus contactos en la gendarmería, así como en el propio gobierno.
Que había montado un lupanar en Barcelona, del que era el principal accionista, si bien nunca se pudo comprobar este extremo, debido a testaferros que actuaban en su nombre.
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Que era natural de Jiaozuo (Henan), lugar en que tenía empresas de naturaleza laboral de explotación de los derechos humanos.
Que manejaba varios millones de “Yuanes” cuya equivalencia era: Un Yuan = 145 €uros.
Con todos estos datos aportados por la INTERPOL, la Policía Nacional, presumía estar en buena pista de su investigación, uno de los Agentes decía que el tal Joan era un pájaro de mucho cuidado, dispuesto siempre a llegar hasta las últimas consecuencias y acostumbrado a salirse generalmente con su empeño.
Ante la dificultad de sacar algo en limpio sobre las actividades de Joan, con el fin de poder incriminarle en algo, tuvieron que buscar otra salida a la investigación.
Dieron marcha atrás a los acontecimientos, tanto del atropello de Agnès como de las declaraciones a medias obtenidas por parte de Lolo, Gumia y Antolín alias el chatarra. Volvieron sobre sus pasos y de nuevo fueron al almacén del chatarrero, allí pusieron en antecedentes a Antolín sobre la persona que él, al parecer, defendía con tanta vehemencia y que no era santo de su devoción a la vista del currículo que existía sobre su persona.
Antolín viéndose acorralado y posiblemente implicado en el caso, según la opinión de los Agentes, se dispuso a confesar cuanto sabía. Declaraba, que era particularmente importante para sus intereses, llevarse bien con Joan porque le había prometido comprarle su negocio o en el peor de los casos hacerse socio del mismo que atravesaba por una racha poco propicia, y había visto una oportunidad con su ofrecimiento. Que sin embargo no podía
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darles más datos sobre el asunto del atropello, porque no disponía de más de lo que había ya declarado.
Él mantenía una contabilidad casera, sus compras no figuraban en libro alguno, y las ventas esporádicas que realizaba a diferentes clientes carecían de documentación porque todo se desarrollaba de forma un tanto clandestina.
La Policía, nuevamente le advertía sobre la manera de salir de una situación anormal a todas luces y le insinuaban que de colaborar con ellos, tendrían en cuenta como atenuante sus actividades irregulares.
Antolín, no encontraba la forma en que él pudiera serles de utilidad a la Policía y de ser así conociendo las condiciones de las gentes de Joan, veía su vida en peligro. La Policía solamente le pedía, que fuera interesándose por la venta de su negocio, apremiando al chino con el pretexto de un posible embargo por parte de Hacienda, ellos le estarían guardándole la espalda y solo pretendían acelerar el asunto para seguirle los pasos muy de cerca.
Así lo hizo Antolín y previa cita se presentó en las instalaciones del chino, éste le recibía con agrado y pedía le dejaran solo con el chatarrero a sus matones para él era un ser inofensivo. Trataron el tema y el chino le propuso comprar su negocio pero con condiciones.
Las condiciones eran: Precio pactado en dos millones de €uros, en efectivo, sin papeles excepto una Escritura de Propiedad que sus abogados redactarían ad hoc, es decir en términos que no le comprometieran personalmente y que firmaría ante Notario para que todo fuera legal.
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Todo le parecía legal y honesto al chatarrero, acostumbrado a sus chanchullos, el precio no tanto, pues en una tasación de una inmobiliaria le habían ofrecido mayor cuantía sin embargo no con dinero en mano, así que acepto y quedaron en un plazo de ocho días rematar el asunto.
La Policía advertida de la operación, montaba un dispositivo especial para intervenir y así poder inculpar a los gestores de esta operación que se presentaba definitivamente irregular. Trataban conseguir argumentos suficientes que pudieran dar al traste no solo con la operación sino tener un motivo que implicara a Joan y poderle empapelar.
Sobre el asunto del vehículo BMW, del que se tenían fundadas sospechas más que suficientes y minuciosamente analizado por la Policía Científica, daba entre otros resultados:
Uno, que la pintura del vehículo, había sido alterada, en principio sobre el color original.
Dos, la documentación pertenecía a un vehículo extranjero y que al igual que los números de chasis había sido troquelados a posteriori, así como los datos del propietario.
Tres, que el auténtico propietario era un residente chino, de nombre Uam-Chum-Lai, comerciante con múltiples negocios.
Por último, las huellas dejadas en el vehículo, el tipo de tierra en las mismas, coincidían con el lugar de los hechos, y todo ello confirmaban, que el vehículo era sin duda actor principal-necesario en los acontecimientos motivo de la investigación
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Todo ello ya era materia suficiente para detener sin contemplaciones a Joan; pero la Policía, acostumbrada a ver como se escurría este individuo de la Justicia, quería tener hechos contundentes de los que no pudiera escabullirse con la facilidad acostumbrada.
Todo el dispositivo montado por la Policía, Agentes advertidos, esperaban pillar con las manos en la masa al chino, este se disponía a llevar a cabo la operación de la compra del chatarrero y se personaba con dos individuos más, en la campa de Antolín.
Comenzaba la transacción, uno de los individuos le presentaba al chatarrero un maletín con el contenido convenido, otro sacaba de una cartera la documentación para la firma de ambos, vendedor y comprador, esta vez no podría escapar Joan de la Policía que apostada en diferentes lugares y cubriendo cualquier posible huida, esperaban la consumación del trato para intervenir.
Estaban prácticamente despidiéndose con un apretón de manos, cuando la Policía irrumpió con varias unidades armadas y pillándoles in fraganti dándoles el alto y advirtiéndoles se entregaran, pues no tenían posibilidad alguna de escapar. Fueron detenidos y llevados directamente a Comisaría.
Naturalmente a su llegada, sereno y con una tranquilidad que sorprendía a los miembros de la Policía, Joan reclamó la presencia de sus abogados, en la seguridad de que una vez más le sacarían las castañas del fuego.
Pero el chino, esta vez era acusado entre otros honores de: Falsedad en documento público, ocultación de pruebas a la Justicia, proxenetismo y extorsión, trata de personas, juego ilegal, tráfico de
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divisas y lindezas por el estilo, que en los anales de la Policía se aseguraba no existía semejante conjunto de delitos en una misma persona, motivo por el que esta vez, se encontraban plenamente satisfechos de su trabajo, y con orgullo profesional por haber dado al traste con un “pez gordo”. Las alegaciones de los abogados, no pudieron evitar un Juicio sumarísimo contra el ciudadano “Uam– Chum–Lai”, alias Joan.
A la vista de los antecedentes aportados por la Policía, los jueces en presencia de los abogados de Joan, condenaron al chino, a 10 años de reclusión y a la indemnización de la víctima Agnès Laforet García por una cuantía de trescientos mil €uros y en cuanto a la operación frustrada de la Compra-Venta de las naves de Antolín, alias el chatarra, quedaba anulada dicha transacción y requisado el importe de la misma, siendo condenado a su vez el dueño del inmueble a cinco años de reclusión por intento de encubrimiento de delito a la Justicia y colaboración necesaria además de, la enajenación del inmueble con todas sus pertenencias, que sería puesto en Subasta Pública para resarcir a las Arcas de la Hacienda del Estado de las tropelías cometidas por los individuos en cuestión.
Aquí pues se cerraba para Agnès el capítulo que tanto sufrimiento le había causado, el acontecimiento que aquella triste tarde en la que fue agredida con intención de acabar con su vida, entendiéndose que estaba dificultando con sus actividades los sucios negocios de un truhan de calibre mafioso.
Ella, lamentaba todo lo sucedido y argumentaba que nunca pensaba que de sus actuaciones, altruistas, pudieran derivarse consecuencias de tal grado de complejidad, que por supuesto perdonaba a los participantes en el atentado contra su vida y no
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quería abundar en los detalles que llevaron a los mismos a llevar a cabo semejante tropelía.
Pero para la Policía aún no estaba cerrado el caso, quedaba pendiente dar con el autor material de los hechos y eso fue mucho más fácil para ellos. Volvieron a interrogar al chatarrero, esta vez asegurándole que si colaboraba en el cierre del caso, podría gozar de ciertos privilegios que la Ley contempla para quienes colaboran con la Justicia, a pesar de la condena que le había caído encima.
Antolín confesaba que el autor material de los hechos, había sido el “Chato”, guardaespaldas personal del chino, el antiguo boxeador y con el que tenía una amistad relativamente normal y que en uno de sus encuentros en el que le reclamaba su astilla por haberle facilitado la compra de sus locales, por parte del chino, le confesaba que él había sido el autor material del atropello, si bien había obedecido las órdenes de este. Que después prendió fuego al vehículo, nuevamente siguiendo instrucciones de su patrón, con el fin de no dejar huellas que pudieran incriminarle; que le contaba todo esto por si algún día le iba mal, cosa que ocurría con frecuencia en su trabajo, y pudiera tener un clavo en el que agarrase mediante una declaración como testigo por su parte y en su favor.
Fue detenido, juzgado y condenado alias “el Chato”, que al verse perdido, no dudó en largar más de lo que el Juez le solicitaba, agravando aún más con sus declaraciones tanto su situación como la de su jefe.
La Policía se sentía satisfecha por haber solucionado los flecos que quedaban en el aire, fueron felicitados por su actuación, a través del Comisario Lozano, que a su vez transmitía cartas de reconocimiento a los Agentes intervinientes en el caso,
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manifestándoles las felicitaciones de sus Superiores y dejando constancia para sus expedientes de la actuación impecable llevada a buen puerto por parte de estos profesionales y como ejemplo a seguir por parte de sus compañeros.
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CAPÍTULO V
Agnès, se disponía a dar un salto en el vacío e introspectivamente analizaba en profundidad los hechos acaecidos recientemente que habían producido un vuelco en la realidad de su vida.
A pesar de que estaba dispuesta a olvidar los últimos meses de su azarosa vida, por otra parte no quería echar en saco roto lo que le había tocado vivir, antes al contrario, era consciente de que ello formaba parte de su existencia y debería por tanto sacar partido y utilizar toda la experiencia adquirida para el desarrollo de su devenir, para algo era psicóloga y debería y quería aplicarse aquello de “Médico, cúrate a ti mismo”.
El anuncio de la visita inminente de los padres de Agnès, hizo que los días volaran con inusitada rapidez para ella, hacía algún tiempo que sus padres pretendían pasar con ella una temporada, bien en Madrid o en Pamplona.
Dorotea, (Dora para los amigos) su madre, estaba pasando por una situación anímica delicada y propiciaba el encuentro en la seguridad de verse favorecida con la visita a su hija. Agnès por su parte ardía en deseos de compartir con ellos todo lo acumulado a lo largo de este periodo de ausencia en que le había tocado vivir una época que marcaría para siempre su vida familiar y profesional.
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No había tenido la oportunidad de poner en antecedentes a sus padres de la marcha de sus quehaceres diarios, de agradecer a su padre la intervención en la colocación en su trabajo remunerado, a su madre le debía las confidencias que ella no compartía con nadie y necesitaba desahogarse haciéndole partícipe de las alegrías y desalientos de su actividad que fuera de sus horarios laborales llevaba a cabo.
En la estación, con lo más lúcido de sus atuendos, recuperada físicamente que no tanto anímicamente su estado, con un bonito sombrerito que recordaba la moda parisina de los años veinte, una falda de espigas color gris marengo, una blusa carmesí pálido y como remate un ancho cinturón de un tejido pajizo con incrustaciones y adornos de cristales de Swarovski que formaban un delicado y fino conjunto con el resto de su atuendo, pendientes y gargantilla, todo recuerdos y herencia de su abuela que en ocasiones solemnes e importantes para ella, y esta lo era, se decidía a lucirlo.
Agnès que no utilizaba maquillaje de ningún tipo aparecía radiante a pesar de alguna cicatriz que le hacían, si cabe más interesante, su peinado simple; pero con gracia, hacía resaltara en tu tez blanca el negro natural de su brillante melena.
En esta situación de espera se encontraba, cuando de repente apareció en el andén el Rápido procedente de Pamplona, tal como se escuchaba por la megafonía de la Estación.
Le dio un vuelco el corazón, cuando advirtió la presencia de su padre y justo al lado la figura de su madre, hacían una bonita y elegante pareja, su padre con su impecable traje azul oscuro de rayas diplomáticas, su blanca camisa resaltada por una corbata de
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color granate que con un sombrero de fieltro conformaban la perfecta imagen de un gentleman y su madre, sobria pero elegante, denotando tener buen gusto, la finura de su traje de corte moderno, con chaquetilla a lo bolero y su pantalón a juego con el tejido de la chaqueta, tanto que su menuda figura y aparecía más alta de lo que realmente era, producto también de unos zapatos con prominentes tacones y guardando armonía con el conjunto de su traje, tratando de igualar la alargada figura de su pareja.
Agnès, al verles instintivamente se lanzaba corriendo a su encuentro, se fundió en un abrazo con su padre al tiempo que rodeaba con sus brazos también a su madre, en una imagen por ella soñada en más de una ocasión.
Agnès aunque había comunicado a sus padres el asunto del accidente, le había querido quitar importancia y nunca les habló con claridad de la gravedad del mismo, ellos tenían su vida y para nada quería interferir en algo que pudiera trastocar sus proyectos; ya habría ocasión para entrar en detalles…
El brillo de los negros ojos de Agnès, a punto de soltar alguna lágrima de alegría, denotaba la emoción que embargaba en ese momento su alma y la ansiada presencia de sus padres le hacía estar viviendo uno de los momentos más felices de su vida. A la vista del equipaje, una maleta de abultado tamaño y otra mediana, todo indicaba que pretendían permanecer una temporada en compañía de su hija, única y querida tanto como añorada, pues le habían concedido libertad absoluta y no la tenían sujeta a la dictadura de sus caprichos aunque ello les partiera el alma.
En el Hotel, que François conocía de sus tiempos en la Embajada, era recibido el taxi que les llevaba desde la estación, esta vez en compañía de su hija, haciéndose cargo del equipaje un
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“botones” uniformado que les acompañaba hasta el mostrador de Recepción. La habitación de una elegancia que a Agnès le pareció de cine, ella acostumbrada a un ambiente humilde, era la apropiada para albergar a unos huéspedes de una categoría muy acreditada pues aún después de haber pasado varios años de su habitual trabajo de Adjunto a la Embajada, conservaba ese aire aristocrático que da como resultado estar tratando y conviviendo con gentes del Cuerpo Diplomático.
Los padres de Agnès queriendo aprovechar el tiempo con su hija, después de tanto tiempo de ausencia, la invitaron a comer con ellos, pero ella tenía obligaciones que cumplir y sin desairarles, les decía que ya habría oportunidad; pero que le era imposible debido a sus compromisos ineludibles. Quedaron en verse al día siguiente en que Agnès habilitara su agenda para pasar con ellos la mayor parte posible de su tiempo libre.
Pensaba Agnès que para lograr su propósito, adelantaría unos días de sus vacaciones y de esta forma no tener que tacañear su presencia con sus padres. Y así lo hizo, puso en conocimiento de su Jefe de Departamento el motivo por el que se tomaría quince días de vacaciones lo cual le fue concedido sin el menor reparo.
Dispuesta a dar satisfacciones a sus padres, que hasta entonces no había tenido oportunidad de hacerlo, consciente de que el viaje de ellos perseguía el acercamiento a su hija, y decidida a premiar sus buenas intenciones, Agnès se presentó en el hotel y comprobaba la alegría que producía en sus padres su encuentro y más cuando les dijo que disponía de quince días para dedicárselos a ellos exclusivamente. Comenzaron a proponer planes, irían al Escorial, a Toledo, a Segovia, al Museo del Prado y mil y un proyectos que los padres de Agnès apuntaban en su particular
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“Cuaderno de Bitácoras”, para ellos era una novedad ver la entrega voluntaria de su hija y la disposición para complacerles.
Los padres de Agnès tuvieron ocasión de llevar a buen puerto, cuanto habían planeado, a su hija la alojaron en el hotel en un anexo que colocaron junto a su habitación, que dado el sobrado tamaño, no hubo inconveniente, de esta forma la convivencia era completa.
Pero los días avanzaban, las vacaciones se estaban extinguiendo y la dulce compañía que sentían los padres de Agnès al tiempo se estaban convirtiendo en amarga despedida, no sin antes proponer a su hija, que pasara al menos dos o tres días en Pamplona con ellos. Le pareció una buena idea a Agnès, que propiciaba una nueva alegría a sus padres al comentarles, que le traería buenos recuerdos de sus años pasados en aquella capital. Sin más se dispusieron a volver a Pamplona ese mismo día, esta vez en un vehículo alquilado con chofer para aprovechar mejor los días que disponía Agnès de asueto.
Durante el viaje, Agnès fue reavivando sus recuerdos, la campiña casi olvidada le despertaba una especial atención por los verdes valles, sembrados y ganados pastando de Navarra, los caseríos que se vislumbraba a través de las ventanillas del automóvil, el discurrir tranquilo y a veces bravo de los riachuelos que surcaban el paisaje, los pueblitos pequeños, algún que otro descanso para reponer fuerzas en un pueblo inesperado, sus gentes, su gastronomía, todo cuanto iba renaciendo en su conciencia hacia que Agnès rebosara de júbilo que compartía con sus padres que habían cambiado de semblante al verla tan feliz.
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La llegada a su destino, fue toda una sorpresa para Agnès que había olvidado en parte la composición de su casa.
De los jardines que circundaban a la mansión de los padres de Agnès, le llamaron la atención sobre todo unos parterres de flores delicadamente cuidados por su madre, a ello dedicaba gran parte de su tiempo y había conseguido que fueran realmente hermosos y espectaculares; pero sobre todo había unos apartados en varios lugares guardados celosamente por un cierre metálico en forma de pagoda o jaula gigante de los que colgaba abundante flora de diversa naturaleza, de tal modo combinadas que tanto en verano o en invierno conservaba un verdor de hojas perennes que hacían de aquellos lugares el sitio ideal para meditar, leer, escuchar el trino de los pájaros acompasados con una buena música y sobre todo para descansar del ruido y…
Agnès empezaba a sentir nostalgia, volvían los recuerdos de otrora vida en su niñez, recordaba un columpio en el jardín colgado de un espectacular abeto, que movía su padre con delicadeza y todo el amor del mundo, las pocas horas que le dejaban libre su trabajo, aquellas meriendas con otras niñas de su entorno y que ahora tan siquiera sabía algo de ellas, los festejos de sus cumpleaños en los que se personaban en el jardín pequeños y mayores, sus primeras lecturas que hacían volar su imaginación por lugares lejanos, selvas, mares, montañas y ciudades inventadas en su imaginación teniendo como hilo conductor los libros de Salgari, el escritor veronés, que sus padres le regalaban en fechas señaladas.
Dentro de la casa, donde una gran chimenea presidía el salón principal, recordaba aquellas navidades, en que se ponía un enorme árbol con adornos y colgados regalos, el calor de las brasas de la chimenea, la cena con todos los familiares a quienes no había
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vuelto a ver en mucho tiempo, la alegría desbordante de la presencia de alguno de sus abuelos, sobre todo su abuela materna Natalia de la que conservaba algunos regalos todavía, los cánticos de la Nochebuena, y la llegada imprevista a su puerta principal adornada con guirnaldas y luces de colores de un grupo de niños y niñas, vestidos de pastorcillos, con zambombas, panderetas y flautas que pedían permiso para entonar sus villancicos, y una de las asistentas se presentaba con una bandeja de dulces que les ofrecía al grupo, y estos agradecidos entonaban una nueva canción antes de despedirse y haber hecho la alegría de la familia.
De pronto, mientras inundaban estos pensamientos su mente, notó como unas lágrimas rodaban por sus mejillas.
¿Eran lágrimas de alegría o tal vez de nostalgia por tiempos pasados?
¿Sería que su vida había dado tal giro que aquellos recuerdos imborrables de su imaginación le producían una profunda tristeza?
¿No habría equivocado su camino?
¿Estaba a tiempo de rectificar y volver a lo dulce y muelle vida de la familia?
¿O por el contrario, se sentía satisfecha en su interior, al haber renunciado voluntariamente a aquellos placeres?
Estas y mil consideraciones que se presentaban ante Agnès en forma tangible, hacían que se estuviera planteando muchas de sus actuaciones y que formaban parte de su existencia. Era el momento de sentirse fuerte en la debilidad, de alcanzar una
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perfección perseguida durante mucho tiempo de renuncias, fracasos, malas caras y circunstancias que a veces le hacían tambalearse en sus principios.
La voz de una sirvienta, anunciándole la hora de la comida, sacó a Agnès de su arrobo rearmándose se dispuso a dar cuanta alegría estuviera de su parte a sus padres, proponiéndose a sí misma, no levantar sospecha alguna de lo que le acababa de suceder.
La hora de siesta propiciaba un tiempo de relax que Agnès poco acostumbrada a este tipo de delicatessen, le servía para hundirse en sus meditaciones que lejos de llevar paz a su ánimo le producía una inquietud y nuevas dudas existenciales. En el duermevela de su siesta analizaba y recorría su propia vida, tratando de encontrar sentido a su quehacer, no sabía muy bien si era obra de su propia voluntad o movida por una corriente que ella perseguía, no sabía por qué.
Tanto para Agnès como para sus padres, fueron unos días de ensueño y vividos con toda la intensidad que les fue posible; pero como “No hay bien o mal que cien años dure” se acababa el tiempo y cada cual debería incorporase a la rutina diaria.
Agnès, al igual que sus padres, trataban de impedir una despedida dramática y ambas partes dejaban la puerta abierta a encuentros más frecuentes, con la promesa por parte de Agnès de que así sería en el futuro.
Ello no evitó la hora de partida hacia los “madriles”, como decía
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Agnès tratando de quitar hierro a la situación, esta vez sus padres acompañaron a su hija a la Estación y con una pena que ahogaba sus palabras, conteniendo las lágrimas le dieron un adiós condicionado, sin saber cuánto tiempo tardarían en recuperar la alegría de estos días pasados.
Agnès durante el viaje, que al principio no lograba estabilizar su estado de ánimo, fue poco a poco centrándose en la lectura de un libro, que por cierto había sido un regalo de Sor Rosa, de quien conservaba una imagen como modelo a seguir, en la dedicatoria que esta había escrito en una de sus páginas decía: “Espero que este libro, te sirva de “guía” en tus inquietudes”.
Y ya lo creo, se decía Agnès a sí misma, ese libro tenía mucho donde aprender; pero las palabras de su dedicatoria, martilleaban constantemente en su interior:
¿Guía de, y para qué…?
¿He avanzado en mis respuestas profesionales…?
¿Y en las vocacionales…?
Una y mil preguntas, sin respuesta asaltaban a Agnès.
Estando en estas disquisiciones, el tren hacía entrada en la Estación, donde todo era ruido, movimientos de gentes, carretillas de empleados para llevar bultos y maletas, chirriar de frenos, megafonía que aunque estaba a todo volumen no se conseguía entender nada de lo que anunciaba, en definitiva la vorágine frenética de la vida de la Capital, que contrastaba con la paz que hacía unas horas había dejado tras de sí.
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Los parabienes de su llegada, al trabajo, fueron efímeros y de inmediato aparecieron nuevamente las complicaciones laborales. También las de su casera que le anunciaba tendría que disponer en breve plazo de su vivienda para uno de sus hijos que se había casado y debería buscarse otro domicilio, se lo decía con tiempo suficiente pues estaba contenta con habérselo alquilado, tanto en sus puntuales pagos de alquiler, como, decía enfática la casera, su comportamiento ejemplar en la vivienda.
Otra vez los fantasmas despertaban en la vida de Agnès y todavía no había puesto los pies en la Asociación de vecinos de Orcasitas, donde sin duda alguna le esperaba otro tipo de problemas y nuevas inquietudes que resolver.
Una llamada, providencial, del Padre Lorenzo, citándola para verse lo antes posible, dejaban a Agnès en un impas, suponía le serviría de alivio este encuentro y poder contarle no solo las alegrías vividas, sino también la nueva situación creada por tener que cambiar de domicilio, con el trastorno que ello conlleva.
A las nueve de esa misma noche, anotó Agnès en su agenda, tendría dicho encuentro con el Padre Antunez.
Puntualmente como era habitual en Agnès, a la hora concertada en la Residencia de Sacerdotes, se presentaba a la cita. El Padre Lorenzo Antunez, también puntualmente invitaba a pasar a su amiga a un saloncito repleto de libros, con una mesita baja en el centro, varios sillones de aspecto confortable y en donde se respiraba tranquilidad y silencio monacal. El lugar se prestaba a confidencias y confesiones por parte de quienes visitaban el sitio.
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Agnès abría su corazón al Padre, contándole los últimos días pasados con su familia, también lo sucedido con su piso y la situación precaria en que se encontraba por este motivo.
Apenas dejó el Padre que continuara contando cosas de su vida que al fin y al cabo, reconocía, formaban parte de la vida de cualquier persona y se hacía cargo de la situación por la que atravesaba Agnès.
En opinión de este, todo podía cambiar para Agnès si aceptaba la invitación y ofrecimiento que le proponía cual era, que había recibido un encargo del Hospital de Parapléjicos de Toledo, en donde ejercía de Capellán y cuyo encargo consistía en buscar una persona competente, de confianza, con estudios superiores, de acreditada preparación moral para asumir el puesto de una profesional que había prestado sus servicios en dicho Hospital a lo largo de cuarenta años y le había llegado la hora de la jubilación.
Había dejado el listón muy alto y difícilmente superable, la persona que se jubilaba, con lo cual la elección además de ser complicada, también representaba un reto para la candidata al puesto.
Agnès con su vida hecha a una rutina que al menos manejaba con cierta facilidad, le entraba la duda si ella sería la persona idónea y que respondiera a las condiciones exigidas; pero sí, se lo pensaría aunque en principio estaba convencida que la elección no era gratuita y que sin duda algún peaje debería pagar.
El Padre Antunez, apremiaba para que la decisión fuera además de meditada, pronta, pues era imprescindible la contratación de un nuevo miembro en el Organigrama del Hospital toda vez que era un puesto de importancia y responsabilidad.
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Agnès, consultaba con su Jefe de INEM y este le aconsejaba y animaba para que aceptara el puesto, era de mucho relieve y sus condiciones se adaptaban perfectamente al cargo que se pretendía cubrir, su integridad moral, los conocimientos profesionales demostrados, la experiencia en asuntos Sociales, sus vivencias en círculos difíciles de barrios etc. Daban un bagaje, en opinión del jefe suficiente para ocupar con eficacia sobrada el puesto por Agnès, él personalmente se comprometía a facilitar datos al respecto como carta de presentación ante la Dirección del Hospital como aval de Agnès.
Con una carta de recomendación, poco equipaje y un mundo de ilusión por delante, se presentó Agnès en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Su presencia en el enorme edificio, para tratamiento de lesiones medulares, hizo temblar a Agnès que se veía a sí misma diminuta, incapaz, y sobre todo con una responsabilidad añadida que aumentaba su azoramiento.
Se presentó en la Dirección del Centro, se identificó como la persona buscada por el Capellán y mostraba sus credenciales al Director, acompañando esta entrega con las disculpas por tal vez no ser la forma más correcta de presentarse.
El Director, se percataba del momento emocional que significaba para ella esta situación y con parsimonia trataba de llevar tranquilidad a este insólito acto de presencia a un puesto de trabajo.
Una vez habiendo procedido a las protocolarias presentaciones, al Director lo que le interesaba era poner en
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antecedentes a vuelapluma a Agnès, en qué consistía el trabajo del puesto que se solicitaba y ésta muy interesada prestaba atención con todos sus sentidos.
En palabras del Director, el trabajo a que se enfrentaba era de una apreciación mayúscula, toda la atención tanto profesional como psicológica debería ser puesta en práctica y además durante las veinticuatro horas del día, la puerta de su despacho tendría que permanecer abierta a cualquier consulta, que ella hábilmente desviaría al Departamento pertinente, si no era de su competencia, por tanto se necesitaba de un especial cuidado para entender los problemas con la mayor agilidad posible y tratar de dar solución también con la celeridad que cada caso requiriere.
A Agnès no le asustaba aquella batería de trabajos que formarían su futuro empleo, entendía perfectamente todas y cada una de las recomendaciones del Director y se encontraba con aptitudes necesarias y voluntad para llevar a cabo la tarea.
Acudió a este momento el Padre Antúnez, llamado por el Director, que abogaba por Agnès, y el Director aseguraba no necesitar de avales, pues en el poco espacio de tiempo que había tenido oportunidad de dialogar con Agnès, había descubierto su preparación tanto profesional como, tan importante como esta, su conciencia del trabajo que iba a llevar adelante, que requería de una entrega personal y se felicitaba por haber dado con esta perla.
El Padre, acompañó a Agnès a sus dependencias, el despacho, la habitación y un somero recorrido por las dependencias más frecuentes para el trabajo de Agnès.
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Al día siguiente, una nueva vida comenzaba para Agnès, llena de interrogantes, dudas y tambaleos; pero con una decidida voluntad de ir haciéndose con la situación, entrenamiento no le faltaba para asumir nuevas inquietudes, responsabilidades y dedicación en cuerpo y alma a todo lo que se proponía, le habían forjado una personalidad muy singular, razón por la que esperaba de ella misma una rápida adaptación sin complejos.
Le asignaron el despacho de su antigua propietaria, personalizado para ella, en la puerta podía leerse: “Gabinete de Psicología”, Doña Agnès Laforet García, y cuando leyó dicho rótulo un estremecimiento invadió su menudo cuerpo, ahora sí, ahora ya no había vuelta atrás, estaba dispuesta a dar lo mejor de sí misma a partir de ese momento.
Una enfermera uniformada, se ponía a su servicio, al tiempo que le acompañaba al campo donde debería desarrollar su trabajo.
En una inmensa sala, había al menos unas veinte personas de ambos géneros desarrollando un mantenimiento dinámico, algunos con muletas otros en sillas de ruedas, utilizando una variedad de máquinas, camillas y aparatos de rehabilitación, todos ellos asistidos por profesionales, fisioterapeutas, masajistas según fuera el diagnóstico de cada paciente; así había pacientes haciendo ejercicios y tablas de gimnasia, otros recibiendo tratamiento de onda corta y sometiéndose a levantamiento de pesas para comprobar su estado de recuperación y fuerza muscular.
Pero a Agnès no se le ocultaba que todos estos sistemas de rehabilitación, tenían que estar apoyados por una entrevista con los pacientes para ver el grado de afectación de cada caso y el rechazo de muchos de estos ante su nuevo estado, algunos gravemente
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afectados después de sufrir un accidente, ella había sufrido en carne propia la dificultad de aceptar secuelas después de un accidente, lo que le daba mayor profundidad para entender psicológicamente a los afectados.
Después de hablar con los profesionales, les citaba a una reunión en su Gabinete, para conocer de primera mano los casos a los que se enfrentaba y aplicar los conocimientos necesarios, prestaba mucha atención sobre todo a aquellos casos denominados difíciles por los facultativos y a los de más larga duración, algunos llevaban ingresados uno o más años, lo que le daba una idea del trabajo tan especial que le esperaba con ellos.
Le subrayaron los casos contra los que habían agotado todos sus conocimientos sin haber conseguido avances positivos, en el estado de ánimo de algunos pacientes que desesperados rechazaban toda ayuda y se refugiaban en su mundo, sintiéndose desgraciados y diferentes al verse sin alguno de sus miembros.
Ahí comenzaba la labor de Agnès, convencida de que alguno de los profesionales que atendían estos casos, habían arrojado la toalla sin agotar los recursos que la medicina, en el aspecto psicológico, tiene para cualquier caso por enrevesado que se presente, sabiendo que no se lograba el cien por cien de la recuperación anímica como física en muchos casos, pero sí la máxima capacitación a una nueva forma de vida por parte de los afectados. En eso consistía su asistencia y se disponía a trabajar duro…
Poco a poco, despacio; sin prisas pero sin pausa, fue citando a entrevistas uno a uno de los pacientes, procurando que estas
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entrevistas se realizaran tanto en el tiempo como a comodidad y preferencias de los pacientes…
Por aquel Gabinete, desfilaba a diario un número de pacientes previamente citados, Agnès abría un historial de cada uno de ellos, con características hasta aquel momento nunca analizadas. En él apuntaba detalles a simple vista sin importancia pero que para Agnès eran vitales, tales como:
¿En que había cambiado la vida del paciente, a raíz del accidente?
¿Qué consecuencias, positivas o negativas, habían encontrado desde su ingreso en el Hospital?
¿En qué medida afectaba a su vida integral, los dispositivos o prótesis a las que se veían sometidos?
¿Qué grado de aceptación en una escala de uno a diez, era en cada caso?
Y varias anotaciones que Agnès apuntaba en sus fichas, creando así una base de datos hasta aquel momento inexistente.
Por aquel Gabinete iba pasando una procesión de disminuidos físicos de diferentes grados, pero sobre todo con un índice de rechazo de su situación negativa en una gran proporción de los entrevistados.
Agnès rotulaba con diferentes colores y según la importancia, a su juicio, el proceso a seguir en cada caso y en cada historial médico.
Ella, tenía suficiente materia de juicio, como para indicar un tratamiento hasta aquel momento nunca utilizado que más que
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físico, debería ser psicológico, algo con lo que no comulgaba alguno de los monitores que llevaban a cabo las tablas gimnásticas ordenadas por los médicos específicas para cada caso, limitándose a seguir sin aportar nada, las instrucciones prescritas, ello llevó a una llamada de parte del Director a Agnès que de inmediato se presentó en su despacho.
Advertida de que sus nuevos métodos estaban produciendo cierto revuelo entre los profesionales, le ponía en conocimiento la capacidad demostrada de estos y los avances logrados en casi todos los casos, ella aseguraba que para nada quería interferir en la marcha de los programas seguidos por los pacientes, que tal vez se había juzgado sin conocimiento previo su método, que para nada mermaba sino que ampliaba los tratamientos y esperaba, si le daban el suficiente tiempo y credibilidad, ver resultados con otras expectativas en el futuro y los avances de los pacientes, era cuestión de darle un voto de confianza y el tiempo haría el resto.
Se había propuesto, entre otros, asegurarse que los tratamientos fueran personalizados y no generales, había comprobado a través de las declaraciones de algunos pacientes, que se seguía una rutina sin especificaciones adecuadas a cada uno de ellos y eso a todas luces y en la opinión de Agnès no era lo correcto.
El espíritu de lucha y la capacidad de sufrimiento afectaban a cada persona de muy diferente manera y en el fondo se podía dosificar con arreglo a la aceptación o negación de los hechos y eso era fundamentalmente parte de su trabajo.
El rechazo que se producía con frecuencia en los pacientes era, en opinión de Agnès, casos tipificados en los libros de
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psicología, producto de una mala praxis en los tratamientos de rehabilitación, que deberían ir en todos los casos acompañados de un seguimiento de índole personal y no colectiva.
El Director escuchaba con mucha atención las declaraciones que Agnès le estaba confiando y aprobaba en todos sus términos la actuación que estaba llevando acabo, no obstante le rogaba consensuara con los fisioterapeutas y personal de Rehabilitación estas actuaciones con el fin de limar roces y trabajar en equipo.
Agnès que lejos de su ánimo estaba imponer nuevas pautas de actuación, se reunió con el equipo y les explicaba en qué consistía su programa, previa aprobación del Director, y les pedía lo tuvieran en cuenta y el tiempo haría el resto, algo que asumieron más como una orden que por propio convencimiento, pues ellos llevaban siguiendo un método con resultados y se resistían a cambios, que se les antojaban caprichos de una “nueva”, que solo pretendía escalar puestos en el Hospital.
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CAPÍTULO VI
Por el Gabinete de Agnès, además de pacientes, pasaban otras muchas gentes, enfermeras y enfermeros, empleados de servicio de limpieza, personal adjunto a la Administración, ujieres, telefonistas y un largo etc. Todo ello era propiciado por los carteles de anuncio que el Director había colocado en lugares estratégicos, indicando el Departamento de nueva creación e invitando, más bien obligando de una manera sutil, a personarse en el despacho de la responsable, en este caso era el Gabinete que dirigía Agnès, con el fin de establecer un Censo del personal del Centro y conocer la titulación y función que desempeñaban en cada caso cada uno de ellos.
Una mañana, se personaba en el despacho de Agnès, un joven de unos veinte o veintipocos años, en una silla de ruedas, de pelo rubio, bien parecido; pero con una cara de melancolía que como en un libro podía leerse un permanente sufrimiento que aún no había podido superar.
Agnès quedó impactada ante la presencia de aquel joven, que educadamente pedía permiso para acceder al despacho, algo inusual en el resto de visitantes, además iba vestido con ropa de calle no de residente y sus manos aparecían forradas con unos guantes que dejaban sus dedos a la vista, accesorio necesario para el manejo de la silla de ruedas, su corbata austera pero elegante, camisa con botonadura doble en el cuello, chaqueta con coderas de fieltro, pantalón gris oscuro y zapatos limpios e impecables,
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formando todo ello un conjunto armónico que no solía verse por el Hospital.
De inmediato, comenzaba identificándose diciendo:
Me llamo Fernando Orozco, soy empleado del Centro y mi trabajo consiste en acompañar a los pacientes que me asignan los Fisioterapeutas, como veterano de guerra que soy.
Agnès al oír esta expresión, le decía:
¿Qué quieres decir con eso de que eres veterano de guerra?
Y Fernando contestaba:
Quiero decir, que llevo aquí más de diez años, que fui paciente y creo que lo sigo siendo todavía, que ingresé debido a un traumatismo sufrido en una caída practicando mi deporte favorito (la escalada), que mi experiencia durante estos años, me ha dado cierto bagaje de conocimientos, que los Monitores han visto en mí una ayuda a sus programas y que mi labor es aprovechar mi experiencia, mi trabajo en la rehabilitación y mis secuelas para ayudar a los pacientes que me asignan.
Agnès, que admiraba la fuerza y el convencimiento que mostraba el joven, no quiso comentarle lo que en ese momento le estaba cruzando por la mente…
Era a todas luces, algo con lo que ella para nada estaba de acuerdo, que se utilizara la desgracia, para compensar o aliviar de algún modo otras desgracias, era el sistema que ella pretendía rechazar, la conmiseración, la pena, el destino fatal de quienes
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habían sufrido algún percance por azares de la vida, era algo que en la moderna psicología se rechazaba por ser equívoca y trasnochada.
Ahora se tendía más bien a que cada paciente fuera consciente de lo que le había sucedido y aceptara, con el tiempo necesario, su nueva condición poniendo para ello todas las capacidades y ayudas que la nueva praxis destinada a lograr el mejor de los objetivos posibles.
Agnès rechazaba de plano, la demostración en cualquiera de sus expresiones de aplicar la resignación a los pacientes, algo contra lo que se había propuesto luchar denodadamente, aquellas frases manidas de:
“Hay cosas peores…”
“Siempre hay que mirar atrás…”
“Tú al menos puedes contarlo…”
“Con el tiempo, aprenderás a llevarlo con resignación…” “De esto se sale…”
Y mil frases hechas, de semejante corte que estaba hartamente demostrado, no servían para nada y menos para animar a asumir la auténtica verdad de cada paciente, que en cada caso era de diferente aplicación.
Sin embargo, Agnès no quería romper con las rutinas establecidas en el Centro, sin duda creadas con la mejor intención por los facultativos, ella debería ir poco a poco, para no generar una
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situación de incomodidad entre los técnicos, que por la longevidad de su hacer, se creían estar en posesión de la verdad absoluta.
De tal manera era consciente de ello, que no quiso comentarle a Fernando algo en este sentido, más bien le sonreía abiertamente, aceptando su buena disposición a colaborar con lo que le habían encomendado.
Sí le explicaba que a partir de ese momento en que habían mantenido el encuentro, sería ella quien le daría las indicaciones a seguir, toda vez que se sentía responsable de la buena marcha de la rehabilitación de los pacientes del centro.
Por tanto, desde ese momento quedaba nombrado Adjunto a su Departamento, algo que a Fernando le llenó de satisfacción, pues no tenía bien definido su papel, su trabajo y tampoco el método autorizado o supervisado por nadie del personal del Hospital.
Viéndose acogido profesionalmente de alguna manera y por primera vez por alguien autorizado del Centro, Fernando comenzaba a vislumbrar que su cometido empezaba a tener sentido, hasta entonces él, con la mejor de sus intenciones, había procurado ser un “ejemplo” de superación ante un accidente que le había dejado en una silla de ruedas de por vida, trataba de llevar al ánimo del paciente de turno el comportamiento que debería seguir, como él había hecho, para superar las barreras de todo tipo que interferían en la vida cotidiana y aprender una nueva forma de vivir.
Naturalmente, a nadie se le escapaba que pese a la buena intención de Fernando, sin conocimientos previos, solamente con la experiencia de su propia persona, la superación en un grado que se consideraba óptimo por los médicos, no era suficiente y dejaba
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mucho que desear en su estado anímico para hacer comprender la verdadera situación a la que se enfrentaban los pacientes, cada cual con características muy diferentes.
Por esta razón Agnès, quería mantener cerca de sí a Fernando, primero para no contrariarle en la forma de llevar su trabajo, después porque veía en él una persona con capacidad de superación a la que ella trataría de formar adecuadamente para el desempeño de un trabajo, que más bien correspondía hacer a un cualificado profesional y no a un paciente, que a pesar de haber superado una etapa , no estaba debidamente preparado tan siquiera para compartir su experiencia con otros pacientes, que a priori presentaban cuadros de dificultad inaccesibles a Fernando.
Ella estaba dispuesta a hacer de él un Adjunto, profesional de su Gabinete de Psicología, le facilitaría los libros, apuntes y documentación necesaria para que su preparación fuera más precisa, apreciaba en él una inquietud por superar su limitaciones y le consideraba un luchador, no en vano había sido un montañero escalador de cimas inaccesibles para muchos otros, lo que denotaba su espíritu de sacrificio y estaba segura que con el tiempo haría de él un buen profesional.
El tiempo corría, como suele decirse, a favor de obra para Agnès, que notaba los avances de su Programa y lo que más satisfactorio le resultaba era comprobar como los Especialistas aprobaban su innovación en los tratamientos.
Ya los Fisioterapeutas aceptaban de buen grado lo que en principio suponía una imposición adornada con muy buenas palabras; pero solo eso.
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Con Fernando, quiso Agnès poner en marcha algo que había sido para ella el comecocos de toda su vida.
Había pergeñado la idea de crear una línea de actuación voluntaria que sirviera de acicate en la superación de sus pacientes, a la vez que de un cambio rutinario en la manera de entender la rehabilitación.
Se trataba de un grupo de voluntarios que colaborara con los Miembros de Cruz Roja, en principio solo eran las líneas maestras que Agnès trazaba someramente, para no abundar en detalles que pudieran desencantar a quienes ella había elegido para esta misión.
Acompañar a los Miembros de Cruz Roja en las actuaciones que no requirieran algo más allá que su testimonio presencial, en esos primeros instantes en los que aquellos que sufrían un accidente de importancia, eran para Agnès la mejor terapia para sus pacientes; el hecho de ver personas incorporadas en cierto modo a un trabajo de voluntariado sin esperar nada a cambio, les servía a quienes se encontraban en situación desesperada de motivación, viendo cómo, en el peor de los casos todavía eran útiles a la sociedad, aquellas personas que habían tenido un percance.
Fernando fue el encargado de llevar este grupo de voluntarios y a través de él Agnès compartía consignas, consejos, y también dejaba un campo libre para despertar la iniciativa en este grupo de nuevo encargo.
En este mismo sentido, Agnès había mantenido una larga conversación con sus antiguos jefes del INEM, les proponía dieran empleo, a media jornada, a pacientes que ella consideraba útiles para desempeñar labores poco engorrosas, aunque rutinarias y
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tediosas y de paso pretendía con esta iniciativa adelgazar el número de pacientes, que por decirlo de una manera fina, se habían hecho a la idea de permanecer en el Centro y acomodados “per saecula saeculorum”, algo que era nocivo para su integración en la sociedad.
Ocurría con frecuencia, en opinión de Agnès, que aunque superaban el tiempo de rehabilitación, se negaban a admitir que estaban aptos para incorporarse de nuevo a sus ocupaciones habituales, era una especie de síndrome de Estocolmo, muy corriente en las Penitenciarías.
Todos los avances en estos y otros terrenos que Agnès estaba llevando a buen término, hicieron que el reconocimiento de su labor fuera apreciada, no solo por los superiores sino por los propios compañeros, que estaban encantados al comprobar el fruto de sus trabajos, con lo cual todo eran felicitaciones y parabienes hacia la persona de Agnès.
Ya las reuniones en el Gabinete, tenían otro talante, todos aportaban ideas, pautas de comportamiento de los pacientes, avances obtenidos, compromisos adquiridos, que llenaban a Agnès de satisfacción y les felicitaba y se felicitaba a sí misma, por los resultados que se estaban obteniendo desde su llegada al Centro, no siempre compartidos por todos.
Todo marchaba según lo planificado por Agnès; pero su trabajo estaba afectando a su salud que no era precisamente desbordante, tanta responsabilidad, tantas horas dedicadas al estudio caso por caso de los pacientes, tener que lidiar a diario con un personal acostumbrado a navegar por su cuenta, estaban minando su precaria salud y el Director que apreciaba esta
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situación, poco menos que obligaba a Agnès a tomar unas vacaciones, que le vendrían bien para cambiar de aires, así le lo hizo saber y ella tuvo que aceptar.
Serían unos días que aprovecharía para visitar sus antiguas dependencias en el INEM, dar una escapada a su Orcasitas del alma y como no, pasar un par de días con sus padres.
A este propósito se dirigía a la Estación de Autobuses para iniciar sus no buscadas ni deseadas vacaciones.
Con su billete en el bolsillo, una botellita de agua para el viaje, su bolso con pertenencias para unos días aguardaba la salida de su autobús sentada en un velador, cuando casualmente apareció María, su antigua compañera de Hospital en Madrid, a quien no había vuelto a ver desde hacía un millón de años.
El encuentro fue antológico, ella tan sorprendida como María por el fortuito encuentro, no ocultaba la alegría que le producía, aunque notó que María había sufrido un cambio que se podía apreciar a simple vista; pero la alegría que generaba en ambas dicho encuentro borraba toda duda al respecto.
Entablaron una animada conversación y María le comentaba que también iba a Madrid, aunque en otro coche de línea distinto, motivo por el que no podrían charlar hasta su llegada a la Capital.
Quedaron pues en verse a la llegada, con treinta minutos de diferencia de una y otra.
Cuando se volvieron a juntar, nuevamente les inundaba la alegría, todo eran preguntas y más preguntas, que cada una trataba
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de contestar con precisión, María le confesaba el motivo su viaje, que no era otro que la visita a un Notario, para firmar una separación pactada con su marido que le había sido infiel.
Agnès a la vista del problema, se prestaba voluntariamente para ayudarla en ese doloroso trance y le aconsejaba no se precipitara en llegar a cualquier acuerdo, ella podía aconsejarle como debía llevar el caso y aunque ya estuviera en manos del Notario, le precisaba si era posible echar una mirada a lo que iba a firmar, María que desconocía la dinámica en estos asuntos, no podía asegurarle que pudiera sacar los papeles para su consulta, pero que así lo haría constar al Notario a quien le informaría de que un abogado de familia necesitaba echar un vistazo a los mismos, antes de proceder a su firma.
Agnès volvía a enredarse en asuntos que nada tenían que ver con las vacaciones, para nada valían las recomendaciones de su Director, por encima de cualquier otra consideración para ella era prioritario, estar atenta allí donde hubiera un problema y pudiera echar una mano y si era posible las dos.
Era una condición que superaba cualquier expectativa o proyecto que se trazara y era la trayectoria que se había marcado para su vida, estar al lado del débil, del necesitado y sin esperar nada a cambio, a veces una sonrisa compensaba y otras ni siquiera eso.
Todo el tiempo estuvo tratando de convencer a María para que diera marcha atrás en su contencioso, a la altura de vida de María, consideraba Agnès, era poco menos que un absurdo tomar una decisión de semejante calado, tras una vida en común totalmente realizada, los hijos emancipados y llegado el momento
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de verse libres de obligaciones y poder disfrutar de la vida, carecía de sentido que por un tropezón, por la torpeza del marido, se llegara a una medida drástica y seguramente producto de un calentón.
Cuando Agnès examinaba los detalles del Expediente, no encontraba justificación suficiente para llegar a la separación o divorcio, le hacía ver a María que no le parecía argumento suficiente, a no ser que hubiera algo más, a lo que ésta respondía que, claro que había más, pero que ella no quería airear asuntos que podían herir a sus hijos y había argumentado como causa principal, la infidelidad encontrada, y que a pesar de que no se determinaba en el escrito, habían sido en varias ocasiones, aunque no constara en el acta.
Además, le contaba María, que llevaba un tiempo haciendo vida de separada o divorciada, los términos le traían al fresco, que tenía su vida más o menos organizada, que pertenecía a un grupo de mujeres en su mismas circunstancias y que se aportaban unas a otras experiencias y forma de salir adelante en este estado, comían juntas, tenían tertulias y realizaban viajes, cosa que hasta entonces no le había sido posible en su matrimonio.
Por todo ello, Agnès desistía de su primera intención, que era quitar los pensamientos de divorcio de la mente de María; pero viéndola en cierto modo feliz según daba a entender, no quiso meterse en camisa de once varas y entendía que a veces un mal arreglo, como era éste, era el menos malo.
María, le contaba pormenores de sus hijos, la hija esperaba una niña y su hijo por el momento permanecía soltero.
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Agnès a su vez le hablaba de su labor, en el Hospital, le ofrecía su amistad y le rogaba fuera a verla, aunque le fuera bien y más si le surgía algún problema pues en ella, siempre encontraría ayuda, además de profesional, de amistad, le decía recalcándole esto último.
Muy agradecida por todo María, se despidió de ella, deseándole que tuviera un feliz descanso en estas improvisadas vacaciones, le aconsejaba comer más, pues la veía un poco flaca, aunque añadía que nunca fue de aspecto fuerte, para no rayar en el insulto de confesarle que la veía esmirriada.
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CAPÍTULO VII
La vida de Agnès, se bifurca como las lamas de un abanico, como flechas que se dirigen a diferentes destinos, dentro de sus actividades, aún en vacaciones, se enteraba que una de las chicas que atendía en la Asociación de Vecinos de Orcasitas, Nuria, había sido detenida en un control policial, por tenencia y trapicheo de estupefacientes, juzgada y sentenciada a un año de reclusión.
Apenada por esta circunstancia va a la Cárcel de Mujeres a visitarla, como no podía recibir visitas de personas que no fueran familia directa de la condenada por orden del Juez, tuvo que agenciarse un pase especial como Terapeuta, logró entablar dialogo con Nuria, no le recriminaba nada, sí le aconsejaba tuviera un especial cuidado de compañías indeseadas toda vez que ella a pesar de haber tenido ese percance, no era una consumidora habitual y sin embargo si no andaba con cuidado podía ser arrastrada debido a compañeras sin escrúpulos que veían en ella una oportunidad de oro para hacer negocio.
Le facilitó su nueva dirección y se ofreció a llevar a cabo cuantas gestiones fueran precisas para su rescate, algo que con lágrimas en los ojos agradecía Nuria que confiaba plenamente en ella.
La salud de Agnès, a pesar de encontrase de vacaciones no mejoraba, en uno de los controles de revisión de sus operaciones, a raíz del accidente, y que ella había procurado hacer coincidir con su periodo de vacaciones, le detectaron una anomalía por la que
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debería ser ingresada de nuevo para realizarle unas pruebas que solamente podían llevarse a cabo estando internada en el Hospital.
Agnès trataba por todos los medios de eludir este incordio, apoyaba su negativa en que las ocupaciones que tenía en su trabajo requerían su presencia y logró que dichas pruebas le fueran realizadas en el Hospital donde prestaba sus servicios, a su Especialista hubo de convencerle obligándose ella por su parte a facilitarle todos los resultados de los exámenes que le fueran efectuados y en plazo mínimo ya que ella tenía la oportunidad de hacerlo debido a su cargo.
Por fin el médico, con un informe previo acerca de las pruebas que solicitaba para ser entregado en el Hospital de Toledo, cedió a que así fuera esperando de la responsabilidad que apreciaba en Agnès tener el estudio pertinente de algo que se había detectado en el examen previo.
El Director del Centro, como no podía ser de otra forma, se tomó un interés personal en el asunto, procedió a dar de baja, en contra de la voluntad de Agnès, para practicarle las oportunas pruebas recomendadas por su médico Especialista de Madrid.
A la vista de las mismas, se puso en contacto mediante burofax, con el Hospital de referencia de Agnès y su médico, cuando éste tuvo el informe en su mano, decidió fuera trasladada en ambulancia lo antes posible al Hospital madrileño, pues no pintaba bien y sus temores, ahora ya confirmaban que padecía una anemia profunda, rayando la anorexia.
No podían permanecer ajenos a aquella solicitud que hacían formalmente, tanto el Director del Hospital de Toledo, así como los
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propios médicos compañeros de Agnès, de manera que previos trámites de urgencia fue llevada e ingresada en Madrid…
Por segunda o tercera vez, volvían los demonios a hacer acto de presencia en la vida de Agnès, ésta dispuesta a sobrevivir y acostumbrada a despreciar algo que tuviera que ver con el bienestar de su vida, abnegada y acostumbrada a convivir con la enfermedad en todos sus grados en los ambientes donde desempeñaba su labor altruista, le parecía excesivo el trato que estaba recibiendo y siendo objeto de atenciones personales, por ser quien era y eso, no le hacía mucha gracia.
Agnès no quería privilegios, decía que cada vez que alguien obtiene un privilegio, pierde un derecho, además tenía bien presente la situación que vivió Jesús en su vida pública, cuando fue tentado por Satanás y le llevó al borde de un abismo diciéndole:
“Tírate, pues vendrán los ángeles y te salvarán”.
(Mateo: 4 – 1,6)…
Muy consciente de ello, obraba en consecuencia en su vida siempre había estado rozando el borde de muchos abismos y su confianza en Dios, le llevaba a buen término cualquier dificultad que se le pudiera presentar, ésa era la fuerza en su debilidad.
Ahora se disponía de nuevo a vivir parte de lo que ya le era familiar, pruebas, diagnósticos, tratamientos y un largo etcétera.
Con la mejor disposición de ánimo, trataba de restar importancia a esta nueva y enfrentarse a la situación.
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Sor Rosa, aparece de nuevo en la vida de Agnès, al enterarse por las chicas de la Asociación de Orcasitas, que su buena amiga había sido ingresada de urgencia en el Hospital. Lo antes que le fue posible acudió al Centro para llevarle además de su amistad, una Invitación especial a unas Jornadas de Estudios Sociales que se iban a llevar a cabo en fechas inmediatas y a la vez con la Invitación, dar ánimo y confianza de que el restablecimiento de Agnès sería pronto y ella esperaba su asistencia a un Coloquio Conferencia que Sor Rosa iba a dirigir personalmente, entendía que su presencia sería muy valiosa y todavía más su testimonio, para el estudio y puesta en práctica sobre el problema de inserción social, que ella conocía de primera mano.
Y en efecto, Agnès al ver que su íntima se tomaba la molestia, no solo de visitarla, sino de contar con ella para este evento, se sintió alagada a la vez que suponía que sus males no eran de la envergadura que al principio le anunciaban.
Cuando llegó la fecha de la convocatoria para la Lección Magistral que Sor Rosa, trataba de impartir, Agnès que había puesto todo de su parte, se encontraba recuperada de sus dolencias, aunque debería seguir a rajatabla un programa que los médicos habían prescrito para atajar su enfermedad.
El día de la Conferencia, ella en un lugar preferente reservado para los participantes en el Coloquio, después de una amplia exposición por parte de varios ponentes, entre quienes se encontraba Sor Rosa, fue invitada Agnès a subir al estrado y testimoniar cuanto allí se había tratado con argumentos de peso de su propia vida.
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En un encendido debate, entre uno de los ponentes, que pretendía quitar peso a los argumentos allí esgrimidos, diciendo que todo parecía muy romántico, de color rosa, pero que la cruda realidad de los hechos no era así, salió Agnès apoyando las tesis de sobre todo de Sor Rosa, con hechos reales, que sonrojaron a quien quería, por lucimiento personal acapar la atención de los oyentes.
Por cierto, entre el público asistente en número bastante representativo de las diferentes escalas sociales, se encontraba entre otros el Lolo, a quien Agnès hacía algún tiempo no había vuelto a ver; la invitación que con carácter general había realizado Sor Rosa, hizo que un nutrido grupo de personas con las que tenía contacto, de toda condición social, se diera cita en esa ocasión, algo que alegraba el espíritu de Agnès, al comprobar parte del fruto de su trabajo.
En ello fundamentaba sus argumentos, que más que testimonios, decía, eran hechos tangibles y comprobables, como podía verse ante la diversidad de los asistentes a la Convocatoria.
Nunca esperaba, argumentaba, haber llegado a ver parte de su trabajo en forma tan evidente, aunque continuaba, no siempre se tiene la oportunidad de recoger el fruto de una entrega al trabajo, quedan en el anonimato muchas frustraciones, desengaños y hasta traiciones.
En privado, reconocía Agnès, con su interlocutor que se había evitado dentro de lo posible obviar la parte negativa que a nadie se le ocultaba existía en toda actividad, los fracasos, los silencios, que en la intimidad se vivían en una soledad frustrante y dolorosa.
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La Conferencia, fue todo un éxito en opinión de los asistentes y el pequeño rifirrafe que surgió durante el Coloquio, dio pie a disculparse el ponente en liza, al tiempo que decía que solamente había pretendido enriquecer la Magistral Ponencia con un poco de picante, al fin enfatizar de alguna forma los argumentos allí esgrimidos.
Al final del evento hubo un pequeño ágape, al que se sumaron conocidos por Agnès y Sor Rosa, que un aparte con Lolo y compañía, para que se sintieran arropados, se pusieron al día de las novedades surgidas en la Asociación del Barrio de Orcasitas.
Lolo, se había convertido en un monitor más y llevaba a efecto las enseñanzas y atenciones que él había gozado durante tanto tiempo y se sentía en deuda y por ello había tomado la decisión de compartirlo con sus compañeros y ser uno más de los colaboradores del Centro.
Todo esto produjo un bálsamo en el interior de Agnès, que pasaba por tenebrosos caminos de dudas e indecisiones, no solo en su labor profesional sino también en lo personal, pues no tenía definida su auténtica vocación y cada vez que tenía ocasión de contrastar su vida interior con las personas como Sor Rosa, le entraba una especie de agobio, congoja o no sabía muy bien qué, conduciéndola a un estado depresivo del que no lograba salir.
Tras una decidida reflexión, previa conversación con Sor Rosa, que por entonces ostentaba el cargo de Madre Superiora de la Congregación, Agnès buscaba refugio ante su desesperación mientras le confesaba a su amiga y confidente, la necesidad de su ayuda en este estado a que se veía sometida en contra de su voluntad.
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Pensaba que esa inquietud que no le dejaba llevar tranquilidad a su ánimo, estaba siendo motivo de una toma de conciencia mayor y había llegado a la conclusión de ingresar por segunda vez en el Convento.
Le confiaba este tipo de inquietudes a su amiga, en la seguridad de encontrar apoyo como siempre había sido, Sor Rosa para no desairarla, le decía que semejante decisión debería ser bien meditada, consensuada y puesta en la balanza, era mucho a lo que debería renunciar, un trabajo en el que Agnès se sentía realizada, la sensación de que sus padres en un tiempo no muy lejano necesitarían de su apoyo, su débil estado físico del que se recuperaba con mucha dificultad, una labor que no había terminado en el Hospital de Toledo y un sinfín de consideraciones, que Sor Rosa le ponía ante del paso que pretendía dar, importante y trascendental en la vida de cualquier persona y más en ella que ya había tenido una experiencia no del todo positiva.
Pero Agnès, se reafirmaba en su decisión, decía sentir una fuerte llamada en su interior, era consciente de las renuncias que su entrega requería y para no parecer soberbia le comentaba a Sor Rosa, que lo que menos le interesaba era su carrera profesional, sino dar sentido definitivo a sus inquietudes que a veces le resultaba amargo el camino por el que discurría su vida.
Sor Rosa, vio en ella una firme decisión y además le venía que ni pintado para sus propósitos, había fundado en los extrarradios de la Capital, un Colegio para niños con necesidades de todo tipo y carencias tanto intelectuales como morales, mediante la permuta con el Ayuntamiento de un local anexo al Convento, había logrado una nave industrial semi abandonada en un
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descampado y ella con la ayuda de la Congregación había creado una especie de Hogar para estos niños desatendidos, necesitaba una Profesora Titulada con experiencia en este tipo de trabajos y nadie mejor que Agnès, que se le antojaba era caída del Cielo para esta empresa. Así pues admitió a Agnès, previa consulta con el resto de las Hermanas, que estuvieron en total acuerdo con la decisión de admitirla como Aspirante en la Comunidad.
Muchas fueron las cartas y llamadas de los residentes del Hospital de Toledo, para disuadirla de su decisión, de la necesidad de su presencia, de que les dejaba “colgados”; pero Agnès inalterable no prestaba oídos a lo que ella decía, eran lisonjas y no otra cosa, restándole importancia y escurriendo el bulto en el olvido.
Funcionaba tan bien la nueva Escuela, que las autoridades quisieron aprovechar, seguramente para cubrir lo que ellos denominaban “Atención a las necesidades de la Periferia”, que se personaron en dichos locales, apreciando a primera vista una labor libre y desinteresada por parte de voluntarios y Hermanas de la Congregación Oblatas del Santísimo Redentor, que hacían posible esta realidad que contaba con la admiración del vecindario.
Agnès aprovechaba la ocasión, para hacerle algunas peticiones que se comprometieron a llevar a término, las autoridades municipales que entendía era de justicia atender, en unos días recibieron material escolar, pupitres, pizarras, y mobiliario que habían sido sustituidos en Colegios de la Capital.
Sor Rosa, que visitaba con asiduidad la Escuela, notaba la mano eficaz de Agnès, sus conocimientos a todas luces habían dado fruto rápido y abundante y estaba encantada porque así fuera.
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Entre las inquietudes de la Madre, bullía en su cabeza un nuevo Proyecto, esta vez de mayor envergadura, se había propuesto crear una Residencia para Mayores, esta vez con la ayuda imprescindible, del Concejo Municipal, que tenía entre sus prioridades llevar adelante algo parecido.
Pero Sor Rosa, que contemplaba, como pasaban los meses y los años sin que se llevara a cabo dicho Proyecto, les propuso hacerse cargo de esta gestión esta vez sí, con la colaboración de Agnès imprescindible para dar carácter oficial al asunto.
Sin embargo las inquietudes de Agnès iban por otros derroteros, en su etapa de formación como Aspirante Religiosa, se había despertado en ella una Vocación Misionera que le quemaba en su interior, estaba dispuesta en vacaciones a probar esta nueva experiencia y con el consenso de Sor Rosa, dio con su pequeña y frágil figura en una Misión de África, dejando aparcados todos los proyectos que tenía la Congregación sobre su persona.
Era una etapa en la que Agnès, después de un periodo corto de adaptación, se disponía a dar el resto de sí misma, eran tantas las necesidades de todo tipo, que empezar por cualquiera de ellas le daba pie para concatenar una serie de situaciones que no conocían ni horas ni días para su ejecución, su entrega fue total y también motivo de una recaída que de no cogerla a tiempo hubiera dado al traste con su frágil salud personal.
De nuevo, el planteamiento de su vida tanto vocacional como personal, dejaba a Agnès sumida en una profunda tristeza.
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La Superiora responsable de la Misión, comunicó a Sor Rosa el estado en que se encontraba Agnès, poco preocupante por el momento pero que lejos de ser colaboradora, cuál era su inequívoca intención, suponía tener que dedicarle una atención de la que no disponía.
Sin embargo, la verdadera noticia para Agnès distaba muy poco de lo le que estaba sucediéndole personalmente, algo que le helaría la sangre y que telefónicamente Sor Rosa quiso manifestarle personalmente.
Sus padres habían tenido un grave accidente de circulación y se debatían entre la vida y la muerte en un Hospital de Navarra, la gravedad de los hechos hicieron que estuviera todo preparado para su vuelta, viajes, alojamientos todo previsto y Agnès se presentaba lo más rápidamente que le fue posible en Pamplona.
Debido a la gravedad del estado de sus padres, los médicos no pudieron hacer nada para salvar sus vidas, fueron inútiles todos los medios que pusieron en sus manos sin lograr su propósito que al fin, también su avanzada edad tuvo mucho que ver en el desenlace fatal.
Sor Rosa, quiso acompañar en estos difíciles momentos a Agnès, que para nada denotaba el inmenso dolor que le embargaba y trataba de recibir a todo sus deudos con una sonrisa que acusaba sorpresa en quien tenían la oficialidad de hacer presente su pésame.
Miembros de Embajadas, antiguos amigos de la familia, servidumbre pasada y presente, afines, todos se dieron cita para dar un respetuoso adiós a los padres de Agnès.
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Fueron momentos para Agnès de una importancia y trascendencia, que animaban más si cabe su vocación, estaba dispuesta a llevar hasta sus últimas consecuencias el camino emprendido en el Aspirantado y que pasado algún tiempo apuntaba a hacerse realidad mediante la Profesión Perpetua de sus Votos.
Agnès, repuesta de este duro golpe, vuelve a realizar Ejercicios Espirituales, necesitaba sosiego tanto de alma como de cuerpo y nada mejor que formar parte de un grupo de Religiosas de su Congregación que se disponían a ello en el Monasterio de Santo Domingo de Silos.
Fueron unos días de calma “chicha” para ella, que decía en tono jocoso, que en su ánimo estaba rezar todos los días; pero que las iglesias de su entorno siempre estaban cerradas, queriendo manifestar que para nada había abandonado sus prácticas religiosas, a pesar de la actividad intensa que le obligaba a priorizar su tiempo.
A la vuelta de sus Ejercicios Espirituales, esta vez con el convencimiento absoluto por parte de Agnès que había discernido intensamente sobre su vocación, con una alegría inusitada, dejando atrás los percances que toda vida conlleva, se disponía de nuevo a la Obediencia de la Comunidad y aceptar aquello que le fuera demandado.
Había grabado a fuego en su alma aquellas palabras de Platón:
“Ante todo es necesario cuidar del alma si se quiere que la cabeza y el resto del cuerpo funcionen correctamente”.
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Se había prometido a sí misma, llevar hasta las últimas consecuencias aquellos propósitos que durante los días de reflexión y abandono de todo lo que no fuera su entrega a Dios, respirar Evangelio y se había programado para ello; atrás quedarían sus escarceos con los ambientes marginados, sus actividades en el Hospital toledano, y también, cómo no, el profundo dolor de la muerte accidentada de sus padres, todo lo ofrecía en mor de avanzar definitivamente en su Vocación, eran escollos que templaban su alma como el oro en el crisol y esperaba salir reforzada en sus convicciones de todas estas vicisitudes.
Ahora sí, estaba preparada para ese salto en el vacío, tantas veces deseado…
Para confirmar, su situación de heredera universal de sus padres, recibió una cita en una notaría de Pamplona, allí hubo de desplazarse en compañía, esta vez también, de la Madre Superiora Sor Rosa, su próxima profesión como religiosa, exigía ser obediente, casta y pobre y esta nueva circunstancia se interponía como una muralla entre sus votos y su importante herencia, ante lo cual, aconsejada por su Superiora y también con el consenso del Padre Antunez, presente en los trágicos momentos por los que travesaba Agnès, además de ejercer como oficiante en los actos fúnebres de sus padres, firmaba su renuncia personal en favor de la Congregación.
Sin embargo Sor Rosa, le aconsejaba dejara una cantidad suficiente en una cuenta aparte, por si un día, Dios no lo quisiera, poder disponer de ello caso de abandonar la Institución Religiosa y así volver a retomar su vida, así se llevó a efecto y mediante una cláusula que el Notario advertía, se dejaba la enajenación voluntaria de todos sus bienes a favor de la Congregación, salvo
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una parte previamente consensuada, en una cuenta a nombre de Doña Agnès Laforet García, que a partir de este momento sería: Hermana Sor Inés, Oblata del Santísimo Redentor, Congregación a la que próximamente pertenecería Agnès y tomaría este nuevo nombre, al efectuar sus votos como miembro de la Comunidad.
Quedaba así constancia notarial, de la aceptación no solo de sus bienes materiales, que eran considerables, también de su nuevo estado, aceptada por la Superiora y Comunidad a la que formaría parte en fechas inmediatas.
Sor Inés, debería estudiar con celeridad, las Constituciones de su Congregación de la que formaría parte por derecho propio, porque en un plazo de dos meses se produciría su Toma de Hábitos, al haber pasado por el periodo de Aspirante, un tanto accidentado, su estancia en los barrios marginales, le habían curtido lo suficiente para enfrentarse ya como Consagrada al trabajo que le fuera asignado.
Sor Rosa, le facilitaba esta labor, apuntándole las líneas maestras de la Congregación a la que dedicaría el resto de sus días, si Dios así lo quería.
Para ello, como una especie de Vademécum le apuntaba un documento que era esencial para entender el objeto de su Vocación, por otra parte suficientemente demostrada por parte de Sor Inés.
En el documento que aportaba la Madre Superiora se condensaba la filosofía de la Congregación y era materia suficiente para que la Aspirante diera el salto definitivo. El Documento decía así:
“Nuestro nombre: Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, expresa y sintetiza la espiritualidad y el carisma de la
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Congregación. Nos recuerda que nuestra oblación = entrega debe ser total y hasta las últimas consecuencias.
Somos mujeres especialmente sensibles al dolor de otras mujeres. Nos sentimos llamadas, convocadas y enviadas a compartir la BUENA NOTICIA con las mujeres que se encuentran en situación de PROSTITUCIÓN y son víctimas de la trata.
Mujeres del Pueblo de Dios, vivimos en comunidad el seguimiento de Jesús Redentor que se encarna en la realidad histórica, se enfrenta al poder excluyente y permanece fiel hasta el "sin sentido" de la cruz en su OPCIÓN por las personas más débiles.
Vivimos la certeza de que el sufrimiento, el conflicto y la injusticia que palpamos en el vivir cotidiano, no tienen la última palabra. El Carisma recibido nos da la fuerza para permanecer en medio de estas situaciones y seguir apostando por la vida.
La misericordia, la solidaridad, la alegría, la gratuidad, son rasgos de nuestro ser Oblata que nos capacitan para hacer, con las mujeres, un camino en igualdad.”(Extracto del Ideario de la Congregación).
Sor Inés, había dado el por fin el “Salto en el Vacío” que su vida había perseguido desde siempre, y ahora ya después de un profundo discernimiento, había llegado a la conclusión que dedicar su vida, sus conocimientos profesionales e intelectuales, por entero a la causa principal de la Congregación, llevar además de consuelo material, sobre todo espiritual, a mujeres hundidas en el lodo de la droga y la prostitución, era su objetivo más inmediato, a ello estaba dispuesta y sus escarceos ya habían dado resultados satisfactorios en este terreno.
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Parecía, que la salud de Sor Inés se restablecía a medida que avanzaba su convencimiento por la causa, ella que era una profesional en el campo de la Psicología sabía que las enfermedades físicas muchas veces también son producto de las dudas existenciales del espíritu que las personas padecen y que curadas éstas, la salud se restablece por así decirlo milagrosamente.
Con ese buen talante, se enfrentaba al Reto de su vida, profesaba como Hermana Oblata del Santísimo Redentor una luminosa mañana en las instalaciones del Convento.
Ese día fue muy especial para Sor Inés, rodeada de sus hermanas de la congregación, La Madre Superiora su Preceptora, con una alegría desbordante en su rostro, el Padre Antunez presente en lo bueno y en lo menos bueno, varias chicas que Inés había tratado con mucho cariño al principio de su Misión, el Lolo, y la ausencia de sus padres también presente en el acto.
Daban como resultado, la incorporación, de una nueva Hermana a la Congregación.
Hubo una gran fiesta ese día y Sor Inés, consagrada ya como religiosa comprometida mediante sus Votos, se dirigía a la Capilla para dar gracias a Dios, por haber sido especialmente elegida, y pedir fuerzas para llevar adelante su misión.
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CAPÍTULO VIII
Todo parecía haber llegado al ideal deseado, tanto por parte de Sor Inés como de la Superiora de la Congregación, una nueva Hermana, una colaboradora excepcional para la Obra, aunque la pérdida que se producía en el Hospital de Toledo era difícilmente sustituible.
Los estudios para terminar el Doctorado, de la ahora Sor Inés ya estaban a punto para presentarse a su obtención, un nuevo título de la categoría de un Doctorado en Psicología era de una importancia vital para enriquecer el Cuadro Académico de la Congregación, así se presentó Sor Inés, que consiguió doctorarse “Cum Laude”; la importancia de su Tesis, servía como itinerario a seguir, por el resto de las Hermanas para el desarrollo de su labor Pastoral, en círculos y ambientes tan perniciosos y viciados como los que habitualmente eran el campo de su trabajo.
Ahora se presentaba antes Sor Inés una época dulce, después de haber pasado por todo un infierno de situaciones, se dinamizaba su vida interior y se consideraba una más entre sus Hermanas de Congregación, su Vocación definida por fin, le daba una paz interior hasta entonces buscada ansiosamente y coronada con su Profesión Perpetua.
La Residencia de Ancianos proyectada por La Madre Superiora, ahora reforzada no solamente económicamente con la ayuda de Sor Inés al legar su herencia para la causa, sino sobre todo
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por la inestimable ayuda personal en la cuestión administrativa, adquiría un nuevo impulso con su incorporación.
Una noticia de última hora, llegaba al Convento, además de felicitar a Sor Inés, nueva Hermana de la Congregación, junto a ella venía una nota muy especial de La Madre Superiora General, en ella se cursaba orden a la Madre Superiora, para que la Hermana Sor Inés se presentara en el XXº Capítulo General que se celebraría en Bogotá (Colombia), con esta orden llegaba también la de su nombramiento, como Miembro del Consejo.
Tan de sorpresa fue esta noticia para la Madre Superiora como para Sor Inés, que de nuevo veía torcerse sus designios viendo que sus planes no eran los mismos que los de la Superiora General de la Congregación.
La obediencia se abrió paso y Sor Inés hizo su equipaje, y esta vez con habito talar iniciaba su viaje rumbo a lo desconocido, y despedida en aeropuerto por la Madre Sor Rosa y una Hermana que conducía el vehículo para el traslado desde el Convento.
Un nuevo revulsivo, trastocaba los planes de Sor Inés y una vez más se enfrentaba a lo desconocido, su última incursión en este sentido cuando iniciaba su trabajo en África, se vio frustrado por su enfermedad y sobre todo por el fallecimiento inesperado de sus padres.
Durante el largo viaje, además de rezar Las Horas, como era preceptivo, tuvo tiempo para hacerse preguntas así misma, como:
¿Qué buena Nueva le traería esta llamada de la Madre General…?
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¿Cómo siendo tan recién estrenada Hermana de la Congregación, se la requería, sin saber para qué…?
Y otras tantas que se agolpaban en su mente, pues no entendía muy bien qué se pretendía de su persona, al fin y al cabo sin experiencia de vida monacal, recién estrenada en el oficio como quien dice y habiendo otras Hermanas muchísimo mejor preparadas que ella para cualquier labor para tratar el principal asunto del Capítulo, que era nada menos que como constaba en los programas de su presentación: Seguimiento del Proceso de Unificación de Provincias.
El Capítulo general, se había iniciado hacía un año y en el que se iban a tomar decisiones de importancia para el resto de los Centros de todo el mundo.
En el aeropuerto le esperaban dos Hermanas de la Congregación que prestaban su labor en el Consejo, fue recibida con el alborozo esperado y que sorprendía a Sor Inés, cómo sin apenas conocerla más que de oídas, le trataban como si hubieran convivido toda la vida, era uno de los carismas de la Congregación, la hermandad manifiesta de todas las Hermanas, como miembros de la misma familia.
Se enfrentaba Sor Inés a una nueva experiencia que nunca había sospechado llegara a producirse en su persona, nada menos que formar parte del Consejo de la Congregación a la que toda su vida había perseguido pertenecer, ahora debería poner en función toda su capacidad y dar aquello que se esperaba de ella.
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A su llegada, se daba cuenta de las expectativa que había despertado su presencia, de inmediato la acompañaron hasta las que serían sus nuevas dependencias mientras la celebración del Capítulo.
Acto seguido, se personaba en el despacho de la Madre General, con un interrogante en su mente, la conocía por fotografías y revistas de la Orden; pero personalmente había soñado en más de una ocasión poder tocarla y ahora se presentaba la ocasión de recibir un abrazo de la mismísima Madre a la que ella admiraba por infinidad de razones; pero sobre todo por la capacidad de llevar adelante una Obra que contaba con un sinfín de Casas y un considerable número de Hermanas de Congregación en todo el mundo.
Nada más hacer acto de presencia ante la Superiora General, ésta se levantó de la mesa de despacho llena de documentos, libros e imágenes conmemorativas de diferentes ocasiones históricas de la Congregación, cuando se encontraba frente a Sor Inés que iniciaba una genuflexión reconociendo su superioridad, la Madre no consintió impidiéndole llevarlo a efecto, dándole un abrazo de bienvenida y manifestando la alegría de poder conocerla personalmente.
Se sumieron en una animada charla, apenas interrumpida porque la Madre General había advertido de no ser interceptada salvo gravedad manifiesta.
Después de una larguísima conversación, a Sor Inés le quedaba diáfanamente claro, para qué había sido llamada a
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Capítulo, en el mejor sentido del término, nada más terminar las sesiones del mismo, que se presentían largas y complejas, una de las determinaciones de la Madre General, con el consenso de los miembros del Capítulo, era enviar de nuevo a Sor Inés a la Presencia que tenía la Congregación en África, en Gabón, primero porque Sor Inés dominaba perfectamente el francés, idioma más extendido en el país y esta vez era enviada no voluntariamente elegido por ella ; sino como un mandato específico de la Madre General.
Esta determinación, estaba propiciada por los últimos informes recibidos y las muchas dificultades por las que estaba atravesando dicha Presencia, confiaba este trabajo y dejaba en sus manos la renovación y vigorización de dicha Institución, dado que sus referencias en el buen hacer avalaban suficientemente a Sor Inés para llevar a buen fin esta labor.
La obediencia hizo el resto y Sor Inés abordaba esta nueva tarea, agradeciendo a la Madre, la confianza depositada en ella, pondría todos sus conocimientos tanto intelectuales como espirituales en conseguir el objetivo.
Por fin había vuelto a encontrar su Galilea…
Encontraba una Misión, en la que todo se encontraba manga por hombro, el relajo de las prácticas espirituales de las Hermanas, muchas de ellas nativas, había llegado a un estado de negligencia debido al mucho trabajo de la Misión, atendiendo enfermos, niños, un Cottolengo que ocupaba todas las horas del día y de las noches y no quedaba apenas tiempo para la oración.
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Además los últimos hechos acaecidos en la región del Genocidio perpetrado por enfrentamientos tribales, con un millón de muertos, había minado también la convivencia de la Comunidad Religiosa. Así pues se enfrentaba a un panorama desolador y hacía falta mucho trabajo y sobre todo mucha oración para conseguir enderezar tanto torcido.
Para no agobiar a las Hermanas de la Comunidad, fue estableciendo paulatinamente un programa de renovación, atendiendo como principal parte del mismo, dar prioridad absoluta a la Oración, en ella decía subrayándolo la Madre Superiora Sor Inés, estaba la fuerza que haría prosperar las demás funciones del trabajo diario, para ello establecía turnos de guardia en el cuidado y atención a los enfermos, con la finalidad de que ninguna Hermana pudiera quedarse sin la Oración previa a sus trabajos.
También hubo de marcar pautas en el manejo de la precaria economía, en el gasto de la adquisición de alimentos tanto para la Comunidad como para los centros dependientes de ellas. Hubo de prescindir de algunas de las Hermanas, que denotaban abiertamente que su estancia en la Congregación, era principalmente tener asegurado un lugar donde comer y dormir, a cambio prestaban sus servicios, pero no por vocación desinteresada sino como medio de vida, todo ello agravó aún más su presencia en el Convento, no siempre se entendía por parte de las Hermanas, las determinantes líneas de acción que había puesto en marcha la nueva Madre Superiora, lo que dificultaba la convivencia entre la Comunidad, pues unas eran partidarias de este tipo de reformas, que veían necesaria y otras por el contrario decían ver descabezada su acción de muchos años.
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Al final, se imponía el voto de obediencia y todo parecía empezar a marchar al menos como pretendía la Madre Superiora.
El habilitado, a manera de Secretario del Cónsul de España en Gabón, había recibido un comunicado de parte de Sor Inés (Superiora del Cottolengo), para poder entrevistarse con él, pero éste sabedor de que algo le iba a pedir, dilataba en el tiempo esa entrevista; aunque la insistencia de Sor Inés, al final dio frutos y no tuvo más remedio que recibirla en audiencia eso sí con un tiempo limitado, debido a la mucha demanda de asuntos que argumentaba el titular.
Escuchadas las demandas, que como bien sospechaba se trataba de pedir ayuda, este prometió hacerlas efectivas, enviándoles a sus instalaciones todo aquello que les fuera posible de una larga lista que la Madre le había solicitado, no le ponía fecha de entrega, lo que significaba en realidad que posiblemente esta ayuda nunca llegaría.
Todo el trabajo que se acumulaba, la ya consabida debilidad física de la Madre, las inquietudes y escrúpulos de conciencia por determinaciones que tomaba constantemente volvieron a sumir en una depresión a Sor Inés, que parecía estar destinada a salir de una situación delicada y entrar en otra peor, ella decía, salir de Málaga y entrar en Malagón.
El contacto de un Sacerdote que en muy dilatadas ocasiones en el tiempo, hacía acto de presencia en el Convento, para asistir espiritualmente a las Hermanas, tocaba en los momentos en que más falta le hacía a Sor Inés, que veía tambalearse su vocación por el agobio de los hechos.
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Lo primero que apreciaba el Sacerdote a la llegada al Convento, era un cambio en la estructura del mismo, observaba cambios relevantes hasta en las dependencias del mismo, la Madre había querido romper la monotonía y había cambiado las instalaciones que siendo las mismas parecían nuevas; pero donde más cambios observaba el Sacerdote una vez entrado en materia era en la espiritualidad de las Hermanas, una actitud hasta entonces desconocida.
La misma Madre Superiora, demandaba también auxilio ante el Sacerdote, le confesaba sus remordimientos de conciencia, su debilidad vocacional y encontraba alivio y fuerzas para continuar la labor gracias a los consejos del Sacerdote, que animaba su trabajo y le manifestaba los cambios positivos que había encontrado en esta nueva cara que presentaba el Convento, le decía que tratara de vivir lo positivo del lugar, aunque confesaba que tal vez lo que peor llevaría sería el sofocante calor que siempre acompañaba el lugar en algunas estaciones del año, sin embargo decía esto era compensado con la belleza sin igual del paisaje, de sus montañas, ríos y su flora y fauna, que ella seguramente todavía tenía por descubrir.
En efecto Sor Inés recordaba nostálgicamente, en sus años de Universidad, el estreno de la película Memorias de África, y aunque la realidad que estaba viviendo era bien distinta, no por eso dejaba caer en saco roto la belleza incomparable de sus puestas de sol, por algo se había dado en llamar a estos lugares: “Tierra de las mil colinas”. También sus gentes de carácter abierto, sincero, la mirada limpia de los niños, el trato distinguido de que eran objeto sus Hermanas y ella misma por parte de los profesionales que colaboraban tanto en el Cotolengo como en las Escuelas que dirigía la Congregación.
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Un grupo de Cooperantes, como caídos del Cielo, hizo aparición en el Convento, eran voluntarios universitarios, que en sus vacaciones de verano dedicaban su tiempo para llevar a cabo la voluntad de hacer algo por los demás, vivir intensamente otras costumbres, recibir más que dar por parte de los habitantes del lugar, darse cuenta en muchos casos de haber perdido valores apenas apreciados en la sociedad moderna y algunos también por el exotismo de un país africano cargado de terribles historias de guerras sangrientas. Iban dispuestos a ofrecerse en cuerpo y alma a cuanto les fuera demandado, y a la Madre le venía como una bocanada de aire que le oxigenaba su maltrecho espíritu por los avatares sufridos.
Se organizaron por parejas, para atender, el Colegio, las Instalaciones del Cotolengo, y algunas necesidades del propio Convento como era la reparación de alguna ventana que no cerraba bien, una persiana que no funcionaba, un grifo que goteaba, una lámpara que estaba fundida y asuntos de menor calado , volvían contentos de su labor realizada, se juntaban con la Comunidad para los rezos diarios y algunas veces cuando les era posible, compartían la comida que tocaba ese día, con las Hermanas, prestándose a servirles y de esa forma propiciar un descanso merecido a las mismas.
Éste tiempo pasado con las Hermanas, hicieron más llevadera la tarea también a Sor Inés, que dialogaba con ellos, siempre que le era posible, y en el porche del Convento organizaban tertulias que acompañadas con los sones de las guitarras le hacían soñar en sus tiempos de Aspirantado, que tan lejos quedaban ahora.
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Pero lo que realmente le recomía a Sor Inés su interior, le confesaba a una chica Cooperante, era ver y vivir diariamente la necesidad de actuar en un campo que a ella le era familiar. Se trataba de la manipulación sin escrúpulos de los niños y jóvenes, sobre todo del sexo femenino, la inducción y captación por parte de mafias y proxenetas para introducirlas en redes de prostitución, la tan cacareada Trata de personas, a la que el Gobierno hacía oídos sordos y nadie se comprometía a intervenir, unas veces por miedo y la mayor parte de las veces por intereses económicos y participación en los pingües beneficios que aportaba esta lacra social.
En éste sentido, se lamentaba la Madre, no haber sido bien atendida por las autoridades locales, tampoco por Instancias Superiores y tan siquiera por las Autoridades Eclesiásticas a quienes había incordiado más de una ocasión reclamando atención en éste terreno y que trataba de disculpar diciendo que tenían tantos frentes abiertos, que no sabían dónde atender.
Todas estas confidencias y otras muchas obraban en Sor Inés una medicina balsámica, que en esos momentos era lo que necesitaba, apreciaba la labor y entrega de aquellos jóvenes, que renunciaban a sus merecidas vacaciones, al placer de las playas, viajes de relajo, fiestas, etc., para dar un poco de lo mejor de sí mismos y vivir algo que les quedaba tan lejano, pero que les enriquecía espiritualmente, haciendo en muchos casos surgir una vocación dormida en el subconsciente de alguno de ellos.
Tan ello era así, que una chica de unos veintidós años, llamada Tania, le sugería a la Madre, si era posible quedarse un tiempo más para tratar de ver si su Vocación era continuar por ese camino.
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Sor Inés, ducha en la materia, le ponía las cosas en claro.
Una cosa era dedicar una parte de sus días, sin ánimo de continuidad y algo bien distinto dedicarse de por vida a la causa, el romanticismo que se desprendía de un tiempo dedicado a una noble causa, como era la de Cooperar en África, quedaba muy bien entre las amistades que poco menos lo consideraban un acto heroico, lejos de minimizar el dato la Madre quería hacer ver que un paso semejante no se daba de la noche a la mañana, que había un tiempo de reflexión y discernimiento vocacional llamado Aspirantado, que una vez superada la prueba de adaptación y con la aprobación de la Madre Preceptora del Aspirantado, se pasaba a la fase del Prenoviciado, después al Noviciado y una vez probada una manifiesta Vocación, a Profesar como Religiosa.
Era un itinerario, continuaba la Madres, que se presentaba arduo, difícil y duro, eran muchas las renuncias, como también el trabajo y había que templarse en las vicisitudes de la vida ordinaria para salir a flote en una vocación que nunca se manifestaba clara y determinante, era una carrera contrarreloj, como presentarse a exámenes permanentemente, y le aconsejaba, lejos de desanimarla, que consultara con algún Director Espiritual y el tiempo haría el resto.
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CAPÍTULO IX
Las inquietudes de Tania, despertaban un inusitado interés en Sor Inés, que comprobaba en aquella joven sus vivencias pasadas y quería sin defraudarla, poner las cosas en su sitio, primero para ahorrarle el infierno por el que ella había tenido que pasar y que a estas alturas ya podía tener la suficiente materia de juicio como para poder permitirse aconsejar a la joven en esta materia.
Le había caído bien, además apreciaba en ella una preparación poco corriente en chicas tan jóvenes y se disponía a echarle un capote en el discernimiento de su incipiente Vocación. Le proponía quedarse en el Convento una temporada, si bien eso no significaba en modo alguno que fuera admitida en la Comunidad como una Hermana más, allí podría más de cerca vivir lo que significa querer ser una de ellas, se sometería en todo con una obediencia sin límites, una pobreza llegado el caso con el desprendimiento de sus enseres y una castidad probada y sostenida por la constante Oración comunitaria y meditación personal.
Advertida Tania de todo esto, aceptaba y estaba dispuesta a llevar a cabo esta nueva etapa de probación que reforzaría su Vocación o en el peor de los casos haría desistir de su empeño. Si pasada esta prueba y resultara favorable, Sor Inés se encargaría personalmente de avalar su ingreso en el Aspirantado.
Animada Tania con estas conversaciones, analizada su inquietud en profundidad, habiéndolo comentado con sus
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compañeros a quienes le parecía una idea maravillosa para llevar a cabo y animándola a seguir adelante, Sor Inés empezaba a trazar planes para ella.
Contaba con una nueva ayuda en sus planes que ahora se podían hacer realidad, Tania era una persona intelectualmente muy preparada, de condición humilde, servicial, obediente y dispuesta a arrostrar cuantos encargos se depositaran en su persona, por ello la Madre había dispuesto que las ayudas que estaban en camino de la Cooperación Internacional, fueran destinadas a lo que había sido su sueño hasta entonces irrealizable, primero por falta de medios materiales y más importante por falta de recursos humanos, ahora iba a disponer de ambos y le exponía a Tania, cual eran sus actividades inmediatas para llevar a cabo este nuevo proyecto.
Los recursos que estaban en camino eran de importancia, sobre todo para aquel lugar donde el nivel de vida era muy inferior al europeo, eran recursos suficientes para crear lo que Sor Inés se había propuesto, una Casa de Acogida de Mujeres, CAM, era consciente de la importancia de esta Casa y también de la lucha que se desencadenaría, al recuperar chicas de la calle, prostituidas por apenas el alimento escaso de cada día, suficiente en muchos casos para caer en estas redes manejadas por Mafias muy potentes del país.
Estas mujeres, sin recursos, sin educación, algunas con hijos otras con familias enfermas, se veían abocadas a participar en estas redes a veces por unas pocas monedas y las más para cubrir las necesidades mínimas de sus familias, era muy difícil sacarles de esos ambientes, salvo que se les ofreciera una solución a su situación, en este sentido quería Sor Inés crear una Casa donde proporcionarles una atención a su precariedad, donde tendrían
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asegurado un lugar para vivir, alimento e instrucción en una actividad que les permitiera subsistir.
Ahí entraba el papel de Tania, con la supervisión de la Madre, se haría cargo de la marcha de la Casa, sería responsable de las actividades creadas al efecto, colaboraría en erradicar todo signo negativo que pudiera entorpecer la rehabilitación de las mujeres y procuraría crear un clima de familia que en definitiva era el objetivo por el que se creaba esta CAM.
El reto se presentaba ante Tania con todos los factores para lograr un fracaso estrepitoso y que darían al traste con su Vocación; pero su tesón le decía que a pesar de todo tenía y quería intentarlo, no empezar vencida y tampoco con el optimismo de una colegiala, a ello dedicaría todos sus conocimientos y sobre todo toda su voluntad para llevar adelante la propuesta de la Madre, que además estaría presente en el desarrollo de algo que para ella significaba tanto.
Comenzaron la obras, en un solar cedido por el Consulado de forma gratuita y por tiempo indefinido, es decir en propiedad de la Congregación. Hubo que realizar Escrituras, obtener el permiso y aquiescencia de la Madre General de la Congregación a quien implicaba indirectamente Sor Inés en el proyecto y con los fondos recibidos de la Cooperación Internacional más el apoyo también económico de su Congregación, se comenzaba a hacer realidad lo que para Sor Inés en aquel momento era prioritario.
En tanto, Tania se estaba formando dentro de la Congregación y empapándose del espíritu de entrega que contagiaban sus Hermanas de Comunidad, hasta el punto que podía asegurase era una más entre ellas. Le habían encomendado trabajos
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que lejos de su preparación académica, sin embargo estaban templando su carácter y como decía Santa Teresa, Dios también está entre los pucheros, ahora le tocaba preparar las comidas de la Comunidad, en otras ocasiones labores de limpieza, costura y actividades de mantenimiento comunitario, que Sor Inés había programado para ella con intención de que se fuera haciendo una idea de su futuro trabajo en la nueva Institución de la que sería responsable.
Tania ya se había formado una idea de cuál sería la labor de su futuro, no se arredraba pero sí temía defraudar a la Madre, que había depositado en ella la responsabilidad del funcionamiento de la Casa; aunque también se embarcaba en un campo para ella totalmente desconocido, cual era lo más importante, el material humano con el que tendría que trabajar.
Para ello, había preparado la Madre una estrategia, que consistía en visitar los ambientes que eran el caldo de cultivo para la captación de las chicas, a Tania no le asustaba el tema, ella extranjera, dominando el idioma oficial, de buena presencia, con las ideas preconcebidas y muy claras de cuál era su objetivo, se enfrentaría a un reto que podía acabar derribando todos sus proyectos junto con los de la Madre.
Pero la Superiora, no iba a mandar a este corderito frente a una manada de lobos, había conseguido mediante sus contactos con la Misión que atendían los Sacerdotes que animaban la vida espiritual del Convento, una colaboración que en este sentido era imprescindible.
Tenía previsto, que fuera acompañada, animada, defendida por uno de los Sacerdotes que voluntariamente se prestaba a
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colaborar en misión tan importante como era tratar de rescatar a chicas de la red en que estaban inmersas y eso no era tarea fácil y menos para una chica extranjera, hacía falta mano izquierda en el asunto, no aparecer como salvadores aunque ese fuera su objetivo, pasar lo más desapercibidos posible, contar con la amistad de algún confidente de fiar y mil asuntos de parecido calado.
Para ello nadie mejor que el Padre Ignacio, miembro con experiencia misionera en África, llevaba 15 años trabajando en la Misión de San Carlos regentada por los Padres Claretianos, había pasado por diferentes países, con cargos de responsabilidad hartamente contrastado y que a petición de Sor Inés ante el programa que le presentaba, había visto la necesidad de prestarse para tan alto objetivo y con la autorización expresa de sus Superiores, al fin y al cabo todo quedaba en la familia, que abarcaba campos tan diferentes aunque éste representaba una novedad.
Trazaron un plan, bien consensuado tanto con Sor Inés como con el Director de la Misión de San Carlos en la que ara su segundo el Padre Ignacio. Se calculaba el riesgo que supondría, introducirse en ambientes desconocidos donde las mafias ejercían sus trabajos sin tener en cuenta más que los beneficios que les acarreaban las actividades controladas por ellos; compuesto por individuos que si para conseguir sus objetivos tenían que delinquir eso no era ningún problema, si hacía falta comprar algún miembro del gobierno de turno, cambiante constantemente, tampoco resultaba difícil obrar un soborno. Incluso si había que eliminar cualquier obstáculo del tamaño que fuera no había inconveniente en llevarlo a cabo, había elementos excarcelados con experiencia en delinquir, maestros de todo tipo de trapicheos, trata de blancas, y un sinfín de delitos que dejaban pequeño cualquier código ético o
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de conducta y casi siempre sus delitos quedaban impunes por la naturaleza de quienes avalaban y dirigían estas mafias perfectamente organizas y dirigidas por capos de categoría internacional
Era mucho a lo que se exponían ambos, Tania y el Padre Ignacio, como para no estudiar bien, cómo, cuándo, dónde y porqué empezar su actividad sin levantar sospechas, para ello urdieron un plan que por su propia naturaleza se presumía daría resultados positivos; pero había que andar con pies de plomo para no resultar infantil y que se descubriera su verdadero propósito: El Rescate sin paliativos de las chicas esclavizadas en locales de alterne y prostitución.
Decía Tania que esta asignatura no había formado parte de sus estudios universitarios, que conocía los ambientes nocturnos de manera muy somera, en los que se reunían los estudiantes de la Universidad los fines de semana, el botellón, etc.; pero nada comparado con lo que se le venía encima, sin embargo el Padre Ignacio, había tenido ocasión de ampliar sus conocimientos en esta materia, por los estudios que llevaba a cabo su Congregación, por miembros rescatados para la causa que ahora formaban parte importante en la formación de sus Novicios, gente avezada y que se habían convertido después de una vida de violencias, en consejeros de los jóvenes que se formaban en diferentes etapas en el Convento, a uno de ellos, a Obiang, recurría el Padre Ignacio, para ser puesto en antecedentes de lo que le esperaba por delante y también para ser acompañado en tarea tan peligrosa como la pretendía iniciar.
Sin embargo la tarea de Tania, no se presentaba tan halagüeña, aunque su condición femenina le abriría no obstante con
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más facilidad las puertas de esos antros a los que pretendían llegar, ella tenía que saltar sin red, solamente contaba con la ayuda de Dios, que no era poco, su buena voluntad y muy advertida de los peligros a que se enfrentaba, daría cuenta a la Madre todos los días tanto de sus éxitos como de sus fracasos y ella calibraría si los peligros a que se exponía compensaban los éxitos obtenidos y le advertía muy seriamente que su actividad quedaría anulada cuando ella lo considerase necesario.
Con estas premisas, pidiendo la ayuda de los cielos, las Comunidades tanto de Tania como de Ignacio haciendo oración por el proyecto, sintiéndose más que nunca arropados por estas comunidades, se lanzaban al vacío, con el convencimiento de salir airosos de esta guerra que iniciaban sin apenas armas y con el solo animo que les infundía llevar a buen puerto esta noble causa.
Ignacio, como buen vasco, no se arredraba ante ninguna situación y menos habiendo sido estudiada de antemano, con todo detalle y ayudado por Obiang, que le acompañaría en estos escarceos.
No se podía decir lo mismo de Tania, que comenzaba su presencia en un Club de Alterne, se suponía de alto standing, ella no llamaría la atención ni levantaría sospechas pues su educación europea, su porte elegante y el de sus atuendos para nada desentonaban de las personas que allí se daban cita todos los días.
Una tarde noche, habiéndose encomendado a las Alturas, comenzaba un nuevo capítulo en la vida de Tania, podía asegurarse parecer haber vivido en ese ambiente toda su vida, se acercó al mostrador, pidió una consumición light, encendió un cigarrillo, algo que había aparcado por voluntad propia, y con total
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naturalidad denotando seguridad, en principio pasó desapercibida, hasta que un joven de buen porte, correctamente vestido se acercó a ella…
El sitio, parecía tranquilo, la leve música, la tenue luz del local, todo daba a entender que se trataba de un lujoso local donde la clase alta de la sociedad se encontraba en un ambiente propicio para el dialogo y el intercambio amistoso, el lugar perfecto para el encuentro.
Ahora comenzaba el trabajo de Tania, que sin demostrar nerviosismo alguno, escucho atenta las palabras del joven, que en perfecto francés se dirigía a ella diciéndole:
¡Hola, soy Philippe…!
¿Eres nueva, no…?
Tania respondía:
Encantada, me llamo Tania, mientras estrechaba su mano y también expresándose en francés y continuaba, bueno, sí estoy en viaje de estudios haciendo una investigación para el Proyecto de fin de carrera, sobre las costumbres y forma de vida de Ruanda…”
No estaba mal, el comienzo se decía Tania a sí misma, era al fin y al cabo una verdad como un templo, ella trataba de enriquecer su currículo con estas experiencias y el comienzo no podía ser mejor.
El joven de aspecto educado, fino en el trato, elegantemente vestido con una blanca camisa que hacía resaltar el color mestizo
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de su piel, denotaba cierto aire europeo que resaltaba su persona en un lugar elegante, aunque lúgubre por lo que Tania sabía se escondía detrás de aquel escaparate.
No hizo ascos a la invitación que le hacía aquel apuesto joven de ir a una mesa, en un lugar concurrido, ella huía de acercarse a sombríos lugares que también existían en el salón y entablaron una extensa conversación, con el fin tanto uno como el otro de descubrir la auténtica presencia en aquel lugar.
Tania se disculpaba porque tenía que estar a una hora concreta en su Residencia de Estudiantes, obligada por el reglamento de la misma y de esta forma dejaba puerta abierta para otro encuentro, que seguro se produciría, pues ella decía no tener plazo concreto para volver a España, lugar donde cursaba estudios de Antropología, él se brindó a acompañarla; pero Tania no consentía en ello.
Para ser el primer día, confesaba Sor Inés, no estaba mal, cuando Tania le confiaba sus avances y nuevamente las advertencias volvían a hacer acto de presencia, si le descubrían su auténtica motivación le podía acarrear problemas para ella inconcebibles, había de guardarse muy bien de hacer manifestaciones y pisar suelo firme antes de dar un paso equivocado, en ello insistía la Madre se fundamentaba el éxito o fracaso de su misión, “Ser astuta como serpientes y sencilla como palomas” cita evangélica de San Lucas.
Por su parte Ignacio, todavía estaba trazando un plan con Obiang en un terreno más escabroso y difícil, aunque el objetivo era el mismo, trataban de introducirse como obreros en el Puerto Marítimo como mozos de cuerda e ir contando con nuevos
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contactos que les acercara a los ambientes donde encontrarían el campo de su acción.
Nada más presentarse, al Capataz le salía de ojo, que un blanco con un nativo se presentaran en pareja a semejante trabajo, Obiang se percataba de esta observación y saliendo al paso le explicaba al Capataz que ello se debía a una antigua amistad que él había tenido cuando voluntariamente se presentó al Ejército Español y estuvo un tiempo militando en él, cuando conoció a Iñaki, decía para dar familiaridad al hecho, y ahora decía necesita trabajar pues había llegado al país, para hacer carrera.
Las primeras puntadas ya estaban dadas, Obiang sabía que en los ambientes portuarios encontrarían el guion a seguir, a poco que prestaran atención a sus compañeros, que más que trabajadores eran tratados como esclavos, este era otro campo donde desarrollar su trabajo pastoral encomendado, aunque quedara lejos del objetivo que le habían encomendado a Tania.
Pero no quedaba tan lejos, los capos y jefecillos de aquellos explotados trabajadores, al fin y al postre siempre eran los mismos y de esto sabía y mucho Obiang, que había vivido en carne propia las consecuencias de trabajar en estas condiciones, el poco dinero que ganaban en el Puerto, a veces trabajaban por un mendrugo de pan y poco más, eran invitados a gastarlo en prostíbulos y tabernuchas portuarias, donde se respiraba un ambiente de corrupción de difícil descripción, donde la obnubilación de los sentidos era llevado a efecto mediante estupefacientes que enganchaban a estos pobres trabajadores, que de poner trabas a ello eran automáticamente despedidos, con lo cual se creaba la famosa situación del pez que se muerde la cola, o entrabas en el juego o quedabas descartado para siempre.
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Este era el campo, donde tanto Ignacio como Tania, tenían que jugar sus bazas, contaban con su profunda preparación y también la inestimable ayuda de Obiang, que vigilaba no se cayera en la urdimbre tejida por desalmados que dirigían todo aquel cotarro de la ciudad.
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CAPÍTULO X
Todo el talento, la preparación, las ideas morales preconcebidas, los sueños tantas veces pensados, las iniciativas y conocimientos recibidos a través del Estudio Antropológico de aquel país africano, ahora era absolutamente necesario ponerlo en valor, no se podía jugar de cualquier manera, era la ocasión buscada, el trabajo tenía que ser concienzudo, arriesgado pero intenso y sin desesperar, para eso estaban allí, tanto Tania como Iñaki, era la hora definitiva de la prueba.
Tania, volvía al jueves siguiente de nuevo al Club, su aparición, esta vez casi esperada por Philippe era bien recibida, él se encontraba reunido en torno a una mesa con amigos de ambos sexos y bebidas junto a unas cajetillas de tabaco extranjero, Tania apreció su presencia pero no quiso hacerse notar, disimuladamente quería pasar desapercibida, aunque con el rabillo del ojo pudo ver como en ese preciso momento el chico se levantaba como impulsado por una ballesta y se dirigía al mostrador donde Tania iniciaba el pedido de una consumición que justificara su presencia, Philippe se dirigió y con reverencial saludo le tomo la mano con el protocolario gesto de besarla e iniciaba su saludo:
¡Hola…! ¿Otra vez por aquí…?
Tania contestaba:
Sí, es agradable este lugar y además no queda lejos de mi Residencia…
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Él la invitó a presentarles a sus amigos, en la mesa próxima de donde había estado unos instantes antes de la llegada de Tania, y ella dándose cuenta de la oportunidad de hacer nuevas amistades sin dudarlo, tomando su bebida acompañaba al joven a la mesa.
Presentaciones, saludos más o menos protocolarios, todos los allí reunidos eran de un porte parecido al de Philippe, algunos nativos, otros al menos dos, mestizos y ellas todas, menos una, del país, con atuendos menos atractivos y en algún caso un tanto vulgares, que en opinión de Tania desentonaba un tanto del resto de los presentes.
Era un grupo de unas doce personas, entre las cuales había más féminas que hombres, algo que no se le escapaba a Tania, que sabía no era costumbre en las mujeres alternar con hombres de no existir algún vínculo para ello, en países como Ruanda donde el machismo es un tanto exacerbado. Sin embargo, para nada quiso en ese momento ahondar en saber qué tenían en común aquel grupo de personas, a través de las conversaciones más o menos relevantes fue descubriendo que en el grupo se daban amistades de todo tipo, ellos los hombres eran claramente amigos, unos de negocios, otros desde la niñez y Philippe definitivamente con más rasgos europeos que el resto de sus amigos destacaba claramente.
Le llamaba mucho la atención a Tania, una chica de proporciones exuberantes, era alta, bien parecida, vestía con cierto aire vulgar, no entraba dentro de los cánones de elegancia elemental el atuendo de las prendas que desentonaban unas de otras, y chirriaba algún adorno con el conjunto de su vestuario, sus prominentes labios perfilados con un carmín que resaltaba su entorno, aunque era distinguida en el trato, fumaba y bebía todo el
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rato, hablaba y parecía dominar la situación, no así sus compañeras, que pasaban más o menos desapercibidas, incluso una de ellas, la de color blanco, rubia y muy bien arreglada y parecida, estaba como coaccionada o retraída, apenas intervenía en las conversaciones y Tania percibía que, o estaba sometida a permanecer en la reunión y era obligada por alguna extraña circunstancia a acompañar a alguien, chico o chica, o al menos no manifestaba el interés del resto de la tertulia, no cuadraba en aquel grupo bajo ningún contexto, a no ser por algo desconocido por Tania, lo que propiciaba entrar en materia por su parte, entrar a fondo, en harina pensaba.
En efecto, Tania procuraba situarse cerca de la chica que intervenía poco, con el pretexto de coger un cigarrillo de la cajetilla que se encontraba junto a ella, se levantó y acercándose le dijo:
¿Permites…? Al tiempo que sacaba un pitillo, la chica no solamente, accedía sino que tomó un encendedor y haciendo pantalla con las cuencas de sus manos le facilitaba su encendido.
Tania, notaba cierto temblor en sus manos, lo que reafirmaba su sospecha de que no se encontraba la chica en su medio y más bien notaba cierta sorpresa cuando se sentó junto a ella, con el pretexto del cigarrillo y entablar conversación.
Al principio todo eran monosílabos por parte de la chica que sorprendida que una extranjera tratara de conversar con ella, poco a poco se fue abriendo y le susurraba, para no dar señales de protagonismo y parecerse a las otras que vociferaban, exclamaban, sonreían a veces estrepitosamente, con ánimo de llamar la atención de los allí presentes.
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Fue descubriendo Tania, a medida que pasaba el tiempo, que eran chicas que pertenecían al Club como empleadas a comisión en las consumiciones, que deberían alternar con los clientes que así lo solicitaran y su objetivo era consumir lo más posible, nada nuevo para Tania que comprobaba que en todos sitios cuecen habas, nada nuevo bajo el sol, el comportamiento humano con más o menos matices se repetía a lo ancho y largo de nuestro planeta, habíamos exportado lo peor de cada uno de los países llamados primer mundo y buena prueba tenía de ello en aquella tertulia en la que de manera indirecta, se había visto obligada a participar.
En tanto, su separación provisional de Philippe, no le había causado gran preocupación y éste parecía divertirse especialmente con la chica que llevaba la batuta de la reunión, vuelta a más consumiciones una y otra vez, y ella empezaba a intranquilizarse pues todo apuntaba que la consideraban prácticamente como una más del grupo y eso a Tania le horrorizaba, pues el siguiente paso no sabía bien cual sería, aunque conocía por antecedentes, en que acababan generalmente aquellas reuniones…
Utilizando el mismo pretexto de la vez anterior, Tania daba por terminada su tertulia, algunos chicos se levantaron para despedirse de ella como una exquisita demostración de respeto y Philippe le acompañaba hasta donde ella le permitiera, pues de nuevo se ofrecía a llevarla en su deportivo hasta su Residencia a lo que nuevamente Tania volvió a rechazar agradeciendo su ofrecimiento y además diciéndole que no quería romper su tertulia y que el lugar quedaba cerca su domicilio y no era necesario su compañía.
De nuevo, el encuentro con Sor Inés se producía, esta vez con tintes de preocupación, cuando le explicaba Tania la escena
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vivida, ante lo cual nuevamente aparecían las advertencias de la Madre, si bien tenía plena confianza en ella y entendía que los progresos iban por buen camino.
Su insistencia decía la Madre, debería centrase en la chica a la que había abordado de manera tan hábil y empezar con ella una labor de investigación y de las circunstancias y causas del porqué
“trabajaba” en aquel local, enterarse paulatinamente de datos en cuanto a beneficios que percibía, y llegar a entablar una amistad con ella que le permitiera abrirse y conocer la realidad de su situación, de eso se trataba, y ya veía un potencial huésped, de su todavía en construcción, Casa de Acogida de Mujeres (CAM)
Tania, era consciente de los peligros a que se estaba exponiendo, no había dado señal de debilidad alguna ante Philippe, saltando las dos veces en las que había rechazado ser acompañada a su casa, tenía una incipiente amistad con aquella chica que ni conocía su nombre y que tal vez ni volvería a ver, estaba pasando por una estudiante más, de las muchas que visitaban el país para realizar estudios complementarios y sobre todo gozaba del beneplácito y la ayuda tanto de la Madre como de Iñaki, con quien por cierto no había vuelto a tener contacto, aunque la reunión programada por Sor Inés estaba a punto de llevarse a cabo el domingo, cuando venía a celebrar al Convento la Eucaristía uno de los Sacerdotes de Los Combonianos y esta vez el asignado sería el Padre Ignacio.
El Padre Ignacio y su compañero Obiang, se habían enrolado en la Compañía Naviera Grimaldi, con sede Central en Italia, que tenía una Delegación en el país, habían entrado como mozos de carga y a las órdenes de un verdugo, un negro que
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repartía el trabajo sin contemplaciones y a punta de látigo por así decirlo, pues sus blasfemas palabras herían el oído más endurecido, siempre maldiciendo cada vez que propiciaba una orden y no le importaba la condición para llevarla a cabo de la persona a la que se le encomendaba la tarea, solo quería resultados y lo más rápido posible.
Las condiciones económicas eran de risa, bueno más bien de pena e indignación, apenas cubrían los gastos de la dieta que facilitaba una nauseabunda comida de “rancho” ofrecida por el comedor de la propia Compañía, situado en una profunda bodega no muy lejos de la sentina del barco, en la que se daba todo tipo de situaciones en cuanto al trato de los pocos alimentos que se racionaban a medida que crecía el número de comensales.
El lugar era tétrico, por no decir sombrío, sin apenas aire, con un olor a putrefacción consecuencia de la masificación humana y olores de efluvios corporales de todo tipo, las mesas unos tablones corroídos en los que se apreciaba el paso del tiempo con restos de comidas anteriores, sucios y resquebrajados por cuyas hiendas de la madera agrietada por la humedad del ambiente, discurrían a su antojo una legión de insectos a la captura de migajas, y por el suelo de este inmundo comedor transitaban a su antojo ratas de un tamaño capaz de asustar a cualquier felino y sobre todo el olor ácido que desprendían los comistrajos que allí servían, todo ello hacía que el sitio lejos de conseguir su objetivo, lo que producía era una desazón total en los pobres obreros que a diario se enfrentaban a semejante vejación.
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La suciedad se apreciaba en todas las instalaciones de estos talleres que la Naviera utilizaba para las revisiones y puesta a punto de sus barcos, anegadas las bodegas aún en el dique seco, era una utopía pensar que aquellas naves fueran a ser reflotadas de nuevo, las humedades por las fugas de aguas de un laberinto de tuberías que cruzaban la sala de máquinas, los chorreones de aceite que desprendían las calderas, un denso olor que hacía irrespirable el ambiente, el calor sofocante que desprendía la caldera principal humeante de vapor por todos lados, el desmontaje de piezas obsoletas con óxido y salinidad de meses incrustado en las bielas y piezas de los grandes motores, el griterío de aquel Babel de idiomas: chino, inglés, italiano, griego, ruandés, español e idiomas convertidos en afines para hacerse entender en variantes inconcebibles, a veces ininteligibles para muchos compañeros que debían ponerse de acuerdo mediante señales, para llevar a cabo los trabajos, hacían de éste infernal sitio el desenvolvimiento dramático de sus obreros al servicio de un Capataz que demostraba constantemente que quien no estuviera conforme, la puerta estaba abierta y a su disposición.
En estas condiciones, Iñaki, pese a su condición física de chicarrón del norte, dio con su condición al traste y no pudiendo aguantar más, decidió dejar solo a Obiang, que milagrosamente o tal vez acostumbrado a penurias de este calado, aguantaba día tras día en estas penosas circunstancias, ello propició que tuviera que ir a la Oficina de Contratación, con el fin de ver si le podían dar otro destino dentro de la Naviera y al propio tiempo la oportunidad de conocer al encargado de la misma, un tal personaje de nombre Alessandro, de marcado acento italiano, que vestía a la europea, era de rasgos definitivamente latinos y a primera vista a Ignacio le causo la impresión de estar acostumbrado a tomar decisiones en un
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mínimo espacio de tiempo a juzgar por lo rápido que transcurrían los trámites de una larga cola que avanzaba velozmente.
Cuando llegó su turno, Ignacio pedía al encargado, ser cambiado a otras instalaciones de la Naviera, estaba dispuesto hasta ser arribador o descargador en el muelle; pero no podía soportar el trabajo en los talleres, para lo cual se ofrecía a cualquier otra ocupación, Alessandro que observaba en él cierto aire diferente al que estaba acostumbrado a tratar, notando en las expresiones de Iñaki cierto aire intelectual, diferente y muy exquisito, en un aparte le dijo:
¿Oye, tú de dónde eres…?
E Ignacio, temiendo ser descubierto en su auténtica profesión, con sorpresa, porque nunca preguntaban para dar empleo ni nacionalidad, ni profesión, conocimientos o condición, o cualquier otro detalle, contestaba balbuceando:
Soy español, recién llegado y estoy buscando un trabajo mientras doy con la persona que me ha prometido empleo y a quien todavía no he podido encontrar.
Alessandro, le dijo esperara un poco hasta terminar su función con el grupo allí presente, y durante el proceso Ignacio comprobaba lo fácil que resultaba contratar a aquellos individuos que eran tratados por Alessandro como simples números, poco le importaba sus datos personales, solamente su nombre y el destino que ocuparían en aquella empresa, según las peticiones de los capataces que demandaban mano de obra, todo se llevaba a cabo sin firmas o contratos de ninguna clase, solamente de palabra y nadie ponía objeción alguna, tanta era la necesidad de quienes
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acudían que lo de menos eran las condiciones, muchos eran invitados a pasar a recoger su ropa de trabajo a un almacén contiguo a la Oficina y otros ni siquiera eso, pues Alessandro experto en este tipo de apreciaciones, sabía de antemano quienes claudicarían el mismo día de contratación y trataba de ahorrar a la empresa al menos el vestuario que consistía en: un mono , un gorro y unas botas, todo de ínfima calidad, además de haber sido usadas por los desertores anteriores y en más de una ocasión.
Pero Ignacio, no olvidaba la misión que le había llevado hasta aquel tugurio infesto y estaba dispuesto a aceptar cualquier trabajo, que pudiera realizar si llegaba el caso al límite de sus facultades y estando en estos pensamientos volvió a ser requerido ante la presencia de Alessandro, quien le hablaba en términos jamás empleados con el personal que discurría por su despacho en cantidad ingente de personas.
En este sentido le proponía a Ignacio ser su Adjunto, pues dado el continuo trabajo que le ocupaba todo el día, apenas tenía tiempo ni para comer y estaba convencido, su sexto sentido así se lo hacía presentir, que el español le haría un buen papel, pasado un periodo de pruebas y adaptación de lo que se encargaría él personalmente.
Ignacio veía el cielo abierto y además algo muy relacionado con el trato de seres humanos, que no era lo mismo que la “trata” de seres humanos, terreno en el que pretendía llevar su acción.
Cuando se lo contaba a Obiang, éste no daba crédito, cómo en un periodo tan corto de tiempo había logrado ponerse a la altura que ahora le ofrecían y en ello sin duda, como decía Iñaki, estaba claramente la mano de Dios y las oraciones de su Comunidad.
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En este puesto de trabajo, era mucho lo que podría hacer Ignacio en favor de los desgraciados que pululaban a diario mendigando un trabajo, que lejos de ennoblecer a las personas la llevaban al borde de un abismo, cuando no a la desesperación o al suicidio.
Trataría por todos los medios de ser coherente y respetar los derechos humanos en la medida que ello le fuera posible, tampoco pretendía entrar en la empresa como un “elefante en una cacharrería”, habría de pasar un tiempo en el que él, poco a poco, fuera dando señales de que su trabajo se realizaba sin alterar las directrices de la empresa; pero también tratando de imponer reglas que sin perturbar el orden de las cosas dieran más rendimiento en el resultado final de los trabajadores y eso era una labor, callada, paulatina y no siempre entendida por todos, tan siquiera por los propios trabajadores, sobre todo de los capataces acostumbrados a tratar a los obreros como material o herramientas, no como seres humanos.
Se había propuesto granjearse la confianza de Alessandro, colaborando en las labores que éste le encomendara, dar señales de su buen hacer sin romper tendencias o situaciones que propiciaran sospechas de su objetivo y tatar de humanizar además de en el trato en la contratación de obreros, una notable mejora en las condiciones de trabajo analizando las características de cada voluntario para ejercer una labor para la que en muchos casos la mayoría no estaban preparados y situar a cada uno en aquello donde presuntamente eran más adecuados, para ello habría también de configurar una labor específica con los capataces para tratar de suavizar su modo de actuar; pero eso era el futuro por tanto Ignacio habría de ir despacio en esta labor.
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El domingo se presentaba lleno de actividades en el Convento de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, sede de Tania y en el que se había programado el encuentro con el Padre Ignacio, Obiang y la propia Tania con Sor Inés, que dispuesta a analizar los avances o no del programa, había reservado un espacio de tiempo para este menester.
La Madre tenía conocimiento de la actividad de Tania por las conversaciones diarias que mantenía con ella, no así de las del Sacerdote y su acompañante, de tal manera que empezaban la reunión con una oración, invocando la asistencia del Espíritu Santo.
Los datos concisos hicieron que la esperanza de Sor Inés se viera compensada, pues nunca ni en sus mejores sueños había podido esperar encontrar un equipo de colaboradores, que sin duda darían buenos resultados y además en plazo de tiempo no muy lejano, estaba contenta y ufana y les invitaba a compartir con la Comunidad el ágape familiar diario, sin grandes estipendios, durante la comida se sucedieron las conversaciones con el resto de Hermanas, que interesadas en la misión denotaban estar al corriente de las pretensiones y se prestaban a colaborar en la parte que a ellas le correspondiera como era la intensa oración para la consecución de los objetivos.
Terminada la comida y la reunión, el siguiente paso propuesto por Sor Inés, era conseguir obreros con un determinado perfil para la obra ya comenzada de la Casa de Acogida de Mujeres, obreros que reunieran además de cierta capacidad para el trabajo, también necesitados de un salario para atender a su familia, labor que más bien consistiría en una selección personal por parte del Padre Ignacio, que de esta forma haría un papel liberador en muchos
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casos, por no decir en todos, de las personas sometidas a la esclavitud permanente de la Naviera, esclavitud compartida desde la contratación hasta la extinción del contrato, que como queda dicho, era potestad del capataz de turno.
Comenzaba pues el trabajo y el propósito que habrían de llevar a cabo Ignacio y Tania, para Tania la cosa se complicaba más que para el Sacerdote, el ambiente aunque no tan terrible como el de los talleres de la Naviera, no propiciaba el encuentro con las chicas salvo implicarse más directamente con ellas. Afortunadamente para Tania que había trabado cierta amistad con Georgina, nombre de la joven con quien había tenido varios encuentros en el Club, le daba confianza con ella, le había hablado de su procedencia escandinava, le había facilitado las cosas ampliándole detalles de cómo se llevaba a cabo el trabajo dentro del Club, Georgina le confiaba ciertas manifestaciones que no se atrevía a comentar con sus compañeras, que decía no eran de fiar, y que si se iba de la lengua se vería en la calle, como ya le había sucedido en más de una ocasión.
Este tipo de confidencias hicieron que Georgina viera en su ahora amiga, europea como ella, una afinidad a la que correspondía Tania, dándole a entender que su objetivo era no inmiscuirse en la vida privada de nadie; pero que había otro tipo de trabajos para salir de esa situación y más, como parecía demostrar por sus confesiones si este trabajo era no deseado.
Para lo cual ya estaba preparando el terreno con el fin de llegado el momento propicio, proponerle a Georgina entrar a formar parte del proyecto que se disponía llevar a adelante, no quiso abundar en detalles sin embargo, ni fechas ni lugares, hasta comprobar que podía confiar enteramente en Georgina; pero su
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propósito era bien claro, comenzar con chicas como ella, que además harían una labor de captación muy superior a la suya, más acostumbradas a esos ambientes.
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CAPÍTULO XI
El momento de actuar había llegado, Tania tenía las líneas maestras más que claro, otro tanto ocurría con Ignacio, ambos había acordado en la reunión mantenida en presencia de Sor Inés y Obiang, comenzar la tarea de manera intensiva y se proponían dar el paso definitivo, poniendo sus cartas boca arriba aún a riesgo de descubrir su juego, que se presentaba peligroso, más en el trabajo de Ignacio que iba a rescatar al menos una docena de trabajadores que además de ser los más eficientes en el desempeño de su labor, eran también los más apreciados por sus encargados por responder a sus expectativas.
Las conversaciones que Tania había mantenido con Georgina habían abierto entre ellas una clara amistad y Tania abiertamente le comentaba de qué se trataba su nuevo proyecto del que le había insinuado algún dato esporádico a través de sus anteriores conversaciones, le explicaba que ella sería la chica piloto, en la que se pondrían todas las expectativas para crear una cadena e ir aumentando el número de personas que atraídas por una nueva vida optaran por seguir sus propios pasos.
Para ello, explicaba Tania, habría que trabajar duro y con una constancia a prueba de bombas, primero habría que conseguir la firme decisión a salir del circulo en que se encontraban de manera voluntaria, por convencimiento abrazar una vida mejor, en libertad y sin dependencias de algún tipo, tendrá que renunciarse a un modelo de vida que si bien les proporcionaba un bienestar pasajero les habilitaría para asegurarse un porvenir definitivo y duradero, la renuncia si llegaba el caso consistía en abandonar una forma de vida, unas amistades y unos lugares que para nada favorecían el desarrollo vital de cada una de ellas que en cambio
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eran arrastradas a un precipicio sin fondo, y había muchos ejemplos de ello. Obiang que también era consciente de que su momento había llegado, aún a riesgo de ser expulsado del trabajo, había comenzado su labor desestabilizadora animando a sus compañeros a rebelarse ante ciertas actitudes por parte de los capataces, no consentirían les gritaran, las ordenas serían dadas sin acritud, los tiempo para realizar sus labores serían ampliados, las horas para el descanso se respetarían ante todo y no como hasta ese momento en el que habría de terminarse un trabajo específico aunque hubiera llegado la hora del descanso o la comida.
Había ido poco a poco estableciendo y creando una especie de Sindicado Reivindicativo, con los mejores obreros cualificados que también gozaban de algún privilegio y el beneplácito de los encargados, eran en algún caso la mano derecha del Capataz de turno, en ellos habían depositado una confianza casi total, tenían el aprecio de sus compañeros y su comportamiento había ido in crescendo, hábilmente Obiang respaldado con Iñaki estaban logrando una selección de obreros, que hartos de tantas injusticias empezaban manifestando su malestar ante los encargados, éstos eran automáticamente despedidos, para no crear precedente alguno y con manu militari si era preciso, eran puestos en la calle a la primera manifestación de disconformidad o protesta.
Y aquí comenzaba también la labor del Padre Ignacio que había escalado y conseguido ser tenido en cuenta, pues su trabajo era muy cualificado en cuanto había organizado de manera impensable una base de datos, con el beneplácito de la Dirección que apreciaba su ingente trabajo en algo que hasta aquel momento no había tenido trascendencia alguna en la organización de la empresa. Iñaki, como se le conocía en los ámbitos de la Naviera, se había situado en un lugar de privilegio, incluso desplazando a
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Alessandro, que debido a su procedencia y puesto en la Naviera, habiendo sido elegido por la Dirección de Italia como hombre de confianza, le habían ascendido a puestos de Dirección, como consecuencia de la incorporación de Ignacio que ya dominaba completamente la Oficina con demostrada eficacia.
Alessandro le estaba muy agradecido a Iñaki, porque gracias a su labor se había liberado de aquel trabajo que le producía, en palabras de éste, nauseas, viéndose a veces abocado a tomar determinaciones que chirriaban con su condición de persona normal y teniendo que vivir situaciones que para nada eran de su gusto, como ocurría con los despidos a sabiendas de que aquellas pequeñas ganancias de los obreros eran imprescindibles para el mantenimiento de una numerosa familia que no contaban con otros recursos que los proporcionados por el cabeza de familia; a Ignacio cuando tenía la ocasión, frecuente, de intercambiar opiniones sobre la marcha de la Oficina con Alessandro, al oírle hablar con el acento italiano que le caracterizaba, le recordaba sus años pasados en Roma cuando era estudiante de Teología, lo que le causaba cierta nostalgia, pues habían sido años de sueños, de proyectos, que ahora se estaban materializando de forma real, aunque lejos de la utópica e idílica imagen que se había formado en sus años de estudiante.
Además Alessandro había tenido la oportunidad de lograr un puesto directivo por lo que se brindaba a Iñaki para aquello que a él le fuera posible hacer a su favor y era mucho lo que podía hacer desde la Dirección de la Naviera, algo impensable cuando accedió al puesto en la Oficina de Contratación y que ahora manejaba con libertad y responsabilidad contrastada, momento en el que Iñaki aprovechaba para pedirle suavizar en lo que fuera posible el trato
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que se les daba a los obreros, inhumano e injusto a todas luces, algo que prometía Alessandro estudiar con detenimiento.
Aprovechando estas favorables perspectivas, Iñaki fue colocando en la construcción de la Residencia a los elegidos, en primer lugar por Obiang que con su callada y soterrada misión, aprovechando el descanso a la hora en que se producía un pequeño espacio de tiempo para la comida, seleccionaba aquellos mejor preparados para el trabajo, con la nobleza que caracteriza a quienes habían demostrado aguante y temple pese a ser tratados poco menos que como animales de carga, convencidos de que les esperaba una vida mejor, se habían prestado a seguir las indicaciones de su compañero, que ya gozaba de prestigio y honradez entre ellos, éstos cuando presentaban su dimisión, cosa por otra parte de una frecuencia permanente, a nadie le hacía sospechar fuera para que acto seguido encontraran trabajo, esta vez remunerado mejor y con un trato totalmente diferente hasta el tenido hasta entonces.
No se le escapaba a un Capataz el más avispado, que día a día desaparecían del campo de trabajo los obreros más cualificados y casualmente en muy pocas fechas, lo que le hizo sospechar que algo estaba ocurriendo, por lo que acudía al chivato, que siempre está presente en estos colectivos, el cual le indicaba de manera clara, fuera con cuidado y prestara atención a la labor que estaba llevando a cabo el tal Obiang, que no era de fiar, que andaba soliviantando al personal, que le había visto haciendo corrillos y que muchos habían formado piña con él, entre los que se encontraban algunos de los que se habían dado de baja voluntariamente.
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Una pena, decía el Capataz, pues Obiang era un obrero modelo en su hacer, gozaba de la aquiescencia de sus encargados y era un cumplidor de cualquier tarea que se le encomendara; pero sería llamado al orden en el momento que las sospechas que recaían sobre él fueran confirmadas, así ocurrió y fue llamado a Dirección, pero como las cosas se habían llevado con total discreción no se pudo probar ninguna acusación con él, e Iñaki intercediendo, antes de que fuera expulsado le reclamaba para sí en la Oficina, volviéndose a repetir el ciclo que con él mismo se había producido, de esta forma quedó a salvo la reputación de Obiang y además sus compañeros pudieron tener un nuevo protector, nada menos que salido de entre ellos, que conocía las miserias a las que se enfrentaban permanentemente y que sin duda mediaría para amortiguar de algún modo su perra vida.
Tania, progresaba en su labor con Georgina y ella correspondía, primero no volviendo a aparecer por el Club, cosa normal entre estudiantes que iban y venían constantemente y por ello no extrañaba a nadie, y en segundo término por que la Madame que regentaba el tugurio no estaba para nada conforme con el rendimiento de esta, así que miel sobre hojuelas y si no volvía mejor, otra ocuparía su lugar, pues material nunca faltaba, comentaba la Madame con sus protegidas.
Philippe había notado que la presencia en el Club de Tania, se espaciaba en el tiempo, ahora pasaban dos semanas y a veces más sin que diera señales de vida, él sentía una atracción especial por Tania y no comprendía esta situación, aunque también quedaba claro que tratándose de jóvenes estudiantes era muy normal estas desapariciones esporádicas a consecuencia de exámenes, viajes de fin de carrera y asuntos de semejante guisa, en estas divagaciones se encontraba, cuando aparecía por la entrada Tania, tan
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resplandeciente como siempre a los ojos de Philippe, que esta vez sin dar lugar a que se acercara al mostrador del bar, se presentó ante ella y comentando:
¡Cuánto bueno por aquí…! , ¡A qué se debe el honor de tu visita…! , ¡Muchos días sin ver salir el sol…! Y frases halagadoras que cortésmente pronunciaba con delicadeza y demostrando un interés inaudito, que llegó a sorprender a Tania, hasta el punto hacerle pensar, que algo se escondía tras ese recibimiento tan galante y fino, muy del estilo afrancesado que no abundaba precisamente por aquellos lares.
Fue llevada a la tertulia que frecuentaba Philippe con sus amigos, que con ligeras incorporaciones y alguna ausencia, prácticamente eran los mismos de siempre, esta vez Tania fue abordada por Jukia, como llamaban a la exuberante nativa de la primera vez en la que la conoció, se presentó sin más a ella dándole un nombre que a Tania le parecía más bien su nombre de “guerra” pues cuadraba este nombre con su condición y raza.
Jukia que trataba a toda costa entablar conversación con Tania, demostraba un especial interés y al percatarse Tania de su entrega voluntaria, comenzó diciéndole que echaba de menos la presencia de Georgina, con quien había tenido rasgos de confianza en otras ocasiones, tratando de saber si sospechaban algo acerca de su ausencia y los motivos de ello, Jukia le comentaba que se oía por los lugares en que se desenvolvía, que probablemente se hubiera ido a su Europa, que extrañaba y sentía nostalgia de su tierra y que probablemente hubiera terminado sus estudios y habría vuelto a su lugar de origen, todo esto lo comentaba condicionalmente sin poder asegurar la verdadera causa de su desaparición, era muy frecuente
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añadía Jukia, que chicas de sus características más bien cohibidas en el trato, dieran este tipo de espantadas.
Ello tranquilizaba a Tania, que comprobaba no había sospecha alguna de la incorporación de Georgina a la Comunidad de Hermanas, que como si de un curso acelerado se tratara, habían admitido a Georgina para formarla como miembro de la futura pero inmediata CAM, aprovechando que ella había decidido abandonar su vida
“pública” y abrazar la noble causa para la que Tania le había preparado con éxito.
Los sondeos de Tania emprendidos con Jukia, aunque no eran tan fáciles como con Georgina, daban como resultado que, Jukia era como una especie de líder o responsable del grupo, que llevaba la iniciativa en las propuestas de las chicas, que de forma más o menos indirecta tenían que consensuar con ella, por ejemplo las ausencias esporádicas que se producían de la tertulia y que ella daba su visto bueno, siempre sabiendo en todo momento dónde y para qué se producían estas ausencias; por ello no perdonaba que Georgina se le hubiera ido de las manos y apenas pudiera saber algo positivo acerca de ella, algo que por el contrario a la Madame le daba igual, pues sus resultados apenas cubrían los gastos realizados con ella, y aquí aprovechaba Tania para sacar información pues la veía dispuesta a soltar prenda del desarrollo de las actividades del Club.
Manifestaba Jukia, que el trabajo de las chicas y de ella misma, consistía en ser amables con los clientes hasta donde ellos quisieran llegar, aquí Tania se echaba a temblar pues se temía la verdadera realidad del trabajo a que se veían obligadas, continuaba
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diciendo Jukia tenemos asignada una pequeña comisión en la consumición de bebidas y tabaco por cuenta de los clientes y a mayor consumo mayores ganancias, esto lo controlaba eficazmente la Madame del Club, que llevaba años ejerciendo la regencia del mismo con mano de hierro, es decir a la mínima comprobación de poco rendimiento de las chicas en número de unas cincuenta, eran de inmediato despedidas sin contemplaciones.
Tania, se había hecho una idea muy aproximada del funcionamiento del negocio del Club.
Había, por así decirlo, una plantilla fija y otra flotante, compuesta por estudiantes de recursos limitados que se veían forzadas a participar en estas tertulias para ayudarse en sus estudios, en cambio las había “profesionales” ya acostumbradas a un determinado ritmo de vida que les hacía permanecer en el Club como único medio de vida y éstas eran las que llevaban hasta sus últimas consecuencias los deseos de los clientes, que por un puñado de dinero, a veces por la simple consumición, se arrogaban el derecho a utilizarlas como esclavas sexuales que realmente era la condición de la mayoría.
La Madame, tenía establecido para estos casos, muy frecuentes, tarifas basadas en el tiempo y el uso de las dependencias privadas del Club, dependencias de auténtico burdel, sin control higiénico-sanitario, de ningún tipo, tal como le explicaba Jukia, en confidente declaración, algo que le tenía asqueada y que encontraba cada día más a su pesar repulsivo y que no le quedaba otra alternativa que aceptar.
Ella Jukia, tenía la responsabilidad de controlar el resto de un determinado número de chicas puestas bajo su control y por esta
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gestión percibía una pequeña cantidad que la Madame le trataba de regatear abusando de su buena voluntad en el seguimiento de este ínfimo trabajo.
Pero pese a estas confidencias por parte de Jukia, no le quedaba muy claro, a Tania, si pretendía salir de esa situación o por el contrario lo que estaba tratando era dar a conocer sus cartas para la captación de ella misma a su lúgubre forma de vida, le había pintado lo peor de aquella situación de esclavitud; pero no encontraba el nexo de su confesión así a bote pronto y sin que ella hubiera forzado a que diera lugar a ello, tal vez las sospechas de sus conversaciones con Georgina le habían llevado a Jukia, como responsable de la misma, a ahondar de qué habían estado hablando, al parecer que tanto había interesado a Georgina, pues todos en la tertulia, se habían percatado de el interés suscitado de pronto por Georgina al haber captado la atención de Tania que incluso había dado de lado al propio Philippe, quien por cierto reclamaba la atención de Tania, diciendo que Jukia no tenía la exclusiva de ella y se debía al resto de los tertulianos.
Carne de gallina se le ponía a Tania cada vez que Philippe reclamaba su atención, ya no valía el argumento de que como era nueva, pretendía recabar formas de comportamientos a cerca de su postura en el Club y entendía también el interés por parte de Jukia, que seguiría las directrices de su jefa, al percatarse de que la tal Tania no producía ningún beneficio y había que espabilarla lo antes posible o eliminarla de la tertulia, trabajo que encargaba a Jukia, experta en esta materia.
Philippe por su parte y un tanto mosqueado por el comportamiento de Tania, le confesaba que no entendía muy bien qué perseguía con su asistencia y la poca participación en los
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planes de él y sus amigos, le decía abiertamente que sus pretensiones acerca de ella, distaban mucho de la de sus amigos, que él iba a ese lugar por ser donde se reunían la mayor parte de ellos, que para nada trataba de forma íntima con las chicas en las que solo encontraba tertulia y pasar un rato sin llegar a mayores consecuencias, algo que sin embargo sus amigos no tenían en cuenta y a veces le habían censurado, pues él nunca llegó a otra cosa que no fuera un mero pasatiempo.
Con estas confesiones trataba de hacer entender a Tania que su interés por ella iba por otros derroteros al tiempo que poco a poco le iba dando datos de su persona, era hijo único, procedía de Bélgica, su padre encargado de los asuntos relacionados con la política del país, le habían hecho vivir con su madre y dos asistentes en los alojamientos que la Embajada tenía para estos Altos Funcionarios, cursaba estudios de Grado en la Universidad y el tiempo libre que le dejaban sus estudios lo compartía en la tertulia, que era de lo mejor de la ciudad, aunque a ella le pudiera parecer que dejaba mucho que desear, lo que le daba a Tania una idea exacta de cómo serían las demás.
Por su parte Tania y para ser ecuánime en estas declaraciones, al parecer sinceras y sin segundas lecturas, también le confiaba que ella estaba terminando un Master sobre los Estudios de Antropología, para lo cual se había hecho con una Beca por parte de la Cooperación Internacional, que se alojaba en una Residencia para estudiantes, regentada por unas Religiosas, que eran muy estrictas y de ahí su resistencia a ser acompañada por él, sin menospreciar su ofrecimiento, que trataba de hacer amistades pues sus compañeros de curso se habían vuelto a España, su país de procedencia, al habérseles terminado los recursos aportados por la
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Cooperación y que ella prestaba sus servicios en la Residencia, lo que le había permitido continuar en el país, a cambio de colaborar en la enseñanza en un Colegio del que eran titulares las Hermanas, donde ella impartía clases de francés y así se ganaba el sustento y alojamiento gratuitos.
Philippe, agradecía su sinceridad, ello le daba pie a insinuar que su interés precisamente estaba en el extraño comportamiento de ella, que había sido comentado por sus compañeros y que ese punto de retraimiento era el que había suscitado su interés al comprobar que no era una chica más del montón, sino que había algo muy especial en ella y estaba encantado de no haberse equivocado.
Mientras la meliflua música ambiente del Club desparramaba sus notas, que nadie apreciaba, Tania era consciente de haber logrado parte de su objetivo, no levantar sospechas acerca de la desaparición de Georgina y no estaba muy segura, pero también el especial interés que había despertado en Philippe, aunque eso le daba realmente miedo; pues sabía que su relación en este sentido debería avanzar para crear expectativas en el joven pretendiente.
Al parecer las obras de la nueva Casa iban por buen camino, las inyecciones de recursos que aportaba la Comunidad Económica Europea mediante la Cooperación Internacional, aceleraban sobremanera tanto la contratación de obreros, de lo que se encargaba el equipo Iñaki – Obiang, y podían apreciarse los avances de la obra, que ya se empezaba a vislumbrar en el páramo que le había asignado el Gobierno.
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El movimiento de maquinarias excavadoras, camiones y un trasiego poco común, favorecía el empleo de mano cualificada para el mantenimiento de máquinas y para ello, nadie mejor que los obreros con experiencia en ese terreno traídos de los talleres de la Naviera, aquí las condiciones nada tenían que ver con las sufridas y sus empleados estaban encantados, todas las mañanas un furgón se desplazaba hasta el centro de la ciudad donde se concentraban quienes se incorporaban al tajo de la obra y al término de la jornada, volvían a dejarles en el mismo destino.
Además del atuendo de trabajo, manifiestamente mejorado, donde más cambios se hacía notar el trato era a la hora de la comida, por cuenta de la gestión de la obra, se había habilitado una nave, luminosa, limpia, con ventilación y mesas individuales de cuatro o seis comensales y eran servidos con primor por parte de las Hermanas del Convento, que no obstante a la pobreza de los menús, estos hacían parecer exquisitos manjares por la delicadeza en serviles y el trato que les salía espontáneamente a las Hermanas que se realizaban en estos actos para los que habían sido debidamente formadas, la atención a los más necesitados y de ello sabían mucho las monjitas, como denominaban a este ejército de voluntarias.
Sor Inés estaba encantada con la marcha de esta obra emprendida, sin apenas medios económicos y mucho menos de personal, ahora se felicitaba pues ambas cosas habían llegado gracias a la Providencia, las palabras por parte del Encargado de Asuntos Religiosos del Estado, que en un principio le parecieron papel mojado, al final se había materializado con la cesión de los terrenos, la mediación de la Madre General de la Congregación había movido Roma con Santiago y nunca mejor dicho, pues había acudido a Instancias Superiores hasta conseguir de la Cooperación
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Internacional una cuantiosa aportación, sin la cual hubiera sido imposible llevar a cabo aquella obra, en principio faraónica; pero que con el paso del tiempo sería muy justa, para atender las necesidades que un estudio previo, le había aconsejado llevar a término.
La inapreciable labor, callada pero eficaz del Padre Ignacio, la igualmente trascendente e importante de Tania, que se había integrado en la Comunidad llevando a efecto las directrices que le marcaba la Madre, la incorporación de Obiang a la causa y posiblemente también de Georgina, le producían a la Madre una paz interior que hacía tiempo no gozaba y veía compensados sus esfuerzos, sacrificios, oraciones, acompañada siempre por las Hermanas de su Comunidad, con todas estas apreciaciones mandaba una notificación a la Madre General, para que fuera haciendo hueco en su agenda, decía, para la Inauguración de la nueva Obra.
No habían pasado apenas dos meses y las obras de la CAM tocaban a su fin, solo quedaban pequeños remates, la limpieza exhaustiva de todas las dependencias se había logrado gracias a la colaboración de algunas chicas reclutadas de la mano de Tania, que les proponía probar otro modo de vida a cambio de asegurarles un trabajo digno, remunerado y acorde con la condición femenina, pues en su mente estaba crear unos talleres de confección que fuera suficiente para el mantenimiento de la Casa y de quienes formaran parte de ella.
Los obreros aportados por el Padre Ignacio, al término de la obra serían recolocados en una especie de Cooperativa-Escuela que la Congregación de Claretianos tenía desde hacía tiempo y en cuyos talleres primaba la formación profesional en todas sus ramas,
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unos serían auténticos maestros dada su larga experiencia y otros, por su capacidad de aprendizaje acelerado se establecerían por su cuenta con la inestimable ayuda de la Congregación y las recomendaciones pertinentes que harían de carta de presentación por parte del Padre Ignacio y los contactos de Obiang, muy introducido en ambientes portuarios y empresariales del país. Así pues todo tocaba a su fin que en apreciación de sus protagonista, había sido todo un éxito…
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CAPÍTULO XII
El gran día previsto para la Inauguración de la Casa había llegado, las invitaciones cursadas a los Estamentos tanto públicos, como estatales y religiosos habían sido cursadas con tiempo suficiente para que la convocatoria fuera todo un éxito, la Madre General con un pequeño séquito entre el que se encontraba su Secretaria personal, alguna madre de edad avanzada y dos Novicias, habían anunciado su fecha de llegada una semana antes del Evento, con el fin de colaborar en los remates de la Inauguración, un hecho de relevante importancia para la Congregación, un nuevo milagro de la Providencia en tierras de África, en palabras de la Madre General; también el Obispo de la Capital y los Sacerdotes Claretianos, habían recibido su correspondiente invitación cursada por la Superiora de la Orden, con lo que se presumía que el acontecimiento gozaría del esplendor y boato y daría material suficiente para la Prensa Local y Medios de Difusión de ámbito nacional.
La celebración solemne, tendría lugar en la nave de mayores dimensiones, en la que posteriormente irían los talleres de corte y confección, era el más luminoso y con grandes ventanales que facilitaban la aglomeración de un numeroso grupo de invitados.
Habían improvisado unas tarimas de proporciones suficientes para la celebración de una Solemne Eucaristía, presidida por el Sr. Obispo, el Director de los Claretianos, el Padre Ignacio y miembros de la Congregación, así como otros religiosos y religiosas de Comunidades afines.
La distribución en el Acto, minuciosamente estudiada por Sor Inés, colocaba en los primeros puestos a las Hermanas de la
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Comunidad, a un grupo de chicas colaboradoras de la Casa, presididas por Tania, seguidamente las autoridades invitadas, miembros de la Cooperación Internacional, Cooperantes y antiguos colaboradores de la Congregación, Sacerdotes Claretianos, y público en general de la ciudad que quisieran asistir, obreros de la construcción de la Obra, familiares y allegados, todos serían bienvenidos para lo cual se pondría a disposición de toda persona que quisiera asistir a la inauguración medios de transporte gratuitos ya concertados con la Compañía que se había encargado del traslado de los obreros a la Casa, todo minuciosamente preparado incluso un refrigerio para después del acontecimiento, en un patio con unas mesas corridas que los obreros se habían encargado de improvisar para el acontecimiento y adornadas y dispuestas por las Hermanas de la Comunidad.
Todo estos preparativos, habían llenado de ilusión a las Hermanas que estaban viviendo unas fechas memorables, jamás imaginadas, lo que les daba una alegría interna que desbordaba toda previsión, no podían disimular la alegría que les invadía e iban de allá para acá con una presteza y disposición inaudita, colaboraban en todo, eran conscientes de que de su colaboración dependía en gran medida el éxito de la celebración y ponían todos sus sentidos en lograr el fin deseado.
Se respiraba en la Comunidad un espíritu de satisfacción por lo conseguido, la Madre Superiora no reparaba en elogios al ver el ánimo que había producido en la Hermanas esta nueva Casa, se había roto la inercia a la monotonía y la rutina, que últimamente había minado la convivencia monacal con la deserción de Hermanas que no comulgaban con las nuevas ideas de la Superiora, importadas decían de la decadente Europa, y ello se hacía notar en
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el resto de las Hermanas que habían comprobado como mermaba el número de ellas, a raíz de la llegada de la nueva Superiora.
Sin embargo, todo quedaba en el olvido y ahora tocaba volcarse en que el evento saliera de la mejor forma posible, lo de menos era la satisfacción de comprobar que los invitados ponderaran su obra, lo importante era que esa obra conduciría al rescate, objetivo soñado por las Religiosas, de tantas chicas como pululaban por los burdeles de la ciudad y que poco a poco, gracias a la labor de algunas como Georgina y Tania, serían las nuevas inquilinas de la Casa, esto era lo que primaba y de ello se felicitaban desde la Madre General, la Madre Superiora y hasta la última de las hermanas de la Comunidad.
El Padre Ignacio, junto al Secretario del Sr. Obispo, se había hecho cargo de la liturgia de la Solemne ceremonia que tendría lugar, para lo cual se habían personado en el Convento para convenir con Sor Inés los preparativos y que todo saliera a la perfección.
Una improvisada Coral en la que participaban las Hermanas de la Comunidad, algunas Religiosas de otras Congregaciones, músicos que voluntariamente se habían ofrecido, chicas que se habían unido al coro, preparaban una Misa Solemne del Padre Tomás Luis de Victoria, a pesar de la dificultad que entrañaba la composición del Maestro abulense.
El día amaneció propicio para la Inauguración.
Antes de dar comienzo a los actos religiosos, bendición de las dependencias, solemne Eucaristía, ágape y funciones varias, la Madre General acompañada del Sr. Obispo, Autoridades y sequitos
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correspondientes, quisieron conocer las Instalaciones que dentro de su sencilla construcción se había buscado la funcionalidad ante todo, habitáculos de dimensiones considerables, materiales de construcción de primera clase, accesorios y mobiliario, sanitarios e iluminación muy acorde con el propósito para que era destinado, todo cuidadosamente llevado a cabo por un arquitecto Cooperante, que había trazado los planos teniendo en cuenta el objetivo de dicha construcción.
Lo que más llamaba la atención tanto al sr. Obispo como a las autoridades visitantes, era el magnífico Cuarto de máquinas con un generador eléctrico de última generación, que había venido de Bélgica donado por el Estado y gracias a una petición muy especial de la Madre General, era de proporciones gigantescas comparado con los conocidos en aquellos lares, capaz de producir iluminación no solo a las dependencias de la Casa, también a una franja de terreno que rodeaba la misma, con una cantidad de farolas jamás imaginable en instalaciones semejantes.
Llamaba la atención, el depósito de propano de grandes proporciones que suministraba el combustible necesario a este generador así como al servicio de las cocinas y demás instalaciones, estaba rodeado por un seto de árboles y una alambrada que aislaban de cualquier intromisión o sabotaje muy frecuentes por aquellas latitudes, de ahí también que se hubieran habilitado un sistema de alarmas conectadas directamente con la fuerzas armadas muy próximas a esta Casa.
La satisfacción que demostraban los visitantes terminaban en felicitaciones tanto al arquitecto de la obra presente en aquel paseo de inspección, a la Madre Sor Inés promotora principal de la obra y por supuesto a la Madre General, que había propiciado se
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llevara a cabo tan magna obra para la Congregación y por ende para el país.
Fue un día inolvidable, que pasaría a los anales de la historia de la Congregación como el evento más importante del año, se cumplían los objetivos de expansión de la Congregación y todo eran felicitaciones, conmemoraciones, actos comunitarios en las diversas Presencias de la Congregación que se fijaban nuevos objetivos pues era mucho lo que quedaba por hacer, más de lo conseguido, teniendo en cuenta que también era mucho.
El comienzo y funcionamiento de la Casa de Acogida de Mujeres (CAM), iba paulatinamente creciendo, el buen hacer de Georgina, Tania y algunas nuevas incorporaciones estaban dando su fruto, cada vez estaba más habitada la casa, aunque había capacidad para un número muy superior de usuarias.
Tania sin embargo, estaba dando signos de debilidad espiritual, en el sentido de que no se encontraba totalmente satisfecha con su aportación, que era mucha y principal, pero en su interior algo le decía que no estaba satisfecha de su labor, quiso comentarlo con el Padre Ignacio y este le recomendaba un tiempo de reflexión, tal vez unas vacaciones a su país, le harían centrase en la realidad, a veces decía Iñaki, se pierde el norte y la noción del tiempo al entregarse de lleno en alma y cuerpo al trabajo a la causa, como ella lo estaba haciendo y era necesario un parón, un recapitular de lo hecho, hacer un punto y aparte para coger nuevos impulsos y continuar la labor.
Consciente de estas recomendaciones, Tania lo hablaba con la Madre, quien aprobaba su cambio, lo encontraba necesario y le parecía prudente llevarlo a efecto, quedaba saber si Tania se
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incorporaría a su habitual forma de vida dentro de la Comunidad o por el contrario pretendía volver a su familia , sus amistades y su ambiente universitario y eso lo tenía que decidir ella, pues le ofrecía convivir durante el tiempo que considerara necesario en una Comunidad de la Congregación dentro de la ciudad.
Con estas premisas Tania se disponía emprender lo que ella llamaba, su travesía del desierto, dentro de su estado de ánimo necesitaba comprobar si estaba en el lugar equivocado y para ello nada mejor que volver a su vida anterior, los preparativos de su viaje fueron observados por Georgina, que tomaba relevo en la responsabilidad de la Casa y con lágrimas se despedía de quien para ella lo significaba todo, el consuelo de Sor Inés apaciguaba los ánimos tanto de ella como del resto de las Hermanas, diciéndoles que no era una marcha o abandono definitivo sino algo necesario para templar los ánimos de Tania y que esperaba su pronto restablecimiento y vuelta a Casa.
De vuelta a España, Tania no se encontraba centrada, tal vez se decía, la novedad de la vuelta, los contrastes de la vida que durante dos años había sido tan diferente, el ajetreo ya en el olvido del subconsciente, la vorágine de la gran ciudad, todo le producía un vértigo indescriptible que rayaba el pavor y el miedo, ello convino consigo misma, vivir al menos los primeros días en el Convento que la Madre le había asignado, ello templaría sin duda su espíritu que se tambaleaba ante la nueva situación.
Nada hacía presagiar que la vocación de Tania se viera en crisis, al contrario, todo parecía haberse confabulado para que se sometiera a una prueba de fuego, ahora en el Convento en España, gozando de tantas comodidades a las que había tenido que renunciar, que le parecía vivir en el paraíso, echando de menos su
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labor diaria con las chicas de la calle, aunque aquí también la filosofía de la Congregación era la misma, no así las características que eran ni parecidas, ella con su experiencia trataba con estas chicas haciéndole ver la realidad y que su situación no tenía punto de comparación con las de Gabón que ella trataba a diario, las chicas que escuchaban con atención las charlas programadas para hablarles de su experiencia en África, les dejaba boquiabiertas al comparar situaciones insospechadas por parte de estas que se consideraban poco menos que escoria para la sociedad, las frecuentes preguntas que Tania trataba de responder daban idea del interés suscitado por mediación de sus charlas, que las chicas reconocían como muy interesantes y les arrojaba luz a su nueva situación.
La Superiora del Convento, estaba convencida de la clara Vocación de Tania, había elegido el sitio para reafirmase en ella, la Madre le facilitaba cuanto estaba en su mano para que así fuera, la compañía con el resto de las Hermanas estaban dispuestas a ayudarle en lo que solicitara y solo faltaba la visita del espíritu Santo para que se produjera su definitiva entrega a la Congregación.
Las constantes muestras y el sentido de pertenencia que demostraba Tania, hicieron que fuera admitida en el Aspirantado, aunque ello trastornaba los planes de Tania, que debería desplazarse a Roma para seguir los cursos de Aspirantado y posterior Profesión; por ello se veía obligada a tomar ese camino o volver a la Misión de Gabón en su condición de Cooperante comprometida, algo que ya le resultaba insuficiente para su vida.
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Dos meses después, ingresaba en el Convento, Aspirantado, Prenoviciado, Noviciado, todo en uno, que las Hermanas tenían para la preparación intensiva de sus jóvenes Aspirantes.
Para ella era como aterrizar en el Cielo, todo eran atenciones, ejemplos de abnegación y renuncias por parte de sus compañeras, que conocían la “vida y milagros” de quien se presentaba como Aspirante, cuando realmente había estado ejerciendo prácticamente de Misionera comprometida con la causa.
Algunos días, en el salón de actos, la Madre Superiora Maestra de Novicias, invitaba a Tania a compartir en la asamblea sus experiencias vividas durante su permanencia en África, lo que despertaba un entusiasmo inaudito en las Aspirantes e incluso en las Novicias, que se ponían en su lugar y ya se veían actuando en los lugares inhóspitos de Misión a donde fueran enviadas.
Tania se explayaba entrando en detalles de cómo se había ido mezclando en ambientes peligrosos para tratar de arrancar a cuantas chicas le fuera posible, les hablaba con cierto rubor de su encuentro con Philippe, de los contactos tenidos con Georgina y con Jukia, de los logros conseguidos mediante la ayuda del Padre Ignacio, y todo ello les sonaba a las jóvenes aspirantes, a una aventura que deseaban vivir en sus propias carnes.
También les ponía boca arriba, los peligros, vicisitudes, renuncias a que se había visto obligada a soportar y que no todo era campo de rosas, les explicaba como la especial colaboración, las oraciones y las ayudas de todo tipo que asistían su labor, por parte de las Hermanas de la Comunidad, sin cuyo auxilio y sobre todo el Divino, nada hubiera sido posible.
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Las chicas salían henchidas, de estas charlas, con propósitos firmes y convencidas de encontrase con el verdadero camino de sus Vocaciones, les servía y mucho para alimentar sus ilusiones aunque a más de una en el futuro se les frustrara esta Vocación y otras en cambio salían reforzadas y convencidas de que aquello era definitivamente lo suyo, ellas querían llegar a vivir las experiencias de que les hablaba Tania, a quien consideraban una heroína que sin votos , hacía una vida para sí quisieran muchas de las Profesas .
Como consecuencia de esta forma de vida, Tania se reafirmaba en sus convicciones, y se preparaba para dar el gran paso, su Profesión como Novicia, preparación intelectual le sobraba y ganas no le faltaban.
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CAPÍTULO XIII
Verdaderamente, decía la Superiora del Aspirantado: Ésta chica ha manifestado tener una clara Vocación para la vida monástica, ojalá su forma de pensar no cambie y se sostribe siempre en la oración y en llevar a efecto aquello que el Señor le demande, reflexiones que hacía en privado con la Madre encargada de la formación de Novicias, ésta a su vez aportaba datos menos optimistas, como era la larga estadística de abandonos, que por diversas causas, se habían producido a lo largo de su dilatada carrera como Madre de Novicias, unas por su débil Vocación, otras por su incapacidad de entrega sin pedir nada a cambio, las más por la dureza de vida que implica estar sometidas para siempre al cumplimiento de sus votos, aunque también reconocía que se conseguían auténticas Hermanas dispuestas a dar lo mejor de sí mismas durante toda su vida en favor de los demás, por todo y también por sus fracasos había que dar gracias a Dios, que consentía hubiera un lugar donde se cultivaban Vocaciones a su servicio.
Pasaba el tiempo de formación, y como Tania tenía la firme voluntad de entrega y una preparación académica e intelectual probada, fue propuesta por la Madre de Novicias para su Profesión como Hermana de la Congregación, ello se produjo ante la estupefacción del resto de Novicias, que aun llevando más tiempo formativo que ella no alcanzaban este grado, aunque nunca dudaron de los valores ampliamente demostrados por la ya Hermana Sor Antonia de la Misericordia, nombre de la Madre fundadora que tomó Tania el día de su Profesión perpetua.
La Madre Sor Antonia, fue enviada a España, se suponía o al menos ella así lo pensaba, sería enviada a la Misión de África en
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Gabón, donde había dejado lo mejor de sí misma, en una labor de alto precio en el sentido de haberse vaciado por completo por la causa, buena prueba de ello era el testimonio de Georgina y las compañeras que habían seguido su camino, componiendo un buen número en los talleres de corte y confección donde desarrollaban su nueva vida y con palpables muestras de la buena marcha de los talleres, que veían implementados sus esfuerzos con nuevas incorporaciones de chicas rescatadas y con los frecuentes encargos de empresas textiles de prestigio nacional, que hacían que su trabajo se viera compensado.
En cambio, los designios de Dios, así como los de la Madre General, que como suele decirse son inescrutables, tenían reservado a Sor Antonia otros destinos.
Había sido llamada a la Casa Generalicia, para ser enviada al Continente Sudamericano, concretamente a Brasil, donde había una Presencia de la Congregación muy potente e importante, debido a los muchos años de su fundación, quería la Madre General, potenciar y rejuvenecer dicha Presencia y había considerado las aptitudes de Sor Antonia para esta labor en la que tenía puesta su confianza.
Sor Antonia, no dudó ni un instante el nuevo mandato de la Madre General, además su obediencia le obligaba a ello, el tema del idioma no le preocupaba, un curso acelerado y se pondría al día, lo importante era la práctica y andaba en ascuas por que llegara el día de su incorporación a este nuevo destino.
Habían cruzado correspondencia por medios digitales, tanto con Sor Inés, Madre Superiora en Gabón como también con el Padre Ignacio y Georgina, todos felicitaban a Tania, ahora Madre
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Antonia, por su nueva Profesión, y le deseaban todo lo mejor en su nueva andadura por tierras sudamericanas, ésta a su vez contestaba con cartas llenas de optimismo y también de nostalgia por los tiempos en que se había sentido tan feliz en tierras africanas.
Estaba al corriente del buen hacer de la Casa de Acogida de Mujeres e insinuaba tratar de crear algo muy parecido en Brasil, el tiempo lo diría y si Dios así lo quería.
De nuevo a la Madre Antonia, le tocaba navegar por recónditos lugares jamás imaginados aun en su febril imaginación, se incorporaba a un novedoso mundo, donde no podía sospechar qué le esperaba, su confianza en Dios y en la ayuda de sus Hermanas harían el resto, pero esta vez sí que le parecía estar dando un salto en el vacío y sin red…
La Madre Sor Inés, debido a su siempre débil estado de salud, había tenido una recaída que limitaba sobremanera su quehacer diario, lleno de actividad, agenda repleta de citas, trabajos físicos e intelectuales de todo tipo, la administración de la Obra, la responsabilidad suprema que conlleva la dirección de un Centro, el peso de ser la responsable última de la Congregación en Gabón, la dificultad de entendimiento con la Administración Estatal, poniendo palos en las ruedas constantemente, el recurrimiento casi permanente al Sr. Obispo y autoridades eclesiásticas para luchar con otras religiones que trataban de imponer la suya en los centros educativos a cargo de las Hermanas y un sinfín de problemas de toda índole, habían conseguido tumbar la indomable voluntad de Sor Inés, aunque no la de su espíritu, que luchaba denodadamente por seguir adelante pese a las dificultades.
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Pero era evidente el deterioro físico de la Madre y en la Comunidad eran conscientes de ello, que observaban con preocupación los cambios que se estaban produciendo en la salud de la Madre Superiora.
La situación fue puesta en conocimiento de la Madre General, quien automáticamente cursó orden para que fuera repatriada a España, para ser tratada y también en prevención de males mayores, el problema que se le presentaba ahora a la Madre General, era cómo sustituir a Sor Inés, en una labor hecha a su imagen y semejanza, con unas características tan particulares como la creación de la CAM, que ahora quedaba en manos de Georgina, que tan siquiera era un Hermana de la Congregación, aunque su labor estuviera fuera de todo juicio negativo; pero no era dirigida por una Hermana de la Orden y esto era preocupante.
Sor Inés, no lograba entender que se produjera su traslado, al fin y al cabo ella estaba dispuesta a dar la última gota de su ser en aquellas tierras que para ella habían significado todo en su vida, no aspiraba más que a dejar su testimonio a seguir por otras Hermanas, que sin duda vendrían a continuar y hacer crecer su Obra; pero por encima de todo estaba la Obediencia y aquí no ponía resistencia alguna y se disponía a ponerse en manos de Dios y de sus superiores.
La despedida, por parte de las Hermanas fue de lo más dolorosa y al tiempo también de lo más alegre, las Hermanas que nunca habían tenido una ocasión tan propicia para demostrarle el cariño que sentían hacia la Madre, le prepararon una despedida jamás vista hasta entonces, el día de su partida a España, un coro de niños con banderitas y guirnaldas de flores, en dos filas paralelas a la salida del Convento, en el patio grande que servía de recreo entre
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las horas de clase se disponían a dar merecida despedida a la Madre, se habían congregado tanto los padres de los niños, colaboradores de la Casa, chicas internas, cuidadores de la Misión, Padres Claretianos, Autoridades Locales y un sinfín de personas que sentían verdadera devoción y admiración por la Obra de Sor Inés, daban un adiós emocionado y con lágrimas a quien habían tenido como una santa en vida, los canticos y música improvisados se perdían en el horizonte junto con el vehículo medicalizado que llevaba a la Madre al aeropuerto.
La Madre, no era consciente de esta despedida multitudinaria, pues los médicos la habían preparada para el viaje con sedantes y medicación pensando en su traslado que necesariamente conllevaba un riesgo; sin embargo en lo más profundo de su ser, notaba un calor especial que interpretaba como la aceptación de su nuevo estado y se ponía mentalmente en manos de Dios, como siempre había hecho en momento de gravedad y este lo era.
En España, fue recibida por una Comisión delegada para este cometido, entre los miembros que le recibían en el aeropuerto, se encontraba Sor Rosa, que enterada de la llegada de su íntima amiga y compañera, se había prestado voluntariamente y hacerse cargo, si la Superiora así lo consideraba, del futuro restablecimiento de Sor Inés, a quien ella admiraba profundamente y estaba al corriente de su buen hacer en tierras africanas, era una fiel admiradora de su Misión y quería ocuparse de ella personalmente.
Parecía que aquel apelativo de “Ángel de la Guarda” que habían dado a Sor Rosa, volvía a hacer acto de presencia en momentos delicados de su amiga y admirada Agnès, que
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acompañaba su ingreso en el hospital, donde ya habían previsto llevar adelante el tratamiento de su delicada salud.
Un concienzudo trabajo por parte del equipo médico, para descartar cualquier enfermedad de tipo tropical o epidemiológico, dado que la paciente procedía de África, confirmaban y así lo hacían saber a la Superiora, que los análisis daban una enfermedad grave, una mutación cancerígena que presentaba mal diagnóstico en principio y que ampliarían los estudios para dar con el tratamiento más adecuado al caso.
La preocupación de la Madre, como de Sor Rosa, crecía a medida que se conocían nuevos datos de la enfermedad que portaba Sor Inés, todas las hermanas de la Comunidad, reunidas en la capilla del Convento, elevaban fervientes oraciones por la preocupante salud de la Madre, fueron días de comunicados a la Superiora General de la Congragación, también por parte de Sor Rosa que se mostraba abierta a cualquier sugerencia incluso ofreciendo su Residencia para la posterior recuperación de la Madre, y que también puso en conocimiento del Padre Lorenzo, amigo de ambas Religiosas, quien al tener noticia de ello inmediatamente dispuso se contara con él para cuanto fuera necesario.
Todos los intentos y cuidados en el tratamiento llevado a cabo en el hospital, dieron como resultado final, una enfermedad grave incurable, que no se podía atajar, el pronóstico era pues poco menos que de desahucio, tratarían de paliar al máximo el deterioro progresivo que la enfermedad producía en la paciente; pero poco más se podía hacer.
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Sor Rosa fue autorizada por la Superiora a que la paciente fuera trasladada a la Residencia, sin que ello en ningún momento pudiera hacer pensar que se desentendían de la paciente, todo lo contrario, entendían perfectamente que la atención que recibiría la Madre en manos de Sor Rosa, sería más específica que la que le podrían proporcionar en el Convento, teniendo que atender a las necesidades de la Comunidad y las obras que llevaban adelante, todo ello fue consensuado con la Madre General, que accedió gustosa a que así fuera.
Cuando Sor Antonia, (Tania), tuvo conocimiento de lo sucedido, pues la noticia atravesaba las fronteras, sintió un profundo dolor en su interior y pensaba que Dios escribe derecho con renglones torcidos y sus planes no son nuestros planes; pero el dolor que sintió al tener la noticia invadía todo su ser, había sido piedra angular en su vida y modelo de entrega a la Congregación y por ello era admirada y reverenciada al tiempo que elevaba oraciones por que se hiciera la voluntad de Dios.
Finalmente, como por otra parte se esperaba, una mañana, cuando el personal encargado de la limpieza de las habitaciones de la Residencia entraba a realizar las labores diarias, encontraron a la Madre en una actitud de paz, la cara sonriente, una expresión dulce en su rostro, parecía dormida; pero había entregado su espíritu…
El Padre Lorenzo, fue llamado a la Residencia, ya le había administrado días antes los últimos Sacramentos y solamente pronunció una frase que a Sor Rosa se le clavó en el alma:
“Un libro, como un viaje, comienza con inquietud y se termina con melancolía” (José Vasconcelos).
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Al parecer la vida de Agnès había comenzado a ser conocida en un Hospital y así mismo terminaba en otro lugar parecido, en una Residencia.
Su cadáver fue trasladado al Convento, para ser expuesto y recibir las exequias y honores fúnebres con la presencia de la Madre General, que no cesaba en presentar a Sor Inés como un ejemplo a seguir y una verdadera santa…
Por fin aquel hilo de Ariadna, buscado por el autor, daba como resultado un relato, que sin querer ser moralina de nada, deja patente la vida de cientos de mujeres que dan su vida por causa de sus semejantes y hacen bueno aquel dicho de: “Nadie ama más a sus semejantes, que quien da la vida por ellos”.
A estas heroínas de vida anónima, va dedicado este trabajo…
(El autor)
Madrid, 24 de Julio de 2015
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“REZAR EL PADRE NUESTRO”
Objetivo:
Vamos a recrearnos rezando el Padre nuestro, despacio, palabra por palabra.
Comentado a la Luz del Evangelio por
(Florentino Santos Barbero)
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ORACIÓN DEL PADRE NUESTRO
Vosotros orad así:
«Padre nuestro, que estás en el cielo,
Santificado sea tu nombre;
Venga tu reino;
Hágase tú voluntad
En la tierra como en el cielo;
Danos hoy el pan que necesitamos;
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
A los que nos ofenden;
No nos dejes caer en la tentación;
Y líbranos del mal.»
(Mat. 6, 9-13)
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PADRE
Si hay alguna palabra que merezca nuestra consideración, sin duda es la de
Padre.
Si además este Padre es con mayúsculas, aún más...
El Padre, Dios Padre, nos retrotrae de inmediato al padre del Hijo Pródigo.
Es de gran consuelo, sobre todo para quienes perdimos en la niñez al nuestro, poder gozar gracias a la fe, de un Padre.
Además un Padre que todo lo puede, que es infinito, que constantemente nos dá muestras de su cariño, a poco que estemos dispuestos a establecer dialogo con Él.
Por tanto la palabra “Padre”, adquiere relieve y valor eternos, no pasará en el tiempo, estará con nosotros todos los días de nuestra Vida, siempre con los brazos abiertos y su mano tendida a nuestras necesidades.
El Padre, con mayúsculas, no es autoritario, no impone condiciones, no atosiga, no exige, no lleva cuenta de nuestra debilidad, está presto a oírnos sin que para ello debamos pedir, audiencia: “Fijaos en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en granero, y sin embargo vuestro Padre
Celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mt 6—26).
Por ello, tenemos que vivir sin miedos, siempre tenemos al Padre velando por nosotros, aunque haya ocasiones en las que no le entendamos, ocasiones en que pensemos que no quiere oírnos, que pasa de nosotros, que las cosas no resultan como nosotros querernos o esperamos, que no nos dá aquello que le pedimos, etc.
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Sin embargo Él está ahí, junto a nosotros, esperando sencillamente que contemos y acudamos a Él...
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NUESTRO
Cuando decimos “nuestro”, estamos diciendo y queremos decir que es Padre de todos, de toda la Humanidad de la cual nosotros formamos parte, que no es solamente mío, es de cuantos nos rodean, que todos formarnos una familia.
Se deduce entonces que todos somos hijos del mismo Padre, por tanto todos somos también hermanos.
Hermanos aunque siquiera nos conozcamos, tan hermanos como los de la propia sangre es aquel que vive en la calle tirado en el suelo, otros que aparecen en los medios de comunicación: Televisión, cine, prensa, etc.
Al decir “nuestro”, no excluirnos a nadie porque el Padre así lo quiere, es más admite como hijos a quienes no le conocen, a quienes conociéndole no le tienen en cuenta, le ignoran y a veces le insultan y ofenden.
En cambio este Padre nuestro, no renuncia a esta paternidad antes al contrario, permanentemente nos está invitando a que reconozcamos que nos ama, hasta el extremo de enviarnos a su Hijo Unigénito como modelo de hermano nuestro.
Hay veces que pensamos que el Padre nos pertenece solo a nosotros los creyentes, los escogidos, los recomendados y olvidamos que al rezar y decir
“nuestro” estamos incluyendo al resto de nuestros iguales, a toda la Especie
Humana.
Es decir, que convertirnos la palabra “Nuestro “en la síntesis de nuestro palmario egoísmo”.
Solamente nos queda, admitir por nuestra parte, que el Padre es de todos:
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Creyentes, practicantes, agnósticos y pensar cuando decimos “Nuestro”, que incluimos explícitamente a todos: amigos y enemigos, todos sin excepción... '
De tal forma que cuando recemos el Padre Nuestro, tengamos en cuenta que al pronunciar esta palabra, nos unimos a las necesidades, miserias, pecados y que las reconocemos como nuestras también.
Que solamente nos podemos dirigir al Padre con coherencia, si admitirnos que nuestra solidaridad se extienda a todos nuestros congéneres, que no gozamos de patente de exclusividad por el hecho de ser cristianos, haber nacido en un determinado lugar, tener conocimiento de nuestra religión y sobre todo, debemos querer para el prójimo lo que para nosotros mismos... .
Dios Padre es Padre de todos y un padre no hace distinción entre unos hijos y otros.
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QUE ESTÁS EN EL CIELO
Cuando Cristo nos enseñó a rezar, lo hizo con la oración del Padre Nuestro.
No quiso dejar duda alguna de que el Padre, a quien nos tenemos que dirigir, está en el cielo.
Si yo hubiera estado allí personalmente, en esa ocasión concreta y en ese Lugar...Le hubiera preguntado a Jesús: Porqué el Padre, a quien consideramos cercano a nosotros, está físicamente tan lejos...?
¿No es cierto, que hay veces en las que parece no estar tan próximo a nosotros...?
¿Por qué Dios Padre, no está aquí en la tierra, como está en el cielo, a nuestro lado, con nuestras carencias y necesidades, viviendo nuestras alegrías y nuestras tristezas, no es así como hacen los padres...?
Nosotros sabemos que mediante la oración nos ponernos en sintonía y comunicación con Dios Padre.
Tenemos la certeza de las palabras de Jesús: “También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
(Mt 18—19, 20)
Sin embargo, echamos de menos su presencia física, al menos en momentos puntuales de extrema necesidad.
¿No será, que hemos prescindido de Dios...?
¿Será más bien, que le hemos situado lejos de nuestras vidas...?
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Que le hemos ubicado, bien lejos, en el cielo, para que, no incomode...?
Ahora bien, no olvidemos que nuestra condición humana, limitada, nos lleva a pensar así.
Recordemos las palabras que permanentemente martillean en nuestra conciencia:
“Si alguno dice: “Ama a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a
Dios a quien no ve» (1 Juan 4 -20).
Esperamos en cambio, que la Misericordia del Padre, no tenga en cuenta éstas consideraciones, nacidas desde nuestra condición de seres de la tierra y nos lleve cabe si, a contemplar su rostro en el cielo eternamente...
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SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu Dios, te va a dar”
(Exd. 20,12) y (Mc. 7,10).
Si admitimos que Dios en nuestro Padre y a Él nos dirigimos para rezarle...
Como no honrar y santificar el nombre del Señor nuestro Dios Padre, si de antaño se tenía asumido este precepto...
Hoy día pasamos de este y otros mandatos, pensamos que Dios no necesita que nosotros santifiquemos su nombre, se da por supuesto que Dios es Santo
y, punto.
No obstante, aparte de que no se santifica su nombre como Él espera de nosotros, por ser nuestro Creador, hay quienes además lo deshonran, blasfeman, ponen su nombre en falso, etc.
Nosotros los creyentes, cuando rezamos la oración del Padre-Nuestro, queremos de forma inequívoca honrar a Dios Padre, santificar su santo nombre, darle honor y gloria en la medida de nuestras pobres posibilidades.
Tengamos presente que Dios, aún en nuestras limitaciones, lee en el fondo de nuestra conciencia, sabe de nuestra intención, reconoce nuestro agradecimiento y el esfuerzo por darle culto ofreciéndole lo mejor de nosotros mismos, nuestro corazón.
No caigamos en el desdoro y tengamos bien presente aquellas lapidarias
Palabras del Evangelio: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según esta' escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Mc. 7,6)
Terribles palabras que habremos de tener muy en cuenta, cuando recemos, no siendo que digamos una cosa y luego nuestra Vida refleje otra, a veces bien contraria.
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Se nos pide seamos coherentes, no podemos acercarnos a santificar el nombre de Dios y no respetar el nombre de nuestros hermanos, es decir no llevar a último extremo lo que Dios quiere para todos.
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VENGA TÚ REINO
“Mi reino no es de este mundo... ” (Jn. 18 — 36)
Por eso, Señor... Que sea tu Reino, no otro.
Que venga tu Reino sobre nosotros. El Reino de verdad, de Paz, de Justicia.
No el Reino de los hombres, que es pan para hoy y hambre para mañana.
Tú lo dejaste bien claro, cuando ante Pilato dijiste: que podías emplear la fuerza, mandar a tus ejércitos, pero no lo hiciste.
Queremos, y así te lo pedirnos, que venga a nosotros tu Reino, no el de la fuerza y el poder, no el de la opresión del hermano, sino el Reino del Amor.
Te pedimos Señor, que se establezca tu Reino aquí en la tierra, que no se cometan injusticias, a veces en tu Nombre, que estemos siempre dispuestos para el servicio a los demás, que nuestro poder se fundamente exclusivamente en nuestro ejemplo a los hermanos.
Que envíes tu Reino de Esperanza y Misericordia, allí donde apenas tienen algo que esperar.
Haz Señor ver a los poderosos de la tierra, que su Reino es efímero, que si acaba.
Establece Señor aquí en la tierra, el Reino que tienes preparado para quienes has elegido.
Te pedimos Señor, que pues estamos llamados a gozar y participar de la Gloria de tu Reino, sepamos dar muestras fehacientes, aquí en la tierra a quienes nos pidan razón de nuestra Esperanza, mediante nuestro testimonio de fidelidad a
Ti Amén.
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HÁGASE TU VOLUNTAD
Ahí es nada Señor, pedirte que se haga tu voluntad, cuando estamos siempre imponiendo la nuestra...
¿Pero, estamos dispuestos a aceptar tu Voluntad...?
Una vez te dijeron: “Oye Ahí están tu madre y tus hermanos que quieren hablar contigo”.
Respondió Jesús al que se lo decía: ¿Quien es mi madre, y quienes son mis hermanos…?
El que cumple la VOLUNTAD de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
(Mat.12 —47, 50)
En otra ocasión dejaste bien claro, como siempre, con tus palabras lo siguiente:
«No todo el que me dice: Señor, Señor Entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la VOLUNTAD de mi Padre que está en los cielos» (Mat. 7 —21)
Así pues Señor, nos dejas sin alternativas posibles, si te pedimos que se haga tu voluntad, debemos entender que renunciamos a que se haga la nuestra, casi siempre caprichosa y sin altura de miras.
Nuestro egoísmo nos lleva a veces a todo tipo de incongruencias, por una parte te pedimos se haga tu voluntad y acto seguido, pretendemos imponerte que más bien sea la nuestra la que se lleve a efecto.
En una palabra, pretendemos sobornarte, llevarte a nuestro terreno, que no siempre coincide con tus planes para nosotros.
Ayúdanos Señor a comprender que con que se haga tu voluntad, también se cumplirá la nuestra y con creces.
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Enséñanos a que sepamos aceptar tu voluntad, aunque en ocasiones nos cueste entenderte.
Si es tu voluntad la que se hace y no la nuestra, seremos llevados de tu mano camino de la Gloria del Padre.
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EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
Te pedimos Señor, que tú voluntad se cumpla también en nosotros, aquí y ahora, en nuestra Vida. ¿Qué mejor cosa podemos pedirte y desear para nosotros, que no sea, que se haga tú Voluntad...?
Muchas veces pretendemos que haya dos maneras para que se lleve a cabo tú voluntad, una para la tierra y otra para el cielo. No queremos admitir que te pedimos se haga tú voluntad tanto en el cielo como en la tierra, es decir de la misma forma, como Tú quieras...
Pensamos que aquí en la tierra, tienen que hacerse las cosas a nuestra medida, a nuestro antojo, para eso nos has hecho libres.
En el cielo, bueno, que se hagan como Tú quieras entre otras razones, porque allí no estamos nosotros, sino Tú.
Con frecuencia tratarnos de que nuestras opiniones, sean como las tuyas, a fin y a costa de que seas Tú quien coincidas con nosotros y no al revés.
Estamos seguros de que si tú voluntad en la tierra fuera como es en el cielo, no habría tan mal rollo, tanto dolor, tanto mal... Sería el cielo aquí en la tierra.
Sin embargo, te seguimos pidiendo todos los días, que se haga tú voluntad y, no la nuestra. ¡Qué Lección, nos diste una vez más, en Getsemaní!:
“Padre, si quieres aleja de mi esta copa de amargura; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya” (Lc.22 , 42).
De tal manera Señor, queremos llegar a comprender, que estando de tu mano, cumpliéndose tu voluntad, nada debemos temer, nada debemos desear.
Concédenos Señor, que nuestro corto paso y estancia en la tierra, sea un preparación para nuestra permanencia eterna en el
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cielo, y que nuestras obras siempre estén en consonancia con tu voluntad, no con la nuestra.
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DANOS HOY EL PAN OUE NECESITAMOS
Ni más, ni menos, que el pan que necesitamos...
Eso es lo que te pedimos. Pero claro, nosotros no nos conformamos solo con eso, con que nos des el pan cada día, queremos nos concedas más, más cosas aunque no siempre las necesitemos. Nosotros vemos que los demás las tienen y no queremos ser menos, Señor, queremos ser como los demás, pero como los que más tienen, no como los que apenas tienen nada.
¡Qué pronto, se nos han olvidado tus palabras!:
“Jesús se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: “Si uno quiere ser el primero, sea el ultimo de todos y el servidor de todos” (Mc. 9 — 35)
Y es que Señor, abusamos de tu generosidad, nos has dado la Vida, una familia, un hogar, comodidades, y tantas y cuantas cosas... Y sin embargo, no estamos conformes, además de todo esto que nos concedes gratuitamente, nos das el pan de todos los días...
Pero Señor, cuando con las manos extendidas te pedimos nos des el pan que necesitamos, queremos expresarte y pedirte que el pan sea para todos los hermanos, todavía hay quienes no tienen pan, tienen hambre y sed de Justicia,
y además hambre y sed físicas, para ellos Señor te pedimos todos los días el pan, que tal vez a nosotros nos sobra.
Y te pedimos nos ayudes a comprender, que no debemos comer el pan que corresponde a los demás.
Enséñanos a compartir con ellos los dones que nos concedes y de los que nos haces administradores.
Haznos entender, y llevar a la práctica tus palabras en el Evangelio, cuando nos decías:
“Vosotros pues, no andéis buscando qué comeréis y qué beberéis; no estéis ansiosos. Buscad más bien su Reino, y Él os dará lo demás... ” (Lc.12 —29 ,31)
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PERDÓNANOS NUESTRAS OFENSAS
Te lo pedimos todos los días, que nos perdones por lo mucho que te hemos ofendido y te ofendemos. Tú que nos has dado todo...
“Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra Ti Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros... ” (Lc.15— 18,19)
Nuestros pecados son tan grandes, que solo Tú puedes perdonarnos Señor...
Abusamos de tú Misericordia infinita y una y otra vez ponemos en solfa tus
Mandamientos.
Pero perdónanos sin paliativos, sabemos que nos tratas como el padre al hijo
Pródigo Nos diste a tu Hijo, como Señor y Redentor de nuestros pecados y Él cargó con
Nosotros en cambio nuestras culpas. (Gal.3 -13). nos quedarnos tan tranquilos.
No, Señor, en el fondo de nuestra alma, nos queda el dolor y el pesar de haberte ofendido, por ser Vos quien sois, y por ello te pedimos una y mil veces nos perdones.
Nos has creado tan Libres, que podemos hasta ofenderte, así de soberbios somos, Señor... En cambio Tú nos creaste para que fuéramos santos e irreprochables:
“Vosotros por el contrario, sed santos en todo vuestro proceder como es Santo el que os ha llamado, pues está escrito: Sed santos, porque yo soy Santo” (1 Pe.1.15, 16)
Pero nuestra inclinación al pecado, nos hace vulnerables y no hay excusa,
Señor, también los Ángeles se rebelaron contra Ti y los expulsaste del Paraíso...
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En cambio a nosotros, nos perdonas, nos mandas a tu Hijo, te alegras cuando un pecador se convierte y nos das mil oportunidades de arrepentimiento sencillamente porque eres nuestro Padre.
Te pedirnos Padre, no te canses de nosotros, no lleves cuenta de nuestras culpas, haznos limpios de corazón, para que podamos gozar de tu presencia.-
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COMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS OUE NOS OFENDEN
Siempre que rezo esta parte del Padre-Nuestro, me asaltan los mismos pensamientos:
¿Somos conscientes de lo que estamos pidiendo, con esta advocación? ¿Nos damos cuenta de que estamos poniendo limites a la voluntad de Dios para que nos perdone…?
Le estamos pidiendo a Dios que solo, nos perdone en la medida en que nosotros perdonemos a los demás. ¿No nos han dicho:
“Vosotros que me escucháis os digo:
«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian..,» (Lc. 6 — 27,28).
Y también: “Tratad a las demás como queréis que os traten a vosotros”.
Si admitís a los que os aman, ¿Que mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. (Lc. 31,32).
Otra vez, de nuevo queremos chantajear a Dios diciéndole:
Mira, me tienes que perdonar porque lo que he hecho contra Ti, no es sólo culpa mía, las circunstancias de la Vida, me han llevado a ofenderte, abandonarte y olvidarte.“
Y es que los demás, la misma excusa de Adán..., los otros me inducen, me seducen, me obligan con sus malos ejemplos, no me dejan ser como yo quiero ser, me ponen trampas, me hacen caer en definitiva.
La Vida, la sociedad y todo, es una invitación y está hecho y pensado para incumplir tus preceptos...
Pero Tú Señor, nos inquieres permanentemente, nos muestras cual ha de ser nuestra línea de conducta, nos dices: “Entrad par la
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puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por él. (Mt.7— 13)
De la misma manera que nos recuerdas: “No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis y Dios no as condenará; perdonad y Dios os perdonará. (Lc.6,37)
Así pues, Señor, no tenemos excusa posible y nos has dejado bien claro, que en la medida en que perdonemos seremos perdonados, con lo cual el perdón te pedimos depende en buena medida de nosotros mismos.
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NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN; Y LÍBRANOSDEL MAL
“Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu Santo, donde el diablo lo puso a prueba durante cuarenta días” (Lc. 4- 1, 2)
No te pedimos Señor que nos libres de la tentación, no vamos nosotros a ser más que tu Hijo…
Pero si te pedimos que nos libres de caer en ella, que nos ilumines y nos concedas tu fuerza para rechazar una y mil veces las tentaciones que nos acechan y a las que nos vemos sometidos todos los días de nuestra Vida.
Sabemos que Tú nos purificas en la prueba: “Como el oro en el crisol” (Prov.17-3)
Querernos pedirte, eso sí, que nos libres de todo mal. Sobre todo del odio, de la envidia, la venganza, la maledicencia, la deshonra, el deshonor, la injuria, etc.
Líbranos también, Señor, del dolor físico, pero sobre todo del dolor que nos produce ofenderte y separarnos de Tí
Acógenos en tu seno, a la hora de nuestra muerte.
Alcánzanos la Gloria que nos has prometido.
Sálvanos no por nuestros méritos, sino por los de Tu Hijo Jesucristo.
Él quiso morir, por nosotros, para librarnos del pecado y de las penas del infierno.
También te lo pedirnos, por mediación de tu Santísima Madre María, Corredentora y abogada nuestra.
A Ella, le pedimos diciendo: ¡Madre de todos los hombres, enséñanos a decir
Amén.
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Oración final
¡Señor!, no sé qué tipo de tierra soy, seguramente: Seca, vieja, baldía…
Quiero Señor pedirte: Que metas en mí la reja de tu arado, que abones mi tierra para con tu siembra, dar fruto...
Ya es tiempo de dar frutos, de corresponder a tanta gracia, como me has dado...
Has puesto en mi camino, en mi vida, ejemplos de santos como Domingo Savio, Don Bosco y tantos que como luz y sal han sido levadura...
Te pido, me llenes de su luz y ya que no puedo ser luz, ser al menos reflejo de ella...
Te pido ser sal, allí donde quiera que esté, pero sobre todo, te pido ser levadura y que mis obras hablen de tu grandeza. Amén...
Marzo 2018 (FSB)
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UN LORO, ALGO MÁS QUE UNA MASCOTA
A mi hermana Dori y
a mi hermana Candeli (q.e.p.d.)
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FLORENTINO SANTOS BARBERO
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—Me llaman koko, —kokito— coloquial y familiarmente, que quiere decir en idioma, fang / loro…
Se me suele conocer con el nombre de loro Yaco. Loro Gris africano de cola roja.
Soy procedente de Guinea Ecuatorial, concretamente de Malabo la capital, antigua colonia española, de ahí que se hable todavía español en muchos lugares del país.
Nací en el año mil novecientos ochenta y nueve, por tanto actualmente tengo una edad de casi treinta años, edad según dicen todavía joven para un loro “Yaco”, aseguran podemos vivir cerca de cien años, hay un dicho popular que dice: “Los loros a los cien años pollos”.
Fui capturado, apenas cuando tenía un mes de vida, junto con alguno de mis hermanos, por un individuo de barbas y aspecto ordinario, vestido con un atuendo militar que nunca olvidaré, su cara denotaba una ferocidad poco común, su mirada enrevesada y cetrina, su tez quemada por los vientos alisios y el clima tropical del lugar, en definitiva un aspecto que infundía terror.
Subió con destreza a la palmera alta en la que me encontraba, cogió a uno de mis hermanos y a mí, nos introdujo en una bolsa que llevaba colgada de la cintura y descendió, con ánimo de volver a la captura nuevamente de otros congéneres míos, así una y otra vez, hasta conseguir el lote que le habían encargado y que luego cambiaría por cualquier pertrecho o unas zapatillas deportivas o tal vez alguna que otra moneda CFA, a veces a cambio de algo de comida, que también andaba escasa por aquellas latitudes, debido al régimen absolutamente dictatorial de los mandamases de turno, generalmente miembros todos ellos de la misma familia por tiempo indefinido.
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Me adquirió un Cooperante Español, a cambio de una pequeña dádiva, a mí y a un hermano mío.
Emprenderíamos un incierto viaje a España, incierto porque era el mes de Agosto, mes en el que suele hacer más calor del año en España y también porque fuimos introducidos, mi hermano y yo, en una lata de conservas, que pese a unos agujeros para que circulara el aire, en una mochila de viaje, junto a las pertenencias de mi nuevo amo, en un viaje de más de ocho horas en avión, soportamos temperaturas realmente altas, aunque estábamos acostumbrados a un clima tropical como el de origen, pasamos por momentos de verdadera angustia, llegamos a pensar que no podríamos resistir tal viaje.
Por fin llegamos a nuestro destino con la incógnita de saber si nos dejarían pasar la Aduana, pese a disponer de una guía o certificado veterinario de estar en perfecto estado y libres de enfermedades, que aquí llamaban tropicales.
Mi primer contacto, ya separado de mi hermano, fue la llegada a casa del Cooperante, a quien estaban esperando con verdadera ansiedad y alegría su familia, eran más de dos años sin el calor familiar y esa ausencia hacía que la llegada fuera aún más celebrada con abrazos, besos y todo tipo de efusivos detalles y cariños, que en la ausencia no habían podido dispensarle.
Fui liberado de mi cárcel, salí por primera vez a la luz de un cuarto de baño, entendí que mi libertad era a cambio de mi buen comportamiento y lo primero que me ofrecieron fue un recipiente con agua, posteriormente comida preparada por entendidos en aves exóticas y una gran jaula con pedestal que adquirieron mis nuevos dueños, tratando de conservar el recuerdo vivo que su familiar había traído de tierras africanas…
Había comenzado para mí, una nueva vida, me situaron en una gran ventana, dentro de la jaula, en una habitación con mucha luz, con vistas a un jardín, en él había palmeras, abetos, olivos y un
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entorno de pinares por doquier, lo cual se asemejaba mucho a mi lugar de origen, solamente echaba de menos el gorjeo de aves tropicales, como yo, los amaneceres africanos, que dicen son inolvidables, el entorno con el mar de fondo de mi lugar de nacimiento, la compañía de mis padres que me alimentaban con insectos y bayas de frutas y sobre todo la libertad de aletear, todavía no había aprendido a volar y surcar las infinitas dunas y valles de aquel idílico entorno…
Poco a poco, me fui familiarizando con mi nuevo domicilio, los amaneceres no eran los más idílicos precisamente, echaba de menos los trinos y sonidos de la selvática África, además por la noche me cubrían con una tela, le llamaban pijama, para que no molestara a los vecinos que no eran madrugadores.
Con mis primeros pinitos ensayos de canturreos y repetición de sonidos y palabras que durante el día iba guardando en mi disco duro, me fui granjeando la atención de mis dueños, cada avance en este sentido les colmaba de alegría y les faltaba tiempo para comunicárselo a sus amigos y familiares.
Estaban contentos conmigo, porque yo también demostraba mi adaptación al medio y mis canturreos y parlamentos les llenaba de gozo, era el pago a sus muchas atenciones hacia mí, me limpiaban la jaula, los comederos, me bañaban etc.
Elegí como miembro destacado de la familia a quien sería mi mentor y guardián en aquella mi nueva vida, era quien en principio se ocupaba y preocupaba por facilitarme la comida y bebida todos los días, yo miraba con expectación su comportamiento hacia mí, me sacaba de la jaula, me ponía sobre su hombro, yo encontraba calor y aprecio junto a su cara y empezaba un idilio, que todavía al día de hoy continúa.
Cada vez que esto ocurría, es decir cuando me sacaba de jaula, me venía a mis mentes la osadía de salir volando y escapar de aquella situación, nunca tuve el cuajo suficiente para llevarlo a
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término y traté de acomodarme a mi nueva vida, que tan poco era tan mala, solo tenía que de vez en cuando realizar cualquier carantoña y mis dueños se darían por conformes.
De vez en cuando venían a casa familiares o amigos e incluso niños y yo era la atracción preferida, unos me silbaban, otros se entusiasmaban viendo como cogía con una pata las chuches que me prodigaban, les hacía mucha gracia verme sujeto con una sola pata a un palo forrado de una especie de lija, para que mis afiladas uñas no lo fueran tanto, y ver como con la otra pata utilizada como si de una mano se tratara me acercaba a mi curvo pico el sabroso bocado ofrecido, siempre advertían a los visitantes de mi mal carácter y que no se fiaran pues podía llegar a darle tal picotazo que jamás olvidarían, en este sentido la advertencia a los niños era más que explicable.
Pese a todo, gozaba de un estatus muy especial, se me consideraba parte de la familia, era un ser vivo y diferente a los cuadros de pintura de la casa numerosos y cuya autoría era la de la señora de la casa, los libros que se amontonaban por docenas en las estanterías de cualquier habitación, también algunos de ellos el autor era mi dueño; sin embargo mi estado de “ser” animado me daba una consideración especial y marcaba la diferencia.
En todo caso, yo me consideraba privilegiado, además del trato cariñoso que me prodigaban mis dueños, vivía en un lugar idílico pese a estar encerrado en una jaula, por cierto un día me sacó de la misma mi dueño y traté de echar a volar, mi instinto así me lo pedía, e inicié el vuelo por un largo pasillo de la casa pero terminé chocando con una pared del salón, pese a un largo recorrido, nunca más lo intenté.
Junto a mi ventana, de vez en cuando vienen visitantes de mi especie, cotorras, urracas, gorriones, y unos pájaros de pico amarillo que por la primavera aparecen en el jardín y que llaman mirlos y algunos cucos, no confundir con kokós, ese solo soy yo.
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También para mi gozo y distracción frente a mi ventana, pasado el jardín, hay un patio de recreo de uno de los Colegios que por el entorno de la casa existen, en él , como hoy que ha nevado, una novedad para mí que no conocía, juegan y corretean un sinfín de niños, que con sus gritos llaman mi atención, juegan a tirase unos a otro bolas de nieve, y todos los días a la misma hora salen a ese gran patio a dar rienda suelta a sus juegos, siempre gritando de alegría y libertad.
Solamente dejan de disfrutar del libre albedrío al sonar de una sirena, o a veces una música clásica, que indica hay que volver a la rutina de los deberes
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Junto a la casa hay un Centro Cultural de Actividades lúdicas, en la que se inscriben personas de todas las edades para llevar a cabo actuaciones de tipo Cultural: Lectura, Música, Pintura, Informática, Gimnasia, Yoga, Bailes de Salón y disciplinas encaminadas más bien a personas mayores, que más adelante iremos dando cuenta de ello.
A veces, cuando hay alguna celebración, fin de curso, patrón del Centro, etc. Llevan a cabo actuaciones al aire libre , en una gran terraza que hay en las inmediaciones del Centro, organizan rifas, bailes, concursos de tortillas y hay un salón, donde ponen y exponen al publico sus obras realizadas durante el curso: Labores de costura, Cuadros de pintura amateurs, contratan a un hombre - orquesta y bailan y meriendan e intercambian entre sí , lo que hace que para mí sea un día diferente y salgo de mi monotonía, a veces
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asfixiante de encontrarme entre los barrotes de mi jaula, jaula dorada; en mi caso de acero inoxidable, pero jaula al fin y al cabo.
Dicen que mi especie tiene una capacidad asombrosa para emitir sonidos e imitar ruidos, hablar, lo llaman; pero lo que no saben es que también tenemos capacidad de pensar, de entender y de expresar con nuestro talante, a veces alegre, otras no tanto, nuestro estado de ánimo hasta el punto de poder llegar a deprimirnos y a mí por ejemplo me da por arrancarme las plumas de mi pescuezo, una llamada de atención a mis dueños de que algo no va bien.
Hay quien piensa que manifestamos el estado de ánimo de nuestros propios dueños, otros que demostramos nuestro malestar, al menos yo, dando picotazos contra la jaula, contra el suelo de la misma, destrozando cuanto encuentro a mi rededor, ya me han tenido que cambiar en dos ocasiones las bandejas y el soporte de la jaula, debido a mis cabreos, tal vez porque no sé explicarme de otra forma y pese a todo no estoy lo que se dice precisamente contento, o contenta, pues mis dueños no se atreven a decir si soy macho o hembra, y no será porque no lo he mostrado; porque aunque parezca mentira en una ocasión puse un huevo, y se armó un gran revuelo pues todo me llamaban lorito y ahora yo demostraba que era una lorita.
—Koko: Mis dueños consultaron esta novedad con los especialistas que preparan la comida y les aseguraron que aunque no era muy corriente, sí era normal que esto ocurriera.
De vez en cuando me cabreo porque siempre me ponen la misma comida y me aburro, manifiesto mi enfado y de vez en cuando me obsequian con alguna chuchería para darme “cuartelillo” fruta fresca, algunos frutos secos, diferentes a la comida ordinaria, con el tiempo he demostrado que puedo comer de todo, hasta comida casera si llega el caso; no obstante las
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recomendaciones al respecto es que no se me den más que frutos secos y estoy hasta la cresta de pipas de girasol.
Por eso en alguna ocasión me cambian el menú y me traen una mezcla preparada de comida específica para loros de mi especie, es una mezcla con vitaminas dicen que para regenerar el plumaje, no me hace mucha gracia.
Como tal hembra, aunque de mi especie, entiendo la capacidad de los humanos de considerar a las hembras como “cotorras” habladoras, dicharacheras, locuaces, y no me importa reconocer que no me desagrada estas puntualizaciones y haciendo gala de esa capacidad, ignorada por los machos, voy a ir desgranando a mi entender y con un lenguaje prestado por mi autor el acontecer diario de mi entorno, la apreciación y modo de pensar de un pájaro, con una mirada (a vista de pájaro), nunca mejor dicho, y a través de un humano, no es la primera vez que esto ocurre, autores de reconocido prestigio, han utilizado gatos, perros y otros animales, llamados mascotas o de compañía, para poner en boca de los mismos los pensamientos e ideas de sus amos, en este momento me viene a la mente el gran Juan Ramón Jiménez en su obra inmortal Platero y yo, en alguna ocasión alguien escribió un párrafo que decía: —«Así Platero, liberado de toda conciencia, se abandona al fantaseo panteísta del poeta en una narración destinada a los sin edad »— como un clarísimo ejemplo de que esto es posible y no es la primera vez y seguro no será la última.
Creo haber dejado claro, que no soy yo realmente quien pone negro sobre blanco lo que aquí se está relatando, sino una excusa para desde la perspectiva de una “cotórrida” comenzar esta andadura, que bien podía titularse:
—Kokito y yo—
Lo cierto es que hoy día está muy de moda lo que se ha dado en llamar —Humanización de mascotas—, se han escrito infinidad de artículos en este sentido unos positivos y otros menos acertados.
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Ciertamente los extremos nunca han sido bien vistos, si también es cierto que hay personas que gracias a sus mascotas han encontrado el equilibrio en sus vidas, como remedio terapéutico unas veces y otras por recomendación psicológica ante una depresión o soledad del individuo.
De estas premisas a el mal uso que algunos dueños dan a sus mascotas, sobre todo en los ambientes caninos, vestimentas y adornos, a veces rayando la opulencia, como quien manifiesta su frustración e incluso el orgullo de poseer riquezas hasta para derrocharlas con sus mascotas, no olvidemos por ejemplo esos collares con gemas de alta calidad y con precios prohibitivos con que algunos dueños tratan de distinguir a sus mascotas del resto.
Hoy se han montado auténticos negocios con la alimentación y enseres variopintos para las mascotas, auténticos templos dedicados a la última moda en vestidos de perros y gatos, pajarerías de aves exóticas, comidas y preparados con recetas de famosos veterinarios y un sinfín de juguetes para mascotas, que dejan al mundo infantil en pañales.
Y no digamos ya de los cuidados médicos, que para sí quisieran muchas personas, sobre todo mayores, apiladas en esos lugares que llaman Residencias, por ponerles un nombre.
Esas actuaciones se llaman, según algunos autores, limpia y llanamente maltrato animal, pues se les priva de su condición animal para convertirles en una especie humanizada, de dudosa definición.
Está bien que los dueños de las mascotas simpaticen, e incluso hablen con sus animales; pero de eso a rayar en las tontunas que se aprecian a veces por la calle tales como: —«Te he dicho que no vayas por ahí»—; —«Quiero que vayas a ese sitio y lo sabes» — y mil y una más, que denotan que ese comportamiento solamente se pueden dar en personas que sufren algún tipo de desequilibrio y vierten sus negativos comportamientos en sus
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mascotas, tal vez tratando de buscar una realidad que la vida les ha negado.
Otro tanto ocurre con las Instalaciones Deportivas y Piscina Cubierta Municipal que está anexo al Centro Cultural, allí van a diario personas a las que les ha sido prescrito por su médico, realizar algún tipo de deporte y el más completo al parecer es la natación, por cuanto se llena de personas en su mayoría de la tercera edad que acuden a diario al relajante baño de agua templada, que dicen para los huesos es de lo mejor…
Hechas estas apreciaciones más o menos pertinentes y tal vez al mismo tiempo desafortunadas, volveremos a nuestro entorno, que en principio es el que nos interesa.
En la casa, bueno en mi ventana, desde la atalaya en que me encuentro, ocurren muchas cosas, tantas como el devenir diario de personas que se mueven por el entorno, quizás nunca podamos entrar en los ocultos pensamientos de las mismas; pero sí en lo que dan a entender con sus comportamientos, sin que tampoco esto quiera ser un estudio meticuloso o psicológico, pues no es la pretensión y el lugar para ello.
Ahora por ejemplo, además de lo ya dicho del Patio de recreo del Colegio, que me proporciona la alegría de los gritos y risas de los niños, hora que espero con verdadera ansiedad se produzca, pues me da ánimos para continuar en mis soledades de horas en las que mis dueños se encuentran ausentes, a veces por varios días, otras me llevan consigo, de lo que hablaremos más adelante.
Pues bien hay una gran obra en el jardín de la casa y el llamado garaje, al parecer lo están convirtiendo en una vivienda de lujo, a juzgar por los materiales e infinitos complementos que cada día descargan para llevar a cabo esta función, raro es el día que no está la calle, estrecha, cortada para descargar los materiales para dicha obra.
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En el jardín que es lo que se aprecia en primer plano desde mi ventana, están construyendo una piscina, y reformando una antigua casa de campo que en tiempos fue el desahogo de una numerosa familia que ocupaba todo el edificio, un Hotelito, como se denominaba a las casas de veraneo en las afueras de la gran ciudad, y rodeada de un inmenso pinar que dan al entorno un frescor en verano muy apreciado.
Pululan por el jardín obreros de distinta naturaleza, debido a su cometido, así se ven albañiles, encofradores, soldadores, electricistas, técnicos de climatización, también aparejadores, arquitectos, peones y oficinistas que constantemente controlan y certifican que lo que se está llevando a cabo cumple con las normativas municipales y medio ambiente, es un deambular constante que a mí me sirve de distracción.
Junto a la casa, como ya hemos apuntado hay un Centro Cultural, a él acuden todos los días gente muy variopinta, por ejemplo señoras de edad avanzada, que tratan de llenar sus horas con el aprendizaje de artes que les fueron prohibitivas en su juventud, asisten a la clase de Pintura, en la que se prodiga toda clase de personas, hombres, mujeres, jóvenes que por un módico precio reciben instrucción sobre el arte de la Pintura, los monitores que llevan a efecto estas “clases”, generalmente son estudiantes de Historia Del Arte y en ocasiones diplomados con sus carreras incipientes, que encuentran en esta actividad un acicate para ir subiendo en el escalafón de sus carreras.
El desfilar constante de, sobre todo señoras, con sus cartapacios donde llevan sus trabajos, otras con las colchonetas personales para ejercitarse en Yoga, es muy peculiar y a mí que me gusta pensar en el por qué de estas personas, en las circunstancias que rodean sus vidas, me entretengo en escudriñar, las motivaciones, cada persona la suya , a juzgar por el aspecto, su forma de vestir, la edad, y me monto lo que hoy se llama una
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película, tratando de ahondar en los motivos que justifican o nó, que estas personas hayan decidido apuntarse a cualquier actividad, que tal vez les evada de sus insoportables preocupaciones, salir del entorno casero que a veces resulta monótono y asfixiante, encontrar nuevas relaciones que pueden terminar en amistades de por vida, huir de las ocupaciones que en ocasiones los hijos imponen teniendo que hacerse cargo de los nietos y un sinfín de consideraciones que a mí entender, puede que equivocado, han llevado a esas personas a tomar esta decisión, unas más acertadas que otras.
A veces lo más gratificante y porque les vale la pena la asistencia a estos cursos, son las tertulias que se forman a la salida de las clases de sus respectivas disciplinas, en el Bar de la esquina de la calle, muy concurrido a cualquier hora del día y donde comentan sus cuitas, a veces lejos de las materias del curso que imparten, que también, lo que allí se trata es más bien derivando a sus problemas personales.
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—Koko: Por cierto, esto no me ocurre todos los días, a veces me quedo en la soledad más absoluta, pues mis dueños salen unas horas a pasear y cuando vuelven me llega la alegría al cuerpo, otras las menos, se ausentan durante tres o cuatro días, yo sé cuando esto va a ocurrir, pues me ponen un comedero especial para que no me falte comida y agua durante su ausencia y en otras ocasiones me han llevado de viaje, y esto sí que me pone contento y de buen humor, que suelo manifestar cantando durante el viaje y haciendo gala de mis habilidades, imitando las señales horarias de la radio, lo que les hace también felices a mis dueños.
En uno de esos viajes, en los que me llevaron, conocí el lugar más paradisíaco que hasta entonces había visto, se trataba de una finca con dos casitas rurales, árboles frutales en pleno apogeo, una acequia por la que discurría un torrente cantarín de agua y un porche merendero en donde me situaron fuera del alcance de cualquier felino que por allí andaban merodeando.
La finca estaba diseñada por la señora de la casa y heredera del terreno, que poco a poco se fue transformando en hermoso paraje, tanto por sus originales construcciones, artísticamente realizadas a gusto de los dueños, como por una entrada con un tejadillo encastrado sobre dos columnas de piedras rodadas, formando una entrada suficiente para que pudiera pasar cualquier vehículo al recinto.
Ya dentro, una barbacoa, un palancar con espacio suficiente para el aparcamiento de al menos cuatro vehículos a la sombra de unos fértiles emparrados, que en su momento daban unos magníficos racimos de riquísimas uvas, alguna vez me dieron a probar algún grano y puedo decir que para mí era pura ambrosía.
Más dentro de la finca, se encontraba una barbacoa, en la que se realizaron desde paellas hasta exquisitos y sabrosos bocados,
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asados de chuletas, choricitos, pancetas, sardinas y lo que hubiera según temporada.
En ese lugar he podido contemplar las maravillosas puestas de sol, que a poniente y en el lejano horizonte dibujaban los colores que el mejor de los pintores quisiera para su paleta.
A veces daba tristeza que anocheciera del todo, aunque en esos instantes y para no quedar huérfanos de tanta belleza, aparecía un cielo tachonado de estrellas, cuya contemplación era todo un espectáculo,
A la vuelta de uno de esos viajes, recuerdo, me jugué la vida, pues en una de las paradas técnicas, así llamaba mi dueño parar a comer, me dejaron en una sombra bien resguardado, sin tener en cuenta que el sol avanzaba siguiendo su curso y llegando a dar con sus rayos sobre el coche en el que me encontraba dentro, sin apenas poder respirar y lo que es peor sin posibilidad de hacer nada tan siquiera avisar con mis silbidos, pues los cristales permanecían cerrados para evitar cualquier intromisión en el mismo.
No había pasado mucho tiempo de esta situación, en la que ya me daba por despedido de este mundo, cuando apareció mi dueño, un tanto preocupado por haberme dejado abandonado a mi suerte, pocos instantes más hubieran bastado para acabar conmigo, pues según comentaba, el termómetro del coche marcaba en su interior cincuenta grados centígrados; pero la fortuna quiso que salvara esta situación gracias a que de inmediato accionó el aíre acondicionado y todo volvió a ser como antes.
En otra ocasión, pues no faltan, debido a un viaje que duraba ocho días, me dejaron a cargo de un familiar que tenían un bonito y espacioso chalet, en el campo en las afueras de la capital, lo se suponía sería para mí una novedad, y ya lo creo que lo fue, un enorme perro apareció en mi entorno, tal vez no fuera tan enorme como a mí me parecía, al principio me examinó de lejos; pero poco a poco fue tomando conciencia de que yo suponía una fácil presa
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de caza y además interpretaba que era un usurpador de la supremacía que gozaba como mascota entre los parientes encargados de mi custodia, se alertaron por mis gritos desesperados pidiendo ayuda, rápidamente me cogieron y trasladaron a una habitación con puerta cerrada para evitar otro susto semejante.
Mis gracejos desaparecieron y por unos días no pronuncié una sola palabra y entré en depresión, no solamente por el hecho acontecido, sino también y muy especialmente por la ausencia imprevista de mis dueños, algo inexplicable para mí y que traducía en un abandono definitivo.
Por fin un buen día aparecieron y me volvió el “alma” al cuerpo, es decir olvidé lo pasado y volví a sentir el aprecio de mis dueños, — Hogar dulce hogar—.
Este tipo de situaciones que aquí recreo, son cada vez más esporádicas, pues mis dueños van renunciando a esos viajes, entre otras cosas porque según dicen, ya van resultando monótonos y aportan cada vez menos interés.
Cuenta mi dueño, que en una de esas excursiones o viajes que organiza el Imserso, que como su nombre indica, es para personas de la Tercera Edad —Instituto de Mayores y Servicios—, suele haber por lo general un Buffet Libre a la hora de las comidas, de tal manera que cada cual se suministra a su antojo todo aquello que más le guste, nadie le va a llamar la atención por la cantidad o las veces que se repita, pues bien, un señor de edad muy avanzaba, venía ufano a su mesa con una fuente grande llena de lo que a él le parecieron rodajas de calamares fritos y que resultó ser aritos de cebolla, cuando hubo probado una de aquellas piezas que a él le parecieron suculentas comprobó su error, no supo qué hacer y avergonzado confesó su confusión, devolviendo la fuente y su contenido.
Dice mi dueño, que hacerse mayor es dejar de tener interés por las cosas, y creo en mi modesta opinión está acertado; por
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cierto acabo de darme cuenta que estoy opinando en primera persona sin permiso previo, así que pido árnica, o lo que es lo mismo permiso, para inmiscuirme en las conversaciones, opinar, eso sí, sin intención de tener razón y de esta manera, convertirme indirectamente en coautor de éste trabajo, que solo pretende sea un pasatiempo para mi amo.
Habrá situaciones, que comentaremos respecto a la vida cotidiana, pasatiempos lúdicos y no tanto, momentos de meditación, lectura escucha de música, que por cierto pregunto…
— Koko: ¿Cuándo vas a cambiar de música?; le pregunto a ti mi dueño.
— ¿Qué quieres decirme con eso?, me contesta él.
— Koko: Pues que al parecer solo pones música clásica y ya estoy empezando a cansarme de tanta Cantata de Bach, de tanto Vals de Strauss, de Mozart, de Vivaldi, Beethoven, que por cierto y a propósito.
— Koko: ¿Sabes que hay una película en la que su protagonista principal es un perro que habla y al cual llaman Beethoven?
Y no esa mariconada de nombre que me habéis puesto de: “Kokito”…
Te explicaré, por si no lo sabías en qué consiste el guión de esta peli, dirigida por Brian Levant sobre guión de John Hughes y Amy Holden Jones: Continúa Koko.
«Tras el robo de una tienda mascotas, un cachorro de San Bernardo consigue escapar de sus captores y se queda dormido en un contenedor de basura de un vecindario.
A la mañana siguiente se infiltra a la casa de la familia Newton, cuando lo descubren la madre de Alice Newton y los niños se alegran por tener una mascota, menos el padre George Newton (Charles Grodin) que no le convence tener un perro en su casa, ya que de niño él tuvo uno y su papá no le pareció buena la
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idea y se lo llevó a la perrera a sacrificar, ahora quiere hacer lo mismo con sus hijos, no sacrificarlo claro, sino quitarles el perro, Ryce (Nicholle Tom), Ted (Chistopher Castile), y Emily Newton (Sarah Rose Karr).
Sin embargo por insistencia de la familia George les permite adoptarlo, poco después cundo todos piensan que nombre ponerle Emily con el piano entona una sinfonía del músico Beethoven que al perro le gusta y terminan llamándolo Beethoven.»
— Koko: ¿Que como sé yo eso? me preguntas…
— Koko: Pues entrando en internet, allí está toda la sinopsis de la peli, y tú que estás todo el día con el dichoso ordenador, deberías saberlo, ¡tío listo!
— Me estás resultando, un poquito chuleta, ¿no?, con ese lenguaje cheli que te has marcado, aunque no me desagrada que intervengas, como bien dices, en este tratado divertido, no se pretende otra cosa que eso, divertirnos y eso es lo que quiero llevar a buen término.
— ¿Estás por la labor o ha sido un espejismo mío?, pregunta el dueño a Koko.
— Koko: No, no, si me lo permites, y parece que sí, yo quiero ser la salsa de este guiso que quieres realizar.
— Puesto que pareces haber entendido de qué se trata, vamos adelante, y en lo respecto a la música, cada cual tiene sus debilidades y sí, tienes razón la mía es la música clásica, lo mismo me ocurre con la literatura, lo confieso, prefiero a los clásicos, que no a los mediocres escribidores de novelas de consumo, para viajes y poco más.
— Koko: Eso sí, no me llames la atención, ni me coartes si me meto en profundidades metafísicas, quiero libertad absoluta para intentarlo, allá tú por haberme autorizado a meterme en camisa de once varas.
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— En absoluto, tienes licencia para dar tu opinión, aunque a veces sea contraria a la opinión pública, e incluso a la mía propia, faltaría más…
— Koko: Pues espero no te arrepientas, de lo contrario házmelo saber y cambio de tercio.
— Solo quisiera que además de formar parte de mi equipo, también aportaras algo nuevo, tal vez tu opinión sobre temas como los programas de la tele, los canales de deportes, la fiebre por el futbol, las películas del Oeste, llamadas Westerns, que sabes son mi debilidad y yo a cambio te pondré los programas de la TV2, en la que casi siempre emiten programas de animales, especies salvajes, exóticas como tú, y de paso ver si así aprendes algo.
— Koko: Entonces muy bien manos a la obra, y sí, me agradan los programas de por ejemplo National Georaphic, y no tanto esos programas donde se enseña a domesticar a las llamadas mascotas, cuyo significado es “amuleto”, que no entiendo muy bien como hay personas que todavía no han entendido que a los animales, salvajes o no, hay que dejarles en su entorno natural y no hacerles mansos y caseros, sin voluntad propia.
— Bueno, hay de todo; porque por no ir más lejos a ti, te dejo hagas lo que te apetece, eso sí, no dejo de pensar que tal vez muy a pesar tuyo, te encuentras en una jaula, que no es precisamente un buen ejemplo de respeto a la libertad; pero no me queda otra.
— Koko: Bien, no se hable más y adelante con los faroles…
— Koko: ¿Ah?, Una pregunta, bueno otra más, prepárate que no han de faltar, - ¿Qué está pasando en el Patio del Cole, que oigo un alboroto diferente a otros días? -
— Pues sencillamente que están preparando los Carnavales… el Carnaval.
— Koko: ¿Y eso que es?
— Pues te lo explicaré, y para ello nada mejor que recurrir a un artículo que escribí, hace ya algún
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CARNAVAL
«La propia etimología de la palabra no deja lugar a dudas, tiempo de carne, relativo al culto de la carne, etc. Con esta definición ampliada, nos enseñaron de pequeños y no tan de pequeños, se trataba de una fiesta profana llena de connotaciones sociales, políticas y religiosas, además de ser una manifestación tradicionalmente pagana en la que no podía tener cabida ni aceptación positiva tal fiesta, en una sociedad como la nuestra.
El carnaval ha sido tenido siempre como algo escandaloso, grotesco, grosero, pendencioso, plebeyo. Propio de la marginación, de herejes y borrachos, ignorantes y enjundiosos y mil epítetos más.
Condenado por la Iglesia Católica, fiesta de mal gusto aprovechada por gentes sin principios morales, sin escrúpulos, en la que al menos una vez al año poder pasar desapercibidos, escondidos tras la máscara y el disfraz, travestidos, y de esta forma , en las sombras del anonimato dar rienda a los bajos instintos, la venganza, la mentira, y realizar acciones que a cara descubierta no se tendría valor y fuerzas suficientes para llevarlo a efecto, lo que significa claramente que es traicionarse a sí mismo.
Hoy sin embargo parece que empieza a verse éste o éstos días de forma diferente.
A nadie molesta se hable de las fiestas de Carnaval, existe incluso una parte de la sociedad que vive para y por las fiesta de Carnaval, tal vez no tenga hoy el sentido original y se haya quedado en lo puramente lúdico, en el jolgorio, la mofa, la sorna, la socarronería, la guasa, el desenfreno y el cachondeo.
No obstante, no por ello se han borrado definitivamente los tintes que en su origen tuvo esta celebración en cuanto a escarnio y puesta en escena de ciertas Instituciones, para la mayoría sagradas.
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Todavía hay quienes se sienten heridos en su sensibilidad y para la conciencia de muchos ciudadanos, significa un atropello constitucional, sin paliativos, a la moral pública, al buen gusto, al recato, en definitiva a la intimidad y respeto de mucha gente.
Casi todos cuantos participan en ésta orgiástica fiesta, lo hacen movidos por la dinámica impuesta por esa minoría de la sociedad, que marca cuándo toca y debemos hacer fiesta, cuándo tenemos que tomar vacaciones, cuándo hemos de hacer puentes, cuándo debemos regalar flores o un libro, en definitiva nos manejan a su antojo, coartan nuestra libertad y siempre arrimando el ascua a su sardina.
En éste, como en otros muchos casos, hay quien obran dejándose llevar por la corriente de la mayoría.
Hay quien movido por el mimetismo, la imitación de lo que hace el amigo, el vecino, familiar, paisano y movidos por la inercia de lo que hacen sus ídolos de barro, en quienes verse reflejados, terminan por compartir horteramente la forma de vestirse, comer, divertirse, vivir en definitiva como ellos.
Pero también existe una minoría, si se quiere ver así, cada vez más numerosa, que fieles a sus principios no dan su brazo a torcer.
A estos, se les tacha de memos, carcas, reprimidos, obtusos, fachas, cohibidos, pobres de espíritu, fracasados, tristes, amuermados, impotentes, aguafiestas, aburridos, fracasados, intransigentes, y mil lindezas por el estilo.
Pero claro, hacen lo les da la gana y son en definitiva LIBRES…» —De mi libro Privado: Mis Relatos –1979—
— Koko: Jó tío, te habrás quedao tan pancho …Menudo rollo que me has soltado, solo por haberte preguntado, qué pasaba en el Patio del Colegio, eso me pasa por meterme donde no me llaman. Podías ser más simple, y no andar con circunloquios literarios, que a mí ni me van ni me vienen, ha sido una simple pregunta,
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temiendo estoy que cuando te pregunte algo transcendente, no sé que me vas a contar, ¿tal vez los Cuentos de las Mil y Una Noche…?
— Koko: Porque si es así, me lo pensaré dos veces…
— No, si está muy bien, pues preguntando es como se va aprendiendo, lo que pasa es que he querido traerte a colación este artículo, en el que se define el Carnaval, como algo ya pasado e intemporal y de lo que aún quedan reminiscencias, como puede comprobarse en los colegios, tratando de imitar lo que sus mayores hicieron en su tiempo, sin más connotaciones que una simple anécdota, que trata de reavivar, tal vez alimentada por intereses espurios, quiero decir, hoy las fiestas de Carnaval mueven auténticos negocios, viajes, trajes de disfraces, hoteles que promocionan noches fantásticas de fiesta, con cenas incluidas, lugares exóticos, y no digamos los templos sagrados del Carnaval como puede ser Río de Janeiro o Venecia, lo que es una auténtica industria para el turismo y lo de menos es la motivación por la que se llevan a cabo estos disparates, en mi opinión, claro.
Así pues, creo te haya quedado claro, el asunto de los carnavales o al menos esta ha sido mi intención.
— Koko: No, si claro sí que me ha quedado, lo que pasa es que me llamaba la atención el alboroto, sin ton ni son que había en el Patio del Colegio y que no ocurre muy a menudo, aunque recuerdo que a finales de curso, principio de vacaciones, también hacen fiesta en la que se organizan concursos de habilidades de los alumnos, como carreras, campeonatos de Baloncesto, cuadros de Gimnasia, y siempre la música a un volumen que es imposible no oírlo y preguntarse qué está pasando; pero me ha quedado diáfanamente claro lo de los Carnavales.
— Bueno, pues aquí me tienes para tratar de solucionar o aclararte cualquier duda o interés que tengas en conocer o entender algo que ignores o quieras saber para guardar en tu disco duro,
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aunque me temo que no siempre seré oportuno en mis definiciones, pues no dejarán de ser opiniones personales, por cuanto no tienes por qué estar de acuerdo en todo, como si fuera Palabra de Dios…
— Por cierto voy a reproducir un artículo al respecto de los Carnavales, que me ha causado verdadero estupor, vamos que no salgo de mi asombro y demuestra al grado de perversión a que ha llegado esta sociedad, con relación a los Carnavales y concretamente a las mascotas, verás:
«Toro (Zamora), 10 feb. (EFE).- Como si fueran personas que han sacado del armario sus mejores disfraces para lucir estos días, las mascotas han tenido hoy su propio desfile de carnaval en la celebración de antruejo de Toro (Zamora), que está declarada fiesta de interés turístico regional.
Una veintena de perros y un cerdito, que a la postre ha sido el ganador del concurso, se han transformado en todo tipo de personajes, en algunos casos disfrazados a juego con sus dueños, para participar en el concurso de mascotas de la celebración de Don Carnal en la localidad zamorana de Toro.
Para muchos participantes, tan importante como los premios a los que han aspirado sus mascotas, en forma de cheques para gastar en tiendas de animales y clínicas veterinarias, ha sido el poderlas acicalar y vestir por un día como si fueran humanos.
De hecho, entre los disfraces han predominado los de animales de dos patas, con perros de diferentes razas y tamaños convertidos en Papá Noel, un vendimiador toresano, humanos vestidos con trajes tradicionales o un pirata.
Entre tanto perro, el que más ha destacado para el jurado ha sido un cerdito ataviado con su tutú, un jersey para combatir el frío invernal y una flor en la cabeza para presumir de complemento.
Él se llevó el premio mayor, por delante de un perrito que hacía las veces de bebé e iba en su cochecito llevado por una niña que hacía de madre, y otro can disfrazado de fregona que
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acompañaba a su dueña, convenientemente vestida de criada para la ocasión.
El concurso de disfraces de mascotas ha sido la principal actividad matutina de los carnavales de Toro, que esta tarde continúan con protagonismo infantil en la recreación de un desfile de una boda tradicional.
La celebración de Don Carnal en Toro tiene mañana uno de sus actos de referencia con la gran boda de carnaval, que imita un cortejo nupcial con contrayentes e invitados vestidos a la antigua usanza, como se hacía a principios del siglo XX.
Los carnavales de esta localidad zamorana están declarada fiesta de interés turístico regional y la intención de su ayuntamiento es solicitar en un futuro que sea también de interés turístico nacional.»
(Hasta aquí el artículo publicado en Facebook)
— Como verás, ver para creer, aunque como aclara el artículo, lo que prima es el negocio lucrativo del que ya hemos hablado, y del que da fe el Ayuntamiento local. De verdad, que uno siente vergüenza ajena, cuando ve publicaciones de este corte, que además degradan a los animales, que llaman de compañía…
—Koko: No esperes que por razón alguna me vaya a cortar, tú ya me has concedido el derecho a preguntar y yo sin más voy a usar de él…
Pero insisto, si en algún momento resulto o me crees inoportuno, la misma libertad que me concedes a mí, debes usar conmigo y darme la respuesta que corresponda.
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—Bueno Kokito, pues hoy me ha sucedido algo que quiero compartir contigo, se trata del paseo matinal al que nos enfrentamos todos los días, y digo enfrentarse porque es salir a la calle y comienza la batalla de ver por dónde se puede transitar, sin tener que evitar, sin hacer un involuntario y constante hueco, para permitir pasar a una señora con perrito, a otra con el carrito de la compra, ahora una terraza que ocupa cada vez más espacio de la acera, las motocicletas aparcadas, una muchedumbre de gentes, sobre todo mayores, que pululan por la acera como si se tratara de un apocalipsis o del fin del mundo, un niño con patinete, y sobre todo muchos ancianos y ancianas con muletas, de hecho llaman a esta calle la “Avenida de los toreros” porque todo el mundo lleva muletas…
Una vez sobrepasado el primer obstáculo, llega otro peor, donde ya no solo es el agobio de las multitudes de gentes, de hecho empiezo a temer sufrir lo que se llama Enoclofobia ó Demofobia, que no es otra cosa que miedo a sitios donde hay mucha gente, y por aquí se dan las condiciones precisas para ello.
— Sin ir más lejos te contaré una mañana, como la de hoy:
He asistido hoy a la más disimulada agresión a la libertad a que está sujeta una persona, casi de forma permanente, por el hecho de vivir en una gran ciudad.
Fui a comprar el pan y ya en la puerta de la panadería un señor, que a mí no me pareció para nada ciego, a Dios gracias, me asalto con “el gordo para hoy”…coño, nada más salir de casa, primer round.
Acto seguidlo me encuentro con vecino que acaloradamente, me pone en el brete de mandarle a hacer puñetas, contándome, que él para nada está de acuerdo con los últimos
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resultados que la Comunidad de Vecinos trata de llevar a efecto, ¿Y a mí qué, acaso soy el Presidente?
Más adelante, una señora, eso sí con buena intención, me planta una pegatina contra el cáncer, joder y mis impuestos para qué sirven, si hay que salir a la calle a mendigar…
No salgo de mi asombro, cundo más adelante a poco más de cincuenta metros veo una mesa, montada a tal efecto con globitos, carteles, pegatinas banderitas a todo color, llaveros y toda una industria de mercachina y qué sé yo, con las consecuentes huchas petitorias
Continúo adelante con mi periplo diario y vuelvo a sorprenderme con la presencia de un inmigrante, el pobre qué culpa tendrá, que me tiende maquinalmente “La Farola”, periódico ya desaparecido hace meses, ya en el semáforo por el que he de cruzar, casi huyendo de tanto pedigüeño, otra persona, esta de etnia Bosnio-Gitana, me ofrece toallitas o pañuelos de papel de todo a cien, o del Supermercado Dia.
En pocos metros soy asaltado de nuevo con propaganda que cada instante te ofrecen y tú coges por cortesía, a sabiendas de que mañana, pasado, el otro y el siguiente volverán a darte las mismas ofertas de: «Pisos de tres dormitorios, con buena iluminación, eso sí para restaurar, gafas graduadas por solo veintinueve €uros, cualquier graduación y montura a elegir entre más de cien modelos, comida rápida para llevar y de encargos, sofás de dos y tres plazas, con garantía, a pagar en doce meses sin intereses, aprenda Inglés en treinta días, vinos de Rioja a precio de costo», Y, así hasta trece papeletas de distintos cometidos y diferentes repartidores.
Y calle abajo, adyacente para no caer en más intrusión, me topo con otro ciego que “dando palos de ciego”, nunca mejor dicho, cabreado con justa razón, trata de pasar por entre un amasijo de hierros y bandejas metálicas de un andamio para una obra que frente a la fachada pretenden montar, con el consiguiente riesgo de
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que te caiga una pieza en la cabeza, pues nada menos que los montadores, son al parecer por el acento de sus palabras, procedentes de algún país del Este e ignoran las medidas de seguridad más elementales.
Ya en territorio más civilizado, o al menos eso creía yo, es decir lo que se denomina Centro de la Ciudad, me encuentro con un indigente que mendigaba “favor” mediante un letrero con sus correspondientes faltas de ortografía, faltaría más, que padecía entre otras enfermedades, un Cáncer Terminal, según rezaba el cartel que a su pies exhibía en su real crudeza, acompañado de dos perros que parecían drogados, pues apenas se movían para nada, y pidiendo auxilio para comer.
Nuevamente sufro el asalto de otro inmigrante, profesional de “La Farola”, increíble con la cantidad de periódicos gratuitos que hay a diario por doquier y sobre todo en las bocas del Metro te ofrecen, pretendiendo ganarse la vida y a juzgar por el tiempo que permanecen en la Plaza, creo lo consiguen.
Por fin y para no extenderme más, pues podría llenar varia páginas, la picaresca rayana en el más difícil todavía, me encuentro con una “chica” que pretendía llamar desde una cabina de teléfonos y le faltaban unos cuantos céntimos…
Y yo, ignorante de mí, me pregunto…
— ¿Será verdad que hay tanta indigencia? ¿O por el contrario, habremos vuelto al Siglo de Oro, en el que buscavidas, lazarillos y juglares han hecho aparición espontánea, como hongos de nuevo en esta sociedad…?
Ya de vuelta a mi casa, me encuentro nuevamente con : Músicos de la cabra, ciegos que venlas venir, vendedores ambulantes de frutas de dudosa procedencia e incluso locales comerciales regentados por “Chinos” que trabajan como tales y que a nada que te descuides te la juegan, o lo que es lo mismo en idioma coloquial, te la pegan…
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— Como verás Kokito, salir a dar un paseo es toda una aventura y cada día te sorprenden con nuevos sistemas de asalto, sin que te dé tiempo a defenderte de tanto intruso, un pequeño desliz, un mirar para otro lado y ¡zas!, ya te la han colocado.
— Koko: La verdad que tal como lo cuentas, es mejor pensárselo dos veces antes de salir de casa, y doy gracias por estar en esta jaula, al resguardo de cualquier tipo de invasión, aunque no dejo de acordarme, el día que vino un perro de un familiar y se montó, la de San Quintín.
El perro se acercó a la jaula, subiéndose en el diván que está junto a ella y a poco que me hubiera descuidado el ataque era inminente, gracias que su dueño, se dio cuenta y evitó el asalto.
—Pues hablado de otra cosa, por ejemplo de la televisión, de sus programas, de la lucha intestina que llevan a cabo las diferentes cadenas, la intromisión de los Partidos Políticos, las victorias pírricas por parte de los medios hoy llamados Redes Sociales, la profusión de programas enlatados, las reposiciones de películas y reportajes, que otrora fueron éxito, tal vez por falta de presupuestos, te lo repiten hasta la saciedad, o qué sé yo…
La manipulación encubierta de los Partidos Políticos, sobre todo, para adoctrinar al oyente, que machaconamente una y otra vez proclaman todo aquello que dicen haber hecho, como si no fuera su obligación y el sueldo les cayera todos los meses por el solo hecho de pertenecer a la clase llamada política.
— Imperdonable, es también ver como se copian las noticias unas cadenas de otras, bueno hoy se llama noticia a cualquier cosa, de menor importancia, es tanta la caterva de corresponsales, de enviados especiales y de quienes no tienen otra cosa que hacer, que cualquier tontería para ellos significa una “primicia” y mantienen un batalla por ser los primeros en dar tal noticia, tenga esta relevancia o interés informativo o sea un fiasco, la cosa es cubrir un espacio y lo demás no importa.
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— Es un aburrimiento encender la tele, y con el mando empezar a pasar canales para ver los contenidos. El insulto trasnochado, en todas las cadenas, privan los anuncios por encima de cualquier otra consideración, solamente se salva TV2, en la que ponen programas de los que a ti te gustan, la vida salvaje de la Amazonía, África y el mundo submarino de Oceanía; por lo demás como te digo es un atentado contra la inteligencia, solo hay morralla, gentes sin escrúpulos, que airean sus amoríos y muestran sus vergüenzas de una manera hortera y vulgar, a sabiendas de que tienen una audiencia que le gusta revolcarse en el barro, en la ciénaga pestilente de los contenidos más subterráneos.
— Y no hablemos de las retransmisiones deportivas, rara vez te ponen un partido de futbol en directo y de forma gratuita, tienes que estar abonado a tal o cual cadena, que junto con un paquete de diversos contenidos, te dan de vez en cuando películas, reportajes, de actualidad, pero a un elevado costo, que no todo ser viviente se puede permitir.
— Así ocurre que los jubilatas, como servidor, estamos hartos de ver una y diez veces las mismas películas del Oeste, que repiten incansablemente como en un mantra, en un ciclo periódico, todos los días y en las mismas cadenas.
— Si quieres ver un partido de futbol de tu Club favorito, o te rascas el bolsillo o por el contrario, rayando el delito, te buscas en internet un canal extranjero que lo pone en directo, teniendo que oír vocablos y extranjerismos o barbarismos que poco a poco van penetrando y calando en nuestro diccionario particular, por ejemplo: —Dicen la bomba central del campo, el engominado árbitro, la cancha, penal por penalti, el arquero por el portero, etc. — y cincuenta mil más palabros por el estilo.
— Hablando de los árbitros de futbol, en particular, y de cualquier deporte en general, cada vez cuenta más la opinión de estos árbitros, que como su nombre indica, arbitrariamente, es decir
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a su antojo o interpretación, hunden un evento deportivo, suben de categoría a quien no lo merece, castigan a un jugador por una falta que bajo su criterio ha sido grave, y no quiero pensar si hay un trasfondo bien sea político, extradeportivo o económico en la toma de sus decisiones.
— Koko: Sí que verdaderamente, lo llevas crudo, colega, a juzgar por las situaciones que describes, uno como no está “al loro” de estas cuestiones le parece que todo lo que ocurre va sobre ruedas, que es miel sobre hojuelas, y para nada me he parado a pensar, lo difícil que es por ejemplo salir a la calle, cuando al parecer todo quisqui añora estar fuera de casa, para romper la monotonía dicen, aunque luego la realidad sea bien distinta.
Y respecto a la Tele, pues sí, llevas razón, yo desde mi atalaya oigo por las tardes, que es cuando más permaneces en el domicilio, tiros y carreras de caballos, voces de indios y pistoleros, la Caballería de los Estados de la Unión y deduzco o que no tienes nada mejor que hacer o dormitas viendo este género de pelis.
No tengo formada opinión sobre la clase política, aunque me fío de lo que me cuentas y doy por sentado que la cosa va de mal en peor.
— Pues sí Kokito, y no te digo nada si nos metemos en el asunto político, sobre todo de la actualidad de la Comunidad Autónoma de Cataluña.
Ahí ya se raya en el esperpento, ha habido huelgas por parte de unos y otros bandos, yo creo que muchos asistentes a las manifestaciones en pro o en contra de las doctrinas enmarcadas en los grupos independentistas, van de forma maquinal:
—“A dónde va Vicente, donde va la gente”,— sin saber muy bien el fondo de tal o cual reivindicación; pero el adocenamiento hoy está a la orden del día y tal como decíamos en el asunto de los Carnavales, hoy toca manifestarse, pues adelante, mañana toca huelga pues bienvenida sea, el pesebre mantiene estas hordas a
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base de promesas, por parte de uno y otro Partido Político, promesas que figuran en los anales de la Historia siempre incumplidas, y de cómo los políticos de turno encuentran siempre una excusa por la que no se han llevado a término tales promesas.
Y no digamos ya de la parafernalia que se monta cuando es época de elecciones, bien sean autonómicas, nacionales o locales, entonces la imaginación de los candidatos se desborda, airean sin rubor los incumplimientos del contrario, sin tener en cuenta que se encuentran en la misma situación, de mediocridad, de farfulleros, de quítate tú que me ponga yo, y lo de menos son los ciudadanos, aquí se trata de sálvese quien pueda y el que venga detrás que arree…
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Siento mucho, Kokito, expresarme en términos, que parecen apocalípticos, ver todo de color oscuro, interpretar las situaciones bajo el prisma de mi personal pensamiento, esos claroscuros que demuestran que la vida actual es un oxímoron perfecto y que lamentablemente me hacen estar más en la realidad que en los sueños de mi juventud, no es pesimismo, es realismo es estar con los pies en la tierra, aunque el pensamiento trate de buscar una salida, aunque sea por momentos fugaces, como un relámpago que anuncia el trueno, la realidad de cada individuo se mide por el grado de apreciación de sí mismo, no se basa en tablas aritméticas, no cree en estadísticas, que solo tratan de encubrir una realidad insoslayable.
Pero tampoco quiero ponerme transcendente, al fin y al cabo este trabajo se trata de un simple pasatiempo y sin entrar en profundidades metafísicas, eso lo dejo para pensadores de altos vuelos, que haberlos ahílos, solo intento dar mi opinión, sin pretender que ésta sea pública y mucho menos que esté acompañada de razón, mí razón, al fin y al cabo, allá cada cual.
Aquí se trata de expresar opiniones, no sesgadas, libres de pensamiento impuesto, sin contaminar, y sobre todo teniendo en cuenta que no hay que guardar ninguna formalidad ni responder a ningún reto, simple y llanamente hablare en voz alta, contigo, que en definitiva es lo mismo que echar agua en un cesto, pues al no tener un interlocutor o adversario con quien competir, soy como Juan Palomo.
Y después de ésta exposición, importante para dejar las cosas claras, quisiera me contestaras, me contradijeras si en algo o en todo no estás de acuerdo, y yo humildemente, reconoceré que no siempre estoy cargado de razón y es más llegado el caso, estoy
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dispuesto a apearme del burro, ceder en mi empeño y dar mi brazo a torcer.
— Koko: Pues ya que lo dices, quisiera decirte que tu reflexión, me la trae al pairo, que mis dudas siguen estando ahí y que me importa un bledo tu diatriba, que no deja de ser más que una voz que clama en el desierto, pues supongo y espero no estar equivocado, que tu forma de discernir y ver la vida, en poco o nada va a cambiar el rumbo de la misma, toda vez que la vida seguirá su curso, con o sin tus opiniones o recomendaciones.
Por tanto te pido no pierdas más tiempo en disertaciones que no conducen a ningún sitio, ahora bien si lo hacer por desahogo personal, no tengo más que decir, amén.
— Jó Kokito, me estás resultando además respondón y me alegro, porque servidor, no quiere estar poseído de la razón y está bien encontrar controversia y oposición, pues siempre se ha dicho que de la discusión sale la luz, ahora bien, tampoco quiero pienses soy un puritano o un purista, tanto dá, por esa razón trataré de ser más simple, aunque explícito, en mis apreciaciones y así no me tratarás de cursi o pedante, que sé lo estás pensando…
— Koko: Me gusta entiendas mi punto de vista, no es por ofender pero si la inspiración no llega, espero no cargues sobre mí la culpa, yo soy un simple oyente y a veces, porque tu así me lo has pedido, expreso mis opiniones, que en definitiva son las que tu conciencia te dicta, aunque no siempre nos guste escucharlas.
— Hablas de inspiración y curiosamente estaba pensando en cuánta razón tenía Picasso, cuando le atribuyen haber dicho aquello de que: «Cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando»
Estoy de acuerdo, aunque pienso que la inspiración no es un ente fantasmagórico, que anda por ahí rondando por etéreas latitudes a la espera de que alguien la descubra, no espero ni creo mucho en eso de la inspiración, cuando alguien escribe es porque
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tiene o quiere decir algo, es producto de una personal forma de ver e interpretar la vida, una vida que se ha ido conformando a través de la lectura, de las vivencias de los muchos años y estoy de acuerdo con quienes sostienen que no existe ningún método, ni científico, ni escolástico, para aprender a escribir, es simple y llanamente tener “algo” que decir y en todo caso, no esperar el aplauso del público, porque en definitiva será tu versión de los hechos, que puede estar a años luz del resto de los mortales.
Además, escribir hay mil formas de hacerlo, de forma ortodoxa siguiendo los cánones establecidos por los puristas en la cosa literaria, o arbitrariamente, sin tener en cuenda las reglas establecidas, saltándose a la torera las leyes impuestas y dejar correr la imaginación de cada cual a su voluntad, a veces tal vez sin ton ni son, sin pies y cabeza, pero siempre será la realidad que el autor con mayor o menor fortuna ha querido plasmar sobre papel.
Por ello, te diré, que en efecto, al menos servidor, escribe sin afán de notoriedad alguna, por el simple hecho de ocupar largas horas de mi vida, ahora relajada, sin obligaciones y producto de una dilatada vida de agobios y trabajos, preocupaciones lógicas que conlleva una vida como la de todo ser mortal y con la altura o largura de los años se contempla bajo un prisma muy diferente al de la propia juventud.
En este sentido, traigo aquí a colación una cuestión que me llama la atención y es que a veces la sabiduría popular, nos sorprende con situaciones reales que bien pudieran considerarse de alta filosofía.
Resulta que mi cuñado tiene una teoría, que como digo me llama poderosamente la atención, allí encima de una pared, tiene un metro, de los de medir, y dice marcando con una chincheta, que cada centímetro del mismo representa un año de su vida, actualmente ha sobrepasado los setenta centímetros, y automáticamente uno por poco espabilado que sea, ve el transcurso
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de su vida, señalada en centímetros y lo que le falta para llegar a los cien centímetros, que equivaldría a los cien años,
— ¿Y a esa edad cuantos llegan…? —
— ¿Y realmente, cuantos centímetros me faltan, para el fin de mis días…?
Es un simple ejemplo de lo efímero que es el tiempo, de cómo pasa veloz sin que podamos hacer nada para detenerlo, solamente si somos listos aprovechar los centímetros de vida que nos quedan, llenándolos de lo que realmente importa, sabiduría, conocimiento, capacidad de enjuiciar los asuntos que nos competen, encontrar el sentido transcendente de nuestra existencia y marcar en nuestra mente la frase que determina cuanto aquí trato de exponer : «Tempus fugit, sicut latro» (El tiempo huye como un ladrón), Esta frase se suele ver en la esfera de algún reloj antiguo y dá para mucho, si se medita en el significado tan real que conlleva.
—Koko: Bueno, bueno, qué transcendente y filosófico te estás poniendo, la cosa no es para tanto,
¿No hemos quedado, en que se trata de un divertimento, sin más?
Luego vamos a ser un poquito más comedidos en las opiniones y pareceres, sin querer adoctrinar con nuestras divagaciones, allá cada cual con sus pensamientos que siempre serán diferentes a los nuestros, por fortuna, y porque no es deseable la alienación y uniformidad en el pensamiento, eso nos libera de seguir corrientes de cualquier índole, mejor el libre albedrío y mal que le pese a quien pueda leer esto, solamente denotará un uso medido de la libertad, que a todo ser se nos ha dotado y gratuitamente.
— Bueno, pues eso…
— A partir de este momento, ya me voy a dejar de filosofías baratas, me ceñiré a comentarte mis puntos de vista ante situaciones a veces realmente dramáticas, sin que por opinar se
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llegue a solucionar nada. Esto de escribir libremente, sin encargos, como es mi caso, tiene la ventaja de que no te debes a ninguna tendencia, como tampoco a ninguna idea político-religiosa, lo que dá juego a poner aquello que te venga en ganas.
Tampoco tendré en cuenta, seguir los parámetros académicos que exige la Real Academia de la Lengua, queda claro que no se trata de eso, ni de participar en un concurso literario y no quiero incidir más sobre este asunto, que ya huele a podrido.
— Koko: Bien; pero tampoco te rayes, que uno solo pretende ir por el camino, sencillo, sin escoyos, sin tener que entrar diatribas y recovecos, excluyendo estilos y géneros literarios, que por cierto, tengo entendido que ya obran en tu haber varios tratados de géneros diversos.
— Pues sí…
—La Estrella de David— Cuento.
—Relatos de un Abuelo — Autobiografía novelada
—Ciego por un día— Novela
—Salto en el Vacío— Novela
—Mi paseo Soñado por las Calles de Hervás— Costumbrista
—Volumen titulado— Trilogía.
En el que se recogen las tres primeras obras de mi producción, sin que el título haga referencia a una saga literaria de tres partes sobre el mismo tema, ¡Qué horror, tener que aguantar miles de páginas sobre el mimo asunto…!
Y el último, bueno el penúltimo, el último es éste que estamos escribiendo y ahora se encuentra en ciernes, la última publicación ha sido:
—El Padre Nuestro—
Una visión e interpretación muy personal de la Oración por excelencia como es el Padre Nuestro.
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— Este nuevo libro, que estamos pergeñado entre los dos, lo quiero tratar como un género que todavía no había tocado como es el “Ensayo”, y en ello andamos, gracias, también a tú colaboración.
— Koko: Y además tienes varios escritos muy personales y editados en Privado:
—Mis Cosas— Tratado familiar
—Siete Décadas y Media— autobiografía del autor
—Escritos Perdidos—, recopilación de cartas y artículos publicado en los medios, etc.
— Koko: Quiero decir con esto que tus anhelos y aspiraciones literarias, están más que cumplidas, salvo aspires a obtener el Nobel de Literatura Barata, que sería muy posible fueras al menos nominado, bueno, no te mosquees que es broma.
— Pues mira, ahora que lo dices, en una ocasión le facilité uno de mis escritos a un consumado escritor, de una amistad mutua más que normal, con varios premios a su espalda, de reconocido prestigio, con toda una carrera reconocida, para que me diera su opinión personal sobre el libro, y me contestó que tenía un estilo un tanto peculiar; muy personal, me dijo y también que me dejara de mariconadas y me dedicara a escribir de verdad…
— No quiero decirte, qué opinaría si cayera en sus manos un ejemplar del presente libro…
Pero, lo que más importante, al menos para mí, como autor, es que ninguna Editorial me obliga a tener que tratar este o aquel tema, por encargo, bajo contrato, yo soy lo que se denomina un Autor Autodidacta, y además Autor/Editor, que significa que uno se hace desde la portada, el texto y la difusión de la obra por entero, y solamente la impresión, la encuadernación y la puesta en venta al público, utilizando para ello Redes de difusión concertadas, todo es por cuenta, cómo en este caso, de una Editorial de internet, gratuita, que solo te cobra por el número de ejemplares que encargues, desde uno a mil, si por fortuna llegara el caso.
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Cuando alguien pide un ejemplar, siempre por Internet, se encuentra con el hándicap de tener que facilitar además de los datos de envío, sobre todo una cuenta o tarjeta de crédito donde realizar el cargo, y claro eso limita en mucho que la difusión para que cualquier obra sea conocida por una mayoría y más bien queda reducido a familiares, amigos, el entorno del autor y poco más.
A uno le gustaría, no tener que pasar por este tipo de situaciones; pero tal y como están las cosas en el gremio, no queda otra, salvo que seas de un poder adquisitivo importante y este no es mi caso.
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— Koko: Las obras en el jardín de la casa, siguen avanzando, cada día se encuentra alguna novedad, dada la cantidad de obreros que circulan por las inmediaciones del mismo, intuyo, que no solamente las obras que se están realizando son las del jardín, dentro del perímetro a mi vista, creo que también dado el frenético movimiento de materiales de construcción, y demás artilugios para la piscina, se están llevando a cabo labores de reestructuración de la casa, planta baja con salida directa a la calle, que está en el interior y no puedo vislumbrar desde la ventana, mi condición “cotilla”, por naturaleza, me tiene en un sin vivir, viendo la transformación del jardín, es de cajón creer que algo parecido será lo que está sucediendo en el interior de la casa, que ronda los noventa años de su construcción, se están llevando a cabo impermeabilizaciones tanto de suelos como de paredes y techos, nuevos y modernos materiales de construcción, aislamientos para evitar tanto frío como calor y un sin número de artículos de última generación, a juzgar por lo que observo desde mi ventana.
Esta mañana, están procediendo al montaje de unos ventanales, en la antigua casita, ahora en su fase de estructuras de hierro, pero intuyo que más adelante llevarán cristales o celosías que adornaran aún más la casita que están restaurando, solamente han dejado el esqueleto de la anterior casita, que tenía toda la pinta de ser un lavadero, pues las antiguas villas u hotelitos como se llamaba a las casas ubicadas en el campo, servía para disfrute de gentes acaudaladas y tenían este tipo de instalaciones, en tiempo de estío se desplazaba toda la familia para pasar los rigores del verano bajo la fronda y el arbolado de lo que hoy llamábamos jardín.
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A juzgar por las antiquísimas instalaciones, aunque no han dejado prácticamente piedra sobre piedra, la verdad es que la obra va dando su fruto y está apareciendo un nuevo jardín, con la piscina enclavada en él y la casita que parece de un cuento de hadas.
Lo cierto es que llevan muchos meses trabajando en el asunto y una de dos, o los dueños tienen unos ingresos económicos fabulosos y se lo pueden permitir o por el contario, no se entiende una inversión semejante, en un edificio de tantos años, aunque eso sí en pleno centro de la Capital, tal vez este sea el aliciente principal, para haber invertido tanto dinero en una piscina, en instalaciones de última generación y desde luego el resultado ha de ser de película.
— Bueno kokito, tampoco te pases, una finca de las características como ésta —bien vale una misa—, quiero decir que tal y como anda hoy el negocio de la construcción en general, para encontrar algo parecido a esto habría que ir a los extrarradios, con las consiguientes carencias de las infraestructura de las que goza el barrio donde está situada esta casa: Tiendas, Colegios, comercios de todo tipo, jardines y paseos arbolados, comunicaciones, autobuses, el metro nada más salir de casa, etc.…
Pero vamos a dejarnos de fruslerías que poco o nada pueden interesar a quienes se tomen la atención de leer estos cometarios, bien es cierto que tú cuentas lo que a tu parecer rompe con la monotonía de estar todo el día cara al jardín y lógicamente algún comentario debes hacer al respecto, yo te lo agradezco y eso denota que tu capacidad de cotilleo, como reconoces, no tiene límites y de lo cual me alegro.
Vayamos al grano con nuestro — ¿Relato?
—Koko: ¿Cómo Relato…?
Es eso lo que pretendes con este escrito?
— Claro, ¿Qué pensabas?
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— Koko: Hombre yo pensaba que, sería un tratado donde aparecerían: “Duendes”, “Brujas”, “Gnomos”, “Lamias”, “Hadas”, “Trasgos” “Príncipes y Princesas “ y personajes así, y no solamente un pobre “Loro” de cola roja, que además es de otro país…
— Bueno, todo se andará, porque no me negarás, que el sitio se presta a ello, si te acuerdas, tiempo atrás el espacio del jardín a que te refieres estaba habitado por un número sin fin de gatos y de aves que anidaban en los árboles, mi mujer y yo recordamos haber sido testigos de la construcción de varios nidos en los árboles cuyas ramas rozaban con nuestras ventanas y no creas, que a veces, uno si dejaba volar su imaginación, encontraba niños correteando por entre las enredaderas que servían de cierre al recinto, evónimos boneteros, azaleas, rosales, etc. Y bajo una pajarera grande en forma de kiosco, a la sombra de un viejo y frondoso olivo, se encontraba una mesa de mármol, donde eran frecuentes y abundantes los suculentos majares, que a la hora de la merienda, los niños se apiñaban para dar buena cuenta de las pitanzas.
Al anochecer, hora en la suelen darse cita las brujas, las brujas buenas como las hadas, alguna niña sucumbiendo al sueño, tendida en una hamaca, entraba en ensoñación, que le hacía ver gnomos y duendes, siempre buenos, sueños relacionados con el entorno vivido durante el día y también, por qué no, el arrepentimiento de una trifulca tenida con una niña de trenzas rubias y con un lazo rojo a la que había despeinado en una riña.
— Koko: No, si ya veo que argumentos no te faltan, para hacer de una nadería un “totum revolutum”…
— ¿Cómo?, es que vas a poner en duda mi capacidad para enrollarme, a nada que me des una pista, o una clave?
— Koko: Lo que quiero decir, bueno es un decir, llevar a tus mentes, es que hables de cosas más trascendentales
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— No te entiendo, la verdad, si me pongo un tanto serio, me tachas de filósofo barato, de aprendiz de escritor, de novato fabulador y otros epítetos que no se pueden reproducir aquí…
— Koko: Bueno, tampoco te lo tomes tan a pecho, yo solo te digo, que deberíamos reconducir el asunto a algo más interesante para el resto de los mortales y no solo para ti y para mí, que por fortuna ya nos conocemos lo suficiente, hasta en los más íntimos recovecos.
— Bueno y hablando de recovecos e intimidades.
Esta mañana, he entrado a saludar a un antiguo colega, que tiene una tienda de Recambios y Accesorios para automóviles y cuál ha sido la sorpresa de mi mujer y también mía, que tenía en una jaula un loro justo como tú, éste era más grande porque era macho, pero a mi mujer le pareciste tú, comenzó a dar explicaciones y emocionada le parecía estar viéndote a ti en persona, bueno en pájaro, lo cual supuso tanto para su dueño, como para nosotros una suerte de encuentro y coincidir con al menos en la mascota.
— Koko: Pues me alegro del hallazgo, al menos para mí desconsuelo, me consta ya no soy solo yo el prisionero, aunque no es que me disguste mi destino, al fin y al cabo tampoco he tenido ocasión de elegir otro.
— Si te lo vas a tomar así, tendré que plantearme continuar con el escrito, no vaya a ser que en algún momento, me denuncies por maltrato animal, secuestro o esclavitud de género.
— Koko: Anda, no exageres…
— Hablado de maltrato, las noticias que a diario dan en la tele, van más allá de lo que uno puede soportar, es raro el día que no acontece algo tan aberrante como el maltrato de género de niños y mujeres, cuando la cosa no va más allá y se producen crímenes que las autoridades y la sociedad, pese a estar cada día más
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concienciada sobre el asunto, no ven una solución ni a corto ni a largo plazo.
— Koko: Si es así, desde luego es para preocuparse.
— Es por cosas como esas, por lo que te comentaba que ver la tele, es una pesadilla, cuando no son los Carnavales, son las guerras que en número creciente que ocurren simultáneamente en diferentes países, los niños soldado, la emigración, los refugiados, las violaciones de guerra, los tratados internacionales por el suelo, la manifestación cada vez más presencial de fuerza por parte de unas y otras potencias, la exhibición de armas nucleares, carros de combate, sofisticadas armas de destrucción, cohetes de larga distancia, capaces de acabar con un estado en segundos y sobre todo las peligrosas declaraciones que provocan al contrario —Y yo más— y nunca se puede saber en qué terminará todo esto.
Preferible, escuchar que ya se están preparando la Fallas de Valencia
— Koko: ¿Y, eso de que va…?
— Eso va de una gran fiesta que se monta en la Comunidad Valenciana, con motivo de la celebración de la Fiesta de San José, patrón de aquellas tierras y para celebrarlo, no escatiman en pólvora, tracas, desfiles y sobre todo las “Fallas”, que son una representación en imágenes del discurrir diario, unas mofándose de manera gráfica, con grandes imágenes realizadas y caricaturando algún personaje público, sobre todo si es miembro destacado de la Política, de la vida pública o en general celebre por salir en los medios.
Es la Fiesta por excelencia, y consiste, cómo te digo, en infinidad de imágenes monumentales de tamaño enormes, hechas de cartón y maderas con el ingenio característico de sus autores.
Hay un jurado que indulta del fuego a una elegida entre todas, que por su valor artístico o simbólico se libra de ir al fuego a que son sometidas la mayor parte de ellas, y el resto se queman ante la
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presencia de miles de visitantes de todos los lugares de la geografía, algo muy parecido a lo que ocurre con la Fiesta de los San Fermines de Pamplona, la Feria de Sevilla, el Rocío, San Isidro y mil más, que se dan cita puntualmente una vez al año, en cualquier lugar de nuestra tierra.
Pero sí, tienes razón, hay que cambiar de rumbo.
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— Koko: ¿Me estás diciendo, que lo que has escrito hasta este momento, no tiene “chicha”?
— ¿O sea que solo son divagaciones, más o menos acertadas?
— ¿Que son una apreciación personal subjetiva,
— —La Ciencia sin la prueba, que decía Ortega y Gasset?—
Pues más o menos, por ahí andan los tiros, yo siento que este escrito sea un tanto árido, que carezca de un argumento que enganche, que anime a seguir leyendo, indagando, buscando un final que no se prevé, que no haya una exposición, nudo y desenlace como en toda novela; pero ya hemos empezado diciendo que íbamos a tocar el ENSAYO, como género literario y como tal, pues se trata de una interpretación explicativa de un tema determinado, cual es la actual situación de ti respecto a mí.
Aquí se tratan temas variopintos, como sucede en la propia vida de cada día, tanto de orden político, filosófico, doméstico, social, cultural, deportivo, etc.
Y además desarrollado libremente, sin ambages. O lo que es lo mismo, una serie de divagaciones y elucubraciones, de carácter crítico, sin más.
—Koko: Pues que quieres que te diga, a mí me gusta más, cuando hay unas expectativas, cuando hay unos personajes con sus características sus debilidades y también sus virtudes, cuando a través de sus vidas nos hace sentirnos coprotagonistas del tema, nos hace vivir sus pasiones, costumbres, alegrías y dolores y sufrimientos, nos alegramos o lloramos con ellos, con los que nos podamos sentir identificados.
— Ya, ya, si no te falta razón…este tipo de literatura es un tanto si se quiere aburrida, pues se trata como apuntábamos anteriormente de una subjetividad más que de una objetividad.
— Koko: A ver, puedes explícame esto.
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— La verdad que no es fácil, sobre todo cuando es la primera vez que trato de este género denominado Ensayo, al que no estoy identificado, me es mucho más fácil, dentro de la dificultad, pergeñar una novela, con su argumento, sus personajes, sus situaciones más o menos, sencillas o enrevesadas, bien sean dramáticas, cómicas, o cotidianas, que todo el mundo maneja y en la cual uno se pueda identificar con un personaje, hacerle suyo, sentir como él, encontrase en muchos momentos de la narración y darse cuenta de que uno no es un bicho raro, que las cosas que se cuentan en la novela, también le suceden a él en gran medida, o al menos hay situaciones muy parecidas, que parecen estar escritas para él; y ya sé no es el caso; pero ahí está y radica mi problema.
— Koko: Bueno, pues tú sabrás como salir de este laberinto en que te has metido, yo poco o nada puedo ayudarte, como no sea diciéndote, que no entiendo nada de lo que me estás contando.
— Estamos bien, yo matándome para darte a entender el motivo de este trabajo, que se me antoja va a ser un auténtico fiasco y tú para darme ánimos, me dices que no entiendes nada.
— Koko: Bueno, nada, lo que se dice nada, tampoco es eso, solo que podías ser más explicito y decirme a qué estamos jugando, si es que jugamos a algo.
— Mira, ya que me lo dices, te diré que hace unos días, he recibido una invitación, por parte de el Concejal de Cultura del Ayuntamiento de mi Pueblo para presentar uno de mis libros, que ya es conocido por bastantes paisanos míos y he renunciado a ello.
— Koko: ¡No me digas!, no me lo puedo creer, estás siempre llorando quejándote de lo difícil que es la promoción de un libro por principiantes como tú, sin mecenas y a cuerpo limpio, sin padrinos y tal y vas y rechazas una ocasión de darte a conocer, promocionar tus libros, pues la verdad no lo entiendo.
— Verás, Uno que ya peina canas, rayando la octogenaria cifra, sabe de esto más que las ratas coloradas, quiero decir que mis
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expectativas referente a este asunto de la publicidad, y llegado el caso del éxito económico están más que cubiertas.
Nunca he perseguido hacerme famoso con mis escritos, siempre me he conformado con la satisfacción personal de ver mis escritos impresos y en formato de libro, no he pretendido hacerme de oro con un Best Sellers, y me he conformado con el beneplácito de mi mujer y mis hijos, mi público preferente, y algún paisano que ha adquirido alguna de mis obras, para mí suficiente y sin compromisos por que te veas obligado a escribir sobre un tema que tu no has elegido.
— Koko: Bien, puedo comprender que en tu modestia — ¿O cobardía, tal vez?— hayas renunciado a esto; pero nunca está de más un acto por el que te ensalzan y dan a conocer, gratis, tu obra, lo que indica que tiene cierto interés público.
— No he querido ni pretendido desairar a la persona que me ha invitado a tal evento, al contrario le estoy muy agradecido, pero sí he querido evitar que los asistentes al mismo, que generalmente se ven obligados a adquirir un ejemplar del libro presentado, tengan que cargar por aquello de que la ocasión es propicia para que se lo firme y dedique el autor; muchas veces tan siquiera es el libro preferido del autor, por lo que parece que lo que realmente se persigue es realizar un evento de tipo cultural, para rellenar algún espacio interesado.
— Koko: Bueno allá tú y tus prejuicios, a mi me parece desaprovechas una oportunidad, que podría arrastrar otra más.
— En todo caso, he dejado una puerta abierta sobre el asunto, ya que parece existe un interés sobre mis libros, le he propuesto al Concejal, que es el Director de un Club de Lectura, si me cursa invitación a una de sus tertulias me someteré muy gustoso a pasar por lo que se denomina un tercer grado, que no es otra cosa que establecer un dialogo con los interlocutores que asisten a este Club y tratar de contestar aquellas preguntas pertinentes sobre mis libros.
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— Koko: Bien ya veo, que hilas fino.
— Hombre, bueno pájaro, no está la cosa como para buscarse enemigos, bastante detractores hay sin uno pretenderlo y no voy a hacer ascos cuando te tienden la mano, amén de que no sé si ha quedado claro o no, mi objetivo principal con esto de la escritura, no es otro que mi propio divertimento, lo demás lo considero accesorio y bueno reconozco que a nadie le amarga un dulce y que cuando alguien compra uno de mis libros, siento un orgullo interior que me hace pensar que —algo tendrá el agua cuando la bendicen—
— Y llegados a éste punto, te confieso, que mis recursos se han agotado, que éste pozo ya no tiene más agua y de verdad, que no sé cómo seguir con éste lío en el que me he metido, de tal manera que creo que lo mejor será dejarlo aquí, hasta ver si por algún sitio aparece la luz…
— Koko: ¿Quieres decir, que lo vamos a dejar a medias?
— No, solamente aplazarlo durante un tiempo, esperar que madure, que las musas nos visiten nuevamente, y la “Inspiración” de la que hemos hablado, vuelva a visitarnos.
— Koko: ¿Entonces nos tomamos vacaciones?
— Creo, será lo mejor, aquí lo dejamos…
— Koko: Por cierto,
— ¿Te has parado a pensar, lo que puede significar la vida de cada persona, que a diario atraviesan las puertas del Centro Cultura?
— ¿Sabes el filón, que puede representar, escrutar —vaya palabro— la vida y milagros de cada persona convertido en personaje?
— ¿No me digas? ¿Y eso, se te ha ocurrido a ti solo o has necesitado ayuda?
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— Koko: Piensa lo que quieras, pero yo me he comprometido contigo a llevar este asunto adelante y en la medida que de mí dependa, ahí estaré.
— Pues gracias, y no es mala idea; para lo cual he pensado, pasarme de incognito por el Centro Cultural, demostrar que estoy interesado en los cursos que en él se imparten —no pienso comprometerme, ni apuntarme, solo información— Y ya veremos…
— Koko: Me alegra, me tomes en consideración y una vez más te pido no desestimes mis sugerencias.
— Así será, y ni por asombro se me ha ocurrido nunca no tener en cuenta tus sugerencias, comentarios, reproches, con ello ya contaba.
Así que —faute de mieux— allá vamos…
—Hoy he puesto en marcha el plan para captar la atención de alguna persona, que se preste a formar parte de este libro, o que la menos ella inconscientemente, es decir sin saberlo, se vaya desnudando para mí, en el sentido de que me cuente su vida.
He tenido suerte, de entre las gentes que pululan por el Centro, al menos dos, son de mi entera confianza, hace años que les conozco, son del barrio y concretamente con uno de ellos, con Andrés, me llevo de maravillas con él, como también me llevaba con su esposa, fallecida hace dos años.
Andrés, hombre de no muchas palabras, solo he tenido que pegar la hebra con él, que ávido—creo yo—ha entrado al trapo.
— ¡Hola Andrés! Cómo tú por aquí? —Pregunto, sin demostrar más interés que simple cortesía—
—Pues ya ves, que asisto a un curso de relajación, desde que falleció Pepa—
— ¡Ah!— contesto yo, sin darle mayor importancia.
E insisto, — ¿Y eso de que va?—
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—Andrés: Pues nada, venimos dos días a la semana, estamos organizados por grupos y un monitor, monitora, en este caso, nos imparte métodos de relajación/meditación, mediante unos ejercicios que vamos aprendiendo, respiración/espiración, y vamos experimentando en nuestro interior, una especie de relajamiento que nos hace sentir, al menos a mí, mucho mejor, con más optimismo y dejando atrás problemas, en definitiva, que es lo que buscamos, encontramos una paz y sosiego, que apreciamos en mucho.
—Pues qué bien, cuanto me alegro, porque me consta que cuando lo de Pepa lo pasaste francamente mal.
—Andrés: Bueno, eso es harina de otro costal, no puedes engañarte con cosas como éstas, cuando llegas a casa te enfrentas a la cruda realidad de su ausencia, y aunque yo continúo hablando con ella; su no presencia, me hace entrar en la verdad y cada día, a pesar del tiempo pasado, noto me falta gran parte de mi vida.
—Bueno, ahora que te he descubierto, no nos vamos a despedir, así sin más.
Estaba comprobando el progresivo deterioro de su persona, desde la última vez que tuve ocasión de verle, en un viaje de los organizados por el Imserso, que ya hemos hablado, en el que él se manifestaba como un hombre de capacidades innumerables, le faltaba tiempo para ser el primero en saltar a la pista de baile, a nada que sonaran las primeras notas de música de la sala de fiestas del hotel donde nos alojábamos todos los participantes de la excursión.
Le encontraba un tanto abandonado, en su aspecto físico, sin afeitar, con las puntas del cuello de camisa arrugadas, se le había caído un diente y en definitiva su aspecto denotaba un deterioro, que me llamó mucho la atención.
—Andrés: Bueno, esto dura solamente una hora, hora y media como mucho, si quieres a la salida de clase nos vemos y tomamos
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algo, así charlamos largamente, pues hace mucho no tenemos ocasión de hacerlo, mira tú por dónde se ha presentado el momento.
—Hecho, le respondí yo, sin pensármelo dos veces, y también para mis adentros diciéndome: ya encontré el hilo conductor, para continuar con mi relato.
En un Bar de la esquina, donde habitualmente se juntan quienes imparten las clases de cualquier índole, hemos quedado, aunque a mí me interesa solamente él, Andrés, quedamos para dentro de dos horas, para tampoco demostrarle un excesivo interés y evitar sospechas.
Volví a mi casa, y no sabría decir si contento o con un sabor agridulce en mi conciencia.
¿Acaso me iba a aprovechar de la situación de Andrés, para mis espurias intenciones?
Mi conciencia me decía, que no debería aprovecharme de la desgracia ajena y menos la de un amigo, a quién no había vuelto a ver desde el desenlace funerario de Pepa, su mujer también amiga.
Tendría que plantearme, seguir por ese camino o cambiar radicalmente y dar por olvidado mi asunto del libro, en este caso particularmente doloroso.
No era cosa de entrar a degüello, ni Andrés y la memoria de Pepa lo merecían y tampoco mis entrañas me decían que aunque no hiriera a conciencia la amistad, si quedaría tocada y puede que hundida para siempre.
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Cuando hube vuelto a casa, no salía de mi asombro por la suerte de haber encontrado a Andrés, hacía un largo tiempo que no coincidíamos, ya no era lo mismo que cuando vivía Pepa, entonces nuestra amistad se acrecentaba por momentos; pero el destino quiso que nuestras vidas marcharan por diferentes caminos.
—Koko: Bueno, cuéntame cómo te ha ido en tu incursión al Centro Cultural
¿Por qué ibas a ir a investigar, no?
—Sí, y además me ha ido francamente bien, bueno depende del punto de vista que se mire; porque me he encontrado con una vieja amistad y hemos quedado para ampliar nuestro encuentro.
—Koko: ¿Y quién es él?... —Que diría Perales—
—Se trata de Andrés, que como te digo es una antigua amistad, que teníamos y espero sigamos teniendo los dos, y que para desgracia su esposa Pepa murió hace unos dos años, hemos hecho viajes, participado en reuniones y asambleas de Movimientos de Iglesia, y en fin conocíamos la vida y milagros un matrimonio del otro, era sencillamente una gran amistad, consolidada en el tiempo y rota por el fatal desenlace.
¿Pero sabes, Kokito?, he sentido una gran tristeza al tiempo que alegría al encontrarme con él; le he encontrado tan deteriorado que me ha dado autentica pena, he visto un hombre abatido, triste, singularmente delgado, desaliñado, si bien es verdad que nunca fue un “gentleman” en su forma de vestir, y sobre todo con ganas de encontrar algún clavo al que agarrarse, su aspecto denotaba a simple vista, yo que le conozco bastante, que necesitaba ayuda.
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Este hombre que había sido un alto mando en la empresa que prestaba sus servicios, que llegó a ser socio de la misma, hoy denotaba haber caído en desgracia, y el encuentro conmigo, pienso, no le había sentado nada bien, en su interior era consciente que el impacto que mi cara denotaba, a pesar de mi esfuerzo por disimularlo, delataba que me había impresionado negativamente.
Pero bueno, he encontrado una razón más poderosa que la de sonsacarle simplemente con motivo de mi libro y estoy dispuesto a tenderle mis brazos, a poco que él me lo pida y se deje ayudar.
—Koko: Bien, pues me alegro, si tú te alegras y me entristezco si tú te entristeces, de lo que no cabe duda es que se abre un nuevo canal para nuestro lío.
—Jo, kokito, no sé cómo te atreves a denominar nuestro trabajo, como un lío…
—Koko: Perdona, pero en principio, salvo que hayas cambiado de opinión, era buscar un personaje para continuar con nuestra obra, que se había atascado
¿No?
Si, lo que pasa es que además creo, nos hemos salido del guión, de crear una obra que íbamos a llamar Ensayo, ahora ya empiezo a dudar si está dentro de los parámetros que se establecen para este género literario.
—Koko: Con que esas tenemos, tú que te las das de ser libre en tu forma de pensar y de escribir, ahora me sales con escrúpulos…
¿No hemos quedado que no hay que dar cuentas a nadie, de nuestra forma de expresarnos sin esperar reconocimiento alguno?
—Bajo esas premisas, es por lo que continúo con el asunto, si bien es verdad y tengo que reconocerlo, que lo que en un principio iba a llevar a cabo por un simple pasatiempo, ahora se ha
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convertido en algo más formal y moralmente he de atacarlo bajo otra perspectiva, digamos más humana.
Estoy en ascuas, esperando llegue la hora de nuestra cita, porque realmente no sé en qué terminará todo esto, puede que volvamos a reanudar nuestra amistad, un tanto aparcada, o también puede que me mande a hacer puñetas, si percibe que persigo otra intención.
Una vez en el Bar, intercambiamos unas palabras, divagando, sin por mi parte entrar definitivamente a matar, yo dando por sentado, se trataba de un feliz encuentro, sin más trascendencia y mi interlocutor, entendiendo la alegría, compartida por la misma razón.
Nos sentamos junto a una mesa, pedimos unas cañas, bueno yo un vinito de Rueda que es mi costumbre, nos lo sirvieron junto con unos aperitivos que en esta casa son siempre espléndidos, recordamos las veces que habíamos estado en este lugar de tantos recuerdos, incluso las veces que habíamos estado comiendo juntos y también con otro matrimonio de la peña, así dimos los primeros pasos a lo que bajo mi punto de vista, se trataba de un casual encuentro que no por inesperado sería menos provechoso.
A Andrés, yo lo notaba, estaba ávido por contarme cosas y entendía los motivos que le acuciaban a ello, me empezó contando, su actual situación, que yo presumía de antemano.
Me decía que su situación de jubilado, había agravado aún más la necesidad de encontrar algo con que llenar las vacías horas de su día a día, así que se había comprometido con la Comunidad de Vecinos a llevar la Administración de la misma, algo para él fácil pues formaba parte de su antigua actividad profesional y que le tenía entretenido durante algunas horas.
También me confesaba, se había convertido en miembro de una Asociación muy cercana a una ONG en la que participaba activamente y le ocupaba gran parte de su tiempo libre, eso y la
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asistencia al curso del Centro Cultural, dos días a la semana, habían configurado su nueva vida.
Pero a mí no se me ocultaba, que todo eso era una huída hacia adelante, que todo lo hacía porque la razón principal era que trataba de llenar la ausencia de Pepa, y no estaba muy seguro de haberlo conseguido, pues Pepa era el todo en su vida y esto eran apaños para en modo alguno paliar esa carencia.
Andrés, yo lo sabía, tenía una empatía que le había llevado a la cumbre de su profesión, no obstante notaba ahora en él una rabia contenida, una amargura a todas luces vista, debido a su situación, él se había trazado un programa diario, para no caer en la desidia y el abandono, la cuestión era que también sabía de antemano que cuanto llevaba a cabo, que esa rutina artificiosa no tenía otra intención que despejar su pensamiento de fantasmas que ahogaban su existencia, una fijación que no podía quitarse de la cabeza y ello le llevaba a un estado más bien sórdido, del que no era capad de escapar.
Me contaba todo esto, sin apenas darme lugar a expresar mi opinión al respecto, le dejaba se fuera desahogando, me contara cuáles eran sus proyectos y para ello le daba de vez en cuando, dentro de la conversación, “claves” para que se fuera soltando, empecé por hablarle de banalidades como si había cambiado de coche y él me contestaba que pese ahora tener un coche si cabe mejor que el de antes,—siempre tuvo buenos vehículos se lo podía permitir,— no le encontraba aliciente alguno.
Me comentaba, que se había deshecho de la casa que tenían en las afueras de la capital, solo le traían recuerdos de otrora feliz vida, cuando —me decía—pasaban allí los fines de semana toda la familia y a veces con los amigos, yo recordaba también que en alguna ocasión tuvimos allí comidas y barbacoas y diversas reuniones con el otro matrimonio amigo de la pandilla.
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Le pregunte por sus dos hijos, ya casados y me confesaba un tanto apenado, que solían verse algunos fines de semana, ya sabes me decía, las obligaciones de los niños, el trabajo de ambos y sus respectivas mujeres, las dos trabajaban, las dictadura a que la vida de la capital nos somete a todos, les dejaba poco tiempo para verse, en cumpleaños y en verano es cuando se presentaba la ocasión propicia, también por Navidad y poco más.
Andrés casi en un monólogo, me iba poniendo al corriente de su vida, si bien yo apreciaba que lo que me contaba era solo la punta de iceberg y se me antojaba pensar que era más lo que me ocultaba que lo que me contaba. Me dijo que al principio, al fallecimiento de Pepa, estuvo en tratamiento con psicólogos, que le aconsejaron buscar ayuda en cosas como las que actualmente llevaba a término, si bien reconocía que no satisfacían sus expectativas y algo que le traía de cabeza era que en su familia, le estaban ninguneando y siempre insinuando, dándole la vara —me decía—, insistiendo en que tenía que rehacer su vida, algo que él interpretaba no era otra cosa que quitarse el muerto de encima, lo que le producía una tristeza enorme, pensar que sus propios hijos, a los que había dedicado toda su vida, y le dolía sobre todo cuando alguna de sus nueras le decían cosas como: —Ya sabes Andrés aquello de que “no es bueno que el hombre esté solo”—poco menos que querían deshacerse de él o al menos de su responsabilidad. ¡Ay! Si Pepa, levantara la cabeza…
Otras personas, le aconsejaban que contratara una señora, para las labores de la casa, lo que le llevaba a pensar lo dada que es la gente a meterse en la vida de los demás, como si él no supiera realmente lo que era importante en su vida, no necedades como las que le insinuaban sino la realidad insustituible de su única mujer en su vida, Pepa…
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—Koko: ¡Vaya! si que te ha dado de sí la entrevista ¿no?!
—Pues no estoy para nada satisfecho con ella, porque ha sembrado dentro de mí una duda existencial, cual es que este amigo está pasando por una situación a la que la vida y su acontecer le ha arrastrado, hasta conseguir rayar en la desesperación, sobre todo a juzgar por las declaraciones que voluntariamente me ha hecho, lo que denota una necesidad de soltar lastre a poco que se le dé una oportunidad y yo me encuentro ante la diatriba de no saber en qué modo actuar y si debo actuar de alguna manera en especial o dejar pasar el tiempo, que dicen todo lo cura.
Quiero que mi diálogo con él sea constructivo, que nos encontramos en las distancias y para ello, voy a tener en cuenta aquel proverbio que dice:
«Me encontré en el camino, con un árbol caído y me dije: no haré leña de él, mejor me haré leña con él»
—Koko: Bueno, tú al fin y al cabo te has encontrado con una situación, que no has provocado y ahora está en ti el saber manejar de la mejor forma posible la misma, sin entrar en terrenos personalísimos, a no ser que tu amigo te dé pie para ello.
—No sí razón no te falta, lo que ocurre es que yo me imagino a ese hombre, llegando a casa, encontrase con el vacío tan grande, él acostumbrado desde siempre a llegar a mesa puesta, las labores de la casa hechas con el esmero inimaginable con el que Pepa llevaba los asuntos domésticos, la lavadora, el planchado de la ropa, la limpieza diaria de la casa, y sobre todo la preparación de suculentos platos que a Andrés le eran favoritos, y no quiero ni pensar a la llegada de la noche…
Eso será insufrible, pensar que no es algo esporádico, sino para siempre, la verdad es que es para volverse loco, tomar decisiones desacertadas, motivadas siempre por la misma causa y
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sobre todo pensar, quién puede ser merecedor de una situación semejante, preguntarse constantemente, qué se ha podido hacer mal para llegar a esta situación y mil pensamientos vagando permanentemente por la cabeza, una locura, pienso yo…
Habíamos quedado en volver a vernos cualquier día y a mí me pareció oportuno el encuentro, así que me personé en el Centro Cultural, pregunté por él a la Gerente del mismo y me dijo que estaban terminando ya la clase, que podía esperarle o entrar en el aula y ver qué se hacía allí, seguramente que la Gerente había visto en mí, por la edad, un candidato para alguna de las actividades que allí se daban.
Me asomé con cautela, como quien está pisando el terreno sagrado de lo privado y mi primera impresión fue que no perdían el tiempo.
Un monitor, dirigía con energía los diferentes movimientos de la clase.
¡Arriba!
—Gritaba—
¡Abajo!
¡De frente!
¡Adelante!
¡Atrás!
Y así pude contemplar cómo se retorcían aquellos cuerpos, que aunque de personas la mayoría ya entrada en años como Andrés, también había gente más joven, e iban configurando una tabla de ejercicios para nada fácil y a golpe de silbato se apilaban unas veces, se dispersaban otras hasta conseguir el objetivo.
Terminada esta lucha corporal, a las órdenes de aquel monitor, que más bien parecía un militar, Andrés se dio cuenta de mi presencia en el aula, e inmediatamente una vez terminada la clase, se dirigió a mí diciéndome, que en unos momentos estaría
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conmigo, antes tenía que bajar a las duchas, cambiarse de ropa, pues tenía un atuendo deportivo y eso era cosa de pocos minutos.
Así fue, inmediatamente, antes que me diera lugar a otra cosa, Andrés se presento, con su mochila al hombro y me dijo:
Bueno, soy todo tuyo, esta vez le notaba yo más ufano, como con otro talante, y me decía:
¿Dónde quieres que vayamos?
No muy lejos, porque tengo el coche aquí cerca, así que si quieres nos vamos al Bar o dónde te parezca.
Aproveche la ocasión para decirle:
—Si te parece damos un paseo y charlamos, el tiempo parece propicio y la incipiente primavera se presta a ello.
No le pareció mal la idea, y echamos a andar hacia un parque natural de pinos muy cercano a donde nos encontrábamos. Él volvió a su nostalgia, vi cómo le cambiaba la cara y casi gimoteando, me recordaba las veces que había estado con su esposa y con los niños jugando por aquel parque, a mí se me cayeron los palos del sombrajo, mi metedura de pata , mi falta de tacto le habían llevado a una situación que, lejos de mi ánimo, para nada resultaba agradable.
También él se dio cuenta de mi contrariedad y de inmediato, se disculpaba diciendo:
No te preocupes, si esto me ocurre mil veces al día, en cada lugar, en cada situación antes vivida, se ha convertido en el pan de cada día, de hecho —continuaba—, cuando voy de viaje, me pasa otro tanto, miro a mi derecha y encuentro tal vacio, que para soportarlo entablo una conversación con ella, le cuento todas mis cuitas, le hablo de mis actividades, de los encuentros cada vez más esporádicos con mis hijos, hasta que me doy cuenta de mi insensatez y vuelvo a tomar tierra, no te puedes imaginar lo duro que es esto,—me repetía—
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Yo para nada sabía cómo entrar en situación, mis elocuentes silencios, le hacían comprender que estaba sintiendo muy en mi interior por lo que estaba pasando y poca o ninguna ayuda podía suponer, el hecho de que le diera consejos o tratara de animarle, cuando me daba cuenta de la gravedad de la situación, que me sobrepasaba con mucho, realmente se me agotaban mis recursos.
Con todo, me atreví a decirle, que tal vez le sirviera de terapia, desahogarse con un amigo, que él sabía lo era de verdad, me prestaba a escucharle siempre que lo considerara oportuno y la pena por mi parte era no poderle aportar ningún alivio a su situación.
Él, sin yo pretenderlo, cambió de tercio y me dijo algo que me descolocó, como:
—Andrés: ¿Te has fijado en las mozas y el mujerío que hay en el del Centro?
—Un poco estupefacto por el hecho, no supe qué decir y para salir del paso, le dije.
En lo poco que he podido ver, durante el breve tiempo que he estado, contemplando las variaciones y los tiempos de vuestra actividad, me he fijado más en la labor del monitor y su autoridad, que en lo que allí había; pero sí, ahora que lo dices me he dado cuenta de lo variopinto de las personas que se ejercitaban, había por lo general más personas mayores, de mediana edad y también gente joven que configuraban un grupo heterogéneo, lo que sin duda enriquece la marcha del curso.
—Andrés: Te haré una confidencia, sabiendo que vas a entenderlo en sus justos términos.
—Tú dirás, le dije yo…
—Andrés, pues resulta, que hay una chica, bueno no tan chica, más o menos de mi edad pero que aparenta menos, que ya desde el primer día me fijé en ella y ella también se dio cuenta que
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yo la miraba, tal vez con especial interés respecto a las demás. Ello propició, que en un descanso de la tabla de gimnasia se acercara a mí y me espetara, así de cara.
— ¿Qué tal lo llevas, Andrés?
—Andrés: Yo en un momento me quede en blanco, no supe responder más que con un simple —bien—, porque tampoco sabía si se refería a mi estado después de la paliza a qué nos sometía el profe, o tal vez me preguntaba por mi estado anímico, dando por supuesto que lo mismo que sabía mi nombre, también supiera mi situación.
En principio no me desagradó que quisiera saludarme, es más —y no es presunción—, esperaba tener un encuentro más o menos como había sucedido, aunque el hecho de que hubiera ella tomado la iniciativa, me descolocó por completo. Al término de la clase, bajando a las duchas, le dije si tenía tiempo para ir a tomar un café, a lo cual ella me respondió, que tal vez otro día, que había quedado para realizar unas compras y no podía ser.
Yo lejos de entender que era una negativa por su parte, quise entender que más bien se trataba de una estrategia, para que no tuviera yo un concepto equivocado y me pareciera una presa fácil , a la primera de cambio.
Hube de conformarme y esperar ocasión conveniente, no por nada, sino por simple cortesía.
—bien, le contesté yo, pienso y creo a mi modo de entender, ha investigado sobre ti y mucho me equivoco o la Gerente del Centro se ha dejado escapar alguna indiscreción acerca de ti, seguro que cuando fuiste a inscribirte para el curso, te sometió a una serie de preguntas por las que estableció un perfil sobre ti, tal vez un tanto equivocado.
—Andrés: No si lo que pueda saber de mí, no me preocupa, para mí no tiene más valor que la pura anécdota, ni quiero ni necesito refugiarme a lamer mis heridas con una persona que
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conozco muy superficialmente y que tengo poco o ningún interés en profundizar sobre ella. Aunque mi sorpresa fue, que a los pocos días de esta ocurrencia, me volvió a asaltar, y me dijo:
— ¿que ese café que teníamos pendiente, cuando se va a llevar a buen fin?
Tan de sorpresa me cogió, que solamente le pude contestar:
— Cuando quieras
Y ella de inmediato me espetó
Pues hoy mismo, si te parece.
No quieras saber, la cara de sorpresa, los cuchicheos por detrás, que sus compañeras empezaron a cotorrear, como diciendo, ya se salió Mariló, con la suya, a mi no se me escapaba que no era la primera vez que ello ocurría, dada la soltura con la que se desenvolvía, lo que para mi representaba una situación más que embarazosa, para ella como pan comido.
Al final de la clase, me llene de valor y como se dice en argot taurino, al ruedo y que Dios reparta suerte.
—Andrés: fuimos a una cafetería discreta, en las inmediaciones del barrio, yo trataba de disimular el azoramiento que me suponía y en cambio ella, con soltura comenzó a decirme
—Bueno Andrés, te estarás preguntando, quien soy, como me llamo, porque estoy aquí tomando un café contigo, al fin y al cabo un desconocido, y mil preguntas que estoy dispuesta a resolverte si me lo permites.
—Andrés: Claro que te lo permito, mejor y —no me mal interpretes mal—, te lo exijo, pues ha sido todo tan, tan… —yo balbuceaba— inesperado, que necesito saber que te ha movido a entablar esta cita para mí totalmente fuera de lo corriente.
—Pues mira, te seré sincera, o poco conozco la condición de los hombres o mucho me equivoco, pero tú eres un viudo o tal vez un soltero, a simple vista las mujeres no se nos escapan ciertas cosas, ciertas miradas, que dan la clave que quien es quien, e
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incluso intuimos el estado de ánimo de algunos hombres, y mi condición de mujer avezada me hace pensar que no estoy lejos de esta realidad.
Y continuaba diciendo, para mi sorpresa, en el fondo sé quién eres, tu nombre está en la lista de alumnos del curso, y por tu aspecto diría que vives en la soledad más absoluta, si bien he podido observar que últimamente has establecido contacto con otro hombre, más joven que tú; pero que intuyo te ha servido de alegría, algo así como recuperar una amistad perdida,
¿Dime, si me equivoco?
—Andrés: Para nada, estás totalmente en lo cierto para mi sorpresa, cierto todo lo que me acabas de contar, y yo ni sospechaba me estuvieras examinando tan exhaustivamente, conste que no me desagrada más bien agradezco tu dedicación hacia mi persona, que como habrás observado soy más bien retraído o tímido, llámalo como quieras y estoy encantado de tener una amistad, si es que así lo quieres tú también, caso contrario podemos saludarnos y estar encantados de habernos conocido.
—Mis palabras, taxativas dejaron bien claro, que servidor había entendido el juego y que a mí o se me venía de frente o caso contrario, el ataque por sorpresa estaba fuera de mi forma de ser.
Ella, se sinceró todavía más, creyendo que yo había interpretado su intromisión en mi vida, como un juego, como una apuesta entre sus amigas; pero para nada y muy lejos de entrar en juego conmigo del que tal vez tuviera que arrepentirse.
—Andrés: Yo también me sinceré con ella, le dije que en un principio me había llamado la atención su atuendo, desenfadado, colorido y muy ajustado, las mallas que vestía eran como hechas a su medida y el lazo de remataba su artístico moño, o había que estar ciego o sin duda eran un claro reclamo de atención de cualquier hombre que se precie.
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—Ella me empezó a dar las claves del porqué vestía así, lejos de su indumentaria normal de calle.
—Era diseñadora de moda deportiva y sus modelos, que tomaba prestados de la tienda donde ejercía su trabajo diario diseñando ropa deportiva, para más bien la alta sociedad, que podía permitirse pagar los precios de los materiales nobles y de diseño exclusivo de la casa, por eso cada vez que tenía ocasión lucía un modelo diferente y sabía de antemano la atención que esto causaba, sobre todo entre el colectivo femenino.
Además tenía un grupo de “Zumba”, con lo cual entre los cursos de relajación del Centro y los bailes de Zumba, se mantenía en forma, delgada y con una elasticidad que para mis años, —decía en voz baja—no está nada mal.
—Yo estaba anonadado, casi en éxtasis, viendo los avances sociales de mi amigo Andrés, que por otra parte me parecía lo mejor que podía hacer, para salir un tanto de sus tristezas y avatares.
—Andrés: Pero no vayas a pensar otra cosa que no sea una simple y limpia amistad, yo ese camino ya lo he recorrido y sería estúpido, por mi parte, creer en destinos que para nada son casuales, todo lo contrario, estaba dispuesto a que antes de seguir adelante, dejar bien clara esta postura, y a otra cosa mariposa.
—Sin embargo, a mí me reconfortaba saber que Andrés, a quien yo había considerado siempre una persona discreta, atenta, educada, para nada presumida y sobre todo de una condición, para mí de muchísimo valor, noble y generoso donde los haya, que hubiera encontrado una válvula de escape a sus muchas preocupaciones, significaba cierta tranquilidad y por mi parte, no iba a enjuiciar sus actuaciones y mucho menos tratar de disuadirle de cualquier otro empeño en ese sentido.
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—Koko: No cabe duda, que has aprovechado la ocasión, si bien como hemos reconocido, nos hemos desviado un mucho del guión inicial, tal vez…
¿A propósito?
¿Por variar de temática?
¿O, simplemente, porque no había otra alternativa?
—Algo de todo eso hay, y debo reconocer, que las últimas páginas, siempre las más odiosas por los autores, tal vez porque uno trata de cerrar el relato, la novela, el escrito, el ensayo o como queramos llamarlo, de la mejor forma posible y entonces y solo entonces es cuando surgen las dudas, de cómo terminar, y sobre todo de si ha valido la pena el esfuerzo, aunque
“siempre nos quedará Paris”.
En Madrid – 22 de Febrero de 2018
(Mi 78 cumpleaños, ¿o he de decir mi septuagésimo octavo cumpleaños?)…
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«SIETE DÉCADAS Y MEDIA »
FLORENTINO SANTOS BARBERO
A MANERA DE MEMORIAS AUTOBIOGRÁFICAS
SETENTA Y CINCO AÑOS DE MI VIDA
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Años 1 -10
(Nulla dies sine linea (Plinio el Viejo)
Considerando que no todo nacido, tiene la ocasión de llegar a cumplir tres cuartos de siglo, es decir llegar a los setenta y cinco años de edad con la mente lo suficientemente clara como para poder escribir las, llamémosle memorias o más bien vivencias personales, empiezo este libro con la esperanza de que sirva a las insistentes invitaciones de mi hijo Paco a que escriba, lo que sea ...
Empezaré por decir que ese mismo día, 22 de Febrero de 1940 entre otras muchas efemérides, se celebraba la Liberación de Teruel, que era Jueves y que murió el insigne escritor José Velarde a los 43 años de edad, fue poeta, médico, retórico, sabio, poético y falso según (Gabriel Celaya) y también se dijo de éste escritor, algo que para mí quisiera yo mismo:
"Velarde, describe con precisión Melchor de Palau en el Ateneo de Madrid: Es un fotógrafo literario, mejor dicho, un daguerreotipista, pues el color está presente en sus obras; Velarde tiene en sus composiciones fragmentos acertadísimos, versos esculturales modelo de corrección y de armonía, brillantez fulgurosa en muchas imágenes, y, lo que es innegable, descripciones exactas que parecen hechas con paleta y pincel. Puede decirse, en fin, que sus obras son superiores al poeta, que la factura predomina la esencia, y lo gráfico a lo ético".
(Diario ABC Jueves 22 de febrero de 1940)
Por tanto ese día premonitorio de mi afición por lo de escribir quedó impreso en mi digamos ADN.
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Sin embargo el ambiente que se respiraba en mi humilde casa, no era precisamente de confort, el lugar donde se ubicaba la casa donde nací, en la cuesta de abajo como se denominaba la falda de un promontorio, a los pies de la Iglesia, anteriormente Fortaleza o Castillo Medieval, hoy Santa María de Aguas Vivas, era un caserón medio derrumbado, no olvidemos que era la época de Posguerra y el mantenimiento de las viviendas estaba un tanto desatendido.
Las puertas presentaban innumerables hiendas o grietas por las que en ese 22 de Febrero a través de ellas llegaban unos cuchillos de afilados cortes en forma de frío helador, pese a una fogata que brillaba en la chimenea a ras de suelo que solía alimentar mi abuelo Adrian con los batacos (trozo de leña sacado de las raíces de los castaños) que a diario se procuraba del monte
.
Eran tantas las penurias, que estoy seguro mi llegada supuso añadir una página más a la ya de por sí vida difícil del entonces.
Sin embargo la llegada de un nuevo miembro a la familia, siempre era motivo de regocijo y se decía: "En la mesa de San Francisco donde comen cuatro comen cinco" y así comienza mi andadura por el etéreo espacio del tiempo y de mi personal historia.
Sin duda mi llegada produjo además de alegría una honda preocupación en mis padres, mi padre que ya por entonces no conocía horas de descanso en su duro trabajo de tonelero, ahora debería entregarse en cuerpo y alma para sacar adelante el nuevo retoño que acababa de llegar a la familia que ya contaba con mi hermana mayor.
Naturalmente poco puedo aportar de esos años de mi niñez, otra cosa son los comentarios que a posteriori fui
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recopilando de mi familia acerca de mi crianza, que a juzgar por ellos no fue nada importante aunque sí difícil.
Mi madre contaba con la presencia permanente de mi abuela Petra, que además de la proximidad de la vivienda, prácticamente puerta con puerta, echaba no una mano sino las dos y suministraba cuantos alimentos, verduras huevos, leña para la lumbre, chacina de la matanza y los más variopintos que ella compartía con verdadero cariño con mi familia.
Alguna que otra vez, se presentaba mi abuela con una "toquilla" que primorosamente había confeccionado en sus pocos ratos libres con sus propias manos y que entrañablemente punto tras punto había pensado en mi persona, mi madre agradecía este y mil detalles que solamente una madre sabe tener.
Poco a poco fui saliendo adelante, con los mimos y cuidados de todos los miembros de la familia, pues era el primer varón que se agregaba a la nueva familia que creaban mis padres y de la que mis abuelos, como el resto de la familia se sentían orgullosos y contentos.
A los cinco años de mi llegada, por si las incertidumbre y dificultades no fueran más que suficientes, llegaba un nuevo miembro a la familia, mi hermana Candeli, también en el fatídico mes de Febrero, el más inclemente del año, con sus nevadas que no solo cubrían los altos de las sierras, también llegaban a las calles del pueblo y hacían que los inviernos fueran duros y largos.
Tengo un vago recuerdo del nacimiento de mi hermana pequeña, recuerdo ver a mi padre con una preciosa niña en brazos, arropada en su sempiterna pelliza muy de madrugada un dos de Febrero de 1945, había cierto alboroto en la casa, gentes no habituales en ella y un correr de palanganas con agua caliente, toallas, y sábanas que a mí me llamaba poderosamente la atención, hasta el punto de ver a mi padre un tanto apurado y a la Comadrona
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Doña María, que asistía al parto de todos los que llegábamos más o menos oportunamente este mundo.
Mi padre que observaba como yo con ojos como platos no entendía nada me dijo: " Mira que niña más bonita me he encontrado en la Fábrica"...
De esta forma tan didáctica mi padre que habitualmente se iba a trabajar a las tantas de la madrugada, satisfacía mis interrogantes y su explicación oportuna y precisa fue suficiente para mí, sin entrar en divagaciones de lo que después representaría para mí un menoscabo en la atención, puesto que ya éramos dos bebés a atender en la familia.
Pocos meses después mi madre cayó enferma. Las múltiples ocupaciones para cuidar de los tres hijos, a pesar de la asistencia de mi abuela como ha quedado dicho, hizo que su salud se debilitara y enferma gravemente de dolencias renales hubo verse obligada a pedir ayuda externa de una asistenta que conocida de la familia se prestó por poco peculio a echar una mano.
De esta etapa recuerdo perfectamente, ya tendría yo unos seis o siete años, Visi, que así se llamaba mi nuevo ángel de la guarda, me cuidaba con tanto esmero, que aún recuerdo su destreza en el manejo de vestirme y cambiarme, por entonces lo de bañarse a diario era tan singular que supongo solamente era para las clases pudientes y pongo en duda esto se llevara acaba todos los días.
Ella, Visi, se hizo cargo de mí en el tiempo que mi madre tuvo que ser intervenida en Madrid de una operación que por entonces se consideraba de gran riesgo pues hubo de extirpársele un riñón dañado con la secuelas que lleva el tener que vivir en casa de unos familiares que aunque la trataron con atención, no dejaba de ser un huésped fuera de su entorno familiar más inmediato.
Tengo viva la escena de la llegada de mi madre a los pocos meses y ya un tanto recuperada, aunque no del todo, de ésta
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operación, así como el día de la misma y que mi padre hubo de irse a Madrid para estar presente.
La noche anterior, fue la primera y creo que la única vez que vi a mi padre llorando. Tengo la escena perfectamente grabada en mi memoria, pese a mi corta edad. Llegó mi padre del trabajo al anochecer, esa misma noche debería tomar el tren para desplazarse a Madrid, y en la poyata de la lumbre en el suelo y todos alrededor de ella, debería ser invierno, mi padre comenzó a calzarse unas botas que acaba de adquirir en "Casa Chino", tal vez de fiado, para cambiar de las alpargatas que a diario en verano y en invierno tenía como calzado habitual, esta vez para ir a la Capital debería ir con sus mejores atuendos, que no eran otros que la consabida chaqueta y pantalones de pana, raídos y pardos por el paso del tiempo, su pelliza y la sempiterna gorra visera que recuerdo de siempre, hoy añadía a este ajuar las botas recién adquiridas.
Pues bien, en este contexto es cuando mi padre sin pronunciar palabra alguna y ante la expectativa e incertidumbre que le tocaba vivir, aprecie como le resbalaban por su cara surcada por el trabajo y las inclemencias padecidas en su aún joven vida unas lágrimas brotadas de lo más profundo de su ser, amargas sin duda, pero con la serenidad estoica con que mi padre solía enfrentarse a diario con la vida...
Ésta etapa de recién estrenada vida, se dio en llamar los "años del hambre", le venía éste epíteto como anillo al dedo, pues se pasaban carencias de todo tipo, en la comida, en el vestido, en la casa, en todo. De ahí que se agudizara el ingenio por aquello de "estudia más un hambriento que cien letrados" y la Picaresca comenzaba a dar campanadas por doquiera que fueses.
Mi ingenio, aún sin estrenar me proporcionaba la soltura suficiente para inventarme visitas con cualquier pretexto, unas veces justificados y por encargo de mi madre y otras, las más, a mis parientes cercanos mis tíos, algunos gozaban de soltura
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económica y les satisfacía verme comer con tal apetito que les resultaba envidiable, era según ellos pago suficiente por mi parte por las "meriendas" a veces repetidas en diferentes domicilios que me suministraban un día sí y otro también.
A veces me resultaba más rentable gastronómicamente hablando, ir a casa de mis tíos, que estar jugando con la chiquillería del momento, que como solía decirse se quitaba el hambre a gorrazos.
Mi niñez, que para nada fue mala, me lleva a la conclusión de que tiempos pasados siempre fueron mejores, en medio de tan precario estado sin embargo se desarrollaba una solidaridad entre las clases más desfavorecidas, que hoy día en el que nos invade el egoísmo, sería difícil de interpretar y mucho menos aplicar. En las casas se pasaba hambre física y también nuestros padres hambre de justicia social, pues presenciaban como el suministro marcado por el racionamiento, era manipulado por una caterva de lameculos, de los de siempre, que gozaban de privilegios tales como obtener más de una cartilla de dicho racionamiento y sus cupones les intercambiaban por favores unos sin relevancia y otros de fuste de dudosa conducta moral rayana en el abuso.
Podía verse en las colas de las tiendas de suministros, algún vigilante adicto al régimen impartir autoridad y mediante intercambio de favores pasar al principio de la larga cola a una señora que de buen ver hacía la vista gorda, aunque todo el personal afectado entendía muy bien el tejemaneje de dicho favor.
Cuando llegaban las fiestas de Navidad, Pascuas, y el verano, todo se daba por olvidado y lo pasado quedaba, la gente comenzaba a vislumbrar que las cosas se iban arreglando en el terreno económico, los jornales, aunque muy pequeños, proliferaban con las labores del campo, la recogida de la fruta, la limpieza de los caminos, el levantamiento y acondicionamiento de
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las calles y casas hundidas por los efectos, colaterales, de la recién pasada guerra y se empezaba a ver la luz.
Mientras mi vida comenzaba a ser, digamos pública, por cuanto comenzaba a producirse la dictadura disciplinaria en mi persona que hasta aquel entonces había sido libre y ahora abocada a un horario inflexible de entrada y salida de la escuela primero de la llamada "los cagones" y muy poco después a las Escuelas Nacionales.
Recuerdo mis sollozos del primer día de asistencia a la Escuela, mi desconsuelo al verme aturdido por mis compañeros veteranos riéndose de mis temores ocultos y públicos por mis abundantes pucheritos y puede que también algún escape involuntario de mi vejiga.
Con el tiempo fui afianzándome y alternado en las correrías del recreo y llegue a conseguir granjearme la confianza de uno que parecía ser el mandamás, hasta el punto de elegirme para los partidos de futbol que con frecuencia se organizaban un día sí y otro también.
A la salida de la escuela, y ya libre de preocupaciones y deberes de estudio, nuestra preocupación consistía en ir a jugar a cualquier plazuela a los populares juegos de "quintas guerreras", a la "gata parida", al "escondite" a "las prendas", a las "canicas" y mil entretenimientos que por entonces estaban de moda.
Al anochecer nuestra diversión consistía en ir a la Plaza a ver cantar a los serenos que formaban en fila y entonaban una rutina que era algo así como: "Ave María Purísima, las diez y sereno" y una vez pronunciado este saludo o especie de consigna se repartían por las calles del pueblo, que previamente tenían asignadas mediante sorteo y por las que deambulaban chuzo en mano toda la noche, anunciando de viva voz la hora y el tiempo que hacía, sereno, nublado, lloviendo, lo cual producía en los
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durmientes paisanos a unos un desagradable sensación y en otros una seguridad gratuita e información del tiempo.
Capítulo aparte merecen mis andanzas por la monaguillería que yo empezaba a frecuentar, los latines para poder ayudar a misa, el toque de las campanas, el revestirse de monaguillo con sotana roja, roquete blanco con puntillas, me recordaba la figura de San Luis Gonzaga de ésta guisa y las pillería de niños que se agudizaban con el cargo y oficio de monago, que con razón decían las madres, solo le faltaba ser monaguillo.
Durante unos años y preparándome para recibir la Primera Comunión la asistencia dominical a la Catequesis hicieron que por fin mi madre se decidiera a que no perdiera turno en dicha celebración, la compra de los zapatos en el pueblo cercano al nuestro, Aldeanueva del Camino, que por cierto íbamos andando pues apenas había cinco o seis kilómetros y eso para un niño y una madre joven era poco menos que un aperitivo, además nos juntábamos con otros niños para el mismo cometido. Resultaba que llegabas a la tienda con los pies hinchados del camino y el día de la Comunión, se te salían de los pies, aunque yo creo que las madres, muy sabias ellas, sabían de sobra este percance y lo celebraban pues así la duración del calzado era para más de una temporada aunque creciera el pie, cosa esperada dada la edad.
Llegó el gran día, la tarde antes había de hacerse la confesión que era puro trámite y había que acostarse pronto pues se tenía que guardar un riguroso ayuno hasta la hora de recibir el Sacramento lo que propiciaba que se produjera algún que otro desmayo. Después venía el ir por las casas a que te vieran los familiares y te dieran la propina, que las madres muy celosas y no permitiendo el despilfarro en golosinas que además ensuciaban el estómago se hacían cargo de las mismas, aunque permitieran
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alguna licencia cual era ese día poder ir al cine a una función infantil prevista para día tan notable.
Por cierto, he de relatar el motivo de mi afición al cine y sobre todo a las películas del Oeste mi género preferido, aunque por entonces era en blanco y negro. Uno de mis maestros y en
premio a mi aplicación en la Escuela me llevó de ayudante a la cabina donde se preparaba la cinta que se iba a exhibir y que por lo general duraba una semana en varias sesiones diarias, era tanto amor al cine en la época que aunque llego la tele tardo tiempo en desaparecer; esta circunstancia me permitió gozar gratuitamente, como empleado, de la proyección de películas de todo género, incluidas las no toleradas para menores; pero que mi maestro interpretaba que estaba prestando un servicio a la Comunidad lo que me daba patente de corso para asistir a dicha proyección.
Con el tiempo y a medida que este transcurría, ingresé en la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela Elemental que se llamaba por entonces, en la rama de madera afín con el oficio de mi padre y que además por el auge de la fabricación de muebles era lo que primaba en el pueblo y el futuro era casi seguro para quien pretendiera hacerse un buen artesano.
Ni que decir tiene que combinar el aprendizaje de ebanistería con el oficio de monaguillo, me abría puertas hasta entonces inéditas para mí, empezaba a ser un adolescente un tanto precoz si se quiere pero con el descubrimiento de claves importantes para vislumbrar mi futuro inmediato, también comenzaba en mi persona el hormigueo atractivo del descubrimiento de las niñas, sentía una especial inclinación por ver las sonrosadas caras de las niñas que frecuentaban la Iglesia y en la que yo me sentía un ser superior debido a las prerrogativas de mi estado, me sentía mirado, observado, alguien fuera de lo común y el cruce de miradas cómplices de algo nuevo que estaba surgiendo
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me daban un tono de superioridad respecto a mis compañeros, un tanto diferente, como de héroe de cine.
Avanzaba el tiempo y…
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Años 10-20
(Carpe diem)
Comenzaba un nuevo capítulo de mi historia personal.
En la Escuela ya poco más se podía lograr para mi formación humanística e intelectual, en casa ya se empezaban mis padres a plantear algo acerca de mi futuro inmediato,
¿Sería el momento de ponerme de aprendiz en un taller...?
¿Tal vez sería mejor, continuar en la Escuela con el complemento de la Formación Profesional en la rama de la madera...?
Estos devaneos que, complicaban la ya complicada vida de mis padres, era la zozobra diaria en casa acerca de mi porvenir.
Una circunstancia muy peculiar vino a solucionar éste problema, cual fue la llegada de las vacaciones escolares que para ser preciso duraban todo el verano. Mi madre decía que no podía estar por ahí todo el día "tirando pedos por una caña" y decidió previo consenso con mi padre que iría al taller de tonelería donde mi padre ejercía el oficio de maestro tonelero y al menos estaría bajo su vigilancia mientras duraba el tiempo de vacaciones.
De ésta forma tan peculiar, comencé a ir al taller asiduamente y me fui familiarizando con un oficio que se
presumía duro y difícil; pese a que mi padre nunca quiso forzarme a integrarme en él toda vez que mi corta edad, la dureza que él conocía mejor que nadie, la creencia y sobre todo el deseo de que aquello no era lo más adecuado par mí, antes bien por no contradecir a mi madre que se encontraba más tranquila sabiendo que estaba bajo la protección y cuidado de mi padre, lo que no me
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permitía según ella que me desviase de la disciplina y buenas costumbres familiares.
Obviamente mi padre apartaba la vista cuando veía que mi cansancio no respondía los pequeños encargos que me hacía con arreglo a mi capacidad y fuerzas, nunca me exigía nada y a veces permitía que mis descansos se prolongaran en el tiempo a discreción.
Había también, por aquellos entonces, otra actividad que realizaba, esta vez, con mi abuelo Adrian para quien yo era la niña de sus ojos, seguramente porque yo era el único nieto varón de la familia y mi abuelo me adoraba, debo confesar que el cariño era recíproco. En esa edad en la que todo resulta novedoso, yo apreciaba de forma muy especial las labores del campo que mi abuelo realizaba con primor de jardinero. Tenía una huerta que a mí se me antojaba el Edén, el Paraíso, con tal variedad de frutos y verduras que sustentaba tanto su casa como la de mis padres sin apenas esfuerzo, eso sí todos los días se le veía venir cargado con su sempiternas alforjas en las que transportaba los frutos de temporada y en casa nunca faltaba de nada.
Recuerdo con singular agrado, alguna vez que le acompañaba a la huerta y a la hora de comer, sobre una tajuela extendía un mantel de cuadros y nos disponíamos a comer un suculento guisado que él había preparado, aquellas patatas con carne hechas a fuego lento en el campo y a orillas de un regato que pasaba cabe la mesa, a la sombra de un cerezo y con la parsimonia que la vejez iba manifestándose en mi abuelo, el partir aquella hogaza de pan blanco, un lujo por aquella época, hicieron en mí que estos momentos resultaran inolvidables en el tiempo y que hoy recuerdo con nostálgica emoción.
Pero mis padres continuaban sin definir qué era lo más conveniente para mí, iba creciendo y cada día apuntaba más
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claramente que era necesario tomar una determinación para mi futuro.
La situación económica de mi casa era precaria, pese a que mi padre aportaba un buen jornal, la familia con tres hijos, el pago del alquiler de la casa, entonces era como una pesada hipoteca de ahora, hacían que fuera insuficiente los recursos y mi madre siempre aportando ideas, pergeñó una idea, algo que no estaba al alcance de cualquier mortal. Nada menos que mandarme a estudiar fuera del pueblo, ya que mi hermana mayor, estaba oficiando en la fabricación manual de alfombras y mi hermana pequeña todavía no se había planteado su futuro en éste sentido con lo que yo era el verso suelto que había que resolver.
Mi madre que no se arredraba ante ninguna situación, por complicada que fuera, puso en marcha su habitual destreza, se echó para adelante y fue a hablar con un industrial que a la sazón proporcionaba becas de estudios a quienes quisieran realizar Estudios Eclesiásticos, es decir lo que entonces se llamaba estudiar para Cura,
Previamente tanteó otras posibilidades, es decir como en el pueblo existía un Seminario de Verano y teníamos cierto contacto con el Rector del mismo que era paisano, empezamos por venderles frutas de un huerto que mi padre cultivaba a ratos y después de haberse llevado una buena paliza en el trabajo; pero todo era poco y la cosecha aunque tampoco era abundante, sí lo suficiente para recolectar el mejor fruto y ofrecérselo al Ecónomo de el Seminario, que admitía tal vez por ejercitar la caridad (justicia diría yo) y que ayudaba a la familia a sacar la prole adelante.
Pues bien, llegó a plantearle al Rector la posibilidad de ingresar en el Seminario, rayaba yo por entonces los 12 años, justo la edad requerida para dicho ingreso. Hubo una entrevista personal a la que accedió gustosamente el Rector, me chequeó sobre todo en
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mis conocimientos más elementales de cultura, formación catequística de la que yo andaba sobrado dada mi condición de monaguillo y ocurrió algo inesperado que relato a continuación.
Después de éste primer intento de mi madre, el Rector nos citó junto a otro niño y su madre, vecina nuestra que también quería lo mejor para su hijo, mi madre decía que era envidia pura, y que éste niño de mi edad que se había criado con sus abuelos, pues su madre era separada y por entonces esto no era para nada habitual, pretendía como toda madre para su único hijo un futuro esperanzador.
Así pues un día concertado, nos fuimos en el tren martero, tren mixto, que se llamaba así porque pasaba los martes por el pueblo desde Salamanca a Plasencia, llegamos al lugar de la cita que era el propio Seminario y nos recibió con agrado dicho Rector. Les puso en antecedentes a las madres de que caso de ingresar en el Seminario, algo que no dependía de él, aunque su informe fuera favorable debería pasar por el consenso de la Comunidad y que sería en Salamanca no en Plasencia como al parecer ellas se había hecho a la idea. Ello descolocó un tanto las pretensiones por la cercanía del pueblo que se habían hecho; pero al fin lo que perseguían era la formación de sus hijos y por tanto este pequeño escoyo no les apartaba de su intención.
Una vez puestas en antecedentes comenzó una inesperada prueba de aptitud necesaria y previa para el Rector hacerse una idea de la preparación de los futuros alumnos, prueba de la que yo salí airoso tal vez porque el destino así lo quiso. La prueba consistía en leer un párrafo de un libro que D, Germán proporcionaba para tal cometido, primero le tocó a mi vecino - compañero, que una vez leído con más o menos soltura, el Rector
le preguntó que le hiciera un resumen de lo que había leído, mi amiguete ni flores, no supo que decir y se quedó mudo ante la
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inesperada pregunta. Acto seguido me mandó leer a mí y yo avisado por lo anterior puse especial empeño en asimilar si no todo si parte del texto, con lo cual y jugando con ventaja yo aprobé la prueba por decirlo de alguna manera, gracias a mi sagacidad y a que el destino me favoreció con mi segunda intervención.
Don Germán no manifestó en ese momento, nada definitivo, tal vez consciente del daño que produciría en la madre del no elegido y se limitó a decir que dejaran los datos para poder ponerse en contacto una vez que él hubiera dado su parecer en la Comunidad que él rectoraba que era: Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús, sito en Salamanca - Calle Fonseca 1.
Tanto mi madre como yo mismo estábamos en la incertidumbre de si habíamos sido admitidos o no y pocos días después salimos de dudas.
Una carta con membrete del Centro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos... llegaba a nuestras manos y decía más o menos así:
"Habiendo recibido indicaciones precisas por parte de nuestro Rector, y teniendo en cuanta el interés en ingresar en nuestro Aspirantado para la formación religiosa de los alumnos con miras a ser Sacerdotes, a continuación les damos detalles concretos para dicho ingreso"
Mi madre no disimulaba su contento y con esa carta en la que se detallaba todo el ajuar que debía preparase, así como el importe de la pensión que ascendía a un buen pico, el inminente ingreso en Septiembre, el tiempo era muy justo y por esa razón se personó ante el Señor que facilitaba becas de estudios el cual le prometió una ayuda si no por el importe total si al menos lo que se llamaba una media pensión, mientras durara la formación del nuevo Aspirante, algo que aunque trastocó los planes de mi madre no por
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ello rechazó la oferta, antes al contrario manifestó su agradecimiento como no podía ser de otra manera.
El revuelo que se armó, cuando mi madre empezó a decir que su hijo iba a ingresar en el Seminario, causó tal molestia en la vecina que ésta dejó de dirigirle la palabra al menos por cierto tiempo puesto que veía frustrada la ilusión que se había forjado para su hijo.
Los preparativos hubieron de acelerarse, pues las fechas apremiaban, mi madre habló con una costurera, en la que ella hacía a veces horas, que se encargaba de confeccionar las sotanas a los seminaristas así como los guardapolvos de los mismos. Me hicieron la sotana, me probaron y ya me veía yo como un autentico curita de los que venían en verano. El ajuar era muy exigente, dos pijamas, varias mudas de ropa interior, calcetines, pañuelos, camisas, par de zapatos de vestir, zapatillas deportivas, pantalones y ropa de cama incluido el colchón, unas exigencias a la que mis padres hicieron frente con mucho sacrificio pues la pensión era para alimentación y libros de texto, con lo cual hubieron de empeñarse hasta las cejas, algo que yo nunca podré pagarles durante toda mi vida.
Llegó el gran día, la familia era la primera vez que despedía a un miembro, aunque mis padres me acompañaron como no podía ser de otra forma y ya en la estación atenazados por los nervios y rayando en la angustia, mi abuelo me dijo : "Pórtate bien, hazte un hombre, estudia" ... Y unas lágrimas se desprendieron de sus cansados ojos deslizándose por las arrugadas mejillas y aún le dio tiempo a decirme: "Seguramente no me volverás a ver"... Algo que premonitoriamente se cumplió, pues a los pocos meses de estar yo en el Seminario, recibí la triste noticia que el abuelo había fallecido, de una forma si se quiere casual. Como ya quedó dicho
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anteriormente, mi abuelo alimentaba de leña (batacos) la casa para que siempre hubiera lumbre y un pote que colgaba de una llares, aunque solamente estuviera lleno de agua las más de las veces y servía para calentar la cocina, que a mí se me antojaba enorme y llena de enseres como un laboratorio. Pues bien, como mi abuelo frecuentaba el monte para este menester, tenía oculto enterrado entre la hierba el utensilio con el que extraía las raíces y con el fin de no tener que ir cargado con él, cada vez que decidía ir por leña. Esto fue su final, pues en uno de los envites para sacar alguno de estos batacos, se dio un golpe en una pierna, hubo de ser intervenido en el médico al cabo de varios días en los que la cosa iba a peor, lo negruzco de la herida bastante grande que se produjo no mejoraba y cuando quiso acudir al médico ya la gangrena había hecho su oficio hasta el punto de llevarle a la tumba. Que Dios le tenga en su Seno, Amén.
La novedosa vida para mí en todos los sentidos del Internado, me tenía boquiabierto y anonadado, raro para mí todas las cosas, era la primera vez que me acostaba con un pijama y de dos piezas, la higiene dental diaria era otra novedad y sobre todo la convivencia con los demás Aspirantes numerosísima en aquellos tiempos en que quienes no tenían medios se iban al Seminario, no siempre con la intención de los padres de llegar a ser algún día Sacerdotes, sino más bien para garantizarse unos estudios de altísima calidad y disciplinas necesarios, que no estaba al alcance de muchos y que el Centro gozaba de gran fama.
La vida transcurría de novedad en novedad, cuando no eran los libros o el uniforme que consistente en un guardapolvo, era el fajín que nos poníamos encima de la sotana y el complemento de un bonete de tres picos y una borla azul en el centro del mismo, para las ceremonias en la Capilla y además disponíamos de un
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roquete o sobrepelliz sobre todo en las ceremonias de cierta importancia, como las Misas Dominicales, en las que había una Coral de reconocido prestigio y que actuaba en las solemnidades muy significativas, Semana Santa, Navidad, el Santo Patrón, etc.; también tuve el privilegio de pertenecer a ésta Escolanía, con voz de Triple Solista y aún recuerdo cuando nos desplazábamos para alguna sesión en otros centros e incluso en la Catedral, el mimo con que nos trataban, a base de bufandas y leche caliente para cuidar la voz.
Todos los días encontraba motivos para nuevas y grandes sorpresa, las que me deparaban, ya de por sí, y la importancia que representaba para mí las medidas enormes de aquellos pasillos, galerías, dormitorios, el Refectorio, los patios para el recreo, la Capilla, el Salón de Actos donde se proyectaban películas los fines de semana, la grandísima Biblioteca atestada de numerosos volúmenes y variadas colecciones de todas las materias del saber y de autores consagrados de la propia Congregación, con el tiempo descubrí una Editorial "Sígueme" en la que colaboré en alguna ocasión en el traslado de volúmenes para ser empaquetados y enviados a las distas Congregaciones Religiosas que se abastecían de ella.
El primer curso, pasó sin apenas darme cuenta, eran tantas las novedades a diario, que apenas quedaba tiempo para asimilar tanta novedad, los horarios implacables, las clases, las horas de estudio, las oraciones en la Capilla el recreo, las salidas a la ciudad los jueves en ternas vestidos de "curitas" como decían los paisanos al vernos pasar, hasta las comidas, que por cierto no eran para nada abundantes y se echaba de menos las de casa pese a las precarias condiciones en que se producían, la morriña se hacía presente en muchas ocasiones, sobre todo cuando llamaban a algún Aspirante a la Portería porque tenía visita, además de que siempre venían cargadas con novedades, chucherías, manjares olvidados, se
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libraban de una o dos horas de estudio. Para quienes no recibíamos visita alguna, existía una "Tienda" en la que había de todo: Tebeos, golosinas, alguna prenda de vestir, dentífrico, jabón, peines y algún que otro capricho de semejante factura; claro había que disponer de dinero y de eso andábamos más bien escasos sobre todo algunos como servidor.
Los exámenes finales del curso estaban llegando, las horas de estudio aumentaban y la máxima dificultad que yo encontraba era en la asignatura de latín, una novedad hasta cierto punto pues aun recordaba mis latinajos de las contestaciones al sacerdote en las misas de mi actividad de monaguillo:
(Et introibo ad altare Dei: ad Deum qui laetificat juventutem meam.) (el Confiteor), (Suscipiat Dominus sacrificium de manibus tuis ad laudem et gloriam nominis sui, ad utilitatem quoque nostram, totiusque Ecclesiae tuae sanctae.
El Credo y sobre todo el (Pater Noster...) además del gorigori como llamábamos los monaguillos a las misas de Réquiem o de difuntos, estas eran cantadas en el coro de la tribuna con toda solemnidad... Mis conocimientos y cultura litúrgica al fin servía para algo.
Los exámenes que eran orales ante un Tribunal, fueron aprobados, rapados pero aprobados, eran tantas las cosas que me estaban pasando que apenas podía concentrarme en el estudio de materias tan novedosas para mí como lo eran:
Física y Química, Alemán, Geografía, Historia, Matemáticas, Ciencias Naturales, Dibujo y Pintura, Música, Latín, Urbanidad, Religión o Historia de la Iglesia, Literatura, Caligrafía... y seguro que se me olvida alguna asignatura y eso era en Primero de Bachillerato...
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Cuando se acercaba la fecha de los exámenes, pasaban por el Estudio nombrando a los privilegiados que se sabía de antemano, por sus notas mensuales, iban a aprobar todas las asignaturas para que fueran a Portería, siempre ocurría todo en Portería, a tomarse las medidas para el traje de Campamento, yo nunca tuve ese privilegio pues a quien le quedaba alguna asignatura pendiente, no podía ir a dicho Campamento porque se suponía debería preparar el examen en Septiembre para pasar al segundo curso. De los setenta Aspirantes que componíamos el curso tan solo un diez por ciento aprobaban la totalidad de las materias, lo cual significaba un alivio pues ya se sabe que mal de muchos, es consuelo de tontos.
Otro tanto ocurría a la hora de asignar los diferentes cargos, según fuera el comportamiento de cada Aspirante, para ello teníamos todos los cursos unos 175 alumnos una reunión mensual en el Salón de Actos presidida por el Rector, el Padre Espiritual y el Jefe de Estudios, allí se nombraba uno por uno a los alumnos que habían aprobado todo y también a los que no, con lo cual se establecía un ghetto muy a pesar de quienes formábamos el pelotón de los torpes. Otra "genialidad" de los superiores era la importancia que se daba a tres materias a saber: Disciplina, Estudio y Urbanidad, eran los tres mandamientos más importantes y para acceder a algún cargo de relevancia como era ayudar a misa en la Capilla, campanero, o de parecida índole, era absolutamente necesario haber aprobado estas tres digamos imposiciones de reglamento, yo nunca tuve cargo alguno que no fuera servir las mesas cuando me tocaba el turno. En una ocasión me ocurrió algo inolvidable, cual fue que siendo servidor de mesa por turno correspondiente cada semana se cambiaba, fui a recoger una sopera bastante grande como para unas diez raciones con su cacillo para servir, eran mesas corridas en las que nos alojábamos cuarenta o
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cincuenta Aspirantes, yo que era grande y por tanto un tanto patoso, tropecé por que había un socavón en el Refectorio y fui a dar de morros con la sopera en el suelo con el consiguiente alborozo de los presentes, y eso que había un sepulcral silencio, pues durante las comidas se leía en voz alta por el lector de turno; aun así el cachondeo se hizo presente y el Rector con un timbrazo mando callar, en pie y a la Capilla, aquel día no se cenó, gracias a mi accidente, algo que sin duda no se me perdonó en mucho tiempo ...
De éstas y mil anécdotas, se podría escribir un libro; pero creo que como muestra y para ambientar un poco el transcurrir de la vida interna de un Seminario, con estos botones de muestra es suficiente y que cada cual deje volar su imaginación pues estoy seguro que a todo nos ha pasado algo muy parecido si hemos tenido la oportunidad de vivir un tiempo internos en un Convento, aunque fuera éste un Aspirantado.
A estas situaciones, habría que añadir la dureza del clima de Salamanca, el frío estepario de la Meseta Castellana, las condiciones de las instalaciones del Centro obsoletas por los años pasados sin reformas, la inexistencia de fuentes de calefacción alguna, el espíritu de sacrificio imbuido por la vida monacal, hacían que realmente el devenir de la vida fuera larga y difícil en el internado.
Por fin llegó el tan ansiado verano.
Para mí ésta nueva situación representaba una novedad tan grande que me costaba admitir me iba a ser muy difícil de asimilar, Me esperaban con los brazos abiertos todos los miembros de mi familia, era tanto lo que tenía que contar y que me tenían que contar, que me asustaba solo pensarlo, apenas podía conciliar el
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sueño pensando en el encuentro; aunque mi correspondencia epistolar era frecuente y fluida con mi casa, no era lo mismo vernos y tocarnos personalmente y el día llegaba sin remisión.
En efecto, mi primer contacto con los míos en la estación de tren estuvo lleno de efusivos abrazo, besos y miradas en el hondón del alma...
La llegada a casa y toparme con la realidad de la misma, me hizo soltar lo que tal vez hubiera molestado a mi familia: "Ya no me acordaba de lo pequeña que es la casa" lo que seguramente, a la vista del silencio ante mi comentario, me hizo pensar que no era la mejor manera de comenzar las tan ansiadas vacaciones por parte de todos. Seguramente esperaban de mí algo así como:"Qué bien volver al hogar, a la casa tantas veces soñada"
Poco a poco fui dando señales de mi contento por volver, hacía casi un año que no había pisado el pueblo, y me trace un horario en el que se contemplaba en primer lugar la asistencia a Misa, deber ineludible de todo seminarista, luego repasar la clase de latín y las matemáticas que había aprobado por los pelos, el resto del día lo dedicaría a ayudar en lo posible a mi padre en las labores del campo y la convivencia familiar se fue afianzando a medida que pasaban los días, siempre sabiendo que más bien pronto que tarde habría que volver a la batalla de los estudios.
Ese verano, ocurrió que inesperadamente se presentaron en el pueblo un grupo de Teólogos ya de cursos avanzados y quisieron hacer una visita a mis padres, venían de excursión a visitar el Barrio Judío cuya fama había traspasado fronteras provinciales. A mi madre le falto tiempo para obsequiarles con lo que pudo improvisar, embutidos, frutas, bebidas (vino y gaseosa);
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pero la austeridad fue bien recibida por los invitados que agradecieron el obsequio de la invitación y en lo que significaba ofrecerle cuanto teníamos.
Pasadas las Fiestas de Agosto, hube de incorpórame al Seminario para cursar el segundo curso de Bachillerato, aprovechando que otro compañero del mismo Centro, éste ya era estudiante filósofo y que su padre disponía de un taxi, me llevaron hasta Salamanca y sin cargo alguno, eso sí fui solo pues mis padres no podían desairar la invitación que me hicieron, advirtiéndome llevar el mínimo equipaje, toda vez que le compañero iba bien apertrechado de libros y pitanzas para lo largo del curso y el espacio era limitado.
El encuentro con los compañeros fue genial, alboroto y risas, ganas de contarlo todo, buscando a los más amigos hasta dar con ellos si bien se había diezmado el curso por razones varias y lo que antes era una lista de setenta Aspirantes en este curso quedó reducida a unos veinticinco, tal era la criba que se producía en el Centro a cuyas exigencias no todos podían responder.
Volvimos a la rutina, esta vez conviviendo con los novatos que se incorporaban como Aspirantes de Primer Curso y que nos admiraban con envidia al ver que nos desenvolvíamos con soltura y nosotros nos sentimos ya veteranos.
El Curso de segundo año, dio comienzo con algunas novedades, además de ser un número reducido en clase, los profesores también habían cambiado en la mayoría de las asignaturas, con lo cual nos sentíamos liberados de aquellas imaginarias ojerizas que algunos pensábamos nos tenían un determinado tipo de profesores.
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La ubicación del aula también había cambiado, al ser un número menor de alumnos nos habían reducido el espacio y a mí me parecía estar más cerca del profesor y sobre todo de la fatídica pizarra en los ejercicios de álgebra que se me daba bastante mal, por no decir muy mal. El latín había subido de nivel y decían los alumnos del curso anterior que ya habían sufrido esta experiencia que era difícil y engorroso, sobre todo porque ya teníamos que traducir a los clásicos, "De Bello Gallico" de Julio Cesar,“La Guerra de las Gallias”, las "Églogas" de Virgilio y disciplinas como aprender a componer frases con la ortodoxia que exigía el profesor Don José María Guillen que era nada menos que quien había creado la Gramática Latina como texto oficial de segundo curso de Bachillerato.
A ello se sumaba la asignatura de Lengua Alemana, con un nuevo profesor, nativo D. Piter Fuello, que nos hacía aprender todos los días, que había clase al menos dos por semana, 10 palabras del vocabulario, una locura. Ni que decir tiene que el resto de asignaturas había subido de nivel proporcionalmente al resto y si ya el primer curso fue difícil este se presentaba a priori insuperable.
Esto era en el orden académico, también en lo tocante a la vida comunitaria, se observaban algunos cambios, por ejemplo en el Refectorio y en la Capilla estábamos ubicados los de Segundo en otro orden, mezclados con los de Tercero y Cuarto, por tanto la familiaridad de los antiguos compañeros ya no era la misma, deberíamos aprender a convivir con alumnos mayores que nosotros y aprender de sus "virtudes" en los campos que ellos dominaban con más soltura, en la convivencia. Ello nos venía bien en el caso de consultarles alguna traducción de latín para nosotros imposible y que atentamente nos prestaban ayuda, también para los cargos,
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recuerdo que un Aspirante creo que de Tercero llevaba el cargo de las fichas de los futbolines, y me hizo su Secretario, tal vez porque era de Plasencia y por la afinidad y paisanaje, parecía Judas siempre con una bolsa de fichas colgada de su cinturón que se le tenían que solicitar mediante previo pago de dos una peseta, ese dinero se le entregaba al Ecónomo y él sabría qué hacer con ello.
El curso era duro, difícil, largo, angustioso y siempre con la espada de Damocles encima, pensando si pasaríamos al curso siguiente, algunos les permitían repetir , si por casualidad habían pasado parte del curso enfermos o causas significativas; pero lo normal era la criba y de ello teníamos un buen ejemplo en los cursos de Tercero y Cuarto que el número se había reducido muy significativamente.
Ya se nos empezaba a hablar de la Vocación, algo que a mí me sonaba a chino, pues mi madre o tal vez mis padres habían decidido que fuera a estudiar a Salamanca y lo de la Vocación si Dios quería vendría por añadidura. Mi Padre Espiritual, amable, santo, ejemplar, empezaba a sondear mi dosis de vocación, sí yo me acoplaba a la disciplina del Seminario pero tal vez porque no había otra alternativa posible y lo de la Vocación ni me lo había planteado, sin embargo había llegado, al parecer la hora de definirse, A mi me parecía que yo no era digno de ser un servidor del Evangelio, que mis precarios conocimientos tanto académicos como de Formación Ascética y Mística así lo manifestaba, sin embargo según las palabras y consejos del Padre Espiritual, ello llegaba con el tiempo y las oraciones pidiendo la manifestación en mi persona de la Vocación al sacerdocio.
En este curso, ya nos fuimos dando una idea de porqué la preparación académica y religiosa era tan exigente, fuimos
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descubriendo que se nos preparaba para llegar algún día, lejano, a ser Rectores de Seminarios Diocesanos y teníamos varios ejemplos muy cercanos, para mí, cual eran el Rector y demás Dirigentes del Seminario de Plasencia que eran procedentes de nuestro Centro. Supimos que había en Roma un Colegio Español que pertenecía a la Congregación y donde eran enviados los estudiantes más sobresalientes para cursar Teología en todos sus grados hasta llegar al Doctorado. También fuimos informados de otro Centro de Estudios Superiores de Filosofía en Tortosa y además veíamos todos los días miríadas de estudiantes filósofos y teólogos que salían del Centro a la Universidad Pontificia donde impartían clases de cursos superiores ya universitarios. En definitiva fuimos tomando conciencia de la importancia del Centro y del prestigio de que gozaba en el ámbito religioso y formativo. Esto también pude comprobarlo en cursos posteriores con mis compañeros, paisanos, que aun estando en cursos más avanzados que yo, no tenían las materias ni las exigencias que en nuestro Seminario, estudiaban para "Curas de pueblo", y al parecer había otro tipo de exigencias pues no se iban a dedicar a lo mismo. De hecho algunos Aspirantes se cambiaban en cursos superiores a centros más asequibles a la naturaleza de sus cualidades y aconsejados por el Rector.
Más mal que bien a trancas y barrancas, fui sacando el curso, algún suspenso que otro, mes tras mes se acumulaban los fracasos, asignaturas como Matemáticas se me atravesaban de manera que para mí eran totalmente incompresibles, las formulaciones en Química no estaban a mi alcance y el Latín y Alemán iba trastabillándome a diario con las traducciones imposibles de asimilar. De tal manera que llega el fin de curso y me quedaron varias asignaturas pendientes para Septiembre, ese año tampoco me tomaron medidas para el traje de Campamento.
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El verano de nuevo me presentaba la novedosa convivencia con mi entorno familiar más inmediata y también con
los seminaristas de verano que todos los años venían al pueblo, allí encontré la fórmula para repasar mis asignaturas pendientes que mediante los consejos y clases casi particulares que me daban los Superiores y su afinidad con mi Aspirantado, ello hizo que me presentara en Septiembre a los exámenes de recuperación y sacar adelante el curso.
Mis dudas acerca de mis posibilidades de continuar estudiando empezaban a ir creciendo, no me veía capaz de enfrentarme otra vez a lo para mí inaccesible; pero viendo el sacrificio de mi familia para que yo estuviera estudiando y por vergüenza torera, me propuse aprovechar al máximo nivel mis horas de estudio y clases con el fin de superar aquella crisis de identidad que estaba surgiendo en mi persona. Ya tenía una edad y conocimientos suficientes como para discernir un tanto mi futuro, que al parecer estaba diseñado para seguir adelante con mis estudios y llegar a grados superiores.
Rayando los 15 años, con un cuerpo hecho a las dificultades, obligado en cierto modo a ser más consciente de mi situación y de cuanto me estaba jugando en estos años de formación, mi dedicación fue extrema en entrega a los objetivos que me había propuesto, los estudios, tal vez por el habito adquirido, me parecían un tanto más livianos, el reconocimiento de los alumnos de cursos inferiores me daban alas y ya me consideraba un miembro cualificado con respecto a ellos y con la ventaja de dos cursos, ya me encontraba enfrentado al Tercer Curso de Bachillerato ...
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En este curso ocurrió algo trascendente para la vida comunitaria, los estudios que se cursaban en el Centro no gozaban del reconocimiento Oficial en los ámbitos académicos, de tal manera que el Rector solicitó inscribirnos en el Instituto Fray Luís de León, que por aquel entonces era el lugar de referencia para cursar estudios de Bachillerato. Así se hizo y tuvimos que sufrir un examen para acceder de pleno derecho a dicho Instituto. Uno a uno fuimos pasando dicho examen con éxito pues nuestra preparación superior a la de los alumnos del mismo hizo que nos convalidaran los tres cursos y figurar en el Libro Escolar y con Matrícula gratuita para todos nosotros. Tengo una anécdota que contar respecto a esta novedad, en el examen de Física y Química en la que servidor no estaba muy brillante, por decirlo de alguna manera suave, me preguntó el examinador
D. Claudio Latorre Secretario de Estudios del Instituto y firmante por tanto de las notas que además gozaba de fama anticlerical, algo en Salamanca muy unamuniano, entre otras preguntas una que me dejo boquiabierto, me pidió que le definiera "Qué era el acero"... Yo me quedé en blanco y no sabía que contestar, ante mi silencio, él con aire jocoso y esbozando una sonrisa sardónica me empezó a increpar con ánimo ofensivo diciendo: ¿"Tal vez será eso que llevan los estandartes, o a lo mejor lo que se utiliza en los utensilios para celebrar misa..."? Mi rubor debió de alcanzar tales cotas que mi "Maestrillo" (Cuidador del curso), hubo de intervenir, ante la inminente falta de ética de semejante espécimen y dio por terminado mi examen que por cierto aprobé con nota.
En otra ocasión, ésta en verano, pude corroborar el tipo de educación que se impartía en dicho Instituto, pues había varios paisanos de mi edad cursando estudios en ese Centro, niños bien con pensión y gastos a cuenta de sus padres y no como servidor que
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estudiaba con media beca y el sacrificio altísimo de mis padres; pues bien, un día hablando con uno que cursaba también Tercero de Bachillerato, me confesaba que le habían quedado nueve asignaturas y debería repetir curso, yo me acordaba de esos estudiantes talluditos enrolados en las Tunas y que a los cuarenta y pico de años todavía seguían de estudiantes.
El curso continuaba, en esta ocasión, más relajado, el hábito al estudio de los años anteriores había dado su fruto y ya no era tan sangrante y parecía más asequible a las exigencia de los profesores, también al ser un grupo más reducido era más fácil controlar el progreso un tanto personalizado y la cuestión era que el curso estaba saliendo si no a pedir de boca si al menos como suele decirse para ir salvando los muebles, yo estaba satisfecho con el resultado de mis notas y ello me proporcionaba una seguridad hasta entonces desconocida.
Pero he aquí, que cuando todo decididamente iba sobre ruedas, un acontecimiento que marcaría para siempre mi vida, no solo de estudiante sino y aún más mi futuro más inmediato y a largo plazo...
Aquí tomo aire, para relatar quizás el acontecimiento más importante o uno de los más importantes de mi vida.
Un aciago día de Febrero, se personó en el Seminario mi tío Matías, hermano de mi madre, que venía de de Madrid y llevaba el encargo de acompañarme al pueblo, el motivo era una grave enfermedad de mi padre, que al final terminó en un desenlace fatal, es decir con la muerte. Los Superiores, se negaban a dejarme ir y alegaban que era porque días antes unos quince días atrás había fallecido el padre de otro paisano mío y un mes antes otro, éste vivía en Salamanca, pero también procedía del pueblo. Pensaban y
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así se lo hicieron ver a mi tío, en el sentido de que era una cadena de acontecimientos muy cercanos y que seguramente mi madre alarmada ante la enfermedad de mi padre, había por sugestión y conjeturas, pensado que el próximo sería mi padre, y no les faltaba razón, pues la situación apuntaba a este modo de pensar. A mi tío aquel razonamiento no le convenció y siguiendo las indicaciones de mi madre, por las buenas o por las malas, él decía, tenía que cumplir con los deseos de su hermana, así al fin desistieron mis Superiores y no de buena gana permitieron me fuera con mi tío al pueblo, yo ésto lo digo sin rencor, hubiera preferido que alguno de ellos me hubiera acompañado; pero todo apuntaba a que era una insubordinación, aunque yo poco tenía que decir en el asunto.
Así pues nos personamos en el pueblo, mi padre que había sido desahuciado por los especialistas de Plasencia donde había sido tratado, se encontraba en situación grave y dada la precariedad de su estado, no se atrevieron a llevarle a la casa familiar, le dejaron en la casa de mis tíos que regentaban las funciones de cuidado, mantenimiento y limpieza del Ayuntamiento y en la que tenían establecido su hogar amplio, por ser dependencias municipales.
Cuando me presenté a los pies de su cama, mi padre semiciego por los estragos de la enfermedad, preguntaba con insistencia: " ¿Quién es ese señor?, lo que me dio la exacta realidad del estado de mi padre, que como consecuencia de los muchísimos dolores, seguramente las punciones que le practicaron, decían para extraerle el liquido raquídeo, la medicación errónea y tardía prescrita por los médicos locales, dieron al traste con cualquier posibilidad de que mi padre saliera adelante.
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Al final se declaro que padecía una meningitis tuberculosa, poco frecuente en adultos y por ello las sospechas eran escasas, el tratamiento fue inadecuado y cuando quisieron ir más allá de los medios que corresponden a una población pequeña, ya era demasiado tarde. Mi padre ya inconsciente y extinguiéndose poco a poco, como se consume una vela, resistió más como consecuencia de su fortaleza física, que supuso en aquel trance más que una virtud una resistencia inoportuna. Creo que en ese momento fui consciente de mi hundimiento moral, viendo la realidad palpable de su final y de hecho pocas horas después murió...
Junto con la familia que me era más próxima y que rodeábamos la cama de mi padre, también estaba el Sacerdote Coadjutor de la Parroquia, se llamaba don Tiburcio y al verme a mí en situación semejante a la sufrida por él, también en su juventud, se deshizo en lágrimas conmigo tratando de hacerme comprender, que pese a todo la vida continuaba y buena prueba de ello era él mismo.
Fue un día nueve de Febrero de 1956 que difícilmente podré olvidar, además el clima aliado con la situación sacó a relucir sus peores galas. Gentes del pueblo, mayores, que venían a dar su pésame decían no recordar un día tan aciago, malo, de aire frío y lluvia, y que para mi desdicha prácticamente sin ropa debido a las premuras del viaje, aun resultaba más crudo si cabe.
Las gentes, allegados, conocidos, amigos, compañeros de trabajo de mi padre, familiares más lejanos, vecinos, todo el pueblo en definitiva fue desfilando por la casa . Salían unos y entraban otros y nuevamente más, nunca estuvimos solos, además de la familia más allegada siempre había gentes tratando de consolar a mi joven madre, a mis hermanas y a mí mismo. Todos coincidían
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en asegurar la desgracia que representaba la muerte, pero en este caso más pues se trataba de un hombre de tan solo cuarenta y cinco años, lo que carecía de lógica y sentido alguno.
Se hizo presente la funeraria, amortajaron el cadáver de mi padre, deteriorado hasta lo inconcebible, con la túnica de la Cofradía del Santo Entierro en la cual él era Costalero del Santo Sepulcro. Se colocó la capilla ardiente en una estancia del patio principal del Ayuntamiento y nunca falto guardia velando los restos mortales de mi padre. Sus hermanos, mis tíos y yo mismo nos turnábamos permanentemente. Tan difícil se me hacía asimilar el golpe, que aún recuerdo que mi imaginación y tal vez el cansancio y abatimiento, me hizo ver que mi padre abría los ojos, una mala pasada del estado de tensión del momento. Me faltó tiempo para ponerlo en conocimiento de los allí presente, que de inmediato comprendieron que era fruto de mi imaginación que se negaba a aceptar los hechos.
Al día siguiente, cuando todos teníamos asumido lo inevitable, fue el entierro. Naturalmente la climatología nuevamente desencadeno toda su furia, como protesta por lo acaecido, interpretaba yo. La comitiva fúnebre fue decreciendo, menguándose en número, deshaciéndose a medida que nos aproximábamos al Cementerio. Llegamos una docena más o menos junto a la tumba donde se cerraba el último capítulo de la vida de mi padre...
Fueron días angustiosos, no solo para mí, también para mi madre que se negaba a aceptar los hechos; pero había que partir nuevamente al Seminario y ella a sus obligaciones que había dejado de lado con el traslado de mi padre enfermo a Plasencia. Hubo de arreglar papeles, ir al Juzgado, solicitar documentos y mil etcéteras
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que en cierto modo hicieron tomar nuevamente las riendas de la familia a mi madre, que generalmente era animosa y no se hundía fácilmente.
Mi llegada al Seminario, fue un tanto fría, ya habían decidido mi futuro inmediato, el Rector me recibió en su despacho y me insinuaba que tal vez ahora mi madre me necesitaría más que otra cosa, que mi presencia supliría en parte la falta de mi padre en el sentido de sentirse más acompañada, que si patatín y patatán, que debería reflexionar sobre qué consecuencias tanto económicas como morales iba a suponer esta nueva situación en la familia y llegó a decirme algo que jamás he podido olvidar "que tal vez lo acontecido era una señal de que mi Vocación no era manifiestamente clara" algo que me dejo perplejo y a punto estuve de mandarle a hacer gárgaras...
La cuestión y ello es que, llegado a éste punto y ya una vez superados los exámenes de fin de curso, se me sugirió la idea de que durante el verano, este tampoco habría Campamento para mí, reflexionara sobre mi permanencia o no en el Seminario para lo cual y para ayudarme a ello me indicaron que me llevara mis cosas, libros, enseres, el colchón en fin más o menos que me fuera despidiendo y así fue y así se frustró mi hasta entonces Vocación a Cura. Cuando mi madre tuvo conocimiento de esta nueva situación, como no podía ser de otra forma, me apoyo como siempre.
Y comenzaba para mí una nueva e inesperada vida, llena de incógnitas, zozobras y desamparo de la que jamás me he librado...
Mi vida cambió drásticamente y de qué manera.
Ahora debería decidir, qué hacer, si estudiar o ponerme a
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¿Trabajar...? ; pero si yo como suele decirse no tenía ni oficio ni beneficio, si mis estudios eran elementales y una de dos o seguía estudiando por libre, puesto que para ir a un Instituto, terminar el Bachillerato Superior y posteriormente incorporarme a la Universidad con la economía de casa era impensable, por otra parte el hecho de haberme incorporado a la vida familiar representaba una carga añadida a la ya precaria situación que vivía, hasta el extremo de que mi madre y hermana mayor hubieron de ponerse a trabajar en una fábrica de tejidos industriales de las que todavía quedaban un par de ellas. Mi situación con el paso de los días era dramática, a mi no se me ocultaba por las carencias y vicisitudes que atravesaba la familia, la muerte de mi padre dejo al descubierto que en la fábrica donde había pasado la mayor parte de su vida, no había cotizado a la Seguridad Social y no le quedaba a mi madre pensión alguna, hubo de contentarse con un apaño que el dueño de la Fábrica para no ser descubierto del fraude hizo con mi madre que acepto gustosa y le dieron un dinero que apenas duró dos o tres años.
Ante esta realidad, mi madre tiró por el camino de en medio y habló con un familiar que tenía un taller de ebanistería, en el pueblo era la industria por excelencia, y entré de aprendiz a pesar de mi edad con el fin de aprender un oficio que al menos el día de mañana me sirviera para comer. Tuve que pasar por situaciones ignominiosas y vergonzantes, mi edad no era la de un aprendiz y chicos de mi edad ya eran oficiales con un sueldo sustancioso que aportaban a su casa y les permitía además vivir con cierto desahoga y pensar en su futuro encarrilado definitivamente.
Mi agudeza, interés y disposición para aprender hicieron que en un par de años, pasara de aprendiz a oficial si no de primera, al menos avanzado y camino de serlo, con el tiempo llegaría a emparejarme con los chicos de mi edad y entorno.
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Mi preparación académica, mi hábito a los Oficios Religiosos, mi espíritu y vocación truncadas hicieron que asistiera casualmente a unas charlas que se daban en el Centro de Acción Católica y también me enrolé en la Adoración Nocturna de la que fui miembro muy activo. La Acción Católica no pasaba por su mejor momento, el Consiliario era un cura ya mayor y anclado en el tiempo de antes del Concilio, ello hizo que naciera un Movimiento Juvenil Católico pero con tintes obreros. El Sacerdote que promovía este movimiento le llamaban el Cura Comunista, por sus ideas en la defensa de los obreros, así nació la JOC (Juventudes Obreras Católicas) en la cual me inscribí y llegué a ser Presidente Local. Era una rama para los jóvenes que con el tiempo se incorporaban a la famosa HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica).
Esto me daba pie a mantener reuniones en Plasencia y en la cercana localidad de Béjar en las que ya había grupos muy consolidados y de la que yo recibía directrices y consignas que el párroco en comunión con ellos recibía de buen grado. Con el tiempo llegamos a ser un grupo muy variopinto de jóvenes del pueblo y en número muy significativo. Empezamos a sonar en el ámbito de los talleres y los jefes tenían miedo, pues los aprendices y la mayor parte de oficiales ni estaban dados de alta en la Seguridad Social ni tenían derechos sociales alguno. Nuestra formación era de índole religiosa, el Consiliario que nada tenía en común con el de Acción Católica, al tiempo que recibíamos una Catequesis y las enseñanzas evangélicas muy primariamente, pues alguno de los miembros apenas sabían leer, se propuso y nos hizo ver la necesidad de luchar por establecer los mínimos derechos en el trabajo, tanto en aprendices como en el resto de los trabajadores, estas consignas que diariamente hacíamos patente en los talleres indignó a los jefes propietarios, que en más de una ocasión dieron
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un ultimátum a sus empleados, advirtiéndoles que de seguir por el camino de las reivindicaciones serían despedidos fulminantemente.
La cosa no quedó ahí, un grupo de jóvenes de Acción Católica, se presentaron al Sr. Obispo, con el fin de poner en antecedentes de lo que estaba sucediendo en el pueblo y con el fin de parar de algún modo nuestra misión, le dijeron además que por los cantones del pueblo estábamos repartiendo unas publicaciones que en la opinión de algunos y animados por su Consiliario, decían que eran de corte comunista, se refería al periódico Mundo Obrero que editaba mensualmente la JOC y la HOAC.
El Sr. Obispo entendiendo que estaba a punto de encenderse una guerra ¿Santa?, trató de restar importancia al hecho, aunque llamó al orden a nuestro Consiliario y un día en una motocicleta que tenía, él y yo nos presentamos en el Palacio Arzobispal a instancias del Sr. Obispo. La cosa era seria en opinión de mi Consiliario, aunque luego de tener una larga charla y demostrar al Sr. Obispo los beneficios que se habían derivado de nuestra acción, en las clases más humildes, el despertar de conciencias, la práctica de acciones de índole religioso, misas, reuniones, sentido de pertenencia. etc. calmaron al Prelado y de una manera sutil nos dio a entender que habíamos ganado la batalla. El Movimiento siguió adelante, establecimos un equipo de futbol, las reuniones en la Casa Parroquial iban adquiriendo carácter multitudinario y en ellas se hablaba del Evangelio como libro de ruta para nuestras actividades, se creó lo que llamábamos Libro de Hechos, sugerido por los dirigentes provinciales y en él se reflejaba la interpretación de nuestras vivencias diarias a la luz del Evangelio.
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Con todo esto y por ser yo el dirigente principal con el asesoramiento del Consiliario, mi fama empezó a ser llamativa y mi trabajo también empezó a ser cuestionado en el taller, pues sabían de nuestra información y derechos que aunque no los reclamábamos sembraban cierta inquietud en los dueños de los talleres hasta el punto que miraban un tanto expectantes cual sería la respuesta de alguno de los pertenecientes a la JOC, en definitiva estábamos marcados y siempre en cuarentena. Todo ello dio al traste con nuestro Movimiento que se quedó en algo testimonial pues fuimos perdiendo miembros del mismo a raíz de las amenazas que nuestros colegas de Acción Católica se encargaron de difundir.
Ahora pasaremos al capítulo del noviazgo.
Como queda dicho, yo frecuentaba los círculos de índole religiosa, asistía a Asambleas, cultos diversos, pertenecía a la Asociación de la Adoración Nocturna, era representante de la HOC, al tiempo de miembro numerario de Acción Católica y por ello mis relaciones de amistad estaban circunscritas a otros jóvenes de semejante corte.
Algunos de éstos amigos, eran mayores que yo y en concreto uno de ellos que tenía en propiedad con su padre una ebanistería, se percató de que yo había puesto los ojos en una niña hija de un socio de su padre que también trabajaba en el taller de barnizadora junto a una de sus hermanas y familiares. Cuando fuimos teniendo confianza y según avanzaba nuestra amistad, él sabedor de mi interés por la muchacha, me insinuó que él podría mediar para que esta relación fuera algo más que un mero romanticismo, pues hasta entonces cruzábamos miradas cómplices entre ella y yo; pero debido a mi timidez y a su corta edad la cosa no pasaba de ahí.
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Ocurrió en el ínterin, que el padre de la chica de mi interés, su hermano que también trabajaba en el taller y ella misma, decidieron poner un taller propio, toda vez que las discrepancias entre los socios eran cada vez más frecuentes. Esta nueva situación respecto a mi amigo hizo que su mediación en el asunto apenas tuviera trascendencia alguna, aunque él ya había pulsado la cuerda de la chica y le había puesto en antecedentes de mi interés por ella. El tiempo fue transcurriendo con la lentitud desesperante de todo enamoramiento y no llegaba el momento oportuno de una declaración abierta y consensuada por ambos bisoños y angelicales pre-novios.
Ya en los paseos que por aquella época, era lo único público, amén de las misas, novenas, los cruces de miradas, la complicidad y murmullos de los amigos por ambas partes, dieron como consecuencia que sin mediar palabra ambos sabían del interés por ser algo más que simples espectadores de una historia que daba comienzo sin esperanza alguna de continuidad dado que la edad aún temprana no podía garantizar que este enamoramiento llegara a buen puerto.
Lo cierto es que llegaron las Pascuas, momento propicio para el encuentro personal, pues existía la costumbre de que los chicos en esos días se dejaban invitar por las chicas a merendar el tradicional Bollo u Hornazo, las madres sabedoras de que en cualquier momento este tipo de encuentros se producirían, procuraban dispensar a las muchacha una suculenta y abundante merienda, por si acaso. Y así fue mi acercamiento, ya casi pactado por la trayectoria y el conocimiento que a través de las cómplices miradas se daba como un hecho definitivo y disipaban todas las dudas de que había sintonía in crescendo por ambas partes. Me acerqué a ella, la invité a montar en el "remolladero" columpio que
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formaba parte de la estrategia de los chicos para acercarse a la muchacha a la que había elegido, y ya integrado en el circulo de sus amigas y algún que otro pipiolo tratando conseguir mis propios objetivos, pasamos a la merienda, suculenta, y emparejamos a la bajada del monte con canticos regionales y la alegría propiamente dicha de las fiestas aumentada por el nuevo acontecimiento de ese día, inolvidable para siempre por ser el primero en emparejar con la niña de mis amores.
Aunque los principios suelen ser difíciles, no por ello ambos dejamos de luchar, eran muchos los inconvenientes, dada su juventud era impensable la dejaran salir sola conmigo, de tal modo que yo formaba uno más de la panda de amigas que frecuentaban los paseos, siempre a la vista del público y lo más que se nos permitía era entrar al Parque, jardín con bancos y allí alguna que otra vez por la agudeza de sus amigas nos dejaban solos aunque siempre con la vigilancia cercana. Para mi fortuna una de sus amigas estaba pasando por la misma situación que ella y tenía también un chico de más o menos mi edad, que entabló un acercamiento a la par que yo, ya la cosa fue a mayores y paseábamos las dos parejas sin la carabina de las amigas, nos permitían ir al cine juntos, a sabiendas de que a la salida debería juntarse con sus padres para ir a casa, era natural pues vivían a las afueras del pueblo y esto representaba cierta inquietud en sus padre, que sin manifestarlo daban consenso a esta incipiente relación.
Las salidas se hicieron más frecuentes, el verano propiciaba que además de ir al cine, hubiera otro tipo de atracciones cual era el baile en una pista de verano y nuestra relación fue consolidándose a la vez que la confianza de sus padres fue definitivamente aceptada.
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Como yo trabajaba en un taller de ebanistería, después de haber pasado la época de aprendizaje en diferentes talleres y con diferentes tratamientos, por fin dí con uno en el que casualmente trabajaba mi vecino y amigo de la infancia, el mismo que se presentó para el examen de ingreso en el Seminario de Plasencia, cosas del destino, encontré en él apoyo para ser uno más de los que allí trabajaban; sin embargo el tratamiento privilegiado que me daba el "maestro", se debía a que servidor como entendía de números, cuando íbamos a comprar madera al almacén y el maestro no se fiaba de las cuentas que le presentaban, me hizo responsable de cubicar la madera adquirida y sacar los metros para contrastar los resultados con la factura que le presentaba el dueño del almacén, en más de una ocasión había errores y casualmente siempre a favor de la Empresa Maderera, lo que propiciaba que rectificaran dicha factura con el consiguiente reembolso de cantidades a veces apreciables y que en la siguiente demanda o compra tuvieran un exquisito cuidado, porque sabían sus números iban a ser fiscalizados. Ello hizo que mi pertenencia a la plantilla se fuera consolidando y me permitían hacer horas extra, lo cual me venía muy bien para la ayuda a mi familia y también para mis gastos que ya con novia eran mayores, a pesar de todo y cosa poco frecuente en aquellas fechas mi novia, se pagaba su entrada al cine sabedora de mi precaria economía; (inciso: he puesto la palabra precario en varias ocasiones, y es porque no quiero alterar la realidad de los hechos que aquí se citan)
Todo parecía funcionar a la perfección y según lo previsto, me refiero en éste caso al noviazgo que se consolidaba cada día más, ya había pasado por el "trago" de lo que se llamaba entrar en casa, había que solicitar, pedir, mendigar a los padres, sobre todo al padre, si permitía que la novia fuera visitada en su domicilio, eso sí
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siempre bajo la custodia de algún miembro de la familia y así lo hice en su día, también aprovechando la ocasión que me brindaba la circunstancia de que la hermana pequeña de mi novia a la que llevaba diez años de diferencia de edad, por esas fechas haría la Primera Comunión y sus padres estaban en la duda de si me tendrían que invitar o no, lo que sembraba incertidumbre tanto en mi novia como en sus padres.
Así que una noche a la salida del cine, se presentaba el momento más favorable para abordar al padre de mi novia y durante el camino a casa cumplir con el cometido de pedirle la entra en casa. Al principio mi novia iba conmigo y ya cuando faltaba poco camino para llegar al domicilio, se adelantó un poco, tomó a su madre del brazo, que iba con su pequeña de la mano, y ella entendió que era el momento de que yo hablara del tema con el padre. Mis balbuceos y azoramiento se hicieron patente y de mi apenas sonora voz salió el siguiente susurro: “Hola, buenas noches, quería pedirle, si no tiene usted inconveniente, si me permitiría entrar en su casa dado que la relación con su hija es formal”
Yo no daba crédito al haber sido capaz de pronunciar este discurso, había estado ensayando frente al espejo una y otra vez, hasta conseguir hilvanar todas las palabras, que debí pronunciar de un tirón como un papagayo. Estoy seguro que mi futuro suegro, que también habría pasado por trance semejante, estaría sonriendo en su interior y no digo carcajeándose porque era más bien serio, severo y poco dado a la jerigonza.
Su contestación, después de carraspear como era habitual en él, fue: “Pues nada, si como dices la cosa va en serio, puedes acompañar a mi hija, siempre que como digo sea para bien”.
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De ésta forma un tanto protocolaria quedó establecido el famoso permiso para entrar en casa. Lo difícil fue despedirse esa noche, todos sentados alrededor de una gran mesa camilla, con brasero en el suelo de la misma y un reloj de pared que rompía el silencio de la novedad de un extraño en casa con su rítmico tictac, como si de un metrónomo se tratara. Por fin me decidí a irme, me levanté de un impulso y con decisión que los presentes apreciaron con agrado, pues no sabían cómo se iba a producir la esperada despedida, dije: Bueno pues hasta mañana, buenas noches y salí de la casa dando saltos de alegría por haber pasado el trámite que tantos quebraderos de cabeza había traído a todos. PYo esperaba que mi novia hubiera salido a despedirme; pero no sé si por la sorpresa de mi decisión, por respeto a la intimidad de sus padres o mojigatería, ni se movió del asiento, hoy cualquiera en mi lugar se hubiera despedido con un beso, algo impensable entonces y menos delante de sus padres.
Lo más a lo que se podía llegar delante de los padres y a estas alturas de la relación era a cogerse de la mano y era casi un privilegio ante el cual los padres hacían la vista gorda, en más de una ocasión tuvimos que ocultar esta licencia al ver a alguno de los padres aparecer por la calle en la paseábamos. Lo de ir al cine solos o incluso en compañía de los amigos, no estaba permitido y yo veía que mientras mi amigo, como tantos otros se iban al cine o donde quisiera, uno tenía que aguantarse con entrar en casa a pasar la velada, también entendía que como mi novia vivía en un extrarradio del pueblo, era motivo suficiente para esta postura por parte de sus padres.
Con el tiempo y la confianza ya establecida, empezaron a darme la vara mis compañeros del taller, que porqué no me iba a trabajar con mi suegro, que así estaría más integrado en la familia que si esto y lo otro, y por otra parte al padre de mi novia también
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le daban la tabarra en tono de gracejo sus amigos, que estoy seguro a él no le hacía ni pizca de gracia y porque el paso debería darlo yo y no él.
Así con el tiempo sucedió, que me fui a trabajar al taller familiar, pues en él trabajaban además de mi suegro como Patrón, su hijo el siguiente en edad a mi novia, dos sobrinos del padre de mi novia, mi novia y una prima como barnizadora y algún otro que componíamos la plantilla.
Todo iba bien; pero el demonio quiso meter la pata y de qué manera…
Tuve un incidente con mi novia, cosa por otra parte esperada al menos por mí, pues la formación recibida por las Instituciones Religiosas de la localidad, tan estrictas, estrechas de miras y mojigatas, hacían que chocáramos constantemente en nuestra relación. De tal manera que dejé voluntariamente de entrar en su casa, el asunto se fue dilatando en el tiempo, en su casa se preguntaban qué estaba pasando, pues mi presencia en el taller era como siempre, puntual y cumplidora. Lo cierto es que nuestra relación fue enfriándose, y a mí me parecía que mi presencia en el taller, ya no tenía sentido. En lugar de dar la cara y haber puesto el asunto en conocimiento de mi suegro, decidí una huída adelante y un mal día, una mala noche decidí cortar por lo sano, huí cobardemente del pueblo y comenzó una nueva etapa de mi vida. Para nos ser localizado o disuadido de mi marcha, no dije a nadie cuales eran mis propósitos ni siquiera a mis mejores amigos.
Era un aciago día de Noviembre, al anochecer con alevosía, premeditación y nocturnidad, enfilé por la carretera que va al próximo pueblo, para no sufrir interferencia alguna, llegué al pueblo después de seis o siete kilómetros de camino, entré en una
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peluquería y me despojé de mi abundante melena dejándome la cabeza como suele decirse como una bombilla. Hice tiempo hasta la llegada del tren a eso de las doce de la noche, entré en el tren con destino a Madrid, donde yo no había estado nunca; pero tenía amigos y familiares que seguro, al menos así pensaba yo, me echarían una mano y de esta forma tan rocambolesca inicié un nuevo episodio de mi complicada existencia.
Hago un inciso para explicar que lo que acontece en mi vida a la llegada a Madrid, ya está todo redactado en forma de biografía novelada de mi persona y aunque a continuación copiaré y pegaré, varios capítulos de mi vida ya publicados, si el lector quiere abundar más en el origen de esos escritos le remito a:
"MIS RELATOS" publicado por la Editorial Online
www.lulu.com... (A partir del Capítulo VIII)
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"Dña. Antonia se había trasladado con su hija a otro piso, también muy céntrico aunque no tan grande y más moderno que el anterior. Un día recibió una sorprendente carta, por lo inesperada y porque además le traía recuerdos de su Juventud y tiempos de ensueños.
Josefina le escribía suplicante, necesitando ayuda para un hijo suyo. A grandes rasgos le contaba a la señorita, para ella todavía, porqué se había atrevido a escribirle: Hacía seis años que había enviudado de Lorenzo, que murió con 45 años y dejo nada menos que tres hijos, dos varones y una niña. La niña tenía 20 años, más o menos la de su hijo, le decía, un varón de 16 años y otro pequeño con apenas 12, total que le había tocado una posición ante la vida nada fácil, trabajaba en una fábrica tratando de sacar la familia adelante con la inestimable colaboración de su hija mayor, que haciendo limpiezas y ayudando en casa, permitían que ella se dedicara a echar horas en la Fábrica de paños, cuando era posible.
El caso que motivaba su carta, era pedirle si podía hacer algo en relación con su hijo Agustín, el mayor, que se había ido de casa, ante la situación y la carga que representaba para la familia, había decidido irse a Madrid por su cuenta y tratar de abrirse camino en la vida. Ella sabía por familiares que andaba de acá para allá sin encontrar trabajo estable, entre otras razones porque a raíz de la muerte del padre, se había visto obligado a dejar
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los estudios que merced a una beca cursaba interno en un colegio de curas.
Su educación y su condición, no le permitieron seguir estudiando, pues a pesar de la beca, ello suponía un esfuerzo por parte de la familia que su conciencia no pudo consentir.
De esta forma, al dejar los estudios, sin oficio ni beneficio llegó a la conclusión de solucionar el problema, tal vez de la forma más difícil, con la huída hacia delante. Una noche se marchó del pueblo sin dar explicaciones a nadie.
Tantos recuerdos le traían a Antonia, aquellas sinceras letras de Josefina que no pudo por menos de contestarle de inmediato. Y no sólo eso, sino que como era costumbre en ella, además de ofrecerle su incondicional ayuda, incluyó en el sobre dinero, para que le comprara cualquier cosas a los niños.
Agustín andaba un poco perdido, angustiado y desesperado ante el panorama que la gran Capital le ofrecía. Lejos de resultar las cosas como él había soñado, habiendo dejado su casa, su pueblo, sus amigos, su novia, había sido engullido por la maquinaria de la Ciudad en la que tan difícil era llegar a ser otra cosa que un simple número más de los miles que pululan en ella.
Agustín pensaba: ¡Qué distinto todo! ¡ Qué difícil era lo que parecía en el pueblo tan fácil !, ¡Cuánta gente para tan pocos puestos de trabajo!, ¡Cuántos recuerdos!, ¡Cuántas nostalgias!; hasta lágrimas le costaba todo aquel agobio, todavía reciente aquella Noche-Buena, en aquella pensión del tres al cuarto, con habitación interior, compartida con otra persona a la que siquiera llegó a conocer, porque tenía trabajo de noche y dormía durante el día, con lo cual nunca coincidió con él, y ni falta que hacía ...
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No obstante, no podía volver al pueblo y ser el hazmerreír de las gentes, no podía volver porque además su futuro allí era tan oscuro como el que tenía por delante, además con menos posibilidades y también porque conocía muy bien el trato discriminatorio de que eran objeto, aquellos que por desgracia un día tuvieron que abandonar la aventura que ahora él iniciaba, arrojar la esponja y volver con el rabo entre las patas, suponía publicar su fracaso a los cuatro vientos…
Agustín había tenido que recurrir a sus familiares, ya no le alcanzaba el poco dinero que ganaba, haciendo chapuzas, llevando encargos de las tiendas y puestos del mercado, arreglando cosas de carpintería, lo que le salía, es decir nada, tan poco que no podía ni pagar la pensión tan cutre como en la que vivía.
Sus tíos le hicieron un hueco en su pequeña vivienda y además con familia numerosa, pero en estos casos los lazos, familiares están por encima de todo, cómo recuerda aquel refrán de su tía que decía: "Vale más una gota de sangre que cien años de amistad".
No solamente le tendieron la mano, sino que además de mantenerle, buscaron un taller para él, donde en principio tenía asegurada una cantidad que le permitía colaborar a la economía doméstica, siempre resentida por el número de miembros que la componían.
Como sus conocimientos en lo de la carpintería, eran muy primarios, debido a que había comenzado ya de mayor por haber tenido que dejar los estudios, poco menos que a la fuerza, no
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prosperó en el taller y le aconsejaron fuera buscando otra cosa, pues aquello no era lo suyo.
De una forma muy suave para no herirle en su ego, el encargado del taller le comunicó a su tío, por quien había entrado en el taller, y hacía horas allí, que no podían estar pagando un sueldo, pequeño pero que no rendía beneficio alguno para la empresa, o lo que es igual que no interesaba.
Como a perro flaco todo se le vuelven pulgas, se quedó nuevamente sin trabajo, sin dinero y lo que era todavía peor sin ánimos para seguir luchando. Esto le obligó a plantearse de nuevo su situación y recurrir a su madre, como siempre.
Para entonces, para cuándo llegara ese momento, las madres que siempre están a la que salta, ya tenía medio concertada una entrevista con Dña. Antonia. Pues Josefina a través de varias cartas había llegado a la conclusión de que Dña. Antoñita, realmente estaría encantada de poder devolverle, por agradecimiento, los favores que en su día ella había recibido y así se lo había hecho saber en reiteradas ocasiones.
Tragándose el orgullo, reconociendo su incapacidad para salir adelante por sus propios medios, como él hubiera deseado, no tuvo más remedio que una mañana, vestido con sus mejores galas, presentarse con una carta de su madre en casa de la tal Dña. Antoñita, de la que Agustín había oído hablar en alguna ocasión muy por encima, a quien tan siquiera conocía personalmente en quien sin embargo tenía puestas sus últimas esperanzas .
En un lujoso apartamento, en lo más céntrico de Madrid, el portero mandaba aviso a Dña. Antonia de Campos y Fidalgo, como rezaba un letrero de la puerta del 3º A. , de la llegada de un joven que preguntaba si podía ser recibido y llamarse Agustín.
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Mientras el portero a través de un teléfono interior solicitaba permiso para dejarle pasar, él se arreglaba el cuello de la camisa, ponía orden en su corbata ante la gran luna que estaba situada en el recibidor de la portería, con el fin de causar buena impresión en la señora, en quien esperaba encontrar fortuna para salir adelante en la aventura que hasta aquel momento no le había traído más que dolores de cabeza, disgustos, hambres y desengaños.
De esta forma, rezando por el éxito de su entrevista, fue acompañado por el portero hasta las mismísimas puertas, de lo que a Agustín se le antojaban las puertas del reino...
En efecto, allí a la salida del ascensor, estaba esperando una muchacha de servicio con su uniforme impecable, quien acompañó a Agustín hasta un vestíbulo, amueblado a la última, con todo lujo de detalles: Espejos, cuadros y divanes, rogándole esperara un poco en tanto avisaba a la señora de su presencia.
No se hizo esperar Dña. Antoñita. Apareció vestida con atuendos de lujo, pero de andar por casa, sin embargo, en opinión de Agustín denotaban un exquisito gusto a pesar de su edad.
Agustín se levantó como una ballesta, una vez se percató de su presencia pues andaba un tanto distraído en la contemplación de un hermoso cuadro, que representaba una batalla y le había llamado poderosamente la atención.
Previos saludos y sonrisas un tanto forzadas, la señora le indicó le acompañara a un saloncito anexo al recibidor y separado por una especie de fuelle o biombo. Agustín un poco aturdido, al darse cuenta de que era motivo de atención por parte de la señora, apenas reparó en que muy próximo a la estancia había otro salón
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contiguo más grande y en un sofá tendida cuan larga era, estaba una señorita.
Se trataba de la hija de Dña. Antonia, que se entretenía en rascar más que tocar la guitarra que tenía entre sus brazos.
Cuándo la señora quiso presentársela, ésta se levantó desperezándose y tratando de quitar importancia a la visita, pues enseguida volvió a tomar su posición anterior, como si con ella no fuera la cosa.
La señora, que conocía el motivo de la visita de Agustín, seguramente que para darle confianza le decía:"¡Bueno! Así que tu eres Agustín...¡No hacía falta preguntar de quien eres hijo! ... pues tienes la misma cara de tu padre...
Agustín asintió con una sonrisa, que delataba su nerviosismo y el esfuerzo que estaba haciendo para no parecer descortés, ante la situación que le colocaba en desventaja, pues venía a pedir y le caía la mar de antipática aquella señora, pero no tenía más remedio que aceptar.
La señora continuó diciendo:" Ya me ha puesto tu madre en antecedentes de tu vida, de lo difícil y mal que está todo para un muchacho cómo tu, más educado para el estudio que para el trabajo y aun más difícil encontrar algo a tu medida”.
Así que tú me dirás, en que te gustaría trabajar, si tienes alguna preferencia, y veremos el modo de poder ayudarte, dado que tenemos una lejana pero sincera amistad con tu madre. Es lástima que no viva mi marido, porque tenía muchos contactos e influencias y hubiera sido más fácil.
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Continuó la visita, un tanto protocolaria y forzada, por lo que Agustín tratando de acortar aquella situación tensa, tomó la iniciativa diciendo: "Bueno, si a Ud. le parece bien, le dejo la dirección y el teléfono de mis tíos, con quienes vivo ahora y cuándo tenga Ud. Alguna cosa para mi, me lo hace saber, yo en nombre de mi familia y en el mío propio, le agradezco de antemano su interés y las molestias que se tome y trataré de no defraudarla".
La señora tomó estas últimas palabras como un cumplido de la buena educación que demostraba tener Agustín y prometió tenerle al corriente sobre el particular.
En definitiva, que Agustín se fue como había ido, sus esperanzas frustradas y vuelta a empezar, otra vez los anuncios del periódico, llamar a los amigos por si había algo, etc.
Total lo que más rabia le producía, era haber tenido que claudicar y pasar por el bochorno humillante de suplicar a una señora que ni conocía y que probablemente ni se acordaba de su madre, pues bastante tendría ella con sus problemas de casa y sus hijos. Vaya forma de perder el tiempo...
El resto de la mañana la pasó deambulando de un lado para otro, sintiendo en lo más profundo de su ser la desesperación que produce no poder solucionar lo que para él era un problema crónico, lo del trabajo, lo de siempre. Además tener constantemente presente lo que representaba un trabajo en su vida, fuera bueno o malo, como único medio de subsistencia.
Junto a él pasaban chicos de su misma edad, alegres, dinámicos, con una sonrisa de oreja a oreja, unos con el periódico
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bajo el brazo, bien vestidos, fumando. Otros con sus parejas, rebosando felicidad, contando las últimas incidencias del fútbol. En el metro, en esto Agustín se fijaba muy especialmente, veía a los chicos con atuendos a la última, bastaba un detalle, un cinturón, una pulsera, un llavero colgante, unos tenis o unos tejanos para enseguida hacer comparaciones y darse cuenta de lo lejos que estaba de parecerse siquiera un poco a ellos.
Se sentía humillado, sólo, desgraciado, diferente y este tipo de encuentros acentuaba más sus complejos. ¿Durante cuánto tiempo tendría que soportar esta situación? ... ¿Cuánto habría de pasar hasta conseguir vivir como uno de aquellos chicos ?... Además estaba el asunto de su novia Inés, a la que poco menos había abandonado, pues a ella siempre le pareció un error de libro que dejara de la noche a la mañana, sin previo aviso su familia, su trabajo, sus amigos, todo.
Pensaba Agustín que habría de pasar mucho tiempo para que tanto ella como su familia, entendieran que no había otra alternativa para él, llevando a cabo lo que había hecho y tal vez aunque nunca le perdonarían el tiempo le daría la razón.
Además lo que tenía bien claro, es que no podía volver al pueblo y reconocer su fracaso, que a él no le importaría, pero pondría en evidencia y en ridículo precisamente a los seres que él más quería su familia, sus amigos y su novia, así que de momento pese a un nuevo fracaso, habría de intentarlo una y otra vez hasta salir con el empleo.
Después de todo el día, por ahí, mascullando en su interior, su mala suerte, Agustín llegó rendido a casa, donde debía librar la batalla de todos los días, convivir de buen grado pese a sus
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problemas, con la familia, sus primos y tíos que no merecían tener que soportar además de sus propios problemas los de él, que al fin y al cabo, se los había buscado él solito y sin ayuda de nadie, por tanto se tenía que cuidar mucho de manifestar sus frustraciones y su estado de ánimo , que por otra parte no podía ser otro que el de una constante inquietud por su porvenir.
Nada más llegar a casa, anochecido, su tía le espetó:
¿Dónde andas?, que han llamado preguntando por ti y no he podido darles razón. Agustín no le dio importancia, sería algún amigo y estaba él como para atender a amigos.
Su tía mientras le ponía la cena, le dijo que había llamado un tal José Ramón, hijo de Dña. Antoñita, que quería hablarle o verle, que se pusiera en contacto con él lo antes posible, que llamara al teléfono de su casa...
No daba crédito Agustín a lo que estaba oyendo, cambió su cara, se iluminó su rostro, todo él vibraba emocionado, pensando, volando su imaginación, sin pararse a pensar que tan sólo se trataba de una llamada.
Quería pensar, que se había producido el milagro. ¿Quien se atrevía a decir que no existían los milagros? ... ¿Qué sentido tendría, si no era para hablarle de un empleo, que le llamara el tal José Ramón? ...
Esa noche apenas pudo pegar ojo, construyendo castillos en el aire. Ya se veía a él mismo como a los chicos que tanta envidia le daban, ya iba a tener como todos ocupación fija, unos ingresos concretos, podría vestirse a la manera de la ciudad, ir al pueblo en alguna ocasión, dar una sorpresa a su novia que nada más verle le perdonaría todo, la escribiría maña, eso ... mañana
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cuándo ya tuviera algo más concreto, la escribiría dándole la buena nueva.
Pasaron las largas horas de la noche, llegó la mañana, no quería parecer deseoso de llamar que se le viera el plumero de su necesidad, dejó pasar una hora y a las diez, no pudo aguantar más y llamó al teléfono de la señora.
Le dijeron que no estaba D. José Ramón, pero había dejado el recado de que si llamaba le dieran el teléfono del despacho. No encontraba papel y bolígrafo para escribir el número de teléfono, le temblaban las manos, su tía que estaba en todo le fue tomando nota desde la cocina del número que él repetía para que ella anotara.
Cuándo ya lo tuvo, pensó que mal principio era que, tal vez su futuro jefe, pensara que se levantaba a las tantas, cuándo él con menos necesidades o ninguna ya llevaba trabajando varias horas...
Lamentó Agustín no haberle llamado antes, puesto que de ninguna manera quería dar una falsa imagen y menos motivos para especulaciones sobre su persona que en nada le favorecían.
Llamó inmediatamente, todavía no había desayunado, pero no quería perder más tiempo y tal vez la gran ocasión de encontrarse, con un trabajo.
Latía su corazón tan fuerte que se podía percibir a través del teléfono. Al otro lado del hilo, la voz de una señorita respondía: ¿Dígame?, sí, es el despacho del Sr. Campos, ¿Qué deseaba? y Agustín contestó: Dígale que soy Agustín, el chico de quien está esperando una llamada, que he llamado a su casa y me han dado este teléfono... Un momento por favor, volvió a contestar la
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señorita... Segundos que a Agustín le parecieron eternos, ahora pensaba estará en una reunión importante será el peor momento para ocuparse de mi asunto, pensará que vaya horas de comenzar el, día... etc.
Salió de sus pensamientos cuando al otro lado del teléfono contestó una voz, autoritaria o al menos acostumbrada a solucionar los problemas de un plumazo, que decía ¡Oye! ¿Puedes venir a verme?, me ha hablado mi madre de ti y tengo un asunto que tal vez pueda interesarte... a lo que Agustín sorprendido solo supo contestar: si, si...
¿Cuándo le parece que vaya a verle?
... y él le contestó: pues ahora si quieres, todavía voy a estar aquí un par de horas a lo cual contestó Agustín: de acuerdo, voy para allá.
Con la emoción y los nervios de la conversación, Agustín, se percató nada más colgar el aparato, que no sabía la dirección dónde debería presentarse antes de dos horas, sólo faltaba que en esta segunda oportunidad también fallara y sería el final ...
Tan imperativa le pareció la voz de aquella persona, que solamente le dio lugar a pronunciar monosílabos, tan siquiera se le pasó por la cabeza preguntarle dónde se encontraba su despacho para no parecer pacato o gilipollas.
Lo que más le dolió a Agustín era el tuteo con que le había tratado aquel señorito de mierda, que siquiera le conocía y le había tratado como a una persona de tercera categoría.
Cuándo su tía le vio contrariado por no saber a dónde dirigirse, le animo diciéndole que eso se arreglaba volviendo a llamar otra vez y la señorita le daría la dirección.
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Estaba tan nervioso y atenorado, que ni siquiera una solución tan fácil se le había alcanzado. Así lo hizo y la voz amable, pero ficticiamente amable, estudiada, le puso al corriente de dónde debería dirigirse.
Ya sereno y tranquilo en el metro con dirección a la calle indicada, Agustín, iba lleno de dudas, pensando de qué se trataría el asunto, estaba claro, al menos para él que no podía ser otra cosa que proporcionarle un empleo.
Aunque no podía por menos que rebelarse ante la situación de inferioridad y el trato casi despectivo que le había dado el tal Sr. Campos.
En todo caso dado su estatus, reconocía Agustín, que era normal su comportamiento autoritario, denotando cierto poder y acostumbrado a mandar y resolver asuntos de una forma rápida, con seguridad, como los ejecutivos, sin pararse en barreras...
Cuándo quiso darse cuenta, el metro había volado, estaba frente a la estación de su destino. Bajó maquinalmente, como casi siempre, salió a la misma calle que buscaba, trató de encontrar el número de la misma que le había facilitado la señorita.
En un instante se encontraba ante, ¿Su futuro ?... Tal vez...
El lugar era un garaje, un enorme garaje, con una rampa pronunciadísima, una boca de lobo al final rematada por unos blancos azulejos hasta el techo y donde un operario estaba lavando un coche, con una manguera a presión y calzaba unas botas altas de goma de las llamadas Katiuskas.
En el entresuelo al que se accedía por unas escaleras de hierro, con peldaños de madera, se llegaba a una oficina con todo el frente de cristales, opacos a la altura de un metro.
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Agustín entró en el garaje, bajó hasta donde se encontraba el operario lavando un coche, le preguntó por D. José Ramón y este le indicó que tenía que preguntar arriba, señalando, en la pecera dijo, nombre familiar con el que conocerían la oficina.
Allí se dirigió, subió las escaleras, pidió permiso para entrar y una señorita, probablemente la misma que le había atendido por teléfono, le dijo que pasara. Agustín se presentó como la persona que había contactado hacía unos momentos por teléfono y deseaba hablar con el Sr. Campos.
La señorita le indicó tomara asiento en uno de los sillones que había junto a una mesita baja repleta de revistas de coches. Mientras llamó por uno de los teléfonos que tenía encima de la mesa a otra dependencia y comunicó su presencia, debieron contestarla en sentido positivo, porque dirigiéndose a Agustín con exquisita amabilidad le aseguró, sería recibido enseguida.
La señorita continuó con su trabajo, como si nada hubiera cambiado, siquiera la presencia de Agustín, siguió atendiendo llamadas del teléfono con tal soltura y facilidad que llamó mucho la atención de Agustín, sobre todo cuando respondió a una llamada, diciendo: ¡No! D. José Ramón no se encuentra en estos momentos aquí, llame por favor más tarde... Lo cual desconcertó a Agustín que para nada entendía, como se podía mentir con tanto convencimiento, si no, haber quien le iba a recibir a él entonces.
Siguió hojeando revistas, esperando hasta que Dios quisiera...
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Miraba furtivamente las torneadas piernas de la señorita, que asomaban por debajo de mesa de trabajo, ahora escribía a máquina, también deprisa y con gran facilidad.
Se abrió de pronto la puerta de una dependencia contigua, había un despacho y Agustín pensó sería el lugar dónde sería recibido por el Sr. Campos. Un joven más o menos de su edad apareció semi espaldas a él, hablando con alguien que permanecía en el interior, mantenía la puerta entreabierta al tiempo que continuaba hablando y sujetándola por la manilla.
Se volvió, todavía sin cerrar la puerta, y dirigiéndose a Agustín, que trató de levantarse, le indicó permaneciera sentado, se sentó a su lado diciéndole: “No te levantes hombre, y fue directamente al grano, sin más explicaciones. Agustín tuvo que adivinar, por el tono de voz que se trataría del tal D. José Ramón a quien otros llamaban Sr. Campos.
¡Bueno!, comenzó diciendo aquel joven, que ni siquiera se había presentado, daba por sentado que le conocerían sobradamente, quienes hablaban o eran recibidos por él.
Continuó diciendo: ¿Así que quieres trabajar, no? y sin dar tiempo a que Agustín dijera una sola palabra, dijo: Tengo aquí un sitio para ti, ¿ Te gustará trabajar en el garaje?...
Agustín, aturdido, anonadado contesto: si, si, claro, no era capaz de pronunciar otra cosa que monosílabos y no encontraba el medio de hilvanar una conversación, se le habían roto todos los esquemas ante la arrolladora y autoritaria presencia de aquel tío que apenas le daba tregua a pensar o reaccionar.
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En fracción de segundos, Campos le dijo: Acompáñame voy a enseñarte el garaje y bajando las escaleras a velocidad de vértigo, le llevó hasta el lavadero, le presentó maquinalmente por encima al empleado, que continuaba lavando coches uno tras otro.
Entraron en una nave grande, iluminada pese a ser semisótano, gracias a unos lucernarios que daban paso a la luz de la calle y a una innumerable hilera de tubos fluorescentes, que producían el efecto de ser siempre de día.
Casi sin respirar el Sr. Campos continuaba poniendo en antecedentes a Agustín, sin apenas mirarle a la cara, sin dejar de ir de una estancia a otra, explicándole por encima en que consistiría su trabajo, que eso sí, le aseguraba ser muy fácil.
A él, le decía Campos, lo que le interesaba era tener en el garaje una persona de su confianza, confesándole, tal vez para animar a Agustín, que últimamente estaba mosqueado con la marcha del garaje, pese a que le insinuó lo llevaba su futuro cuñado y a quien ahora le presentaría.
Le dijo que su trabajo consistiría en ser guarda de noche, lo cual le confería la facilidad de tener todo el día libre, eso sí, añadió: excepto los domingos, día en el que tiene que librar
Paco, el otro operario a quien ya conocía de haberle visto en el lavadero.
Las condiciones y el sueldo serían igual que las de Paco, pese a ser más antiguo y con experiencia, para compensarle que el trabajo fuera de noche y los domingos de día y de noche.
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Además, añadía Campos, aquí las propinas son espléndidas, sobre todo por Navidad y eso también había que tenerlo en cuenta.
Luego le comentaba que para que la noche no se le hiciera tan larga y pesada, como podía parecer, había que limpiar y lavar una serie de coches que estaban abonados a limpieza. Tanto por fuera como por el interior.
Campos, tratando de restar importancia a lo que a Agustín le estaba pareciendo, poco menos que una misión imposible, pues él nunca las había visto tan gordas... Le daba confianza diciéndole, que ya le explicaría con todo detalle el Sr. Serrano el resto de sus funciones.
Subieron de nuevo a la oficina, esta vez le pasó dentro del despacho, donde estaba el Sr. Serrano, a quien le presentó al tiempo que le preguntaba: ¿Oye cómo te llamas, a todo esto, que no me he dado cuenta ?. A lo que Agustín con un disimulado abatimiento y haciendo de tripas corazón le contestó: Soy Agustín hijo de Lorenzo y Josefina a quienes sus padres bien conocían...
Bien pues eso es todo, respondió Campos, ya te llamaré para que puedas venir, el lunes, pues hoy es viernes y así empiezas la semana completa.
En esta ocasión, le tendió la mano y Agustín, no supo ni se atrevió a decir nada, y menos a llevar la contraria a quien apabullándole le había puesto fuera de combate en todos los sentidos.
Volvió al metro, en el silencio de su soledad, recapacitó y visionó la fugaz escena de la entrevista que había tenido lugar
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tan sólo hacía unos instantes. No acertaba comprender, cómo en tan sólo unos minutos, se pudiera determinar el futuro de una persona.
Ya se veía como aquel otro empleado... ¿Cómo se llamaba., Félix, Paco? ... qué más daba, con el rostro macilento, blanquecino, viejo, seguramente llevaría un montón de años, sin ver la luz del sol, en aquel sótano, lavando coches, con las manos agrietadas y aguantando lo que no hay en los escritos ...
Pero una cosa estaba bien clara, o lo tomaba o lo dejaba, aunque bien mirado el Sr. Campos, no le había dado ninguna oportunidad para pensárselo, ni para decir no, simplemente lo daba por hecho, como al parecer siempre eran las cosas para él.
Llegó a casa, contó a su tía lo de la entrevista y ella le recriminaba que no estuviera contento, tan sólo por la seguridad de un trabajo fijo, de noche, pero que también tenía la ventaja de tener todo el día para hacer a su antojo y que tal y como estaban las cosas de los empleos, bien podía dar gracias a Dios por haber encontrado aquello.
Agustín trataba de reponerse de aquella manipulación de su persona, estaba en el fondo agradecido a Dios y a ese D. José Ramón, de que por fin alguien se hubiera ocupado de él, pero también dolido por lo que a todas luces era una sumisión sin precedentes de sus principios, de su personalidad y cabreado consigo mismo por no haber tenido coraje para mandar a hacer puñetas todo aquel asunto y a aquel individuo que parecía tener dominio sobre todas las cosas ...
Después de comer se fue al cine, refugio de todos sus males, donde se encontraba menos discriminado que por ejemplo en el metro, siempre que no le tocara una parejita al lado, porque entonces además de sentirse discriminado sentía tal
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sufrimiento que le traía a su pensamiento a su novia Inés, a quien hacía varios meses que no veía y tampoco le había escrito, total para lo que tenía que contarle, más valía estar calladito...
Ahora en el cine se consideraba como uno más entre aquellos chicos a quienes él siempre se proponía como ejemplo, ya tenía prácticamente un trabajo honrado como todo el mundo, ¿Es que había algún trabajo que no lo fuera? pensaba calculando la comparación de un lavacoches con otro cualquiera y queriendo quitar hierro al asunto que no dejaba de darle vueltas en la cabeza. Ello le permitiría poder ver la vida desde otro ángulo bien distinto, comprarse cosas, realizar alguno de sus sueños, aunque todavía estaba en el aire, quedaba pendiente comprobar in situ, en qué consistía el trabajo y si podría desempeñarlo a gusto de su Jefe.
Amaneció el sábado y Agustín no tenía prisa alguna en levantarse, tal vez fuera el último día en que podía quedarse en la cama sin la obligación de tener que ir a un trabajo.
El lunes sería vida nueva, si todo iba bien y si el Sr.
Campos le llamaba porque todo estaba como en el aire.
Terminaba de desayunar y se disponía a dar una vuelta, como siempre, por el rastro madrileño y también para que la casa no le agobiara y su tía pudiera realizar los oficios con libertad.
Bastante daba la lata como para además estar todo el día en casa, dándole vueltas siempre al mismo tema, el trabajo...
Sonó el timbre de la puerta, como tantas veces al día, él ni se inmutó. De pronto la voz que oyó le resultaba familiar. Alguien preguntaba: ¿Es aquí donde vive Agustín?, a lo que respondió su tía diciendo: Si señor, ¿De parte de quien?
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y él dijo: Soy el Sr. Campos, que he venido por si estaba aquí, para que venga conmigo al garaje, pues Paco se ha puesto enfermo y el garaje está sólo, bueno está mi cuñado pero sólo.
Agustín dio un respingo y salió al pasillo, entonces dijo a su tía que siguiera con sus cosas que ya se encargaba él de la situación, y se fue con el Sr. Campos.
En el portal de la casa se encontraba un vehículo todo- terreno en marcha y dentro del mismo una rubia, preciosa y muy bien vestida, que llamó la atención de Agustín.
Campos le dijo que entrara en la parte de atrás y sin más explicaciones arrancó el vehículo, sin preguntarle nada y siquiera presentarle a la señorita, ni falta que hacía, pensó Agustín , pues todo hacía suponer se trataba de su novia
, un ligue o vaya Ud. a saber.
Por el camino, le fue explicando a grandes rasgos, pues la circulación no permitía entrar en mucho detalle, el motivo por el cual se había visto en la necesidad de venir a buscarle.
Ya le había explicado lo de la enfermedad de Paco, por lo que se había encontrado entre la espada y la pared y obligado a adelantar la fecha de su incorporación al garaje, algo que dejó perplejo a Agustín que comprobaba estupefacto, con qué facilidad resolvía los asuntos el Sr. Campos, su Jefe a partir de este momento.
La señorita aprovechó la parada en un semáforo para sacar un estuche de su bolso y retocarse los labios, mientras Agustín pudo percatarse, que a través del espejito era observado por ella con disimulo, pero no quiso darse por enterado.
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Atravesaron todo Madrid, la distancia era grande, Agustín nunca había hecho un viaje por el casco de la ciudad a cielo descubierto, siempre viajaba en metro y rara vez cogía el autobús, pues el metro facilitaba más los enlaces para ir a cualquier sitio y salía más a cuenta.
Serían las 12 de la mañana, Agustín pensó que lo más seguro sería que tuviera que empalmar con la noche su trabajo.
En el garaje, el Sr. Campos acompañado de Serrano, colocaron unos cuantos de coches que habían ido llegando y el caos era absoluto. Agustín en poco o nada podía colaborar, pues no sabía conducir. Una vez resuelto el problema, el Sr. Campos le dijo que no se preocupara por no saber poner en marcha los coches, que todo se aprendía con el tiempo y para darle ánimos le enseñó cómo poniendo punto muerto y empujando, haciendo maniobras con el volante, también se podía mover el coche y situarlo adecuadamente.
Al parecer lo importante era que hubiera alguien en el garaje cuando llegara algún cliente a traer o llevarse su coche. Había un tablero en un cuarto donde estaban todas las llaves y las matriculas de cada coche.
La misión de Agustín consistía, le decía Campos, en darles o recogerles las llaves a los clientes y ellos ya sabían dónde deberían colocarlos. Así de fácil. Nada le dijeron sobre la comida, o la cena, si debía de quedarse allí aquella noche, etc... Solamente el Sr. Serrano que era quien al perecer se encargaba de los asuntos del garaje, le trajo un mono de trabajo, eso sí precioso, con listas de colorines por las mangas, bolsillos con cremalleras y algo, que sin saber porqué, le hizo gran ilusión a Agustín, tenía un anagrama bordado en rojo con el nombre del garaje.
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Se lo puso de inmediato Agustín aunque él sabía que el hábito no hace al monje, por lo menos pensó Agustín, ya perecía un empleado reconocible carente de experiencia aún, pero todo se andaría.
Una vez que le enseñaron el manejo de las luces del garaje, se marcharon y se quedó sumido en un mar de dudas, sin saber si daría juego en sus
Ya sólo, analizó su situación, investigó por los rincones, fue al baño, recorrió las dependencias del garaje, en una palabra tomó posesión.
En el cuarto donde se suponía debería pasar la mayor parte del tiempo, había la ropa de trabajo de Paco, las botas de goma para el lavado de los coches, una estantería con botes de pasta para limpiar las ruedas, gamuzas, bayetas, plumeros y algunos repuestos para coches: Lámparas, correas, aceites, filtros, etc. ...
Apenas se dio cuenta, hasta que la barriga no le avisó, que no había comido, eran las seis de la tarde y como se aburría salió hasta el dintel del garaje. Allí contempló la novedad que para él suponía la calle, las gentes que pasaban indiferentes, los coches en un constante ir y venir.
Estando embebido en esta contemplación, el portero de la finca adyacente nada más verle, se le presentó diciendo: Hola, ¿Tu eres el nuevo, no? ... Agustín respondió: sí, el portero continuó diciendo: Yo soy Paco, portero de D. José, para cuánto se te ofrezca. Agustín agradecido correspondió igualmente ofreciéndose por si, necesitaba algo de él.
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Entablaron conversación, el portero se encontraba en su medio natural y hablaba y hablaba sin parar. Le puso en antecedentes de su criterio sobre D. José, casi un dios para él, así como acerca de su futuro cuñado y de su novia, que no eran santos de su devoción.
Le advirtió tuviera cuidado con Paco, que era un poco pelota y además tenía muy mala leche...
Gracias a que llegó un cliente, Agustín tuvo que bajar rápidamente, dar la luz de la nave y entregar las llaves de un flamante Volkswagen que correspondía al cliente, con lo cual pensó se había librado del acoso del portero. Lejos de ello, tan pronto como hubo abandonado el garaje el cliente, Paco abordó nuevamente a Agustín y tomando la iniciativa, al parecer no tenía otra cosa que hacer, le explicó que el cliente que acababa de salir, se trataba de D. Julián, un solterón de oro, dueño y director de unos laboratorios farmacéuticos de renombre a quien él conocía sobradamente por las espléndidas propinas que con carácter casi permanente le soltaba, pues también era casualidad que viviera en su casa como D. José, que a la hora de las propinas tampoco era manco.
En estas andaban cuándo apareció el Sr. Campos, con su todo terreno y entrando en el garaje, con la velocidad de un rayo, era lo habitual en él, dejaba boquiabiertos a quienes le conocían y daban fe del absoluto dominio y pasión que sentía por los coches.
Pensó Agustín que tal vez al Jefe no le hubiera gustado verle de cháchara con el portero, pero no le dio ninguna importancia, enseguida bajo Agustín nada más verle y se puso a su disposición. El Sr. Campos le dijo que había venido para que se fuera a comer
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algo, porque Paco seguía enfermo y tendría que quedarse también por la noche, algo que ya se temía Agustín. Le dijo que al día siguiente domingo, se quedaría él en tanto se pusiera bien Paco.
Le indicó había un bar próximo al garaje donde ponían raciones y bocadillos y en cosa de media hora Agustín estaba de vuelta.
El Sr. Campos había puesto un coche en el lavadero y le enseñó, prácticamente como había que hacer para lavarlo de forma adecuada, aunque le sobraría tiempo para aprender, la forma de hacerlo.
Le dijo se pusiera las botas de goma, apenas sabía andar con ellas, sacaron las alfombras, las limpiaron y lavaron, luego los ceniceros, después bien cepillado los asientos y la tapicería, lavado por fuera y bien secos los cristales, crema para las ruedas y las llantas agua y champú para la carrocería, una vez bien secado con la gamuza de piel, todo el coche debería brillar como nuevo.
Y así había que hacer al menos con doce coches, lo cual aseguraba que no tendría tiempo para aburrirse en toda la noche.
A eso de las diez de la noche, se fue el Sr. Campos y le dejó el teléfono de su casa apuntado en un cuaderno que había en el cuarto, a mano por si tenía algún problema, pues vivía muy cerca del garaje. Además había una mesa y un destartalado sillón que otrora fuera de lujo, con los muelles del asiento saliendo por debajo.
Le advirtió que a eso de las doce cerrara las puertas y
si algún cliente venía ya sabía que debería llamar al timbre para entrar, era lo establecido.
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Agustín se quedo de nuevo sólo, ni siquiera se había percatado que había un teléfono público en una columna, que funcionaba con fichas y en un bote encima de la mesa había fichas, con un letrero que decía: "Fichas de teléfono a 2,50 Ptas.", negocio montado con toda seguridad por Paco, porque en la calle valían 2 Ptas. solamente.
Trató de llevar un coche al lavadero, pero aquello no había quien lo moviera de su sitio, fue a otro y este sí funcionaba, comenzó a poner en práctica las recomendaciones que le había dado el Sr. Campos, pero no recordaba muy bien, si primero eran las alfombras o primero había que lavarlo por fuera ... Estando en estas divagaciones, sonó el timbre de la puerta, como un pato con las botas de goma, fue a abrir, no era un cliente, sino el sereno del barrio, un chico joven de unos 25 años, que según le contaba, pasaba allí la mayor parte de las noches haciendo compañía a Paco y de vez en cuando salía para hacer la ronda.
Por el deje de su acento, debería ser gallego o asturiano, no le causó mala impresión a Agustín más bien al contrario, se daba cuenta de lo importante que era para él, no estar sólo, poder contar con la presencia y experiencia de aquel chico, aunque solamente fuera por la veteranía y el tiempo pasado con Paco, seguro que sabía más que él de todo lo relacionado con los asuntos del garaje.
Agustín v
olvió a cerrar la puerta, continuó con el coche del lavadero poniendo en práctica los consejos que le daba "Toñito" como le dijo el sereno que se llamaba.
Luego el sereno le confesó, que tenía por costumbre echarse un sueñecito dentro de uno de aquellos fabuloso coches que
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encerraban allí, siempre distinto para que no se notara, Paco nunca le había puesto ninguna pega a cambio le daba compañía y seguridad, caso de que alguien quisiera entrar con malas intenciones pues nunca se sabe, decía, porque en la noche hay gente para todo.
A eso de las cinco de la mañana, Agustín que no estaba acostumbrado a trasnochar, se caía de sueño, la boca reseca, cansado y además solamente había lavado cuatro coches, aunque a estas alturas ya sabía por qué el primero no andaba a empujones era que tenía el freno de mano echado.
Toñito era un lince, le explicó cuánto había que saber para tratar los coches con cuidado, los trucos de como lavarlos rápidamente sin pararse en miramientos y tener tiempo para dormir.
De madrugada a punto de rayar el día, se despidió el sereno, ésta escena se repetiría muchas otras noches en adelante con pocas variantes y Agustín se volvió a quedar sólo, pensativo, consciente de cuál era su porvenir ...
Serían las diez de la mañana, cuando llegó el Sr. Campos, ya era domingo y Agustín ni se había percatado de ello
.
Venía a hacer el relevo porque debería volver por la noche, aunque en el futuro los domingos, tal y como habían acordado, debería estar de día y de noche, para que librara Paco, pero por ser el primer día no quería el Sr. Campos se le hiciera muy pasado.
Salió del garaje, con sueño, mal peinado, con hambre consciente de que en adelante éste sería el plan de su vida. Entró en una iglesia a oír misa agradecido a Dios por su nuevo
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empleo, a punto estuvo de quedarse roque durante la homilía, que el cura decía como un autómata.
Una vez llegado a casa, no podía disimular su contrariedad, su tía no le dio importancia, pues conociéndole le decía que eso de trabajar de noche con el tiempo se superaba y el cuerpo terminaba acostumbrándose a todo. Tomó un poco de café y se fue a dormir, porque a las nueve de la tarde tenía que volver a incorporarse al trabajo.
A grandes rasgos, Agustín se fue haciendo a la vida y costumbres que el garaje imponía, con la colaboración de Paco ya incorporado, y Toñito, que le enseñaron todas las triquiñuelas del oficio y no dar demasiada importancia aquello que le parecía una montaña.
En todo caso tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo y algo peor, haciéndose un vago. Esa era la sensación que tenía al disponer prácticamente de todo el día libre. Se había acostumbrado a ir al cine a la salida del garaje, a las llamadas sesiones matinales, donde abundaba la gente del hampa y eso no le hacía ninguna gracia, después iba a comer y se acostaba hasta mediada la tarde.
Fue habituándose a éste ritmo de vida y también aprendió a dormir en un buen coche la mayor parte de la noche. Como disponía de todo el tiempo libre del mundo, había escrito mil veces a su novia a la que tenía al corriente de su perra vida, también de sus proyectos y sueños inalcanzables por el momento. Sucedieron muchas cosas durante el tiempo que trabajó en el garaje, situaciones accidentadas, broncas y cosas más agradables, como por ejemplo haberse sacado el carné de conducir por cuenta del garaje en una autoescuela cuyo director guardaba allí su coche
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y se tomó un interés muy especial, en enseñarle bien por la cuenta que le traía.
Las propinas eran efectivamente buenas y frecuentes, lo que hacía un complemento indispensable, ya que el sueldo precisamente no era muy grande. Agustín se acostumbró a
esta forma de trabajo y aprendió a sobrellevarlo, pero no veía fuera oficio para el futuro, ni para pensar en casarse ni, como medio de vida en definitiva.
No obstante como no había otra alternativa, se decía para sí, que a falta de pan buenas son tortas, había que aguantar hasta que vinieran tiempos mejores.
Tenía confianza con algunos clientes, a quienes supo caerles bien y granjearse sus simpatías. Un día uno de los clientes le insinuó le podía presentar a un amigo que se dedicaba a la alta costura y pases de modelos, tal vez, le dijo tú podrías aprender a pasar modelos, tienes buen tipo, buena presencia y creo que te vendrían bien un dinero extra.
Pero a Agustín aquello le parecieron mariconadas del cliente, que era un poquito amanerado y apenas hizo caso.
El tiempo transcurrió y la verdad es que todo marchaba sobre ruedas, el trabajo ya no le resultaba tan duro y monótono como al principio , además de tener mucho tiempo libre.
El Jefe de Agustín que no paraba de poner iniciativas en práctica, o se las proponían llevarlas a efecto. Una mañana le llamó
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a la oficina del garaje para comentarle si le interesaría trabajar de día en lugar de por la noche.
Agustín sin dudarlo un instante le contestó afirmativamente, más que nada porque no encontraba la manera de trabajar como la mayor parte de la gente y además porque cruzó por su mente que cogería el puesto de Paco y traerían a otro nuevo para por la noche.
Sin embargo los tiros no iban por ese camino. El Sr. Campos, le comentó que tenía pensado montar un almacén de recambios para coches, con un socio que era quien le había propuesto la idea, un socio un tanto raro al aparecer así de la noche a la mañana, que por esa razón tenía que pensarlo muy despacio, pero quería saber si podía contar con su colaboración.
Agustín en su honestidad, le confesó a su Jefe, que él no tenía ni el más remoto conocimiento de los asuntos relacionados con recambios, pero que si confiaba en él su disposición era absoluta...
Pasaban los días sin que la propuesta tuviera efecto, sin embargo Agustín observaba que en una calle adyacente al garaje se estaba habilitando un magnífico local propiedad del Sr. Campos, con dos grandes escaparates, un mostrador y todo tipo de decoración en consonancia con lo que pretendía ser una distribuidora de recambios para vehículos de importación, como rezaba en un letrero luminoso que ocupaba toda la fachada del local.
D. José Ramón le contó confidencialmente a Agustín, que no quería adelantar acontecimientos, en tanto no fuera una palpable realidad, sin embargo le facilitaría catálogos y documentación para que se fuera orientando, en referencias, modelos, año de
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fabricación y despiece en general de vehículos preferentemente de marca alemana.
Al principio Agustín pensó que aquello era tan difícil como aprenderse de memoria la guía de teléfonos, pero poco a poco fu asimilando ideas, organizando su mente para ir descubriendo que sabiendo manejar los catálogos, no era necesario saberse de memoria las referencias y modelos cómo a él podía parecerle.
Todas las piezas tenían un código o referencia en catálogo y además en el mismo explicaciones tales como: la posición, función que desempeñaba la pieza de que se tratara, modelo exacto de vehículo, año de fabricación, el precio, etc.
No habían transcurrido tres meses cuando llegó el día de la inauguración de la tienda. Una tarde de sábado, se dio cita a los futuros clientes del gremio, se sirvió un vino español con abundantes canapés y oficialmente se puso en marcha la tienda.
La tienda era un hermoso local, con secciones bien diferenciadas, en un lado frenos, en otro iluminación, en otro más al fondo motor, lubricantes, filtros etc.
En el sótano una galería llena de estanterías con innumerables cajas aún sin abrir, para reponer las existencias, además de despachos, oficinas montadas con todo lo necesario, máquinas de escribir, calculadoras, teléfonos, etc ... Agustín formaba parte de la plantilla que en un principio era poca, él para el mostrador y tomar los encargos del teléfono, dos señoritas que harían una de secretaria del Sr. Campos, la otra llevaría la
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contabilidad y atendería el despacho del que sería Gerente el socio que había parido la idea, pero sólo eso.
El dinero corría por cuenta del Sr. Campos que confesó a Agustín esperaba estuviera con los ojos bien abiertos, pues no se fiaba mucho de su socio el Sr.
Perales, quien dominaba a la perfección la situación, no en vano procedía de un almacén similar dónde había estado de encargado general durante quince años y de donde se sabía, había tenido que salir, más bien por la fuerza que por propia voluntad.
La marcha de la tienda era creciente, los pedidos iban en aumento, hubo que contratar representantes, repartidores, contables para la oficina y Agustín ponía el máximo empeño en hacerse con los mandos de la nada fácil tarea de llegar a ser encargado de la tienda. El Sr. Perales, le iniciaba con la idea de que en la medida que se fuera él liberando de las funciones del mostrador, tendría más oportunidades de ocupar el puesto de Gerente, que era lo que perseguía a toda costa.
La empresa se fue haciendo grande, cada día venían más contenedores de Alemania, Francia, Italia, Suecia y naciones del entorno europeo. Agustín era el encargado de recepcionar el material, situarlo en las estanterías y dar salida a los diferentes artículos para los clientes, que cada día eran más numerosos.
El negocio se consolidaba, gracias a las inyecciones de dinero que el Sr. Campos constantemente aportaba. Agustín estaba loco de contento, por fin había dado con un trabajo, digno, remunerado, con categoría. De ello daba buena fe el hecho de que había renovado su ropero, calzado, etc ... Incluso tenía previsto ir
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al pueblo a ver a su novia, familia y amigos, puesto que ya se consideraba uno más de los muchos que trabajaban en la Capital y cuándo les apetecía iban al pueblo.
Tanta confianza llegó a depositar en Agustín sus Jefes que le encargaron, como máximo responsable, abrir y cerrar la tienda a las horas que correspondiera. Ellos viajaban constantemente de acá para allá, nombrando distribuidores, visitando clientes, haciendo gestiones de alta dirección.
Agustín dominaba en lo relativo a la tienda la situación, hasta el extremo de utilizar uno de los vehículos de reparto, a la hora de irse a comer a casa y muchas noches, porque se quedaba organizando la tienda hasta bastante tarde.
A quien él consideraba realmente su Jefe, por quien había entrado en la tienda, era al Sr. Campos. El Sr. Perales, le ofrecía mínima confianza, o respeto alguno, era una persona vulgar y como tal le consideraba un "vivo" que había encontrado un mirlo blanco, pero había que echarle muchos redaños para igual que el Sr. Serrano del garaje, aprovecharse en el más amplio sentido de la palabra, de la candidez manifiesta del Sr. Campos.
Un incidente personal del Sr. Campos, vino a cambiar lo que seguramente era ya un hecho, es decir su inminente boda con la señorita Marga. Un amigo de Moncho, de los que siempre andaba medrando junto con otro puñado de parásitos, vino un día al despacho y le comunicó que su novia Marga se estaba divirtiendo de lo lindo en una playa, con un amigo común de ambos y se sabía era un Play-Boy.
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Aseveración tan atrevida e importante, podía dar al traste con la relación de Moncho y Marga, por eso le pidió a éste se mirara muy bien y midiera sus palabras, pues era bien sabido por todos los amigos de su inminente boda, con lo cual estaba quedando en evidencia.
Tan seguro estaba de lo que estaba diciendo, que no podía por menos, le decía su amigo, que a pesar que era consciente le causaría un gran dolor, se había sentido en la obligación moral de ponerle en antecedentes, de algo que no era de oídas sino que él mismo había presenciado.
El sábado, a la hora de cierre a las dos de la tarde, Moncho llamó a Agustín y le preguntó si tenía algún compromiso para el fin de semana. Agustín un tanto perplejo por la pregunta respondió, que lo habitual era ir al cine, dormir más de lo ordinario y poco más.
Campos le invitó a ir con él a la playa, donde todos los fines de semana iban a pasarlo con su novia. Siempre iba los domingos y se volvía los martes, pero en esta ocasión adelantaba el viaje, porque quería comprobar in situ, cuanto le había comentado su amigo.
Salieron a las tres de la tarde, comieron un bocadillo por el camino que era lo que menos le importaba a Agustín, pues observaba cara de pocos amigos en su Jefe, que apenas hablaba e iba a una velocidad que daba vértigo.
Llegaron al lugar de destino, fueron directamente a un apartamento, dónde a juzgar por el recibimiento, D. Ramón era bien conocido. Dejaron sus pertenencias y se pusieron en traje de
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baño. Aparecieron en la playa, que tan cerca se encontraba de la torre de apartamentos, que cuándo subían las mareas, las olas, lamían el zócalo de ella.
Campos conocía el lugar donde más o menos acostumbraba Marga a permanecer tomando el sol. Allí se dirigieron entre una inmensa muchedumbre de bañistas y chicas que a Agustín los ojos le hacían chiribitas.
De inmediato Campos cambió de color, se tensó su rostro, lívido de indignación pudo contemplar en efecto, como Gonzalo, uno de sus íntimos, yacía en una toalla semiabrazado a Marga quien a su vez le hacía carantoñas ondulándole el pelo...
¡Qué lejos estaba la parejita de saber que eran observados...!
Moncho se acercó, se quitó las gafas de sol y cuándo estuvo a la altura de ellos, dijo con voz imperativa:¡ Marga! ¿Puedes venir un momento? ... La pareja se levantó como impulsadas por un resorte. Y sin mediar palabra
Moncho arreó un bofetón a Marga, que fue a dar con su precioso cuerpo en la arena. Gonzalo se abalanzó hacia Campos pero Agustín se interpuso entre ambos frenando el ímpetu de Gonzalo y Moncho que pretendían liarse sin más explicaciones.
Moncho con lágrimas en los ojos, dolido en lo más profundo de su ser, avergonzado por la evidencia de los hechos y Agustín sin pronunciar palabra, volvieron sobre sus pasos al apartamento.
Un profundo silencio presidió por unos momentos aquella tensa situación. Para nada cambió la serenidad y sangre fría de
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que hacía gala constantemente Campos, aun en situaciones límite como la presenciada por Agustín tan sólo unos momento antes en la playa.
Pasado un rato de los incidentes mencionados, deseoso olvidar aquel mal trago, Campos invitó a Agustín a ir a cenar, diciendo sarcásticamente: Vamos a Ahogar las penas en vino.
Fueron a un lujoso restaurante, también allí le conocían por nombre propio y fueron objeto de un excelente trato. Pensaba Agustín, que solamente faltaba para completar el día, que aparecieran la parejita de marras y menuda se amaría otra vez...
Como si sus sospechas se hubieran convertido en realidad, hicieron acto de presencia Marga y Gonzalo, que ahora vestidos aparentaban otra cosa, más elegantes y finos que viéndoles en la playa en traje de baño y tirados en la arena.
Cuándo Campos les vio aparecer, lejos de perturbarse ni de cambiar un solo músculo de su cara, parecía estar esperando el momento. Se levantó al verles, Agustín también, aunque con distinto pensamiento interior ambos, Campos por cortesía, Agustín por si había que repartir tortazos...
Una vez enfrente unos de otros, aun no se había servido la cena, se ofreció Campos a cederles un sitio en la mesa, pero
Marga con los ojos inundados en lágrimas, solamente pronunciaba con frases entrecortadas: Perdón, Moncho, perdón, no es lo que tú crees... Déjame que te explique...
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A todo esto Campos no hacía el más mínimo caso.
Gonzalo por su parte le decía: Estoy dispuesto a darte cuántas explicaciones sean necesarias, para deshacer el entuerto, ya se, continuaba diciendo que todas las evidencias que acompañan al asunto están en mi contra, pero te juro que no es lo que a primera vista pudiera parecer, y continuaba diciendo: Casualmente coincidimos aquí hoy, pues mañana tengo billete de avión para marchar a Francia dónde sabes que me espera mi familia como todos los años con lo cual nada de lo que parece es cierto, sino ficción ... Producto de una maldita coincidencia.
Moncho ni siquiera contestó, llamó al camarero y sin haber empezado a cenar, se marcharon él y naturalmente Agustín, sin más explicaciones que una displicente y sardónica sonrisa.
Continuaron de marcha durante la noche, de club en discoteca y bien entrada la madrugada volvieron al apartamento a dormir unas horas antes del regreso a Madrid.
En el suelo, junto a la entrada de la puerta del Apartamento había una nota de Marga, en sobre color rosa, Moncho la cogió y la rompió directamente sin leer su contenido.
A las doce del medio día, Moncho dolido en lo más íntimo de su persona y Agustín con la espalda quemada por el sol de la playa a la que no estaba acostumbrado, volvieron a Madrid sin apenas intercambiar palabra y con la discreción que distinguía a Agustín, quien habiendo sido testigo presencial de los hechos no necesitaba más explicaciones puesto que los acontecimientos hablaban por si solo.
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Todo marchaba indiferente después de aquella odisea para Campos en relación con Marga. Ella llamaba frecuentemente por teléfono y Agustín que era quien atendía las llamadas, pese a su buena voluntad, no pudo conseguir que Moncho comunicara con ella.
Marga estaba definitivamente borrada de la lista de Moncho para siempre. Había dado instrucciones a Paco el portero para que facilitara la entrada a su ex novia y pudiera llevarse sus pertenencias personales.
En cuanto a su ex cuñado el Sr. Serrano, después de una larguísima conversación en la que le puso en antecedentes, le dio un plazo de tiempo suficiente para que abandonara la asesoría y las múltiples ocupaciones que le unían a él.
De nada valieron las explicaciones de Julio, que consideraba el hecho como una chiquillada sin mayor importancia y cuántos argumentos se le ocurrían para quitar hierro al asunto, veía se le iba de las manos, por una tontería de su hermanita, que solamente sabía meter la pata constantemente y era un poco cabecita loca.
Campos vendió su parte en la propiedad del garaje y nunca más quiso saber, a pesar de las frecuentes mediaciones de sus amigos, de la familia Serrano, que como solía decir con displicentes comentarios, para él aquella familia, había muerto.
Cansado de vagabundear por círculos en los que antes se presentaba siempre acompañado de su novia Marga, convertido en un soltero de oro apetecible más por su posición económica que por su valía personal, Moncho fue pasando como una pelota de tenis de una a otra de las muchas amigas que no habían perdido la
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esperanza de cazarle, pero su reciente experiencia en el terreno amoroso le puso en guardia y se dejaba querer, pero a la hora del compromiso formal no había nada que hacer.
Esta situación creó en él un inusitado interés por el negocio, incluso bajo la influencia del Sr. Perales, acordaron montar una empresa paralela de importación de vehículos deportivos de primeras marcas internacionales.
El primero que vino de Inglaterra, fue para Moncho. Era el bautismo en el negocio y quiso ser el primer cliente, esperando cundiera el ejemplo en su entorno, toda o casi toda gente de alto poder adquisitivo.
Aburrido de la monótona vida de juergas y amigotes, quiso dar un giro a su vida y con tal fin le propuso a Agustín la oportunidad de ir a su pueblo con él, a probar uno de aquellos fabulosos coches de importación.
Agustín que ardía en deseos de ver a su novia, vio el cielo abierto ante tal proposición aceptó sin demora para que no hubiera lugar a arrepentimiento por parte del Jefe.
El primer sábado por la tarde que fue posible, las dos, más o menos, bocata de tortilla preparado por Dña. Antoñita, carretera de La Coruña, vehículo deportivo potente de dos plazas, Moncho y Agustín, cada uno con un interés bien diferente, se presentan en el pueblo, entre el pulular del gentío en la carretera, pues nada menos que estaban en fiestas y los paseos a eso de las nueve de la tarde, estaban en pleno apogeo de su concurrencia.
Quiso el destino o el azar, que nada más entrar en las inmediaciones de la población, apareciera Inés, novia de Agustín.
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Abrazos, caras de sorpresa y emoción, rubor y las consiguientes presentaciones: Aquí mi novia, aquí mi Jefe, etc.
Inés llena de orgullo y también de sorpresa, no quiso separarse de Agustín y Moncho, la acomodaron en medio del biplaza, para nada práctico, y dieron un recorrido por el pueblo.
Fueron a casa de Agustín, Josefina su madre daba gracias, a Dios y al hijo de Dña. Antoñita, por lo bien que al parecer estaban tratando a su hijo, buena prueba de que eso era así, era el hecho de que hubiera querido traerle a su pueblo.
En el fondo Agustín estaba avergonzado de las excesivas muestras de agradecimiento que daba su madre, pues él era consciente, de los motivos inconfesables que habían propiciado aquel viaje, pero todo lo daba por bien empleado viendo el rostro radiante de alegría de su novia y la cara de satisfacción de su madre, que ahora ya estaba más tranquila viendo que su hijo había sabido estar a la altura que ella siempre había esperado y sabiendo tenía a su lado un buen protector.
Anochecido salieron al son de charangas y estallidos de cohetes, animados por el bullicio de las comparsas de gigantes y cabezudos y un baile que la Comisión de Festejos del
Ayuntamiento celebraba en la plaza del pueblo.
El lugar no podía ser mejor, la noche agradable, las fiestas en todo su esplendor, la situación invitaba a prestarse y dejarse llevar por el ambiente y Moncho no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión.
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Como en la plaza había mucho bullicio y alboroto, aparte de que a Inés le daban verdadero pánico las tracas y fuegos artificiales, sobre todo una amorcillada ristra de tracas que adornaban las paredes de los soportales de la plaza, decidieron ir a una de las pistas de baile al aire libre, en una terraza sentados donde pasarían el resto de la velada.
En el fresco ambiente de la terraza, con la pista de baile a sus pies, fueron intercalando los tres, bebidas con bailes, mientras eran punto de mira de afiladas miradas, que insistentemente se preguntaban ¿Quien sería aquel joven rubio, que acompañaba a Agustín? ...
Al día siguiente domingo por la mañana, espléndido sol, toque de diana, música de charangas en las calles, cohetes, cabezudos y olor a churros que impregnaba la calle de Agustín y su casa, improvisado Hostal esa noche para su Jefe, pues los alojamientos andaban muy solicitados por ser fiestas.
Sonaban las campanas de la Iglesia próxima, casi pegando con la casa, Josefina preparaba con primor el desayuno digno de un magnate.
Era tanto el agradecimiento a la familia Campos, que no escatimaba nada para agasajar a quien tenía como huésped.
Agustín al despertar, temía que todo fuera un sueño, pero la voz de su Jefe que ya andaba hablando con su madre, le sacó de dudas, era una alegre realidad.
Desayunaron, cogieron el deportivo, estuvieron en mil sitios siempre acompañados de su inseparable Inés. Campos estaba realmente entusiasmado, visitaron los chozos que ponen por las fiestas en el castañar, tomaron ponche y peces, sacaron las entradas para los festejos taurinos de por la tarde.
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Agustín presentó sus amigos a su Jefe y éste encajó de inmediato en la panda, al menos eso deducía Agustín a juzgar con la familiaridad con que trataba con ellos.
Por la tarde, ya en la plaza de toros, pequeña pero coqueta, adornada de fiesta lo que menos había que ver era el espectáculo taurino como tal, pues ni el cartel ni el ganado servía.
En cambio Moncho no perdía el tiempo, estuvo todo el tiempo cruzando miradas con una niña, de ojos achinados, rubia y tostada por el sol de la piscina, con una pamela amarilla, que contrastaba con el resto de su atuendo.
Ella, lista como una ardilla, no apartaba la mirada de él. Se puso unas grandes gafas de sol que llevaba a manera de turbante recogepelos, para de esta forma, aunque la distancia no era mucha, mirar sin ser vista, analizar y escudriñar las facciones para nada desagradables de aquel para ella príncipe azul, que para su fortuna se fijaba en ella de manera casi permanente. Ella andaba ya entrada en años y como se decía en el pueblo, no se había comido una rosca.
Campos, lejos de atender las farragosas faenas de la lidia, andaba con el tejemaneje de entablar un sordo dialogo con la muchacha. Intercambiaban gestos que solamente la química del enamoramiento entiende. Permanecían atraídos por un magnetismo especial, que iba a mayores.
Al terminar el festejo, del que Moncho ni se había enterado, preguntó con mucho interés a Agustín acerca de aquella chica de tejanos y sombrero amarillo, a lo que éste informó con todo detalle, pensando que había sobrados motivos para que saltara la chispa entre ambos.
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Le explicó que era una niña bien, hija de una numerosa familia en la que ella era la única hembra, todos los hermanos cuatro o cinco la mimaban y cuidaban como a la niña de sus ojos.
Su padre tenía una fábrica de muebles de prestigio y la posición de la familia en el ámbito del pueblo era realmente distinguida.
Agustín, recordaba cuando niño, haber tenido trato con ella en el Colegio de Monjas, en los ensayos de las comedias que representaban en el centro de Acción Católica, lo que le daba cierta licencia para al menos poder presentársela.
No hicieron falta más argumentos, para que Moncho le pidiera nada más salir al paseo se la presentara en la primera ocasión propicia. Fueron a buscar a Inés y le propusieron el plan de ir juntas las dos parejas, si ella aceptaba, y también contando con que se pusiera a tiro aquella chica que Moncho pretendía conquistar.
Inés la conocía muy por encima, pero no tuvo reparos en aceptar la invitación si Chelo aceptaba, consuelo es lo que yo necesito, decía irónicamente Campos...
En el paseo de la carretera, todo era bullicio y jolgorio, las tómbolas y carruseles para niños, el tío Vivo, los tenderetes iluminados con carburos, las colgaduras de guirnaldas y farolillos de papel daban un colorido y alegría al paseo fascinante. De fondo, se percibía el son de las orquestas de las pistas descubiertas en las discotecas.
Con tres amigas apareció Chelo, ensartadas del brazo como de costumbre. Moncho la vio primero y le dijo a Agustín: Ahí viene, venga, preséntamela...Se lo decía en un tono casi tan autoritario como a el que estaba acostumbrado, aunque con cierto aire de ruego, no como una orden seca y tajante.
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Inés en un aparte, llamó a la chica por su nombre, tenía confianza con ella, como con el resto de la panda, pero no de amistad sino de verse con la frecuencia que ocurre en una localidad pequeña.
Chelo a quien no cogió de sorpresa la cuestión, pues las mujeres intuyen ¿Cuándo y por qué? ocurren estas cosas, se separó de sus amigas quienes entendiendo las circunstancias del momento continuaron su paseo quedándose Chelo con Inés.
En tanto Agustín procedía a las presentaciones pertinentes, que por otra parte estaban casi de más.
Tomaron mesa en una terraza con baile. Se estableció rápidamente un aire de camaradería que fue subiendo de tono medida que se sucedían las piezas de baile. Chelo hacía desigual pareja con Moncho, era más bien bajita pero bien proporcionada, sus altos tacones disimulaban de alguna manera esa diferencia pero al parecer no era obstáculo por parte de Campos, que cada vez se le notaba más acaramelado y sin prisa de que pasara aquella primera noche.
Al día siguiente, la amistad era un hecho, habían quedado la pareja en verse y estar juntos toda la mañana en la piscina y así lo hicieron.
Moncho no había quedado para ir a comer con Agustín y su familia. Algunos amigos de Agustín aseguraban haber visto el coche camino de un Restaurante en las afueras del pueblo.
¡Cosas del destino!... Resulta que aquel Restaurante., otrora Hostal, reformado y puesto al día, era el mismo en el que el Capitán Campos, se había alojado el primer día que vino a conocer personalmente a Antoñita, como también parecían cosas del destino
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que ahora ambos hijos estuvieran recreando sin pretenderlo, una situación parecida a la que años atrás protagonizaran sus padres ...
Inés y Agustín contentos por haberse librado de continuar haciendo de carabina, en su ambiente con sus amigos, se lo pasaban a lo grande.
Fueron a los toros por la tarde con toda la panda y estando dentro de la plaza, se unieron a ellos Moncho y Chelo, que al parecer ya se trataban públicamente como una pareja en relaciones formales.
Continuaron el resto de la tarde-noche juntos, montaron en el coche cuántos pudieron, iban por el pueblo cantando entre las Peñas de las diferentes agrupaciones, eran recibidos e invitados en cualquier bar o mesón que entraban y se estableció una corriente de amistad a la que Moncho sucumbió hechizado por el magnetismo de Chelo y por la campechanía con la que le trataban los amigos de Agustín
Pero a la mañana siguiente había que partir...
Las obligaciones, sobre todo de Agustín, no podían esperar. Chelo no quería desprenderse de Moncho, temía fuera una fiebre de verano, y todo quedara en el olvido. También a Inés le ocurría otro tanto, pero tenía muy claro, que lo primero era el deber, si querían en un futuro próximo, poder llegar a casarse y estar siempre juntos, sin estas desgarradoras separaciones.
En todo caso la despedida fue triste, larga y difícil. A eso de las cuatro de la mañana, rendidos, cabizbajos pero el ánimo encendido, emprendían regreso a Madrid quedando atrás unos días
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grandes, inolvidables, de juerga, así como un camino abierto para sucesivos encuentros que a Agustín le venían a pedir de boca.
Y así fue, llegado el sábado siguiente, se repitió de nuevo el viaje, bocadillos incluidos y a partir de ese día, fue una continuación sistemática de viajes, encuentros y planes de futuro para ambas parejas.
Moncho ya se alojaba en un Hotel y algún que otro día se quedó dormido, excusa que ponía para prolongar su estancia en el pueblo con Chelo, era cuándo Agustín tenía que volver en tren, lo que significaba llegar tarde al trabajo, pero nunca se atrevía a decir nada a su Jefe, comprendiendo que éste no iba a alterar su vida para darle a él facilidades.
El negocio marchaba viento en popa, como para pensar en el futuro con optimismo y en este sentido Inés y Agustín hacían planes a corto plazo.
Pero de lo que no cabía ninguna duda era de la buena marcha de las relaciones de Chelo y Moncho, tanto es así que empezaban a hablar de boda y a penas llevaban un año de novios, además con visitas esporádicas de los fines de semana, eso sí daba lo mismo que lloviera o nevara.
Lo de los viajes llegó a ser como un acontecimiento permanente no por ello menos esperado, cada poco con un modelo de coche diferente, lo que tenía muertas de envidia a las amigas de Chelo, que constataban que además de haber encontrado el hombre de su vida, era además un ejemplar único en su género en cuanto a su realidad económica, de eso se encargaba la mamá de Chelo , lo divulgaba presumiendo de que su hija había encontrado
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lo que merecía y adornándola de todas las virtudes habidas y por haber.
Decía que Dios, por fin, había hecho justicia con su hija y que nunca es tarde si la dicha es buena.
El anuncio de la boda se hizo realidad pública, para Septiembre dijeron los novios, aún quedaba medio verano por delante, viajes, las fiestas, todo...
Inés y Agustín en cambio recibieron la noticia con pesar, se acababa el chollo a que se habían acostumbrado, eso de ir y venir todas las semanas al pueblo, era algo que necesariamente no podía salir tan redondo.
Y eso que Agustín colaboraba a su medida, conduciendo siempre al regreso de noche, mientras su Jefe dormía aunque le importaba en absoluto, pues gracias a esta circunstancia se soltó en la cuestión de conducir que de otra manera hasta se le hubiera olvidado al no tener la ocasión de practicar.
En casa de Chelo los preparativos de boda en marcha, los muebles que corrían, como no podía ser de otra forma, por cuenta de su padre iban a ser los mejores que nunca se hubieran visto.
Se encargaron trajes para toda la familia y del vestido de la novia se encargó personalmente una amiga, que tenía boutique de ropa de señora, presumía tener contactos con las mejores firmas para este tipo de eventos y prometiendo a Chelo no defraudarla.
Mientras esto ocurría, en cambio en casa de Moncho apenas hubo que preparar nada, solamente poner en orden la casa que hacía varios años estaba dispuesta para vivir en ella, un toque de actualidad y poco más.
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Dña. Antonia, vivía momentos de emoción y recuerdos viendo reproducirse en su hijo con inusitada exactitud sus propias vivencias y situaciones, trataba de convencer a su hijo de que estuviera bien seguro del paso que iba a dar, no fuera a ser que actuara por despecho e influido por lo que le había ocurrido con Marga y le estuviera pesando toda la vida.
Moncho la tranquilizaba dándole razones suficientes de que había encontrado la mujer de su vida y se había formulado todo tipo de consideraciones antes de dar el paso definitivo que le llevaría al matrimonio.
También en casa de Chelo ante la decisión de la boda, tuvieron ciertos reparos para aceptar, pensaron era una decisión un tanto precipitada y trataban de disuadir a la “niña”, haciéndole ver que una relación tan corta y esporádica como la suya con Moncho, podía traerles amargas consecuencias y su padre precisaba sentencias como: “Quien lejos se va a casar, o va engañado, o va a engañar ".
Sin embargo Chelo estaba, totalmente convencida de que su amor no era pasajero, ni la pasión había puesto una venda en sus ojos. Presumía de conocer a Moncho, que era para ella como un libro abierto y no había más que hablar.
Todos y todo se preparaba para tal acontecimiento. En la empresa de Moncho, corrió la voz de que el Jefe se casaba con una chica del pueblo de Agustín. Todos querían conocer pormenores, del asunto, hasta entonces guardado con sigilo. En el pueblo se esperaba el gran día con curiosidad y cierto morbo.
Las chicas soñaban con bodas imposibles, ahora les era más fácil pensar que todo era posible, también ellas podían
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encontrar algún día por mor del destino un príncipe azul , como Chelo que a pesar lo que se le venía encima no daba síntomas de nerviosismo alguno.
Se sentía punto de referencia entre sus amigas, que andaban como locas, exaltadas, de aquí para allá, con los preparativos, con las invitaciones, con sus trajes y mil detalles...
Lo único que no parecía ponerse de acuerdo con las circunstancias era el tiempo, amenazante y sombrío contrastaba con las ilusiones y preparativos de los familiares y amigos.
Y así fue como llego el día del gran acontecimiento, ya avanzado Septiembre. El pueblo se llenó de vehículos de todo tipo, el lujo de los mismos daba fe de que la boda que se celebraba era de campanillas, de alto copete decían en el pueblo.
La ermita del Cristo estaba a rebosar de flores y engalanada con la solemnidad de los días grandes de fiestas.
Un desfile de camareros, con el protocolo requerido pasaban por los invitados a la salida de la ceremonia, corta pero intensa.
Las presentaciones de los familiares, que se conocían en aquel acto, estaban a la orden del día.
El ir y venir de coches de la ermita al pueblo, solamente era comparable a los días de las fiestas patronales.
El banquete, sorprendente tanto por el servicio como por el menú encargado en Madrid, fue un éxito rotundo, al igual que la orquesta que estuvo amenizando el banquete. Después continuó el baile hasta entrada la noche en la terraza del Hotel.
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Agustín e Inés habían olvidado todo protocolo, asistían a la boda, como preludio de la suya. Eran momentos intensos y salvando las distancias, en lo referente a lo económico, para nada envidiaban a la pareja de recién casados.
Ellos también lo llevarían a término en el momento que tuvieran resuelto lo de la vivienda, para algo tenía Agustín echado el ojo en una urbanización, a un piso que parecía estar hecho a su medida.
Se acabó la boda, acabó la juerga, se despidieron los comensales invitados, quedaron los más íntimos con los recién casados. Pasó la euforia, el lujo de los vestidos, la solemnidad de la ceremonia, los amigos y familiares volvieron a sus vidas.
Moncho y Chelo, aquella misma noche, se marcharon a Madrid.
Lágrimas por parte de ella... ¿De Júbilo ?... ¿De pena por tener que separarse de los suyos? ... ¿ ? Quien sabe...
Una vida nueva se abría para ella.
Anochecido, Agustín tomó los mandos y el volante del coche que les llevaría hasta Madrid.
Los novios se quedaron en un Hotel a pocos kilómetros de la capital y él continuó viaje hasta entregar el coche en el garaje.
La única diferencia a partir de ese momento, importante para Agustín, era que ya no habría viajes al pueblo todos los fines de semana.
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Tal vez por Navidad o fechas muy señaladas, como todo el mundo, pero sólo eso...
Empezó el lunes su trabajo, con el ánimo bajo, sin gozar del privilegio que le otorgaba la presencia de su amigo Jefe.
A partir de ese día, Agustín trató de organizar su vida de una manera más austera en cuanto a gastos, con el único objetivo de ahorrar, y acelerar la llegada de su unión con Inés.
Moncho, después de su larguísimo viaje de bodas, apenas aparecía por el despacho, habiendo quedado la empresa en manos del Sr. Perales, que iba escalando y consiguiendo cotas de poder, a medida que Campos se iba separando del control del negocio.
Y eso era lo peor que le podía ocurrir a Agustín que solamente luchaba por encontrar una estabilidad suficiente para organizar su vida y su futuro, siempre pensando en su Inés como objetivo último."
NOTA DEL AUTOR:
Cualquier parecido, del presente relato, con personas, nombres o lugares, en la vida real, es pura casualidad.
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Hasta aquí, la copia del relato que se desarrolla en los primeros años de mi vida en Madrid.
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Probablemente me deje cosas en el tintero, pues no fue un camino de rosas mi vida en la Capital y mucho menos mi vida laboral que a partir de éste momento, y sin la protección del "paraguas" de mi Jefe - amigo, las cosas empezaron a cambiar drásticamente para mí.
El Sr. Perales, Dios le haya perdonado, tenía un hermano recién salido de la mili, sin ocupación y en edad de buscarse la vida, éste recurrió al estatus de su hermano que al ser socio de la empresa, se presumía podía colocarle y así lo hizo su hermano aún sabiendo no era necesario incrementar la plantilla ya de por sí abultada.
Las características de su menor hermano eran muy similares a las mías, solamente necesitaba un tiempo de adecuación al sistema, hacerme a mí la vida imposible y el resto el tiempo lo diría.
Con éste hándicap, sin el apoyo anterior tuve que soportar carros y carretas y andarme con muchísimo cuidado para no equivocarme en mi trabajo, mi cometido inmediato era avanzar en la idea de mi casamiento y ello me daba alas para superar cualquier contratiempo a sabiendas que más pronto que tarde todo se allanaría.
Durante estos años de espera y transición, naturalmente ya sin los viajes semanales al pueblo, la correspondencia con mi novia se hizo más fluida y casi diaria, nuestras recíprocas ilusiones contrastaban con los escoyos que a diario tenía que superar en mi trabajo y compensaban tanta lucha pensando que el final sería el éxito de nuestro matrimonio.
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En mi pensamiento solo figuraba la palabra AHORRO, iba guardando paquetes de tabaco, puros y cuanto a mí me parecía necesario para que la boda resultara un éxito y la mira puesta en el día para mí más esperado. En casa de ambos novios ya se perfilaba también el acontecimiento, la novia preparando el ajuar, bordando juegos de cama, mantelerías, toallas y preparando las prendas personales, ropa interior, y lo más importante viendo en revistas trajes de novia para el día soñado "Blanca y radiante va la novia" decía una canción.
Mi suegro preparando los muebles para la nueva casa, que los novios convertirían en hogar, las dos familias acordando fechas, salón de banquete, orquesta y cuanto lleva consigo un acontecimiento tan importante para ambas familias pues era el primer acontecimiento de esta índole en cada una de ellas y por tanto las primicias tenían que ser imponderables.
Yo aquí en Madrid, ya tenía visto el piso de promoción que el padre de mi Jefe, había puesto en marcha, era una locura meterse en este lío, las hipotecas por entonces no estaban al alcance de cualquiera y hubo que pedir un préstamo en la Empresa, para el primer pago o entrada al mismo. y no es que la boda fuera inminente; pero sí ya estaba en marcha, muebles ajuar, solo faltaba fijar la fecha, hablar con el Cura y detalles mil que sería prolijo enumerar.
La entrada para el piso ya estaba solucionada con el préstamo de la Empresa, el lugar de la ubicación del piso, privilegio de los trabajadores del hijo del empresario fue elegido entre cientos de ello, yo elegí un segundo que hacia esquina a dos calles y con unas vistas que nunca serían tapadas por otra
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construcción dado que lo más próximo era la carretera y la vista inmejorable.
Yo procuraba centrarme en el trabajo, aunque en el fondo estuviera pensando en la boda, me parecía un sueño tener en propiedad un piso yo que siempre había estado deambulando, en Pensiones de mala muerte, en piso de alquiler, en casa de familiares, en fin un sueño que se estaba realizando y que palpaba con mis manos, no era una ilusión pasajera, era para siempre.
En Agosto el domingo 23 de 1964, fue la fecha fijada para la boda, todavía quedaban mil detalles y sobre todo la entrega de llaves del piso, que generalmente se retrasan más de lo debido. Miedo me daba pensar que cualquier incidente de la propia constructora, cualquier permiso, la calificación de las mismas o historias parecidas, retrasaran su entrega o procedieran a su paralización, una angustia a la que ya me estaba acostumbrando y tenia callo de tantas frustraciones pasadas, de tantos sueños rotos, que embargaba mi espíritu.
Llegó la fecha de la boda inminentemente, hubo que redondear asuntos, había que preparar las invitaciones, las ropas, el banquete, la ceremonia en la Iglesia, el salón y más.
Fue una suerte para mí no estar en el ajo de manera directa, la novia, sus amigas, la familia, todos se volcaron para lograr el objetivo, que fuera una boda de alto copete.
Quince días antes, la costumbre decía que había que dar "un vino" a los invitados, que consistía en un guateque con dulces, ponche y variedad de tabaco, al ser éste un ágape familiar la cosa se simplificaba y se invitaba a amigos y familiares más íntimos. Con
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todo entre primos amigos de la familia, familiares etc. nos juntamos una buena partida.
El domingo a la hora de misa mayor, las 12 de la mañana, el novio, es decir yo, salía de su casa hecho un manojo de nervios, era costumbre que el novio fuera a casa de la novia a buscarla, protocolo que servía de poco, pues era el padre de la novia quien la acompañaba , como se decía hasta el altar. Los zapatos recién estrenados me empezaban a dar una vida mártir, el traje de paño de Béjar era grueso por aquello de que sirviera por mucho tiempo, no era precisamente lo liviano para un 23 de Agosto y a las 12 de la mañana, la corbata, la caminata que había hasta casa de la novia, los saludos por el camino, con mis guantes de piel, no se entiende bien porqué de ésta prenda en Agosto, seguramente por un toque de elegancia que se le ocurriría a un cursi, suplieron sin embargo todos éstos suplicios con creces el ver a la novia preparada en el portal de su casa, blanca, radiante, guapa, como una reina y con esa belleza natural y el arrobo del momento, que dejaron en mí el olvido de todas aquellas penurias momentáneas.
La comitiva comenzó su andadura hasta la Iglesia, por el camino una estela de acompañantes hacía que la gente se girara para comprobar se trataba de un acontecimiento como en las películas, una boda y al parecer de postín, decían quienes contemplaban la novia cogida del brazo de su padre, el novio detrás y seguidamente los padrinos, mi hermana Candeli y mi tío Domingo. Este último no se le pudo convencer, era terco como una mula, que lo correcto era que el padre o hermano de la novia fuera el padrino de igual manera que la madrina era o la madre o hermana, como era el caso, del novio, argumentaba que era el padrino de bautismo del novio y por ley, la suya claro, le correspondía éste derecho. En alguna ocasión mi mujer me ha
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reprochado que por intransigencia de mi tío, su padre se quedara con ganas de apadrinarla, pero mi suegro quiso tener la fiesta en paz y así resultó.
La llegada apoteósica a la Iglesia que estaba repleta de gente tanto dentro como fuera esperando a los novios, estuvo ambientada por la música de la coral, que por entonces no era habitual, el comienzo de la ceremonia, que por ser verano le correspondía a un sacerdote, del pueblo pero residente en Sevilla y con cargo de Canónigo hizo, si cabe, que la ceremonia fuera con más solemnidad que de costumbre.
Los nervios a flor de piel, fueron creciendo a medida que avanzaba la ceremonia especialmente en el intercambio de anillos, las arras y sobre todo el juramento que nos dimos ambos novios con la solemnidad de las palabras: "Prometo serte fiel , en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida y hasta que la muerte nos separe"...
Acabada la ceremonia, ya del brazo la novia y el novio, fuimos a casa (El Ayuntamiento) donde desfilaron invitados e incluso no invitados, dándonos la enhorabuena, a mi me vino a la cabeza, que años atrás me habían dado en ese mismo lugar el pésame por la muerte de mi padre cuando yo era todavía un niño, poco me falto para que me saltaran las lágrimas, pero la alegría del momento pudo más y salí airoso del trance, eso sí con los dedos vecinos al anillo de boda, que era cuadrado y con unas aristas, ensangrentado de los apretones de manos tan numerosos, que cada vez que se producían, avanzado ya el estado de las llagas veía las estrellas de colores.
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La fiesta estuvo bien, se repartieron dulces, vino y tabaco, para ese momento había yo estado guardando con tiempo los puros y cajetillas de tabaco, de allí nos fuimos al solón de baile, que no era el mismo que donde se daba el banquete, la orquesta irrumpió a la llegada de los novios con la Marcha Nupcial de Mendelssohn, luego el Vals que la novia bailaba con su padre, el novio con la madrina y poco a poco se fue llenando la pista con los invitados, todos querían bailar con la novia, menos con el novio y mi preocupación era que con los efluvios del vino, el calor de Agosto y la turbamulta y gentío la novia me la fueran a desgraciar. No ocurrió así, pero llego la hora de ir al banquete, todo dispuesto en otro lugar, los asistentes, familiares, amigos, compañeros de trabajo que se desplazaron en número muy apreciable desde Madrid, mis jefes y en general un apretadísimo grupo de invitados que dimos buena cuenta del menú preparado con todo esmero por la familia.
A media tarde, después del banquete, postres, cafés y licores, la novia por un lado, el novio por otro, nos fuimos cada cual a sus respectivos domicilios donde nos esperaba la parte más suculenta del evento, el "espigijo" que otro lares llaman bando, en una sala de la casa, por lo general la más amplia dentro de las posibilidades, se preparaba una mesa con un mantel por encima y en ella una bandeja donde los invitados iban depositando su óbolo (el espigijo), en otra bandeja había cigarrillos sueltos e incluso puros al tiempo que un cesto con dulces, según fuera de importante en cuantía del mismo el padrino o algún allegado familiar le daba al donante unos cigarrillos, un puro, unos dulces a discreción. Me llegaba dentro la frase que se repetía como un mantra: "Que Dios les haga bien casados" y otros :"Que sea para bien y muchos años"...
La bandeja se fue llenando de billetes de todo tipo, más pequeños que grandes, en casa de la novia ocurría otro tanto, y al
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final de la tarde, cuando el flujo había decaído y se suponía que ya no habría más bienhechores, se recogía y contaba el dinero y junto con el de la novia, que se presumía sería más abundante, dado el estatus de la familia, la asistencia a bodas durante años, ser la primera boda, como en mi caso, se llevaba al Banco previo aviso al director que atentamente recibía la cantidad en aquellos tiempos importante de 80.000 ptas. o lo que es lo mismo 480 euros de hoy...
Continuaba la fiesta, otra vez al baile, cena y escapada disimulada; pero sabida, de los novios a pasar la noche de bodas en un hotel de la vecina ciudad de Béjar.
Tendamos un "es-tupido" velo, que por discreción, privacidad e intimidad no voy a reproducir en este escrito.
A la mañana siguiente, ya con cara de cansados, nos presentamos en medio de la fiesta del baile que ya había comenzado, era el día de la tornaboda, los aplausos a nuestra llegada fueron acompañados de insinuantes y provocativas frases que por decoro no reflejo y que era lo natural cuando se está bajos los efectos soporíferos del alcohol,
Volvimos otra vez al salón del banquete rematamos con otra comida la fiesta y como si de las bodas de Camacho se tratara dimos buena cuenta de lo que quedaba del día anterior y algún añadido de fiambres con denominación de origen que por allí se prodigan, no en vano es Extremadura.
A la hora del café, ya había menos gente, los invitados de fuera habían vuelto a sus lugares de origen y se notaba había decrecido muy significativamente el número de ellos.
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La boda terminó como no cabía esperar con éxito, los invitados hablaban y ponderaban diciendo que no habían asistido a una boda tan completa en todos los sentidos en mucho tiempo, nosotros los novios nos sentíamos halagados, pero sabíamos que era lo les tocaba decir en aquellos momentos con ánimo de cumplir como mandan los cánones y quedar bien ante nosotros y ante la familia, que ésta sí, ésta se encontraba muy satisfecha.
A la mañana siguiente, llegaba el momento de las despedidas, esa noche habíamos dormido en casa de los padres de mi ya mujer y la despedida, como se esperaba fue francamente dura y difícil, en la puerta de la casa y nosotros en el coche que habíamos alquilado para la boda, se iniciaba un sordo entrecruce de miradas y la emoción y las lágrimas hicieron su aparición.
El coche inició su marcha y a los pocos metros, mirando por el cristal trasero, vimos se habían desplazado los familiares de mi mujer, haciendo gestos de despedida con la mano, como aquellos se iban en barco a las Américas, fue tanta la pena que nos dio que volvimos con el coche nuevamente para recibir el último beso de ellos, éste detalle mi mujer me recordó en más de una ocasión no lo había olvidado y me lo agradecería por siempre.
Acompañados por familiares que habíamos traído desde Madrid para asistir a la boda, partimos y nos fuimos a comer a Salamanca para ya por la tarde, devolver el coche alquilado que era grande , un Seat 1500 y cambiarlo por otro más pequeño, un Seiscientos.
Entramos en nuestra casa, aún sin estrenar, sin muebles, sin enseres, sin nada días antes de la boda nos habían entregado las llaves y apenas habíamos tenido ocasión de hacer nada. Nos apañamos como Dios nos dio a entender y al día siguiente
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comenzaba nuestro viaje de novios, lo que se llamaba la luna de miel.
Después de comer, con nuestro Seiscientos de alquiler, emprendimos la odisea de ir a Zaragoza, mi mujer había prometido llevar el ramo de novia a los pies de la Virgen del Pilar, por ser su patrona, lo que ocurrió es que con las emociones pasadas, el azoramiento del inicio de una nueva vida, el desconocimiento del barrio, vecinos y demás, se le olvidó llevar el ramo en cuestión y ante la Imagen de la Virgen, prometimos volver a llevarlo en otra ocasión, no obstante sí tuvimos el privilegio de pasar los anillos de la boda por el manto de la Virgen, de ello se encargaban los monaguillos de la Catedral que llamaban "infanticos".
El olvido del ramo dio lugar a un hecho que también tenemos grabado en nuestro corazón, cual es, que estando nuestros hijos estudiando en un Internado de Guadalajara, al cabo de casi 20 años, pedimos permiso a los Superiores para que nos dejaran ir a cumplir con la promesa de llevar el ramo de la boda. Así se hizo y además de cumplir con el propósito, pasamos un gran día con la compañía de nuestros queridos hijos, así comprobamos una vez más aquel adagio que dice: "No hay bien que por mal no venga".
Pero volveremos a la vida de recién casados, había mucha tela que cortar, los problemas y muchos se iban solucionando con el cariño e ilusión de un matrimonio en estreno, nada se nos ponía por delante, los muebles estaban sin desembalar en la terraza del piso, los habían traído del pueblo mientras nosotros estuvimos danzando durante una semana por Zaragoza y aledaños. Al volver a Madrid, nos percatamos de la que nos esperaba, la limpieza del piso recién terminado y con restos de obra, el mobiliario sin estrenar en tanto no se fueran habilitando las habitaciones, cortinas sin colgar, vajilla sin desembalar, etc.
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Yo había tomado mis vacaciones de verano unido a unos días que me correspondían por el casamiento y estaba todavía gozando de ellas, aunque por poco tiempo, el suficiente para ir acondicionando el piso, mi mujer que ya se había entrenado preparaba la comida, era su mayor preocupación pero había tenido una buena maestra, su madre, fuimos poniendo y encajando los muebles llegó el día de mi incorporación al trabajo, momento difícil para mi mujer que se tenía que quedar sola en la casa, ir a la compra en un barrio desconocido, con vecinos que al igual que nosotros acababan de llegar a la casa, total con más problemas de los que se podía esperar...
Mi incorporación al trabajo era también muy diferente para mí, dejaba atrás a mi mujer con tantas incógnitas como se puedan imaginar, la novedad que representaba para ella el inicio de una vida lejos de su entorno familiar, sin mi apoyo presencial, era natural su derrumbe ante la situación y fueron muchas las lágrimas hasta superarlo.
A la hora de la comida, veía el cielo abierto ante mi presencia, se sentía realizada, la comida primorosamente preparada, todo en orden como seguramente ella tenía pensado de mucho tiempo atrás, ahora se estaba realizando su sueño tan esperado. Sin embargo mi caso no era paralelo al suyo, en el trabajo habían surgido novedades para mí inesperadas, aprovechando mi ausencia, el hermano de Perales, ya no le pongo lo de Sr. porque no lo merece, había tomado posesión de mi puesto, ahora yo estaba prácticamente fuera de juego y comenzaba para mí una vez más la Odisea. Me trasladaron a el taller que estaba no muy lejos de la tienda, me hicieron el encargado del mismo, además había una pequeña tienda, para atender a los clientes cercanos a la misma, que eran abundantes en aquella zona.
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En el taller, había varios empleados que eran los que producían el material que luego se vendía en las tiendas y en el despacho anexo al mismo, yo tenía que atender los encargos, el teléfono, los pedidos, los clientes, y al propio tiempo estar al corriente de las entregas del taller, para mí aquello no representaba ninguna novedad pues estaba hecho a ello; pero sí el roce con el Capataz del taller que no seguía mis instrucciones, ello me causó muchos problemas y hube de manifestarlo ante la Dirección del negocio.
Lo escueto, la poca atención a mis exigencias, la falta de atención a mis propuestas me indicaron que mis comentarios habían caído en saco roto, al Perales que vivía encima del Taller, aunque tenía su despacho en la tienda, le importaba un bledo mis angustias y dificultades que estaba teniendo y la cosa se fue enquistando, hasta hacerse insufrible.
Todo lo anterior y la poca atención a estos incidentes, tenía una clara explicación, que comprendí cuando supimos que en la Empresa se había disuelto la Sociedad y se había vendido a otro propietario. Este nuevo propietario, al que no le importaba el negocio lo mismo que el personal de plantilla, había comprado el mismo por especulación, le interesaban los Locales, el Taller, la Fábrica montada a gran escala años antes, los vehículos de reparto, una cadena de distribución por todo el área nacional, todo, no lo conocía ni le apetecía conocer; era un autentico especulador y a ello iba.
Una Comisión dirigida por servidor, se presentó en los locales de UGT, expusimos el caso, nos asesoraron de cual debía ser nuestra postura; pero al parecer lo que le interesaba a la Dirección del Sindicato, era nuestra afiliación, así lo hicimos los sesenta y cinco empleados y a mí me tocó el "premio" de ser
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Delegado. Con estas premisas tuvimos una reunión con los nuevos propietarios o sus representantes legales, les expusimos nuestra situación, antigüedad, cargos etc. y nos anunciaron habría cambios muy importantes, tanto en el número de la plantilla así como en los cargos y funciones, que a partir de la nueva propiedad serían bastante importantes.
De la noche a la mañana aparecieron en la empresa, nuevos empleados procedentes de la nueva Patronal, un Director con Secretaria y despacho independiente, un Jefe de Contabilidad y un Cajero, también nuevos, varios conductores de reparto, y en la Fabrica propiamente dicha se eliminó parte de la plantilla, en mi Sección de Almacén, apenas hubo cambios y a mí me pusieron en nómina, algo que yo había perseguido toda mi vida, como Jefe de Almacén con una sustancial subida de sueldo. Sin embargo mi cargo de Delegado Sindical no cuadraba para nada con esta nueva situación y de manera muy sibilina el nuevo Director me hizo comprender que mi nuevo cargo no era compatible con la representación sindical y muy a pesar mío hubo que nombrar un nuevo Delegado, esta vez de CC.OO.
El encaje de la nueva Empresa, era muy difícil debido a que las consolidas costumbres eran barridas casi a diario comenzando por los horarios, vacaciones, vestuario laboral, y condiciones que siempre consistían en merma de los derechos adquiridos y la gota que colmó el vaso fue la división de la Empresa en dos Secciones, una propiamente de fabricación y la otra la que me afectaba a mí en comercialización y distribución. El sentido, en mi opinión, era simplemente administrativo y con el fin de quitar peso y unión a la hora de los despidos, aún incipiente pero respetando la antigüedad, así empezó la criba, todos asustados por si nos tocaba en suerte ser despedidos, se creó un clima de
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inseguridad, que dio lugar a huelgas, disconformidades, negligencias en el trabajo que dieron como resultado una nueva venta de la ya malograda Empresa, a mí personalmente me confesó el mayor accionista que no le interesaba lo más mínimo el negocio y que había pretendido, al parecer sin conseguirlo, hacerse con los locales como apunté anteriormente.
Los impagos a Proveedores se hicieron cada vez más frecuente, las nóminas se retrasaban cada vez más, se decía que se pagaba cada 40 días y era cierto, los vehículos de reparto obsoletos sufrían averías que no se reparaban y la atención a los clientes dejaba mucho que mejorar.
Ante esta situación de caos y dándonos cuenta de que la marcha del negocio iba cuesta abajo, cada día nos preguntábamos quien sería el próximo en ser despedido.
Algunos fueron despedidos mediante una indemnización que les valió la pena, tenían a su favor que eran procedentes del gremio de la Construcción y se podían emplear al día siguiente dado el auge de la Construcción de aquel entonces. Cosa bien distinta era mi caso, que para más incertidumbre mi mujer quedó embarazada al poco tiempo de nuestro enlace matrimonial y ello venía a crear, aún más si cabe, mayor complicación al asunto.
La situación era pues muy alarmante, mi deseo por hacer las cosas bien me crearon un estado de ansiedad casi enfermizo y en mi interior algo me decía que habría que cambiar. La ilusión del embarazo de mi mujer, me produjo una gran alegría y esperanza, por aquello que dicen que un hijo viene siempre con un pan debajo del brazo, como no podía ser de otra manera mis agobios además de ser mayores también los manejaba con otro talante, me impliqué
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más si cabe en los asuntos de la Dirección de la Empresa, deje a un lado mis veleidades personales y seguí a rajatabla la filosofía de la Dirección que a todas luces apuntaba a la liquidación de la misma. Fui trasladado, por fortuna, a la Fábrica que estaba muy cerca de la vivienda, me hicieron Encargado General de la misma, con el inconveniente de tener que estar presente en los dos turnos de producción, atendiendo al Almacén ,Compras, Ventas, Repartos etc.
Yo abría la Fábrica a las siete de la mañana y cerraba a las siete de la tarde, es decir solamente paraba una hora para comer y era posible por la cercanía de mi domicilio con la Fábrica.
La noticia causó gran alegría en la familia, el embarazo de mi mujer se desarrollaba con normalidad y lo novedoso era que íbamos a tener mellizos... En una ecografía se descubrió que venían dos, ello hizo que mi mujer tuviera que estar en reposo durante el último mes de embarazo y como vivíamos en el extrarradio de la Capital, unos tíos por parte de ella nos invitaron a que se mantuviera en su domicilio en el Centro de Madrid, mientras se presentaba el alumbramiento. Así lo hicimos y nos fuimos percatando de lo que se nos venía encima; no obstante la ilusión y alegría que nos embargaba hacían que todo fuera llevadero y que llegara cuanto antes el esperado día del nacimiento de nuestros hijos, no sabíamos si varones o un varón y una hembra, lo que añadía todavía más deseos de que el parto fuera fácil, rápido y que todo viniera bien tanto para la madre como para los futuros retoños.
El día 8 de mayo de 1965, por fin fui padre.
Todo gracias a Dios se produjo con la normalidad deseada, la familia fue avisada y opuesta en antecedentes del feliz desenlace, mi suegro organizó entre sus amigos un celebración especial y
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aquella misma noche el matrimonio se disponía a venir a conocer de primera mano el nacimiento de dos preciosos niños que eran la alegría del Hospital y de toda la familia y de quienes contemplábamos aquel milagro.
Contrastaba sin embargo ésta alegría con los problemas de la Empresa en la que cada día se agudizaban más y de todo tipo, una incertidumbre permanente nos acuciaba cada día al tiempo que era contrarrestada por la felicidad del aumento de mi nueva familia, ahora ya no era mi casa solamente ahora era ya un perfecto hogar, pasamos de ser dos miembros a cinco, pues fue necesaria la presencia de mi hermana Candeli para echar, no una mano sino las dos, a mi mujer a quien los dedos se volvían huéspedes, como suele decirse cuando alguien tiene tantas obligaciones que no sabe por dónde empezar.
Los niños, se criaban maravillosamente bien, eran fruto permanente de alegrías para nosotros insospechadas, crecían, eran muy buenos, dormían sin despertarnos, la paz que reinaba en el hogar fue creciendo al tiempo que ellos y valía la pena todo trabajo y esfuerzo que hubiera que hacer.
Crecieron y crecieron, ya se les buscó Escuela, en el barrio y una nueva obligación recayó en mi mujer, cual era ir a llevar y traer a los niños al colegio todos los días. Eran nuestro orgullo, paseábamos con ellos y causaban admiración por doquiera que fuéramos, íbamos en una moto con sidecar donde mi mujer llevaba a los dos en el mismo y recuerdo un día por la Castellana de Madrid como la gente que iba en los coches les llamaba la atención ver a dos niños con sus gafitas de sol, en este caso para el aire, y sonreían al verles tan bonitos con sus bufanditas volando al viento.
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Y nuevamente, para no cambiar, mis problemas volvieron a acrecentarse, esta vez de una forma muy seria que cambiaría el rumbo de nuestras vidas, de toda la familia...
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AÑOS 20 -30
(A perro flaco, todo son pulgas)
La Empresa se tambaleaba, desde los cimientos al tejado, los augurios de continuación eran pesimistas, quienes conocían bien los entresijos de la Empresa pensaban no tardaría mucho en quebrar. Los socios habían decidido no ampliar más capital y no estaban dispuestos a poner más dinero.
Una nueva reestructuración de la Empresa, dio como resultado el cese del Gerente y el adelgazamiento de la plantilla en general. Se empezó por aligerar la macro Oficina que poco a poco se había ido incrementando, a raíz de la incorporación de sobrantes de otras Empresas de los Propietarios, en los Talleres empezando por los más recién incorporados y terminando por los más veteranos se produjo la temida criba, hubo despidos sangrantes, gentes con familia numerosa, otros con síntomas de enfermedades de larga duración y sin ambages se hizo patente la ausencia de estos despidos puesto que las labores se repartieron entre quienes quedábamos en activo.
Como siempre a mí se me tenía reservada una nueva noticia. Se me llamó a Dirección para ponerme en antecedentes de que se había estudiado mi caso y llegado a la conclusión, unilateralmente, de que mi puesto estaba repetido por otra persona de menos rango, el hermano del antiguo Perales, que había propuesto rebajar su categoría de Oficial Administrativo a simple Mozo de Almacén, con lo cual su sueldo era más bajo que el actual de que gozaba yo en aquel momento. Se me propuso viajar con un camión de reparto, por la zona que a mí mejor me encajara, de una forma autónoma, es decir, sin tan siquiera figurar en plantilla, se me proporcionaría tanto el vehículo como la infraestructura de la
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Empresa, en cuanto a Facturación Contabilidad y cuanto fuera necesario para esta nueva gestión.
A mí se me vino el mundo encima, ponerme a viajar de lunes a viernes, con un vehículo de grandes dimensiones, por una geografía desconocida, con una cartera de clientes viciada por la anterior gestión, con deudas irrecuperables por parte de muchos de esos clientes, quienes amparaban sus argumentos en el mal servicio por parte de la Empresa, la falta de atención a sus protestas y devoluciones, que no eran tenidas en cuenta, lo que daba lugar a proceder a impagos a veces injustificados.
Con éste panorama, no me quedaba otra o accedía a esta nueva situación laboral o me quedaba como tantos otros en el paro. Mis obligaciones familiares me estaban asfixiando, la hipoteca, la adquisición de nuevos electrodomésticos a plazos, los gastos de la casa que se incrementaban en proporción inversa a los ingresos, total que no me quedaba otra que aceptar, salvo verme en verdadero drama económico.
Fueron unos días de sin vivir, tratando con mi mujer la situación, ella no estaba dispuesta a quedarse prácticamente sola, habría que buscar otra situación en la que la familia no quedará al desamparo de la presencia del cabeza que era servidor. Los insomnios se hicieron presentes, las preocupaciones aumentaban, no se veía salida a la situación, lo comentábamos con los amigos y sobre todo con la familia tratando de buscar salida; pero no era fácil dado que ya habíamos establecido un ritmo de vida con mucho esfuerzo y sacrificios al que era realmente imposible de renunciar.
Dando vueltas y más vueltas, pergeñé una solución un tanto rocambolesca, ya que había que o tomarlo o dejarlo, hice una
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proposición a la Dirección de la Empresa, sin que ésta fuera la más idónea, ni tampoco la que se iba aceptar, de hecho mi proposición pasó a ser estudiada, por quienes representaban en esas circunstancias de precariedad dicha Dirección.
El plan, mi plan, mis reivindicaciones, consistía en lo siguiente:
En primer lugar y dado que en atención a mis muchos años de colaboración en la misma se me otorgaba el privilegio de elegir la zona donde se iba a desarrollar mi nueva gestión, elegí mi tierra Extremadura.
Segunda premisa, ruego, o pretensión; No comenzaría mi labor hasta terminado el curso del colegio de mis hijos.
Tercero, se me tendría en plantilla, con las prerrogativas de antigüedad, etc., intactas., salvo la categoría de Jefe de Almacén que era incompatible con las nuevas funciones y pasarían a ser Representante o Agente Comercial Colegiado, cuyo título yo tenía acreditado hacía varios años.
Por último, la gestión y Administración, Facturación así como los gastos de desplazamiento, mantenimiento del vehículo, seguros, etc. serían a cargo de la Empresa.
Como he apuntado más arriba, estas eran mis propuestas y que también quedaban a consideración de la Dirección.
La respuesta no se hizo esperar, en un par de días, se tomó la decisión, eso sí con nuevas imposiciones por parte de la Gerencia y éstas se me apuntaba, sin cambios posibles.
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La zona elegida por mí, en la que apenas había presencia de la Empresa, se dio por asignada.
El plazo para comenzar, tampoco era inconveniente, con lo cual daban consentimiento a mi proposición.
Parte de las reivindicaciones de mi tercer presupuesto, fue tenido en cuenta y otra parte no, se me produciría una Liquidación Preforma, sin derecho a indemnización alguna, se me daría de alta en la Seguridad Social, como Viajante libre y fuera de nómina.
En cuarto lugar, el vehículo se me ofrecía gratis; pero el mantenimiento del mismo sería a mi cargo, solamente los seguros irían a cargo de la Empresa, la Facturación se produciría por la Empresa y la liquidación de mis comisiones como Vendedor, se realizarían una vez cobradas las facturas correspondientes, no antes, y si se producía alguna devolución estas se descontarían mediante abono como resta de mis comisiones. Me hicieron saber que estas condiciones eran inamovibles y que tuviera en cuenta el favor que me hacían al llevar la Contabilidad dentro de la Empresa y sin coste alguno para mí.
Yo no daba a crédito a etas imposiciones; pero ya me había percatado que mi partida estaba perdida, que las normas del juego formaban parte de la estrategia de la Empresa por acabar como fuera con la misma, así que haciendo un acto de fe, me proponía salir adelante con lo que esta nueva etapa de mi vida conllevaba consigo.
Fueron momentos muy angustiosos por parte de la familia, que ajena a lo que se nos avecinaba, estoicamente nos enfrentamos a lo que viniera, habiendo conseguido que la unidad familiar no se
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viera fragmentada y si cabe ante la novedad más unida que nunca y dispuestos a salir adelante.
Con tiempo suficiente, fuimos preparando la tramoya de nuestro futuro más inmediato. Hablamos en casa del tema y decidimos que puesto se trataba de trabajar en la zona de nuestra tierra, nos iríamos a vivir a el pueblo, que por fortuna era el de mi mujer y mío, allí estableceríamos la base de mis funciones, saliendo a explorar las ciudades próximas a la localidad, con una nueva gestión y presencia en la zona lo que les daría ciertas garantías a los futuros clientes, de continuidad en el servicio. Fueron mil y una vicisitudes las que hubo que salvar, partiendo de cero en el más amplio sentido del término.
Nos fuimos al pueblo, yo con un camión que apenas todavía me había hecho a su conducción y la familia como en años anteriores que iban, todo el periodo veraniego, en casa de mis suegros, donde me facilitaron un cuarto donde depositar los materiales de reposición al menos en principio para un mes.
Poco tiempo después ya un tanto consolidado el nuevo negocio, fui limando aspereza con la Empresa, realmente me hice Autónomo con unas condiciones económicas de ventajas indiscutibles, me reservaron un porcentaje elevado que premiaban mi labor y esfuerzo en abrir nuevos cauces de Venta y Distribución, creé mi cartera de clientes, estaban contentos con mi servicio puntual cada semana, recorría infinidad de kilómetros, a veces sin conseguir venta alguna; pero poco a poco me fui introduciendo y mi persistencia en las visitas hicieron el resto. A veces se producían pedidos esporádicos por teléfono que yo me apresuraba a enviar por Agencia de Transporte y para no tenerme que desplazar hasta la plaza del destino. Cada quince días o un mes, según hubieran ido
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las ventas, me desplazaba a Madrid para reponer e intercambiar el material, que como digo iba almacenando en el local, cedido por mi suegra, su marido mi suegro, ya había fallecido.
Estuvimos durante dos años, mientras se produjo el acontecimiento de la Primera Comunión de nuestros hijos, un día de los grandes, toda la familia reunida nuevamente en torno al acontecimiento. Todo marchaba y se iba encajando a nuestro gusto, nos habíamos hecho a la vida del pueblo e íbamos algún que otro viaje a Madrid a dar una vuelta al piso que teníamos en propiedad, momento que mi mujer aprovechaba para poner orden y recoger enseres o ropa para llevar; pero otro cambio se ceñía sobre mi futuro y con él el de la familia, aquella situación que para mí había sido como una huída hacia delante, volvía a reservarme nuevas sorpresas.
Por entonces y viendo que la cosa marchaba, nos embarcamos en una nueva aventura, estaban promocionando una Cooperativa de Viviendas de Protección Oficial y como nosotros estábamos de renta, entrabamos en las condiciones para ser socios. Al final me hice cargo de la Secretaria, ya se sabe que el país de los ciegos el tuerto es el rey, y entramos a formar parte de dicha Cooperativa, con derecho a la adjudicación y propiedad de uno de los treinta pisos programados.
Pero esta vez la sorpresa fue por parte de la Empresa que se empeñaba en deshacer de nuevo mi vida más o menos acoplada.
Se me dio la orden de que el Depósito de materiales, el camión y cuanto fuera propiedad de la Empresa, fuera entregado a un Distribuidor de una localidad de la zona, con toda la cartera de clientes, todo mi trabajo realizado para conservar la relación con
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ellos, en definitiva una labor ingrata que tenía como premio dejarla en manos de otra Entidad.
No había alternativa, el cambio estaba propiciado porque un distribuidor de Sevilla, que veía peligrar su zona de acción, con mi intervención cada vez más expansiva y rayando los intereses de éste, propuso a la Dirección de la Empresa, que una de dos, o me mandaban a colaborar con él o de lo contrario se pasaría a realizar sus compras, muy importantes para la Empresa, a la competencia, con la consiguiente advertencia, amenaza diría yo, la Dirección no tenía alternativa y dispuso de mí como una pieza de ajedrez.
Este desplazamiento, más lejos que nunca de la familia, ya acomodada en el pueblo, resultaba nuevamente un remover experiencias pasadas y sobre todo superadas. Otra vez volvieron mis demonios y temores de siempre a hacer acto de presencia en mi vida y como consecuencia en la vida de mi mujer y mis hijos que veían otra vez nos convertíamos en nómadas permanentes. No obstante antes de dar el paso definitivo, quise probar en solitario y trazar cual iban a ser las líneas maestras de nuevo para nuestras vidas.
Me presenté como se me había ordenado en Sevilla, sin mucho ánimo y menos ganas para enfrentarme a la nueva
Empresa, el jefe, un hijo puta de los muchos que andan sueltos, me puso en antecedentes, cual iban a ser mis emolumentos, una miseria acostumbrado a mis ingresos de por libre, y sobre todo cual sería mi labor y destino en ésta nueva organización que él había trazado pensando en mi colaboración.
La nueva Empresa, tenía otra sucursal en Córdoba, con lo cual la zona se limitaba a Cádiz, Huelva, y parte de Extremadura y
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aquí fue donde descubrí, cuál era el motivo principal de su solicitud para mi incorporación, sencillamente en su afán de expansión, de crecer como decía él, le llevaba a la necesidad de ampliar la zona y ahí entraba yo en juego.
Entraba con un sueldo, ajustado a la Legalidad Vigente, lo que llamaba las bases, y con unas comisiones por las ventas realizadas directamente por mí, los gastos de desplazamiento, dietas, alojamiento, etc. eran por cuenta de la Empresa, siempre con la presencia de los justificantes correspondientes a dichos viajes, que empezaron a ser cada vez más continuados en el tiempo. Se me prometió que una vez realizada la labor de captación de clientes, volvería a ocupar el puesto para el que en principio había sido requerido, la Gerencia de la Tienda de Sevilla, porque dado mis conocimientos de cara y trato con el público se consideraba labor prioritaria.
Al cabo de unos meses, mi situación se hizo insostenible, lejos de la familia, viajando de forma continua, con un furgón más pequeño que mi antiguo camión, pero soportando la tiranía de aquel cabrón que me estaba estrujando hasta la médula de mis huesos. Mi disconformidad se hizo patente y tuvimos una seria conversación al respecto. Yo argumentaba que mi labor de introducción estaba realizada y buena señal de ello era el incremento notable tanto de ventas como de clientes.
Al parecer y no de muy buena gana, el Jefe, que decía daba de comer a varias familias entre otras lindezas por el estilo, y presumiendo que de no haber arreglo, vio que mi renuncia sería inmediata, cedió en parte y aprovechando que el Encargado de la Tienda, para su desgracia había caído en una grave enfermedad, la cual fue con resultado de muerte, me asigno el puesto de Encargado, con toda la responsabilidad que para mí después de
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veintitantos años, era pan comido, me hice cargo pues de las Ventas, Caja y atención a los encargos de Taller, en pequeña escala, pero de igual forma que durante años.
Empecé a plantearme traer a la familia, pues ya lo de los viajes había desaparecido, y yo vivía en una pensión que prácticamente se llevaba la mitad de mis honorarios y ahora además había que pensar en la manutención que ya era por mi cuenta. Busqué un piso de alquiler, encontramos dentro de la Urbanización un Colegio para los niños y comenzaba otra vida nuevamente. Todo lo anterior contado a vuelapluma, resulta hasta si se quiere bonito, novedoso, simpático, pero para mí era una nueva condena de la que no presumía el final.
Mi familia se acomodó a la nueva vida, pero para mí representaba un infierno y nunca mejor dicho pues el clima inmisericorde de Sevilla para mí se hizo insoportable, vagamente respirábamos algunos fines de semana, que dada la proximidad de unos familiares de Huelva nos invitaban a pasarlo con ellos, lo cual aliviaba y me daba nuevas alas para tirar adelante.
Fueron tres años, de penas y vicisitudes, que de no haber tenido el apoyo de mi mujer, su abnegación, su saber administrar los bienes materiales escasos que había y su conformidad, yo habría tirado por el camino de en medio y hubiéramos cambiado de trabajo, de lugar, de vida y de todo. Me iba hundiendo, cada vez más en mi desazón por todo, por el trato de mi Jefe, por la poca o ninguna relación con el resto de los empleados, me veían de la cuerda del propio dueño y como un usurpador de puesto de trabajo, había venido de Madrid y me consideraban algo que yo nunca fui ni demostré, un ser
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superior un sabelotodo, un pelota eficiente en el trato con los clientes, aunque mis relaciones con el dueño del negocio, nunca fueron ni cordiales ni siquiera amistosas.
Un día, me espetó el dueño, obsérvese que ya no le llamo Jefe, que habría que revisar mis "emolumentos" a lo cual y a pesar de mi necesidad de actualizar los mismos, no pude por menos de contestarle, que lo que yo quería y necesitaba era un trato más humano, no solo para mí sino para el resto los empleados, que éramos tratados con un despotismo rayando la esclavitud, lo cual no le gustó lo más mínimo y me lanzó un reto diciéndome que si no estaba conforme, la solución era bien sencilla, y que era libre de coger la puerta cuando quisiera, ese día se declaró la guerra entre ambos y ya nada fue igual. El muy cabrón jugaba con ventaja, sabía de mis avatares profesionales, de las idas y vueltas, de mi al parecer inestabilidad emocional, mis caídas y levantamientos y eso le daba cierta fuerza porque sabía que mi pataleo nunca llegaría a una claudicación en regla.
Nunca a lo largo de mi ya dilatada vida, tanto profesional como humana, he pasado por un Purgatorio como aquel, mis sufrimientos de índole moral no conocían límites, mis expectativas de esperanza eran nulas, la singularidad de los acontecimientos firmaban una página inolvidable de mi vida de la que nunca hubiera querido tener que dar cuenta. Mi capacidad de aguante, se quebraba cada día más, el calor, los desplazamientos a mi domicilio, las penurias se iban multiplicando con el paso del tiempo y lejos de vislumbrarse la luz lo que había eran unas profundas y densas tinieblas.
No me lo pensé dos veces, en esto he salido a mi madre que era valiente para tomar decisiones y no conocía límites,
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aprovechando mi marcha para las vacaciones de verano, vi la oportunidad de dejar atrás aquella perra vida, el castigo y sometimiento, el no vislumbrar horizontes, sin proyecto para mi futuro y todavía joven, decidí mandar a tomar por saco aquel individuo que no merecía más que mi desprecio y hasta si se me apura mi venganza, no me había hecho ningún bien aquellos años perdidos a su favor y decidí tomar el rábano por las hojas, el toro por los cuernos y le puse un estricto telegrama que decía más o menos así :
"Debido a mi inconformidad en el trabajo y otros aspectos personales, le comunico que a partir de hoy, primer día de mis vacaciones, no cuente con mi colaboración en el futuro."
O lo que era lo mismo, váyase a la mierda...
Con estas escuetas palabras me di por despedido, a sabiendas que mi indemnización sería nula, toda vez que al abandonar el servicio rehusaba a cualquier arreglo, esto lo sabía yo muy bien pues en tiempos fui Delegado Sindical lo que me daba cierta cultura laboral. No quise saber tan siquiera nada de liquidación y esperaba él diera las explicaciones que correspondieran a mi antigua Empresa de la que yo había salido, muy a pesar mío.
Con esta despedida a la francesa, puse en función aquello que se dice de Santa Teresa, cuando se vio obligada abandonar si tierra natal y que más o menos sacudiendo las zapatillas dijo:
"De Ávila, ni el polvo"...
He querido pasar por esta etapa de mi vida, casi de puntillas, pues el hecho de recordar aquellas experiencias vividas, me producen tal sufrimiento, que no estoy dispuesto a seguir pagando por ello, por tanto en lo escueto de mi relato puede
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deducirse, que lo pasé francamente mal, que no pude realizar mis sueños, que creó en mi un poso de avinagrado carácter, que seguramente hice participes de mi mal humor y mis cuitas a mi querida mujer y a mis queridos hijos, sin que tal vez éstos se dieran cuenta de cuantas amarguras, cuantos silencios, cuantas lágrimas en secreto tuve que pasar y además dándolo todo por mal empleado, puesto que solamente me sirvió para hoy con el paso del tiempo, aún mis heridas están sin restañar.
Tal vez dentro de los años que yo llamo 20 -30, el peor capítulo sea éste, naturalmente hubo también gratos momentos, vivencias con los niños y aunque no fuera vivir en un jardín de rosas, tenemos gratos recuerdos vividos en familia y arropados al tener que vivir en la lejanía obligada de los nuestros. Tuvimos visitas de casi todos los miembros de la familia más allegados, fueron desfilando por nuestra casa poco a poco y ello consolaba en parte nuestra triste realidad.
PD.
Ojala pudiera yo haber hecho mías las palabras de Machado:
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero...”
Todo lo contrario para mi desdicha, calor, necesidad, trabajo, incertidumbre, mal vivir, en un Barrio de Sevilla...
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AÑOS 30 - 40
(Alea jacta est (la suerte está echada...)
Me encontraba aliviado, después de haber tomado esta decisión transcendental, ahora estaba sin empleo, casi sin recursos económicos, habiendo fracasado en cuantas experiencias había iniciado, sin horizontes y lo que era peor sin proyecto inmediato de realizar para la continuidad en mi trabajo, trabajo que por otra parte me había costado toda una vida de aprendizajes y penurias, que puestas en negro sobre blanco daban como resultado mi poca o ninguna valía para conservar un empleo.
Animado por aquello de que Dios aprieta pero no ahoga, me fui a Madrid, a sabiendas de que en época de vacaciones precisamente no se propiciaba buscar empleo ; pero eran muchos mis contactos de Empresas de similares características a la que yo había dedicado la mayor parte de mi vida hasta aquel momento, tenía muchos y buenos amigos, o eso pensaba, porque a juzgar por las entrevistas que estaba llevando a cabo, el panorama era negativo y desolador, nadie estaba dispuesto a recoger los restos de mi naufragio, las promesas dadas cuando me encontraba en plena actividad se habían esfumado como las nubes, mi puesto me decían era de una categoría que la Empresa no podía asumir por el momento, muy buenas palabras, paños calientes pero en definitiva ni lana para una pelota. Tuve que morderme y tragarme mi orgullo, dirigirme de nuevo a mi antigua Empresa, a sabiendas de que nunca segundas partes fueron buenas, pero la fortuna y la desgracia se aliaron conmigo, la fortuna para mí y la desgracia para el Jefe de Talleres que había fallecido recientemente, dejando vacante el puesto y a mí en aquellas circunstancias y sin poner condiciones me venía como anillo al dedo.
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No era mi especialidad, ni mucho menos llevar la tarea del Taller, puesto que lo mío había sido siempre lo Comercial y Almacenes; pero entré eso sí con el ánimo de con tiempo hacerme con las riendas, el Capataz inmediato al Jefe de Taller en el cargo se había hecho a la idea de que el puesto era por natural orden para él con lo que ya se daba por hecho y lo que suponía para él un considerable aumento no solo de categoría profesional sino también un incremento del sueldo, al no ser así se sintió ninguneado al darme a mí el mando de la Fábrica, sabedor de mi inexperiencia y desconocimiento de la mecánica del oficio. No tardé mucho en darme cuenta, pues lejos de colaborar conmigo, todo eran problemas, exigencias, falta de colaboración, en definitiva todo lo contrario que yo necesitaba.
Con el tiempo, paciencia y todo por mi parte me fui haciendo a la marcha y renunciando a parte de mis inquietudes, y poco a poco fui imponiendo, cómo eran los métodos de trabajo, incentivos por producción, etc., todo un tratado que hasta entonces era impensable. Páso muy por encima de aquellos años, que para mí fueron tan duros o más que los anteriores, todo ello me iba creando una experiencia en los diferentes campos empresariales aún a costa de llevarlo, cuesta arriba.
Mi presencia en los Talleres, era más testimonial que otra cosa, pues mi ineptitud para el oficio se hacía patente a diario, tuve que reciclarme, empezar a poner en práctica con más voluntad que oficio el manejo del torno de tambores de freno, algo para lo que casi ningún empleado estaba capacitado y me hice cargo de esa Sección, por cierto con bastante éxito. Mi cometido también consistía en controlar la producción que programaba el Almacén Central y dar prioridad a los trabajos especiales que llegaban a diario por urgencia, por ello había que tener claro las prioridades de
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la fabricación, así como el control de la materia prima, abastecimiento y control de herramientas, vestuario del personal y cuestiones anexas a la Fábrica.
Poco a poco me fui acostumbrando a la rutina del trabajo y también a compaginar el orden y dirección de la
Fábrica. El personal empezó a creer en mi gestión, pues me preocupaba por sus asuntos a veces hasta familiares y eso lo tenían muy en cuenta. Mi incomodidad de un principio fue haciéndose cada vez menos patente y se podía decir que mi adaptación era sino excelente sí muy pasable.
Yo formaba parte del Equipo Directivo de la Empresa y al menos una vez al mes, teníamos una reunión con la Dirección y los Mandos Intermedios de las diferentes Secciones o parcelas de la misma. Eran reuniones por lo general fuera del horario de trabajo, por aquello de no perturbar la marcha natural del mismo.
En estas reuniones se ponían de manifiesto las carencias o fallos que se habían producido durante el espacio de tiempo pasado de la reunión anterior, si se habían producido progresos, si habían aumentado las ventas, si las devoluciones bancarias habían decrecido y mil y un asuntos relacionados siempre con los beneficios empresariales, Los socios al final de la reunión se iban a sus casas y a los demás nos quedaba una sensación de frustración más que otra cosa, pues nunca recibíamos felicitaciones por nuestra labor toda vez que se consideraba lo natural, para eso se nos pagaba y los sentimentalismos quedaban al margen. Éramos meros instrumentos productores y los socios solamente se preocupaban por mantener la vaca gordita para poder ordeñarla a diario.
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Así con la disconformidad de la Dirección planeando permanentemente sobre nuestras cabezas, con la espada de Damocles siempre visible, temiendo un despido que se podía producir, en cualquier momento llegó la bomba - La Empresa se cerraba definitivamente -, los técnicos que mediante una auditoría reflejaron la situación real de la misma, dieron como resultado una catastrófica gestión, unas máquinas obsoletas, en definitiva una Empresa viciada de costumbrismos y prebendas acumuladas a lo largo de veinticinco años, habiendo pasado de mano en mano como una falsa moneda, solamente gozaba de un nombre que en tiempos fue muy tenido en cuenta; pero que en la actualidad se había devaluado de tal manera que apenas alguien quería hacerse con ella aún a bajo coste.
De hecho, las deudas con el principal proveedor de materiales, era de tal calibre que mediante un esfuerzo y a cambio de zanjar dicha deuda, los socios propusieron se hicieran cargo de la malograda Empresa, con el fin de tratar de salvarla si ello era posible. Dicho y hecho, a la vista de los acontecimientos y antes que figurase en subasta mediante una Lista de Acreedores, se hicieron con la Dirección de la misma por prácticamente el valor de la deuda y la condición sine qua non de que la plantilla sería despedida completamente y ellos elegirían de lo malo lo mejor.
Un revuelo incontrolado se preparó en la Empresa, esta vez todo el personal unido, se recurrió a los Sindicatos, los Delegados de facto era la primera vez que tenían que actuar y dada su poca o ninguna experiencia, cuando fueron requeridos por los Sindicatos que representaban, tan siquiera pudieron aportar o concretar en que se fundamentaban para organizar una huelga que en poco o nada podía ayudarnos.
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La nueva Dirección cursó carta de despido a una buena parte de la ya mermada plantilla pues era la segunda regularización oficial por motivos de infraestructuras y aconsejados por un buen Colegio de Abogados ante los que nada podíamos hacer sino esperar no nos tocara la china.
Nuevamente una de esas chinas negras me tocó a mí, mi antigüedad para el despido propiciaba por el bajo coste que en mi caso era muy reciente y era candidato al mismo.
Hubo de llegarse a un acuerdo con la nueva Dirección, y a mis cuarenta y cinco años, volví a quedarme compuesto y sin novia.
Mi carroza se convirtió en calabaza una vez más.
No hubo posibilidad alguna de acuerdo en cuanto a mi pertenencia a la nueva plantilla, más bien un ajuste de tipo indemnización y poco más. La indiferencia con la que se produjo mi despido, me daba a entender que no valían de nada mis mejores años dedicados íntegramente a la causa de la Empresa, los fríos números de la nueva Dirección eran en principio lo que interesaba y la meta final era la recuperación de la deuda importante, que la anterior gestión había contraído con ellos, una vez logrado ese objetivo, lo que pasara con sus empleados era poco menos que poesía.
Por fin me lance a la piscina, sin saber nadar y sin salvavidas, admití porque no me quedaba otra que el despido, no faltó quien firmara mis faltas reiteradas de asistencia al trabajo, mi impuntualidad, dejación de mis funciones y no fui el toro que mató a Manolete por puro milagro, tal era la presión a la que fue sometido el personal de la plantilla, que no dudaron en firmar lo
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que hiciera falta, verdad o mentira como en mi caso, con tal de no disgustar a los nuevos dueños. Entonces me propuse acabar de una vez por todas con mis desgracias y llegué a un acuerdo con los dueños del nuevo invento. Les propuse irme por Despido Improcedente, sin recurrir a las Instancias que por ley me correspondían y en un Juicio de Conciliación firmé las Capitulaciones que previamente habíamos pactado.
Mi hartazgo ante tanta imposición, mi disconformidad y el otra vez una vuelta de tuerca más, hicieron que me planteara la solución a mi causa de una forma definitiva. Ya no había más alternativas posibles, agotadas todas las salidas y con desesperación acumulada por tanto devenir, me hicieron una vez más ingeniármelas como pudiera, para dar contestación a esta situación, esta vez venida por azar y sin culpabilidad por mi parte.
Se me ocurrió que podía montar mi propio negocio, ya con la experiencia acumulada de haber pasado por las distintas secciones de la Empresa lo que me había proporcionado cierto oficio de administración, organización y trabajo en todos los sectores necesarios para crear una Pequeña Empresa.
Otra nueva etapa de mi vida daba comienzo, ahora con cuarenta y cinco años cumplidos, había comprobado como las amistades que yo tenía en reserva, por si algún día tenía que echar mano de ellas, se habían esfumado, muchos consejos, palmaditas en la espalda, no te preocupes ..., veremos que se puede hacer ..., déjame que lo piense ..., por ahora no veo salida a tu estado ..., más adelante tal vez, ahora imposible ..., lo tendré en cuenta ... y mil y una escusas que mis amigos me proponían como solución, una quimera un comprobar una vez más, que amigos no hay amigos, que el más amigo la pega, no hay más amigo que Dios y un duro en
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la faldiquera (refrán que mi querida suegra repetía constantemente ante cualquier desilusión recibida por algún amigo)
Esta vez que yo consideraba definitiva, tenía que atar bien todos los cabos para no naufragar de nuevo.
Con tal motivo me propuse crear un proyecto bien meditado, un programa para llevar a cabo, teniendo en cuenta mis conocimientos en casi todos los campos de una Empresa, digo casi en todos los campos porque en la cuestión Financiera andaba perdido y para mí representaba una novedad.
Planifiqué con todos los datos que me fueron posible el diseño de un pequeño negocio para empezar sin pretenciosas metas, solamente tratando de subsistir en el entramado engorroso del Gremio del Automóvil, del que se decía que lo único honorable o decente era el propio automóvil, era un maremágnum de trampas de difícil salida y para quienes como yo, nos iniciábamos en ello todavía peor.
Mi proyecto en líneas maestras era: Primero buscar un local a ser posible en propiedad, con el fin de no ser aniquilado por las deudas de los alquileres y gravámenes, por demoras en los pagos, etc., Una vez localizado dicho local, ver la forma de
Financiación con los recursos propios, sin tener que acudir a Préstamos Bancarios o de otro tipo, que al final resultaban ruinosos, ese error que había cometido mi anterior Empresa me había dejado claro que no debía incurrir en lo mismo.
Mi propósito era crear un pequeño establecimiento, con el respaldo de mi liquidación parte en dinero, parte importante en materiales suficientes para montar dicha tienda y sobre todo
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contando con la mayor cantidad que me correspondía por el Seguro del Desempleo, vulgarmente llamado el Paro. En principio, buscaba una zona con influencia de Talleres por mí conocida, donde establecer mi tienda, de tal forma que se trataba de llevar la asistencia lo más cerca posible a ellos.
Nunca me había imaginado, lo que representa verse en la cola del Paro, por primera vez formaba parte de ese número considerable de parados, pareciera como si un estigma tuviese marcado a quienes allí íbamos una vez por semana a que nos pusieran el sello de figurar en esta triste lista que cada día se iba haciendo más extensa. Allí se pulsaba y mascaba la desesperación en grado superlativo, los lamentos por la falta de información, las pocas esperanzas de ver una salida laboral, el comprobar en propia carne que las Oficinas del INEM, eran pura gestión de lavado de cara ante los Medios, que la gestión de estas oficinas eran puramente políticas, que no solucionaban nada, que el ofrecimiento de incorporación al trabajo eran inexistentes y que en definitiva era un amontonamiento de los sin nada, sin suerte en la vida, sin un puesto de trabajo que dignificara la vida de cada cual y además un comecocos que generaba en todo tipo de padecimientos psíquicos y morales, pues uno llegaba a pensar que no valía absolutamente nada y era escoria social sin solución posible.
Agotados los plazos reglamentarios, para obtener un puesto de trabajo de las características que a modo de Curriculum Vitae se había entregado en el Departamento de Iniciativas y Colocación, recurrí al cobro total de la Prestación por Desempleo
para lo cual hubo que presentar un Proyecto, que dicha Entidad (INEM) tenía prefabricado y consistía en algo relativamente etéreo, pues se formulaban datos de la persona, estado o situación laboral, proyecto previsto, desarrollo del dicho proyecto con pelos y
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señales, lugar de la ubicación de la iniciativa, recursos económicos para llevarlo a efecto, medios humanos, personal, certificado del lugar de idoneidad para la actividad que se pretendía iniciar, documentación de la creación si se trataba de un empleo autónomo o empresarial, con los avales correspondientes, financiación, y un montón de documentación que sería prolijo enumerar aquí y que dan idea de las "facilidades" con que se encontraba quien quisiera emprender esta Empresa absolutamente imposible para la mayoría de los mortales que se encontraban en paro.
Uno se daba cuenta, que con solo poder resolver aquella caterva de exigencias, nunca se hubiera encontrado en las colas del Paro; pues con lo que aquello representaba de conocimientos y experiencias, nadie se hubiera visto en la necesidad de recurrir a las Instancias que el Estado había previsto para estas situaciones. Por tanto, las peticiones de cobrar todo el importe de la prestación eran más bien escasas, por lo que a mí que fui capaz de reunir los requisitos, no me quedaba otra, me fue concedido y además, para mí sorpresa, en un plazo relativamente corto de tiempo.
Ya con esta seguridad, otra cosa era cuando se materializaría en efecto, es decir cuando estaría en mi mano el capital acumulado, la Capitalización por Desempleo que denominaban las altas Instancias, a mi me hablaban de unos seis meses en ejecutarse la sentencia y mientras te buscabas la vida como pudieras.
El objetivo prioritario de mi mujer y mío, era vagar de calle en calle, por la zona que previamente habíamos escogido para establecerme, tratando de encontrar un local que como decía mi mujer contemplara las tres "Bes": Bueno, Bonito y
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Barato; algo que se me antojaba harto difícil y sobre todo sin disponer del efectivo en mano que hubiera aligerado, sin dudas, dicho trámite.
Una vez más nuestro sueños volvían a romperse, visitamos muchísimos locales, calles, establecimientos abandonados por falta de clientes, otros medio en ruina, los más eran de alquiler nunca en propiedad, otros no eran adecuados para nuestras pretensiones y alguno de los que visitamos y que reunían condiciones estaban fuera de nuestro alcance económico, en fin, como por otra parte no teníamos mejor cosa que hacer, era una forma de alimentar nuestra esperanza que ya empezaba a ser realidad con la aprobación de mi Proyecto para cobrar la totalidad de la Prestación de una sola vez, lo que nos daba alas para con una base cierta tratar de encontrar desesperadamente el local adecuado a nuestras necesidades.
Y por fin dimos con uno, que se ajustaba relativamente a nuestras necesidades, supimos desde un primer momento que más bien nuestras necesidades deberían ajustarse a dicho local, tal vez hartos de patear calles y locales.
Era un local situado en un sitio relativamente céntrico, con buenas Comunicaciones y Transportes Públicos, en una calle discreta pero llena de comercio de todo tipo, cerca de tiendas de Recambios y Talleres del Gremio del Automóvil y además en una zona de influencia de mi antigua Empresa, por lo que me era familiar tanto el lugar como la zona y mi negocio representaría dar más facilidad de adquirir los recambios a los futuros clientes por ahora virtuales, una más entra las establecidas en la zona.
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Tratamos personalmente con el dueño, no con agencias, que incrementaban el valor por las comisiones que se reservaban, concertamos una entrevista, visitamos el local muy bien decorado y acondicionado justo para poner una tienda de cualquier tipo, el dueño se dedicaba a rehabilitar locales y pisos viejos y él los acondicionaba para el uso de forma profesional. Estaba para entrar a establecerse, completamente habilitado para empezar, tenía agua, luz, teléfono, baño, y el reparto de dicho local era en definitiva lo que buscábamos.
El local estaba dispuesto y compuesto de una entrada a la calle que podía servir perfectamente de Tienda, otra dependencia contigua, sería un pequeño Despacho u Oficina para el papeleo del negocio, seguidamente un pequeño Almacén para el material más a mano, una puerta corredera con estantería incluida, que serviría para los materiales y como expositor de los artículos en venta, más interior un gran espacio grande con relación al anterior pero con una iluminación a través de dos grandes ventanales que daban a un jardín privado de la propiedad del inmueble, cuarto de baño completo, total una maravilla que en principio sin saber el coste y condiciones de venta, tanto a mi mujer como a mí, como suele decirse nos entró por el ojo.
Pero acostumbrados tanto fracaso, no queríamos adelantar acontecimientos ni hacernos ilusiones, para luego no tener otra vez que lamentarnos, así que nos dijimos que hasta no ver realizada la operación, no hablaríamos de ello ni a nuestro hijos y a los familiares más inmediatos, para no vernos en la tesitura de tener que rectifica otra vez.
Nuestra entrevista con el dueño, después de la visita al local y del que no quisimos descubrir nuestra buena impresión, se
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llevó a cabo en un bar cercano, puede decirse que era un lugar como otro cualquiera para llevar a cabo el trato, el precio, las condiciones y detalles farragosos por la naturaleza del mismo. No obstante y dado que el propietario era aparejador, nos puso en antecedentes de que la actividad en la que nos íbamos a embarcar necesitaría un certificado de salubridad porque la actividad que pretendíamos llevar a término así lo requería, conformidad de los vecinos de la casa, permisos, licencia de apertura y nuevamente una lluvia de documentos que ensombrecían nuestra euforia por haber encontrado el sitio idóneo a nuestro parecer. Él se prestaría incondicionalmente a resolver este tipo de asuntos en la medida que sus conocimientos le permitieran, lo cual era de agradecer.
En cuanto al precio, en principio entraba dentro de nuestros cálculos, si bien estaba condicionado por el cobro ya certificado de la Prestación que documentalmente le aportábamos, el propietario nos decía que necesitaba deshacerse del local porque había adquirido otro y necesitaba el dinero para esa nueva adquisición, argumentaba que ese y no otro era el motivo de su venta, pues había puesto su empeño en decorar y habilitar el local con el fin de poner una tienda de puertas blindadas de una firma que representaba en exclusiva en la zona, que el sitio era adecuado, que si patatín y patatán , en consecuencia que mi mujer y yo nos mirábamos con temor de que se esfumara nuestro sueño, pues todo eran excusas.
La conversación fue tomando cuerpo, nuestro interés hizo ver en el vendedor que no íbamos de farol, nuestra sinceridad dio pie a que él empezara a vislumbrar la posibilidad de llevar a buen puerto la operación e incluso nos propuso buscar financiación en una Entidad conocida por él y en la que mediaría para la operación; pero nuestra negativa anulaba toda posibilidad de este recurso, eso
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lo teníamos claro y se lo hicimos saber con meridiana claridad. En el transcurso de la conversación, dijimos que teníamos dos hijos mellizos, uno en proceso de formación para futuro Maestro en una calle aledaña con el bar donde nos encontrábamos, en el CES Don Bosco de la calle María Auxiliadora y el otro estudiante de filosofía en los Salesianos, ante lo cual, y aquí quiero hacer ver la mediación de nuestra Madre Auxiliadora, se manifestó de la forma siguiente: "Pues qué casualidad, yo tengo un tío carnal hermano de mi padre que es Salesiano ", e inmediatamente le preguntamos el nombre por si le conocíamos y donde residía, y vaya si le conocíamos, se trataba de D. Antonio Valenciano, profesor de uno de nuestro hijos en Carabanchel donde yo estuve de Presidente de la APA durante tres o cuatro años. Y aquí es donde se produjo el milagro, a partir de ese momento todo fueron facilidades...
Desde luego qué mejor aval que María Auxiliadora, a partir de ese momento realizamos el correspondiente Contrato Preforma, en él se contemplaba entre otros términos que el pago del importe se realizaría al cobro de la Prestación de Desempleo y sin más demora firmamos en el acto, prácticamente de palabra todos los apartados del mismo. Nos fueron entregadas las llaves y ese mismo día, creo que a la hora siguiente, ya dueños del local, fuimos de nuevo con emoción que se reflejaba en nuestras caras, abrimos la puerta persiana, y nos perdimos en sus dependencias abrazados y dando gracias a Dios que por fin nos mandaba un poco de luz. No se nos escapaba aún dentro de la emoción que ahora empezaban los pormenores para que la Tienda fuera tomando cuerpo, así que a la mañana siguiente comenzamos a llevar los materiales, encargamos a mi cuñado, hermano de mi mujer y heredero de la fábrica de muebles, nos hiciera unas estanterías para la tienda, un mostrador para atender al público y en unos almacenes de bricolaje
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adquirimos una mesa de oficina con dos sillas y un sillón de ejecutivo a la vez que un archivador para documentos.
Todos los días siguiente a la entrega de llaves, íbamos colocando los materiales de la Tienda, del almacén y también generando un taller para ir completando poco a poco, lo que sería con el tiempo la fuente de ingresos más importante, pues muy buena parte de nuestro negocio consistía en la reparación manual de zapatas de freno , con una idea novedosa cual era el remachado de las mismas debido a que las condiciones del nuevo Taller no permitían instalar un horno para el pegado y porque además para competir había que crear una forma nueva de realizar el trabajo y eso consistía en una laboriosa función como la del remachado de zapatas.
Fue adquiriendo forma, tanto la Tienda como el Taller, un vecino de la Tienda, cotilla por naturaleza, me preguntó qué actividad iba a desarrollar en el local contiguo al suyo, el tenía una carpintería, se ofreció incondicionalmente para ayudarme en aquello que le fuera posible, algo que agradecí pues nada más instalarme me empecé a dar cuenta de que hay gente buena por el mundo además de los ya conocidos que solo piensan en ponerte zancadillas. De hecho al enterarse que pretendía poner un Taller me ofreció, prácticamente sin coste, un banco de carpintero que le sobraba y ocupaba un lugar para él necesario, así que empezábamos bien nuestra relación favor por favor y además al estar al lado, no había necesidad de transportes ni cosa parecida, un simple traslado de un Taller a otro.
Pero aún faltaban los trámites para comenzar la actividad, había que darse de alta en Industria, solicitar permiso de Apertura, inscribirse como Autónomo y esto solo había hecho más que comenzar, así que recurrí a las Oficinas que llevaban la Gestión de
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mi antigua Empresa y en atención a mi persona, se hicieron cargo de todos los trámites y gestiones para ponerme al día dentro de la Legalidad Vigente. Los gastos empezaban a incrementarse, los clientes iban teniendo noticias de nuestra ubicación gracias a la intensa colaboración de nuestro hijo Floren y su novia Mari Luz, que al salir de sus obligaciones universitarias se disponían a repartir publicidad poniéndola en los limpiaparabrisas de los coches y a llevar artículos de reparto si hiciera falta, ésto y el masivo envío de cartas presentándonos y ofreciendo nuestros servicios, hicieron que por nuestra parte el terreno fuera abonado para ir sembrando nuestra labor de introducción en el difícil mercado de los Recambios.
Un buen día, sobre todo para el vendedor del local, me llego la noticia del ingreso de la cuantía correspondiente a la Capitalización de la Prestación por Desempleo, inmediatamente me puse en contacto con el vendedor quien se personó en la Tienda y en el acto de la entrega de un cheque, quedó saldada mi cuenta con él, apenas habían pasado tres meses y la cosa terminaba de arrancar como se esperaba, cuando le explicaba a este señor las dificultades que todo negocio conlleva al principio, el me corroboraba por haber pasado por ello en distintas empresas que había emprendido que así era; pero con tesón y buena fe, todo saldría adelante.
A propósito me dijo que si yo quería me presentaría a su padre, que era el Jefe de Automoción de la Policía Nacional y dado que mi actividad tenía que ver con los coches, en ese lugar tenía lugar la reparación de los coches del Cuerpo de Policía Nacional y no solo de Madrid sino de toda España. Yo vi un rayo de luz, aunque me parecía una misión imposible, que semejante Institución fuera a fijarse en mi pequeño negocio; pero tenía que salir de dudas y concertamos una entrevista, él me presentó a su padre,
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ciertamente ostentaba el mando en el Departamento de Automoción, llamó a un Subalterno que era el encargado de las Compras del Almacén General y le dijo que a partir de aquel momento me compraran lo posible con el fin de ayudarme a salir adelante, toda vez que solo había comenzado mi andadura en el difícil campo de los Recambios de Automóviles.
Comenzaron a realizarme encargos, comprobaron mi seriedad en el servicio, hojearon mi vida con relación a Hacienda, vieron que mis cuentas con ese Ministerio estaban al día y a partir de entonces, fueron incrementándose los pedidos y al ser pequeño y no poderme catalogar como Suministrador Oficial, eso quedaba para las casas y organismos de las diferentes firmas o marcas de los vehículos, me asignaron compras diversas por valor de quinientas mil pesetas mensuales, un chollo, un colchón con el que me llego la calma, y me aseguraba estar en el sitio oportuno, más adelante se fueron sumando clientes, encargos y la Tienda empezó a funcionar bien, muy bien para el corto tiempo que llevaba establecido.
Tan era así, que mis antiguos jefes, se presentaron un día en la Tienda sabedores de mis estrechas relaciones con la anterior Empresa, todo cuanto les compraba era abonado en el acto, al contado, para rebañar el dos por ciento por pronto pago que estaba establecido y así poder alicatar más los precios de cara a mis clientes, pues la competencia era feroz y las tiendas cercanas a mi establecimiento, habían tomado medidas para no verse afectados por mi presencia en el mercado.
Pues la visita revestida de protocolaria cortesía, era para proponerme asociarme con ellos quienes a cambio me ofrecían dejar el terreno libre para desenvolverme con más facilidad, ellos, lo supe después por la conversación que tuve con un amigo de
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antaño que todavía estaba en la Empresa, perseguían mediante mis buenas relaciones con la Policía, introducir sus productos a gran escala sabedores de que yo no estaba lo suficientemente preparado para llevar a cabo dicho cometido, no presté atención a semejante propuesta y continúe por mi camino, poco a poco, sin ese ansia por llegar, que a veces hace fracasar cualquier intento de superación, midiendo mis fuerzas y acreditándome como una persona de formalidad contrastada en el tiempo.
Todos los días, mi mujer y yo salíamos de madrugada camino de la Tienda, estaba bastante lejos, los atascos de tráfico a esa hora punta eran cada día más grandes, sin embargo nos fuimos haciendo al horario y nunca llegamos tarde, alguna que otra vez al llegar a la esquina de la calle había algún operario de un taller esperando la apertura de la tienda, lo que nos daba un subidón a nuestra moral cada día más consolidada. A veces comíamos en la trastienda, mi mujer preparaba la comida la noche anterior, y otras íbamos a un restaurante, según funcionara la caja. A ese respecto recuerdo una frase que se hizo familiar entre nosotros y que llegó a ser santo y seña, mi cuñado Antonio cuando nos preguntaba por la marcha del negocio decía: ¿" Rula o no rula el cajón"? lo que demostraba un interés personal por la marcha del negocio y él sabía muy bien por experiencia de las dificultades de los comienzos de cualquier Empresa.
Otro tanto, me refiero al interés en la marcha del negocio, era de mi Hermana Candeli y mi cuñado Juan, que durante el primer año, religiosamente nos ponían un giro postal, con veinticinco mil pesetas, que sin duda eran una ayuda importante para los comienzos y que siempre agradeceremos aquella actitud.
Un día que también quedará señalado en nuestra vida fue cuando nos enteramos que se vendía un piso en el Segundo del
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edificio donde estaba ubicada la Tienda, en el portal de la finca se indicaba con pelos y señales la venta del mismo y teléfono de contacto. Aunque solo fuera por curiosidad, quisimos tantear la posibilidad de adquirir aquel piso, ese mismo día concertamos con el propietario una visita al mismo, con el fin de conocer de primera mano las condiciones de dicha venta. Nuestra intención era saber si había alguna posibilidad de pagarlo con arreglo a nuestros ingresos y avalados por la Tienda ya en propiedad, y nuestros vecinos conocían la actividad y formalidad en el trato con ellos mismos cuando asistíamos a las reuniones de la Comunidad de Vecinos de la que formábamos parte por derecho.
Le falto tiempo al propietario para concertar con nosotros una entrevista en el piso y a la hora de cierre de la tienda, se presentó un matrimonio para subir a ver el piso en cuestión.
Nunca olvidaré, que estando subiendo las escaleras el marido de la pareja me decía que su madre una señora muy mayor a la que se habían visto obligados a internarla en una Residencia para Mayores, era muy cabezona y había asignado una cantidad inamovible, con lo cual discutir sobre ese término era baldío. Me quería poner en antecedentes para que no hubiera duda alguna en el trato.
Yo no me pronuncié y entramos en el piso, a mi mujer sobre todo se le cayeron los palos del sombrajo, estábamos ante un esperpéntico espectáculo, la señora llevaba años invalida y no había ni apenas limpiado y el piso aunque grande y luminoso, tenía seis grandes balcones que daban al mismo jardín que la Tienda, los techos altos , antiguos y un montón de habitaciones que más parecía un hotel que una vivienda familiar, lo que estábamos
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viendo era un solar para un gran piso, habría que afrontar una reforma que costaría un montón a añadir al coste del mismo.
Pero hubo un detalle más que positivo que nos llamó poderosamente la atención a mi mujer y a mí y que siempre hemos comentado con entusiasmo, en una de las paredes de lo que parecía ser un cuarto de estar, había colgado un calendario de María Auxiliadora, y que nosotros , como no podía ser de otra manera, veíamos que otra vez era una señal que la Madre Auxiliadora nos enviaba y que interpretamos deberíamos adquirir el piso en cuestión sin duda alguna sabiendo que si intercesión estaba presente en este hecho importante para nuestras vidas. El propietario, muy disimuladamente, se dejo decir que las condiciones del pago podríamos tratarlas más adelante si entraba dentro de nuestros cálculos, pues no se le ocultaba que el piso necesitaba un reforma integral, empezando por las paredes, techos, suelo, instalaciones etc...
Le dijimos, que nos lo teníamos que pensar, que habría que ver el Presupuesto para la reforma y demás asuntos, así que solicitamos nos diera unas semanas de plazo para tomar decisión y mientras solicitaríamos un Presupuesto de la Reforma Integral del piso.
Ya con los datos del Presupuesto y las condiciones del propietario, la mitad del pago en efectivo, la otra mitad aplazada en tres letras a un año con vencimiento cada tres meses, afrontamos la compra, con la ayuda pactada con mi hermana Dori, que nos anticipó el primer pago y que posteriormente fuimos devolviendo con el esfuerzo que suponía la reforma, la marcha de la Tienda, la adquisición de un vehículo nuevo y mil etcéteras que no viene al caso mencionar. La cuestión es que llevamos a cabo la operación y
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tardamos al menos una año en realizar la reforma y trasladarnos a vivir al que sería nuestro futuro hogar.
Todo marchaba sobre ruedas, nuestro hijo Floren se casó y le habilitamos el piso que habíamos dejado para que iniciaran allí su nueva vida, y mi mujer y yo gozábamos de no tener que madrugar, apenas coger el coche, comer en casa todos los días y llevar una autentica vida de lujo, con el tiempo reconocimos que pese a los sacrificios habíamos hecho un gran negocio con la adquisición del piso ya que nos facilitaba las condiciones de vida de forma muy especial.
También nuestro hijo Paco, que por entonces cursaba estudios de Teología en Roma, ordenado de Diacono, ofició en la boda como tal, al año siguiente fue ordenado Sacerdote lo que supuso para mi mujer, para mí y para toda la familia un acontecimiento de dimensiones cósmicas, quiero decir que unido al enlace de nuestro hijo Floren y después del acontecimiento del nacimiento de los mellizos, ésta fue la fecha que más destacaba en la vida de la familia. Si hubiera que abundar en detalles, llenaría páginas como para otro libro; pero quiero dejar éste tipo de acontecimientos, como el nacimiento de nuestro nieto Fran que se produjo poco tiempo después, en la intimidad y el recuerdo de unas fechas, que tampoco quiero reseñar, pero que marcaron nuestra vida como la más fructífera de todos los tiempos.
Es muy curioso, como estoy comprobando que el paso de los años van dejando un rastro cada vez más perceptible de el olvido de infinidad de detalles, que al contrario de lo que pudiera parecer, ocurre que recuerdo con nitidez cuanto más lejanos son en el tiempo, y sin embargo de los más próximos tengo menos detalles al menos con menos persistencia en el tiempo, debe ser producto de
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la edad y como se suele decir lo que ocurre en la terrible enfermedad del Alzheimer, que por lo visto los afectados por ella, recuerdan más y mejor los acontecimientos del ayer que los del presente más inmediato. Me he permitido esta licencia y a la altura de éste escrito, por no abundar en hechos que realmente marcaron puntualmente el devenir de ésta historia personal.
Así por ejemplo ocurre y no es un dato menor, la cronología de la muerte de nuestros seres queridos, que seguramente al ser de relevancia transcendental para el discurrir de nuestras vidas, quedan archivados que no olvidados en la mente, sí vivos en el recuerdo y en nuestros corazones, quiero dejar someramente éste dato que transcribo sin detallas fechas.
Primeramente la muerte de mi padre, que marcó mi vida. La muerte de mi suegro, que hundía en una terrible tristeza a mi mujer. La inesperada muerte de mi tío Domingo, la de mi madre, la de mi tía Pepa, seguidamente la de mi querida suegra y también la muerte del padre de Luli, mi consuegro, las de mis tíos carnales Inés y Matías, y por último y muy reciente en el tiempo, la trágica y rápida marcha de mi hermana Candeli, que fue el culmen de nuestras desdichas...
Solamente quiero con éste comentario, dedicarles un homenaje y recuerdo entrañable al tiempo que elevar una ferviente Oración por el bien de sus almas, pidiéndoles sigan cuidando de nosotros como siempre hicieron en sus vidas.
Amén.
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Años 50 – 60
(«DEBERIAMOSUSAR EL PASADO COMO TRAMPOLIN COMO SOFA»
(Arold Macmillam)
En ésta etapa ya madura de mi vida, casi que llega la hora de hacer balance, como recordaba un poco más arriba, la vida transcurría en los mejores momentos de nuestra existencia. Todo iba sobre ruedas, el negocio, la familia, nuestra propia vida, las relaciones con los amigos, en fin al parecer había llegado la tan ansiada calma buscada y rebuscada a lo largo de toda la vida. Podría decirse que era la etapa dorada de nuestra existencia, donde no había duda habíamos alcanzado unas cuotas de bienestar jamás soñadas, la estabilidad económica nos permitió viajar los veranos, además de al pueblo que era obligatorio, también nos permitíamos alguna que otra veleidad yendo a el extranjero, con viajes organizados a tutiplén, como solía decirse.
Recorrimos parte de Europa, dejaron estos viajes organizados una huella inolvidable en nosotros y constantemente dábamos gracias a Dios por regalarnos el gozo de saborear estos viajes; pero si alguno dejo una huella profunda en nuestros corazones fue el realizado con nuestro hijo recién ordenado Sacerdote a Tierra Santa. Jamás podremos pasar por alto lo que significó para mi mujer y para mí, aparte de mil anécdotas que se produjeron en este viaje, el acontecimiento más significativo, cual fue la Renovación de nuestras Promesas de Matrimonio nada menos que en Caná de Galilea, donde tuvo lugar el acontecimiento y principio de la predicación y función o vida pública de Jesús de Nazaret.
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Las ventas en nuestro negocio llegaron a ser importantes, sobre todo en lo que se refiere a las adquisiciones de la Jefatura Superior de la Policía, puede decirse que formaban parte del al menos el cincuenta por ciento de nuestras ventas y por tanto de nuestras ganancias, de hecho empezamos a pensar en unirnos o ampliar nuestro negocio que ya se nos empezaba a quedar pequeño y eso sí, con todas las precauciones habidas y por haber, nuestra experiencia de tiempos pasados volvían a ponernos en guardia y teníamos que ver con muchísima claridad, las condiciones para formar Sociedad, pues la tranquilidad con la vivíamos aquella época bien valía la renuncia a suculentas tentaciones que permanentemente nos ofrecían diferentes tiendas y compañías de grandes Empresas para que nos uniéramos a ellos mediante Franquicias y pertenecer a Grupos organizados de compras y así obtener mayores beneficios, en la adquisición de materiales; estudiamos profundamente la cuestión que ahora se ponía a nuestro alcance y convinimos en que eran mayores obligaciones de compras, exigencias de un determinado cupo de artículos ajenos a nuestra actividad, compromiso y riguroso calendario de pagos y mil inconvenientes que restaban libertad y tranquilidad y sosiego que habíamos conseguido con lucha y trabajo.
A lo más que nos comprometimos fue a pertenecer por libres a un Grupo de Compras creado en consorcio con las tiendas de la zona y que no obligaba más que a adquirir aquellos materiales que quisiéramos en condiciones ventajosas al tratarse de un grupo unidos para esta función.
Este Grupo (Recanorte) cuyo nombre suscité yo en una de las reuniones que se convocaban en un Restaurante de la zona Norte de Madrid, de ahí su nombre: Recambistas del Norte, tuvo poco futuro, pues se dejaba traslucir en estas reuniones el afán
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recaudatorio por parte algunos , la solución a las pellas o deudas de otros, la limitación a ciertos talleres para dejar de venderles dado que tenían cuentas pendiente de saldar, y un sin fin de imposiciones que a mí personalmente no me afectaban pues yo había impuesto en mi negocio el pago al contado en todas las ventas que se producían a Talleres o clientes de dudoso poder económico y mis cuentas estaban saneadas con respecto a éstos que presumían tener grandes trampas, lo que parecía no importarles mucho y a mí me daban en la nariz que lo daban por bien empleado pues sus precios estaban tan inflados que se podían permitir perdidas en este sentido. Otro tanto ocurría con las liquidaciones del IVA, había trampas en este apartado hasta para cazar leones, casi todos por no decir la totalidad de los presentes en aquellas reuniones fanfarreaban de comprar sin IVA toda vez que decían engallándose, los pagos en efectivo tenían esa prerrogativa.
Este tipo de reuniones cada vez más espaciadas en el tiempo, sirvieron de poco, como no fuera para catalizar y situar a los dueños de estos establecimientos a quienes se les veía el plumero incluso a la hora de pedir las consumiciones que se producían el Restaurante sede de este tipo de reuniones y donde se ponía de manifiesto quiénes éramos cada cual y el tipo de fanfarrones y quienes más comedidos, mientras yo me pedía una consumición de cerveza ellos como era costumbre se pedían un whisky de marca...
De tal manera que apenas tuvo repercusión en mi vida, y nunca tuve pesar alguno de no pertenecer a éste "honorable" Grupo, que bien pudo llamarse :Alí-babá.
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Con el año 2000, que se decía propiciaba un avance económico, llegó también el cambio de moneda, el euro, parecía impensable que esto se produjera, pero al pertenecer a la Unión Europea, no quedaba otra que ajustar nuestra moneda la Peseta de toda la vida a eta nueva realidad. Hubo que realizar arreglo en los precios durante algún tiempo coexistieron ambas monedas haciendo constar en las facturas la equivalencia en pesetas y con el tiempo todo fue asimilándose y poniéndose en práctica sin mayores dificultades, he querido reseñar esta acontecimiento que para nada supuso un problema inasumible en nuestro negocio, al fin y al cabo era un simple cambio de valor pero solo eso.
Hubo un periodo de crisis generalizada por este acontecimiento, la gente veía que sus ingresos no respondían a las necesidades como antes, los precios con el redondeo de los céntimos, sin duda habían subido pues el redondeo siempre era hacia arriba y de hecho la vida se encareció significativamente y aún hoy los nostálgicos recordamos el valor de la peseta con relación al euro como pérdida de nuestro poder adquisitivo.
Durante el periodo de estos años, poco que resaltar, como no sea lo ya relatado y no quisiera repetirme.
Acontecimientos diarios normales de los que destacar algo fuera de lo corriente, no recuerdo ninguno, tal vez que iba adquiriendo conciencia del paso de los años, que me estaba haciendo mayor sin remisión y que ya empezaba a planear sobre mi cabeza la jubilación, aunque todavía quedaban algunos años.
También la adquisición de una Plaza de Aparcamiento para Residentes que el Ayuntamiento puso en el mercado y reuniendo los requisitos que se pedían de vecindad y una
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importante suma de dinero, nos fue adjudica un Plaza muy cerca de la Tienda.
Pensando en la inminente Jubilación nos habíamos hecho un Plan de Pensiones con el fin de ayudar a la futura pensión, pues al ser Autónomo y con la Bases de Cotización mínimas, mi edad ya no me permitía hacer cambios en dichas cotizaciones, se presumía que la Pensión que me quedaría en su día sería una miseria y por esa razón nos comprometimos a llevar a cabo, como las hormigas, unos ingresos puntuales en una cuenta para este menester. La sorpresa llegó a la hora del rescate de dicha cuenta, el Estado fiel a su forma de actuar con los más débiles, se quedó con una cuarta parte de este ahorro y quedo reducido dicho plan a menos y nada. Como siempre la letra pequeña de este tipo de contrataciones habían dado al traste con parte de nuestros ahorros que con esfuerzo habíamos programado.
Al propio tiempo quedó vacante la Portería de la finca, murió la Señora portera, que tenía establecido vivir en la misma hasta su muerte y la propiedad puso en venta dicho local, por cierto anexo a nuestra Tienda, lo que significaba que quien comprara dicho local, no permitiría de ninguna manera los ruidos de las máquinas y golpes de martillo que se producían en el Taller cada día con más intensidad. Ello nos llevó a la conclusión de que para evitar daños mayores adquiríamos dicho local, sin ánimo de ampliación pues no era el momento, sino más bien por evitar daños colaterales.
Por ese tiempo también nuestro negocio empezaba a entrar en lo que podríamos denominar crisis, no hay bien o mal que cien años dure, las compras de la Policía importantísimas para nuestra pervivencia empezaron a flaquear debido a una Orden de Instancias
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Superiores de llevar a reparar los vehículos a las casas de la marca de origen, con lo cual los Talleres se iban minimizando a toda velocidad, lo que repercutía en los pedidos que ya no eran como hasta entonces. Esto unido a que en la calle habían sembrado toda la acera de la parte que correspondía con la entrada a la Tienda de bolardos para evitar el aparcamiento, hicieron imposible la ya de por sí difícil la parada de los coches que venía a comprar, lo que dio lugar a plantearnos nuestra Jubilación Anticipada.
Por ello, de nuevo recurro a mis escritos de archivo, que narran las vicisitudes que por esa época ocurrieron con profusión detallada.
Se trata de un Capítulo de "Mis Relatos" en Edición Privada y que nunca han visto la luz pública.
La fecha de creación de este Capítulo y algunos otros datan de Noviembre de 2002.
Con éste motivo, adelanto la década de los 60 -70 que a continuación y como remate de este trabajo quiero dejar constancia.
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Años 60 – 70
Aquí entrego mi alma...
(Santa Teresa de Ávila)
Cuentan que Santa Teresa, cuando entregó el libro de su Vida, pronunció la cita que he puesto en mi enunciado de este capítulo, y que explica por sí sola el empeño que había puesto en ello.
Así mismo con éste último capítulo de mi vida literaria, quiero cerrar con éste comentario, que mi intención no ha sido otra sino verter en forma de libro, lo que yo he considerado más relevante de mi existencia, de éste modo cumpliré con aquel dicho de que toda persona en su vida: debe "Plantar un árbol", "Tener un hijo" y "Escribir un libro" Creo que he cumplido...
Además dejar constancia de los avatares por los que cualquier persona se ve obligado a pasar, unas veces accidentalmente, otras por imposiciones de terceras personas y las demás por designios de la propia existencia.
Hube de enfrentarme a una Operación muy seria de mi debilitado corazón.
Fueron fechas las de mi Operación Quirúrgica, angustiosas y difíciles, solamente me había pasado en tres ocasiones por un Quirófano, cuando tuve por accidente laboral la Amputación de mi dedo meñique de la mano derecha, en una operación por estrangulamiento de una Hernia Inguinal y otra de carácter menos grave de una Artroscopia de menisco en la rodilla derecha; pero en esta ocasión era muy distinto, me enfrentaba a una operación de las
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que en palabras de los doctores que me asistieron denominaban como gordas y para no abundar en detalles diré simplemente que me practicaron una Estereotomía y procedieron a instalarme un anillo en la Válvula Mitral para corregir un prolapso de la misma.
Fueron días muy angustiosos, la operación resulto exitosa en parte, pues las seis horas de duración de la misma me produjo una hemiparesia, o lo que es lo mismo la paralización de la mitad de mi cuerpo afectando al movimiento del brazo y pierna derechas que me mantuvo durante unos días en la UCI del Hospital con gravedad y de la que afortunadamente me recuperé gracias a la mediación, otra vez, de los Beatos Mártires Salesianos, pues se daba la circunstancia de que en aquellas fechas se estaba produciendo la exhumación de las Reliquias de éstos Santos Mártires y mi hijo tenía la custodia de las mismas y a quien fervientemente me encomendó mi recuperación, al fin lograda en todos los sentidos.
Creo llegado el momento en el que ya he agotado los momentos puntuales de mi vida dignos de destacar y por tanto copio y pego todo cuanto acontece en este relato a continuación: de mis ya citados escritos:
(Mis Relatos edición privada. Que a partir de ahora dejan de ser privados…)
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"Mala cosa es recurrir a este oficio por falta de otra ocupación, por no tener otra cosa que hacer, por distracción o cualquier otro pretexto.
Hace más de un año mi situación personal ha cambiado de forma drástica como consecuencia de mi jubilación. Parece ser
que se llama jubilación, porque que viene de júbilo, de alegría, de fiesta, etc.
Pero la verdad es que yo personalmente y hasta el día de hoy, no veo por ninguna parte tal alegría, tampoco lo lúdico o descanso, que dicen tener esa situación, que en principio me parece anómala, frustrante, de exclusión, etc.
Tal vez puede estar la clave de mi interpretación del asunto en que me ha llegado la jubilación a edad temprana, si puede llamarse edad temprana tener 62 años cumplidos.
La jubilación en mi caso ha sido impuesta por las circunstancias económicas por las que atravesaba mi pequeño negocio, ya solo producía quebraderos de cabeza, gastos y desilusión, con el añadido del tedio que me embargaba la repetición monótona del diario discurrir, todos los días lo mismo, sin posibilidad de cambio.
Dicho lo anterior, aceptado de peor que mejor grado mi nueva condición de Pensionista, lo cierto es que he vivido mi primer año, como en una nube...
Inexplicablemente, en contra de lo que yo pensaba, mi vida ha cambiado mucho, tanto que me he visto superado en mis expectativas.
De poco o nada me ha servido prepararme durante algún tiempo, años, para aceptar este momento, documentarme mediante libros sobre el particular y haber llegado a la conclusión, en mi opinión, de que tales tratados no hacen sino reforzar la teoría, mi teoría, de que no hay hijo de vecino de cualquier estrato social,
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intelectual, económico, etc. que se libre de pasar por esta crisis que ha dado en llamarse “Retiro” o Jubilación, y que lo haya superado con garantías de éxito.
Nada y nadie puede hacer de aquello que nos ha sido impuesto, por las razones arriba apuntadas, o cualquier otra, sea realmente fruto de realización, en su máxima dimensión, en la persona.
A ello debo añadir, al menos en mi caso personal, que existe un rechazo “natural” a semejante situación.
Me niego a aceptar que mi condición de jubilado sea la ideal para mí.
Más bien tengo que admitir, que la aceptación de esta nueva etapa de mi vida, significa resignación, ante la tozudez de los hechos y reconocer lo irreversible de mi nuevo estado.
Puestas las cosas con sinceridad absoluta, creo sin exageración alguna, que pensar que esto de escribir me va a sacar del ostracismo, me parece al menos un argumento utópico, poco consistente y el tiempo puede me dé la razón.
Sin embargo, como con ello no perjudico a nadie, tal vez, como medida terapéutica sirva para en determinados momentos, oxigenar mi vida interior sujeta a vaivenes que por circunstancias más o menos ajenas e impuestas, me veo en la necesidad de aceptar.
Mi vida, que tampoco tiene mucho de especial o importante, se ha visto alterada en todos los aspectos a partir de mi nueva condición de jubilado.
Superada la prueba del papeleo, necesario, abundante, abrumador, que solicitan los Organismos Oficiales para tal efecto, estos proceden a la comprobación en los diferentes ficheros, que obran en su poder.
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Se introducen datos en los ordenadores, tales como: Historia Laboral, Cotizaciones a la Seguridad Social, etc.
Mil y un documentos que una vez reunidos, cotejados, supervisados, aportando fotocopias, escritos, solicitudes y eso...
Pasas a formar parte de la gran maquinaria de la Seguridad Social encuadrado en el apartado de “Pensionista”, sinónimo de viejo, pobre, desamparado y más...
La verdad, creo que conseguir un Título Universitario o de cualquier especialidad colegiada resulte tan engorroso, difícil, costoso y tedioso como el de Pensionista.
Estoy convencido que más de uno muere en el empeño, sobre todo si le llega la Jubilación a la edad que tiene prevista el
Ministerio que lleva estos asuntos, de tal modo pienso que algún beneficio tiene jubilarse con una edad, digamos, joven.
Te repites una y otra vez, que la nueva condición de Pensionista, no cambia, no tiene porqué cambiar nada en tu vida, aunque ya se encargan los hechos de poner las cosas en su sitio y al día siguiente a la Jubilación, comienzan los problemas...
Yo había pensado en más de una ocasión, en lo fantástico que resultaría poder llevar a efecto, por ejemplo: levantarse de la cama a la hora que quisieras, ir y venir a sitios soñados, sin prisas, sin agobios, leer, escribir, escuchar música, viajar, holgazanear, etc.
Y sí, así es, o al menos eso parece. Pero la diferencia está, creo yo, en que todo lo anteriormente ejercido en circunstancias normales, tanto físicas como psíquicas, conforman el ideal de toda persona. Otra cosa bien distinta es verse obligado por las imposiciones a ejercitarse en ellas.
No es igual levantarse un día a las diez de la mañana, porque todos los días se levanta uno a las siete, que hacerlo porque no hay otra cosa mejor, o escribir, leer, etc. Porque encuentras en ello un relajo, que usar de estos medios como herramientas
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recurrentes para combatir el aburrimiento, aunque debo decir, que no siempre es todo o blanco o negro...
Lo cierto es que de la noche a la mañana, todo cambió en mi vida. Pasé de una actividad, no frenética, pero sí un tanto azorada por los múltiples problemas que conlleva la gestión de cualquier tipo de negocio por pequeño que sea, como era mi caso, a otra bien distinta.
Sin entrar en lo que pudiéramos considerar masoquismo, empecé a echar de menos: El debatir diario con los clientes y proveedores, las cuentas, los ingresos , el cobro y pago de facturas y tantos asuntos que configuraban mi vida antes de la Jubilación.
Sin embargo vislumbro una parte positiva del asunto, ahora, acompaño a mi mujer al Mercado, he descubierto un mundo nuevo totalmente ajeno para mí, sufro en propia carne el agobio de las gentes, las calles, las colas, el tráfico etc.
Por tanto me dispongo a tratar de asimilar mi nuevo estado. Empiezo a gustar de pequeños detalles, insignificantes si se quiere, pero que trato de leer en positivo.
Me da lo mismo levantarme de la cama todos los días a las diez que a las diez y media, aunque por disciplina e higiene mental procuro sea siempre sobre la misma hora.
Ahora estoy apreciando detalles tales como: no tener prisa nunca por nada, en el baño me afeito con espuma, brocha y maquinilla de cuchillas, algo casi ya olvidado, desayuno llegado el caso en pijama, algo reservado hasta ahora para sábados o domingos, sin apresuramiento, tengo todo el día por delante y para dedicarlo a mi por entero, miro el correo electrónico, ajusto mis cuentas, leo la prensa, algún libro o varios que tengo entre manos y cuando me quiero dar cuenta llega la hora de pasear con mi mujer, ir al mercado de Maravillas, Corte Inglés, hasta llegada la hora de comer, siesta, televisión y asuntos por el estilo.
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Así uno y otro día, con mínimas variaciones solamente interrumpidas por algún viaje al pueblo.
En esto también hemos ganado bastante, yo diría que mucho, ahora ya no cuentan los cortos fines de semana, los puentes, deprisa y corriendo aprovechando el tiempo al máximo porque realmente pasaba volando.
Nos da lo mismo ir de viaje, o volver, un día que otro, tratando de evitar las aglomeraciones de tráfico de hora punta, la salida masiva de puentes, vacaciones, etc.
Los viajes resultan más relajados y gratificantes que otrora. Si es la hora de comer durante los mismos, nos paramos en restaurantes de carretera, donde hay camiones es casi seguro que se come bien, rápido y económico, hemos podido constatar que eso es así y que existe una relación precio calidad y generalmente el servicio es satisfactorio.
Por otra parte nuestros viajes al pueblo, en esta ocasión ahora van acompañados de connotaciones nuevas.
Además de los impulsos que siempre promueven nuestros viajes al pueblo, como pueden ser los vínculos familiares, ahora existe para nosotros, para mi mujer y para mí particularmente, una motivación muy especial, cual es el cambio que estamos dando a nuestra parcela de terreno que hemos dado en llamar, jocosamente: “El Cortijo”.
El nombre le viene dado y heredado de nuestros padres, quienes a su vez heredaron de los suyos y que denominaban así a éste “Emporio” de no más allá de 1000 metros cuadrados.
Ocurre con El Cortijo que está sufriendo una transformación, que nada tiene que ver con el estado original en que se encontraba hace más de dos o tres años.
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Tan solo la ubicación y poco más, sigue siendo la de siempre, pues hasta el acceso, que antes era camino de herraduras, ahora está convertido en caminos vecinales y carretera pavimentada, que son transitadas por infinidad de personas y vehículos a motor, que acampan en casas rurales, camping y fincas adaptadas, que salpican los alrededores de nuestra parcela, ahora transformados en fincas de recreo y ocio.
De tal modo que, aquí empieza la verdadera historia de este relato, en El Cortijo...
Cuentan que un señor del pueblo, que en su juventud tenía oficio de tonelero, fue trasladado a Sevilla por una temporada con el fin de prestar sus servicios a un familiar socio del jefe de la fábrica en la que trabajaba.
Lo cierto es que su traslado se prolongaba en el tiempo y este buen hombre se afincó en la localidad Sevillana de Dos Hermanas. El hombre con sus 25 años, conoció a una chica con la que entabló relaciones con pretensión de matrimonio.
Cuando esta relación comenzaba a ser pública y notoria, la novia muy lista, quiso dejarle claro que nunca abandonaría su pueblo natal. Sin embargo de la noche a la mañana todo cambió, sin aparente motivo que diera lugar a este cambio.
A la novia ya no le parecía tan mal asunto dejar a su familia, su pueblo, sus amistades.
Al parecer el motivo que había propiciado este cambio era que su novio, además de ser un buen profesional de la tonelería, le había hablado en alguna ocasión de un “Cortijo” que poseía, entre otras pertenencias, en su pueblo.
Ella abrió los ojos como platos cuando oyó decirle que poseía un “Cortijo” en Extremadura, estaba dispuesta pues a ir con él al fin del mundo...
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Hubo enlace matrimonial y de vuelta al pueblo, ella quiso conocer de primera mano el “Cortijo”.
Su marido la llevó a conocer lo que en el pueblo se entiende por “Cortijo”: Una pequeña porción de terreno que en otros lugares se llama parcela, con algún que otro árbol frutal y en el mejor de los casos una casilla de piedra, casi siempre destartalada, para guardar los aperos de labranza, la recolección de frutas, hortalizas, etc.
La cara de decepción de la señora al verse en el “cortijo”, era un poema, aunque haciendo de tripas corazón y alarde del gracejo andaluz en semejantes ocasiones ya que de todos es conocido el concepto de “Cortijo”, dijo muy acertadamente: “¿ Pero esto es un Cortijo”... ?, afirmando: “ Esto es un revolcadero, miarma...
Muy a su pesar mantuvo su compromiso, creando una familia y con el discurrir del tiempo fue un matrimonio feliz.
Si he traído aquí esta historieta a colación, es porque tiene mucho que ver con nuestro “Cortijo”.
Le hemos dado en llamar así, respetando la tradición de nuestros padres quienes denominaban así a este lugar, desde el que escribo este relato, que apenas es reconocible debido a las continuas transformaciones a que estamos sometiendo esta herencia de mi mujer, de mis suegros, que en paz descansen.
El “Cortijo” en cuestión, es un parcela de terreno de más o menos un huebra, con árboles frutales, sobre todo perales, algunas parras y eso sí un innumerable montón de piedras amontonadas sobre la primitiva pared y que aquí se le da el nombre de “Majano”.
Pues bien, cuando nos correspondió en el reparto de la herencia, no sabíamos muy bien que hacer con este terreno o “Cortijo”.
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Empezando por la calleja de acceso, que se encontraba totalmente llena de zarzas y malezas, con agua, empantanada cuando llovía. Aunque lo peor eran las paredes que delimitaban la propiedad, apenas inexistentes, derrumbadas, con portillos caídos por el paso del tiempo, con una puerta de entrada señalada tan solo por unas ramas de árbol cruzadas a manera de portilla, para evitar el paso de ganado y preservar la siembra, cuando la había.
Ante semejante panorama, lo más prudente y sensato fue dárselo en usufructo a unos familiares con el fin de que, al menos estuviera limpio y cuidado, pues nosotros vivíamos en Madrid y poco o nada podíamos hacer por revitalizar el “Cortijo”.
Con el paso del tiempo, pudimos comprobar que lejos de cuidarlo y mejorarlo cada día que pasaba tenía peor aspecto y decidimos dárselo a otra persona, en las mismas condiciones, pues este tenía interés en el asunto dado que le parecía muy cerca de la población y le venía bien para meter caballos, sembrar forraje para los mismos, etc.
Un día nos planteamos, que hacer con el “Cortijo”, sabiendo nos costaría Dios y ayuda sacarlo adelante.
Comenzamos a tomarle cariño, a encariñarlo como dice mi mujer, por ser símbolo y recuerdo de nuestros mayores.
Mandamos ararlo, limpiarlo de zarzales y malezas, quedando más aparente e invitándonos a reparar la portilla y tratar de entrar con coche en la parcela.
Rozamos toda la maleza de la calleja, arreglamos la pared e hicimos una puerta de entrada.
Aunque era una difícil tarea, la abordamos con entusiasmo y dispuestos a enfrentarnos con el problema de la restauración.
El tiempo, nos fue dando ilusión y pretensiones de que aquel erial podría convertirse, con esfuerzo, trabajo y dinero en una
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agradable válvula de escape, en la ansiada y soñada parcela con la que todos los habitantes de una gran ciudad sueñan, en el lugar que tienen puestas sus esperanzas e ilusiones de conseguir algún día.
Metidos en harina, pedimos presupuesto para restablecer la pared principal, donde estaría ubicada la puerta de entrada.
Mi mujer diseñó una entrada, palaciega, a la manera de los mesones de La Mancha, aquellas entradas que se vislumbran en los grabados de las Quintas donde paraba D. Quijote.
Decía mi mujer, que ya puestos, había que hacer algo que mereciera la pena, sino más valía dejarlo como estaba.
Siempre tuvimos claro, que nosotros gentes de ciudad, carecíamos de conocimientos agrícolas para pretender cultivar el terreno. Así que estábamos de acuerdo en que sería un lugar de recreo, de vacaciones con nuestros hijos y nieto, un lugar de descanso y relax en nuestra vejez...
Emprendimos las obras que en principio consistían en levantar la pared, arreglar la entrada habilitándola para poder pasar con el coche, mi mujer diseñó un artístico porche con un tejadillo, como quedó dicho anteriormente y de paso (esta frase se convertiría con frecuencia en añadidos a lo pensado) preparamos un trozo de terreno con hormigón para poder aparcar, al menos dos coches.
Comenzamos a frecuentar nuestro particular “Cortijo”, encargamos una placa de cerámica de Talavera con la leyenda: “El Cortijo” y así se llama en la actualidad y en el futuro, espero...
Las visitas se hicieron cada vez más frecuentes, con cualquier pretexto cada vez los viajes resultaban más atractivos, nos llevamos la merienda y en improvisados asientos y mesa, nos sabían los alimentos a gloria, se nos pasaban las horas, el tiempo volando, con frecuencia se nos hacía de noche y teníamos que recurrir a un Camping-gas, por otra parte muy aparente con el entorno.
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Admirábamos el silencio, el frescor, las estrellas. Recuerdo una noche que nos juntamos varias parejas de amigos para contemplar las “Lagrimas de San Lorenzo” que la gente llama lluvia de estrellas y estuvimos tumbados en el suelo sobre unas mantas hasta casi al amanecer.
Todo ello nos fue animando y mi mujer pergeño la idea de construir un merendero-cenador para poder reunir a familiares y amigos de una forma más cómoda.
De nuevo presupuestos, diseños y manos a la obra.
Ella, mi mujer, diseñó el merendero-cenador en consonancia y en el mismo estilo de la entrada, ya de paso ampliamos la zona de aparcamiento, más hormigón, y sin apenas darnos cuenta apareció una maravillosa mesa con bancos alrededor, todo de obra de albañilería y con muy buen gusto, por cierto.
Ahora los sueños se convierten en palpable realidad y aunque llueva, se puede estar tranquilos bajo techo y con dimensiones suficientes para celebrar fiestas con los amigos.
No había transcurrido mucho tiempo y nos empezó a entrar el hormiguillo de embellecer el sitio, sin olvidar la idea de levantar la casilla en ruinas, por el paso del tiempo.
Pero la idea que tenía mi mujer acerca de la casilla, para nada contemplaba la realidad de la misma, ni siquiera su ubicación, pues el diseño para este menester era innovador y además el sitio en la parte opuesta de donde se encontraba esta ruina.
La idea era, continuar con la línea del merendero-cenador y no romper la armonía del conjunto, con lo cual la cosa estaba clara, debería ser del estilo y proporciones de lo ya construido.
Había nacido la idea de levantar “La Casina”...
Nuevas conversaciones con el artista-albañil, que aprobaba nuevamente la idea que ahora aportaba mi mujer y consciente de que lo llevaríamos a la práctica más pronto que tarde.
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El albañil nos veía ilusionados con el nuevo proyecto y lejos de poner “pegas”, muy al contrario nos alentaba diciendo que efectivamente el nuevo proyecto quedaría precioso y acorde con lo ya fabricado.
Todo lo que he relatado hasta el momento en tan corto espacio, parece muy rápido y seguido, pero hizo falta que pasaran los años para que estas ideas fueran cristalizando, para que nuestra ilusión hiciera que ahorráramos lo suficiente para no quedarnos cortos en la ejecución de las obras, que siempre se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan.
Al proyecto inicial de la casina, se le fueron añadiendo cosas.
A medida que veíamos cómo excavaban los cimientos levantaban las paredes, el tejado, etc.
Fuimos añadiendo un gran ventanal con cristaleras y barrotillos, cierre con persiana de acero galvanizado para su protección, chimenea de piedra, puerta de hierro con cristales abatibles y el colmo fue que cuando ya parecía que estaba todo rematado, pensamos dejar la instalación para un futuro, tanto de luz como de agua.
Una vez hecha la instalación del agua, porqué no hacer un pequeño cuarto de baño, que terminó siendo un aseo con todos los servicios.
Ya puestos, el techo solamente entonaba con el diseño si era de madera y así se hizo.
Hubo que levantar un muro de contención en la parte trasera de la “Casina” porque el terreno donde se construyó quedaba por debajo de la línea del vecino colindante, amén de una plataforma de hormigón que cubría toda la superficie de la construcción con el fin de evitar humedades y posibles movimientos del terreno.
Curiosamente, se nos olvidaba algo tan importante como era la evacuación de las aguas fecales, si alguna vez se llegaba a
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utilizar el baño o el fregadero, el albañil nos dijo que lo normal en estos casos era la construcción de un pozo negro, pero nos pareció muy poco ecológico e higiénico y por solidaridad con los vecinos que extraen agua de pozos, decidimos instalar una fosa séptica, lo cual unido a los desmanes y despropósitos del proyecto inicial elevó la cuantía del presupuesto varias veces.
Debo decir, que al final de la obra quedamos encantados.
Solicitamos del Ayuntamiento la instalación de agua corriente y como las cosas de palacio van despacio, al cabo de dos o más años después de una ardua lucha y espera, lo conseguimos.
Para el asunto de la luz, nos conseguimos un grupo electrógeno, con él dimos luz a la casina, el merendero, el entorno del palancar y todo quedó perfecto.
Era entonces el momento adecuado para comenzar con el interior, aunque aún nos quedaba por añadir un fregadero con calentador de gas para agua caliente y su instalación dimos por concluida la parte exterior.
La última fase, realmente fue la construcción del palancar que daría cobijo a media docena de parras que plantaron con la garantía de que se harían, con el paso del tiempo tan grandes, que darían suficiente sombra para guarecer los coches del calor del verano. Inmediatamente después, atacamos la pared que aún quedaba por restaurar que va desde la pared de entrada hasta la casina y nuevamente, de paso, aprovechamos para que nos construyeran una barbacoa de piedra de la misma fábrica que el resto del entorno.
¡Pero dentro de la casina, no había nada...!
Como no queríamos que la casina se convirtiera en el cuarto de los trastos, antes de meter nada en ella, nos lo pensamos bien, también esto formaba parte de nuestras ilusiones
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e ir poniendo las cosas más representativas de nuestras vidas fue durante bastante tiempo nuestro sueño .
En ella guardaríamos nuestros recuerdos más entrañables, cosas de nuestro pasado reciente, que a modo de señales perdurables nos trajeran cada vez que nos dedicáramos a su contemplación, agradables recuerdos, fechas entrañables, viajes, etc.
Yo dije en alguna ocasión, con más o menos fortuna, que en la casina recogería los restos del naufragio de mi vida...
Así que me traje libros, discos, recuerdos con hondo significado, compartidos con mi mujer durante muchos años, y yo mismo.
Quisimos hacer de la casina una prolongación de nuestras casas, no echar en falta nada de lo necesario.
Un buen día, mi cuñado Antonio que tiene una fábrica de muebles, nos sorprendió con un precioso armario, muy aparente para una casa de campo.
Mi mujer se apresuró a colocar en él la vajilla y enseres imprescindibles para ocasiones como reuniones con amigos y familia, mientras yo aprovechaba la parte baja para instalar una modestísima bodega, eso sí, con vinos recomendados por mi amigo Juanito, enólogo de vocación y Príncipe de la Ribera del Duero.
También en otra ocasión, viendo las carencias de la casina, nuevamente mi cuñado procedió a instalarnos una gran mesa de campo, pero cuando digo una gran mesa no exagero en absoluto, pues junto ella pueden sentarse holgadamente hasta doce personas.
Llevamos de nuestra propia casa unos módulos que conformaban un tresillo de cinco plazas, habría que llamarlo por tanto cinquillo, con las hamacas y sillas de terraza quedó bastante bien amueblada la casina, para las funciones que se requieren de pasar un día de campo, no para vivir habitualmente en ella.
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Con posterioridad, acoplamos unos estantes prefabricados, a modo de librería que en la actualidad se encuentran a rebosar de libros, discos, cintas de música, artesanías, etc.
En invierno, se echaba de menos el calor de una lumbre y decidimos poner una estufa, barrigona como las que salen en casi todas las películas del Oeste, funciona con leña y produce muchísimo calor y apenas humo.
En el cortijo ya hemos tenido comidas y cenas con amigos y familia, pero lo más entrañable fue una ocasión en verano, que volvíamos mi mujer y la familia de pasar unos días en Santander, y los hermanos Benito nos sorprendieron, muy agradablemente, con una improvisada instalación eléctrica, con montaje de altavoces para poder escuchar música y todo preparado para una fiesta.
Celébranos una cena, bailamos hasta entrada la madrugada con música de los años sesenta que nos traía recuerdo de otros tiempos vividos en las verbenas del Casino.
Hasta el presente, hemos tenido ya varias comidas y cenas con los amigos, sobre todo en verano que es cuando normalmente coincidimos todos pasando unos días de vacaciones.
Son celebres las mariscadas, llevadas a cabo por Mati, un auténtico maestro en las artes culinarias heredadas de sus familiares vascos con la aportación especial de riquísimos y variados postres de su Industria Panificadora.
Siempre contamos además con la aportación voluntaria del resto de amigos, unos ponen lo que en el momento tienen más a mano ya sean vinos, licores, ensaladas, tortillas, fiambres, embutidos y un largo etc. Que sería prolijo enumerar, lo importante es encontrar motivo para el encuentro y lo demás viene por añadidura.
Así andaban las cosas, todo parecía rematado y llegado a su fin, pero no, el vecino de la finca colindante con la nuestra, nos
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propuso levantar el resto de pared que aún quedaba por restaurar, eliminar el Majano, y los gastos serían a medias.
Esa era una empresa de alto costo y hubo que madurar la idea, se pidieron presupuestos y decidimos acometer la obra. Obra que consistía en desmontar el Majano, traer maquinas excavadoras, camiones para mover la tierra, evacuar el material sobrante y lo más peliagudo era ver por dónde entrarían los camiones en la propiedad.
Tuvimos que pactar con el vecino, familiar de mi mujer, haciéndonos cargo de los gastos que suponía tener que derribar parte de la pared de su finca para acceder a la nuestra, cortar algún árbol, con el compromiso de volver a plantar nuevos y dejar todo cual estaba al principio.
Y de paso, dada la ingente cantidad de piedras que generaba el desmonte del Majano, a mi mujer se le ocurrió que podíamos aprovechar este material para construir otra nueva casina, con el fin de dar desahogo a la primera, que la verdad sea dicha, se encontraba apotecada de cacharros, muebles, aperos, etc. En un totum revolutum, que cada vez nos agobiaba más.
Por tanto nos encontramos ante un nuevo proyecto...
Que si el tejado debería ser de tal o cual manera, dos ventanas grandes, una puerta de entrada de madera como las del Barrio Judío, herrajes de forja, el techo por dentro con vigas de madera vistas, techo amachambrado, que tal, que cual, etc.
La cuestión es que terminamos haciendo otra casina, con chimenea en el suelo y adosada por el exterior para no ocupar espacio en el interior, tejado de tejas envejecidas, salientes de maderas viejas a juego con los dinteles de la puerta y ventanas, suelo de baldosas rústicas y de paso, metimos el agua porque,
¡Quién sabe si algún día haría falta!...
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Total que lo de menos fue eliminar el Majano, aunque reconozco que se ganó bastante terreno, pues en algún sitio estaban ubicados los veinticuatro camiones de piedra que hubieron de evacuarse, teniendo en cuenta el material reservado y empleado en la construcción de la casina y de la totalidad de la pared así como una acera de hormigón que recorre todo el perímetro de la parcela.
Se alisó el terreno, se construyó un parterre con rosales y un pequeño rincón con césped a la vez que mi mujer y yo nos hacíamos la promesa de no invertir más dinero en el cortijo.
Ocurre que ha quedado, francamente bien, el conjunto de entrada, merendero, paredes y las casinas, de piedras vistas, hacen del entorno una agradable sorpresa por la que somos felicitados continuamente por las personas que nos visitan.
Y ahora sí, ahora ya estoy totalmente instalado en el cortijo, tanto en una casina como en la otra, hemos montado todos los cachivaches habidos y por haber: Muebles, enseres, electrodomésticos... Alguien nos ha dicho que no pega ni con cola tanto la cocina, como los electrodomésticos, aparatos de música, microondas, etc.
Pero a nosotros nos da lo mismo lo que digan, porque en definitiva lo que queremos es hacer lo que nos dé la gana
Ahora, cada vez que venimos al pueblo, tenemos una ilusión más, nos gusta leer en el silencio del campo, escuchando el canto de los pájaros y como mucho el quiquiriquí de algún gallo vecino y poco más...
En primavera junto al padrón que atraviesa la finca de norte a sur, a la sombra de un peral, se sueña despierto al susurro del agua del padrón, a veces lo mejor es quedarse en duermevela oyendo el trino de los pájaros, interrumpido por el ladrido del perro que cuida del almacén de butano vecino a nuestra finca.
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Hay otra época del año, la estación de Otoño, en la que la sinfonía de colores en las hojas de los árboles, las diferentes tonalidades de las nubes, el olor a tierra mojada, el sonido que no ruido de los árboles mecidos por el viento, la fina lluvia golpeando los cristales del ventanal tras el que me encuentro escribiendo o leyendo, el crepitar de la leña en la lumbre y mil apreciaciones más, bien valen un viaje de vez en cuando a este remanso de innumerables satisfacciones nada fácil de encontrar en otros lugares.
Sin embargo, no es muchas veces posible, debido a imponderables de la vida, venir con la frecuencia que a uno le gustaría.
Son muchas, todavía las obligaciones unas impuestas otras buscadas, que hacen que las visitas al pueblo sean esporádicas, aunque eso sí, cada vez más dilatadas en los días de estancia.
Uno quisiera pergeñar, un escrito lleno de buen gusto, sensibilidad, curiosidad, esmero y de paso buena literatura; pero mucho me temo que como en otras ocasiones, recaeré en lo simple, en lo cotidiano, en lo personal, en apreciaciones que no dejarán de ser propias y poco más...
¿A quién no le gustaría tener las dotes necesarias para retener prendida la atención del lector en cuyas manos caiga el presente escrito...?
¿Quién no ha soñado en alguna ocasión, ser motivo de atención en tertulias, prensa, radio, televisión, etc. Por haber sacado a la luz un libro con el tirón necesario para este menester...?
Aun corriendo el riesgo de rayar en la pedantería, me atreveré a escribir con todas las consecuencias, cosas que de no quedar escritas, quedarían en el olvido, sería como haber vivido de pasada, inquietudes que uno lleva dentro, pensando puedan servir
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de testimonio, de una determinada persona que tuvo el privilegio de sentirse tentado por esto de la literatura.
Además está también, la nada despreciable situación del pensamiento. Yo creo que mientras el pensamiento se encuentre en activo, entrenado, practicando ejercicios como el de escribir o leer, es difícil llegue la atrofia, la tan temida ancianidad, la vejez, aunque tocándola muy de cerca debido a la edad, que esa si que no perdona y pone a cada cual en su sitio.
En todo caso, ahora que nos ha tocado vivir en el paraíso de los adelantos, de los medios de comunicación, es seguramente cuando uno se siente más sólo, más indefenso, más aburrido, también aunque parezca una incongruencia más incomunicada,
menos comprendida, y haciéndose uno siempre las mismas preguntas incontestables sobre:
El significado de la existencia del hombre en la Tierra en general y de la propia presencia de uno en particular.
¿Tendrá repercusión en el ámbito de la vida, mi paso por este Mundo ?...
¿Habría sido lo mismo el ritmo de la vida sin la existencia de cualquiera de nosotros?...
¿Qué hubiera pasado si en lugar de nacer en tal determinada fecha, hubiera sido otra?...
¿Y si en vez de nacer aquí hubiera nacido en otro sitio?...
¿Y si mi sexo hubiera sido diferente?...
¿Porqué unos nacemos sanos y otro nacen con taras?...
¿Hemos merecido nacer, crecer, morir de tal o cuál determinada manera?
Y como estas mil preguntas, sin respuestas, al menos de una forma personal, son las que yo me hago a diario, y debo confesar que no siempre encuentro respuestas adecuadas, que otra cosa bien distinta es que me satisfagan o no...
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De tal forma que antes de continuar con el presente relato, quiero traer aquí a colación aquellas palabras magistrales, que D. Miguel de Cervantes Saavedra vierte, entre tantas otras, en la inmortal obra de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”:
“Hanse de casar las fábulas mentirosas, con el entendimiento de los que las leyeren, escribiéndose de suerte que, facilitando los imposibles, allanando las grandezas, suspendiendo los ánimos, admiren, suspendan, alborocen y entretengan, de modo que anden a un mismo paso la admiración y la alegría juntas; y todas estas cosas no podría hacer el que huyere de la verosimilitud y de la imitación en quien consiste la perfección de lo que se escribe”
- Capítulo XLVII primera parte de D. Quijote de la Mancha- Editorial Pueyo 1975 Pág.251- ISBN. 84-85.090-13G.-
Por consiguiente, según esta filosofía, trataré de ser coherente con lo que escriba, inventado o no, y teniendo presente que aquellos que se dignen leer estas páginas, sepan y entiendan claramente que no se trata si no de un pasatiempo, que un buen día un individuo quiso dejar plasmado en este relato.
No es nada fácil, por otro lado, descubrirse, desnudarse llaman los cursis, escribir acerca de nuestras propias vivencias, de esa parte ignorada a la vista de los demás, quienes tienen normalmente en casi todos los casos una idea equivocada de nuestra forma de ser y que no deja de ser si no una apreciación subjetiva que a veces ni tan siquiera roza la realidad.
Tendré presente que en el teclado del ordenador, está oculta la obra literaria soñada, al igual que el gran Miguel Ángel descubría y quitaba la parte de roca que sobraba en el bloque que desbrozaba hasta arrancar del corazón de la misma, la gran obra...
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Realmente ahora empiezo a darme cuenta de que no sé por dónde empezar este trabajo que me he propuesto llevar a cabo...
Ahora es cuando se ponen en solfa mis afamados conocimientos, según mi familia, cuando resulta que no sé por dónde meterle mano al asunto.
Así que en tanto me llegue la deseada inspiración, sólo me queda el recurso de escribir a manera de diario, aquello que se me ocurra con el fin de poner en práctica aquella máxima de Plinio el Viejo: “Nulla diae sine línea”..
Estamos seguramente en el peor período del año para esto de la escritura, en Otoño, aunque depende de cómo se mire, porque por no ir más lejos ayer hemos venido al pueblo y debo reconocer que en pocas estaciones del año, por no decir en ninguna otra, se ve el campo con tan infinitos matices de colores como los que se presentan en esta época de Noviembre. Tanto esto es así de cierto, que hemos grabado un pequeño reportaje fotográfico que bien vale la pena.
Ya en Madrid:
Hoy nos ha tocado viajar, ello lleva aparejado que no hemos podido gozar de la presencia, efímera, de nuestro nieto que por lo general casi todos los domingos viene a comer a casa con sus padres a los que vemos sólo de vez en cuando; será el peaje que debemos pagar por vivir en una ciudad cada vez más alejada de los ámbitos familiares.
Ocurre que pertenecemos mi mujer y yo, a un movimiento familiar de carácter salesiano denominado HDB (Hogares de D. Bosco) y formamos parte de una vicaría de promoción de dicho movimiento a nivel de la Inspectoría de Madrid.
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Lo cierto es que junto con otros tres miembros de dicho movimiento, nos desplazamos hasta Valdepeñas, localidad manchega muy próxima a la capital autonómica de Castilla la Mancha, Ciudad Real, y a unos doscientos kilómetros de la capital de Madrid.
Una vez allí, fuimos con un matrimonio que lleva la coordinación del grupo local a comer, y por la tarde tuvimos el encuentro en el que en líneas generales expusimos cuales eran los proyectos, dinámica de las reuniones, objetivos, etc. Qué persigue el movimiento de HDB.
Fuimos muy bien recibidos por parte de las religiosas que ceden el local para este tipo de reuniones, agasajados al propio tiempo con todo tipo de atenciones por parte de los matrimonios comprometidos con nuestro movimiento y de vuelta a casa con los deberes bien hechos y la satisfacción del deber cumplido.
Mi vacío en la cuestión literaria me lleva a sobrepesar, si sería mejor dejar esto de escribir hasta ver si aparece la vena literaria, que dicen todos tenemos en mayor o menor medida, porque me estoy dando cuenta de la necedad de seguir por el camino que he iniciado, de contar cosas de tan poco relieve e importancia, que a nadie excepto al autor pueden interesarle...
Claro que por otra parte tampoco perjudico a nadie, poniendo sobre papel impreso, lo que hasta el presente llevo escrito.
Ello me lleva a reflexionar y admitir, una vez más, que esto de la escritura no es cosa baladí...
Que cuando alguien saca a la luz una obra escrita, por petarda que esta sea, hay en ella al menos una parte de trabajo, ingenio, entrega, dedicación y mil facetas más que solamente pueden ser descubiertas, cuando alguien trate de emular semejante conducta.
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Lo malo es cuando hay quien se atreve a juzgar cualquier trabajo sin antecedentes de lo que significa para el autor parir una obra, sin apreciar el esfuerzo en construir algo que sea al menos sincero, sin ánimo de lograr éxito, fruto de una profunda reflexión, pensado más de mil veces hasta llegar a plasmar sobre el papel dicho trabajo".
Hasta aquí, el último pasaje de estas memorias, por llamarlo de alguna forma, solo me queda la despedida y comentar de forma somera mis últimos cinco años vividos para completar el ciclo de los setenta y cinco.
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Años 75 y los que Dios quiera
En el 2015 se celebra el Bicentenario de Don Bosco, Padre, maestro y amigo
En este contexto, quiero concluir mi relato, que como ya se ha apuntado, de continuar sería repetir lo aquí escrito.
"Nunca lamentes haberte hecho viejo, porque a muchos le ha sido negado este privilegio" (Proverbio irlandés)
Mis últimos años vividos, han sido para relajadamente poder vivir no solamente mis recuerdos, que como se verá no son pocos, también para saborear loa años de vida que puedan quedarme y en ello estamos.
Ya hemos celebrado nuestras bodas de oro como acontecimiento extraordinario, hubo celebraciones en distintos ámbitos de nuestro entorno, en los grupos de Pastoral a la que pertenecemos, en el particular y selecto grupo de amigos, en la Catedral de Madrid, en la televisión en el canal 13Tv, en la fuimos entrevistados mi mujer y yo y cuyo enlace por si algún curioso quiere visionarlo con solo copiar y pegar éste enlace encontrará la entrevista. http://youtu.be/qLscErZo2DQ
Les resultará muy interesante, pues no todos los días se cumplen cincuenta años de matrimonio y mucho menos habiendo pasado por las circunstancias que en este trabajo se exponen.
También en celebraciones familiares y viajes, unos días en Benidorm toda la "familina", después para rememorar nuestro viaje de novios a Zaragoza y como plato muy especial unos días con nuestro hijo Paco en Roma.
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Por todo ello, quiero agradecer de forma muy personal a quienes hayan tenido la paciencia de aguantar este rollo, y ya un poco superado el mismo, deseo acabarlo, aunque dejo un gran espacio en blanco, sobre todo porque si Dios quiere y me concede vivir muchos años más, pienso poder ampliarlo.
Cumplo en esta fecha mis 75 primeros años de mi
Vida...
Y con ello la esperanza de poder seguir cumpliendo, aquellos que el Señor me quiera conceder...
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ESCRITOS PERDIDOS
DEDICATORIA: A PILI CON TODO MI CARIÑO (floren)
Este trabajo surge de la necesidad de tener recogidos todos mis escritos (perdidos)
Algunos doy por perdidos y otros pese a mi intento, no he logrado recuperarlos, qué le vamos a hacer…
RECOPILACIÓN DE AQUELOS ESCRITOS. QUE POR UNA RAZÓN U OTRA (PUBLICACIONES, REVISTAS, ARTÍCULOS, ETC.) ME FUERON SOLICITADOS EN SU DÍA.
He querido mantener el formato original, tanto en el tipo de letra, tamaño etc.…para ser fiel a los originales.
Habrá artículos de índole privado, por lo que este trabajo no debería ver la luz al público.
Quiero dedicarle el presente trabajo a mi mujer, ella lo merece todo, aunque cada vez que editaba cualquier artículo, era la primera en saberlo, yo pulsaba de esta manera su opinión y ya poco me importaba el éxito de la empresa, mi premio consistía en su aprobación; así pues muchas gracias y por esta razón te dedico este asunto, un beso, sabes te quiero mucho y por siempre.
12 de Octubre de 2017 Fiesta de la Virgen del Pilar.
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A MIS HERMANOS CANDELI Y JUAN EN SU 25º ANNIVERSARIO DE BODA
Hoy trinan los vencejos en aleros y tejados de las plazas Amanece Mayo, flores agua, fiesta, ilusiones campanadas…
¡Madre que me caso ¡ siento mucho tener que dejarse sola ¿Quién es él…? No importa que tú te vayas, aún me queda otra…
Él es un mozo, serio, formal, de muy buena planta Trae buena intención, es de origen y destino en Salamanca
Será una boda grande, será una boda deseada Tantos años preparándolo todo, ese día que soñaba…
Ya está a punto el ajuar, ya está limpia y remozada la casa Será día grande para todos, presentes y ausentes, que me aman…
¿Quiénes serán los padrinos…? ¿Quiénes llevarán las arras…? Me llevará del brazo, mi hermano, que hace de padre en casa…
Las arras, mis sobrinos, la madrina será mi cuñada
Canas y arrugas en cabezas y caras, frentes claras, frentes diáfanas
Me acompañarán mis amigos, desde la noche al alba… Bulla, alegría, nervios también ¿Cómo no?, y alguna lágrima Son fruta del día, por la marcha no deseada, pero cercana…
¡Alégrate madre! y cuantos en esta boda nos acompañáis Hoy paso de ser niña a ser mujer, por si me necesitáis…
Y, veinticinco años después, de esta boda acertada Doy gracias a Dios por la felicidad que nos acompaña…
Y, gritar todos juntos, que estamos encantados De este cuarto de siglo, que ya lleváis casados…
Y, este verso 25, lo dedico a quienes sin estar, nos han acompañado…
27 de Mayo de 197327 de Mayo de 1998 Vuestro hermano, Tinín
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A LA IGLESIA DE MI PUEBLO
De entre las murallas de un castillo medieval Te levantas, sobre la cima, recortando el cardinal…
Nieva, llueve, airea, sol y fuertes nubes cruzan tu veleta Nada, nadie te moverá, firme desafías siempre alerta…
Empieza mi vida, al son de tus cantos, campanas y esquilón Mañana fría de invierno, bajo tu amparo, bajo tu protección…
Luego vendrá mi Baño, en el baptisterio y la Confesión De mis desvaríos, de mi deambular por el coro, la sacristía, El campanario, el camposanto, los tejados y la monaguillería…
El glorioso día, en el que invitado de Jesús a su unión Él hecho alimento se convirtió en mi Primera Comunión…
Llegó el día del paso al frente de mi Confirmación, dejando niñez y candor,
Para iniciar nueva vida, ya adulto, dura, difícil y de dolor…
Una mañana esplendida de Agosto, con trinos de mil aves Canícula, invitados, fiesta, alegría, familia y rituales, Acompañaste mis ilusiones, mi futuro, mis medias verdades,
Bendiciendo mi unión, con lazos más que carnales…
Y a tu sombra, como siempre, al pie de los “Cancharrales” Fundé una nueva familia, al amparo de tus bondades…
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¡Quiera Dios, y así se lo pido, que un día todavía lejano! Junto a tus puertas, esta vez llevado, rinda mi último adiós Ante tus murallas, ante tus tejados…
Y, con tu bendición postrera y responsos ente el catafalco, Vuele y pise la Gloria, que para eso fui creado.
Amén
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ACOSO, DERRIBO Y CLAUDICACIÓN
Esta mañana he asistido a la más disimulada agresión a la libertad a que una persona está sujeta de forma permanente, por el hecho de vivir en una gran ciudad.
Fui a comprar el pan y ya en la puerta de la panadería un señor, que a mí no me pareció para nada ciego, a Dios gracias, me asalto con el "gordo para hoy"... coño, nada más salir de casa.
Acto seguido me encuentro con un vecino, que acaloradamente, me pone en el brete de mandarle a hacer puñetas, contándome que él para nada está de acuerdo con los últimos acuerdos que la Comunidad de vecinos ha tomado, ¿Y a mi qué, acaso soy el responsable...?
Más adelante, una señora, eso sí con buena intención, me planta un sello de ayuda contra el cáncer, Joder y mis impuestos para qué sirven, si hay que salir a la calle a mendigar...
No salgo de mi asombro, cuando más adelante a poco más de cincuenta metros veo una mesa, montada al efecto con globitos, carteles, pegatinas y qué sé yo.
Continúo adelante con mi periplo diario y vuelvo a sorprenderme con la presencia de un inmigrante, el pobre qué culpa tendrá, que me tiende maquinalmente "La Farola", ya en el semáforo por el que he de cruzar, casi huyendo de tanto pedigüeño otra persona, esta de etnia Bosnio-Gitana, me ofrece toallitas o pañuelos de papel de un todo a cien.
En pocos metros soy asaltado con propaganda que cada cien metros te ofrecen y tu coges por cortesía, a sabiendas de que mañana, pasado, el otro y el otro volverán a darte, las mismas ofertas de pisos de tres y dos dormitorios, con buena iluminación y eso si para restaurar, gafas graduadas por 29 E, cualquier graduación, comida rápida para llevar y encargos, sofás de dos y tres plazas, con garantía y a pagar en 12 meses, aprenda inglés en
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un mes, vinos de Rioja a precio de costo, y, así hasta trece papeletas de distintos cometidos.
Y calle abajo, adyacente para no caer en más intrusión, encuentro otro ciego que "dando palos de ciego" cabreado con justa razón trata de pasar por entre un amasijo de hierros y bandejas de un andamio que frente a una fachada pretenden montar, con el consiguiente riesgo de que te caiga una pieza en la cabeza pues nada menos que los montadores son extranjeros al parecer por sus palabras del Este.
Ya en territorio más civilizado, al parecer, es decir lo que se denomina Centro, me encuentro con un indigente que mendigaba favor con un letrero con sus correspondientes faltas ortográficas, faltaría más, que padecía entre otras enfermedades un cáncer Terminal, según rezaba el cartel que a sus pies exhibía en su real crudeza, y pedía auxilio para poder comer...
Nuevamente el asalto procedente de otro inmigrante, profesional de La Farola, increíble con la cantidad de periódicos gratuitos que por doquier existen, pretender ganarse la vida de esta forma.
Por fin y para no extenderme más, pues podría llenar varias páginas, la picaresca rayana en el más difícil todavía, me encuentro con una "chica" que pretendía llamar desde una cabina de teléfonos y le faltaban no cuantos céntimos...
Y yo, ignorante de mí, me pregunto... ¿será verdad, que hay tanta indigencia...o por el contrario, habremos vuelto al Siglo de oro, en el que buscavidas, Lazarillos, y juglares han hecho aparición espontánea como hongos...?
Ya de vuelta a mi casa, me encuentro nuevamente con: músicos de la cabra, ciegos que venlas venir, vendedores ambulantes de frutas de dudosa procedencia e incluso locales comerciales regentados por "chinos" que trabajan como tales y que
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a nada que te descuides te la juegan o lo que es lo mismo te la han pegado.
11/05/2006
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Las bodas de oro de Pili y floren
Sabía que esto ocurriría, que me invitaríais a leer un discurso por el evento de hoy.
Dicen aquello de cría fama y échate a dormir...No obstante reconozco que más difícil hablar de uno mismo que de los demás...
Pili y yo, hoy reconocemos una vez más, la suerte de tener familia y amigos como los aquí presente, la familia no se elige paro los amigos sí y estamos encantados en ambos casos.
Queremos aprovechar la ocasión para pedir disculpas por si en alguna ocasión y sin intención alguna, hemos podido ofenderos o algún mal entendido, ajeno a nuestra voluntad, haya podido hacer que os sintierais molestos, hoy es un gran momento para reivindicar nuestra amistad y aseguraros que estamos encantados de haberos conocido.
Cincuenta años de matrimonio, tal y como están las cosas hoy día, es una ocasión propicia para celebrarlo con solemnidad, esperamos sigáis nuestros pasos y podamos celebrar muchos eventos como éste.
Nos preguntaban hace poco en una entrevista de 13TV., que cual era el secreto para lograr semejante, al parecer proeza, y nuestra contestación fue unánime: “(No hay secreto alguno, solamente respeto al otro...)"
Yo siempre digo que una de las claves para mí esta en tener una mujer como Pili, ella siempre se ha conformado con casi nada y esa es la razón de mi permanencia junto a ella, yo apenas soy casi nada...
Pretendemos seguir así hasta que la muerte nos separe, quiera Dios sea por muchos años.
Os queremos dar las gracias por vuestra presencia hoy acompañándonos en las maduras y nos consta que también en las verdes...
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Nunca olvidaremos vuestro apoyo y cariño incondicionales, y el ánimo que en momentos puntuales nos habéis brindado, en el más amplio sentido del término, ha habido alguno aquí presente (él bien lo sabe) que nos ha ofrecido apoyo económico si llegado el caso nos hiciera falta y eso... eso no puede pasarse por alto.
Gracias, gracias, muchas gracias a todos y que nuestra amistad salga hoy reforzada si ello es posible, aún más.
Quiero significar que estas palabras están consensuadas y rubricadas por Pili y alguna de las ideas aquí expuestas son fruto de su personal opinión.
Un abrazo y que siga la fiesta... En Hervás, floren 28 Agosto
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PANEGÍRICO EN EL DÍA DE LA BODAS DE ORO DE D. JOSÉ SÁNCHEZ
Querido D. José:
Cuando mis compañeros de HDB, me encargaron hacer este pequeño homenaje, tan difícil de condensar en tan corto espacio, y que no fuera reiterar lo que aquí ya se ha dicho, muy merecidamente, por parte de otros grupos, no sabía por dónde comenzar.
Con un Currículo tan extenso, como el suyo, parecía fácil pero... ahí estaba la dificultad. Dicen que la inspiración llega trabajando... y
Se me ocurrió empezar así:
Querido, Padre, Maestro y Amigo:
Aquí encontré la respuesta a [o que quiere ser un pequeño, aunque sincero homenaje, en día tan señalado, por parte de nuestro Grupo de Hogares Don Bosco.
Padre,
Por las múltiples caricias que a través de casi 20 años, hemos ido recibiendo por su parte, en forma de consejos, advertencias, ejemplos, hojitas, artículos etc.
Maestro,
Por tantas y tantas lecciones, bien preparadas, subrayados de textos, notas a pie de página, siempre la nota sobresaliente en cada texto que pudiera servirnos de provecho para nuestra formación como grupo de Pastoral Familiar.
Amigo,
Y aquí es donde uno se descubre, ante tanto derroche de amistad hacia nuestro grupo y muy especialmente hacia quien escribe estas líneas.
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Nunca un mal gesto ante las discrepancias, a veces sin razón, y eso que cada día le sometíamos a examen, debo decir que salía airoso con nota sobresaliente.
Siempre puntual a sus citas y a pesar de sus múltiples ocupaciones y obligaciones, tuvo tiempo para estar con nosotros en [as alegrías y también en las penas.
Un buen Pastor, que se preocupó siempre por sus ovejas, y alguna que otra cabra.
De su sabiduría, hemos aprendido tanto, que con sólo recordar alguna de sus enseñanzas, seríamos doctores.
Su insistencia en la Oración diaria, fuente de toda acción apostólica, anteponiéndola a cualquier otra actividad.
Querido D. José, nunca, nunca, le agradeceremos bastante, su dedicación en alma y cuerpo a nuestro grupo, que por ello se siente especialmente privilegiado.
Hoy le pedimos a D. Bosco, Padre, Maestro y Amigo, le mantenga en su servicio, para bien de su Congregación Salesiana y como no, para bien de nuestro grupo.
Como nota final, decir que nuestra participación en este homenaje tal vez se quede, pequeña, pero no olvide que le tenemos siempre presente en nuestro corazón.
Le pedimos Ma. Auxiliadora, nos le conserve para que siga extendiendo su devoción, con detalles como el del calendario de bolsillo, que puntualmente nos hace llegar cada año, amén de su gran gestión en las ADMAS, de la que es su máximo exponente.
En nombre de todos los miembros de nuestro grupo, gracias, muchas gracias y feliz día, en sus bodas de oro.
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CARTAS PARA MI NIETO:
Eran las diez de la noche del día 21 de mayo de 1994...
En la calle había el frenesí habitual de una tarde de primavera, que todos esperaban después de un largo y frío invierno.
Y en una clínica materno- infantil, como ahora se llaman, tenía lugar un acontecimiento que cambiaría no solamente mi vida sino la de toda la familia.
En ese momento, por otra parte esperado durante un largo embarazo, que también la familia, toda, seguimos con especial y singular interés, "dábamos" a luz un niño: Hermoso, guapo, listo, despierto, grande, bueno, como todos los niños para sus familiares.
No obstante este era especialmente todo eso y mucho más, este era la continuidad de dos familias que por otra parte de no haber nacido, se hubieran extinguido para siempre, es decir hubieran pasado sin pena ni gloria.
No era así sin embargo, ya había un heredero, unos decían que sería Salesiano, otros que escritor los más quién sabe...
Yo su abuelo, al cabo de un mes de este acontecimiento, todavía no salgo de mi asombro y cuando le tengo cogido entre mis brazos, que a él le deben de parecer de gigante, no puedo dejar entrever en sus grandes ojitos que una historia empieza donde otra termina.
Esos ojitos como dos pantallitas de televisión en color o como un monitor de ordenador monocromo, vgacolor etc., encierran en sí mismo una cantidad de datos que en su día irán
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apareciendo conformando una nueva Historia que a buen seguro él narrará algún, no muy lejano día con gran proliferación y lujo de detalles.
Hoy, al cabo de cuatro meses tres días y siete horas, me ensimismo contemplando tamaña maravilla y aunque hace unas horas me encontraba contemplando la maravilla del hombre hecha realidad en el "Acueducto de Segovia" no hay ni punto de comparación con lo que supone ver, sentir, conectar, apreciar, percibir el color olor y sabor de este ser, que es mi nieto..
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De de nuevo aquí estoy un día Nueve de Noviembre día de la (Almudena) fiesta religioso-laboral inventada por no se sabe muy bien qué Organismo o Entidad, pero lo cierto es que hoy no se trabaja y aprovechando la "coyuntura" me propongo continuar con este “A modo de cuento”.
Te lo quiero dedicar a tí mi nieto, que ya me reconoces cuando llamo tu atención, que me sonríes cuando te silbo, que me echas más de una mirada tratando de comprender que es lo que quiero decirte cuando susurro a tu oído y tu extrañado no entiendes, aunque si intuyes, que lo que te estoy contando es algo siempre agradable y que trata de serte útil para tu futuro,
Y es que los abuelos tenemos la buena costumbre para con los nietos de, ya desde niños, tratar de ayudarles a abrir los ojos, los oídos y el resto de los sentidos en general, ante la situación que ofrece la vida, cada vez más difícil de soportar y ante la cual hay que ir adoptando de una manera un tanto filosófica la forma de atacarla para luego no ser vapuleado por esta Sociedad que cada vez que se le presenta la oportunidad estruja y aniquila a los seres más débiles, comenzando por los niños y acabando por los mayores, que de todo hay en la viña del Señor...
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Queridísimo nieto, tendrás que acostumbrarte a vivir con situaciones difíciles, con gentes de las que no podrás fiarte, yo suelo decirle a tu padre, mi hijo, que no se fíe ni de nada ni de nadie, con todo siempre habrá alguien dispuesto a echarte una mano en circunstancias extremas, siempre hay un “Ángel de la Guarda” que velará por ti.
Siempre tendrás a tu lado aunque no sea en presencia física, a alguien que desde la distancia, estará pendiente de tus deseos te llevará constantemente en su pensamiento y habrá ocasiones en las que incluso sentirás una fuerza extraña que te hará actuar de una manera casi maquinal movido como por una mano invisible, a obrar, como si de tí no dependiera empero motivado y empujado por esa fuerza sin que puedas explicarte muy bien a que se debe.
Pues bien esa será la razón que me tendrá a mí, a tu abuelo, siempre en vigilante y permanente atención, para si necesitas algo de mí...En tanto, mientras esté presente aquí, no dudes en consultarme, preguntarme, contarme, hacerme cómplice de tus pensamientos de tus preocupaciones etc.
Y por hoy ya basta de sermones un beso...
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De nuevo contigo.
Y quiso tanto Dios a los hombres que un buen día decidió mandar a su Hijo, que era como Él, para que los hombres salieran de tantas calamidades y miserias como se habían creado.
Y quiso Dios que su Hijo naciera pobre e indefenso como un niño cualquiera, seguramente como el más pobre de todos los niños, y de esa forma dar a entender a los hombres que la grandeza está en la humildad, en la carencia de todo, hasta de sabiduría, de cosas, de riquezas, de bienestar de todo cuanto los hombres erróneamente persiguen hasta dar la propia vida por ello llegado el caso, para que tuviéramos un ejemplo a seguir.
Y de esta manera Dios quiso enseñar a los hombres como quería que fueran quienes había hecho a su imagen y semejanza.
Él en todo se hizo tan débil a los ojos de los hombres y tan grande y tan importante a los suyos. “Y vino a los suyos y los suyos no le recibieron”...
Querido Fran esto es lo que celebramos cada vez que llegan estas fechas como las de hoy “Navidad” nacimiento en cada una de nosotros de esos sentimientos que al menos una vez al año tenemos tan palpablemente como ahora, como hoy, en que se nos recuerda que pese a nuestra condición de hombres estamos llamados a ser como nuestro Creador: Dioses, pero en la medida en que entendamos nuestra propia debilidad, nuestras carencias, nuestra humilde condición de hombres... y luchemos porque quienes nos rodean, nuestros semejantes, también lo entiendan así ¿comprendes?...
A lo mejor todavía eres muy pequeñito para entenderlo y necesitas ser más grande para darte cuenta de cuanto te estoy contando aquí, pero como tienes toda la vida por delante, ya tendrás tiempo de ponerte al corriente, por hoy nada más un besote del abuelito.
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¡Hola Fran!:
Aquí me tienes otra vez de nuevo para ponerte eso que hemos dado en llamar: “Cosas del abuelo”, que no quieren ser más que un testimonio de lo mucho que te quiero y que te queremos todos los de fuera y los de dentro de casa.
Hoy es el último día del año, bueno de este año porque días de fin de año solamente hay uno cada año.
En todo caso éste nos ha tocado vivirlo a nosotros, a tí y a nosotros, por tanto es nuestro fin de año uno más y tu primer fin de año que eso sí tiene algo de importante, seguramente todo lo que se vive por primera vez es siempre importante, es por ello que quiero dejarte aquí esta reseña de tal día como hoy.
Yo ya he vivido nada menos que 54 fines de año y si quieres que te diga me han parecido todos poco más o menos es decir un día como otro cualquiera, la gente se viste de una manera especial este día y se comporta también de una manera especial y la verdad no entiendo porqué, según mi criterio todos los días son tan importantes o tan poca cosa unos como otros, son como hojas de un libro cada una de ellas por sí solas, poco dicen, sin embargo juntas pueden contarnos una hermosa historia.
De todas maneras, es una fecha importante se cierra un ciclo de vivencias y la verdad este año que hoy termina ha sido para mí y para toda nuestra familia un año lleno de grandes acontecimientos, porque han sucedido cosas tan importantes como: Tu nacimiento nada menos y la ordenación de tío Paquito que va para ser un sacerdote importante, buena prueba de ello es que en estos momentos se encuentra en la cuna de la intelectualidad religiosa es decir en Roma, donde si no sabía algo allí lo podrá aprender, algo que dudo, pero bueno allí está.
Luego vino la gran Epopeya del viaje a Tierra Santa de abuelita, tío Paquito y yo, algo inolvidable por mucho tiempo que pase, donde tuvimos unas vivencias que para los que como
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nosotros tenemos fe, fueron momentos inolvidables visitando: Belem, Nazaret, Jerusalén, Cafarnaún, etc. Y sobre todo las sobrecogedoras aguas del lago de Genesaret, Jordán, donde pescaba San Pedro, donde predicaba Jesús etc.
Por último y volviendo a las buenas cosa del año que hoy se nos va, hemos tenido la oportunidad de cambiar de coche, por otro mejor, claro.
Y tú dirás que para qué y a cuento de qué te enumero aquí todas estas bobadas, pues bien, puedo decirte que éstas son las cosas, como verás, para nosotros importantes, puede que a ti te parezcan banalidades y puede que hasta tengas mucha razón, tanto que a veces me pregunto cuán estúpidos somos que nos afanamos durante toda ésta vida en cosas tan tribales como las que te he contado aquí.
En todo caso te deseo que seas muy feliz hoy y siempre sobre todo que este Año Nuevo que representan como a un niño tan pequeño como tú, te traiga buenas cosas, agradables momentos, suerte de la buena, y que sigas teniendo a tu lado gentes que te quieran, al menos como yo...
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Hoy ya es Año Nuevo.
Suele decirse: “Año Nuevo, vida nueva” algo que nadie hace, sino como un lejano propósito, es decir mañana que es día laborable la gente volverá a sus pequeñas o grandes miserias pese a que es un nuevo año, un nuevo volver a empezar y es que para cambiar de vida y poner en práctica los buenos propósitos no es necesario que sea ni principio ni mitad ni fin de año, lo que hay que tener es buena voluntad y un firme propósito de ser cada día mejores, en el trato con los demás y hasta con uno mismo.
Por eso Fran, si me permites te daré un consejo practico, nunca pienses que porque la fuerza de la costumbre, se hable o piense e incluso imponga una ley, por eso, va a cambiar en algo el comportamiento de la humanidad o el clima o el cambio de los ciclos o el discurrir de los ríos etc.
Ni hablar, cambiará eso y mucho más, en la medida en que nosotros habitantes de esta tierra, nos propongamos cambiar y adaptarnos a las circunstancias que nos marquen tales potencias.
Bueno Fran hemos estado aquí, en Madrid, este fin de año y principio del otro o sea Noche Vieja de 1994 y día primero de 1995, en tu casa que fue la nuestra hace ya algunos años, lo hemos pasado en compañía de tus abuelos de Alemania Paco y Mary Luz, con tus padres y con el recuerdo de muchos de nuestros familiares, tío Paquito, tía Nenuca, tía Dori, tía Candeli-Juan, tía Pepa, tío Antonio-Eva, primos y un sin fin de amigos y conocidos que en tal noche como la pasada sin duda han tenido un recuerdo para nosotros y muy especialmente para ti, que eres el centro de la casa y de la familia que eres lo mejor que nos ha pasado en este año que se acaba y que en este otro que comienza esperamos verte crecer y gozar por mucho tiempo, todo el que Dios quiera, de ti y así dar gracias al creador por hacernos además de otros muchos el regalo de tu existencia.
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Hola Fran, hoy ya es otro día de los muchos que han transcurrido desde la última vez que estuve pasando un rato contigo.
Hoy es 28 de Abril, son ahora las tres y media de la tarde, estamos aquí, en tu casa, porque tus papás han ido a buscarnos nada menos que para llevarnos al aeropuerto porque nos vamos a Roma a ver a tío Paquito que hace un montón de meses que no le vemos el pelo, pues desde que le dejamos en Roma, a la vuelta del viaje a Tierra Santa, allá por el mes de Agosto, no hemos vuelto a verle, bien es verdad que tenemos un permanente contacto con él mediante faxes, teléfono, cartas etc.
Lo que pasa es que tío Paquito, cuando tiene lo que para los demás son vacaciones, él se va a los sitios o bien de charlas, ejercicios o para practicar idiomas, por ejemplo estas navidades estuvo en un pueblo cerca de Austria en la frontera con Italia y en el próximo verano tiene previsto irse a Alemania para perfeccionar el idioma, que ya domina bastante bien.
Por esta razón, aquí nos tienes a punto de partir, en cuanto vengan tus papis, y con la alegría de saber que tío Paquito ya nos está esperando allí.
Ya hemos hablado y estará en el aeropuerto de Fiumichino (Roma) con otro compañero suyo y con un coche para llevarnos a su residencia y estar unos días, que aquí son de fiesta, con él.
Tenemos previsto según nos ha contado ir a Pompeya, que es una ciudad histórica, que un buen día hace un montón de siglos quedó arrasada por la explosión volcánica de uno de los volcanes más famosos del mundo el Vesubio, famoso tristemente por las calamidades que trajo sobre los habitantes del lugar.
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Vosotros os iréis al pueblo y así haréis un poco de compañía a tía Dori que la pobre desde que murió tía Pepa se ha quedado bastante solita, así que le vendréis de maravilla si la hacéis unas visitas, ya lo creo que lo haréis...
Allí está también el coquito, que le llevamos hace unos días para que en nuestra ausencia se ocupara tía Dori de él, así que le das muchos recuerdos de nuestra parte y también cuando bajéis por el Barrio Judío os tomáis un chatito de ponche de nuestra parte y cuando vayáis al Santísimo Cristo de la Salud le pedís que nos dé un buen viaje de ida y de vuelta de esta aventura que hoy iniciamos abuelita y yo.
Y bueno yo te cuento todas estas cositas para que te distraigas con ellas cuando las leas y sepas más o menos cómo éramos tus abuelitos, que una vez más te queremos hacer constar nuestro gran cariño hacia ti.
Un beso y hasta la próxima ocasión en la que vuelva a coger el hilo de este relato...
Hoy es un gran día, es nada más y nada menos que tu primer cumpleaños, el primero, que no es paja, el auténtico, porque luego vendrán otros pero este es el más importante el único, ojalá que cumplas muchos más...
Y que cada vez que cumplas uno te acuerdes de nosotros tus abuelitos, que siempre estaremos presentes en tus cosas, en tus cumpleaños, vigilantes para que nada malo te ocurra y siempre pendientes de tus necesidades, de tal manera que habrá veces en que no entenderás porqué te ocurren cosas, como nos sucede ahora a nosotros, y es porque hay alguien que se ocupa de nosotros. Siempre, siempre, siempre...
Hemos estado recientemente con el tío Paquito, nos ha servido de satisfacción comprobar que él también está presente
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siempre con nosotros, entre nosotros, con nuestras ilusiones, participando de nuestras cosas de tal manera que cuando le llevamos un vídeo en el que salías tu, le hicimos el mejor regalo que jamás hubiéramos pensado, porque está en perfecta sintonía con nosotros, contigo.
Bueno mi niño, que Dios te bendiga siempre, que te dé muchísimos años de vida, que seas siempre tan feliz como ahora y que tengas siempre a tu lado el amor que ahora tienes, el de tus papis y el de todos los que te queremos hasta el extremo, un besote muy grande y
¡QUE SEAS MUY FELIZZZZ. Besos, el abuelito.
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Bueno mi querido Fran, desde la última vez que tuve la ocasión de pasar un ratito contigo, ya ha pasado mucho tiempo y también muchas cosas.
Hoy es el día uno de Enero de 1996, Año Nuevo, para mi ya no tan nuevo, un año más, como todos ... pero eso sí, con el aliciente de verte crecer cada día, de oírte hablar con esa lengua de oro, con ese pico de oro, como el del tío Paquito, que también tiene un pico de oro, como pudiste comprobar ayer en la Homilía de la Iglesia de los Salesianos en Estrecho, aunque tu todavía no puedas entender una lección de Teología como la que nos dio ayer...
Aquí hemos venido a tu casita invitados por tus papis a comer hoy que es el primer día del año, no se puede empezar mejor un año que pasándolo con la familia al igual que la despedida que tuvimos anoche, en nuestra casa donde tomamos las doce uvas de la suerte, compartimos una cena familiar, preparada con esmero por abuelita, con un menú digno de reyes.
También abrimos los regalos que nos había traído papá Noel, o los Reyes Magos o quien sea, lo cierto es que tuvimos regalitos todos los miembros de la familia, de ambas familias pues también estaban allí tus abuelitos Paco y Mariluz, así como el tío Paquito, que está pasando con nosotros unos días de vacaciones y el próximo día siete u ocho se vuelve de nuevo a Roma, hasta que después de otro periodo largo, que a abuelita Pili y a mi se nos hace eterno, volvamos a tenerle entre nosotros.
Y ya no te digo, más cosa por hoy, solamente desearte que sigas siendo un niño muy feliz, que sigas creciendo en edad, sabiduría y que seas una persona honorable ante Dios y ante los hombres...
Un besazo de abuelo.
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Queridísimo nieto: Hace ya mucho tiempo que no te ponía nada en este ordenador, que dice tu padre que es de la época del Pleistoceno o Jurásico, que tanto da ... y mira por dónde hoy he venido para gestionar unos asuntos en la empresa catalana, polaca, dónde yo estuve trabajando durante la mayor parte de mi vida, y la mejor parte de ella, pues pasé toda mi juventud en ella... ¡ que se le va a hacer así es la vida...!
Bueno a lo que íbamos, la cuestión es que he coincidido en tu casa y aprovecho para ponerte aquí, como siempre unas cosas sin otro ánimo que no sea hacerte pasar un ratito, pues aquí me tienes.
Ya tienes nada más y nada menos que dos años, hablas mucho y reconoces cuánto te rodea, eres un niño muy listo, bueno y lo más importante eres muy cariñoso, lo cual los abuelos agradecemos mucho, sobre todo cuando nos das un besito y nos dices: "Mucho, mucho, mucho"...
Es entonces cuando se nos hace la boca agua. Nosotros también te queremos mucho, mucho, mucho... nunca sabrás hasta que punto.
Hace un momento estábamos la abuela y yo en el cuartito de estar, y recordábamos cuando tu papá y tío Paquito eran pequeños y en el mismo sitio dónde tu ahora dormías ellos también se durmieron hace tan solo TREINTA Y TANTOS AÑOS... o sea ayer...
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Queridísimo Fran:
Hoy te escribo desde Hervás, es día seis de Junio de 1.997.
Hemos venido abuelita y yo a una boda, el tiempo está, para ser estas fechas, un poco alterado y tan pronto llueve como hace un sol espléndido.
Hemos traído el ordenador al pueblo porqué tu papá se ha comprado uno nuevo y el que teníais en casa hemos decidido instalarle aquí.
Así cada vez que vengamos, que a lo largo del año son varias, podremos escribir nuestras impresiones y hablar como hoy por ejemplo de lo bonito que baja el río con tanto llover y de como “Pinajarro” no se ha quitado hoy el gorro en todo el día lo que significa que va a estar hoy el tiempo un tanto especial.
Ahora hemos venido abuela y yo del “Cortijo” está espléndido de verde, tanto que no hemos podido pasar con el coche, los árboles están cargados de fruta y he cortado una ramita de cerezas para llevártela a Madrid mañana, tiene más cerezas que hojas.
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Hola Fran:
Hoy nos encontramos de nuevo en el pueblo, con motivo de la despedida de tío Paquito de la familia, que se va de nuevo para las Alemanias y las Itálias, hasta sabe Dios cuánto, o sea una eternidad.
Estamos a treinta de Junio y es la fiesta de San Pedro y San Pablo, pero además hay un añadido digno de resaltar, se celebra un acontecimiento local de mucho relieve y yo diría que de mucha categoría, cual es que hay unas jornadas relacionadas con los judíos, más bien con el Barrio Judío del pueblo.
Es de resaltar los acontecimientos que están teniendo lugar en estos días, en el que parece que todo el pueblo haya sufrido una transformación a todos los niveles.
En lo cultural, con representaciones de obras relacionadas con la expulsión de los judíos de España, que ocurrió hace nada más y nada menos que quinientos años, y representado con grandísima dignidad por las gentes del pueblo, en la Plaza de Toros, como un autentico Auto Sacramental del Siglo XV.
Y no digamos de los demás acontecimientos, como por ejemplo las actividades que se están llevando a cabo en el propio Bº Judío, todos los artesanos, comerciantes, artistas, de los gremios de madera, tejedores, bataneros, mercachifes, funcionarios de la gestión pública, prestamistas, correveidiles, etc. se han dado cita en las calles del rabilero con sabor sin igual, como si realmente se hubiera detenido el tiempo en un compás de espera para que los habitantes de Hervás, gusten del sabor que la pátina del tiempo no ha logrado borrar.
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Hola Fran:
Hoy es 12 de Julio y hemos venido la abuela y yo al pueblo casi maquinalmente, por inercia, por costumbre, porque no tenemos apenas recursos para hacer que un fin de semana sea diferente, por incompatibilidades etc. algún día lo comprenderás, cuando te veas obligado, como mal menor a tener que hacer cosas en contra de tu voluntad. ¿Que a qué viene todo este preámbulo? Pues viene a que cuando las cosas no tienen o se hacen en consenso, pasa como hoy que mientras la abuela estaba haciendo sus gestiones, yo estaba haciendo las mías, cuando lo coherente en estos casos es realizarlas al unísono y no cada uno por su lado.
Así que he llegado a casa a las tres y media y no he encontrado otra cosa mejor que ponerme a charlar un rato contigo.
Hoy es un día un tanto trágico, han secuestrado los hijoputas de la ETA, que mejor es que nunca sepas quienes son o fueron, a un señor pobre funcionario, joven y amenazan con matarle si se hace caso de sus reivindicaciones.
En estos momentos o casi dentro de diez minutos se acaba el plazo que han dado como ultimátum, que consiste en que si no reagrupan a todos los presos de su banda armada en el País Vasco, ejecutarán la sentencia propuesta.-
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Queridísimo nieto:
Hoy ya domingo trece de julio, son las nueve de la mañana y nos disponemos a volver a Madrid.
Como siempre, anoche estuvimos por ahí con los amigos y hoy necesitamos llegar lo antes posible a Madrid para esta tarde recuperarnos un poco con una buena siesta.
Ahora vamos a ir al "Cortijo" a por unas peras que por lo visto hay muchísimas y luego a despedirnos de tía Dori, etc. Total que cuando queramos salir serán las once de la mañana, también como siempre.
Decirte que la banda asesina ETA llevó a cabo su amenaza, si bien quedaron malheridos, al pobre secuestrado y no se sabe si los médicos podrán salvar su vida.
En fin toda una lección de intolerancia y fanatismo político, que ha llevado a estos asesinos a estas tristes consecuencias, hoy todos nos sentimos amenazados, pero no podemos caer en la tentación de devolverles su propia medicina sino de demostrarles de qué somos capaces una Sociedad Democrática a la que pertenecemos la inmensa mayoría.
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! Hola ¡Queridísimo nieto:
Hoy estamos a 27 de Julio de 1997. Ya ves que poco tiempo hemos tardado en volver al pueblo, es que hace un calor grandísimo en Madrid y aquí al menos por las noches refresca y se está muy a gusto.
Hemos venido la abuela y yo solos, como casi siempre, vosotros aunque tenéis vacaciones habéis preferido quedaros en Madrid, entre otras razones porque a tu mamá le ha salido una pequeña erupción en un pie y le cuesta trabajo andar etc.
Como siempre una vez que estamos aquí unas horas tampoco se nos ocurren muchas cosas que llevar a cabo, vamos a dar una vuelta al cortijo, realizamos cosas en el coche, como es arreglar el fondo del maletero que lo tenemos hundido, por cierto esta semana nos han abierto el maletero en el garaje, que es el colmo, y nos han robado la rueda de repuesto, consecuencia final hemos tenido que poner dos ruedas nuevas una alarma y aprovechar para pasar la revisión cambio de aceite, filtros etc. al final 100.000 Ptas. de vellón. Sin haberlo comido ni bebido.
Pero que por qué te cuento estas cosas de tan poco interés, ya ves que poco da de sí mi imaginación, lo que ocurre es que tanto abuela como yo estamos siempre hablando de ti y esta también es a mi manera una forma de estar contigo.
Hemos tenido frecuentes llamadas y hablado con tío Paquito, que se encuentra en un Monasterio Benedictino en Alemania, estará hasta el próximo Septiembre y luego volverá a Roma para continuar sus estudios del Doctorado, ya le va quedando menos para cuando termine volver a estar entre nosotros en Madrid, en tanto procuraremos la abuela y yo ir a verle en alguna ocasión y así tanto a él como a nosotros se nos va haciendo más llevadera su ausencia.
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28 de Agosto de 1997.
Queridísimo Fran: Efectivamente la abuela y yo hemos hecho un bonito viaje de vacaciones, cuyo objetivo principal era ver a tío Paquito unos días.
Así pues, nos inscribimos en un viaje que tenía un recorrido en el cual se acercaba bastante del lugar donde se encuentra él, tío Paquito, y sin pensarlo dos veces nos fuimos.
Se trataba de una gira de diez días de duración y que comenzaba en Madrid, se comía en Zaragoza se iba a dormir a Barcelona y así concluía en primer día, naturalmente durante el viaje se iban haciendo nuevas amistades, en Zaragoza por ejemplo además de parar a comer visitamos la basílica del Pilar además de ser la patrona de la ciudad, por aquello de que abuela se llama o está acogida a esa advocación y le pedimos que tanto a ti como a los papás os cuidara en vuestro viaje a Roquetas de Mar, ¿ por cierto sabes cómo llamas tu a ese lugar?... Pues, Croquetas de Mar, ja, ja .
Luego en Barcelona fuimos la abuela y yo a cenar al Puerto en un lugar que llaman "Maremágnum" que como su nombre indica estaba lleno de un mar de gentes, de establecimientos y chiringuitos de todo tipo tanto comerciales como bares, restaurantes etc.
El segundo día, nos levantamos tempranito, por cierto nos daba pena abandonar el Hotel que era nada menos que de cinco estrellas, es decir de la máxima categoría dentro de este tipo de establecimientos.
Nos dirigíamos ya hacia la frontera con Francia, haciendo alguna que otra paradita para que se incorporaran otras personas de por aquellos parajes.
Ya en tierras francesas, en Nimes concretamente, habiendo antes efectuado el cambio de divisas para tener dinerito en los distintos países que íbamos a visitar, paramos a comer.
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No tenía mucho interés para la abuela y para mi aquella ciudad pues el hecho de ser ciudad de transito nos había permitido ya conocerla en más de una ocasión y además algo más a fondo que en esta ocasión.
Apenas nos dieron un paseo en el autobús por los sitios más representativos como por un Circo Romano, hoy dedicado a plaza de toros, una pequeña Iglesia-Catedral y un monumento de tiempo de los romanos y que tenía toda la apariencia de ser un templo griego.
Ya por la tarde y después de una buena tupa de kilómetros, nos adentramos en la ciudad francesa de Niza, en la Riviera Francesa o lo que llaman la Costa Azul, allí dormimos y estaba la población tan lejos del Hotel que como última alternativa, dimos una vuelta por el cercano Aeropuerto y a dormir.
Tercer día de viaje: Nuestro objetivo era adentrarnos en tierras austríacas, pero de paso visitar las ciudades a nuestro paso, así que nos dirigimos hacia Italia y concretamente a Milán, allí estuvimos visitando la espléndida catedral con miles de agujas de alturas inimaginables con cientos de imágenes y en el centro en la aguja más alta del estilo gótico más puro, estaba una imagen de la Virgen que llaman los italianos la Manonina.
Después de comer, por cierto regular tirando a mal, nos metimos de postre un montón de kilómetros hasta llegar a Venecia, bueno a sus proximidades, porque al igual que en Niza el Hotel estaba en una localidad cercana llamada Mestre.
Pero eso sí nos pusimos de acuerdo un grupito y nos fuimos a visitar la ciudad de los canales. El vaporeto, las góndolas, la música en la plaza de San Marcos, la ciudad toda, nos hicieron olvidar los agobios y malestares del propio viaje, que no ha sido precisamente muy cómodo por culpa del autocar, que era un tanto corriente para un viaje de esta naturaleza.
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Al siguiente día, creo que ya era el cuarto, dejamos Italia y rozando la frontera Yugoslava, entramos en tierras Austríacas, aquí ya durante todo el viaje no salíamos de nuestro asombro con la frondosidad de la vegetación: Kilómetros de tierras labradas, grandes extensiones de cultivos y viñedos, agua por todos sitios, grandes canalizaciones y sobre todo unas montañas increíbles como son los Alpes.
Bosques enormes en extensiones jamás vistas, filas de árboles caminando hacia el cielo derechos como mástiles de barcos y en cantidades ingentes.
La primera ciudad de corte Austríaco en la que paramos a comer fue: Klagenfurt, tal vez no se escriba así, pero al menos así se pronuncia.
Allí hicimos lo que llamaban una parada técnica que consistía en dar una visita rápida a la ciudad para tener una idea, aunque superficial, comer y vuelta al autobús.
Esa ciudad ya era novedosa tanto para la abuela como para mí, ya tenía ese aire de la Europa avanzada que tanto añoramos los españoles, las calles limpias, poco tráfico, poco ruido y sobre todo una cantidad de flores y adornos como nunca podíamos imaginar, las fotografías y videos dan buena fe de ello.
Después de comer nos dirigíamos hacia una de las principales ciudades objetivo de nuestro viaje, además de ver a tío Paquito que era lo más importante.
Llegamos a Viena, dónde además teníamos concertada una visita general a la ciudad con un guía local.
Después de asearnos y dejar las cosas en el Hotel fuimos recorriendo la ciudad, unas veces a pie, otras en el autobús del viaje contemplando los maravillosos e innumerables jardines y palacios, grabando y fotografiando todo que queríamos que en el pequeño
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espacio de tiempo del que disponíamos quedara en nuestra memoria para siempre.
Fue realmente impresionante la ciudad de los grandes palacios, hermosos jardines y cuna del Vals.
Hablando del Vals, al día siguiente después de estar todo el día pateando literalmente la ciudad, asistimos a una representación de Valses Vieneses en los jardines de uno de los muchos palacios imperiales de la ciudad, nos obsequiaron con champán y la abuela y yo vivimos unos momentos inolvidables, sintiéndonos intrusos en los palacios de los tiempos de la Emperatriz Sisi...
Por la noche para colmo y remate, nos fuimos a cenar a un pueblito cerca de la ciudad, típicamente Tirolesa, con cientos de tabernas típicas donde comimos, bailamos y cantamos hasta bien entrada la noche, un lujo de fantasía para todos los asistentes.
Nuevo día y ya sí que definitivo para nosotros, pues nos íbamos a ver por fin con tío Paquito.
Primero fuimos Salzburgo, cuna de Mozart, allí pudimos también apreciar la grandeza del Imperio Austro-Húngaro.
Más palacios, mas jardines, más turistas también, monumentos, teatros de ópera, ambiente típico tirolés en todas sus vertientes pero un sello especial y característico el de Mozart, recordado y representado por todos sitios, la avenida principal llena de recuerdos conmemorativos siempre alusivos a Mozart.
Por cierto allí te compramos un chalequito austríaco y también un paraguas para la prima Elena, que nos ha cuidado del coquito durante estos días, además de los famosos huevos de chocolate de la ciudad de Mozart.
Pero nuestro corazón ardía en deseos de ver a tío Paquito, que al día siguiente ya se materializaba en Innsbruck, dónde además de ser el sitio más próximo con el lugar de Alemania donde él se encontraba, estaríamos para nuestra suerte dos días.
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Así que pasamos todo el día entre lagos y paisajes tiroleses, maravillosas vistas, montañas, grandes praderas, bosques y paradas en lugares paradisíacos que la abuela con la cámara de vídeo y yo con la de fotos queríamos traernos para España.
Y llegamos a Innsbruck, y estaba allí esperando pacientemente en el Hotel tío Paquito nuestro retraso de más de dos horas y llegaron los efusivos besos y abrazos, el emocionante encuentro tan deseado, y se incorporó a nuestra excursión y nos cambió la cara a la abuela y a mi y cenamos juntos y se quedó en el Hotel con nosotros y nos contamos todas nuestras cosas y no teníamos en cuenta el marco tan maravilloso de la ciudad y la recorrimos esa noche y todo el día siguiente y desayunamos, comimos, paseamos, visitamos iglesias, fuimos a misa, volvimos a cenar y a dormir y todo pasó en un verbo y...
Llegó el día siguiente y fue la despedida y ya no había tanta alegría en nuestros rostros y nuestro corazón se metió en un puño y la abuela no pudo contener las lágrimas y el autobús siguió su recorrido y nosotros con él y volvimos a distanciarnos de tío Paquito aunque le llamábamos con frecuencia y volvimos a sentir su ausencia como la vuestra, como la tuya y de tus papás y ya teníamos ganas de volver a veros a todos y llegamos a pasar por uno de los países más pequeños que existen: Linchestein y paramos, comimos, compramos recuerdos, hicimos fotografías y vídeo, pero ya no era lo mismo...
Llegamos a Ginebra capital Suiza y fin de nuestro viaje, la abuela y yo ya habíamos estado en otra ocasión, apenas tenía interés, dormimos allí y por la mañana la recorrimos un grupo que volvíamos en avión a Madrid y compramos y fotografiamos y grabamos todo y la abuela me regaló un reloj que es lo más representativo de la industria de allí.
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Después de comer, nos fuimos al aeropuerto, embarcamos y a las dos horas más o menos... allí estabas tu... y tus papás en Barajas, volvió a ser todo otra vez alegría, todo como antes.
No volvimos a sentirnos solos. Nos invitasteis a cenar en vuestra casita, como dices tú, nos enseñaste los juguetes y volvimos a ser felices.
Al día siguiente la abuela y yo nos vinimos al pueblo y es donde ahora te estoy contando estas cositas un beso y hasta otra.
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Hola mí querido nieto:
Hoy estamos a 14 de Septiembre, hemos venido la abuela y yo al primer día de las fiestas del Smº. Cristo de la Salud, patrono de Hervás, llegamos anoche a eso de la una y media de la madrugada, por que veníamos de una boda de un pueblo de Segovia, llamado Sotos Albos.
Fue una boda del hijo de unos amigos del grupo de HDB, que son arquitectos tanto el novio como la novia y habían elegido una pequeña Iglesia Románica que todavía conservaba parte del esplendor que otrora tuviera, luego de la ceremonia de boda, nos llevaron a un típico Mesón Castellano, donde fuimos agasajados como requería la ocasión.
Aunque no estaba en nuestro programa el venir al pueblo después de haber realizado este verano un maravilloso viaje por toda Austria, Alemania e Italia y sobre todo haber tenido la ocasión de pasar dos días con tío Paquito en Innsbruck, nos tira tanto el pueblo, sus tradiciones y sobre todo estamos tan agradecidos al Smº. Cristo, que nos pareció bien a los dos venir a rendirle homenaje el día de su fiesta.
Bien es verdad que a estas alturas ya van pesando los años y los kilómetros también.
Pero el hecho es que estamos aquí, anoche nada más llegar, nos dimos un paseo por la Corredera, había verbena, fuegos artificiales, puestos de feria y todo el gentío venido de los sitios más remotos, pues en estas Fiestas suelen acudir hijos del pueblo que llevan mucho tiempo fuera del pueblo y las familias pasan unos días muy felices.
Nosotros nada más llegar a la corredera vimos a tita Cande y tío Juan y a varios de los amigos de los que yo llamo de plantilla.
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A eso de las dos y media nos vinimos a reponer fuerza y aquí me tienes cuando son las nueve de la mañana dispuesto a narrarte mi habitual crónica.
Hoy no estaremos mucho tiempo, pues hemos de irnos para Madrid, ya que mañana tu empiezas a ir al cole, con tu papá y tu mamá y nosotros queremos estar también cumpliendo nuestras obligaciones.
Por ejemplo la abuela se ha apuntado a un curso de pintura, yo he de estar al pie del cañón en la tienda de donde sacamos el dinero suficiente para nuestra subsistencia, y eso que ahora las cosas no andan muy boyantes, precisamente, razón por la que hay que demostrar más interés aun si cabe.
También nos van a poner el suelo del dormitorio principal de madera y hemos de estar allí, luego tío Antonio nos llevará unos muebles, preciosos, para el nuevo dormitorio y así va la vida, con estas pequeñas y no tan pequeñas cosas que conforman nuestro diario discurrir.
Ahora cuando hayamos desayunado, nos iremos a la ermita del Smº. Cristo donde se da cita todo el pueblo, este año no ha podido ser, pero es muy probable que en alguna ocasión tío Paquito predique los tres días principales de estas fiestas.
Hay una misa solemne, cantada por el Coro de las chicas y chicos del pueblo y dirigidos por doña Trini una virtuosísima de la música, con muy reconocidos méritos.
Allí nos encontraremos con los amigos, los íntimos, recorreremos los diferentes puestos de bebidas, chozos, tomaremos el típico ponche, con bacalao y peces y disfrutaremos del día aunque climatológicamente está un tanto inestable, amenazante de lluvia, ahora mismo desde aquí veo a Pinajarro cubierto con el gorro, como se dice aquí cuanto se encuentra con nubes...
Y bueno mi Rey, esto es todo, como verás cosas del abuelo...
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Hola, queridísimo nieto:
Hoy estamos a 18 de Octubre, hemos venido ayer tarde y llegamos a eso de las diez, por tanto hemos dormido aquí esta noche y ahora son las nueve del sábado.
Nada más levantarme me he puesto a escribirte mis cositas como siempre, sin orden ni concierto, pero eso sí, salidas del corazón.
El motivo por el que hemos venido hoy precisamente, además de los de siempre de ver a la familia es que nos han invitado, como en otras ocasiones, los dueños de Hervás Piel. que son amigos nuestros desde nuestra juventud, para que podamos presenciar un desfile de modelos de las prendas que fabrican principalmente: Abrigos, chaquetones y otros variados complementos de piel.
Todo ello mediante una gran fiesta en la que asisten docenas de invitados, varios pases para que puedan también verlo las gentes del pueblo y alrededores y además con una coreografía de lujo en la que además de la música, las luces, etc. participan como monitores casi siempre gente de la tele, presentadores y presentadoras muy conocidos, periodistas y fotógrafos del ámbito nacional y sobre todo lo más significativo es que las modelos suelen ser las mises que durante cuatro o cinco años ostentan ese título a nivel nacional e internacional.
Como verás todo un acontecimiento que aquí en el pueblo, rompe con la monotonía del otoño, casi invierno y pasa a ser una fecha esperada, sobre todo por el público femenino.
Nosotros, es decir abuela y yo, además nos encontraremos, como siempre con nuestros amiguetes, comeremos con tía Dori y
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tía Cande y Juan que todavía están aquí, iremos a dar una vuelta al cortijo, que nos han montado un “tinao” para que las parras vayan enredándose en el y en el verano y con el tiempo tengamos sombra, iremos a ver que tal lleva los muebles tío Antonio etc.
También sacaremos un ratito para ir al Cristo y al Barrio Judío, dos visitas que son obligadas cada vez que venimos al pueblo, junto con lo de siempre, chateo por los bares, encuentros con las amistades, alguna visita a algún familiar enfermo etc.
Hoy el día ha amanecido muy nublado, amenazante, con aire
fuerte que ha estado presente durante toda la noche, ya veremos que nos depara durante el desarrollo de la mañana y de la tarde.
Mañana además nos invitan a comer allí en el restaurante de Hervás- Piel, como siempre y cuando queramos partir para Madrid será más bien tarde, luego vendrán las consecuencias, tráfico lento, caravanas, retenciones etc.
Bueno mi niño, pues ya he pasado quizás el mejor rato del día contigo, espero que no te aburran mis cosillas, de viejo, pero que te las pongo con la mejor intención del mundo.
Ahora voy al aseo diario, luego desayunar y a dar el primer paseo por la Corredera, comprar el periódico y una película del pueblo que me ha encargado tu papá y a ver a la familia y poner en marcha lo que acabo de escribir.
Un besazo y hasta otra, el Abuelo.
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Queridísimo Fran:
Hoy es el Día de Todos los Santos, o sea el uno de Noviembre mes en el que especialmente recordamos a nuestros seres queridos que nos abandonaron físicamente pero que siguen con nosotros en otra dimensión, en el Cielo.
Como es costumbre hoy iremos al Cementerio a poner flores en las tumbas de nuestros padres y abuelos, a rezar una oración por ellos y a recordarles, si cabe con más cariño que de ordinario.
Hace un día espléndido y estoy viendo como a través de Pinajarro sale el
Sol.
La abuela está bastante acatarrada y le duele la garganta. Hoy hemos dormido en la habitación del medio porque hemos desmontado el dormitorio grande, que es donde habitualmente dormimos la abuela y yo, vamos a traer el que tenemos en Madrid porque para allí nos está haciendo uno nuevo tío Antonio.
Hemos dormido aquí esta noche, nos hemos acostumbrado y creo que es mejor que no madrugar el sábado.
Ahora como siempre haremos las mismas cosas de siempre y esta es la vida.
Lo que nos tiene un poco preocupados es que a tu papá le han realizado hace unos días una pequeña operación en la cara para quitarle lo que la parecer era un quiste o un nódulo de grasa, pero lo han enviado a laboratorio para su análisis y estamos pendientes, en vilo, esperando le den los resultados, que esperemos y así se lo pedimos al Smº. Cristo de la Salud, sean normales.
Tío Paquito también nos ha comunicado que este año, que tenía pensado venir a pasar unos días con nosotros por fin de año,
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no podrá venir debido a sus muchos quehaceres y sobre todo a que debe de aprovechar el tiempo libre para avanzar en la Tesis Doctoral que está realizando de Teología, en fin Dios nos compensará por otro lado.
Y bueno como no tengo más cosas interesantes que contarte, te dejo hasta otra mejor ocasión.
Que sólo Dios sabe cuándo será.
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Y llegó la mejor ocasión...
Hoy es 15 de Marzo de 1998, hemos venido la abuela y yo al pueblo, porque nos han estado instalando el aire acondicionado en el piso, para que cuándo tu vengas con tus papás, encontréis confortable la estancia, calentito en invierno y fresquito en verano.
Además nos han hecho un merendero muy bonito, diseñado por la abuela, en el cortijo, también para poder ir de merienda, o preparar una barbacoa al aire libre y gozando de las ventajas de la cercanía y sin embargo es el campo...
Ahora estamos muy pendientes de la pequeña operación que han de realizarle a tu papi, los ánimos están un tanto encogidos, mientras no pase todo esto y apenas nos paramos a pensar en estas novedades, que al fin y al cabo, son pequeñas satisfacciones que llenan nuestras vidas.
Un besito y hasta pronto. (El abuelo)
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Queridísimo nieto:
Hace ya muchos días que no te ponía unas líneas en este, a modo de cuento, por eso hoy quiero dedicarte un ratito a contarte lo último que nos acontece.
Hoy es Viernes Santo día nueve de Abril de 1998, ayer fue el 4º aniversario de la Ordenación Sacerdotal de tío Paquito, hablamos con él que se encuentra en Italia, concretamente al norte de Italia en esta Semana-Santa en la que se desplaza desde Roma, su residencia habitual, para hacer de ayudante de párroco en un pueblecito a donde ya ha ido en otras ocasiones.
Bueno hoy ya te has ido con tus papás para Madrid, pero hemos pasado un par de días juntos aquí en el pueblo y aunque estabas un poco malito, ha sido para la abuela y para mí una alegría tenerte mucho rato con nosotros.
Ya funciona el aire acondicionado en casa y se puede venir con más frecuencia ahora al pueblo que antes.
Nos ha costado mucho conseguir que nos lo montaran y sobre todo decidirnos por un sistema concreto, pero gracias al asesoramiento de mis amigos Valentín y Lauren hemos optado por montar un sistema ambivalente de aire acondicionado con bomba de calor, es decir que sirve para dar calor en invierno y frío en verano.
Y bueno te dejo porque la abuela y yo nos vamos a los Santos Oficios, propios de estos días de Semana-Santa.
Un besito, el abuelo.
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Queridísimo niño:
Hoy es dos de Mayo, este mes está repleto de fechas memorables.
Por ponerte un ejemplo el domingo primero, es decir mañana es el día de la madre y de la abuela, así que nos iremos tempranito para Madrid y lo celebraremos juntos, iremos a comer por ahí y pasaremos la tarde juntitos.
Ya sé que le tienes preparada una sorpresa a mamá, que le vas a dedicar unos versos muy bonitos que el otro día me recitaste en la tienda, seguro que le van a encantar y se va a sentir muy contenta de tenerte como hijo.
Siguiendo con las fechas, el día ocho es el cumpleaños de papá y tío Paquito, ya treinta y tres, ¡Hala que montón...!, Y también procuraremos reunirnos para celebrarlo de manera especial.
El día 15 es fiesta en Madrid, San Isidro, y vendremos al pueblo.
El día 30 son las bodas de plata del matrimonio de tita Cande y Juan, tendremos que reunirnos en el pueblo para celebrarlo y también cuando venga tío Paquito de Roma allá por finales de Junio volveremos a celebrarlo con él en Santander.
Como verás este mes está lleno de celebraciones familiares y también tenemos una boda en Madrid, otra en el pueblo y hasta una Primera Comunión en la que celebrará tío Paquito como ministro de la Iglesia, será la Primera Comunión de las niñas de Valentín que son dos mellicitas muy bonitas, como papá y tío Paquito.
Y bueno decirte, que la abuela y yo estamos deseando que llegue mañana para estar de nuevo con "la familia más bonita del mundo”. Un besazo el abuelo
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Queridísimo niño mío:
Hoy es el domingo del Corpus Cristi, antes se celebraba en jueves, pero por motivos de orden laboral lo han trasladado al domingo siguiente, eso no quita esplendor a la fiesta que como dice un refrán o un dicho: "Hay tres días en el año que brillan más que el sol Jueves Santo, Corpus Cristi y la Ascensión.
Hemos venido durante tres fines de semana seguidos, uno para la celebración de las bodas de plata de tía Cande y Juan, otro para la boda de la hija de unos amigos, y este para traer a tía Cande y Juan, que han estado unos días en Palma de Mallorca, celebrando sus 25 años de matrimonio.
Así que ya me van pesando los viajes cada día más, entre otras razones porque me estoy haciendo cada vez más viejecito y me pesan los años...
Hoy nos vamos a quedar un poco más para asistir a la procesión del Corpus, que es por todo el pueblo, incluido el Barrio Judío, ponen todas las casas adornadas de flores y mantones, el suelo lleno de tomillo y pétalos de flores como homenaje a Jesús, que quiso quedarse entre y con nosotros y digo entre porque también Él dijo: “Cuánto hagáis con uno de estos, lo haréis conmigo”.
Por eso hoy se celebra también el día de Cáritas que es una Institución que se encarga de cuidar por los más necesitados, es decir por aquellos que son los predilectos de Jesús.
Estamos muy contentos porque el sábado día 20 viene tío Paquito, ha adelantado el viaje previsto para fin de mes, porque formará parte de un Tribunal que examinará a los estudiantes de Teología, en el Instituto donde él formará a nuevos sacerdotes.
Un beso y hasta otro día, cariño mío. El agüelo
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Hoy es 26 de Julio, estamos todos en el pueblo, tú con tus papás, tío Paquito, la agüela y yo, hemos venido a una Primera Comunión de las niñas de un amigo que se llama Valentín será en la ermita del Cristo de Salud y celebrará la misa tío Paquito y les dará su Primera Comunión.
Anoche estuvimos cenando en el cortijo todo y fue un ratito inolvidable, aunque tuvimos que estar con las luces del coche encendidas porque se hizo de noche y a ti te daba miedo la oscuridad.
Ahora estáis de vacaciones tus papás y tú con ellos, nosotros hasta mediados de Agosto no lo estaremos, luego ya nos veremos con más frecuencia y pasaremos muchos ratitos juntos, ¿vale?... un besito hasta ese momento, del agüelo.
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Y AHORA SEGUIMOS ESCRIBIENDO
Cuando esto sucede, ha pasado ya muchísimo tiempo. Estamos en Octubre de 2001, ya ha llovido desde entonces...
Y es que un día por otro lo he ido abandonando y ese es el motivo.
Hemos venido la abuela y yo al pueblo, a pasar lo que se ha dado en llamar el puente del Pilar, ya cada día me cuesta más el salir de viaje, me agobia sobre todo el trasiego de los cachivaches para arriba y para abajo en Madrid sobre todo porque no hay dónde aparcar y hay que andar deprisa cargándolo todo en el coche y la gente pitando detrás y uno atacado de los nervios etc.
Tanto tiempo ha pasado que hasta tú mismo has cambiado ¡ y de qué manera!...
Te has hecho grande ya pesas casi treinta kilos y calzas un número de pie enorme el 33, como yo cuando hice la Primera Comunión que ya tenía ocho años, entonces se hacía antes.
Bueno nosotros también hemos cambiado, particularmente yo, que además de hacerme mayor, muy mayor, me estoy volviendo gruñón y más cosas que no quiero sacar a relucir aquí.
Andamos con los asuntos de la jubilación, la venta de la tienda, dejar la actividad que últimamente se ha convertido en leer todos los días los periódicos y poco más, y todo eso me tiene un tanto desquiciado y de los nervios.
Este verano ha pasado sin sentir.
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Hola cariño:
Hoy hemos venido al pueblo otra vez de puente.
Este es el puente de todos los Santos, así que felicidades porque tú también eres “Santos”.
También hoy os estamos esperando a vosotros porque nos ha dicho papá que vendríais a pasar el puente con nosotros.
La abuela y yo después de misa iremos al cementerio, hoy es el día de los difuntos y todo el mundo va a los cementerios a llevar flores a sus familiares difuntos y se pone el cementerio como un jardín.
Bueno pues ya os estamos esperando. Besos el agüelo.
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Dos de Noviembre 2001. Hola cariño:
Pues sí ayer estando la abuela y yo en el cortijo llegasteis por fin después de una gran retención o caravana que se forma en las carreteras porque a todo el mundo se le ocurre salir de puente y a la misma hora.
Veníais cansados pero contentos, nosotros la abuela y yo más contentos todavía de teneros aunque sea por tres días con nosotros.
Estuvimos hasta que se hizo de noche, tu jugando con las compuertas del padrón, mamá y papá tocando las guitarras, la abuela y yo gozando del espectáculo de una magnifica puesta de sol que quería acompañar aquella estampa familiar.
Ahora me voy a ir otra vez para barrer las hojas de los árboles y preparar un poco todo porque mañana vamos a celebrar allí una fiesta con los amigos, tendremos una comida y por la tarde asaremos castañas que es lo tradicional por estas fechas, “la calvotá”.
Por cierto estrenaremos una gran mesa de campo que nos ha regalado tío Antonio, es enorme y pesa tanto que cuesta moverla, pero será para toda la vida.
Bien ahora que es por la mañana iré a buscar churritos para desayunar todos juntos, hoy estamos invitados a comer a casa de tita Cande Y tío Juan.
Un besazo y hasta otro momento. El agüelo.
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Queridísimo nieto:
Un día más se me ofrece la oportunidad de ponerte aquí unas líneas.
Hoy es 6 de Diciembre de 2001, fiesta de la Constitución y por tanto hemos venido al pueblo de puente.
Estamos también esperando a mañana que vendréis también tus papás y tú, por tanto nos dará mucha alegría teneros unos días con nosotros como preámbulo de la Navidad.
Este año, seguramente y si los planes no se alteran, la abuela y yo vendremos al pueblo por Navidad, vosotros os iréis a Talavera con los otros abuelos y luego para fin de año, lo pasaremos todos juntos incluido tío Paquito en Madrid.
Hace mucho frío pero el tiempo está muy bueno, me refiero que no llueve, nieva ni cosas por el estilo, así que abrigándose bien, da gusto pasear por el pueblo.
La abuela y yo iremos al monte un día de estos a recoger musgo para hacer el Belén de Navidad, no sé si os apetecerá también venir a vosotros, será lo más probable.
Bueno estoy esperando que sea un poco más amanecido para ir al cortijo, que sabes es para mí un encanto.
Encenderé la estufa y estará allí leyendo y cortando leña hasta que la abuela haga sus cosas y luego lo más probable es que comamos allí y estemos hasta bien avanzada la tarde.
Un beso y hasta otra. El abuelo.
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22 de Diciembre 2001 Queridísimo Fran:
De nuevo estamos en el pueblo, hemos venido a pasar ya la Navidad, primero la Nochebuena que es el lunes y luego al día siguiente la Navidad.
Este año nos toca estar con la tía Dori, cenaremos los tres juntos la abuela ella y yo, iremos a la misa del gallo, luego probablemente iremos a casa de tío Antonio o a la de algún amigo.
Esperamos que vengáis tus papás y tu a comer con nosotros el día de Navidad, luego nos iremos a Madrid a pasar las fiestas de fin de año todos juntos incluido tío Paquito que el día 28 ya tiene vacaciones, bueno lo que se dice vacaciones así como las vuestras no, pero un poco más disponible sí.
Estamos la abuela y yo muy pendiente de lo que nos digan unos amigos con relación al asunto de la tienda.
Seguramente se quedarán con ella y también con el local de la portería, lo han estado viendo y no les desagrada, pese a que hay que realizar bastante obra para acondicionarlo a una actividad que quieren iniciar para una de sus hijas, nada menos que una especie de clínica de rehabilitación, pues ella y una amiga son fisioterapeutas, así que estamos la mar de contentos, ojalá que entremos en el nuevo año, con el asunto resuelto.
Así ya en Febrero que cumplo los 62 años, me puedo jubilar, aunque antes de tiempo.
Bueno ahora he venido del cortijo, he estado toda la mañana allí encantado, leyendo atizando la estufa, tomando apuntes, viendo llover, oliendo a tierra mojada, en fin una delicia.
Un beso del abuelo.
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Hola cariño:
Hoy ya estamos a 26 de Diciembre, ya ha venido el Eternal Niño, que gracias a Él alcanzaremos algún día la Patria celestial, la eternidad, pues Él vino al mundo para eso, para que pudiéramos ser eternos, o sea para siempre...
Hoy tenemos que volver, después de unos días de vacaciones a nuestras obligaciones en Madrid, nos iremos después de desayunar, sin prisas para que lleguemos a eso de la hora de comer.
A mí me esperan grandes acontecimientos, si todo transcurre como esperamos y deseamos.
Me refiero que muy probablemente esta semana nos digan si hacemos la operación de venta de la tienda.
Si sale todo como pensamos, para febrero me jubilo.
Bueno, que aquí hace pero que muchísimo frío y eso que tu papá ha descubierto que no calentaba el aire acondicionado todo lo que debiera, porque estaban las rejillas casi cerradas, ahora ya se nota otro ambiente más favorable.
Aprovecho para desearte a ti y a tus papás un feliz año Nuevo 2002 y que además de traernos la nueva moneda, el €uro, nos traiga mucha paz, felicidad y también dinerito que hace falta para vivir.
El Viernes ya viene tío Paquito para estar unos días con nosotros y ya anda la abuela preparando el menú para la Noche Vieja, que la pasaremos todos juntitos.
Y nada más, que ya me despido, hasta otra ocasión que será para cuando volvamos al pueblo, esperemos te traigan muchas cosas los Reyes Magos, que sean tan magnánimos como lo ha sido Papá Noel, que te ha traído mogollón de cosas y a mí que me traigan la venta de la tienda... Un besazo, del abuelo.
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Pues ya estamos nada más y nada menos que en Semana-Santa.
Desde la última vez que escribí en este medio, han pasado muchísimas cosas e interesantes bajo mi punto de vista.
Hemos vendido la tienda y la portería y me he jubilado todo de una tacada.
La venta de la tienda ha resultado ser una sorpresa, pues no la ha comprado este amigo nuestro de quien te hablé, sino los vecinos que tienen un local pegado a la tienda, pero no importa porque de lo que se trataba era de venderla y al precio que nosotros habíamos estimado.
Así que todo ha salido muy bien, gracias a Dios.
También lo de mí jubilación que iba aparejado con la venta del negocio, ha quedado resuelto.
Al menos me he liberado de tantas y tantas pagatelas como tenía el negocio, que ya apenas sacábamos para hacer frente a ellas.
He perdido bastante porque me he jubilado tres años antes de la edad reglamentaria que está en los 65 años, pero me he visto obligado a ello como consecuencia de que ya nos costaba dinero seguir en la actividad, así que una cosa por otra...
Bueno, ahora todo me parece extraño, él levantarme a la hora que quiera, el no tener que estar todo el día pendiente del horario de tienda, el disponer todo el día para ir y venir a mí antojo aunque a final de mes no es lo mismo en la cuestión económica.
Llevamos aquí en el pueblo desde el lunes de Semana Santa, hoy es Miércoles Santo y esperamos saquéis un poquito de tiempo y vengáis a visitarnos unos días.
El tiempo es estupendo, luce el sol como nunca, los ríos van a rebosar porque hay mucha nieve en la sierra, el campo está
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llenándose de verde y los árboles de flores, hay un estallido de flores por todos los lugares y el cortijo no podía ser menos.
Están todos los perales llenos de flores, al rededor los cerezos están en el apogeo de su floración y es un panorama indescriptible, hay que venir a verlo. Un beso del abuelo.
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Queridísimo nieto:
Feliz Pascua de Resurrección.
Hoy es el día más grande para los que somos seguidores de Jesús, de nada hubiera valido que viniera a la tierra, ¿ Te acuerdas? el día de Navidad, ni que muriera por salvarnos si no hubiera resucitado, hubiera sido un fracaso, pero no, venció a la muerte resucitando y dándonos esperanzas para que nosotros supiéramos que aunque muramos resucitaremos como Él, gloriosamente.
¡Que sorpresa tan bonita! La que nos disteis el Jueves Santo que estábamos la abuela y yo esperando en la corredera para ver pasar la procesión de Semana Santa y de pronto...
Llegaste tú con tus papás, a partir de ese momento ya todo fue distinto, que bien lo hemos pasado juntos en casa, de paseo, en el cortijo muy especialmente, viéndote jugar en las compuertas, montando en la moto y haciendo todo lo que a ti más te gusta.
Hoy ya estoy viendo a tu mamá recogiendo las ropas y preparando las maletas, porque os volvéis a Madrid.
La abuela y yo iremos mañana que hay menos tráfico y casi seguro que volvemos con unos amigos para enseñarles el Valle del Jerte, que en estos días está precioso lleno de flores, un millón de cerezos en flor...
Bueno hoy también por primera vez has visto este tipo de cartas que siempre que tengo oportunidad, sobre todo cuando venimos al pueblo te voy escribiendo.
Me hace mucha ilusión que te gusten porque entonces no habrá sido en vano mí esfuerzo.
Un beso y hasta pronto.
PS. Voy a cambiar la hora que hoy hay que adelantarla.
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Queridísimo mío:
Hoy es Jueves Santo, comienza realmente la Semana-Santa, hoy conmemoramos los creyentes católicos el día en que Jesús quiso y decidió quedarse para siempre entre nosotros, para que cuando tuviéramos necesidad de Él supiéramos que se encontraba entre nosotros, ¿qué dónde?, Muy fácil.
Él dijo: “Cuanto hagáis con uno de éstos, conmigo lo hacéis, porque tuve hambre y me distéis de comer, enfermo y me visitasteis, preso y me consolasteis etc.”
Quiso decir que todo lo que hacemos con uno de nuestros semejantes, es tenido en cuenta para nuestro bien o para nuestro mal.
Hoy también salen las Procesiones por el pueblo, a mí personalmente no me hacen mucha gracia, porque la gente que participa en ellas, no los que las contemplan desde los portales, normalmente, habrá excepciones sin duda, no van con Espíritu de fe necesarias y se convierte en una romería, en otra cosa que debería ser la contemplación recogida y reverente de los pasos que representan la Pasión de Jesús que quiso morir por todos nosotros para librarnos de la pena del pecado.
Bueno me ha salido una catequesis sin yo pretenderlo, pero también es cierto que los creyentes y bautizados tenemos el deber de transmitir nuestras creencias y nuestra fe a nuestros descendientes es lo que la Iglesia llama la Evangelización, creo que a estas alturas tu ya estarás muy ducho en estas materias.
Un beso, ojalá que mañana podamos tenerte entre nosotros y así en vivo y en directo poder enseñarte la Procesión en la Corredera.
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Queridísimo niño:
Hoy ya es el mes de Abril, la primavera ha explotado y el campo es un auténtico cuadro de colores.
Tú y tus papás ya os habéis incorporado a la vida normal, colegio etc. pero la abuela y yo como ya no tenemos obligaciones ayer fuimos a Madrid a buscar a unos amigos, Nieves y Carlos, y nos vinimos por todo el Valle del Jerte, recorrimos toda la ruta del cerezo en flor, una maravilla y luego nos vinimos a Hervás.
Hoy estaremos por aquí todo el día y mañana si Dios quiere iremos a Salamanca a pasar el día, luego ya no sé si nos iremos a Madrid o que haremos.
De momento tenemos pensado ir por el Bario Judío ahora por la mañana y después de comer al cortijo.
Me acordaré de ti y te imaginaré jugando con las compuertas. Besos, el abuelo.
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Hola, soy el abuelo, hoy es día uno de Mayo.
En este mes se conmemoran muchos acontecimientos familiares de importancia tal como: El domingo primero es el día de la madre, aunque es una fiesta más bien inventada por el Corte Inglés, porque todos los días son el día de la madre.
Luego viene el día 8, que es el cumpleaños, ya el 37, de tu papá y tío Paquito, menuda fecha para tener en cuenta ¡Ah! Se me ha pasado que el día 4 es el aniversario de boda de tu mamá y papá.
El día 21 es tu cumpleaños, ya ocho, todo un mayor... y por si esto fuera poco el día 24 es la fiesta de María Auxiliadora, a quién tenemos una muy especial devoción en nuestra familia salesiana, “Ella lo ha hecho todo...”
Hoy hemos venido la abuela y yo al pueblo, es puente en Madrid porque mañana dos de Mayo, es la fiesta de la Autonomía de Madrid, se conmemora el día que los madrileños echaron del país a los franceses, aunque hubo muchos muertos por parte de ambos bandos.
Vosotros os habéis ido a Benidorm, iréis a Terra Mítica, porque sé que te gusta mucho, os deseamos que os lo paséis pero que muy bien, que descanséis para coger fuerzas en el tramo final de curso y luego pensar en las vacaciones.
La abuela y yo estaremos aquí un par de días y luego nos iremos a Santiago de Compostela, que tenemos allí unos amigos y nos han invitado a visitarles.
Así que como casi siempre aunque somos pocos en la familia cada uno por su sitio.
Ahora saldremos a hacer un poco de compra y luego nos iremos al cortijo, que hace ya tiempo no vamos por allí.
Un beso, el abuelo.
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Queridísimo mío:
Ya hemos vuelto de Santiago, hemos estado unos días en Madrid y este fin de semana nos hemos venido la abuela y yo al pueblo aunque será por poco tiempo, pues el lunes tengo que ir a visitar al cardiólogo, nada de importancia las revisiones rutinarias que a estas alturas de mi edad ya se hacen muy frecuentes.
Lo primero que nos encontramos ayer nada más llegar al cortijo, fue que al dar el agua empezó a salir un chorro por una rotura de la tubería de conducción hasta la casina.
Lo que había ocurrido es que el señor que ara y limpia de hierbas, había roto sin darse cuenta con el arado la tubería, así que estuve prácticamente toda la tarde reparándola lo mejor que pude, con los escasos medios de que dispongo en el cortijo, ahora iré para tratar de encontrar mejor solución, que pasa por comprar unas piezas de fontanería.
Bueno todavía no me has enseñado la Play-Extensión o como se escriba, claro que aún faltan unos días para tu cumpleaños, ya ocho, eres todo un vejete...
El domingo pasado, estuvimos comiendo juntos en La Fábrica de cervezas que hay en el Parque Corredor, a mí me gusta mucho ese sitio y más si como el otro día estamos toda la familia más bonita del mundo incluido tío Paquito, que también estuvo con nosotros.
Bueno cariño, como verás siempre te tenemos in mente, y cuando tengo ocasión, siempre te escribo desde aquí alguna cosita, que te servirá de recuerdo el día de mañana.
Un beso, el abuelo.
8 de Junio de 2002
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Queridísimo Fran:
Como en otras ocasiones nos encontramos hoy aquí en Hervás.
Hemos salido esta mañana la abuela y yo y cuando hemos llegado, como todavía era pronto, nos hemos ido a dar una vuelta por el Bº Judío, la dueña de una taberna que nos conoce y sabe que íbamos a su establecimiento, pero nos ha visto en la calle, nos ha dicho: “Ahora mismo voy, que está cerrado pero voy al instante”. Ha venido nos ha abierto el bar y la agüela le ha dicho que aun no había desayunado, ella la dueña, le dijo que no se preocupara que le prepararía un desayuno y así fue, le preparó un descafeinado con “coquillos” que es un dulce muy antiguo del pueblo, mientras a mí me puso un buen vino de pitarra con un aperitivo de pruebe de morcilla de calabaza.
Lo que quiero decirte con esto que te cuento es que aquí en el pueblo el trato en los bares es personalizado y no como ocurre en Madrid donde nadie te conoce, y así te tratan.
Ahora está la abuela preparando unos bocatas para irnos al cortijo y pasar allí parte de la mañana y la tarde, porque a eso de las seis nos ha invitado tío Antonio a Plasencia a presenciar una corrida de toros, que a mí me gusta verlo en directo y sobre todo el ambiente que se crea en torno a una corrida de toros, donde muchas veces, no siempre, lo que interesa es lo que discurre alrededor de la misma.
Nos fumaremos un habano mientras dure la corrida luego saldremos y nos juntaremos con otros amigos que viven allí, nos iremos a cenar y así pasaremos el día.
Mañana domingo lo pasaremos aquí y ya el lunes nos iremos para Madrid, porque la abuela tiene clase de pintura el martes y el abuelo tiene urólogo el miércoles, luego nada, como siempre.
Esta mañana hablamos con tío Paquito que tenía reunión en la sierra y de paso una chuletada.
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Todavía nos acordamos de lo bien que pasamos el día que participaste en un campeonato de natación, y como no podía ser de otra forma, conseguiste el primer puesto de tu especialidad, no puedes imaginarte lo orgullosos que nos sentimos, la abuela, tus papás y sobre todo yo...
Julio de 2002
¡Ya es verano!. Pronto, si Dios quiere vendrás con tus papás a pasar unos días aquí con los abuelos, antes habrás ido también con los otros abuelos a Benidorm, que a ti te gusta mucho sobre todo ir a Terra Mítica.
Ayer vinimos por Salamanca para dejar a tío Paquito, que va a realizar un curso de esos que llaman de verano, como si todavía le faltara algo por aprender...La abuela y yo nos vinimos al pueblo y estaremos hasta el jueves, hoy es domingo, luego nos volveremos a Madrid, porque tenemos en proyecto realizar un viaje con unos amigos, una semana, iremos a Hungría (Budapest) y Checoslovaquia (Praga), luego nos vendremos al pueblo, eso será ya a mediados de Julio y ya nos quedaremos aquí todo el verano, o al menos eso es lo que tenemos más o menos programado.
Ahora me voy a dar una vuelta al cortijo, hace mucho calor y no sé cuanto tiempo aguantaré allí, lo más probable es que luego vaya la abuela con la comida, estemos por allí un rato y nos volveremos a casa, que tenemos aire acondicionado y se soporta el calor mejor.
El viaje de ayer, aunque resultó un poco incómodo, estuvo fantástico.
Porque comenzó cuando nos levantamos la abuela y yo a eso de las seis de la mañana, fuimos a Carabanchel a buscar a tío Paquito, desde allí nos fuimos a Guadalajara, que se ordenaba de sacerdote un alumno de él.
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A eso del medio día, nos acercamos hasta tu casa, estuvimos tomando una cerveza, viendo tu nueva línea de ADSL o como se llame, ya casi no entiendo de estas cosas. Luego nos fuimos a casa a recoger el equipaje, salimos hacia Salamanca, comimos por el camino.
Llegamos al Colegio dónde se alojará tío Paquito, mientras duren los cursos de verano, casualmente nos encontramos con la prima Susana y el primo Javi y se vinieron al pueblo, con sus bártulos de todo el curso, el kokito, la abuela, el equipaje y yo mismo, total como los gitanos...
Bueno ahora mientras te escribo, estoy escuchando canturrear y silbar al kokito en la terraza, tengo puesto en el casette una cinta de Bach, y la verdad, no tengo ninguna gana de ir a ningún sitio.
Un beso, el abuelo.
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24 de Julio 2002
Queridísimo nieto:
Ya de vuelta del fantástico viaje de Hungría y República Checa, que no Checoslovaquia como te dije anteriormente, pues se separaron en el año 1990 en dos estados independientes, eso lo sé ahora que nos han explicado los guías de las distintas excursiones que hemos realizado por el país.
Ha sido un viaje que nunca olvidaremos porque hemos visitado grandes monumentos, recorrido itinerarios que sin dejar de ser turísticos están llenos de historia y recuerdos no siempre afortunados para un pueblo que ha sufrido mucho con invasiones, bombardeos y saqueos, por algo se llamaba hasta no hace tanto los países de detrás del telón de acero y llevan un retraso importante con relación al resto de los países de Europa.
Hemos comido la famosa comida entre otras de aquellas tierras un plato típico que llaman: “Gulás”, lo escribo como suena porque el idioma es impronunciable, con un montón de consonantes y acentos que hacen muy difícil la pronunciación para los que tenemos un idioma de origen latino como el nuestro.
También hemos probado la famosa cerveza del país sobre todo de Praha, que es una de las mejores del mundo, a tu padre le he traído un pack de cuatro, él que es tan aficionado a las marcas de esta bebida. También hemos traído par ti dos marionetas preciosas, una de Harry Poters y otra de un Emperador astro- húngaro.
A mamá también un recuerdito muy entrañable de Bohemia, pero con lo que más ilusionados estamos la abuela y yo es con un violín que hemos comparado para tu papá, en un anticuario, quién sabe si será un Stradivarius, tenias que haberme visto con él por las calles de Praga, todo el mundo creía que era uno de los muchísimos músicos que deambulaban por calles y plazas, dando recitales y conciertos a todas horas del día y bien entrada la noche, en terrazas y
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Cafés de la ciudad, que de ahí viene este nombre de bohemios a quienes se dedican a este arte, de hacer agradable la vida de los demás.
Así que ya estamos esperando que vengáis de Benidorm para pasar con vosotros y con tío Paquito el resto de las vacaciones que si Dios quiere esperamos sean muy agradables.
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Querido Fran:
Por fin he podido recuperar el documento y configurarlo para poder seguir escribiendo en formato Word.
He tenido que configurar el ordenador porque me daba una avería y no me dejaba hacer nada.
Así que lo bajé a la casa de ordenadores que han puesto al lado de nuestro portal y en un par de días me lo han arreglado y puesto en orden.
Espero que dure mucho pues me ha tocado pagar 20 €uros, que aunque no es mucho hacen mella en nuestra economía, que como jubilado-pensionista sabes no es mucha.
Bueno entre las muchas cosas que ocurren a diario, una especialmente nos ha llenado hoy de pena y es que se ha muerto el padre de una amiga, Cesi y hemos andado todo el día de duelo en su casa, en la Iglesia y por último en el Cementerio.
Por aquí el verano discurre sin muchas novedades, hace bastante calor por el día luego por las noches se está muy bien, tanto que la abuela y yo que casi todos los días vamos a merendar al cortijo al anochecer nos tenemos que venir porque hace bastante fresquito.
Un beso.
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Hola Fran:
Acabo de tomarme mi medicina, para la “gingivitis” una afección a las encías dentales que he padecido durante este fin de semana, en el que además habéis estado vosotros aquí.
He pasado unos días realmente malos, pero como coincidía el cumpleaños de tía Dori y tal... pues no he tenido más remedio que aguantarme, aunque ha habido noches que me las he pasado entre la terraza y el salón con unos dolores de dientes realmente insoportables.
Ahora hemos cogido la costumbre la abuela y yo de irnos todas, o casi todas, las mañanas a dar un paseo largo por el monte, más bien por la carretera, no veas lo bien que se está por allí, solamente viendo árboles y oyendo el canto de los pájaros, además hace fresquito, pasamos un par de horas hasta que volvemos por el Cristo, hacemos una visita y algunas veces nos vamos a dar una vuelta por el Bº. Judío o la abuela se queda haciendo la comida.
Luego por la tarde, después de la siesta nos llevamos la merienda al cortijo y rematamos el día.
Así que ya te puedes hacer una idea exacta de cómo son nuestras vacaciones aquí en el pueblo.
Hoy es viernes siete de Agosto, en este momento está saliendo el sol por Pinajarro, tengo que bajar la persiana de la ventana porque no me deja ver la pantalla del ordenador y se presenta un día lleno de luz, sol y calor... Mañana sábado, os esperamos a ti, tus papás y tío Paquito.
Nos iremos algún rato para el cortijo, tú te empeñarás en coger la manguera y posiblemente en mojarnos como haces cada vez que eso ocurre.
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Anoche estuvimos hasta bien tarde porque estuvieron con la abuela y conmigo los primos Javi, Susana y Eva, viendo las estrellas que se ven tan claras como en un espejo.
Bueno pues como no tengo nada más interesante que decirte, lo dejo para otra ocasión y vamos a desayunar, para acto seguido dar un paseo por el monte. Un beso, el abuelo.
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Queridísimo nieto:
Hoy es día 10 de Agosto, espero que hoy vendrás con tus papás y tío Paquito, seguramente, no lo sé, y si os estaréis aquí unos días.
Por cierto que hoy ha amanecido un día un tanto especial, en cuanto a climatología, pues está Pinajarro totalmente cubierto de nubes, hace un momento he estado observando con los prismáticos la evolución de las nubes, cómo iban poco apoco avanzando hasta llegar al monte y cubriendo los árboles, puede que hasta llueva, con lo cual tendremos una novedad añadida a vuestra presencia.
Supongo que ya habrás comprado, de mi parte, el juego que tanto te interesaba para la play, ya te daré el dinerito cuando llegues aquí.
Bueno, no sé si hoy iremos la abuela y yo a dar el paseo por el monte, porque como te digo amenaza lluvia o puede que tormenta y en este caso por el monte no es muy recomendable, pues pueden caer rayos.
Un beso, el abuelo.
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Domingo 11 de Agosto.
Ya estáis aquíííí´. , ya estamos todos juntitos, aunque mañana nos vamos
a separar de nuevo, pues tío Paquito, la abuela y yo nos vamos a un funeral a Torrijos (Toledo), del padre de Pablito, un compañero de tío Paquito que está en Guinea y ha venido con motivo de tan doloroso acontecimiento.
Ahora tú estás todo el santo día jugando con la Pley-Extension (o como se escriba), con el nuevo juego de fútbol y que manejas hasta el punto que no hay forma de ganarte ni un solo partido.
Ayer pasamos todo el día juntos, fuimos al cortijo y cenamos allí, mientras tu nos mojabas con las pistolas de agua, todo el tiempo.
Bueno espero que paséis unos buenos días de vacaciones, que tu papá haga progresos con el violín y que a tu mamá se le pase el dolor y la infamación del brazo, que descanséis para enfrentaros de nuevo al curso que viene, tanto tus papás como tú.
Cuando regresemos de Torrijos, te contaré cómo ha ido el viaje. Un beso, el abuelo.
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Queridísimo Fran:
Me ha dicho tío Paquito que con el fin de no tardar mucho en grabar las copias de seguridad, hiciera un cuento nieto II, así que lo voy a poner en práctica haber que ocurre...
Bueno hoy hemos estado todo el día en el cortijo, mejor dicho desde la hora de la comida, que hemos realizado allí, luego regar con la manguera, jugar a juegos de mesa que tu has llevado y ya al atardecer, hemos montado tu tienda de campaña, que es estupenda y caben dentro cuatro o cinco personas.
Ahora estamos en casa y nuevamente te has enganchado con el juego ese de fútbol nuevo, hasta que te canses.
Bien vamos ahora a cerrar el programa y tratar de archivar esto que te acabo de poner.
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Queridísimo nieto:
Hoy empiezan las ferias del pueblo, habrá cohetes, gigantes y cabezudos, baile en la plaza del pueblo, corridas de toros, vuelta ciclista, acontecimientos deportivos etc.
En este momento estoy en la habitación de tío Paquito porque está a punto de salir el sol.
Se oye el canto de un gallo, a lo lejos seguramente en el campo, pues en el pueblo ya apenas quedan aunque antes era lo más normal.
Hoy estoy “machao” pues ayer fuimos de viaje y uno ya no está para estos trotes, aunque lo pasamos muy bien primero fuimos a Torrijos al funeral del padre de Pablito, luego a dormir a Madrid, después de compras por el Corte Inglés, comimos y para el cortijo, en donde nos juntamos para cenar y ver la lluvia de estrellas, como se llama a las lágrimas de S. Lorenzo, que por estos días se producen o sea estrellas fugaces en gran número.
Bueno ayer también vino el cerrajero que nos va a fabricar la valla para la pared nueva del cortijo, ya hemos acordado que cuando pasen estas fiestas lo hará, nos cuesta un dinerito, así como 500 €uros, pero cuanto más tiempo lo dejemos más costará.
Por último decirte que mañana temprano, nos vamos la abuela, tío Paquito y yo a Sevilla, con el calor que hace, pero es un compromiso adquirido por la familia y vamos con mucho gusto.
Un beso.
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Y volvimos del viaje a Sevilla, por cierto aunque parezca mentira, no pasamos calor pese a ser Agosto, cosa rara...
Fue una ceremonia muy emocionante, asistir en directo al Compromiso que siete jóvenes adquirían al pronunciarse ante la asamblea que querían ser Salesianos y dedicarse a los jóvenes, más necesitados.
Luego antes de la marcha y ya al día siguiente, pues el primer día dormimos allí, pasamos por Triana, para recordar los años que estuvimos allí viviendo y que fueron tres.
Tío Paquito apenas recordaba nada de cuando vivimos en Sevilla.
Mientras hemos estado fuera nos han instalado el teléfono en el pueblo, ahora ya nos podemos conectar con Internet, hacer y recibir llamadas etc.
Anoche estuvimos celebrando el 38º aniversario de boda de la abuela y mío, fuimos a cenar a una piscina natural que hay en Baños de Montemayor y resultó muy bien.
De lo demás ya sabes tú muy bien todo, pues ya tienes capacidad para entender y recordar cuanto ocurre a tu alrededor.
Así que besos del agüelo.
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21 de Agosto 2002 Querido Fran:
Ahora resulta que estoy escribiendo en un ordenador portátil, porque me he cargado el que usábamos para este menester, mejor dicho que nos hemos cargado, porque han metido la mano en él, tu padre, tío Paquito y todo el que ha llegado.
Ocurre que se me averió y se lo bajamos a Rodri que es un tío que se dedica a esto de los ordenatas, ¡Ahora recuerdo que esto ya te lo he contado!... y ha funcionado apenas dos días.
Bueno, pues apenas hace una hora que te has ido y aunque parezca un tópico, ya te estamos echando de menos.
Hemos pasado unos días que aunque pocos han sido muy intensos en convivencias.
Hemos tenido tiempo de ir al cortijo, comer juntos, andar de excursiones a S. Andrés, preparar una barbacoa, etc.
Pero de lo que más te has inflado es de jugar en la Play, sobre todo con el tío Paquito, que tampoco se olvidará de ello en mucho tiempo.
Ahora estaremos aquí nosotros hasta el día 28 más o menos y nos iremos a Madrid, para el día primero de Septiembre hacer de canguros contigo, mientras tus papás se van al cole para ir preparando el curso que viene.
Luego la abuela y yo tenemos pensado volver al pueblo porque on las fiestas del Smº Cristo de Salud y hace muchos años no tenemos ocasión de pasarla aquí con la familia.
Y nada más por hoy, que nos hemos quedado como sordo sin tu presencia y la de tus papás, que esperamos tengáis un buen viaje, si Dios quiere.
Besos, el agüelo.
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Un día más aquí me tienes, esta vez un poco fastidiado porque me está empezando a doler las encías, como hace unos días, es decir tengo nuevamente gingivitis...
La noche la he pasado sólo regular porque me daban como pinchazos, lo que pasa es que me gustaría aguantar hasta el día 27 que hemos decidido irnos para Madrid y allí ir al dentista que me atiende en lo referente a la boca.
Por aquí ya se empieza a ver menos gentes, se nota que cada cual va terminando las vacaciones y paulatinamente se van incorporando a sus ciudades, así que pronto nos quedaremos cuatro gatos, como se dice aquí en el pueblo.
Luego para el 15 de Septiembre, que son las fiestas, se vuelve a animar otra vez el ambiente, pero ya más de gentes de aquí, no como ahora que hay gente de todas partes.
En estos momentos hay unos chicos en la calle que se están enrollando con el kokito, silba y el los sigue, todo un repertorio vamos.
Son las diez, ahora está la agüela preparando unas migas para desayunar, luego seguramente iremos a dar un paseo por el monte y echaré de menos tu compañía, porque el otro día que fuimos contigo y tus papás estuvimos todo el rato hablando y tu venga a hacerme preguntas y yo contestándote en la medida de mis posibilidades, luego comimos lengua, sería para continuar hablando...
Un beso, el agüelo.
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Queridísimo nieto:
Hoy es 23 de Agosto y esta fiesta representa algo importante en la familia y es que hace nada menos que 38 años la abuela y yo nos casamos, como dicen horteramente en la tele, nos dimos el sí quiero.
Gracias a este matrimonio nacieron tu padre y tío Paquito y gracias también a tu padre y a tu madre naciste tú.
Así pues es un día muy importante dentro del ámbito familiar.
Y ya puesto te diré que las vacaciones tocan a su fin, creo que el martes próximo o sea el día 27 nos vamos ya para Madrid.
Siempre al hacer balance de las vacaciones nos queda un sabor agridulce de haber podido hacer aquella o tal o cual cosa y por lo que sea no se ha hecho, pero siempre quedan otras ocasiones para poder arreglar el asunto.
Y hablando de arreglos, tío Paquito se ha pasado la mitad del tiempo de sus vacaciones tratando de arreglar el dichoso ordenador, desde el que te estoy escribiendo estas líneas, nunca estamos seguros de haberlo conseguido, pues por la razón que sea y desconocemos la causa, en un momento determinado empieza a dar errores y se pierde toda la información guardada y vuelta a empezar y es que ya tiene muchos años y el tiempo no hace excepciones tampoco con estas máquinas.
Hoy tendremos comida especial y vendrá tía Dori a comer con nosotros ojalá también estuvierais vosotros aquí, un beso.
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Hola Fran:
Ya se va acercando la hora de la marcha y hasta parece que el tiempo, meteorológico, se está aliando para así ocurra, pues anoche por ejemplo en el cortijo nos tuvimos que venir a casa porque hacía realmente frío y no se estaba a gusto como otros días.
Hoy esperamos la visita de un compañero de tío Paquito y sus padres que vendrán a pasar el día con nosotros, se trata de Sergio el que profesó hace unos días en Sevilla como Salesiano y que como recordarás fuimos testigos de ese acto tan entrañable para nosotros, porque conmemoramos el día que tío Paquito dijo su sí al Señor para seguirle.
Ayer tuvimos también la visita de los primos Mariló y Manolo de Madrid que también pasaron parte del día con nosotros.
El ordenador como ves funciona muy bien, así que ahora que está todo arreglado y en su sitio, la verdad es que tenemos poco que hacer y casi nos aburrimos.
Pese a todo ayer me acompañó tí Paquito a dar el paseo por el monte y le gustó mucho el camino forestal que yo descubrí un día y que parece que no hay vida, pues sólo se escucha el silencio y se admira la naturaleza como en ningún otro sitio, los árboles parecen crecer para alcanzar los rayos del sol, pues debe de ser difícil que penetre en esa especie de selva por la cantidad de ellos que allí se crían.
Como te decía el tiempo está cambiando y ayer tarde cayó una tromba de agua al desencadenarse una tormenta que por aquí son muy frecuentes, refrescando sobremanera el ambiente y haciendo que las terrazas de verano que otros días permanecen repletas de gentes, estuvieran prácticamente desiertas,
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Solamente algún que otro valiente permanecía sentado en ellas y no por mucho tiempo.
Bueno voy a prepararme, pues hoy es domingo e iremos a misa de 12,30 que la dirá tío Paquito y dará gusto como siempre escuchar ese pico de oro que Dios y sus muchos esfuerzos le han procurado, luego al terminar la misa todo el mundo nos felicita por tener un hijo así, de lo cual la agüela y yo estamos realmente muy contentos y dando gracias a Dios, para que le cuide y le mantenga siempre fiel en su servicio.
Un beso.
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Hola cariño:
Hoy es el segundo día de las fiestas del Cristo de la Salud.
Hemos venido la agüela y yo a pasar aquí estas fiestas, que aunque estamos con tía Dori, los amigos etc. no dejamos de pensar en vosotros y os echamos muchísimo de menos.
Ayer subimos, como lo haremos hoy a misa en la Ermita y nos acordamos también de pedir por vosotros, para el Santísimo Cristo de la salud os guarde a tí y a tus papás.
También nos acordamos de tío Paquito, porque un año predicó en los tres días de fiesta y al ver allí a otro predicador, le echamos mucho de menos.
Como ya tenemos Internet en el pueblo, ahora estamos todos aún más comunicados y hoy he recibido un mensaje de él, de tío Paquito, y ayer de tu papá.
Bueno, contarte que el tiempo está amenazante, nublado pero parece que se va sosteniendo sin llover.
Como novedad principal, decirte que ya tenemos contratado para que nos arreglen la pared del cortijo que queda, pues ya sabes que es una obra grande dado el tamaño y anchura del “majano” que parece la Muralla China.
También la abuela diseñará una casina para meter allí todos los “apotecos” y dejar un poco más despejada la “Casina” Bueno te cuento todas estas cosas para tenerte al día, de las muchas tonterías en las que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo.
Un beso, el agüelo.
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Mí querido nieto:
Hoy ya es el mes de Octubre, ya han pasado las vacaciones, has vuelto al Cole, etc.
Ahora ya eres casi de los mayores del Colegio, el otro día que tus papás tenían reunión, fuimos la abuela y yo a buscarte y nos presentaste a tus compañeros y amiguetes, había uno que era chino que le daba miedo, nos sorprendió porque fuimos a hacerle una caricia y poco menos que salió huyendo, sus razones tendrá...
Bueno pues la abuela y yo hemos venido al pueblo, a dar una vuelta, a ver a la familia, ahora se encuentran aquí tita Cande y Juan y también porque queremos cambiar la cocina de Madrid, bueno los muebles y eso, tal vez aquí resulte más barato, no lo sabemos.
Ayer nada más llegar nos fuimos como siempre al cortijo, está lleno de verde por todos los rincones y estuvimos hasta que se hizo de noche, viendo la puesta de sol que es única.
Como la salida que se está produciendo en este momento por Pinajarro, bañando toda la montaña de luz y llenando de calor todo el pueblo, es una maravilla poder disfrutar de estos encantos, de verdad, ya verás cuando tu seas mayor, como me darás la razón, cuando vivas esta experiencia en tu propia carne.
Estaremos aquí unos días, porque luego ya se mete el tiempo de otoño- invierno y apetece menos venir porque hace muchísimo frío, llueve y el tiempo no permite más que estar todo el día metido en casa y para eso se está mejor en
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Madrid, que además puedes ir a los sitios, que están mejor habilitados para este tipo de inclemencias.
Ahora por la mañana iremos a pasera por el campo, por el barrio judío etc. Esta tarde nos lo pasaremos en el cortijo, leyendo, tomando el sol y gozando de los olores de las hierbas del campo.
Un beso, hasta otro momento, el agüelo.
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Queridísimo Fran:
Hoy es víspera del día de Todos Los Santos (Nuestro apellido) por tanto nos tendrán que felicitar y además obsequiarnos con algún regalito, ¡Vamos digo yo...!
Bueno la cuestión es que hemos venido hoy al pueblo, como siempre la abuela y yo.
Hemos estado en el cortijo comiendo y leyendo un ratito y nos hemos venido a casa porque no estaba el sol como para estar allí mucho tiempo.
Te estoy escribiendo desde el ordenador portátil, de tío Paquito, que me le ha dejado para que yo lo utilice, no sé que voy a hacer con tanto ordenata...
Aún no han comenzado los señores que van a hacernos la pared nueva y también seguramente la (casina 2). Va a ser muy bonita, toda de piedra como las paredes y nos servirá para desahogar un poco la casina 1 de los chismes que asfixian un poco la estancia.
La abuela ha diseñado que sea más o menos como la otra, en tamaño, pero que tenga un toque rústico, así las ventanas serán de madera con cuarterones o contraventanas abatibles, el techo también de madera con travesaños de madera, aunque nunca será como la primera, por la ilusión que nos hizo.
Tal vez te aburran mis comentarios, pero yo me lo paso muy bien contándotelo todo.
Un beso, el agüelo.
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Para el Concurso de Relatos de El Pincel de Bambú (verano 2017)
¿Cuándo te vas…?
Es la frase que se oye con frecuencia en estos días de asfixiante calor, en la calle, en el Bus, en el metro, en las escaleras de la comunidad de vecinos, en todos los sitios.
Pareciera haber una ley, no escrita, que obligara a esta migración, a veces involuntaria, impuesta, no siempre deseada y posiblemente motivo de perturbaciones familiares, discusiones, choques y enfrentamientos de opiniones: “Yo prefiero la sierra”, “yo la playa”, “yo el pueblo” “yo quiero ir a Londres”, y así unos deseos no siempre satisfechos, de cada miembro de la familia…
Por el contrario hay quienes pasan olímpicamente de esta situación, continúan con la normalidad de su vida, ¿Para qué ir a ningún sitio, si como en casa no hay nada?
Se ocultan motivos económicos, se argumentan motivos de salud, ya habrá ocasión, se dice tratando de convencer a la parienta de que es mejor ir de vacaciones, o como quiera llamarse, lejos del borreguísmo, de masas invasoras, de lugares sobrecargados de turistas de mochila y chanclas, argumentando para sostener la opinión propia que : No se puede ir a un sitio sin que toque esperar horas, hacer colas, recibir trato de indiferencia, pagar todo a doblón por mor del turismo que encarece todo el sistema y mil etcéteras referidas al caso.
Cuanto mejor gozar del vacío que se produce gracias al éxodo masivo de las grandes urbes, encuentras todo más despejado, más fácil, puedes aparcar a discreción, entras en un comercio y eres atendido de inmediato, vas a un Bar o Restaurante y eliges dónde sentarte, dónde va a parar con cualquier lugar turístico, donde ocurre todo lo contario.
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Además está lo que se ha dado en llamar (Trauma Posvacacional) el manido tema que todos los años por Septiembre suele aparecer en Revistas y Periódicos, cuando no en los Telediarios. También por esa razón y mil más, hay quienes huyen como gato escaldado de las llamadas Vacaciones Estivales Anuales.
En todo caso, nuestro respeto, y parabienes a quienes durante todo un año, esperan estos días de merecido asueto, puede que haya casos, en que sea necesariamente recomendable pasar por todo lo antes expuesto, en la seguridad de poder decir a la vuelta: “Ha merecido la pena”… Los alérgicos a la arena de la playa, a los tumultos, a la turba generadora de conflictos, al aguante de incomodidades, a las caravanas de carretera, a la gastroenteritis, tener que aguantar al cuñado de turno o pariente, que siempre tienen la razón, y eso… y lo demás… Tengan su página de gloria y encuentren alivio, soltando estas argumentaciones, no faltas de sentido, sin embargo.
Agosto 2017
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BODAS DE ORO DE PILA R Y FLORENTINO 1964 2014
Cuando contemplamos, con el paso del tiempo los cincuenta años de nuestro enlace matrimonial, nos parece un milagro haber llegado a esta fecha.
Desde que nos dimos el SÍ aquel 23 de Agosto de 1964, hemos vivido una historia, que hoy contemplamos admirados de la misma.
La Bendición del Sacramento Matrimonial nos ha querido regalar entre otros muchos bienes, dos hijos que hoy son la gloria de Pilar y mía, uno Sacerdote Salesiano el otro Educador y Salesiano Cooperador.
Hemos vivido situaciones de alegrías, de sorpresas y de momentos difíciles por motivo de paro, enfermedad, fallecimientos, etc.
A lo largo de estos cincuenta años, nuestra vida ha ido acompañada de una fe inquebrantable, una Esperanza llena de sueños y realidades y un Amor que hemos tratado de conservar y alimentar de forma permanente, como el primer día.
Han sido muchas las situaciones propicias gracias a la mediación de nuestra Madre Auxiliadora y la mediación inequívoca de los Beatos Mártires salesianos, a quienes profesamos una espacial devoción.
Hoy al contemplar estos cincuenta años, sabemos que ha sido con la Gracia del Sacramento y nuestra conformidad es completamente satisfactoria.
Por ello, queremos hoy celebrar con alegría nuestro aniversario, como no puede ser de otra forma, agradeciendo a Dios los bienes que nos ha concedido sin mérito por nuestra parte,
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pedirle nos siga teniendo presente durante nuestra existencia y nos de fuerza para continuar con el Compromiso de fidelidad que nos juramos un día:
"Hasta que la muerte nos separe"
También queremos dar gracias a tantas personas, nieto, hermanos, familiares, amigos, que durante todo este tiempo han hecho posible nuestro matrimonio y se haya mantenido firme en el compromiso, sin ellos nos hubiera resultado muy difícil.
Agradecemos de manera muy especial a quienes hoy comparten con nosotros esta Acción de Gracias, familiares y amigos que han querido celebrar el acontecimiento junto a nosotros.
Y por nuestra parte de Pilar y mía, con esta Celebración queremos renovar las Promesas que un día nos dimos, continuar siendo fieles a nuestros principios con la ayuda de nuestros protectores y amigos.
Artículo publicado en el Boletín Salesiano en Agosto de 2017
(floren)
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CRÓNICA TAURINA
Floren SB
6 de agosto de 2014
Todo comenzó en la calle Vallehermoso 3…
Uno de los muchos días en los que me pasaba por el restaurante “Los Aperitivos” a comer, bueno a tomar algo pues el presupuesto no andaba muy boyante, uno de los camareros, tal vez el más joven de todos ellos, se me acercó porque me oyó comentar que las fiestas de mi pueblo comenzaban en unos días y que me iría a pasar unas jornadas de asueto, pues ya hacía algún tiempo que no visitaba mi tierra…
Me oyó decir que había tres días de fiesta con novilladas de toros y reconocidos carteles de las afamadas figuras de por entonces, hablo de los años sesenta y pico.
Con cierta timidez para no despertar sospechas de haber estado escuchando las conversaciones que manteníamos otro amigo y yo, a propósito de las fiestas patronales de mi pueblo, se acercó tímidamente y a pesar de haber cierta amistad entre ambos por verme por allí frecuentemente, me espetó:
- ¿Oye, en tu pueblo hay novilladas de toros…?
- A lo cual yo respondí:
- Ya lo creo y con buenos carteles, ¿por qué me preguntas eso?
- Es que verás, yo, me contestó él, soy novillero, lo que pasa es que no tengo ocasión de demostrarlo y al oírte hablar de toros y tal, me ha picado el gusanillo y pensaba yo si sería posible debutar en algún sitio donde se pudiera demostrar mis habilidades en el arte de Cuchares.
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Soy de Alcalá de Henares; pero aún no me he estrenado, pues piden un pico por matar un novillo y se escapa de mis posibles.
Yo me quedé perplejo, ver como un artista, tal vez ignorado, podía dar la campanada al estilo de los de por entonces figuras “El Cordobés” “Palomo Linares “y noveles por el estilo.
Me dio que pensar y al día siguiente, volví sobre el tema. Le dije al sujeto en cuestión:
¿Dime, porque te interesabas ayer por el asunto de los toros de mi pueblo?
Él me contestó, que había intentado torear en plazas de los pueblos de la región; pero en todas le pedían tener que pagar con lo cual y dada su precariedad nunca había logrado estrenarse.
Yo, solamente le prometí hablar con un amigo del pueblo, ya que su padre era uno de los empresarios de la plaza de toros, vi como sus ojos brillaban de emoción y eso que solamente era una promesa sin resultado definitivo.
Pasaron unos días y tuve ocasión de hablar con mi amigo el cual no me puso impedimento alguno, en cuanto tener que pagar, aunque tampoco cobraría nada por su actuación.
Cuando se lo comuniqué a Jóse, que así se llamaba el “maestro” en cuestión, casi se le saltaron las lágrimas de alegría, ya comenzó a comunicárselo a sus compañeros y estos le prometían acompañarle en su debut.
Días después, me enteré de sus preparativos en cuanto a traje, atuendos y demás para el gran día, por sus compañeros, que me decían la ilusión tan grande que habían percibido en Jóse, algo que había transformado su comportamiento, ahora estaba más ufano, alegre, dispuesto, servicial, un cambio por el que su propio jefe se había interesado y estaba dispuesto a fletar un autobús para verle actuar como torero.
Y llegó el gran día…
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Se habían confeccionado los carteles y la gran noticia fue que en medio de los dos espadas de turno se había incluido a Jóse, cuyo nombre de guerra que no artístico, era nada menos que el rimbombante “GAYO GAYITO II”, torero de reconocido prestigio de Alcalá de Henares, el me aclaró que para no parecer plagio del gran GALLO matador de toros y gran maestro y figura de los años treinta en Sevilla, se había cambiado la Y por LL.
Estaba loco de contento, cuando le presenté el cartel con todo lujo de detalles, a todo color con un fiero y terrorífico toro en el centro del mismo y a continuación el “Cartel” con su nombre en letra de molde y nada menos que formando terna con dos novilleros de reconocido renombre, todo un milagro, me decía…
El día antes del debut, fuimos al pueblo, como las grandes figuras en un deportivo de mi jefe, donde sólo había dos plazas y el maestro sentado en medio de los dos, con el freno de mano clavado en el culo y ardiendo, pues en Agosto y con la transmisión del cambio entre las dos piernas, huelga todo comentario.
La noticia entre los amigos, corrió como la pólvora, Floren había traído a un torero que se anunciaba en los carteles y prometía darlo todo pues era debutante e iba a muerte con el asunto.
Después de una noche por los bares de la localidad, haciendo patria entre la gente del pueblo, que le animaban prometiéndole su presencia en el coso taurino; llegó el gran día…
Por la tarde a eso de las tres, el debut era a las cinco, como en la poesía de Lorca: “eran las cinco de la tarde…”comenzaron los preparativos en cuanto a la vestimenta del “maestro”, la ropa llegó un tanto arrugada pues el maletero del deportivo era limitado y hubo que estirarla a mano, aunque el traje de luces, alquilado, se prestaba a pocos apaños.
Una de las situaciones más grotescas que he vivido en mi vida, fue la contemplación de vivir la liturgia que acompaña el vestir de un torero, primero la ropa interior, también de alquiler, pues es una
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especie de tubular elástico que se acomoda a los recovecos corporales del torero, aunque este nuestro amigo tenía más huesos que chicha, como decía uno de los amigos que acompañaban la faena: parece el quijote, con más huesos que otra cosa.
Lo mejor llegó a la hora de apretar los machos, sobraba tela por todos los lados y por más que tratábamos de acomodar la “taleguilla” no había manera de ajustarla, aunque al fin logramos que pareciera un torero y disimular la “triste figura”.
Ya comenzó la comitiva hacia la plaza de toros, el “maestro” esta vez en el deportivo vestido de luces y en todo su esplendor sentado en el capo trasero del deportivo con las piernas dentro del asiento sin los rigores de la transmisión, yo acompañando a mi jefe y detrás de nosotros varios coches de amigos, con chicas vestidas de “manolas” para la ocasión, incluso con ramos de flores y sonando los cláxones de los coches anunciando lo que se presumía un gran acontecimiento.
La entrada en la plaza fue apoteósica, los aplausos arreciaron al ver aparecer en el coso el deportivo con el maestro saludando y
emocionado por el recibimiento, nunca se lo hubiera creído ni en sus mejores sueños.
Acto seguido y ya a pie, se presentó ante los diestros que hacían de padrinos en el debut de nuestro amigo que además le habían prometido prestarle la cuadrilla con sus banderilleros y todo cuanto rodea esta fiesta. Saludos protocolarios, efusivos y emocionantes, nunca antes nuestro protagonista había vivido semejante situación.
Sonaron los clarines y timbales y una corriente de ¿Miedo?,
¿Pánico? ¿Estupor? Recorrió todo el cuerpo de nuestro amigo. Nunca antes había visto tanto público, con motivo de su actuación, él se las prometía así mismo dar todo lo mejor de su exiguo oficio y sus compañeros y ya amigos de terna, le daban palmadas de ánimo
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pues le vieron palidecer por momentos y aún no habían salido los morlacos…
Capítulo aparte merece el desarrollo de la novillada, pues había picadores y el paseíllo era todo un despliegue de medios, parecía más bien un ballet o un desfile de moda, amén de que la tarde se presentaba preñada de novedades.
El cabreo de las “manolas” que asistían como madrinas a la novilladas, subió de tono al ver que el capote de paseo el torero se lo envió a las pijas del pueblo, por entender Gayo que era una gentileza de mi jefe el haberle llevado al pueblo en su coche y se sintió obligado a tener un detalle con la novia de este que se encontraba con la panda de señoritas bien.
A partir de ese momento, las flores que habían llevado para tirárselas cuando diera la vuelta al ruedo quedaron en suspenso, a no ser que enmendara la plana brindándoles el único novillo que le correspondía en turno.
Tuvieron la gentileza los compañeros de cederle el primer novillo, corriendo el turno correspondiente y consciente de las incertidumbres y deseos de quedar bien el torerocantano, algo que Gayo Gayito II agradeció sobremanera.
Se hizo silencio en la plaza, arreciaron los repiques de tambores y cornetas, el Presidente del festejo sacó un pañuelo blanco por encima del sitial de la presidencia y antes que se diera cuenta nuestro debutante, tenia frente a sí, un enorme novillo, con al parecer del mismo, de muy malas intenciones, pues nada más olisquear el albero de la plaza, comenzó a lanzar arena con las pezuñas delanteras y a mirar de soslayo cuanto se movía a su derredor.
Gayito, engallado nunca mejor dicho, aunque un tanto descompuesta la cara y la mirada fija en ese animal, que se le antojaba un búfalo, por los bufidos que emitía, ya el público esperando que diera el primer farol, pase de castigo, capotazo o
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cualquier jerigonza que se inventara y un tanto impaciente pues el tiempo corría y el maestro no se definía, mientras empezó a tocar palmas de tango, lo que avivó el espíritu de Gayito y sin más se presentó en los medios.
Ese novillo, toro, de capa nevada, jabonero, tuerto de un cuerno, bragado meano, un tanto desgarbado y con las costillas señaladas como un serrucho, se arrancó sin previo aviso lo que no dio lugar a Gayito a colocarse, y apenas en décimas de segundo, vimos volando por los aires a nuestra figura, dando con sus huesos después del revolcón en la arena y siendo rematado con inquina por el novillo, gracias a las asistencias de los colegas la cosa no llegó a mayores.
Ya superado el miedo escénico, el verdadero pavor por lo sucedido, Gayo se puso en pie compuso la maltrecha figura y dando un paso adelante ya sólo de nuevo en la plaza se enfrentó al animal con un par y este entró como un tsunami al capote, que le fue arrebatado con el cuerno gacho, quedando al albur nuevamente nuestro amigo.
De nuevo la asistencia de uno de los banderilleros, le solucionó la papeleta, recogiendo el capote y entregándoselo al maestro.
Pasó un siglo, hasta que de nuevo sonaron los timbales y se cambió el tercio, nada bueno se presagiaba pues el público, no se si enfadado o enardecido, empezó a increpar a un banderillero que se disponía a realizar su faena, ante la insistencia del respetable, cedió los garafullos al maestro y este sin pensárselo dos veces se cuadró ante el morlaco, el toro se le arrancó de lejos y el personal del callejón, que se temía lo peor, no quería ni mirar, pasó el toro lamiendo los machos del torero y este intento clavar las banderillas en el lomo del novillo, pero falló en el intento y por el tendido se corrió la voz de un aficionado de voz potente que decía: ¡ Hombre a la capa de ozono, no, al toro coño!. La juerga ya se extendió por todo el tendido y el cachondeo hizo acto de presencia en el ruedo.
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La faena avanzaba, y aún quedaba lo peor, matar al novillo…
Gayo tomo los trastos, se santiguó, bebió agua, escupió, y ya más tranquilo pues el toro había perdido parte de su brío, con carreras de aquí para allá, le dio dos muletazos de castigo, tratando de someterle, el toro bramaba, cabeceaba, daba coces y los silbidos arreciaron en el tendido.
Gayo, nervioso y apurado por un aviso que sonó a las trompetas del juicio final, se enfrentó a la suerte y sin pensárselo dos veces se lanzó al volapié sobre el toro, atravesándole el costado o lo que es lo mismo vistiendo de guardia en el argot taurino.
Los compañeros acabaron la faena, dándole la puntilla no una sino hasta seis veces, pues el toro se levantaba, ante el cabreo del público una y otra vez, hasta que tal vez aburrido el novillo se entregó a la muerte, yo creo que deseada.
Florentino Santos Barbero en
Madrid 16-Agosto-2012
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¡¡¡« CUIDADO CON LAS AYUDAS »!!!
Sí, es triste tener que decir esto, pero cuidado con las ayudas gratuitas.
¿Qué por qué digo esto? Pues por algo que me ha sucedido recientemente.
Las escaleras mecánicas, en un momento dado, se pararon de pronto… En ellas íbamos mi mujer y servidor, cada uno con nuestra respectiva maleta con ruedas y las consiguientes ensaimadas producto de Mallorca imprescindible de quien se precie.
Un chico de unos 16 años se prestó voluntariamente para ayudarme a subir la maleta el poco tramo de escaleras que aún me quedaba, a mi me sorprendió positivamente y me reconcilié con la sociedad tan puesta en tela de juicio hoy día.
Me pareció un acto de lo más natural ayudar a una persona mayor a subir una maleta.
Todo cambió cuando observé que por detrás de mí venía otro chico, clon del anterior, y me introducía la mano en el bolsillo del pantalón tratando de sustraerme lo que allí se encontrara.
Cuando me percaté y casi le grité: ¿“Qué haces”?, ambos desaparecieron del lugar donde ya se habían terminado los pasos de escaleras, tomando las de dirección contraria de bajada, a mi entender volvieron a pulsar el botón de emergencia que previamente habían pulsado para detenerla.
Lo que terminó en una simple anécdota deja de manifiesto la inseguridad, pese a las cámaras, guardas jurados, etc. Que, sin lugar a dudas existen en el Metro de Madrid.
Aviso a navegantes: Antes de agradecer la ayuda anónima (es triste reconocerlo) hay que pensar bien qué se persigue con ello.
Publicación en elmundo.es
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« EL SILENCIO DEL BARRIO JUDÍO TE DEJA SORDO...»
Esta frase es de un amigo que por primera vez visitaba Hervás con su familia, nada hay tan original como la expresión de quien por primera vez pisa las piedras rodadas de nuestro querido Barrio Judío de Hervás.
Y ciertamente pasear por las calles del Barrio Judío al atardecer o ya anochecido, tiene un encanto que algunos han dado en llamar "embrujo"...
La tenue luz de las farolas producen a la vez que misterio, un encanto especial, las sombras tras los recodos de las paredes ensambladas con sus atravesados costanos, el casi dorado color de los adobes que con la mortecina luz encandilan al paseante nocturno que busca el silencio con sus almohadillados pasos para no perturbar la paz que se respira, la belleza sin igual de otrora, del bullicio diario, del paso de generaciones hechas al ambiente casi sagrado que se respira en cualquier rincón del Barrio y que no quiere romper con alteraciones tan siquiera de acompañante alguno.
Quienes tenemos el privilegio de haber nacido en tan sin igual ambiente, somos capaces de entender este tipo de expresiones, sensaciones más bien diría yo, de notar ese mágico pellizco que se siente al pisar las ancestrales huellas de nuestros antepasados sefardíes y una vez sumido en el "silencio" : apreciar, reconocer, soñar con nuestros ancestros, crear, inventar, componer, sentir, y plenos de estas sensaciones; publicar a los cuatro vientos este descubrimiento, que en nuestra sociedad es tan apreciado, el silente éxtasis de pasear por nuestras calles del Barrio Judío de Hervás
Nuestra vida y sociedad llena de ruidos, ajenos a veces a nuestra existencia, persiguiendo un poco de paz interior, pocas veces conseguida, hace que apreciemos con mayor profundidad
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este tipo de sensaciones, que por favor de no se sabe qué duendes y sin mérito alguno por nuestra parte, se nos ofrece de forma gratuita y servido en bandeja de plata en nuestro querido Hervás...
Forma parte del discurrir diario de los habitantes del Barrio Judío, ellos también son conscientes de ser privilegiados por haber nacido y vivir en él, a veces no entienden muy bien el encandilamiento de los visitantes, que boquiabiertos con sus cámaras tratan de robarles la esencia misteriosa de su Barrio, aunque lo de compartir con ajenos es una de las principales virtudes de los vecinos, yo he sido testigo directo de una dádiva en éste sentido:
Una señora tenía en su puerta una silla de tijera con una banasta de productos caseros, conservas, dulces, frutas y una ristra de pimientos secos, a mí se me antojaba coger un higo seco y al percatarse la dueña de la improvisada tienda de frutos y variantes, me dijo: ¡coge, coge! y yo por no ofenderla cogí, ¡vaya si cogí...!
De noche cuando se llega a las inmediaciones del río, de la Fuente Chiquita, la cadencia del paso del río hace nuevamente sumirse en un sueño de irrealidades, uno elucubra personajes de épocas remotas y los quiere representar en el hoy que no entiende de sentimentalismos ni banalidades, es decir nos hemos convertido en gentes prácticas, sin tiempo para meditaciones metafísicas y pasamos olímpicamente de leyendas e historias, sin paramos un momento a pensar qué fondo de realidad pueden o no tener este tipo de imágenes en nuestro subconsciente ...
Pero yo me paré, como iba sólo no tenía que dar explicaciones, en un canchal junto al susurro cadencioso del río Ambroz, que ya su nombre es evocativo con solo pronunciarlo, despacio, en silente y esperanzador duermevela, sin perturbar el enigmático paso del río por el ojo del puente cuyo pretil está adornado por un dormido guerrero, dicen que templario, y en ese momento, que uno no quiere se acabe...
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Comienzan a aparecer inspiraciones insospechadas, ¿Y si fuera verdad que hay duendes? ¿Y si he sido especialmente elegido, para que fluyan las ideas y expresiones de este relato? ...
Y obligado por la naturaleza del momento, salgo de mi arrobo, piso de nuevo el suelo, con especial reverencia, y... me dispongo a volver al ruido del diario discurrir; pero con un hueco lleno dentro de mi alma, con la sensación de haber vivido un momento mágico, casi eterno, que ha valido la pena sentir...
Y en habiendo tenido éstas vivencias, me doy por bien pagado mi relato sin trascendencia alguna, ya es en sí mismo mi mejor premio.
FSB (Mayo 2015)
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EN MEMORIA DE MIS PRIMEROS MAESTROS
Este artículo me fue encargado por “El Pincel de Bambú”, página que sigo con entusiasmo y fidelidad en Facebook y fue publicado en el Sitio mencionado en Octubre de 2015.
Mi primer recuerdo de Escuela (con cinco años) lo tengo bien presente y fue cuando me incorporé, por primera vez, llorando a la Clase de D. Alfonso (El Manco), así le llamábamos los niños, siempre tan crueles.
Gori, mi compañero y yo, entramos el mismo día, llorando repito a moco tendido; pero D. Alfonso comprensivo e identificado con este tipo de situaciones no nos llamó la atención, dejó pasar el tiempo y aprendimos, hicimos amistades, nos fuimos enterando de lo que vale un peine.
Con el tiempo fui pasando de maestro en maestro, D. Juan Francisco, D, Félix, D. Emiliano y de todos ellos guardo un gratísimo recuerdo, muy especialmente de D. Juan Francisco, que me llevo con él de ayudante al Cine, a la cabina desde donde se proyectaban las películas casi todos los días por aquel entonces.
Él fue el responsable de que se abrieran en mí un sinfín de nuevos horizontes e hizo que yo me sintiera: Robín Hood, un héroe del Oeste, Capitán de un barco y en alguna ocasión el “malo” de la película.
Gracias a todos ellos que pusieron en mí la semilla de querer aprender cada día.
Cinco de Octubre de 2015 (Día del Docente)
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Escribe, escribe, escribe...
La insistente invitación por parte de uno de mis hijos, me ha hecho volver a este oficio de escribidor o algo parecido, pues muy a pesar mío y de mis carencias literarias, presumo de hacer pasar un rato con este menester...
Animado pues y con todo el tiempo del mundo por delante, puesto que estoy de vacaciones oficiales, porque de vacaciones y debido a mi estado de jubilado estas me acompañan siempre, al tener ocasión de cambiar de ambiente, el de la Capital por un lugar de playa y sol, sobretodo playa, pues para mi fortuna dispongo del mejor mirador posible dado que anualmente soy invitado por uno de mis hijos a pasar unos días en la meca del veraneo, con la más esplendida vista de la playa que jamás pudiera desearse : BENIDORM.
Mis horas de contemplación de la misma, el chocar de las olas como música de fondo, el sol radiante con sus 1809- grados que durante el día va acompañando mi estancia en la terraza lugar por excelencia de un octavo desde la mejor de las atalayas posibles para esto del relax, y la cultura gastronómica, pues también para mi fortuna mis hijos poseen el mejor de los gustos en preparar comidas pantagruélicas jamás soñadas...
Es por ello que resulta muy fácil desgranar lo que a primera vista de playa se me presenta que no es otra cosa que una masificación nunca contemplada tan siquiera en Bravo Murillo de Madrid, lugar por el que habitualmente paseamos mi mujer y yo prácticamente a diario.
Esta mañana a las siete de la madrugada, cuando me levanté para cerciorarme de que no estaba viviendo un sueño, me acerque a la barandilla de la terraza, y pude contemplar un desfile de ánimas, si no en pena, al menos sí esperpénticas, vejetes encargados de coger la primacía del sitio más idóneo en primera línea de playa,
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cargados con sus enseres, desde sabe Dios de dónde venían andando, hamacas, nevera, y la imprescindible sombrilla.
Una vez ganado el sitio más o menos supuestamente deseado y partiéndose de la risa de ver como otro, (.amiguete?) había sido burlado en su carrera por reservar el "sitio" que otrora es decir ayer y algún día que otro, debido a su madrugón, era bajo su criterio de propiedad y derecho adquirido, pincha el mástil de su sombrilla en la arena y a partir de ese momento cual si de su particular Isla Perejil se tratara su ego le clamaba entre susurros el “Conseguidoo”
esperado...
No pasado mucho tiempo, aparecen como en manada una serie de personas - hormiga por la arena dejando a su paso un reguero de sillas plegables, toallas multicolores, flotadores de la más amplia jungla jamás imaginada, en forma de cocodrilos, y demás especies selváticas, al tiempo que una recua de niños, unos llorando y siendo arrastrados por la premura de su madre, otros escapando de la mirada cansina del abuelo, que para sus adentros no encontraba explicación al sometimiento diario y la tortura de tener que pasar horas y horas, tumbado al sol cual escualo varado en la arena sin remisión... Con lo bien que estaría ahora en su pueblo tomándose sus vinos con los amigos, de toda la vida y que cada vez que retornaba al ambiente ya faltaba alguno, a veces más de uno...
A media mañana, hora en la que me ausento de la terraza, Sancta Sanctórum para mí, con mis hijos a brujulear por la ciudad, a recorrer lo que yo he dado en llamar las cruces : Cruz Blanca, Cruz del Sur, Cruz Verde y cervecerías de renombre como Güines y otras donde además los aperitivos unos de embutidos picantes, otros de mariscos, y alguna sorpresa que los titulares se afanan por crear y competir con sus "enemigos" del gremio y de esa forma contentar a la clientela, cada vez más escasa por cierto, dicen que por la crisis, a mí me parece que es porque están cambiando los
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gustos de los clientes a medida que las nuevas hornadas van siendo cada vez más jóvenes y le tientan otros intereses. También hay lugares que por su novedad, te obsequian con música en lo que andas enrollado con tu cerveza, música que a veces uno piensa le parece mentira con la calidad de los intérpretes, sea gratis y también que no hay mucha gente que sepa apreciar el obsequio, a la mayor parte de los visitantes, les parece ruido y además desagradable...
Volvemos a casa, hartos de transitar calles y sitios atestados de gentes de toda índole, iba a decir clase, pero para no confundir diré que de clase nada de nada, puede decirse de lo más hortera que jamás pudo imaginarse uno por mucha febril imaginación que se tenga.
El descanso del guerrero, es la ya consagrada terraza como la mejor posible, donde nos espera una suculenta paella al estilo levantino, con todos los ingredientes de marisco que es la más apreciada de la familia y regada con un buen vino Ribera del Duero, que el sibaritismo de mis hijos es costumbre poner junto con su cariño y recibimiento ya contrastado en el tiempo.
Siesta, más terraza, tele, lectura, Internet, coloquio, y sobre todo relax, mucho relax que a uno le parece excesivo; pero dando la moviola atrás, se puede entender que el sometimiento diario, el trabajo, los madrugones, la trágala que a diario se han de soportar, los atascos, el mal comer y mil etcéteras le hacen a uno llegar a comprender el merecidísimo descanso y el olvido llegado el caso de las avasalladoras preocupaciones del avatar diario...
Llegado este momento, en el que uno ya está de vuelta de casi todo, solo me queda dar gracias en el más amplio sentido del término, por tantos favores y horas tan agradables como efímeras pasadas con la familia, la familia bien, gracias...
(fsb Agosto 2014)
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IN MEMORIAM DE D. JOSÉ SÁNCHEZ (sdb)
Sonó el teléfono...
Voló la noticia por los HDB de la Dehesa de la Villa...
Ha muerto D. José Sánchez...
Surgió de inmediato una Invocación:
"Recíbele en tu seno Señor, en tus manos encomendamos su Espíritu"...
Hoy NO se nos ha muerto nuestro Padre Maestro y Amigo, no..., sencillamente ha ido al Padre.
En medio de la inevitable tristeza nos queda el consuelo sin embargo, de saber que tenemos un mediador más en el cielo.
¿O es que hemos olvidado que formamos parte de lo que el llamaba "La Cadena", su cadena de oración?...
Allí junto al Padre y nuestros mediadores, se sumará a ellos para continuar estando pendiente de nosotros...
Si algún rasgo tenemos que resaltar de sus múltiples facetas como persona, como educador y como sacerdote, sería sin duda su insistencia en la Oración.
Siempre nos decía que muchas vocaciones, tanto religiosas como de familia, se habían frustrado por el abandono de la Oración.
Por ello quiero terminar rezando esta bellísima oración del Oficio de Difuntos:
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"Al paraíso te conduzcan los ángeles" "A tu llegada te reciban los Mártires" "Y te conduzcan a la Ciudad Santa de Jerusalén" "El coro de los Ángeles te reciba" "Y con Lázaro, el que fue pobre" "Tengas el descanso eterno"
AMÉN.
HDB Dehesa de la Villa.
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Evocación desde el Barrio Judío de Hervás
Todavía hoy, cada vez que tengo ocasión —cada día que pasa van quedándome menos— visito casi con reverencial embelesamiento, el Barrio Judío
Cada rincón, cada calle, cada casa me transporta a otra feliz situación, reviviendo dentro de mí, una sospechosa reencarnación o reencuentro con mis ancestros.
Nada hay tan prosaico y a la vez
Placentero, como situarse y pisar la figura de la «Estrella de David», que hay en la Plaza. Sentirse como si de la Rosa de los Vientos se tratara y navegando por las calles, transportarse al pasado, soñar con las gentes, con Sefarad, presente todavía en discurrir diario.
Las paredes están impregnadas de palabras y canciones dormidas en el tiempo, y a poco que se afine el oído, que se produzca la abstracción en su grado mínimo, se puede ver, oír y oler; la serpenteante vida por las tortuosas calles, el devenir de las gentes: bataneros, curtidores, tejedores, mercaderes, comerciantes, tratantes, cinceladores del arte hecho adobe y madera en las innumerables fachadas, en los cantones de cada calle, en los aleros de los tejados, la evocación hecha vida...
Desde la atalaya de una azotea, con travesaños y baranda labrada de madera, un mirón espía a una doncella y que en una tina, baña su escultural belleza y atusa su larga melena negra al sol...
Trinan los vencejos, pregonan los vendedores callejeros y una ruidosa motocicleta me saca de mi arrobo y me devuelve la conciencia en mi huida hacia el pasado...
Aún hoy al pisar las piedras del Rabilero, se encienden rescoldos de un entonces en mi conciencia y con mi mente me traslado hasta las calles de la vieja Jerusalén.
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Para mi sorpresa, es tal el paralelismo a poco que uno reflexione, se pierde el norte de la noción del tiempo, y es tal el estado de confusión, que se requiere un esfuerzo para situarse en la realidad.
Solamente unas tiendas más, unos vestidos a la usanza antigua y un poco de imaginación y el milagro se produce.
Hervás evoca, realmente a Jerusalén.
Florentino Santos Barbero
(Publicado en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás en 1997)
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HOMENAJE A MÍS MAESTROS
Corrían los años cuarenta, la escuela era la obligación primera de cada niño; yo además tenía la de ser monaguillo y a las lecciones de Enciclopedia, libro de texto único por excelencia, el estudio de los latines y gregorianos que alternaba con mis correrías por los tejados de la iglesia los cuales llegué a conocer como la propia palma de la mano.
Les debo a los maestros de los diversos grados, es así como se llamaban por entonces a los diferentes cursos y clases, la huella que dejaron en mí, que todavía hoy recuerdo y también mi afición por aprender.
Primero fue D. Alfonso a quien admiraba por la maña que se daba para escribir con su sola mano izquierda, tal prodigio nos dejaba con la boca abierta, lo que para nosotros esra harto difícil aún con la mano derecha.
Admirable no sólo por ello, sino porque casi párvulos nos fue metiendo en la disciplina y el ambiente escolar.
Por entonces los cursos duraban lo que consideraba necesario el director de turno, se pasaba de una clase o maestro a otra u otro según fuera variando el número de alumnos.
Entré en segundo grado con D. Juan Francisco, siempre acompañado con el temor a lo desconocido, amén de que el buen señor tenía una aureola, no siempre justa, de ser un maestro rígido, duro, exigente con los alumnos; más tarde comprobaría que no era para tanto, aunque eso sí, tenía una voz como un trueno, suficiente para que en la clase una orden suya, fuera cumplida en el acto, tras un sepulcral silencio sin más.
Fue sin duda el maestro que más huella dejó en mí. Con él teníamos además de las tareas, llamemos académicas, otras
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actividades que en el ámbito escolar de hoy se llamarían “complementarias" o " extraescolares, como eran ir a plantar legumbres o cereales a los "lomitos", era algo que se hacía con mucho gusto, como toda actividad en contacto con la naturaleza.
Para servidor particularmente fue un tiempo inolvidable ya que tuve la suerte de ser elegido por él para llevarme de ayudante al Cine, donde proyectaba las diferentes películas, prácticamente todos los días de la semana.
Don Juan Francisco, tenía una gran prole que sacar adelante y el sueldo de maestro, no daba, así que se pluri-empleaba en arreglar electrodomésticos de todo tipo. Horas que dedicaba después de las muchas de escuela.
Gracias a esta circunstancia se abrieron para mí nuevos horizontes, que en la niñez son causa del desarrollo de la ima ginación. El cine se vivía en aquella época entre la chiquillería tras cualquier proyección con auténtica pasión y protagonismo. Tan pronto eras Robín Hood o Robinson Crusoe, como un pirata o un pistolero del Oeste, torero, trapecista, músico o el personaje de la película del día. Era una nueva forma de vivir la fantasía, dejando correr la imaginación.
En definitiva un modo de enriquecerse y todo gracias a la escuela y sobre todo a el Maestro.
Por último tuve por maestro al enigmático D. Félix, de quien se contaba todo tipo de aventuras corregidas y aumentadas, como siempre. Además tenía entre los chicos mayores fama de arreglarlo todo a base de bofetones, algo que cada cual contaba
contaba según le hubiera ido la feria.
Era un fumador empedernido, de lo que puedo dar fe, pues en ocasiones fui al Estanco a por algún encargo suyo y ojo con equivocarse.
También tenía su lado positivo, como eran por ejemplo, las explicaciones de las diferentes lecciones y en las que ponía tal
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empeño, que resultaban amenas y diferentes, sobre todo cuando sacaba una de sus vertientes polifacéticas corno era explicar, tal vez por aquello de que "una imagen vale más que mil palabras", pintando con tizas de colores en el encerado a través de gráficos, dibujos y mapas, las distintas disciplinas. Todavía recuerdo con nitidez los dibujos de plantas, flores, leones , elefantes, y una variada fauna de animales, los mapas señalando los límites, las provincias, los ríos, las montañas con todo lujo de detalles.
No teníamos LODE ni LOGSE ¿Pero verdad, que funcionaba la escuela?
Yo tengo la completa seguridad que ello era debido a la entrega vocacional de los Maestros a quienes dedico este pequeño recuerdo.
Madrid, Junio de 1.993.- Florentino Santos Barbero.
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A propósito de Internet...
Ha llegado un momento de intentar nuevas experiencias en esto de Internet.
Digo que estoy ya un tanto aburrido de todos los días lo mismo, me levanto a las siete de la mañana, sabido es que los viejos nos acostamos pronto y despertamos temprano, me pongo, a navegar, en el argot estúpido de los internautas, abro el correo, genera mente tengo algo que me mandan mis conocidos o amigos, contesto siempre a los mismos y a veces les envío directamente a la papelera, pues estoy harto de tanto Power Point, que necesariamente no tiene por qué coincidir con mis apetencias, musiquitas dulzonas, animalitos de Disney triscando por montañas y cielos de colores angelicales, cuando no groserías que al parecer a la mayor parte de la gente les hace gracia, a mí ni puñetera...
Paso seguidamente a consultar mis cuentas bancarias para comprobar los cargos, casi siempre de Impuestos Municipales, Seguros de casa y auto, Factura de Luz, Agua, Gas, Comunidad de vecinos., Garaje, y el puto IBI de tres de mis propiedades, cuando nó algún cargo de Gasolinera, Peajes de Carretas, algún que otro pago con Tarjeta de Crédito y la madre que lo parió...
Una vez pasado el correspondiente cabreo de ver cómo va mermando mi Cuenta Corriente, pues son más las salidas que los ingresos paso a la fase de...digamos distracción u olvido.
Entro en Facebook, tengo varias páginas entre mis preferidas y pertenezco a varios Grupos de las mismas. Aquí dedico bastante tiempo a ver las "ocurrencias" de los diferentes miembros del Grupo, unos ponen fotografías, a veces de una privacidad entiendo
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yo que rayan la intimidad, se desnudan abiertamente al público sin el más mínimo pudor y ello a diario. Uno, nuevamente a veces por cortesía, escribe comentarios, tratando de ser constructivo y señalando sutilmente la poca delicadeza de las publicaciones con la más exquisita de las denuncias y de una manera que no señale a nadie en particular, aunque sí a buen entendedor ...
Entro en el apartado de las Noticias tanto a nivel nacional como en general internacional, un repaso a titulares y parándome en aquellas que llaman mi atención sobre todo si tienen algo que ver con la cotidianidad (Vaya palabro) por aquello de estar al día.
Acto seguido repaso mis preferencias de música y con ella de fondo continúo hasta el tedio viendo páginas de interés que siempre o casi siempre no me aportan ninguna novedad o interés…
Cuando ya estoy hasta el moño de "navegar" es mañana entrada, y dependiendo de la climatología, mi mujer y yo nos damos el reglamentario paseo diario, también empieza a ser tedioso, pues a pesar de tener ya establecidos un determinado y variado itinerario de rutas, éstas van repitiéndose a lo largo de los días y al final termina uno cansándose de lo mismo.
De todas formas, son muchos los caminos que conducen a nuestros objetivos que siempre coinciden en el Centro de la ciudad desde el cual y una vez ya 'sintiendo hormigueo en las piernas cogemos el autobús que nos deja de nuevo en nuestro domicilio...
Después de la comida, generalmente a las dos de la tarde, viene la siesta, casi obligada creo que será por la fuerza de la costumbre y no quiero pensar que también sea cosa de la edad, breve eso sí y a demás mi imperdonable sesión de películas de caballistas, del oeste para entendernos y ello nos lleva casi al final de la tarde-noche, a veces tenemos futbol y sino pues los manidos
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concursos de 'la tele, lo más aguado del panorama televisivo pero lo más aceptable para no caer en los bodrios de series y Realitys Shows que alimentan generalmente las tertulias de un nivel yo diría sin ofender tercermundista.
Naturalmente rendido de tanto ajetreo, uno cree merecer un descanso y cobrar fuerzas para el día siguiente, que al fin y al cabo es otra vez' repetir el programa, sin más…
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La Familia y uno más…
¿Quién es uno más…?
Es, Jesús el recién nacido, para quienes le acogemos en el seno de nuestra Familia como a uno más, Uno excepcional, esto que puede parecer fácil, no lo es tanto si no se pertenece a una Familia Cristiana. Por fortuna nuestra familia, sigue el gran ejemplo que nos dio la Sagrada Familia en su acontecer diario, el SÍ contundente de María, sin ambages, el SÍ de José al fiarse de la palabra del Ángel, es de esta manera como la Familia se construye sobre roca firme, aguantando el ímpetu de las tempestades
En nuestra Familia, como en cualquier Familia de hoy, se han dado situaciones en las que había que dar un SÍ, que sólo puede entenderse desde la práctica de la Fe.
Ante los ataques que hoy se producen contra la Familia, hay que decir, que si quienes critican a la Familia supieran la importancia que esta tiene para la persona humana, seguramente entenderían que la Familia hoy en la Sociedad no es el problema, sino la solución. Cuántos miembros son salvados gracias a la acción de la Familia.
Dentro de la Familia se da un catálogo variado de actitudes que se sintetizan en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios: «El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca…»
Con el magisterio, probado, en nuestra Familia después de más de cincuenta años de matrimonio, éste sigue siendo nuestro
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Vademécum y nuestros hijos, por fortuna, han recogido el testigo y así sigue siendo.
Nuestra Familia quiere ser una escuela de tolerancia, comunidad de Amor y solidaridad, una «Pequeña Iglesia Doméstica».
Quienes tratamos de imitar a la SAGRADA FAMILIA, hoy nos sentimos más alegres que nunca por pertenecer a una Familia Cristiana.
Quisiéramos por último desde estas líneas, agradecer a nuestros padres la Educación Cristiana que nos dieron y que hemos tratado de inculcar en nuestros hijos a través de la Familia, hoy podemos recoger el fruto de este esfuerzo con un hijo Sacerdote Salesiano y otro Educador en un Colegio Salesiano, Gracias a Dios.
Pilar y floren – Enero 2017
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“Al atardecer de la vida, me examinarán del Amor”
Al escribir estas líneas, se me inundaron los ojos, ahora no sé si podré terminar este escrito sin que me ocurra otro tanto…
Ante la gran tristeza que nos embarga la usencia de nuestra hermana, nos consuela saber que la asignatura en cuestión:
El examen del amor, NIEVES la aprueba con sobresaliente…
Sería prolijo recordar aquí las virtudes que adornaron la vida de nuestra querida NIEVES, quienes hemos tenido la suerte de compartir gran parte de nuestras vidas con ella y quienes la habéis conocido, sabemos sobradamente de la talla humana y la grandeza de espíritu de su persona…
Se suele decir que las personas, mueren como han vivido y eso ha sido así con NIEVES, hemos sido testigos de su dura y larga enfermedad y de qué manera tan aleccionadora la fue soportando, sus últimos momentos fueron serenos y yo diría que de mucha paz…
La profundidad y convencimiento de sus creencias, la fe e interioridad de su espiritualidad, la riqueza que rezumaban sus conocimientos… Hacía, fuera una interlocutora magistral, sus diálogos amenos, profundos, siempre sabios y enriquecedores, Y sobre todo la práctica con la que durante su vida llevó a buen puerto todo ello… hacía nos diéramos cuenta de lo muy especial que era NIEVES… Daba gusto dialogar con ella…
Hemos compartido momentos importantes de nuestras vidas, hemos reído, viajado, llorado, y también rezado juntos, en mil ocasiones, hoy ella Ya está más cerca del objetivo que todos perseguimos,
“El abrazo del Padre”.
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Queremos hoy dar gracias a Dios, por habernos concedido gozar de la presencia de NIEVES y trataremos de seguir las enseñanzas, que ella con su práctica y vida nos marcó…
Solo añadir, que ojalá algún día pudieran decir de cualquiera de nosotros, lo que hoy podemos decir de ella:
“Pasó por la vida haciendo el bien”...
Un beso, Nieves… Pilar y floren,
13 Noviembre de 2016.
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NOSTALGIAS...
Hoy he tenido la suerte de escuchar el célebre tango interpretado por Rocío Durcal, y me viene a la mente las palabras que con frecuencia de mi dice uno de mis queridos amigos: "Tienes una forma un tanto pesimista de ver la vida" a lo que yo respondo: No, no...Es nostalgia de que la vida pasada, y los tiempos pasados siempre fueron mejores".
Viene al caso recordar la pregunta que le hice a uno de mis sobrinos acerca de si sabía el nombre de la calle, donde más bares de copas se concentran por metro cuadrado en nuestro querido pueblo, o Pub, si se me permite la licencia; pues bien, no supo decirme el nombre de dicha calle, sabía que era la calle que va al Convento pero no que se llama la calle Pizarro.
Esto significa, en mi opinión, que los tiempos han cambiado, no sé si para bien o no, lo cierto es que ahora la juventud se mueve bajo otros parámetros, tal vez siempre haya sido así, y a eso yo le llamo : "signos de los tiempos".
Mis amigos, y yo mismo, ya sexagenarios, con frecuencia hablamos de este tipo de situaciones, sin dejar de tener presente que "los tiempos avanzan que es una barbaridad" y tratando de comprender, alguna vez con más fortuna que otras, que los cambios radicales, son "fruta del tiempo" Sin que ello signifique que sean mejores o peores; pero a nosotros, tal vez un tanto anclados en el pasado nos cuesta aceptar esta trágala, que se impone pese a todo.
Todavía hoy, cuando nos reunimos a tomar una copa en uno de esos santuarios a Baco, hay algún nostálgico, que aprovechando la existencia de un piano, se dedica a salpicar con notas musicales,
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melodías de tiempos inolvidables, que otrora se me antoja fueron mejores, aquellos años cuarenta - sesenta y de pronto surge aquella célebre frase que, cuentan NO se pronunció en la película Casablanca (1943), pero que está en la memoria de todos : "Play it again, Sam" ( Tócala otra vez Sam) y nuestro amigo de turno, a la vez que complace nuestra petición, desgrana las notas que van haciendo entre el público presente un silencio acorde con el momento que no es más que la Nostalgia...
El "Richs Café" ahora convertido en "El Picaporte" y su dueño "Bogart" que no es otro sino "Marce", sesenta años después, la Nostalgia se hace presente, el percusionista Dooley Wilson interpreta a Sam a manos de uno de mis íntimos amigos por una noche, debo decir que con éxito entre los presentes y haciendo revivir, con nostalgia aquellos felices años de nuestra ¿lejana...? Juventud...
Quiero rendir merecido homenaje a aquellos interpretes de la inolvidable película
"Casablanca": Ingrid Bergman en lisa, Humpphey Bogart en
Rick y Dooley Wilson en Sam y también homenajear a mis amigos que tan buenos ratos nos hacen pasar, recordando nostalgias, de otros tiempos y decirles: Siempre nos quedará Casablanca..."
(floren)
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DÍA DE SAN VALENTÍN
Quisiera, ya puesto, dejar constancia en este escrito de mi rechazo a las fiestas, digamos...establecidas, por razones de tipo comercial o económico.
Sin embargo tal día como hoy he tenido la casi necesidad de participar en lo que se ha dado en llamar el día de los enamorados y con tal motivo he querido escribir a mi mujer la siguiente carta de amor:
¿Quién ha dicho que a los 70 años, nadie escribe cartas de amor...? Es cierto, que empieza uno a ser mayor cuando pierde interés por las cosas.
Sin embargo, “siempre nos queda Paris...”.
Acudiré a Vivaldi para que con una de sus sinfonías, haga nacer un ramo de violetas para ti...
Recurriré a San Juan de la Cruz, entraré en su celda, miraré en uno de los cajones de su mísera mesa, allí entre innumerables papeles arrugados, sin interés, buscaré luz para esta carta de amor.
Recordaré las tardes de acuarela en los atardeceres del Cortijo, las puestas de sol en las playas de Santander, la noche bohemia desde las ventanas de un hotel en Praga, el viaje nocturno de aquel barco surcando las aguas del Danubio en Budapest...
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Si la literatura tiene algo de excelso, es sin duda la posibilidad de transmitir sentimientos que muy dentro de cada uno de nosotros se liberan gracias al préstamo de autores que se han consagrado a este menester.
¡Que la paleta de tus pintores favoritos me ayude...!Tendré en cuenta los más de sesenta años de tu vida junto a mí, atendiéndome, cuidándome, entregándome lo mejor de tí, aguantando mis impertinentes impulsos.
¿Será eso el amor...? Te confesaré que eres y has sido mi único amor, que soy consciente de mis carencias en este terreno, que he soñado durante años liberarme de mis obligaciones laborales para dedicarme sólo a tí.
Que ya que he logrado liberarme y pese a que me queda un largo camino por recorrer en esto del amor, quiero dedicarme a tí, comunicarme con tus ideas, entender tus cosas, tus ilusiones, tus pinceladas...Ahora es cuando uno quisiera reunir conocimiento y no precaria capacidad para poder escribirte la mejor carta de amor, posible..
Pero en mi caso, tengo la solución más fiable y me resultará relativamente fácil.
Abriré mi corazón y en él podrás leer, cuanto tú quisieras ver, mi incapacidad para interpretarte hace a veces difícil mí dialogo, por eso aquí me tienes, con el corazón a tu alcance.
Toma de mí, lo que quieras, mira bien, hasta el hondón, verás que aquí no hay dobleces, alguna arruga tal vez, pero nunca apartados ni rincones inaccesibles.
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Y con esta carta, quiero que hoy te sientas, objeto de amor, admiración y belleza, que son los sentimientos, que hoy y siempre suscitan las azules aguas de tus ojos en mí... (floren)
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Martes, 25 de octubre de 2005
OPINIÓN Trauma postvacacional
ÚLTIMA HORA
FLORENTINO SANTOS
Se habla mucho, sobre y acerca del "trauma postvacacional", la verdad es que habrá de todo, quienes se sientan realmente "mataos" y a quienes, como en mi caso, estén dando gracias a los dioses, por haber sido capaces de aguantar este estado medio de locura que son las vacaciones y no haber sucumbido a ellas.
La verdad es que todo es tan relativo y tan diferente de unos a otros como personas haya en el mundo.
A mí por ejemplo tanto me da la época del año que sea, para sentir más o menos ese trauma, que por otra parte pienso va en función de lo que cada persona esté dispuesto a sacrificar con tal de vivir esa especie de euforia colectiva, las tan ansiadas
vacaciones, que luego tienen consecuencias tan nefastas como esta misma del trauma postvacacional de que tanto se habla y escribe en los días posteriores y vuelta a la rutina, al trabajo, al tráfico, a las costumbres diarias y al sometimiento de la disciplina que impone tener que levantarse todos los días a una hora en concreto, llevar los niños al colegio, verle las barbas al jefe de turno, a los compañeros, que hablan y hablan sin parar de los sueños realizados durante las vacaciones, de los lugares que han visitado, las comilonas que se han propiciado, los ligues que han tenido, el dinero que se han gastado y los polvos que han echado...
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Todo paja...
Ni los lugares en los que han estado, normalmente el pueblo de la parienta, es tan idílico, las comilonas quedan reducidas a un día en el que se encontraba esplendido y generoso el suegro y les invitó a una parrillada, o barbacoa que suena más fino, a cambio de tener que soportar en el secarral de la parcela un sol de justicia, amén de colaborar en la fritanga, que maldita la hora en que se le ocurrió tal empresa.
En cuanto a ligues...
Hablar por hablar, pues entre la piscina con los niños y la omnipresencia del sargento de su mujer, ya me dirás que ligues ni que niño muerto.
Sí es cierto que la final se le ha ido una pasta gansa y que gracias al crédito de la Caja de Ahorros, ahora deberá reponer en cómodos plazos mensuales sumado a los recibos del agua, el teléfono, los plazos del ordenata y la línea ADSL, la comunidad de propietarios, el gas, la luz, el garaje, los libros de los niños, los uniformes y sobre todo la hipoteca que de por vida tiene adquirida quien más y quien menos...
Por último queda el capítulo de los polvos, ja, ja, qué risa... como si no supiéramos de que pata cojeamos, los que la mujer te ha dejado, cuando no le dolía la cabeza y poco más, claro que nuevamente hay que dar gracias a los dioses, que ella no quisiera todos los días, porque no hay cristiano que aguante semejante ritmo.
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También existe otro tipo de individuos, que pareciera hubiesen descubierto el mundo y la piedra filosofal al mismo tiempo. Han estado en los sitios más paradisíacos que la naturaleza haya parido, han descubierto la forma de pasar unas vacaciones diferentes de lo que la mayoría entienden, o sea la "masa", que en general se conforma con darse un revolcón en la arena de las playas, eso sí, llenas de gentes que casualmente han pensado como ellos, hasta el punto de encontrarse en las mismas como en el propio barrio, pues no es extraño encontrarse con el vecino del séptimo a quien tenemos una fobia encarnizada, por aquella faena en aquel día que sacamos la basura al rellano de la escalera y el muy cabrón nos obligó a meterla dentro de casa, algo imperdonable y mira por donde ahora se lo encuentra casi rozándose codo con codo, eso sí, su mujer está de cañón, claro como no tienen familia... dice su mujer que dedica todo el tiempo a sus cuidados y que bien aprovecha el tiempo la "so guarra", provocando a toda la vecindad de la casa...
Pero él no, el ha concertado un viaje organizado, que dicho sea de paso le ha costado un "pastón", y claro solamente han participado gentes de un poder adquisitivo medio-alto, con lo cual la criba ha propiciado que no se diera cabida a horteras con vestimentas estrafalarias y vulgares, así como ese tipo de gentes que se les nota nada más entablar con ellos una pequeña charla, que es la primera vez que visitan lugares solamente para elegidos, para un grupo de privilegiados que entienden de estas maravillas reservadas solamente a unos cuantos.
En este caso, no hacen ostentación de las comidas, sería de mal gusto, pues se entiende que en hoteles de cuatro o cinco estrellas en los que se han albergado durante el evento, no hay duda que las especialidades culinarias están cuidada de la misma forma que la limpieza y lujo de las habitaciones, donde "chico, se puede comer
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en el suelo" de lo limpias que se encuentran, eso sí algo que le llamó poderosamente la atención y cree de justicia referirlo, es que en las comidas no se ponía un vino cualquiera, que se entiende es una vulgaridad, no, no, champán y francés para más señas, eso sí como educado que es jamás llegó a consumir totalmente la botella, aunque él que es muy observador presenció cómo un matrimonio de Canarias, en más de una ocasión hubieron de servirle una segunda botella, sin que el camarero de turno tan siquiera pestañeara por ello. Luego en cuanto a lugares visitados, ni que decir tiene que la organización corría a cargo de la Agencia de Viajes y en este asunto echó el resto, pues eran lugares de ensueño, con guías locales, presencia de Guardas Jurados, vehículos particulares para cuatro personas, nada del adocenamiento en autobuses, entradas reservadas y de preferencia, trato personalizado, tan personalizado que él aunque no se las da de ligón, tiene su punto, llegó a congraciar con la azafata que tenía asignada a su servicio, aunque su mujer, que le conoce como nadie, no le dejaba ni a sol ni a sombra, sin embargo a poco que se lo hubiera propuesto se la hubiera llevado al huerto.
Naturalmente también, el reportaje del viaje, a cargo de un profesional, nada de tener que estar todo el día con la cámara en ristre, que eso es otra ordinariez, estaba seguro resultaría fabuloso en cuanto lo enviaran de la Agencia, lo haría saber para un día invitar a los amigos cercanos a casa y hacer y dar fe de que todo lo dicho era muy cierto y aun se habría quedado corto...
Y yo que asistía e estos devaneos, me decía para mis adentros, que con qué poco nos conformamos, ¡ qué pobreza de espíritu !... qué forma de alienarnos con los roles que la sociedad impone, qué sacrificios estamos dispuestos a arrostrar, con tal de no ser uno más, sino diferentes, ser únicos, aportar esa pizca de originalidad
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que nos hace ser distintos, aunque en el fondo sabemos y nos consta somos del montón y salvando algunos casos muy concretos, pertenecemos a la mediocridad.
Pero... porqué no contar, lo libre que hemos sido estos días de asueto, levantarnos a la hora que hemos querido, tal vez antes que los demás días del año, pero sin imposiciones, ir y venir a discreción, sin compromisos preestablecidos, sin horarios, sin tener que aguantar a pesados compañeros y amigos de siempre, libres de dormitar, correr, saltar, nadar, comer y beber sin control de dietas ni precauciones con el colesterol, ni efectos secundarios de ningún tipo, solamente tener que aguantar, como mal menor, el canto de los pájaros, el de los gallos y las campanas del reloj de la torre de la Iglesia, que dado su cercanía a la residencia los primeros días resulta un tanto molesto. Aunque al final se echa de menos, sobre todo al tener que cambiarlo por los chirridos de los coches, los acelerones y los escapes libres de las motos de los repartidores de pizzas.
Qué trabajo nos cuesta confesar, que como casi todos los años, hemos hecho grandes propósitos para que las vacaciones de este fuesen distintas, más organizadas, menos cochambrosas que otras, diferentes, sin dejarnos llevar de la opinión generalizada que todos tienen de que las vacaciones hay que aprovecharlas, para cargar las pilas, para desconectar, para esto y lo de más allá, pero no para hacer de nuestra capa un sayo.
Al final, como siempre, en casa del familiar allegado, colaborando eso sí a los gastos faltaría más, pero aguantando a la suegra, los niños, en la habitación que te asignen, que suele ser la de los abuelos ya fallecidos y por tanto carece de lo imprescindible a que uno está acostumbrado, el baño permanentemente ocupado,
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con lo cual se visita a la fuerza el corral, más de lo que uno quisiera y mil inconvenientes, que sin embargo no le quitan ese punto de rusticidad que todos andamos buscando y que se encuentra lejos del firmamento de los hoteles de tantas y cuantas estrellas.
También porqué ocultar, el encuentro con aquel pariente que hace tanto que no tenemos ocasión de verle, que quisiéramos no encontrar, pues nos trae recuerdos negativos por cuanto hemos tenido para con él un comportamiento sospechosamente poco leal, incluso hubiéramos preferido no saber nada de sus realidades, que a nosotros nos parecen naderías, pero a él lo tiene sumido en la más profunda de las tristezas.
Como hablar, sin ruborizarnos, de los bares o tabernas que hemos visitado, donde lo mejor que te puede pasar es encontrarte con algún paisano con el que intercambiar invitaciones, pese a su apariencia de estar todavía sin desasnar, pero en el fondo se siente privilegiado por poder alternar y tomar unas cañas, con un tipo como uno que vive en la Capital, que tiene un buen coche y al parecer viste a la última, él sin complejos y haciendo honor a la pana, alberga dentro de sí un corazón que está dispuesto a dar por cualquier causa, sin dobleces ni segundas intenciones, lejos de lo que pudiera parecer su aspecto hosco, desenfadado y como si se hubiera parado el reloj del tiempo para él.
Porqué no nos atrevemos a contar, que para nosotros, los sensatos, las vacaciones tratan de ser un intercambio de costumbres, vivir de cerca los problemas de los demás, sentir muy cercano el sentimiento de gentes que nunca tienen vacaciones, porque entre otras cosas son libres y tratan de no complicarse la vida para aparentar ante los demás, que también saben donde gastarse el dinero sin necesidad de salir de sus lugares donde la vida es, en muchos casos, más propicia que a muchos presumimos
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de vivir a la última, en la Capital más desastrosa del mundo, en todos los aspectos.
Porqué no reconocemos que vivimos de fantasías, de apariencias, de falsos mitos que por falsos nos hemos ido acostumbrando a ellos y en algún caso hasta pensar que realmente existen y que son así de verdaderos, como las gentes, las buenas gentes de los pueblos creen, los teatros, los cines, los grandes espectáculos, los deportes, las grandes avenidas de la ciudad, el ir y venir con los coches, vestir a la última moda que marcan los grandes almacenes, celebrar acontecimientos familiares, alternar a diario con los amigos, en definitiva gozar de la vida, que es corta y hay que exprimirle el jugo...
Cómo explicarle al "paleto" de turno, que nada de eso es verdad, que todo es un castillo de naipes, que nadie está contento con su suerte, que las apariencias engañan ¡y de qué manera!... que nada de nada, que lo que pasa es que nos cuesta reconocer que en el fondo que envidiamos su vida, la vida apacible y con menos complicaciones del pueblo, donde todo se reduce en muchos casos, no en todos, a cuidar del ganado, mantener los campos de labranza, esperar las bondades, a veces maldades, del tiempo, contentarse con lo que la madre naturaleza les proporciona y vivir de verdad la vida.
Que lo que ellos añoran, es precisamente el papel en el teatro que a cada uno de nosotros nos toca representar, que con dolor tenemos que reconocer que hemos sido arrastrados por las costumbres, que dicen hacen leyes, y nos hemos metido hasta las orejas en plazos, créditos y pagatelas de por vida, que no todo lo que reluce es oro, tan siquiera la apariencia física nos es gratuita y estamos sometidos a una dictadura impuesta por dietas y mandangas de muy difícil aceptación.
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Qué bonito sería, y sobre todo que acto de sinceridad por nuestra parte, reconocer que vivimos de apariencias, que cuenta más el parecer que el ser, que nos estamos engañando a nosotros mismos aún a costa de enfrentarnos a los sacrificios más delirantes, sin aparentemente quejarnos, aunque la procesión vaya por dentro.
Qué gratificante sería, reconocer que andamos equivocados, que nos damos cuenta de que este tipo de simulaciones no nos llenan, no consuelan, no satisfacen y sobre todo no nos sacan de este estado de hundimiento moral que difícilmente nos atrevemos a reconocer públicamente y sin embargo sería nuestra auténtica liberación.
Por eso, esta mañana en la oficina he sentido pena, vergüenza ajena, he comprobado la bajeza de miras a que nos hemos acostumbrado y a fuerza de repetir nuestras propias mentiras, hemos llegado a creérnoslas... craso error prometo solemnemente, que jamás hablaré de síndrome postvacacional, porque además de ser una falacia es desmérito de cada uno, que no ha sabido aprovechar una vez más el tiempo para, por ejemplo: leer, escribir, ordenar sus cosas, cambiar de aires haciendo algo diferente.
Todo indica falta de imaginación, de conocimientos, de criterios propios y uno se entrega y deja arrastrarse como una hoja llevada por el viento.
A nadie culpo, a nadie señalo porque cada uno de nosotros se prepara sus vacaciones con tiempo suficiente, como para no tener que lamentar al término de las mismas, nada...
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Siempre tendremos otra oportunidad, esta llegará al año que viene y trataremos por todos los medios de ser sinceros con nosotros mismos, de aparentar lo que no sentimos y de esa manera, tampoco tendremos que lamentar o sentir el síndrome postvacacional.
Editado y publicado en El Mundo Digital.
(floren)
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VISITA DEL PAPA BENEDICTO XVI A ESPAÑA
Cuando todavía está presente en nuestra retina la imagen del Santo Padre, en su reciente visita a Madrid, Y aún resuenan en nuestros oídos las voces de miles de jóvenes, queda el rescoldo en nuestros corazones de sus palabras, profundas y llenas de contenido evangélico, nadie podía pensar que una persona "mayor de ochenta y tantos años" pudiera tener el poder de convocatoria, el carisma y la fuerza que é; tiene.
Ayer se nos pedía en la "Reunión de Comienzo de Curso de Hogares Don Bosco":
Que, debido a la necesidad del relevo de la Comisión Inspectoría!, fuéramos solidarios y generosos para prestar nuestro servicio a tan alto cometido. La mayor parte de los asistentes dimos razones centradas en nuestra madura edad, con las honrosas excepciones que también hubo.
¿Viendo el ejemplo que recientemente nos ha dado Benedicto XVI y recordando al Beato Juan Pablo II, no sentimos vergüenza ante nuestra excusa...?
¿Hay en la actualidad algún líder, cantante, político, artista capaz de convocar a casi dos millones de jóvenes de todo el mundo, como lo ha hecho el Papa...?
¿No sentisteis "ardor" en vuestro corazón, a: escuchar las palabras del Pontífice, al igual que sintieron los dos de Emaús, al escuchar al Maestro? (Luc.24, 13-35)
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Quienes habéis tenido el honor de "servir" como voluntarios, sin duda así habrá sido.
Por tanto, nunca se es tan viejo, como para eludir colaborar en aquello en lo que se nos requiera, otra cosa son las limitaciones debido a nuestras condiciones físicas, enfermedad, situación personal, etc.
En el Evangelio, Juan nos recuerda que hemos sido elegidos para dar frutos y en abundancia (3n. 15,16) y hoy en la Lectura de la Misa, el Profeta Isaías nos recuerda que se nos ha dado lo necesario para dar buenos frutos. (Isaías s. 1-7)
Creo, que es como para pensárselo bien ¿no?
Dos de Octubre de 2011
(FSB HDB Dehesa de Villa)
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MONTERO
Mí querido hermano:
Cuando me disponía a escribir esta página, me asaltó la pregunta ¿Quién me iba a decir a mí que llegaría este día...? El de tu jubilación...
Pasó por mi pensamiento, como una película el día que tuve conocimiento de tu existencia, te conocí cuando ya eras un artista, construías guitarras con la facilidad que te producía el dominio de tu oficio de ebanista, me admiraba tu destreza y tu modestia al mismo tiempo, apenas le dabas importancia a un asunto que a mí se me presentaba inalcanzable.
Luego la vida nos fue dando motivos de encuentros, unos más alegres que otros pero siempre juntos enfrenándonos a las circunstancias a veces realmente adversas.
Tuviste claro, que al concluir tu "mili", la vida tenía que dar para ti un giro de 3600, y llegaron los grandes retos a los que te enfrentaste sin red, tu solo, aunque eso sí, con el convencimiento del éxito.
Y así fue en el camino de. tu ascensión, día tras día se notaba tu progresión meteórica para satisfacción de quienes te queríamos y admirábamos.
Ya en la plenitud de tu vida, tu pasión por el trabajo ponía de manifiesto cual era tu objetivo principal, no te conformabas con evolucionar , querías estar siempre a la última, tus visitas a Ferias y eventos donde se jugara algo relacionado con tu profesión eran de prioridad absoluta.
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Fuiste edificando tu profesión, con innovaciones en tu fabricación, con el sello personal de tu impronta, tus diseños tan peculiares, tus acabados tan pensados y trabajados, tus aplicaciones que siempre identificaban tus trabajos y se notaban tan diferentes a los demás fabricantes de tu entorno.
Sería prolijo enumerar aquí en este pequeño espacio, tantas y tantas facetas de tu vida profesional, por ello decir que eres además de un artista en lo tuyo, sobre todo una grandísima persona, para mí aún más importante que alguien que ha logrado éxitos sin paliativos en su vida.
De tu generosidad por todos conocida, no voy a enumerar más que tu singular des- prendimiento hacia quienes te conocemos y podemos dar fe de ella. Además de tu proverbial humildad, jamás has presumido de nada y te puedo asegurar que podías haberlo hecho con toda justicia.
Has tenido tiempo para cultivar tus aspiraciones en la música, autodidacta, recreándonos en más de una ocasión con tus interpretaciones.
Te has preocupado, y muy especialmente, por tu familia, por tus hijos (Un día te oí decir: "quiero que mis hijos tengan todo aquello que yo no pude tener...")
A la vista está que lo has conseguido...
Eso y mil facetas por la tu familia, te hacen grande a los ojos de ellos y de quienes, cercanos a ti, lo comprobamos a diario.
Y bueno, para que esto no parezca pesado, solamente decirte: Que te felicitamos, porque al fin has comprendido que a todos nos
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llega la hora del relevo, que te agradecemos que además de ser familia nuestra, seas amigo de los de verdad, de quienes están para lo bueno y lo menos bueno, damos también fe de esto. Que hoy sea un día de reconocimiento de todas tus buenas y muchas virtudes, que rodeado de todos cuantos te queremos de verdad, tengas un feliz recuerdo para siempre de este día en que, aunque me consta tu no quieres, eres el protagonista.
Quien mucho te quiere, tú hermano y amigo, floren.
Abril de 2011
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PANEGÍRICO EN EL DÍA DE LA JUBILACIÓN DE LAUREANO
Querido Lauren:
Dicen que "después del burro muerto la cebada al rabo"...Por esa razón, he querido, hemos querido, pues estoy seguro que el resto de tus amigos suscriben estas palabras, hoy en el día_ que celebramos tu jubilación, que como sabes viene de
júbilo, recrear con est a' palabras nuestra admiración por ti, nuestra gratitud por tenerte como amigo es todo un lujo...
Yo particularmente siempre te he tenido como referente, tu saber estar, tu pasar desapercibido aun cuando eres pieza imprescindible en el tejido de nuestra amistad, tu saber darte en toda circunstancia y momentos puntuales, tu disponibilidad, siempre al tanto de las peticiones de los demás incluso sin que te lo soliciten, tantos y tantos favores, que yo llamaría servicios, eso... y .tantas otras virtudes que adornan tu ya dilatada vida, han configurado un ser, una persona, a la que yo quisiera parecerme cada día más, cosa por otro lado imposible, pues has puesto el listón inalcanzable.
Personalmente, he tenido la suerte de vivir en primera persona todos estos beneficios que se derivan de una amistad como ya quedan pocas.
Tal vez pueda parecerte, que estas apreciaciones, son cosas del Floren, pero nó, son realidades de muchísimos quilates, que en un momento como este uno no tiene más remedio que señalar al margen de cualquier otra consideración.
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Si es agradable tener como amigo a personas como tú, es aún más gratificante saborear, manifestar, compartir, gozar de ese privilegio.
Nunca será suficiente, por mi parte al menos, el reconocimiento de lo que aquí ya se ha expuesto, siempre me quedará algo en el tintero, como por ejemplo tus habilidades en el asunto de la música, vocación tuya tal vez frustrada y que con la tranquilidad y el sosiego que concede la jubilación has decidido tomarte muy en serio, en este como en tantos otros terrenos mi admiración raya lo sublime, pues a nadie se nos oculta que tus habilidades son innumerables tanto en el campo de la electrónica, arreglo de todo tipo de útiles, llegado el caso aun
a. costa de tu integridad física, pero sin dejar a parte tu faceta intelectual, Jó Lauren hijo, es que sabes de todo y mucho, lo más admirable es tu tesón en el ámbito de la música, qué empeño y qué logros...
No quisiera dejar pasar la ocasión, de recordarte, tántas y tántas conversaciones como hemos mantenido a cerca de lo divino y de lo humano, cuantas lecciones me has dado, siempre disimulando mis interrupciones y es más disculpando mi afán de protagonismo, por ello en esta ocasión tan señalada, quiero pedirte perdón y mi firme propósito de enmienda, aunque "siempre la burra tira al trigo"...
Por último, quiero seguir contando con tu amistad, que para mí resulta ser un Sacramento, si tú me lo permites. Besos ,floren.
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SEMBLANZA DE ANTONIO ANICETO
24 de Abril de 1943
Sale el sol por Pinajarro, radiante, claro, cálido...
Un rayo se cuela por una ventana en un domicilio de Hervás, entre efluvios de "churros" que se preparan en los bajos de la casa para los viajeros del "martero" que paran a desayunar.
Está teniendo lugar un nacimiento... el de Antonio Aniceto (Tetín), el azar quiso que naciera entre perfumes de "Hortensias" y los arrumacos de su tía "nena" además de la alegría de su abuela "la seña Sena".
Casi por milagro de sus dos santos protectores, acompañado por el Santo Ángel de la guarda cuyo nombre era el de Pili, salió adelante de una intoxicación por el "tizo de un brasero de picón" lo que se denomina científicamente como monóxido de carbono y pudo continuar sus andanzas por la Plazuela del tío Publio, como si nada hubiera pasado.
Aniceto en edad escolar, paso por los "ateneos" de la "Jorobina", las "HH. Josefinas", "Las Escuelas Públicas", y a más a más, como dicen en Cataluña por la nocturna "Escuela Elemental" todo lo cual fue configurando la personalidad y formación de Aniceto.
Estos conocimientos le fueron propicios a la hora de levantar el vuelo en solitario, como diría nuestro querido paisano Pérez Comendador, como las águilas, pero volando muy alto.
Ello le llevó hasta Cataluña donde un buen día se cruzó en su camino con la mirada de unos grandes ojos que fue el mejor de sus "Dolores" su esposa en quien encontró el complemento y sostén para crear su propia escalada a su particular Pinajarro, es decir ASEL-MAZO.
Se supo rodear de un equipo que además de efectivo, (ataría más, tenía la connotación de ser muy familiar en las horas buenas y
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tal vez tr3 las 41.1.5? o menos buenas, allí están sus hijos Bernardo y Marcos junto a Manolo, Fabia-María y Emilio José, Pero la niña de sus ojos es Patricia, quien personificaría sus ansias musicales de toda , ,la vida y que alcanzaría cotas insondables para Aniceto, ella interpretando, entre otros a su homologo Vivaldi, alcanzaría el paroxismo en este terreno y Aniceto, habla y habla... maravillas de todos los suyos y muy particularmente de Patricia y más recientemente de su nueva nieta Julia, ahora ya Devis además de Mazo. Todo ello como diría Camilo Sesto "mola MAZO"
Hoy quienes te quieren, entre los que me incluyo, si me lo permites, familia, empleados, amigos, etc. quieren, queremos, rendirte un merecido homenaje, con este pequeño tributo a tu persona, deseándote encuentres el fruto a tus muchos años de trabajo, ya lo tienes en forma de patrimonio, aunque insisto tu mejor patrimonio es tu familia y la mejor herencia, tu saber estar, tu elegancia en el trato, tu finura en definitiva que cualquiera se te acerque intuye inequívocamente que eres "gente de bien".
Goza pues de tu "juventud acumulada", ahora se llama así eufemísticamente a la vejez, continua con tus aficiones musicales, guitarra, armónica, piano, nada se te resiste a tus habilidades y con esa voz que recuerda a Leonard Cohen y a Franco Battiato, esa voz cavernícola que yo denominaría "bodeguera" envuelta en las volutas de humo de tu sempiterno cigarrillo a lo Humphrey Bogan, como ya te recordé en otro pasaje en el bar Picaporte.
Que tus santos patronos te protejan, Antonio quiere decir "hombre digno de alabanza" y Aniceto del griego "Hombre invencible", ambas denominaciones te afectan positivamente y definen tu persona.
Buen día, buena fiesta, emoción y tal vez "nostalgia", pero siempre con el calor y afecto de los tuyos y de quienes te queremos como yo mismo. Un beso de floren.
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Tetín - Querido Aniceto:
Ha sido una gran alegría y sorpresa muy agradable, recibir tu "tarjeta" de felicitación por Navidad, hace falta tener ingenio y buen gusto para hacer lo que has hecho.
Has traído a nuestro corazón, recién reparado, una chispa de ese humor tan característico que tú ya tenías pero que se ha visto reforzado con la retranca catalana, ¡claro son tantos años ahí, que todo se pega...!
Mi reconocimiento por tu "chispa", ojala la conserves por mucho tiempo.
A Pili, le hizo mucha gracia y reconoció a todos los "personajillos". Personalmente quiero agradecerte la consideración que has tenido en el tratamiento de mí persona, si es así como me ves miel sobre hojuelas, pues salgo bien parado allí con mi pluma, la de escribir claro, y ese aspecto de intelectual que parece se tratara de Camilo José Cela, más quisiera yo...
Ahora te envío mi dirección de correo electrónico así como mi Web, por si te quieres entretener en recorrer mis escritos y algunas fotos de Hervás, también del Cortijo.
Pues nada más, muchos besos para ti y los tuyos tanto de Pili como míos y que tengáis unas muy felices fiestas de Navidad y Año Nuevo y si Dios quiere que nos toque la lotería, que nunca viene mal, aunque yo ya digo que a mí me ha tocado el gordo este año con haber librado y salido Adelante de mi operación.
Gracias por todo y hasta que quieras, floren.
Diciembre de 2007
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Un momento filosófico
Yo...
Ente vivo, mente deslumbrada por el fogonazo de la vida, rayo divino que rompe mis esquemas, constante interrogante, sine die...
Condicionante intemporal, acorde sumiso a las reticencias e inverisimilitudes, paralelismo animal que sintetiza mis temores, hoy si y mañana... ¿Qué...?
La luz a través de un cristal, adulterada pero con calor, impura pero luminaria, luz sin sustancia solamente reflejo, sentir la distancia próxima de la verdad.
Si Dios hizo la luz, ¿Por qué hay tinieblas...?
(FSB Abril 2007).
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F I N
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