FLORENTINO SANTOS BARBERO
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A Pilar, mi mujer, que ha vivido junto a mí, estoicamente
este confinamiento de más de tres meses de Pandemia, sin que saliera una sola queja de su boca, a pesar de que motivos no le han faltado…
Un beso, floren
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En el estado de confinamiento en el que nos encontramos sumidos, me han sugerido escribir "algo" relacionado a cerca del monotema de actualidad, la Pandemia, que dá para que aparezcan tratados sobre el tema, que crecen como setas, unos más afortunados que otros, todos los días aparecen publicaciones, libros, artículos al respecto, y heme aquí, obediente tratando de llevar a buen puerto el asunto, que aunque somero, pretende dejar constancia de mi reflexión personal.
En este sentido, sin más premisas, comienza aquí, lo que quiere ser una función notarial de la actual situación, queremos reflejar del mejor modo posible y mediante estas líneas, de cuál es nuestro pensamiento y juicio personal de la situación que nos ha tocado vivir, de las sensaciones, motivaciones y también emociones que estamos viviendo.
Para ello nada mejor, que novelar el asunto, buscando personajes ficticios, que nos conduzca por las tenebrosas aguas de la Pandemia.
El tiempo dirá, si ha valido la pena el esfuerzo, aunque solo sea a título personal y como un entretenimiento más, en estos ya largos días de confinamiento.
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«A fecha de 1 de Julio de 2020 la OMS dice: El coronavirus no ha sido derrotado. Todo lo contrario. "Lo peor está por venir", Dijo este lunes el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, al hablar de la atmósfera de división política global y de fracturas a nivel político que dificultan el combate de la pandemia."Con este tipo de ambiente y condiciones, tememos lo peor", agregó. "Han pasado seis meses del brote del nuevo coronavirus y la pandemia está lejos de haberse acabado", dijo. El mundo supera los 10 millones de casos de covid-19 y más de 500.000 muertes por la enfermedad La cifra de muertes en todo el mundo supera el medio millón, y los casos, los diez millones en los seis primeros meses, momento que la OMS quiere aprovechar para volver a reforzar la atención para salvar vidas. "Hace seis meses nadie podría haber imaginado cómo nuestro mundo - y nuestras
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vidas- cambiarían tanto con este nuevo virus", dijo el jefe de la OMS. "Todos queremos que acabe, todos queremos volver a nuestras vidas, pero la dura realidad es que no estamos ni cerca de que esto acabe", advirtió. Qué progresos se están logrando en la búsqueda de una cura para el coronavirus "Aunque muchos países han hecho progresos, globalmente la pandemia se está acelerando", alertó. "La mayor parte de la gente aún es susceptible (de contagiarse); el virus aún tiene mucho espacio por donde moverse".
Brasil es el país de América Latina con más casos y fallecidos.
La mitad de los contagios del mundo se han registrado en Estados Unidos y Europa, pero el número de contagios está creciendo rápidamente en toda América. En América Latina el ritmo de nuevas infecciones se ha acelerado desde mediados de mayo, y está aumentando especialmente en Brasil, México y Chile, según la OMS.
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Tedros remarcó la importancia del rastreo de contactos de las personas contagiadas y anunció que un equipo de la OMS viajará a China la próxima semana para investigar el origen del virus, algo que le reclamaba Estados Unidos, cuyo gobierno ha sido muy crítico con la organización hasta el punto de suspender la financiación y de anunciar la salida del ente. El director del programa de emergencias de la OMS, Mike Ryan, dijo que ha habido progresos en el trabajo para encontrar una vacuna, pero que no hay garantías de que sea un éxito… Acabo de leer un artículo sobre las peores obras literarias, de autores de fama universal, incluido algún Premio Nobel, que fueron funestas, anecdóticas, refutables; que vieron la luz, muy a pesar de sus autores y que no obstante ahí están, en las estanterías donde se guardan tantos cadáveres literarios, que no verán jamás la luz, o si acaso una rendija leve para su recuerdo y no precisamente para honrar a su autor. Con todo ya me gustaría a mí que la mejor mis obras se pareciera o fuera como el peor éxito de una de ellas. Con tal premisa, empiezo este nuevo trabajo, en la esperanza de que resulte al final, no una obra litería de primera línea, sí que sirva como recuerdo de esta triste Pandemia de la que somos ¿Autores? ¿Victimas?... Y dejar
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constancia de lo vivido, que ha sido mucho y nada halagüeño; de paso rogar a las Alturas que pase de nosotros este cáliz, porque: «Caro auten infirma, spiritus promptus est» (La carne es débil, el espíritu está pronto).
Solo faltaría, que junto a las mil y una prohibiciones impuestas y nunca deseadas o solicitadas, también nos prohibieran manifestar nuestro cabreo en forma de escritos más o menos atrevidos y quitarnos este pequeño, aunque infructuoso, desahogo personal, que para nada sirve y aunque sea solamente por usar del libre albedrío, que trato de poner negro sobre blanco en este trabajo.
El día que comienzo este tratado, (8 de Junio de 2020), se habla de entrar en Fase 2, para quienes vivimos en Madrid, ello significa en la mentalidad burda de nuestros gobernantes, Dios guarde muchos años, pero debajo en una gran piedra, que lo pasado, pasado queda, y que gracias a la perspicacia, sabiduría y hondura de miras de nuestros pupilos, se nos autoriza, se nos da permiso, y dicen concedernos el favor de un alivio, dentro de la ochentena que ya llevamos confinados.
Todo comenzó allá por primeros de Marzo de 2020, cuando se decía, se rumoreaba, se intuía, aunque hay quien asegura que se SABÍA, de un “Virus” jamás visto, andaba rondando por aeropuertos, estaciones de tren, lugares de encuentro, puntos donde concurrían
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gran número de personas, campos de futbol, etc. Y sobre todo en un lugar, del que nunca habíamos oído mención alguna de China, llamado Wuham, y que hoy día nos suena para nuestra desgracia, como si se tratara de una ciudad cercana a nuestra residencia.
Se decía en un principio se trataba de una Neumonía Atípica, eso sí, desconocida hasta el presente y que nada había que temer pues nuestra Sanidad estaba más que preparada para atacar, llegado el caso dicho virus, por entonces no se le dio el nombre de Pandemia. De tal modo, que sembrada la incertidumbre, que no el miedo, se empezaba a especular, que si los científicos de turno, no podían concretar si era más o menos letal que cualquier Gripe estacional a que estamos acostumbrados para lo cual con una vacuna quedaría resuelto más pronto que tarde.
Lo cierto es que se fueron dictando normas a nivel nacional e internacional, la pandemia fue tomando cuerpo y registros poco menos que apocalípticos, se marcaron normas de carácter general, algunas muy dolorosas, se estableció una especie de Toque de Queda, Estado de Alarma, Estado de Excepción lo llamaban algunos, las noticias volaban por doquier, el número de contagios fue creciendo exponencialmente, decían los periódicos, en la televisión no se hablaba de otra cosa, los telediarios daban fe, aunque no fidedigna, de
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los muertos que se estaban produciendo a diario, en nuestro país, en la región y sobre todo en la capital Madrid…
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La pandemia ya tenía nombre, era el triste pero famoso Coronavirus, yo lo llamo Cornudo-Virus, los especialistas en la materia se esforzaban por explicar en qué consistía, síntomas, secuencias, y medidas de primera mano a tomar, para doblegar esta Pandemia de carácter universal. Había que lavarse las manos cuantas veces mejor, usar gel de manos hidroalcohólico, guantes de látex, mascarillas, estas llegaron como novedad, pero para quedarse, un sinfín de medidas higiénicas, en el campo laborar y en el quehacer diario, en los transportes públicos, en las tiendas, medidas que los mayores recordaban de tiempos de guerras pasadas, se implementaron horarios especiales para realizar actividades públicas, cerraron Colegios, escuelas, teatros, cines, bares, iglesias, en definitiva se creó un caos, del cual era muy difícil restablecerse, aun pasados tres o cuatro meses. Solamente actividades absolutamente imprescindibles eran autorizadas, ir a comprar comida, con unas interminables colas guardando distancia social, se decía, acudir a sacar dinero a los Bancos, ir a la Farmacia, Centros Hospitalarios y poco más, se estableció un confinamiento de la población, jamás vivido, comenzó el temido aislamiento incluso de los seres queridos, una dramática
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situación en la que los familiares, abuelos, nietos, hijos y padres no podían verse físicamente, gracias a los nuevos medios digitales las video llamadas se pusieron a la orden del día y la RRSS echaban humo.
Pero la enfermedad se fue empoderando cada día con más terreno a su favor, los muertos en los hospitales, se decía, se agolpaban en lugares insospechados, las Residencias de Mayores fueron convertidas en auténticas morgues, una persona con 80 años era atendida cuando la situación de alguien más joven no lo necesitara y así se creó una situación de espanto, miedo y disposición a ser ninguneado en atención médica y sabiendo que los días estaban contados, para los mayores.
La pandemia, ya no había duda alguna, era de carácter apocalíptico, universal, las cifras de contagiados, muertos y sospechosos iba in crescendo cada día que pasaba y no se vislumbraba ni a medio o largo plazo una solución al tema.
Se fue extendiendo como si de una plaga se tratara, todos los lugares del mundo en los cinco continentes recibieron esta inesperada visita, los medios de difusión de todo tipo echaban fuego, las noticias volaban, el pánico se hizo viral, ya nada importaba, la reclusión semivoluntaria en las casas se hizo cada vez más usual y necesaria se declaró el Estado de Alarma, nadie o casi nadie recordaba semejante medida tomada con todas las precauciones por
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parte de los Gobiernos, definitivamente la situación, lejos de ser controlada, se les iba de las manos, todos los miembros de cualquier Gobierno, acertaran o no, disponían Reales Decretos, dictaban normas, improvisaban hospitales, ante la peor situación de alarma jamás vivida ni tan solo imaginada.
La situación en el caso de las Residencias de Mayores se agravaba hasta el infinito, las mayores cifras de muertos se producían precisamente en estas Residencias, la atención de los cuidadores y sanitarios se amplificaba hasta cotas jamás sospechadas, sin embargo carecían de lo necesario ante una situación de este tipo, eran cuidadores no hospitales y cada día se producían más y más defunciones, hasta el punto de tener que intervenir el Ejercito y encontrase con cuadros dantescos, cadáveres amontonados en lugares improvisados dentro de las propias dependencias, como si de muebles viejos se tratara.
El hecho es que nos enfrentábamos al peor de los acontecimientos vividos hasta el presente, con la incógnita de no saber hasta cuando, ni a quien se llevaría por delante conocidos sobren todo, raro era el día que nos desayunábamos con la noticia de algún fallecido de nuestro entorno y éramos conscientes de la cantidad espantosa de cifras que en los medios de comunicación nos ponía
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todo los días delante, bien en la televisión o mediante las redes sociales.
Todo ello iba minando nuestra capacidad de asimilación y la saturación se refugiaba en forma de pesimismo, cobardía, miedo.
Pero he aquí, que nuestro Presidente de Gobierno, ayer mismo nos anunciaba eufórico, a bombo y platillo, que la pandemia estaba entrando en fase “terminal”, que se estaba doblegando, decía con triunfalismo y que se estaba llegando a la tan ansiada NUEVA NORMALIDAD.
Y servidor, comenzó a cabrearse, a sentirse mal ante este , no menos esperado anuncio, porque apenas se tenía en cuenta en el pensamiento de nuestro insigne, la cifra de cerca de 40.000 muertos, las incalculables pérdidas económicas, el panorama de paro e indigencia producidos a raíz de esta calamidad universal, en familias que se encontraban en situaciones dramáticas, en más amplio sentido del término, en los matrimonios rotos, sin empleo, sin perspectivas de salir adelante, sin herramientas en definitiva para enfrentarse a esta Nueva Normalidad.
Ya nada será igual se decía, tanto en los medios de comunicación, y también en la calle, todos éramos conscientes de ello y en la mayoría de los casos con alguna defunción familiar y sin ver un horizonte claro para el futuro inmediato.
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¿Y qué decir de los mayores? ¿Con que futuro inmediato nos enfrentamos los mayores, entre los que me incluyo? ¿Seremos nuevamente apartados, ninguneados, no tenidos en cuenta, ya no digo en el tratamiento de esta pandemia, sino también en nuestras otras enfermedades, patologías aparcadas, por culpa del Virus, pruebas médicas aplazadas sine diae, etc.?
A propósito de ello, hoy sin ir más lejos pongo literalmente un comentario de un insigne Catedrático Ignacio López Goñi, Catedrático en Microbiología por la Universidad de Navarra, que dice lo siguiente:
«El coronavirus ha atacado con dureza a las personas de mayor edad y pacientes con mayor riesgo por otras patologías. Los más susceptibles ya se han visto afectados en las etapas más críticas de la epidemia. Conforme la curva baja, los casos descienden y se protege mejor a las personas. No es que el virus haya perdido fuerza, o haya mutado en cualquier sentido, eso no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la epidemia en nuestro país está descendiendo por la evolución natural de todas las epidemias y por las radicales medidas que se han tomado». De tal modo que era lo que nos faltaba por ver a los mayores, de hecho en la nueva fase que entra hoy, seguimos ninguneados, pues han cambiado muchas cosas para aliviar el confinamiento y sin embargo se mantiene la
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franja horaria marcada para los mayores de 70 años… Todo ello, nos lleva a una profunda reflexión y preguntarnos, si no somos un estorbo para la actual sociedad, a la vista de los acontecimientos que suceden a diario. En tanto ocurren todos los acontecimientos aquí enumerados, y a la espera de la colaboración de mi Colega, servidor tratará, con sus cortos o ningún otro argumento, que el de la propia imaginación, el interés por pergeñar un trabajo, que sin ser una NOVELA, o ENSAYO, DIARIO, o cualquier otro tipo literario, lejos de la ortodoxia o disciplina académica, tratará de verter mediante estas páginas, la opinión, el sentimiento, la frustración en algún caso del propio autor, sin pretensiones de consecuencia alguna, con el ánimo de ir desarrollando el acontecer diario y lejos de que sea un tratado ni siquiera una lista de consejos o experiencias a seguir por parte del lector, si bien tengo en cuenta la opinión autoriza del premiado autor Javier cerca que en su novela “Terra Alta” decía: «La mitad de una novela la pone el autor y la otra mitad la pone el lector (Pag.302)» Es por ello que con la ironía, sarcasmo y con una sonrisa sardónica, ataco este asunto sin ninguna pretensión, como queda dicho, que no sea la de un pasatiempo más. No me cabe duda alguna de que cuando hayamos superado esta situación atenazante de la pandemia, salgamos de la misma, no sin antes habernos dejado pelos en la gatera. Me anima pensar que como dice el erudito en la materia (Javier Yanes), « La
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ciencia avanza a hombros de gigantes, pero si esos gigantes son de cartón, el resultado será un Morrazo contra el suelo » He reconocer, cuanto antes, que gracias a el confinamiento impuesto por las autoridades, nuestro Planeta, ha salido ganando, las estadísticas de los estudiosos del asunto aseguran que hacía mucho tiempo no se encontraba una atmosfera tan limpia, unos ríos tan claros, los mares más diáfanos, los bosques alegres, los animales más libres y no se cansan de asegurar que el camino para recuperar tanto perdido es éste, es decir la no intervención del hombre en la Naturaleza, dejar hacer y así podremos contemplar como en las turbias aguas de Venecia se pueden avistar peces, que otrora era su medio natural, y actualmente nos parece un milagro. Espero que la anunciada “desescalada” no contribuya de nuevo a elevar los índices de contaminación atmosférica, que hemos logrado en las grandes ciudades, me temo que el burro tropieza dos veces en la misma piedra. Pero lo más llamativo del tema, en mi humilde opinión, ha sido ese toque personal que cada uno de nosotros hemos recibido gratuitamente, que nos ha llevado a una reflexión profunda sobre qué estamos haciendo con nuestras vidas, qué destino nos espera, cuál es o ha sido nuestro comportamiento hasta el presente y cuál debe ser en el futuro. Hemos sido capaces de parar por un tiempo en nuestras habituales tareas, nos hemos preguntado una y mil veces si hemos hecho algo mal, para que pasemos a ser protagonistas de una calamidad sin precedentes y hasta nos
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hemos hecho el propósito de ser colaboradores con las normas que para la situación se han dictado, aunque a regañadientes, hemos seguido las instrucciones de nuestras autoridades y nos hemos avergonzado de que haya tenido que venir alguien del exterior a decirnos qué tenemos o podemos hacer y qué no, lo que nos ha situado ante la disyuntiva de lo que se llama el uso del libre albedrio, nadie tiene que decirme cómo debo comportarme, dónde y cuándo debo ir o venir, a mí nadie me dice cómo y cuándo debo salir o entrar, hasta ahí podíamos llegar; y mil preguntas que no hacen otra cosa que crear en nosotros un estado de frustración y fracaso. Por ello, y tratando de ocultar esta realidad hiriente, buscando una salida más o menos airosa, en este tratado, me propongo: Primero, sacar alguna conclusión positiva, conseguir que mi comportamiento personal sea y esté acorde con las circunstancias, tratar de doblegar la rebeldía que suscita cualquier imposición y obrar siempre en consecuencia con el estado de las cosas. Y en segundo término, argumentar de forma novelada la transición de estos meses de agobio por el confinamiento, para lo cual me crearé un personaje o varios, en que poder verter mis impresiones, angustias, temores, esperanzas y cuanto se me venga a las mentes. Dejémonos de argumentaciones vacuas, empecemos de verdad a ver las cosas con otro cristal, el de la fantasía, la sublimación de lo que sucede a nuestro rededor, la visión eso sí parcial, aunque no sesgada, de quienes nos ayudan a ser cada día más responsables,
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ejemplos no faltan, y de esa manera crear algo positivo que nos aleje del pesimismo que nos atenaza a diario…
Tengo la vana costumbre de fijarme en personas, anónimas, que pasan por delante de mi vida a diario, y me gusta imaginar sus interioridades, a pesar y a sabiendas que a nada conduce, me gusta recrear una vida, tal vez a años luz de la que el individuo o individuos tienen, imaginar una familia, con sus problemas, a veces reales, y ver como salen a flote a pesar de las circunstancias imaginadas y recreadas en mi mente, para con ello reafirmarme en mis teorías, ya que no tengo un foro donde poder discutirlas, sacarlas a la luz y hay ocasiones en las que ha resultado verosímil, mi adelantada opinión, que solo he compartido conmigo mismo, que me ha cimentado mi modo de pensar, me ha afianzado y me he dicho en más de una ocasión :¿Ves, cómo tenías razón? Si es que no se podía esperar otra cosa, conociendo, aún muy superficialmente, la forma de vida de algunas personas y me he repetido en ocasiones que dos y dos son cuatro.
Tal es el caso, uno de esos, en el que me he parado a reflexionar, para luego poderlo comparar con otras vidas de semejante calado, sin olvidar se trata de un personaje creado para este momento y que nada tiene que ver con la realidad, un personaje ficticio que ¿Por qué no, pudiera ser real, pudiera existir?, pues el cosmos y naturaleza de lo que hemos vivido y
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lo que nos va a tocar vivir da para mucho y entra todo en lo posible…
«Pedro Osorio Fidalgo, se llama mi personaje»
Nombre ficticio, que espero no coincida con ningún otro y que desde ahora dejo constancia que cualquier parecido con la realidad de los hechos que aquí se relatan, son pura coincidencia y fruto de la casualidad.
El Doctor Osorio Fidalgo, como se le conoce en los medios que desempeña sus tareas, es un prestigioso epidemiólogo que ejerce en uno de los grandes hospitales de referencia de la Capital.
A primera vista el Doctor Osorio, representa a una de esas personas anónimas que pasan por delante de nuestras vidas, sin hacer ruido, un vecino más del barrio, se le ve tomando un café en el velador de un Bar, leyendo un periódico o revista, uno más como cualquier otro cliente del barrio, no llama especialmente la atención por su aspecto, nadie conoce a fondo su vida y milagros tan siquiera su profesión, casi siempre está sentado en un velador solo, con su mirada o bien ensimismado en la lectura o perdida en la Glorieta de la calle, viendo pasar la vida.
Delante de él, el trafago incesante del trafico de una gran arteria que conduce a uno y mil sitios, autobuses, taxis, de vez en cuando
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coches de Policía con la sirena activada, coches particulares y el ajetreo normal de una gran urbe, él ajeno a todo ello inserto en sus pensamientos, va desgranado páginas y sorbos de café, sin percibir la premura de las gentes que se mueven a su derredor.
Físicamente el Doctor Osorio no es de aspecto digamos atrayente, pasa desapercibido, sin embargo mirándole de cerca, tiene esa toque de profundo intelectual que pretende no llamar la atención ser uno más del montón, a pesar de su abultado Curriculum, de su importante función en el Centro donde trabaja a diario y de sus muchos éxitos que le han elevado a las alturas de un gran médico especialista dentro de su profesión, consultado una y mil veces ante casos de difícil solución, reunido constantemente con colegas de su entorno, y admitida su autoridad por sus compañeros de trabajo, su despacho permanece siempre abierto a cualquiera que necesite consultar con él dudas, comprobación de informes, etc. Dada la consideración de la que goza siempre se tiene en cuenta sus consejos a seguir y siempre fiel colaborador, ante cualquier solicitud que se le demande.
El personaje, es un hombre de aspecto enjuto, con sus gafas caladas, que ocultan unos azules y profundos ojos, se intuye a través de su mirada, una persona de grandes vivencias, la mirada al parecer perdida tal vez sea fruto de sus múltiples viajes por el extranjero, su
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formación académica - profesional, es tan variada que cuesta trabajo que en una persona de no muy larga edad, unos cincuenta y cinco años, pareciera corta dado su aspecto, un tanto cansino, cargado de espaldas, un ser insignificante, aunque no vulgar, pues su atuendo es de cierta clase , elegante aunque sobrio, muy bien combinado en el vestir, por lo que se intuye detrás de este personaje hay una mano femenina de muy buen gusto y la exquisitez de sus prendas dan idea de ello.
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çSu abultado Curriculum, como es notorio en los Círculos de su entorno, hacen sea una autoridad reconocida en su trabajo, sobre las paredes de su despacho en el Hospital, pueden verse Menciones, Títulos, Diplomas de todo tipo tanto Nacionales como extranjeros.
Nacido en el País Vasco, en un pueblecito de apenas un millar de habitantes, hubo de partir a temprana edad a cursar estudios y formación a la Capital de la Provincia.
Su padre, el Doctor Don Pedro, como se le conocía en la localidad, Médico de familia afincado en el pueblo donde creó su prole y donde nació en primer lugar su primogénito Pedro, era un hombre muy querido por todos sus vecinos a los que dispensaba un trato más allá del deber deontológico profesional, a veces hacía de mediador en conflictos familiares, de confesor, y animaba el centro de Mayores del lugar con su casi diarias visitas; por ello era muy apreciado y obsequiado por sus pacientes, que él llamaba cariñosamente “sus pequeños problemas”.
Cuando tuvo que desplazarse su hijo Pedrito a cursar estudios, una pena profunda embargaba a la familia que veía como emprendía el vuelo su primer polluelo de la casa paterna, aun le quedaba el consuelo efímero de sus otras dos hijas, una dos años
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menor que Pedro y la otra cuatro años menor que la anterior, con lo cual la soledad que el Doctor presentía, quedaba lejos de su vida y de la de su mujer, que ejercía como Matrona en la localidad. A veces sus amigos decían en tono jocoso: Ella, su mujer los trae al mundo y él, se encarga de mandarlos al otro mundo…
Pedrito, visitaba como cualquier estudiante, su pueblo natal, siempre que las vacaciones de Navidad, Verano, o cualquier puente o Fiesta se lo permitiera, aunque era consciente de estar perdiéndose aniversarios, cumpleaños, fiestas locales, debido a la disciplina impuesta en su internado donde cursaba estudios de alto nivel académico.
Osorio, como se le conocía en el ámbito estudiantil, destacaba por su entrega al estudio, no era muy dado a juergas estudiantiles, decía querer aprovechar el sacrificio que sus padres hacían para dale una formación acorde con su vocación de llegar a ser al menos un médico como su padre y reconocido, querido y admirado también como él, para ello le parecía honesto aprovechar los medios a su alcance y buena fe de ello daban sus sobresalientes notas académicas que obtenía en los cursos logrando siempre ser el número uno de sus promociones y un ejemplo a seguir, admirado y casi reverenciado por la mayor parte de sus condiscípulos, aunque las rencillas y envidias por parte de los menos, también estaban a la orden del día.
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Sus profesores, le propusieron cursar Estudios Superiores en Universidades de prestigio de Europa, una vez licenciado por la Universidad de Navarra, partió hacia Londres para formar parte de un Proyecto Europeo de Formación Especial en Enfermedades Tropicales, lo que le llevaría en un corto espacio de tiempo a trabajar en distintos Países de África y Latino América, formando parte de Médicos del Mundo para terminar como Profesor de la prestigiosa Universidad de Navarra, cuna de su formación.
A todo esto le acompañaba el aprendizaje de diferentes idiomas, que le fueron elevando a niveles de responsabilidad jamás imaginadas por él, pasó gran parte de su formación en Francia, donde conoció a su futura mujer, una rubia de aspecto delicado, poca cosa físicamente pero de una personalidad muy acentuada, de ella decía Pedro al contemplar su pequeño pero bien proporcionado cuerpo:
— Los buenos perfumes se guardan en frascos pequeños —
Su coleta rubia recogida por un lazo rojo, llamo la atención de Pedro como si de un semáforo se tratara, cuando la vio, nunca más pudo evitar ni su mirada y eludir su persona, quedó prendido para siempre de su modestia en el vestir, de su saber estar, de su sencillez y el brillo de su mirada, quedo cautivo de sus
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encantos que solo él veía a través de una sonrisa que dejaba unos perlados dientes al abrir su boca.
Esta francesita, como él decía, sería su futura esposa, la madre de sus hijos, el apoyo de su vida y en definitiva la compañera inseparable, que además también era médico como él.
No fue fácil la tarea de combinar, profesión con el cortejo a la jovencita francesa, unos años más joven que él, pero su empeño empezaba a dar frutos, saliendo cada vez con más frecuencia con ella, fue granjeándose su amistad y su cariño, logrando eclipsar toda duda de su fidelidad hacia ella, acomodándose a sus gustos, visitando los lugares preferidos por ella, no siempre los de él, sabiendo que por parte de su ya pareja reconocida en los ámbitos de sus amistades, gozaba de la total empatía y admiración por su trabajo, que trascendía fuera de lo estrictamente profesional, ella le contaba sus problemas profesionales, ejercía como becaria en un hospital y cursaba los llamados estudios equivalentes a los MIR (Médico Interno Residente) en España, que no se le daban precisamente bien, para lo que ella quería, que no era otra cosa que especializarse y algún día formar un tándem con él.
Eso era lo de menos, le decía Osorio a su ya mujer en ciernes, lo importante era volver a España, su notoriedad en el extranjero, sus estudios epidemiológicos que habían alcanzado
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un éxito sin precedente, las múltiples publicaciones "freelance", que le proporcionaban además de notoriedad, pingues beneficios y le auguraban una plaza a elegir en España sin duda alguna, pues por decirlo de una manera gráfica, se lo rifaban los diferentes hospitales, lo que le proporcionaba la posibilitada de elegir lugar donde desarrollar su profesión.
Todo ello, les llevo a plantearse volver a España, trabajar en un Hospital de ámbito Nacional, crear una familia si a ella no le importaba tener que abandonar su país, familia, amistades, en definitiva su propia vida, para ir a un lugar extraño, pero bajo el amparo de su marido y prestigioso doctor.
Fue un época de incertidumbre, consultas con la almohada, por parte de la pareja, era mucho lo que andaba en juego, en esta decisión, pues tampoco es que les fuera mal en la actual situación y el proceso de cambio era muy significativo por cuanto había que hilar muy fino con el fin de evitar un posible fracaso al tomar precipitadamente semejante decisión.
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Así pues decidieron, pasar el verano juntos, en pareja, en España, en la Costa Cantábrica, en las preciosas y laureadas playas con banderas azules y en un coqueto lugar llamado Ajo, a ella le sonaba este nombre a una especia gastronómica, que poco a poco fue conociendo mediante folletos que Pedro le proporcionaba, para que fuera dándose una idea de las vacaciones que ambos iban a disfrutar, no tardando mucho.
Pedro se preguntaba, por qué había elegido Ajo y no el pueblo Legorreta, donde vivan sus padres, algo en su interior le decía que si iban a su pueblo natal, causarían mil y una preocupaciones a sus padres, ya entrados en años, otra cosa es que un buen día les diera la sorpresa de presentarles a la que iba a ser su compañera el resto de su vida, más adelante todo se andaría.
Ajo, es un pueblecito marinero, en la costa cantábrica, de acantilados abruptos, de aguas poco tranquilas, y que además está a treinta kilómetros de la Capital Santander, con lo cual vivirían unos días en una casa rural lejos del ruido de la ciudad y estaban a muy pocos minutos de las tiendas de Santander, que a buen seguro le gustaría conocer a Claudine, nombre que tenía la novia del Doctor y cuyo nombre le iba al dedo, significando: Persona Sensible y
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afectuosa, que se preocupa por complacer y se emociona fácilmente.
Ajo es una pequeña población de unos 1.500 habitantes, tiene un Faro en el llamado Cabo de Ajo y sus casas señoriales lucen orgullosas, escudos de armas de otros tiempos, lugar turístico por excelencia, y rica en gastronomía y paisajes de notable belleza, el paso constante de aves migratorias es notorio y al atardecer muchas personas se asoman a sus costas para presenciar las puestas de sol, jamás imaginadas e irrepetibles.
No obstante, aún quedaba tiempo por delante para preparar este inaudito viaje, Claudine tenía más que tiempo para empaparse de las bellezas del lugar, aunque ella nacida en Estrasburgo, no se extrañaba de nada que ya no hubiera visto, porque si había algún lugar privilegiado en la Tierra, era precisamente el lugar más encantador, al menos para ella, como era Alsacia, donde además de habla francesa, era muy común hablar alemán, lo que enriquece a un región.
El Rin trae consigo por estos lares, los grandes viñedos que siembran prácticamente las costas a ambos lados del río de tal forma que el vino de Alsacia es de muy reconocido prestigio.
De hecho la familia de Claudine tenía una explotación vinícola, heredada de sus ancestros de una fama no solo local sino a nivel
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internacional, las exportaciones cada vez más numerosas daban fe de la buena marcha del negocio familiar de Claudine.
Pedro, antes de dar el paso de este viaje pulsaba la opinión de Claudine, no quería para nada influir en la decisión que solamente ella debía tomar, no puso límite ni fecha alguna, a la espera para que la última palabra fuera de su novia y libremente decidiera dar un paso tan importante en su vida, cual era ya hablar de matrimonio.
Estaba dispuesto a cumplimentar, con sus conocimientos del medio rural, lo que a primera vista parecería de un abrumador aburrimiento, ella Claudine acostumbrada al ajetreo de una gran ciudad y de pronto verse poco menos que recluida en un pueblo, que a pesar de las muchas bellezas no se le ocultaba la gran diferencia de vida, aunque para unas vacaciones estaba bien además tener tiempo para meditar largo y tendido el gran paso que significaba para ella, el matrimonio y sus consecuencias, cambio de vida, giro copernicano, dejar todo lo suyo y comenzar de nuevo en una país ajeno a su entorno, eso sí siempre animada por la dedicación y delicadeza de su novio.
Un principio que el padre del Doctor había inculcado a sus hijos y que estos tenían como lema grabado en sus mentes, era no obligar a nadie a hacer o tomar decisiones en contra de sus convicciones, tanto de índole
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profesional, creencias religiosas, políticas o de la propia forma de pensar, para lo cual repetía el buen médico algo así como:
— «Sed bien educados con las personas que encontréis subiendo, porque volveréis a encontrarlas al bajar» —
Decía ser frases de un tal W. Mitzner y Pedro lo llevaba a rajatabla en todos los ámbitos de su vida, otra de sus muchas frases repetidas que marcaban el carácter de D. Pedro era cuando las cosas no iban todo lo bien que deseaba y sentenciaba diciendo:
—«Estamos mal, pero menos mal que estamos» —
Lo cual daba una idea de la talla moral de este buen hombre.
Pedro, se hacía todas estas y otras muchas consideraciones al respecto, comprendía y se ponía en lugar de Claudine y entendía que ella acostumbrada a un ambiente distinguido, elegante, con asiduas fiestas de por medio a las que era invitada, en una vida poco menos que palaciega en el que se desenvolvía su vida, era comprensible quisiera tomar distancia, pensarse muy bien el cambio y entender que la propuesta de Pedro, era algo para toda la vida, lo del matrimonio realmente le asustaba, quería tomar distancia, consultar
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con sus familiares y amigos, poner a prueba, si llegaba el caso la decisión de su novio, aplazar esta decisión hasta estar convencida de la novedad.
Pasó un tiempo y Pedro consciente de todo lo que significaba este paso tan definitivo, no volvió a tocar el tema, esperando que Claudine se pronunciara, ella en cambio, sentía muy profundamente haberse concedido tal vez más tiempo del necesario para dar su visto bueno y sin más, una mañana, estando en la terraza de uno de los bulevares de la ciudad, tomando un café, le espetó:
— Bueno y… ¿qué hay de esas vacaciones? —
— ¿Cuándo empezamos con los preparativos…? —
Pedro, esbozando una amplia sonrisa, comprendiendo la decisión afirmativa por parte de Claudine a su propuesta, le dijo:
— Pues cuanto antes, para qué perder más tiempo —
A lo cual respondió en francés Claudine:
— Ou mon amour quand tu dis — (O mi amor, cuando tu digas)
Era un SÍ, que Pedro entendió y que en francés sonaba todavía mejor…
A partir de este momento, significativo por la aceptación, consentimiento y entrega en definitiva de Claudine, el Doctor comenzó a planear, no solo el viaje de vacaciones, también
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el anuncio y preparativos de su boda, hacerlo saber a su familia, amigos, colegas de su entorno laboral, amistades, etc.
Lo primero fue realizar una reserva en una Casa Rural de Ajo, que conocía de cuando sus padres les llevaba a él y su familia de vacaciones, el cambio de ambiente era propicio para la unidad familiar y apartados del entorno diario del pueblo donde Don Pedro ejercía de Médico de Familia y su esposa Doña Carmen de Matrona.
La dueña, de la Casa Rural, una mujerona grande, que rezumaba bondad y se deshacía en atenciones con sus pupilos, llegó a tener tal amistad con la familia que más parecía formaba parte de la suya. Sus atenciones rayando en caprichitos para sus huéspedes eran de toda naturaleza, si el Doctor planificaba una excursión familiar a los preciosos lugares de la Costa, ella primorosamente les preparaba todo lo necesario para que resultara un picnic con todos los detalles posibles, en una ocasión les proporciono las monturas suficientes para una excursión a caballo por los infinitos parajes del lugar.
Pedro consideraba a esta buena mujer, como parte de su familia más inmediata, la señora Manuela, viuda y con dos hijas que colaboraban en las tareas de la Casa, formaban una unidad que hacía llevadera la carga que supone una Pensión con prestigio y por la gente que allí se alojaba, y no dudó en ponerse en
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contacto con ella, anunciándole que iría con su futura a pasar allí las vacaciones.
El dilema que se le presentaba a la señora Manuela, era si debía reservar dos habitaciones, una para cada miembro visitante o solo una de matrimonio, al fin y al cabo este término no lo había concretado el señor, que solo le había puesto un mensaje por correo electrónico anunciándole la llegada de su novia y la de él, sin más, pues era temporada normal y las reservas eran poco menos que innecesarias. Consultaba la señora Manuela, agobiada por este asunto, con sus hijas y estas le respondían poco menos que riéndose, que preparara solo una habitación grande y bien situada en la Casa, que en los tiempos actuales, ya no se pedía el Libro de Familia, que las cosas habían cambiado, además se trataba de una chica francesa, tolerante en estos asuntos, que si tal, que si cual, y que llegado el caso, si lo requerían, pues nada en un pis-pas, se le preparaba una habitación para cada uno y en paz.
Pedro, que además tenía en su pensamiento, no solo el hecho de casarse, sino establecerse en Madrid, ya había hecho las diligencias correspondientes para comenzar en Otoño una nueva vida, después de su matrimonio, buscar casa y hacer lo necesario para una drástico cambio de vida, era lo más perentorio.
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Para ello, sobre todo para encontrar casa, confiaba en una de sus hermanas, Celia la mayor, ayudada por la otra pequeña Ana, estaban encantadas no solo por la inminente boda de su hermano, y todo lo que conlleva, también porque su hermano, a quien tenían poco menos que un altar, hubiera confiado en ellas para buscarle el piso donde reanudarían una nueva vida, llena de sorpresas y buenos acontecimientos. Ana, que trabajaba en una Inmobiliaria, se prestó encantada junto con su hermana a tal cometido.
No tardó mucho Ana en encontrar un auténtico nido de amor, en las afueras de la ciudad, aunque no muy alejado de los Centros Comerciales, en una zona de las llamadas VIP, estaba puesta en alquiler y con opción a compra, un Chalecito precioso, independiente del peaje de una urbanización y libre de la dictadura de tener pagar el impuesto de convivir en una Comunidad de Vecinos, a lo que se ven sujetos muchos que alquilan una vivienda, con el fin de vivir tranquilos lejos del mundanal ruido, y que se convierte en un infierno merced a la convivencia vecinal, no siempre deseada.
Ana comunicó a su hermano el hallazgo, no había entregado arras para reservarlo, no apremiaba pues llevaba más de un año en alquiler y no había salido nadie interesado, la prueba estaba en que en ese tiempo se había rebajado el importe del alquiler
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e incluso el de venta en dos ocasiones, tal vez la oferta era mucha y poca la demanda de este tipo de viviendas tan exclusivas. Cuando le describía a su hermano el hallazgo, se deshacía en detalles, como si fuera la casa ideal para ella misma, se trataba además de un sitio rodeado de jardines, pequeños bosques de coníferas, lo que aseguraba todo el año hojas perennes, muy cercano a grandes Centros Comerciales, buena combinación con la Capital, tanto en vehículo propio, como en Transporte Público por Autovía y trenes de Cercanías.
El Chalecito, un tanto abandonado por su larga espera a ser habitado, no había perdido sus encantos, tenía tres plantas, garaje, piscina privada, y estaba rodeado todo el entorno por un muro de árboles, además de una tapia amurallada difícil de escalar, lo que no evitaba dispusiera de cámaras de seguridad, alarmas y todos los medios precisos para vivir tranquilos en ella. Pero lo que más le gustaba a Ana era su interior, aquí la opulencia en el mobiliario sobrepasaba cualquier expectativa, de hecho contaba una compañera suya que tuvo ocasión de enseñárselo a un alto ejecutivo, lo que más le impresionó del chalet, fue el gusto exquisito de sus dueños al amueblar toda la casa, desde la amplia cocina, hasta los salones, recibidores, dormitorios, todo muy a tono con el entorno y en función de la propia casa. Decía el posible inquilino, que se quedaron con muchas ganas de llevar la operación a buen término, porque se
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les quedaba pequeño para la familia un tanto numerosa, matrimonio, hijos, tías solteras, abuelos de ambos conyugues y con desazón no pudieron alquilarlo.
Otro de los tesoros que Ana ponderaba a su hermano, era los jardines que circundaban la casa, todo muy cuidado, con parterres de plantas de distinta floración, para que durante todo el año hubiera, si no flores, al menos ese verdor que da un aspecto de frondosidad y limpia la atmosfera de la casa al abrir sus grandes ventanales en cualquiera de las dependencias, todas exteriores, hasta el garaje tenía una cristalera en la parte posterior con una puerta de acceso al jardín que por ser la parte menos visible mantenía una casita donde se ubicaban las máquinas del Aire Acondicionado, las depuradoras de la piscina y mil y un pertrechos pero en una ordenada estantería y muy cuidada colocación.
Como la cosa no corría verdaderamente prisa, Pedro quiso esperar a que Claudine visitara dicho Chalet y tener su veredicto, al fin y al cabo ella era la que más tiempo iba a gozar de sus estancias y deberían ser a su entera satisfacción. Por otra parte estaba también la pretensión de trabajar de lo suyo, en algún hospital y todo ello condicionaba un tanto la toma final de decisión, de tan importante asunto.
Pedro informaba a Claudine de los trámites que estaba llevando a cabo, sin
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determinar nada hasta su beneplácito, y ella, le insinuaba una y otra vez, que cualquier decisión que tomara, sin duda sería la correcta y que al no poder estar presente en estos trámites dejaba en su mano la solución a cerca de la Casa, como no tenía idea tanto del lugar como de su situación geográfica, le parecía muy bien la elección hecha por sus hermanas, en un futuro inmediato sus cuñadas, con lo cual quedaba vía libre a Pedro para definitivamente ejecutar el arrendamiento, no se le fuera de las manos después de conocer pelos y señales que su hermana le había ponderado tanto y no dudaba que así fuera.
Aún faltaba todos los detalles sobre la boda y en esta ocasión Pedro, sí pidió encarecidamente la colaboración de sus hermanas, había que enfrentarse a elegir día, hora y lugar del evento. Lo cual les creaba un verdadero “Trilema”
¿En el pueblo? ¿En el campo? ¿En la Iglesia?
¿Salón para cuántos invitados?
¿Vestidos de la novia, del novio, de los padrinos?...
Era mucho lo que se le venía a Pedro encima y él solo no podía abarcarlo, agradeció en toda su extensión la disposición tanto de sus hermanas, como de la familia para que el acontecimiento llegara a buen puerto. Pedro dejó en manos de sus hermanas todo el asunto y lo dio por terminado, para poder dedicarse a
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algo tan delicado e importante como su nuevo empleo
No tuvo que mandar muchos currículos, uno de los primeros enviados, que se trataba del sitio de sus apetencias, fue inmediatamente contestado e invitado a una entrevista previa, diciéndole fuera más pronto que tarde, si ello era posible, debido a que rondaba por los medios hospitalarios un temor, el ruido de una epidemia que se acercaba silenciosa como un ladrón en la noche pero avanzando y ganando terreno, estas eran las palabras que le había enviado por email
Pedro comprendió el porqué de tanta urgencia.
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La ocasión era la deseada, el tiempo tal vez un tanto precipitado, pero como estas cosas se presentan una vez en la vida, tanto a Claudine como a él, les pareció debería aceptar cuanto antes, aunque ello retrasara la boda, no por ello menos deseada. Por tanto prepararon una visita que a su vez serviría como presentación de Claudine a su familia, visitar el soñado Chalecito, congeniar y empatizar lo más posible con sus futuras cuñadas, elegir algún vestido de novia en las tiendas de Madrid que gozaban de mucho prestigio y había trascendido fronteras, ella tenía ya en su imaginación el vestido ideal, visto en revistas de actualidad y no dudaba satisfacer su gusto en una casa anunciada por los medios, y revistas de moda llamada- Pronovias-, que incluso había tanteado en una Sucursal de la Casa en la ciudad donde vivía en Francia.
Todo dispuesto, una mañana tomaron su coche, y emprendieron viaje hacia la Capital de España, hubieron de realizar diferentes paradas para descansar, comer, y pernoctar en una de esas ciudades emblemáticas españolas, cual era San Sebastián, al amanecer a Pedro le parecía un pecado no recorrer las calles, llenas de Tabernas con sus famosos pintxos y también tan cerca de sus padres girar una inesperada visita al pueblo.
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Se personaron al atardecer en su pueblo natal, cuando aparecieron en el Hotel de la carretera, próximo al pueblo, el Conserje celebraba con efusivos abrazos su llegada con una bienvenida que trascendía al resto del personal del Hotel, pues a ninguno se le ocultaba la notoriedad del visitante, tenían conocimiento de sus éxitos continuos manifestados en publicaciones y periódicos, con lo que el Conserje se sentía más que honrado con la presencia de tan ilustre huésped y vecino.
Le preguntó con la discreción que estos profesionales tienen y la delicadeza obtenida a través de los muchos años de servicio, si sería un habitación doble o prefería dos habitaciones individuales, a lo que Pedro contestó que Claudine era prácticamente su esposa, pero que si le parecía con el fin de evitar cotilleos por parte del personal y que trascendieran al pueblo, les facilitara dos habitaciones contiguas, más que nada por si su novia necesitara algo de él, el asunto quedó resuelto y les fueron entregadas sendas llaves de una habitación junto a la otra.
Antes quisieron tener una cena, en la que no faltó lo mejor de la comarca, tanto en pitanzas muy especiales, como en vinos de la tierra de mucha consideración, Claudine estaba absorta por el tratamiento que les estaba dando todo el personal del Hotel, apenas hacían un movimiento y enseguida tenían a un sirviente
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para sugerirles lo más adecuado, se sentía asediada por tantas atenciones e inesperadamente decidió irse a dormir, Pedro entendió que eran tantas las emociones recibidas desde la partida de Francia, que decidió retirase con ella.
Amanecido, la pareja se dirigieron a la casa natal, donde sus padres les esperaba, llenos de alegría, emoción, incertidumbres, y un sinfín de sentimientos encontrados, que Doña Carmen trataba de ahogar con alguna furtiva lagrimita, apenas había pegado ojo el matrimonio pensando en el encuentro de su hijo, que hacía mucho tiempo no le habían podido estrechar en sus brazos, y también comprobar cómo sería su pareja, al parecer ya casi mujer por las explicaciones que recibían de sus dos hijas y los trámites que llevaban entre manos.
Claudine por su parte, se encontraba también en una situación un tanto novedosa, iba a ser presentada a quienes serían sus padres políticos, de quienes tenía un conocimiento muy superficial, por las fotos y comentarios que de vez en cuando surgían en las conversaciones sobre ellos con Pedro. Ello le llevaba a un estado de nerviosismo el cual trataba de disimular, si bien en su interior sabía de la importancia de este primer encuentro y la necesidad de causar una buena impresión, pues se jugaba nada menos que caerle bien, regular o mal a su futura familia.
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Cuando apareció el coche ya en el porche de la casa familiar, Pedro hizo sonar el claxon del coche, con el fin de anunciar a sus padres su llegada, e inmediatamente se personaron en el mismo, sus padres con sendos paraguas, pues empezaba a llover con cierta intensidad, algo muy frecuente por aquellos pagos, apenas pudieron saludarse efusivamente a causa de el engorro que supone el equipaje, los paraguas, lo que propició se adentraran en el salón inmediato de la casa, donde ahora sí, los abrazos, besos y manifestaciones de júbilo por la presencia de Pedro y su novia, correspondía al momento, hasta “Linda” la perrita de muchos años en la casa empezaba a dar señales de alegría meneando el rabo y esperando con tímidos aullidos el reconocimiento del recién llegado.
La obvia presentación de Claudine a sus padres, lejos de la frialdad protocolaria pasó, a que tanto Don Pedro cono Doña Carmen le dijeran:
— Ven aquí preciosa, considérate de la familia y sepas estás en tu casa —
A lo cual Claudine correspondía, con una extensa sonrisa, algo emocionada, y sintiéndose ya más tranquila diciendo:
— Espero estar a la altura que ustedes merecen, procuraré por mi parte no defraudar la confianza que han depositado en mí y ser una digna esposa de vuestro… (Aquí Claudine dudó si tutearles o no) hijo; pero no se contuvo pues
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las muestras de confianza que le estaban dando, daba pie a tutearles y considerarse una más de la familia. —
Doña Carmen y Don Pedro, estaban realmente contentos, hacía mucho no gozaban de una alegría semejante, pues las esporádicas visitas de sus hijas e hijo, que cada vez eran más espaciadas, hacían que la nostalgia de vez en cuando aflorase en forma de depresión y hoy era un gran día para la casa.
Pedro, cogía de la mano a su novia, diciendo:
— Perdonad que os la robe, consciente que Claudine se sentía un poco abrumada con tantas atenciones, es que voy a enseñarle la casa, para que vaya familiarizándose con ella, pues no estaremos mucho tiempo, dado que vamos hacia Madrid, por cierto podáis acompañarnos y así visitabais a mis hermanas y de paso tendríamos más tiempo para hablar de todo —
Don Pedro decía:
— Eso lo hablamos luego durante la comida, ahora id a conocer la casa —
Pedro, llevaba a Claudine poco menos que en volandas para enseñarle el Caserón, una casona que en tiempo había sido la morada de un indiano llegado allende los mares, que por su tamaño se daba por sentado era una de las casas señoriales del pueblo y en la que se
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alojaba como un privilegio especial al Médico de Familia.
Visitaban con entusiasmo las muchas dependencias de la casa, salones, dormitorios, baños, cocina, un segundo piso con una abultada biblioteca, libros de otros habitantes anteriores de la casa, que otrora formaban parte de los mismos, así como el recoleto despacho de Don Pedro, donde pasaba la mayor parte de su tiempo, pues en privado pasaba consulta en la casa, además de en el Consultorio Médico de las dependencias municipales para tal efecto tenía habilitado el Ayuntamiento.
Todas las habitaciones daban al exterior, las ventanas con dinteles de piedra de cantería, casi toda la casa estaba construida con grandes moles de granito, las ventanas de madera de roble, y orientadas unas hacia poniente otras hacia la salida del sol, de tal manera que siempre las dependencias de la casa tenían luz natural prácticamente todo el día. El mobiliario un tanto barroco, al parecer de Claudine, pero de exquisito trazo, maderas nobles que conservaban la pátina del tiempo lo que le confería un brillo natural sin necesidad de tintes o barnices, todas las puertas ajustaban y los cajones pese al paso del tiempo se deslizaban con suma facilidad.
A pesar de los años la casa disponía de todas las modernidades actuales, tanto en los baños como en el fabuloso tiro de escalera con balaustres de nogal, brillantes a la luz y poblado
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en sus paredes de retratos de ilustres personajes de una antigüedad difícil de determinar.
Pero Pedro, que notaba la luz de los ojos de Claudine brillar de forma espontanea, admirada de tanta belleza, no se le escapaba el aspecto físico que presentaban sus padres, sobre todo el de su padre, le veía encorvado por el peso y el paso de los años, con bastante menos pelo en la cabeza que la última vez que lo vio, hacía tanto tiempo que apenas se acordaba de su aspecto externo, que no de su interior, pues en eso su padre sin duda se había enriquecido cada día más, sus lecturas le ilustraban más que la televisión y los dimes y diretes del Casino del pueblo del cual era habitual tertuliano, junto con el alcalde, el cura y el sargento de la Guardia Civil, que en interminables partidas de Mus, se jugaban muchas horas el café.
Doña Carmen en quien se le notaban las marcas del tiempo en su rostro, había preparado un asado de cordero, para chuparse los dedos, era habitual en ella poner mimo y cariño en sus guisos y el marido, a quien le había conquistado por el estómago, nada le sentaba tan bien como los preparados cocidos, sopas y legumbres de su señora esposa. Hoy excepcionalmente y en honor a la visita, se había esmerado más si cabe, y Don Pedro había subido de la bodega, unas botellas de vino reservadas para acontecimientos como el que hoy se celebraba en la casa.
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Pedro, hijo, en medio de la comida, alegre por la presencia de los seres más queridos para él, se enseñoreaba viendo con el gusto que Claudine engullía los sabrosos bocados del asado, regados con el buen vino, hasta el punto de aparecerle un color rosado en las mejillas que a su novio no le disgustaba para nada.
Entonces encontró el momento, para hablar con sus padres con la franqueza que el caso requería, y en un acto espontáneo y en tono cariñoso para tocar el tema comenzó diciendo:
— Bueno padre, tendrás que ir dejando la boina, para venir a la Capital ¿no?—
A lo que su padre respondía:
— Mira hijo, si a ti te parece que me la quite, me la quito, pero D. Pío Baroja, uno de mis autores preferidos, vivió, escribió, y murió, sin apartarse de su amuleto, es decir de su sempiterna boina y fue recibido en los más famosos Ateneos, Academias y Foros intelectuales sin reparo alguno, otro tanto se puede decir de D. Miguel de Unamuno, otro de mis admirados y admirables escritores, ahora bien si te vas a avergonzar de tu padre por ello, da por hecho que compraré un sombrero, como el que lleva Don Matías, que era el dueño de la Droguería Fernández, que suministraba de todo a los vecinos del pueblo —
Pedro consciente de que se había extralimitado, tal vez por los efluvios del vino,
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y metido la pata hasta el corvejón, de inmediato corrigió la situación diciendo:
— Padre tu, con boina, sin ella, con sombrero o bombín, eres para mí el modelo perfecto de un gentleman, y puedes ir como mejor te plazca, que yo te admiro, como bien sabes y te tengo por modelo, aunque mi comportamiento esté a años luz, de lo deseable y trato de parecerme a ti en todo, tarea ardua y difícil, por cierto. —
— Quiero, continuaba diciendo, que os vengáis con nosotros a Madrid, con las niñas y Claudine estaréis bien ocupados unos días, al menos hasta que yo haya cerrado mi contrato con el Hospital donde voy a trabajas a partir de ahora —
— Voy a dejar en vuestras manos, el asunto de nuestra boda, hemos convenido tanto Claudine como yo, que debido a la premura de mi presencia en el Hospital, necesitaremos de vosotros y mis hermanas para junto con ella, organizar la boda, que será por las circunstancias que apunto, menos solemne tal vez que lo que teníamos pensado, la familia de la novia ya está informada de todo y asistirán encantados a la celebración en la fecha que acordemos.
— Por otra parte está el asunto de la casa donde vamos a vivir, para lo cual ya hemos dado orden a Celia y Ana, de encargarse de todo lo concerniente a contratos, etc. Hasta el punto que podremos ir a pasar allí los días
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previos a la boda, si os apetece y lejos del bullicio de la gran urbe que es Madrid. —
El Padre aprobaba con una sonrisa la idea, le hacía ilusión volver a Madrid después de muchos años viviendo en la Aldea y recordar, tal vez, las correrías de su juventud cuando cursaba estudios de medicina que recordaba con nostalgia después de tantos años.
A pesar los muchos años transcurridos desde su vida en los Madriles, siendo ya casi diplomado médico, trabajando de Mir en un hospital, conviviendo en una pensión con cuatro camaradas más, recordaba y se le iluminaba la vista al visualizar en su mente todos estos momentos vividos con la intensidad de la juventud ahora perdida, y como no… la Rondalla estudiantil de la que formaba parte, las frecuentes rondas a las mozas del entorno de sus amistades, el pago de suculentas cenas por ese trabajo, que decían ser gratuito; pero que se cobraba en forma de invitaciones a saraos, y banquetes a los que acudían de invitados para alegrar con su música tales eventos, vivencias todas, correrías juveniles, las calles de Madrid, tabernas, colmados, donde pasaban muchas tardes-noches, y D, Pedro al recordar todo esto los ojos se le nublaban de lágrimas, pues quien puede decir que los tiempos pasados no fueron mejores…
A doña Carmen, le faltó tiempo para ir a la tienda de Josefina: Artículos y Novedades de Importación, para ponerse al día cara al viaje a
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Madrid, quería estar a la última, que sus hijas cuando la vieran no tuvieran que notar que en el pueblo la dejadez y las costumbres estaban relajadas y en cierto abandono, para ello contactó con Josefina y le dijo que sin pecar de indiscreción le preparara algo a tono con su condición y edad, a lo que la dueña de ANI (Artículos y Novedades de Importación), que precisamente había recibido de París, unos trajes de chaqueta de corte ultramoderno, poco vistos por el lugar preparados para las Comuniones, y que seguro deslumbraría a su propia futura nuera francesa, propiamente estaba como pensados para ella. Dicho y hecho, Doña Carmen se probo uno de aquellos modelos que según opinión de Josefina le quedaba como un guante, era para nada estrafalario, sino sencillo, elegante de muy buena caída, en definitiva lo más apropiado para una ceremonia como la que se le avecinaba, auguraba Josefina tendría un gran éxito.
Dos días después, el coche lleno de maletas del equipaje familiar, con el entusiasmo que precede a un viaje de tal naturaleza como el que iniciaban, con ardientes deseos de vivir intensamente tantas buenas nuevas noticias como se avecinaban, sus hijas, la boda, la novedad de volver a pisar Madrid y tantas emociones hacían que el viaje se presentara con inusitada alegría, cosa que Doña Carmen manifestaba con santiguarse y recitar una
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oración en alto, para que todo resultara bien por mediación de los Santos a los que invocaba con tanta devoción.
El viaje además de resultar de lo más ameno, rezumaba cariño y entusiasmo, Pedro hijo, no hacía más que mirar por el retrovisor interior, para captar el semblante de sus padres, sobre todo de el de su padre, que era quien más le preocupaba, sacarle de su ambiente, amigos, costumbres y su vida de tranquilidad a la que estaba hecho en el pueblo, dejar a sus pacientes en manos de un extraño, de quien tenía buenas referencias eso sí, no era cosa fácil y espiaba sus movimientos por si manifestaba en su cara, tal vez disconformidad, sorpresa, malestar, pero lejos de ello, le encontraba feliz, dicharachero, locuaz, cosa poco frecuente en D. Pedro, que medía sus palabras antes de pronunciarse.
Hubo paradas para comer y que el largo camino resultara lo menos pesado posible, Pedro con elegancia decía vamos a realizar una parada “técnica” y todos entendían por si había que ir al baño y también para estirar las piernas, pues sus padres poco acostumbrados a viajar largo recorrido en coche toda vez que cuando se desplazaban era en autobús o tren, podían resentirse después de varias horas en un lugar al fin y al cabo pequeño.
La llegada al Hotel, previamente concertado por las hijas del matrimonio, estaba en las afueras de Madrid, con el fin de que no resultara un choque emocional encontrarse de
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pronto con la vorágine de la ciudad, las dos estaban esperándoles en el Hotel y ni que decir tiene la fiesta, el alborozo, entremezclado con la presentación de Claudine, ver a su hermano, hecho un pincel como decía Ana la pequeña que adoraba a su hermano, era un cuadro festivo difícilmente superable. Como entendían que lo que necesitaban era descansar, quedaron en verse a la mañana siguiente y así programar todo lo que tenían pensado realizar con su familia.
Muy temprano, desayunaron en el Restaurante del Hotel, y al poco hicieron acto de presencia las dos hermanas, era sábado y sus trabajos no les impedían estar a disposición de la familia, ya en dos coches, más relajados, tomaron camino hacia Madrid, Doña Carmen en el asiento de copiloto con Celia, cesión de cortesía de Ana, a quien acompañaba su futura cuñada Claudine y D. Pedro igualmente de copiloto con su hijo, este vigilando los movimientos a veces inesperados de su padre, que no paraba de mirar de un lado para otro como un periscopio, lanzando suspiros, viendo qué distinto era todo lo que contemplaba, cómo había cambiado Madrid, esos enormes bloques, esos rascacielos, ensimismado, diciéndole a su hijo que ese Madrid era totalmente desconocido para él, nada que ver con sus viejos recuerdos, ¡ Como había cambiado todo !, esas avenidas enormes, limpias y de edificios acristalados, las
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grandes autovías entrecruzándose entre sí y continuaba diciendo:
— Este Madrid no lo conoce ni la madre que le parió —
Pedro hijo, le decía a su padre que a donde iban a instalarse no tenía ni punto de comparación con lo que estaban viendo, el lugar elegido por sus hermanas, era un paraje, céntrico, eso sí, pero no tan agobiante como pudiera resultar la Capital, le ponderaba los encantos de el Chalet, donde seguro se encontrarían como en su propia casa del pueblo, rodeado de una exuberante vegetación, la casa con las condiciones precisas para el reposo del viaje, un porche y jardín donde poder leer o descansar y un arroyuelo muy próximo en el que decía se podía pescar.
Celia paraba su coche a quien seguía su hermano de cerca, en un Control a la entrada de la Urbanización Tres Rosas, un guarda jurado se presento y a través de la ventanilla Celia presento las credenciales oportunas para que les permitieran el acceso, haciendo constar que el coche posterior era también de la familia, ya en las inmediaciones del Chalet, Celia y también Ana, bajaron de los coches abrieron el portón principal de acceso a las instalaciones de la vivienda, activaron el mecanismo de la puerta del garaje, desconectaron las alarmas y ya con el portón cerrado, se disponían a tomar posesión de la vivienda.
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Ana hacía la entrega simbólica de las llaves a su hermano y este, sorprendiendo a todos, tomaba en sus brazos a Claudine para penetrar con ella en el porche y la entrada a la vivienda, este gesto le pareció a D. Pedro, lejos de una mariconada de película, un acto de acogida sin precedentes, y fue muy del agrado de los presentes que aplaudían a la vez que descorchaban una botella de Cava para celebrar el inolvidable momento.
Las hermanas de Pedro habían aprovisionado la nevera de suficientes recursos para al menos una semana, sin tener que preocuparse de nada, y sugirieron realizar una barbacoa y así estrenar una magnífica instalación que se encontraba en el jardín, con leña, carbón y lo necesario para realizar una buena barbacoa.
Claudine, quería inspeccionar la casa, y pasados unos minutos de euforia contenida, acompañada de Ana y Pedro, comenzando por la cocina, baños, armarios empotrados, habitaciones de invitados, dormitorio principal, biblioteca, salón de estar, todo dispuesto y amueblado con los más inesperados detalles, a Claudine le parecía estar soñando pues las instalaciones habían superado con creces sus expectativas y se abrazaba a su cuñada con efusivos comentarios de agradecimiento,
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diciéndole que nunca podría pagarle tanto interés como el que se había tomado en el asunto.
Una vez acomodados todos los miembros, se dispusieron a hablar de lo serio, decía Don Pedro padre, es decir de los días que iban a residir allí, de cómo y cuándo de la boda, de los preparativos, pocos pues las hijas se habían hecho cargo de todo, y sobre todo y aquí hacía énfasis D, Pedro del costo de la boda, del cual quería hacerse cargo junto con su mujer, como regalo de boda al primer matrimonio de sus hijos. Pedro hijo y Claudine, conmocionados por la propuesta, salieron al paso diciendo que no tenían que preocuparse de nada, que ya estaba todo diseñado y dispuesto, incluso pagado y que otro tanto les había ocurrido con los padres de Claudine, que bastante tenían con desplazarse a España ya que su avanzada edad no les permitía realizar muchos esfuerzos, unido a los permisos especiales que con dificultad habían tenido que tramitar y sin apenas familiares de su entorno, todo debido a la presente y temida Pandemia, eso sí, habían tenido que admitir previo consenso con los directores de la Sala de Fiestas donde tendría lugar la celebración, que los vinos para el banquete nupcial, fueran un regalo muy especial de sus bodegas de Alsacia, a lo cual accedieron los responsables del local sabedores de las esencias vitivinícolas de aquellos lares, así pues los padres de Claudine
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habían dispuesto el envío de varias cajas necesarias para el Evento.
A Claudine y su prometido que flotaban en una nube de felicidad, solo les quedaba dar el paso definitivo, confirmar su matrimonio, y ante la disyuntiva de si primero procurase el trabajo al que había sido llamado Pedro o casarse, acordaron casarse en primer lugar y después Dios diría…
Todo dispuesto, como no podía ser de otra manera, una mañana de Domingo, doce de la mañana, día espléndido donde los hubiere, una comitiva con trajes de fiesta se dirigían hacia la Iglesia del Cristo del Pardo, por ser la Parroquia que les pertenecía por la ubicación de su domicilio, recién estrenado. Previamente habían tenido un encuentro con el Párroco, días antes y fueron sometidos por éste, la pareja, a un examen exhaustivo ya que no habían realizado los Cursillos Prematrimoniales exigidos para recibir el Sacramento del Matrimonio, según los cánones de la Iglesia. Los padrinos la madre de la novia y el padre del novio, testigos del acto los hermanos de ambos conyugues, apenas familiarizados con el encuentro, flores, música de órgano, La marcha nupcial de Mendelssohn, coral entonando distintos pasajes musicales, entre los cuales no podía faltar el Ave María de Schubert, una ceremonia en la que la homilía fue pronunciada en español y francés, en atención a los invitados asistentes de los dos países, flashes de los
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fotógrafos, fotografías al fin de la ceremonia de los familiares y amigos con los recién casados, saludos efusivos entre unos y otros asistentes; en definitiva nada quedó en el aíre .
Posteriormente a la ceremonia, se dirigieron los invitados y contrayentes a un cercano e idílico Restaurante, que gozaba de unas instalaciones, no solo para celebrar banquetes de bodas, también unos jardines de atractivos sitios recónditos, piscinas y un pequeño Zoo, pensado para el esparcimiento antes y después del banquete. Se comenzó con un Coctel en una explanada como una pradera, fresca y muy cuidada, el desfile de camareros como si de un Ballet se tratara, iban y venían ofreciendo sabrosos bocados, tanto fríos como calientes, en un extremo del recinto, junto a una Barra de Bar libre, por supuesto, un cortador de jamón, no daba abasto a surtir de platos y más platos de este fabuloso manjar a la vez que se servían los afamados caldos de Alsacia, que hacía las delicias y suscitaban favorables comentaros de los invitados.
Pasado el tiempo suficiente para que los invitados se sintieran agasajados, se pasó al Salón Principal donde se serviría el Banquete, los adornos, la luz, las flores y un dueto de violines recibieron a los recién casados, entonando el: And The Walz “Goes On”, con el que la pareja de novios rompieron el baile, era una petición de un íntimo amigo del novio, que asistía a la ceremonia y se había encargado de
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la música, por cierto con un resultado sorprendente rayando la emoción.
Si el lunch servido en los jardines había obtenido el beneplácito de los invitados, no podía ser menos el Banquete, y la carta que estaba dispuesta en el lugar que cada comensal debería de ocupar, labor de las hermanas del novio que tuvieron el gran trabajo para colocar a los comensales sin que se sintieran incómodos con el vecino, daba fe de los suculentos, variados y abundantes platos que se enunciaban, regados con los caldos ya mencionado con D.O. francés. El desfile de nuevo de los camareros en perfecto orden, como atenticos profesionales servían las mesas distribuidas de tal manera que todos gozaban de la mesa principal que estaba presidida por los novios y padrinos sobre una tarima que se elevaba lo suficiente para ser apreciada por el resto de comensales. Fue pasando el tiempo, los invitados, unos se habían desprendido del protocolario chaqué, otros de la pajarita que atenazaba sus cuellos y los más se habían desprendido de la odiosa corbata y chaqueta, en una sintonía general de campechanía que se respiraba en el Salón, seguramente animada también por los efluvios de los vinos y licores ingeridos.
En este espíritu de camaradería y familiaridad, pasaba el tiempo, se acercaba el ocaso y los novios y parientes pasaron a una contigua Sala, la Disco-Teca, en ella los más
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jóvenes se sintieron como pez en el agua, mientras otros gozaban de las esencias de la Barra libre…La Música-Disco, terminó por sentar a la práctica totalidad de los invitados, con lo cual y ya comenzando la aparición de la noche, el desfile se fue produciendo con la discreción que estos casos requiere.
Los novios y familia, dieron por concluida la velada, los camareros en una formación junto a la puerta principal con el Gerente a la cabeza, fueron despidiendo con reverencias a los novios y familiares más cercanos, agradeciéndoles la confianza en ellos depositada para la celebración del evento y así quedo cerrada la jornada y con ella el capítulo, soñado por la pareja ya de casados, satisfechos por las felicitaciones y parabienes recibidos por parte de los asistentes y las manifestaciones de cariño que habían recibido por doquier, también las hermanas del novio, que habían tenido un papel muy importante en el asunto, fueron agasajadas con un gran ramo de flores cada una, de parte de la novia que les agradecía con este pequeño pero significativo de detalle, muy propio de las celebraciones en Francia, ellas sonrientes agradecían el reconocimiento de sus esfuerzos pese a que lo habían hecho de muy buena gana.
Un nuevo mundo, daba comienzo en la vida de Claudine y Pedro, a partir de este momento, junto con las obligaciones familiares que conlleva el matrimonio, estaba la parte
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profesional de ambos, si bien por el momento la situación de Pedro era poco menos que la más favorable posible, solo quedaba presentarse al Director del Hospital, concertar y acordar los términos del contrato, fijar fechas de comienzo, siempre después del Viaje de Novios que Claudine estaba programando, ir a su país y realizar el capricho de su vida, un viaje por Italia, incluyendo Venecia, un sueño para ella muy pensado y con el que Pedro estaba totalmente de acuerdo.
Hasta aquí, el cómo y el cuándo llegó El Doctor Pedro Osorio Fidalgo, como queda dicho anteriormente, a ser un miembro destacado en el Hospital Fundación Jiménez Díaz.
El Hospital en cuestión goza de un prestigio profesional a nivel nacional, se le considera un Hospital de referencia y goza de la aquiescencia del gremio hospitalario como uno de los de primera línea en materia de formación de sus miembros.
En las circunstancias tan especiales como en las que se encontraba la situación de la ya declarada Pandemia de Coronavirus, era impensable llevar a buen término el Viaje de Novios programado, Pedro nada más terminado su enlace matrimonial fue llamado con la urgencia que el caso requería a presentarse lo antes posible en el Hospital, el cuadro médico del que hacía gala el Director, fue distribuido sin tener en cuenta sus especialidades, para
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atender lo que se le venía encima, los ingresos de enfermos llegaban por docenas al Hospital, algunos derivados de otros Centros, era imposible de atender, por tanto se anularon todas las citas y operaciones pendientes de los distintos departamentos y especialidades, para dar cumplida cuenta a los incesantes ingresos.
Claudine entendía perfectamente que antes estaba la obligación que la devoción, y comprendía que su recientemente estrenado matrimonio, así como su soñado viaje, tuvieran que someterse al caprichoso destino que la Pandemia, entendía que el aplazamiento del viaje quedaba relegado a un segundo plano y animaba a su marido a colaborar con sus múltiples conocimientos a paliar dentro de lo posible el estado y urgencia con que se había presentado esta situación epidemiológica, de la que Pedro era un profesional especializado.
Las reuniones, asambleas y simposios, para atacar la nueva situación del Hospital, eran constantes, en una de estas asambleas presididas por eminentes doctores, el Director del Centro quiso presentar al Doctor D. Pedro Osorio Fidalgo, como miembro destacado y especialista en asuntos epidemiológicos, convocó a una nueva asamblea, que dirigiría D. Pedro y en la que trataría de dar pautas y formas, tal vez novedosas para alguno de los presentes, así pues Pedro, que no encontraba la forma de conciliar su nueva vida familiar con la
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profesional, se encontró sumido en una improvisada tarea lejos de sus anteriores ocupaciones, tenía que presidir, dirigir, comunicar, imponer llegado el caso, una nueva forma de hacer medicina en un campo que a él no le era indiferente, dado que había sufrido experiencias de este tipo en África y América Latina, con lo cual le situaba en un estado de cierta autoridad en la materia.
Lo primero que hizo Pedro, fue solicitar de la Secretaría del Hospital, el Cuadro Médico del que disponía y que el Director le confirmaba podría hacer cuantos cambios fueran precisos para situar a cada especialista en el puesto que mejor pudiera serle útil en esta Pandemia. Pedro no dudaba de la profesionalidad de ninguno de sus colegas, aunque sí una especial selección, sobre todo de Analistas, Neumólogos, Cardiólogos, Anestesistas, y todo lo que le en su planing trazado mentalmente esperaba encontrar muy particularmente en las UCIS que se estaban llenando de enfermos presentando cuadros de extrema gravedad.
La noche anterior a esta asamblea Pedro no pudo pegar ojo, quería además de causar buena impresión, tratar de no parecer autoritario, más que imponer métodos trataba de proponer soluciones, él se había enfrentado a situaciones muy parecidas, aunque con medios mucho más precarios que de los que disponía el
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Hospital tanto de medios personales como farmacéuticos o de otra cualquier índole.
Por ello comenzaba la asamblea pidiendo disculpas por si alguien en sentía ninguneado dada sus veteranías y un, al fin y al cabo advenedizo, venía poco menos que a decirles lo que había que hacer, las medidas que habría que tomar, la forma de actuación excepcional en este caso, con lo cual quería dejar claro que ante una situación excepcional las medidas tendrían que ser excepcionales, pero que nadie entendiera que era para el futuro de la marcha del Hospital, una vez superada la crisis, todo volvería a ser como antes.
La mayoría de los doctores presente en la asamblea, escuchaban con expectación las propuestas del Doctor, que en una pizarra digital iba desgranado a la vista de todos, algunos atentos, otros interesados y los más aguantando por disciplina sin mayor interés que saber qué puesto o designación les esperaba en este nuevo organigrama llevado a cabo por un Doctor, que sabría mucho de Epidemias y Virus; pero tal vez de organización del trabajo, de coordinar especialidades, de atacar el problema con prioridades hasta el momento nunca presentadas, etc. quedaba por ver.
El Director del Centro, se personaba en el despacho de Pedro, era una visita improvisada, pues él nunca se inmiscuía en asuntos de sus doctores, a sabiendas del buen hacer s de sus facultativos; pero quería saber de
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primera mano, cómo se había propuesto actuar el Doctor Don Pedro y en una animada conversación, para que so se sintiera intimidado por su presencia el Director le conminaba a ser informado en grandes líneas maestras cuál sería la inmediata actuación de Pero sin la dilación que la situación requería.
Pedro, que ya tenía formado un estudio le fue desgranando la forma de actuar en líneas generales, primero y muy importante decía, el "Triage", aquí decía Pedro tal vez por su formación francesa, está la clave de las siguientes actuaciones y la consecuencia de tratamientos, es muy importante situar en las llamadas Urgencias, personal que sea capaz de en un vistazo sopesar el siguiente paso que se ha de dar con el enfermo, una vez la valoración de este Triage, en una segunda fase, vendrá una analítica de urgencia, seguido de la aplicación que cada caso requiera de un tratamiento correspondiente, o bien radiográfico o de intervención quirúrgica, caso de presentar síntomas de clara intervención. Posteriormente y si el caso lo requiere se pasará al enfermo a la Unidad de Cuidados Intensivos, para lo cual habrá que habilitar, si la situación lo demanda, medios suficientes para el tratamiento que estos enfermos graves ingresados necesiten.
Por último, aquí enfatizaba el Doctor Pedro, habrá una reunión o asamblea a diario, de los responsables de cada Sección y Jefes de Grupo, donde se pondrá de manifiesto toda la
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problemática que sin duda se planteará en la atención de esta Pandemia.
El Director, se sentía muy satisfecho el haber tomado la decisión de entregar en manos del Doctor Pedro, la responsabilidad de la marcha del Hospital en esta ocasión excepcional, aunque no se sentía relegado para nada del cargo que ostentaba de Director General, sí era consciente que sangre nueva y más ante algo nuevo y desconocido era más que necesario, acudir a personas del relieve profesional de Pedro había sido una sabia determinación. No dudó en poner a su disposición todo lo que él creyera necesario para llevar adelante tan ardua tarea, tanto material como personal e hizo que trascendiera una orden a sus trabajadores, profesionales sanitarios, médicos, enfermeros, personal administrativo, empleados por cuenta de variadas empresas que colaboraban a la buena marcha del mundo hospitalario, como una gran ciudad sanitaria que era, dejando claro que las indicaciones, ordenes y disposiciones del Doctor Don Pedro Osorio Fidalgo, serían acatadas a partir del momento del comunicado sin más, es decir se le nombraba Director General, temporal, del Hospital.
A Pedro no le podían ir mejor las cosa en el ámbito profesional, otra cosa era a nivel personal, no es que se estuviera resquebrajando su vida conyugal, pero sí había pasado a un segundo plano.
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La familia de Pedro, es decir sus padres, había quedado confinada por causa de la pandemia, como el resto de la población y nos les fue posible volverse a incorporar a la vida aldeana, si bien tenían la esperanza de que el asunto no tardara en solucionarse. Aunque su presencia en la casa, le venía muy bien a Claudine, en estos tiempos en que la mayor parte del día y a veces de la noche Pedro lo pasaba en el Hospital, solamente los fines de semana, y no todos, por higiene mental y profesional, Pedro se tomaba unas horas de asueto, para relajarse de tanta actividad y oxigenar su mente para atacar los infinitos problemas que se le presentaban a diario en la función de su profesión ahora ya no solo médica sino de dirección del Centro.
Se sucedían los días al tiempo que las noticias daban cuenta de que la Pandemia declarada, había trastornado la vida de todos los habitantes y en todos los lugares del mundo, ahora ya nada era igual, el miedo al contagio llegó a hacerse viral y una parte esencial de nuestras vidas, las Autoridades de todo el Planeta, tomaron drásticas medidas, la alteración del modo de vida se vio tan afectado como los propios individuos, la caída de la economía producía, no solo dientes de sierra en los tableros económicos mundiales, también a nivel personal se reinstalaba como un lacerante mordisco y los lugares de atención se vieron colapsados, tanto en hospitales como en los
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centros de acogida, donde se multiplicaron las colas para recibir en muchos casos algo de alimento para las familias más desfavorecidas por la pandemia, ante esta situación surgió lo mejor y lo peor de la sociedad, los precios de los productos de primera necesidad se elevaban cada día más, a rio revuelto… se decía, y raro era el día que las noticias, esperadas no daban lugar a la esperanza, en cada casa salvo rara excepción, se tenía que lamentar algún contagiado, cuando no algún fallecido, todo ello creaba una estado de ansiedad, que hacía saltar por los aires la convivencia familiar, los divorcios exprés se pusieron a la orden del día, permanecer en un piso más o menos pequeño, todo el día, toda la familia, con niños pequeños, hizo que la vida familiar se tornara en algunos casos insostenible, tantas horas sin poder hacer nada que fuera entretener a los pequeños, con la espada de Damocles siempre presente, a veces con el ultimátum de la Empresa que ante la crisis dejaba y cesaba en sus actividades al cabeza de familia, creándole una situación claramente de pánico ante un futuro incierto, con las prestaciones mínimas para temporalmente ir aguantando.
Nuestro protagonista, era muy consciente y estaba sufriendo en primera persona los efectos brutales de esta Pandemia a la vez que pulsaba las reacciones a veces insospechadas de sus colaboradores que tan siquiera ellos mismos eran capaces de soportar,
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médicos, enfermeros, sanitarios, se contagiaban con gran facilidad, por la escasez de recursos que eran administrados a cuentagotas, sabedores de que esta Pandemia no había hecho más que empezar, saltaron todas las alarmas cuando se confirmaba no ya el contagio de algún sanitario, sino el fallecimiento de un Doctor de quien se conocía su trayectoria tanto personal como profesional, eso era para Pedro, al igual para sus colegas, uno de los momentos más duros e insoportables de la Epidemia.
El tiempo pasaba y no daba tregua, se decía en medios no siempre contrastados se estaba atajando la Pandemia, que el pico empezaba su descenso, quienes estaban bregando a diario en los hospitales hasta la extenuación, les parecía una broma de mal gusto este tipo de declaraciones por parte de representantes del Gobierno, viendo caer a muchos de sus compañeros en una desigual batalla.
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Voces anónimas se levantaban, denunciando las carencias en las funciones más necesarias de sus trabajos, las vejaciones, que a diario sufrían los sanitarios eran de todo tipo y numerosas, muchos aplausos a las ocho de cada tarde, pero los problemas no se solucionan con vítores y exaltaciones al espíritu y abnegación de los médicos, que estaban cayendo junto con las innumerables víctimas de la Pandemia, obras son amores y no buenas razones se decían viendo el constante e innumerable número de enfermos, que después de pasar por una criba en las prioridades de atención, en función no solo de la gravedad, sino de las posibilidades de salir airosos, en ocasiones habrían de decidir a quién atender primero en función de su edad, lo que les causaba un dolor y remordimientos imposible de soportar.
De todas estas manifestaciones tan dolorosas daban debida cuenta en las reuniones de médicos al Director General, éste lejos de amilanarse marcaba normas, disponía maneras, se hacía cómplice con algunos casos que requerían un atención especial, había situaciones irreversibles, enfermos que de la noche a la mañana registraban un cambio tan brusco e inesperado que tiraba por tierra toda la labor realizada con ellos, el fracaso, la duda , la incapacidad hacía acto de presencia aún en las más templadas y profesionales historias
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personales de los facultativos más expertos, era una lucha sin cuartel ante algo que nunca se podía asegurar fuera a obtenerse algún éxito, no por ello y a contracorriente nadie cedía en bajar la guardia, ponían su empeño en hacer todo lo posible y más en sofocar cualquier conato de desánimo, no se permitía la desidia y el desánimo que el cansancio propio de tantas horas de guardia pudiera dar al traste con pequeñas batallas que cada día se libraban unas veces con resultados alentadores otras positivos y en alguna otra con un auténtico fracaso.
La lucha que se estaba llevando a cabo en los hospitales, nada tenía que ver con la lucha intestina del Gobierno, que cada día se enrarecía más, los diferentes puntos de vista por motivos a veces espurios, los dimes y diretes de uno y otro bando, sacaban a relucir con frecuencia la bajeza en los titulares de diferentes Partidos Políticos, en una ocasión en la que se estaba pidiendo a voces una necesaria unidad para atacar una situación, al fin y al cabo nueva para todos, nada de eso les importaba y se establecía aquello de y tú más… Pero así no se arreglaba la situación.
Estamentos ligados al Gobierno, como Presidentes de Autonomías, tomaron decisiones por su cuenta, ante la desidia y falta de iniciativas de los gobernantes de turno, estando en un estado sanitario, social y económico de verdadera emergencia y comenzaron a ser criticados por el desbarre en pedir a China los
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famosos EPIS (Equipos de Protección Individual) críticas feroces, tal vez por lo que entendían una injerencia en asuntos que concernían al Gobierno dado el Estado de Alarma.
Gracias a la intervención e iniciativas de los Gobiernos Autonómicos, se paliaron muchas deficiencias en Hospitales y centros públicos donde se proveyó a los trabajadores de los equipos necesarios para el desempeño de sus tareas sanitarias y de servicios esenciales, con todo y habiendo tomado las más estrictas medidas de seguridad, los contagios todavía son numerosos, el miedo se apodera de estos sanitarios sobre todo quienes a diario se enfrentan con la cruda realidad de los hospitales, así mismo los empleados sanitarios de ambulancias, los empleados de locales de alimentación y facultativos de farmacia, a todos les daba pánico volver a sus casas después de una intensa y larga estancia en los hospitales, doblar turnos de guardia se convirtió en una necesidad, hubo quien decidió buscarse un alojamiento para no aparecer por su domicilio, y no tener que sufrir algo tan doloroso como no poder abrazar a sus hijos y familia, era preferible no verles a poder contagiarles, estando metidos todo el día en contacto con la Pandemia.
En estas circunstancias tan novedosas, hubo un nuevo y oscuro objeto de deseo , las famosas mascarillas, ni las autoridades se
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ponían de acuerdo, que si era necesario que todo el mundo las llevara, que solo eran recomendables en el caso de que el portador fuera positivo del virus, que mejor asegurase antes, quién o quiénes deberían ponérselas, que en qué lugares frecuentados sí pero en privado no, que tal y cuál que si aquello o lo otro, un galimatías con lo cual el público en general no sabía a qué atenerse, y lo que hoy era una recomendación al día siguiente se rechazaba por expertos en la materia, llegado a este punto y ante las divergentes opiniones de nuestros eméritos gobernantes, el publico animados por los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, decidieron utilizar las mascarillas, recomendadas o no, luego el Gobierno las empezó a repartir gratuitamente y eran obligatorias en el Transporte Público, metro, autobús, etc. Y finalmente en la actualidad es de uso obligatorio en establecimientos públicos, en la calle siempre que no haya una distancia social de al menos dos metros, en definitiva han llegado a ser algo habitual en nuestra vida diaria y creo que han llegado para quedarse, convirtiéndose en viral.
A nadie se nos oculta, la incomodidad que representa el uso de las mascarillas, pero es cierto que así como la confinación ha dado sus frutos, la única y práctica forma de prevenir este contagio tan pegajoso a la vez que peligroso, es lavarse las manos con frecuencia, utilizar todos los medios de protección posible
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y pensar algo que subrayo con asiduidad y es que:
—Nada va a volver a ser como antes —
Nuestro Doctor Pedro, por muy febriles pensamientos que hubiera tenido, jamás pensó se vería inserto en semejante situación y muy a pesar suyo siendo protagonista de una realidad que le abrasaba constantemente, se volvía loco estudiando, tratamientos, pautas a seguir, tratamientos incluso inacabados, improvisados sistemas de ataque a un virus desconocido, eso sí muy parecido a los que él había tratado en países donde prestó sus servicios como especialista de enfermedades tropicales, pero al mismo tiempo diferente como eran los resultados una vez aplicadas las terapias programadas, esta Pandemia tenía carácter novedoso, las cepas se reproducían instantáneamente de un día a otro mutaban y los tratamientos prescritos para hoy no servían para maña.
Entre tanto trabajo, sin apenas dar tregua a desconectar, el cansancio físico y síquico iba minando los cimientos de Pedro, en las pocas presencias personales que propiciaba a su domicilio, notaba un estado de pesimismo general en la familia, Claudine no es que hubiera abandonado sus arreglos personales, pero no parecía tan coqueta y atractiva como antes, una sombra de tristeza hacía que desapareciera el brillo alegre de sus ojos, aunque sus encantos aran muchos a Pedro le
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empezaba a preocupar un tanto ese estado de cosas que observaba cada vez que pasaba unas horas en su casa.
Un día Pedro repasando la lista de nombres y especialidades de su Cuadro Médico, descubrió un nombre que le sonaba y mucho el del Doctor Armando Gutierres; Virólogo, llevaba dos años trabajando en el Hospital, le acompañaba un abultado Curriculum de campañas en países del Tercer Mundo (me dá cierta vergüenza denominar así a países que por culta de los que hemos esquilmados sus muchos recursos, les hemos condenado a la pobreza) era miembro colaborador destacado de Médicos Mundi, mantenía contactos a través de artículos en revistas en las que colaboraba con sus artículos muy apreciados, dada su experiencia en el campo de la virología que compartía con otros colegas y fue un hallazgo sorprendente para Pedro, pues recordaba haberse cruzado con Gutierres en Venezuela en un Hospital de Campaña, creado con motivo de un brote de tifus aparecido en algunos lugares, aquella situación fue atajada con éxito y los parabienes fueron muy celebrados y reconocidos por las autoridades tanto médicas como civiles. Trató de dar con él, recorrió las dependencias del Hospital, le mando notas de aviso para que cuando le fuera posible se personara en el despacho del Director y en efecto se produjo el encuentro.
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Armando cuando se encontraba frente a frente con Pedro, no daba crédito, le reconocía con cierto aire que recordaba se daba a aquel joven Epidemiólogo que conoció hacía cuatropecientos años, pero había cambiado mucho, su aspecto era diferente, había perdido la lozanía de juventud que él recordaba, las pronunciadas ojeras que marcaban el rostro de Pedro eran sin duda fruto de las muchas horas consultando libros, preparando tratamientos y del duro trabajo a que se enfrentaba todos los días. La alegría por el encuentro fue muy celebrada, dentro de la crisis que estaban pasando fue un soplo de paz encontrase con una vieja amistad, lamentando no haberse producido antes. Pedro le encomendó a Gutierres encontrara un sustituto en su tarea, porque quería compartiera con él la dirección del Hospital, nombrándole a tal efecto Subdirector del mismo, desde ese momento.
Toda la información de la que disponía Armando, fue puesta en conocimiento y en común con Pedro, entre ambos comenzó un trabajo, si cabe más exhaustivo, contrastar opiniones, disponer recursos, dar pautas, abandonar unos tratamientos sabedores de su poca o ninguna eficacia, ir directamente a probar nuevas formulas que se conocía daban mejores resultados y funciones que a Pedro se le escapaban, fueron de inmediato dando sus frutos, las UCIS empezaron a tener altas, los tratamientos eran si cabe más sencillos y un aire
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nuevo de optimismo inundaba el Hospital que sus enfermeros y personal médico palpaban y vivían en primera persona, los avances de los nuevos sistemas implantados por los doctores Pedro y Armando estaban dando resultados sorprendentes, lo que producía no una euforia controlada y sí cierta tranquilidad entre el personal, sabedores de haber encontrado un camino que daría frutos positivos antes pronto que tarde.
En las Asambleas de médicos, que se celebraban continuamente, se hablaba del éxito de los nuevos tratamientos, se reconocía la eficacia, contrastada, por parte de enfermeros y los médicos más cercanos a los enfermos encontraban disponer de más tiempo para las exploraciones, debido a que el número de contagiados iba descendiendo, lo que significaba una tranquilidad sabedores de que habían encontrado el buen camino…Las felicitaciones se hacían con verdadero entusiasmo, los doctores se felicitaban entre sí, era una labor de conjunto y Pedro evitaba todo personalismo, pues era consciente de que se trataba de una labor titánica de los distintos equipos y por parte de todo el personal del Hospital, la entrega, la total abnegación donde no se miraba la hora de entrada o salida, el trabajo de todos estaba dando frutos satisfactorios y por ello los parabienes debía ser global.
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Todo parecía marchar sobre ruedas, en los ámbitos del Gobierno, se empezaba a hablar de la esperada "Desescalada", de la Nueva Normalidad, tal vez forzados por los intereses económicos, que aseguraban que si no se moría de la Pandemia, lo harían por el caos económico y se moriría de hambre, la cuestión es que ya se estaba dando pasos a favor de ir aliviando el confinamiento a que se había sometido a la población, en las noticias se daban cifras, a veces dudosas, de los avances y los números de infestados y fallecidos cesaba a medida que pasaban las fechas, empezó a reavivarse la economía mediante medidas más suaves en la apertura de comercios, almacenes, centros de ocio, bares, restaurantes, piscinas, hoteles, siempre advirtiendo de las cautelas pertinentes en cada caso, aforos limitados y todas las precauciones que se fueron instalando y que formaban parte de la vida diaria comunitaria, se aconsejaba guardar la distancia social entre personas, mantener los aforos reducidos y procurar evitar a toda costa las aglomeraciones, en definitiva una nueva forma de vida en la que nos iba la propia existencia.
Sin embargo, una novedosa circunstancia aparecía en la vida de nuestro personaje Pedro, una llamada de Claudine avisaba a su marido de los síntomas aparentemente preocupantes que presentaba su padre, no sospechas fundadas de que el Coronavirus hubiera hecho acto de presencia en
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su casa, pero algo no le parecía funcionaba con normalidad, la fiebre alta, los vómitos y diarreas frecuentes, ponían sobre aviso tanto a la familia como al propio Doctor, lo antes que pudo envío una ambulancia a su domicilio, con el propósito de observar de primera mano, lo que aparentemente podría ser un brote de la epidemia o tal vez una falsa alarma, dado los años de su padre bien pudiera tratarse de una simple gastroenteritis, lo mejor era traerle al Centro y diagnosticar de qué se trataba.
Pero los hechos eran tozudos, a Pedro una vez realizada la oportuna exploración de su padre, no le cupo la menor duda de que los síntomas, el diagnóstico realizado de urgencia, daban como resultado la terrible noticia de que su padre en efecto estaba contagiado y bajo los efectos del coronavirus, ingresado en el Hospital, el médico a quien le fue asignado el caso, no podía ser otro que su buen amigo Armando, en quien depositó su entera confianza y dejo en sus manos el devenir de su padre. Poco pudo hacer el Subdirector, la enfermedad había enraizado de tal forma en los escasos recursos vitales y dada la avanzada edad de D. Pedro (padre), que pese a todos cuidados intensivos, la noche del tercer día de ingreso falleció, las alarmas volvieron a saltar en el Hospital, si bien se esperaba que un rebrote de la Pandemia surgiera en cualquier momento, aunque no tan pronto, para lo cual
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decían estar más preparados ya con la experiencia adquirida.
Cuando se tuvo noticia general del fallecimiento del padre del Director del Hospital, todo fueron pésames y sentimientos encontrados, ahora que pareciera verse la luz para vencer la Pandemia, después de haber luchado contra la enfermedad sin descanso, la realidad volvía a poner las cosas en su sitio, demostrando una vez más nuestra debilidad ante situaciones que lejos de controlar, nos sorprenden una y otra vez con virulencia.
A Pedro le preocupaba también la noticia que tenía que dar a su familia, sobre todo a su madre, una mujer que hacía un tándem perfecto con su marido en el campo de la atención médica allá en su pueblo y que de la noche a la mañana se encontraba sin el apoyo de su marido que lo era todo para ella. Presentarse en el pueblo con el cadáver de su difunto marido era algo que jamás había tan siquiera pasado por su cabeza, y lo más doloroso pensaba era haber venido a celebrar con júbilo el enlace de su hijo y volver de esta manera.
Una vez realizados todos los oportunos permisos para su traslado, la familia en duelo se dirigía hacia el panteón familiar en la aldea donde tantas vidas había salvado D. Pedro y ahora era principal protagonista, las hijas, Claudine, Pedro y varios acompañantes directivos del Hospital, compañeros y sobre
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todo Armando, quisieron estar en este trance junto a su amigo y compañero para darle ánimos y servirle de consuelo en la medida que les fuera posible. Toda esta situación vivida en primera persona daba fe de que hay situaciones en las que poco o nada se puede hacer ante hechos que se presentan en virtud de vaya usted a saber porqué y a que nos cuesta mucho entender y menos aceptar, nos rebelamos, nos retorcemos, lloramos desesperados, nos sentimos huérfanos de conocimientos para enfrentarnos a situaciones que se nos escapan de nuestras posibilidades y al final nos entregamos siempre preguntándonos ¿Qué hemos hecho mal…?
Estos y muchos otros pensamientos como estos, embargaban la mente y el espíritu de Pedro, tanto luchar por salvar las más vidas posibles y luego una de las más cercanas a su existencia se le había ido de entre las manos sin dar tiempo a darse apenas cuenta, cuántas muertes había presenciado, cuántos familiares había contemplado abatidos y deshechos por el fallecimiento de algún familiar, sin tan siquiera haber podido despedirse de ellos, un consuelo que por cierto le servía de bien poco a Pedro, que sí tuvo la oportunidad de ver como la vida de su padre se le escapaba sin poder hacer nada para evitarlo.
Todo el pueblo en masa acudió al funeral del que era su Médico de Familia además de un buen amigo y confidente. En el
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catafalco montado en la iglesia para este acto figuraba una fotografía de D. Pedro, la mejor del álbum de bodas, por delante del féretro, fueron desfilando todos los vecinos del lugar, unos se santiguaban otros movían la cabeza, y un emocionado recuerdo embargaba a todos los presentes y muy especialmente a la familia del finado, que comprendía la grandeza y el buen concepto que se tenía entre los vecinos acerca del Doctor.
Los compañeros que habían asistido al sepelio, fueron abandonando el lugar del cementerio, para volver a enfrentarse de nuevo a lo que, no querían planteárselo, fuera un nuevo brote de la Pandemia.
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Tranquilos los ánimos, pasadas las primeras horas interminables, del duelo, saludos por parte de los vecinos del pueblo, encuentros con personas que se acercaban a darles el pésame con los ojos inundados de lágrimas, siendo conscientes de que habían perdido algo más que un médico, también un amigo, el desconsuelo de la familia se hizo también de ellos y les costaba creer que unas semanas antes le habían visto partir con la alegría de celebrar la boda de su hijo y, lo que son las circunstancias de la vida, ahora contemplaban la fragilidad de y el poco valor que tiene nuestra propia existencia…
Desde luego que para la familia y para el Doctor ya nada sería igual, los recientes recuerdos y vivencias que en la boda habían culminado y compensado tantas ausencias, ahora les volvía la cruda realidad de la nueva separación sin la presencia campechana y elocuente de D. Pedro.
Pedro hijo le decía a su madre que no podía quedase sola en esta nueva situación, las hijas insistían en que volviera con ellas, pero ella decía querer estar cerca de lo era y había sido su vida, tal vez más adelante en el tiempo se vería, pero por el momento ella no quería abandonar su pueblo y tampoco a su marido, decía sumida en un profundo dolor…
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Un dolor angustiaba a Pedro y sus hermanas de muy difícil solución, habían ocultado a su madre y a los vecinos del pueblo, que el féretro que habían contemplado y casi reverenciado, solamente contenía una urna con las cenizas del fallecido doctor, la normativa no permitía por motivos de seguridad manejar los cadáveres para ningún traslado si antes no eran incinerados y mediante un certificado de haberse realizado esta operación, así pues la inhumación del cuerpo de Don Pedro, había sido casi una farsa y esto le proporcionaba a los dolientes hijas e hijo, únicos conocedores y testigos de la cremación un malestar por tener en secreto, al menos ante su madre, de un asunto que lejos de tener importancia para ellos para su madre representaba con toda seguridad un fiasco que podría representar la definitiva falta de confianza en sus propios hijos, con lo cual Pedro decía que habría que poner en conocimiento de su madre lo sucedido, antes de que pasara más tiempo y sabedor que este detalle acrecentaría todavía más el dolor, pues sus creencias rechazaban de antemano esta forma de deshacerse del cadáver, si bien le harían comprender las circunstancias especiales que debido a la Pandemia, había con respecto a este asunto.
El verdadero mordisco que a Pedro le torturaba interiormente, era el "fracaso" ante la realidad de lo acontecido con su padre, le resonaban en su mente aquellas palabras de :
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«A otros a salvado y no se ha podido salvar a sí mismo», reconociendo que tratándose de su propio padre, nada había podido hacer para salvar su vida, entendiendo que la Ciencia era limitada ante la muerte, que sus conocimientos de altísimo nivel en la materia para nada habían servido y mil consideraciones de este corte, que alteraban la paz interna del doctor. Junto a la pena que sufría por la muerte de su padre, añadía el "engaño" o más bien la ocultación de los hechos a su pobre madre, le remordía la conciencia por mantener el secreto, ella no lo merecía, pero además se tambaleaban ante esta situación vivida en sus propias carnes la labor que realizaba en el Hospital, labor que era bendecida a diario por sus colegas, periódicos, y medios de todo tipo, dando cuenta de la cantidad de altas hospitalarias que se producían todos los días y que significaba un triunfo sobre doblegar la Pandemia y sin embargo dejaban en él una sensación negativa, una ausencia de éxito ante una enfermedad que se manifestaba con todas sus artimañas para tirar por tierra toda labor por combatirla.
Pedro llegó a plantearse dejar la Dirección del Hospital, lo habló con su gran amigo Armando, este le quitaba la idea de la cabeza, haciéndole comprender que todo era fruto de lo vivido recientemente, que no se encontraba ahora todo tan reciente, tan en caliente, en disposición de tomar semejante medida, que unido a su total entrega en el
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Hospital le habían llevado a un estado de extenuación tal, que no le extrañaba cruzara por su mente semejante idea, que se tomara unos días de vacaciones, ahora que parecía haber cedido la fuerza de la Pandemia, que iniciara el Viaje de Novios aplazado y que al cabo de un tiempo con seguridad vería las cosas bajo otro punto de vista si cabe más optimista, él se haría cargo como Subdirector de los asuntos que personalmente llevaba Pedro y sin duda a su vuelta, cuando ya todo estuviera más tranquilo, obrara en consecuencia.
Pedro convencido de que dado el estado de ánimo que presentaba, no convenía ni a él y mucho menos a la marcha del Hospital su presencia, decidió tomar los consejos de su amigo en serio, planteó ante el Director General su situación personal, este a su vez que entendía perfectamente la responsabilidad que conlleva la dirección de un Centro de la importancia de la Fundación, no dudo un momento en incorporarse a sus habituales tareas acompañado de la inestimable ayuda del nuevo Subdirector quien fue poniéndole poco apoco al día del acontecer del Hospital.
De esta forma un tanto novedosa para Pedro, se vio liberado de la dictadura que impone un puesto de tanta responsabilidad como es llevar adelante la marcha de un gran Hospital de prestigio y más ante una inesperada y desconocida Pandemia que traía de cabeza a todos los miembros responsables de dicho
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Hospital. La primera en alegrarse de esta liberación fue Claudine, que hacía tiempo no había tenido más que encuentros esporádicos con su marido, el trabajo ocupaba gran parte de sus días, la responsabilidad de la dirección del Hospital no dejaba tiempo para la convivencia que en los primeros tramos del matrimonio es necesaria, en un lugar al fin y al cabo ajeno a su vida anterior, la habían situado si no en un segundo plano en la vida de Pedro sí al menos un tanto relegada, sabedora que las múltiples obligaciones de su incipiente cargo no dejaban lugar para nada más que no fuera la dedicación total a este cometido. Ahora ya todo volvería a ser atenciones hacia ella y buena prueba que para comunicarle la noticia del abandono temporal del Hospital, había programado una cena un restaurante muy exclusivo con lo que quería suplir lo que parecía una falta de atención hacia ella.
Esa noche, inolvidable para Claudine y para Pedro, quedaría marcada en sus vidas, nada más llegar al Restaurante Claudine fue obsequiada con un hermoso ramo de flores, margaritas, para ser más exactos, eran las preferidas de ella y este detalle, la elección sin duda de Pedro, denotaba que quería hacerse perdonar por sus ausencias sentimentales durante el confinamiento a la que ambos habían sido sometidos por la Pandemia. Todo transcurría en perfecta armonía, la música de fondo del local, la atención personificada por
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parte del servicio de restauración, la cercanía amorosa de Pedro, hicieron que pronto volviera el fulgor a los ojos de Claudine que últimamente se habían ido apagando poco apoco, su rostro iluminado por la presencia continuada de su marido, la emoción de remudar los proyectos aparcados por culpa de la acelerada incorporación de Pedro a su trabajo, la ausencia en su casa de la familia dado los traumáticos acontecimientos vividos en fechas tan reciente, todo ello daba alas a su imaginación que ya empezaba a vislumbrar lo que serían sus días sucesivos, viajes, libertad, nuevos proyectos de vida y su disposición a hacer olvidar tanto sufrimiento como había supuesto estos días vividos con tanta intensidad a su marido.
A la mitad de la cena más o menos, Pedro tenía guardada una sorpresa para Claudine, le entregaba un sobre con dos billetes de avión en fechas muy próximas, nada menos que a Venecia, sueño que por fin se haría realidad y que Pedro era muy consciente que colmaría de alegría su esposa, era la guinda de esta noche inolvidable, aunque aún quedaba la bomba de la noche, al final de la cena, ya muy relajados, dando tiempo a saborear la buena nueva de esa maravilloso viaje que en la mente de Claudine estaba poco menos que olvidado, en una habitación reservada en el Restaurante Hotel de la cena, Claudine anunciaba a su marido, la noticia de su feliz estado de buena
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esperanza, su embarazo incipiente; pero embarazo, tanta novedad en tan poco espacio de tiempo, contagió de alegría a Pedro, que volvió a recuperar la felicidad perdida, recordando y repitiéndose aquellas palabras grabadas en su mente de Carl Rogers:
«Cuando la otra persona está sufriendo, confundida, preocupada, ansiosa, alienada, aterrorizada; o cuando él o ella dudan de la autoestima, no están seguros de la identidad, entonces se requiere comprensión. La compañía gentil y sensible de una postura empática proporciona iluminación y curación. En tales situaciones, la comprensión profunda es, creo, el regalo más precioso que se puede dar a otro»
Este y pensamientos de semejante calado le rondaban por su cabeza ante el cambio drástico que su vida estaba sufriendo, se decía para sí que la naturaleza le quita a su padre y a cambio le devuelve un hijo, una vida termina y otra comienza.
Y a partir de este momento, inolvidable, quedaron los dos sumidos en un profundo y reparador sueño.
Con todo la pareja, se disponía si no a correr un telón en todo lo pasado, sí a dejar aparcadas estas últimas fechas, que ojala pudieran borrase definitivamente de sus vidas. Comenzaba un espacio de tiempo, nuevo, esperado, deseado, soñado…
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Por ello con el ánimo y las pilas recargadas se disponían a prepara el Viaje que Claudine se afanaba en reunir lo necesario para que todo estuviera a punto al partir, una fila de maletas y neceares, bolsas de viaje, ocupaban su tiempo. Pedro en cambio le decía no se afanara tanto en ello y que dejara campo a la imaginación, que siempre estaba la posibilidad de si algo se había olvidado, se compraba donde llegara el caso y no había que atolondrase por ello.
Ya en el avión, que a Claudine no le hacía mucha gracia, confesaba a Pedro que era su primer vuelo y por ello tal vez notara su estado de nerviosismo a la vez que manifestaba su contento por realizar el viaje tanto tiempo esperado, para nada Pedro le quito importancia a la situación, le animó a que viera y pensara con qué tranquilidad se tomaban los pasajeros el viaje, él mismo que volaba por enésima vez, le contaba su experiencia en su primer vuelo, que entendía perfectamente resultara un tanto especial, pero que seguro a la vuelta sus sensaciones habrían cambiado y a partir de ese momento habría superado ese miedo atávico a volar.
Pero con lo que no había contado Pedro al reservar el Viaje, tampoco en la Agencia le pusieron en antecedentes, era que Venecia debido a la Pandemia, cuna de todos los males, estaba desierta, no solo de turistas, también
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permanecían cerrados, museos, iglesias, restaurantes, comercios y tiendas de souvenirs, y menos mal que tenía reserva y confirmada la estancia en el hotel, sino tal vez se hubiera convertido el dichoso viaje en una nueva pesadilla. A grandes males grandes remedios se decía Pedro lejos de venirse abajo, aunque no se pudiera pasear por las tranquilas y diáfanas aguas venecianas, llevar a cabo el romántico viaje en góndola, la solo contemplación de la Plaza de san Marcos, sin turistas, sin pintores , pero con ingente colonias de palomas, bien valía la pena, además para su reportaje fotográfico era ideal, pues solamente ella su amor y algunos selfis de ambos completaban la armonía que empezaban a respirar la `pareja en la tranquilidad de un ciudad tan especial y que era lo más conveniente para el estado de ánimo de los dos, que buscaban un remanso donde olvidar sus muchas penas pasadas.
Claudine le proponía a Pedro algo que a primera vista podía parecer descabellado; pero que mirándolo bien no lo era tanto, así pues le proponía a su marido que pasados un par de días, tal vez no respondiera la estancia a lo que habían programado, que sin apenas poder ir a algún sitio por estar todo cerrado, la estancia en el hotel empezaba a resultar tediosa y que en ese estado de cosas era mejor dar un giro al viaje y le comentaba a Pedro:
— ¿Porqué cariño, no cerramos este viaje, que en nada se parece a lo que teníamos
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planeado y nos vamos a ver a mis padres en Francia y allí, terminamos nuestras vacaciones al menos rodeados de seres queridos?—
— ¿Qué nos retiene aquí, que no podamos realizar allí? —
— Además, continuaba diciendo Claudine, a mis padres le quedó mal sabor de boca, la celeridad de su asistencia a la boda, mis familiares no pudieron asistir, mis amigos tampoco y todo quedó como en el aire —
—Creo, continuaba, que es el momento adecuado para compensarles a todos con nuestra presencia y tal vez agasajarles, para que se regocijen con nuestro enlace, ¿Qué te parece, amor?—
Pedro comprendía, no le faltaba razón y le dijo:
— Pues, hecho, mañana preparamos todo, localizamos un vehículo de alquiler, recogemos lo poco de las maletas que hemos deshecho y más pronto que tarde nos vamos a ver a tu familia y amigos y a cumplimentarles como merecen —
Claudine se abalanzo hacia él y colgándose de su cuello, le decía en francés las melosas frases que tanto gustaba oír a Pedro.
Pedro pensaba, que con qué facilidad se podía complacer a una persona, tal vez olvidándose de sus egoísmos personales y
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prestando más atención a quien necesitaba de nuestro apoyo…
Dicho y hecho, el viaje que aunque largo para realizarlo en coche, con días por delante, sin prisas alojándose donde les cayera la tarde, visitando lo que les fuera posible de los emblemáticos lugares de Italia, sabedores que se dejaban atrás infinidad de ciudades como Roma, Pisa, y muchas otras, que Pedro le decía a Claudine habría ocasión más propicia para volver, sin embargo con el coche evitaba el avión que tanto temía Claudine, daba lugar a realizar paradas en Florencia, La Toscana, Génova, Turín, Milán, y adentrase en Francia en tres o cuatro días, lo que también formaba parte del viaje.
Todo iba a pedir de boca, las paradas a petición de Claudine eran constantes, ahora aquel palacio, después ese templo, paramos en la orilla de aquel lago, aquella playa, en fin Pedro se había convertido en el lazarillo de Claudine y solo le importaba darle todos los gustos y caprichos a su esposa.
La triunfal llegada, que días después se producía en el pueblo natal de Claudine, Estrasburgo, los abrazos y besos contenidos daban fe de el alborozo y alegría que producía en la familia su llegada, de inmediato se les preparó alojamiento y la noticia corrió por familiares y amigos de Claudine, que radiaba felicidad por todos los poros de su cuerpo. Aún les quedaba dar la noticia del embarazo, que
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retrasaban con el fin de ir poco a poco viviendo los inolvidables momentos que empezaban a compensar el fracasado viaje a Venecia. Ahora tocaba vivir la intima estancia entre los suyos y Claudine no disimulaba la satisfacción de encontrase después de un largo tiempo de ausencia por motivos de estudios y trabajo fuera de su país, ahora era el momento de compensar a sus padres de estas largas esperas, de esos fugaces viajes de puentes, fines largos de semana y poco más que ella aprovechaba para visitar la familia y amigos; con su madre pasaba largas horas conversando, con su padre también, aunque principalmente era con Pedro con quien dialogaba a menudo y se esforzaba en comentar los asuntos de la buena marcha del negocio, hasta llegó a proponerle colaborar con él, tal vez con la esperanza de recobrar de nuevo la presencia de su querida hija.
Pero, como no hay bien o mal que cien años dure, llego el momento de partida, la nostalgia había cambiado el rostro de Claudine, su madre presentaba una cara que antes era de felicidad, ahora sin embargo era de melancolía, Pedro no podía soportar aquella situación, que aunque esperada llenaba su corazón de amargura y saltando todos los proyectos por alto acordaba con Claudine, algo que sorprendió a toda la familia…
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— Creo, decía con voz un tanto engolada, que conviene al estado de Claudine, unos días de reposo—
— Dentro de unos días, o semanas, eso el tiempo lo dirá, volveré por ella y reiniciaremos nuestra vida. —
— Tal vez, sea lo más correcto, pues a mí me queda ahora al volver al Hospital una ardua tarea por delante, Claudine tendría que quedarse sola en casa y mis ausencias, aunque no buscadas, serían muy frecuentes, por ello, entiendo y si os parece bien , lo mejor es que se quede un tiempo —
Ni que decir tiene, que tanto a la familia como a Claudine, les pareció que era muy conveniente y bien pensado y con cierto dolor por la separación dejaron este capítulo, atado y bien atado, Pedro se iría y en no tardando mucho todo volvería a ser como antes cuando se produjera el desde ese momento ansiado reencuentro de la pareja.
Claudine encontró el momento propicio, para evitar que la dolorosa separación de su marido fuera más liviana y señalando el abultamiento de su incipiente tripa decía:
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— ¡Atención!, mirad lo que guardo aquí, un futuro retoño, el primero de la familia que hará las delicias tanto de tíos como de abuelos y resto de la familia —
— Estoy embarazada de un mes y medio, esperemos todo vaya bien y para el próximo otoño, se haga realidad el acontecimiento más importante de mi vida, ser madre —
Nuevamente, los signos de admiración se dibujaban en la cara de sus padres, volvía la alegría a la casa, lo pasado ya no pesaba sobre ellos, ahora era un motivo más que suficiente para realizar una buena celebración, la sola presencia de Claudine, saber que estaría con ellos durante un tiempo, era más que suficiente para que sus padres dieran por bien empleado cuanto le habían echado de menos en momentos puntuales, cumpleaños, aniversarios, etc. Ahora todo quedaba compensado con esta gran noticia, pareciera hubieran rejuvenecido unos años por la expresión de sus caras.
Tuvo en cuenta Claudine, comunicar a sus cuñadas y suegra la noticia, esperaba con ello enjugar de algún modo la tristeza que embargaba a la familia por el fallecimiento de Don Pedro, aunque no se le ocultaba era muy difícil de paliar. Cuando lo comunicaba por teléfono, notaba que la alegría no era ficticia,
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había sido tal vez lo que en ese momento tan crítico necesitaban para salir de ese dolor que se estaba enconando en sus vidas y pareciera fuese hacerse crónico. No ocurría lo mismo con Carmen, su suegra, que cuando tuvo conocimiento de la noticia, no pudo contener las lágrimas, deshecha apenas podía pronunciar nada por la emoción y entre lágrimas y balbuceos, Claudine puedo apreciar que decía, o quería decir:
— Lo feliz que se hubiera sentido Pedro, que soñaba con ser abuelo y veía que pasaba el tiempo no llegaba la esperada noticia —
Se refería a que sus dos hijas, al parecer, no estaban por la labor…
— Aún dentro del dolor, me encuentro, decía, encantada con la noticia y le pondré una vela Domingo Savio, patrono de las embarazadas —
Claudine que no conocía el motivo de porque este joven Santo fuera el patrono de las embarazadas, quiso consultar con Google y encontraba lo siguiente:
« El 6 de mayo, se celebra el día de santo Domingo Savio, patrono de las embarazadas. Antiguo alumno de san Juan Bosco en el oratorio de san Francisco de Sales, Savio es
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uno de los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia católica, dado que murió tres semanas antes de cumplir los 15 años de edad. Se dice que antes de morir, exclamó: “¡Qué cosa tan hermosa veo!”. En el proceso de investigación para proponerlo como santo, su hermana Teresa narró que, en cierta ocasión, el joven se presentó ante Don Bosco y le pidió permiso para ir a casa, aduciendo que su madre estaba muy delicada y la Virgen la quería curar. Al preguntarle su mentor de quién había recibido tal noticia, Domingo respondió que de nadie, pero que de alguna manera lo sabía. El sacerdote, conocedor de los dones del muchacho, le entregó dinero para el viaje. La madre de Savio estaba embarazada, pero sufría de fuertes dolores. Cuando el chico llegó a verla, la abrazó fuertemente, la besó y luego obedeció a su madre, quien le había pedido que fuera con unos vecinos. Cuando llegó el doctor, pudo comprobar que la mujer estaba totalmente repuesta de salud y, mientras los vecinos la atendían, le vieron al cuello una
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cinta verde que estaba unida a una seda doblada y cosida como un escapulario. La sorprendente visita de Domingo a su madre ocurrió el 12 de septiembre de 1856, fecha del nacimiento de su hermana Catalina. Ya a mediados del siglo XX, fue beatificado por el Papa Pío XII y desde entonces se convirtió en el patrón de las parturientas. »
En tanto Pedro estaba librando varias batallas consigo mismo, por una parte la más preocupante era su función un tanto anómala en el Hospital, poco menos que le habían nombrado Director General, sin tener la experiencia precisa para este alto cargo, tal vez ante la necesidad creada por la Pandemia y pretender asegurase, atraparle más bien, a un Doctor de sus conocimientos en la materia de Pandemias y calamidades víricas, con las que se había tenido que entender en múltiples ocasiones y con menos medios, a veces ninguno, de los que disponía ahora. En segundo término, la situación respecto a su reciente matrimonio, no encontraba normal poco menos que abandonar a su esposa recién casados, y menos en estado de buena esperanza en la se encontraba, por muy bien que estuviera con sus padres, aunque reconocía que en el fondo no le quedaba otra solución que la adoptada. Además
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estaba el asunto de su futuro, pensaba que las cosas no iban a cambiar de la noche a la mañana respecto a la Pandemia, sin embargo a él le parecía no estar aportando nada de su experimentada labor en el ámbito de las epidemias, estaba realizando una labor administrativa y aunque marcaba pautas a seguir, no le llenaba lo suficiente para encontrarse realizado en su vocación de investigación en casos como este que resistía todo tipo de tratamientos.
Todos estos pensamientos, abatían a Pedro, que empezaba a tejer una maraña en su cabeza que apenas le dejaba dedicarse en plenitud a su tarea en el Hospital, se le cruzaba por la mente abandonar todo, empezar de nuevo bien en una oferta que había recibido de los Laboratorios CINFA, en la localidad navarra de Huarte y cerca de la capital Pamplona y de su pueblo natal Legorreta, como Director de los prestigiosos Laboratorios, empresa que se encontraba en fase de expansión, fabricaba medicamentos para medio mundo, así como productos de ortopedia, tenía una plantilla cercana al millar de personas, gozaba del prestigio de su experiencia de al menos 50 años, lo último en avances de tratamientos oncológicos y trasplantes se estaba poniendo en práctica y era necesaria la ampliación con una nueva planta de producción, aquí era donde encuadraba el Doctor Osorio y se requería su especial atención por ser además del País Vasco
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y conocedor de la zona. Pero Pedro tenía también muy en cuenta la oferta de la Universidad de Navarra, en la que disponía de plaza segura y que recientemente le habían ofrecido una Cátedra en la misma para cuando quisiera incorporarse a su antigua profesión de docente , hasta se le ocurría la idea de abandonar la investigación y dedicarse a la medicina básica sin más, como Médico de Familia y ocupar la plaza vacante que su padre había dejado en el pueblo, vueltas y más vueltas y no encontraba salida a sus devaneos, que ocupaban también las horas de sueño.
Encima de la mesa de su despacho contemplaba todas estas y alguna otra de las posibilidades que le asaltaban tentándole a tirar todo por la borda, echar una moneda al aire y dar un giro de ciento ochenta grados a su vida… Cabizbajo, sin saber qué camino tomar, hundido en su sillón, meditaba sin encontrar salida a todos estos y miles de asuntos que se le agolpaban por su trabajo, lo que hacía que su estado anímico estuviera por los suelos.
Armando, irrumpía en su despacho, cosa poco habitual en él sin antes solicitar permiso, y un tanto azarado le comunicaba a Pedro el fallecimiento nada menos que del Director General del Hospital, se había contagiado como tantos otros sanitarios y debido a su avanzada edad y patologías que le acompañaban, nada se pudo hacer por su vida.
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Pedro pensaba en voz alta y un tanto cabreado, y salto diciendo:
— ¿Pero bueno, es que me ha mirado un tuerto…? —
— ¿Qué he hecho mal, para merecer esto…? —
— ¿Cuándo me van a dejar de pasar cosas…? —
Armando, comprendiendo lo que se le venía encima, de inmediato trataba de consolarle diciendo:
— No te preocupes, Pedro, cuenta conmigo para todo, sabes me tienes a tu disposición y comprendo tu estado de cosas, entiendo que es mucha carga en poco tiempo, pero no te preocupes que siempre que llueve escampa, y trataba por todos los medios de amortiguar todas las situaciones que acaecían en torno a su amigo, sopesando la brutalidad de los hechos y para poner un poco de serenidad le decía:
—Mira vamos a tomar un café, salimos al jardín y allí en privado hablamos. —
Pedro, accedió y abandonando el despacho, como quien huye de un incendio, bajaron a la Cafetería, tomaron él una infusión y Armando un cortado, hablaron lo justo, pues había un revuelo dentro de la Cafetería, a pesar de ser ésta privada solo para el servicio de los sanitarios, pero la noticia de la muerte del Director General corría como la pólvora, ahora se presentaba una nueva realidad dentro de la marcha del Hospital, la mayor parte de los empelados del Hospital, además de enfrentarse
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a la Pandemia con todas sus fuerzas, ahora les amenazaban innumerables incógnitas como:
— ¿Qué pasará ahora…?—
— ¿Qué va a ser de los precarios puestos de trabajo…?—
— ¿Rescindirán los contratos creados ad hoc…?—
— ¿Habrá cambios drásticos en la Dirección…?—
Y mil preguntas como estas de difícil respuesta.
Un ujier del Hospital, interrumpía la conversación, poco animada desde luego, que mantenían Pedro y Armando, éste le entregaba una nota en la que se le convocaba a una reunión urgente en el Aula donde se impartían a diario los temas de actualidad. En la nota escueta, emitida por la Secretaria de la Administración se decía textualmente:
«Doctor Osorio, con motivo del fallecimiento del Director General, le ruego acuda de inmediato al Aula General de Reuniones, donde se ha convocado una rueda de Prensa, para dar a conocer a los Medios, el fallecimiento de nuestro Director General. Es imprescindible su asistencia y que presida dicha reunión, en la que se ha dado cita a todos los miembros Directivos de este Hospital, la convocatoria se ha establecido tendrá lugar en una hora, a las 12 del medio día,
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Atentamente,
La Secretaria Administrativa»
Apenas recobrado el resuello, ambos se personaron el lugar de la cita, no sin antes haber trazado un plan entre ambos, con el fin de no tener que improvisar, ante las comprometidas preguntas, que sin duda les realizarían tanto periodistas, como posiblemente los miembros (Socios) del propio Hospital.
Reunidos en Asamblea Plenaria los convocados, y parte del personal que ocupaban los márgenes y pasillos del Aula, tan solo habían quedado los médicos y enfermeras imprescindibles para las guardias y que la marcha del Hospital continuara y no se viera interrumpida por el acontecimiento luctuoso, como si nada hubiera pasado decían los responsables de las diferentes salas de atención del Hospital.
Comenzó la Asamblea, Pedro como Director General en funciones, abrió la Conferencia, como no podía ser de otra forma, recordando el sentimiento general que embargaba a todos los asamblearios y resto de personal presente y ausente en el Acto. Un panegírico, breve, escueto sobre el fallecido Director General y disculpándose ante la audiencia por no poder aportar datos acerca de la situación tanto directiva, económica o de otro cualquier asunto, por haber sido convocada con una celeridad esta Junta de Directivos y
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comunicando que más adelante, se daría cumplida nota del devenir del Hospital, de su futuro con Fundación, y de las disposiciones de carácter general que se tomarían ante la nueva situación.
La Prensa, convocada al acto, ávida de noticias, comenzó haciendo preguntas y elucubrando sobre el futuro de la Fundación y Pedro y también Armando, en calidad de Subdirector, contestaban lo mejor que podían, ante la avalancha de preguntas que los medios les presentaban, por el momento decía Pedro, no había tomado ninguna determinación y era muy precipitado emitir futuras actuaciones, sin antes tener reuniones con el Consejo General del Hospital, con los médicos que además de ser responsables de la mayor parte de Departamentos, eran a su vez Socios de la Fundación y era muy prematuro hablar de cambios en el Organigrama del Hospital, sin antes haber pulsado estas instancias.
Pedro llamó a la Secretaria a su despacho, le redacto una nueva convocatoria, esta a cinco fechas posterior al día, y en la cual ya se anunciaba la necesidad de asistencia, puesto que habría votaciones para la elección de un nuevo Presidente y también de un nuevo Director general, cargos que ostentaba el finado hasta el momento.
Armando, que había prometido ayudarle en todo lo posible, le hizo constar su entera disposición día y noche, hasta el extremo de
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ofrecerle fuera a su casa a pernoctar, cosa que Pedro no aceptó porque , decía necesitar estar solo para enfrentarse a todo cuanto se le venía encima. Pedro, que sabía formaba parte de sus obligaciones, contacto uno a uno con los catorce miembros que formaban el Consejo, con el resto de Socios pertenecientes a la Fundación y pulsando cuáles eran sus apetencias ante la nueva Directiva, si pretendían presentarse voluntariamente a algún cargo, con el fin de establecer las votaciones correspondientes, o si querían cesar en sus responsabilidades ante la ausencia de su Presidente y Socio principal, tal vez por la empatía o amistad que estos tuvieran con el fallecido.
No habían pasado dos días y Pedro empezaba a tener noticias de los componentes principales Consejeros, Directores, Socios, estos habían formado una especie de acuerdo en privado, habían consensuado que no era el momento de andar con cambios, que más bien perjudicarían la marcha del Hospital y que dejar las cosas como estaban era lo más sensato y juicioso, eso sí, habían convenido que Pedro fuera elevado a la categoría de Presidente y Socio numerario de la Fundación, con toso los privilegios inherentes que conlleva el cargo, a la vez que accionista en la misma proporción que su anterior miembro.
Decía Pedro a su amigo y compañero, que era lo que le faltaba, él a punto de arrojar la
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toalla y ahora le ponían esta pera en dulce al alcance de su mano, y continuaba diciéndole a Armando:
— Resulta paradójico, que ahora que casi estaba dispuesto a abandonar el cargo, me hagan semejante propuesta —
— Y lo que es aún peor, apenas me dan tiempo a contestar, algo que por otra parte me parece ilógico, —
— Debo pensarlo muy bien, consultarlo con Claudine, y sobre todo convencerme que es lo mejor para la Fundación y para mis intereses y de mi familia —
Armando, que comprendía lo que le estaba ocurriendo le animaba y decía:
— Mira Pedro, ojala me estuviera pasando algo parecido a mí, yo no dudaría ni un minuto en aceptar semejante propuesta, es insuperable, es que no puedes negarte, vas a ser el número uno dentro de la Fundación, puedes organizar la marcha del Hospital a tu medida, con arreglo a tus preferencias, tener el mando único del sistema te da posibilidad nada menos que poder cambiar aquello que en tu opinión no funcione, puedes montar una Laboratorio de Pruebas Diagnósticas que se ajusten a tu medida, no sé qué dudas puedes albergar al respecto, la verdad .—
Y Pedro, que asentía con la cabeza le contestaba:
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— Qué bien se ven los toros desde la barrera, pero si te paras a pensar, no hay mayor responsabilidad que la del mando único, los errores que puedas cometer no los puedes compartir con nadie, además serán innumerables las horas y dedicación y la verdad ya estoy un poco abrumado con tanta carga, como para encima contraer nuevos compromisos —
— Mira, ¿sabes que voy a hacer...? —
— Voy a coger el coche, ahora que ya han abierto la mano las autoridades y permiten en esta "Nueva Normalidad", el desplazamiento entre fronteras, no me cabe duda de que algún día lamentaremos decisiones de este tipo, y me iré a ver a Claudine, que la tengo relegada con todos estos temas a un segundo plano, lo hablaré con ella y luego ya veremos —
— En tanto tú te harás cargo de todo, en tu calidad de Subdirector y si te aprietan las tuercas, dices que tienes instrucciones mías al respecto, que Zamora no se ganó en una hora y que pronto tendrán noticias mías con respecto a este asunto —
No le parecía mal esta determinación a Armando, solamente que lamentaba mantuviera cualquier género de dudas al respecto, era un plato servido en bandeja de plata y no entendía como se podía renunciar a aceptarlo a ojos cerrados, y se decía para sus adentros que tal vez fuera cosa de tipos excéntricos, que están
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siempre pensando dos pasos más adelante que el resto de los mortales.
Y Pedro le encomendaba:
— Eso sí, Armando, tómate el asunto como algo personal, prepara un plan para enfrentarnos los dos a la nueva Junta Directiva, que sin duda irán a segarnos la hierba debajo de los pies, haz un planing de cómo sería la nueva organización pensando si fueras tú el Director General y Presidente Socio de la Fundación, ponte en mi lugar y piensa que harías si estuvieras en mi pellejo, no me defraudes, pon todo negro sobre blanco, no temas, da rienda suelta a tus proyectos, tus intenciones y estudiaremos todo a mi vuelta y veremos qué hacer…—
Pedro, durante el largo viaje a Estrasburgo, donde pensaba para sus adentros había dejado "aparcada" a su mujer como una maleta, pese al contacto permanente por teléfono a diario y a veces en más de una ocasión por video llamadas, mantenía contacto con ella, pero no era lo mismo; ella y él se habían casado y recordaba el compromiso, el juramento y las palabras que se dieron:
— "Unidos en lo bueno y en lo malo"
—"En la salud y la enfermedad"—
— "Todos los días de de la vida"—
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— "Hasta que la muerte nos separe"—
Por cuanto trataría de volver con ella bien a Madrid, pasando eso sí, por la casa de sus padres a la vuelta y ver qué tal se encontraba su madre de ánimos, tratar de que volviera con Claudine a Madrid, convenciéndola y haciéndola comprender de que su compañía era lo mejor para ambas.
En horas, pisaba la frontera francesa, se aproximaba a las famosas tierras de Estrasburgo y volvería a gozar de la Zona de Alsacia, en la que durante estos días había permanecido Claudine junto a su familia, gozando de sus seres queridos.
Pedro había querido documentarse de los parabienes proclamados de Alsacia, tenía unos conocimientos muy limitados, sabía del paso del río Rin navegable durante al menos 800 Kilómetros, que gozaba de una riqueza tanto gastronómica como agronómica de altísimo relieve, que tenía unos vinos muy reconocidos en todo el mundo, cervezas, y sobre todo a tener muy en cuenta era la Sede del Parlamento Europeo, además gozaba de empresas tecnológicas de primera línea; pero quiso saber más y antes de emprender el viaje se documentó a través de Google, donde encontró un espléndido resumen, que le proporcionaba unos conocimientos y datos para no parecer pacato ante la familia de Claudine , encontrando lo siguiente:
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«El corazón de la ciudad es la Gran Isla, que abarca una isla rodeada por el río. El barrio de la Pequeña Francia tiene puentes medievales y canales bordeados de casas del siglo XVI con entramado de madera.» «En el gran Palais de Rohan, que se alza sobre el río, el Musée des Beaux-Arts exhibe obras de Pedro Pablo Rubens y otros maestros antiguos.» «Una de las plazas más antiguas de la ciudad es la Place Gutenberg, donde se encuentra el antiguo ayuntamiento Neubau que se completó en 1585 con un estilo renacentista.» « Los tradicionales “winstubs” (salones de vino) sirven especialidades locales, como el choucroute garnie, chucrut con salchichas y carne curada.»
Con esta perspectiva Pedro se adentra en las entrañables tierras que durante días había abrazado en su regazo el amor de su vida, a medida que se acercaba algo le susurraba en su interior, como regañándole, por no haber advertido de su llegada a Claudine, quería que la sorpresa fuera espontánea, nada ficticia, nada preparado de antemano, sorprenderla en su hábitat natural, realizando tal vez alguna labor casera encomendada por la familia y con arreglo a su estado de embarazo, sin que fuera
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tedioso para ella cualquier encomendado o tarea.
En efecto, Pedro se personaba en casa de Claudine, no la encontraba en el salón donde habitualmente se recibían las visitas, su madre de inmediato dispuso fuera encontrada Claudine, seguro andaba por las bodegas con su padre, era su pasión, comprobar en primera persona la buena marcha del negocio de su familia; pero Pedro no permitió fueran a buscarla y el mismo se apresuro a hacerlo.
Se personó en la bodega y comprobó que Claudine junto a su padre, repasaba libros, apuntes, notas recogidas durante la crianza y mantenimiento de las cosechas, con total entrega. Cuando se percató de la presencia de Pedro, apenas pudo lanzar un suspiro:
— Pero ¿Esto…?—
—Mon Dieu… (Santo Dios) —
—Qué estoy viendo… ¿Es posible...?—
Y abalanzándose a los brazos de Pedro, estrechándole con cierto cuidado, pues su barriguita empezaba ya a notarse, se le comía literalmente a besos, era una estampa de difícil descripción, junto también al más que protocolario abrazo con su padre político, en ese momento le cruzaba por la mente la pérdida de su padre, y la alegría se hizo patente en toda las casa.
Pedro, les ponía en antecedentes a su esposa y familia en una animada comida,
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preparada al efecto, y les anunciaba que debido a tantos cambios imprevistos y sucesos a causa de la Pandemia, que era de todos conocida, en su medio de trabajo habían acontecidos tales novedades que quería comentar y contrastar con su esposa y familia, que la premura en el tiempo no le dejaba otra alternativa que volver con Claudine a casa, reiniciar su vida y empezar a poner en práctica proyectos de futuro, nada fácil de llevar a cabo por él solo, se veía en la necesidad de contar con el apoyo de su mujer para llevar a feliz término y consenso cualquier determinación.
Las caras de sus padres, como suele decirse eran un poema, ya se habían hecho a la idea de la permanente presencia de su hija, esperaban con optimismo que su vuelta a España se produjera más tarde que pronto, incluso estaban convencidos que no le convenía en su estado andar de viajes de la Ceca a la Meca y poco menos que albergaban la esperanza de que su nuevo nieto o nieta, fuera un francesito o francesita con todas las de la ley; pero el destino había dispuesto otra cosa, y entendían al tiempo que lo lamentaban que su hija tenía que estar al lado de su marido tanto a las verdes como en las maduras, con lo cual veían deshacerse sus soñadas doradas horas con su hija, siempre quedaba la oportunidad decía Pedro de que les acompañaran de nuevo a Madrid, era la mejor ocasión para estar junto a Claudine hasta su alumbramiento.
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La tentadora proposición de Pedro y también de Claudine no pudo tener eco en sus padres, que veían impotentes la inminente marcha de su hija y conscientes de que con lo que tenía encima Pedro respecto a sus importantes decisiones a tomar, poco menos que sería un estorbo la presencia de ellos en sus vida, hay momento en la vida de todo hombre decía el padre de Claudine en el que cuanto menos distracciones mejor…
Lamentando la aquiescencia de sus padres Claudine, que se debía en primer lugar a su esposo, dispuso todo para la marcha de vuelta a casa, también en el fondo le agradaba volver a la intimidad de su apenas estrenado hogar, no había tenido tiempo de disfrutar de las bondades de su jardín, del silencio de su salón, en el que con un buen libro, tendida en el sofá, esperaba pasar en relax parte del descanso que le había recomendado su ginecólogo, pues siendo primeriza, las precauciones a tomar eran muchas. Sin más al día siguiente emprendieron viaje, ya convencidos los padres de Claudine que era lo que correspondía y lo mejor para la pareja. Pensaron sobre la marcha pasar por Legorreta, el pueblo de Pedro, apenas unos kilómetros de desvío porque "Paris bien vale una misa" decía Pedro, y pulsar los ánimos
de su pobre madre, que se había quedado viuda y sin el consuelo de sus hijos ausentes a causa de los trabajos.
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Efectivamente, todo lo que en mucho tiempo no había podido compensar a sus padres con sus visitas siempre esporádicas, ahora en apenas tres meses les había compensado con su presencia frecuente, aunque la última por el infortunado traslado de los restos de su difunto padre.
Hicieron tarde noche en Legorreta, la animada charla de la pareja con Doña Carmen, le dieron luz a sus apagados ojos, siempre sumidos en los más tristes pensamientos, era muy difícil de asimilar la ausencia de Don Pedro, que lo era todo para ella, no encontraba consuelo y estaba todo el día rememorando su recuerdo, siempre invocando a sus santos, como ella decía, cualquier cosa que tocaba, veía o pensaba, siempre lo relacionaba y hablaba en su interior todo el día con él, a pesar de todo lo que la gente le decía "Que el tiempo todo lo borra", ella mantenía una especie de acompañamiento pensando en su marido, si esto o aquello le parecería bien, si qué pensaría en esta ocasión de lo sucedido, qué le parecería si ponía este o aquel mueble en distinto lugar y por supuesto en el Santa Sanctórum de su escritorio ni se atrevía a tocar un solo papel, quería permaneciera todo y para siempre como el último día de vida de su marido y compañero. Por esa razón bien conocida por su hijo, le pidió autorización para entrar en su gabinete y ver si entre sus papeles había algo pendiente que solucionar, tal vez las cuentas del
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banco que poner al día, facturas pendiente, etc., pues era consciente que su madre sufría una especie de alergia a todo lo que le sonara a papeles, y había relegado esas funciones en manos de su marido.
Su madre, le decía:
— Hijo, ¿pero cómo no voy a permitir que entres en el escritorio de papá?—
— ¿Quién con más derecho que cualquiera de mis hijos, no va a poder ver, encontrar, investigar y descubrir lo que sea de interés tanto para cualquiera de vosotros o mío?—
— Aparte de que lo considero necesario, pues yo no me encuentro con ánimos ni fuerzas para ello, y si lo hiciera algún día, seguro me costaría estar llorando todo el tiempo, pues son muchos los recuerdos que él tenía conservados como oro en paño, aquel billete de aquella ocasión, aquella entrada a aquel inolvidable espectáculo, mis regalos, casi siempre libros, los discos favoritos de su música preferida… todo, todo me trae recuerdos de una larga vida vivida con intensidad y siempre los dos juntos como una sola unidad…—
Pedro, a partir de este momento, aprovechando el poco tiempo de que disponía, comenzó a visualizar, notas, papeles, que su padre en un orden para él desconocido, conservaba encima de su escritorio, notas de visitas a enfermos pendiente de consultar y
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comparar resultados anteriores, fechas programadas para visitas a personas mayores en el Centro de Mayores con el nombre y una pequeña reseña de sus patologías, justificantes de todo tipo de pagos realizados en sus esporádicas compras de libros, discos y sorprendentemente para Pedro hijo, una lista de aportaciones anónimas, hasta aquel momento, a instituciones benéficas como Caritas y a la Parroquia, también prestamos, poco menos que a fondo perdido, que su padre había realizado y nunca quiso rescatar.
Junto a la tristeza que embargaba tener en sus manos los papeles que otrora fueran parte de la vida de su padre, le causaba una alegría sin igual, ver a través de estos documentos la cara oculta de su padre, que le constaba era un gran hombre, de profundas y arraigadas creencias sin rayar en la mojigatería, para lo que no hacía falta tener nada que así lo atestiguara, el ya lo sabía y estaba convencido de que su padre era un ser excepcional en su manera y forma de obrar en la vida, al tiempo comprobaba lo ordenado que era en sus apuntes, en sus cosas, ante lo que se prometía en honor y memoria a su padre hacer otra tanto en sus asuntos, no siempre tan bien ordenados.
Pletórico de satisfacción ante tales descubrimientos, Pedro se disponía a meter mano en el "secreter" que se encontraba en un rincón del escritorio, estancia que sin ser pequeña, se encontraba repleta de estanterías,
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con infinidad de libros de todo tipo, de encuadernaciones artesanas llevadas a cabo por reconocidas empresas que se dedicaba a la encuadernación manual artística, a juzgar por la impecable apariencia que presentaban en el lomo en ordenado orden colecciones que bien pudieran considerarse casi como incunables por los muchos años de su edición.
Pedro boquiabierto al descubrir de cerca las joyas que allí encontraba, de pequeño y de joven, no había reparado en los tesoros que ahora contemplaba. En ordenados espacios e hileras uniformes estaban ediciones de Enciclopedias Temáticas de muchos años atrás, numerados los volúmenes en el lomo desde el uno hasta el fin, una estantería completa unida al cuerpo principal de la biblioteca contenía la gran Enciclopedia Ilustrada Espasa Calpe, muy popular sobre todo en personas de alto poder adquisitivo que adornaban sus salones con esta importante colección, sin siquiera en muchos, casos ser consultado alguno de sus volúmenes, que conservaban el papel de celofán que les envolvía , por el solo hecho de la apariencia, cuando recibían visitas y sus amigos se admiraban de lo que al parecer estaba interesado el adquirente de turno en adquirir una cultura que como decía el refrán «Lo que la Naturaleza, no dá Salamanca no presta » Esta gran obra de recopilación contenía sus primeros setenta y dos volúmenes iniciales, veintinueve suplementos, diez apéndices, y un índex de
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suplementos; ciento once tomos en total y que solían regalar los bancos al realizar un importante depósito en cuenta, componían pues esta colección todos los vocablos de la A a la Z ; y sus cubiertas eran de piel o al menos eso perecía, junto a esta, otro estante contenía las Obras Clásicas de la Literatura Española, otros cien tomos en color verde e imitación a piel, al lado encuadernados en cubiertas de fina y repujada piel, impreso en lo que se llamaba papel biblia, cantos y filos en oro figuraban los Premios Nobel de Literatura Universal, más de cincuenta volúmenes, muchos de ellos ya históricos, también figuraban en el centro de esta enorme biblioteca, quince volúmenes encuadernados por fascículos, que Don Pedro había ido coleccionado en las diversas publicaciones que a menudo salían semanalmente junto con la prensa ABC y EL MUNDO, Enciclopedias con menos pretensiones de la de Espasa Calpe y recordaba Pedro con nostalgias, haber visto a su padre y en alguna ocasión incluso haber colaborado con él, en este minucioso trabajo de encuadernación casera, Don Pedro había construido un artesano bastidor en el que se insertaban las cuerdas donde se iba cosiendo cada fascículo hasta completar el tomo correspondiente, luego se daba de cola al lomo, se procedía a pegar las tapas previamente conseguidas de la colección y se dejaba secar con un peso encima hasta conseguir un libro que poco tenía que envidiar a
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los allí coleccionados. Era notorio y resaltaba a la vista por su belleza y tamaño los 6 tomos muy especiales, que Don Pedro guardaba como oro en paño de una Edición especial que conformaban una Biblia Ilustrada, editada por BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) de Editorial Miñón, que se había logrado por el mismo sistema de fascículos y que también de forma artesanal Don Pedro había puesto en lugar preferente.
Pero lo que a Pedro le llamaba más la atención era comprobar que todos los libros de la inmensa biblioteca gozaban de una clasificación nunca vista, cuando era pequeño fue incapaz de darse cuenta de estos detalles, estaba allí todo desde siempre y formaba parte de una biblioteca sin más. Le llamaba especialmente la atención el orden cronológico de todos los libros, todos tenían adherida en el pie del lomo una etiqueta comprada en alguna librería de la capital, etiquetas adhesivas de color distinto unas de otras, que estaba recuadrada y sombreada para contener unos artísticos nombres y número que dejaban ver con diáfana claridad que Don Pedro había ido clasificando y asignado en virtud de los diferentes tratados o géneros , unos de temas históricos, otros de geografía, los más de Literatura Universal, y excepcionalmente y con etiquetas de color diferente todos los libros, o casi todos que le habían acompañado en su carrera de medicina, algunos como era
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frecuente en los años de estudiante, habían quedado en el Monte de Piedad a espera de ser rescatados algún día, lo que no ocurría normalmente.
En el costado del dintel de la puerta que hacía las veces de entrada al despacho y de separación de la biblioteca, en un folio plastificado, figuraba un resumen detallado de la composición de cada estante, tratado de materia, Literatura, Geografía, Religión, Novelas, etc.
Pedro tuvo entre sus manos un Atlas Geográfico Universal - Salinas, que recordaba de sus años de escolarización, era un tomo de dimensiones diferentes al resto y recordaba sus mapas físicos y políticos de los diferentes países del mundo, en las páginas interiores un desplegable Mapa Mundi, recordaba las cordilleras, marcadas en relieve, los Océanos, las Depresiones Orográficas y estaba repasando sus estudios primarios de la escuela de su infancia. ¡Qué horas más bien empleadas !, se decía Pedro, qué descubrimiento de algo que siempre había estado allí, muchos de los libros contenían notas con apuntes señalando algún pasaje o nota de interés que Don Pedro había ido realizando a través de su lectura, de ahí entendía Pedro se deprendía los muchos conocimientos que su padre tenía en las diferentes materias, sus amigos le tenían por sabio y le distinguían por el léxico rico en palabras, a veces era consultado a cerca de
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algún tema de interés bien político, histórico o de cualquier índole y Don Pedro para no parecer presuntuoso les decía: Dadme un poco de tiempo, lo consultare y os respondo. Una faceta de la que podría presumir su padre, pensaba Pedro era su humildad, lejos de parecer un súper sabiondo, que lo era, jamás presumía de sus vastos conocimientos, antes prefería dejar que le interpelaran y era entonces y solo entonces cuando respondía.
Pedro confirmaba algo que ya sabía, su padre era un pozo de conocimientos, sin duda obtenidos por sus muchos años, por su afición a la lectura y ahí estaba la causa principal de sus saberes una biblioteca como jamás se había podido imaginar. Pedro volviendo de su ensimismamiento, analizaba el contenido del mueble secreter, que contenía una tapa en la parte superior a modo de atril, seguramente para apoyar el documento o libro a consultar.
El "secreter" era un mueble de caoba, no muy grande con el frente de persiana que se abría mediante un mecanismo que funcionaba nada más girar la llave, que se mantenía puesta en el ojo de la cerradura, y al girar hacía que la persiana se elevara automáticamente, dejando a la vista todo el contenido del mueble, una serie de baldas con carpetas, algún libro y en la parte más oculta a la vista, tras un simulado cajón, se escondía una caja fuerte con una cerradura de combinación de números.
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A Pedro le parecía estar profanando algo que debería permanecer en el secreto intimo de su padre, no se atrevía a coger en sus manos aquellas carpetas que por otra parte no podían contener más que documentos privados, como si de un ordenador personal se tratara. No obstante pudo vencer el recato y tomando una carpeta en las manos, dirigiéndose al sillón de piel que ocupara su padre, sintiendo un escalofrío que recorría su espina dorsal, tomo aire, abrió dicha carpeta y en efecto pudo comprobar se trataba de facturas, en orden cronológico y en las que aparecían unos apuntes efectuados a mano, con leyendas que decían:
—«Pagado»—
—«Pendiente de comprobación»—
En otros casos:
—«Reclamar importe indebido»—
Y mil apuntes al pie de ellas que daban cuenta del tratamiento de sus cuentas. Tomo otra carpeta, esta relativo a las cuentas de los Bancos, inversiones a corto y medio plazo, liquidación de intereses, gastos de mantenimiento de cuentas, firmas autorizadas para que sus hijos pudieran disponer de las mismas, acuerdo matrimonial de Declaración de Bienes Patrimoniales, Declaraciones de Hacienda conjunta por acuerdo de Bienes Gananciales y todo cuanto tenía que ver con asuntos monetarios o bancarios.
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En otra carpeta, encontraba Pedro, las Escrituras de las propiedades familiares, debidamente pasadas por el Notario, nada quedaba al azar por parte de D. Pedro, allí se guardaban las Nóminas, tanto de él como de su esposa, la suma de ambas que le proporcionaban una seguridad económica y que Doña Carmen nunca quiso saber la cuantía de las mismas, ella tenía una asignación mensual, previamente acordada, y para nada se preocupaba de pagos tales como: teléfono, luz, agua, mantenimiento y conservación de la casona, etc. Aquí sí que podía comprobar Pedro lo bien que llevaban los asuntos materiales, en el que nunca hubo el menor desacuerdo por parte del matrimonio, ¡Qué maravilla de organización!, se decía Pedro, descubría que su padre llevaba las cuentas de la casa como si de una empresa se tratara y hubiera de rendir cuentas ante un jefe de oficina.
Maravillado ante tanto orden, continuaba descubriendo el buen hacer de su progenitor, siempre supo de su ordenado comportamiento en todas las facetas públicas o privadas de su padre; pero jamás pensó en tanta pulcritud, en tanto detalle y minuciosidad en el tratamiento de sus obligaciones, llevándolo todo a buen término y se decía una y otra vez:
— Aprende Pedro, eso sí es organizarse, eso es cumplimiento y elegancia con las
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obligaciones, aquí no se ven excusas ni dejadez ni mañana Dios dirá, todo al día como debe ser la admiración por su padre, si cabe, llego a cotas inimaginables. —
Lamentaba Pedro, tener que pasar por alto tantas cosas como estaba descubriendo en el lugar donde su padre había pasado la mayor parte de su vida, estaba seguro que aún quedaban cosas por descubrir, pero la falta de tiempo hacía imposible una investigación a fondo y necesariamente, si quería darse por bien enterado, no le cabía otra que dejarlo para mejor ocasión, el tiempo apremiaba y sus otras obligaciones estaban en prioridad absoluta a esos descubrimientos que para él estaban significando tanto.
Sin embargo, no estaba dispuesto a dejar para más adelante, la caja fuerte que encontró tras el cajón simulado, esa incógnita que presumiblemente le daba en su olfato debería contener algo muy importante, tanto como para que su padre, de forma tan privada mantuviera fuera del alcance y la curiosidad de quien entrara en su despacho…
Pero…
— ¿Dónde estaba la combinación, la clave?—
— ¿Habría que encontrarla en algún lugar oculto?—
— ¿Cómo era que su padre, que no guardaban secreto alguno con su mujer, tan siquiera ella, al ser consultada por su hijo, no
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supiera nada de ello, ni siquiera de la existencia de tal caja?—
Todas estas preguntas mantenían la atención de Pedro prendida y a las que no encontraba respuestas, siempre cabía la posibilidad de llamar a un cerrajero; pero no le parecía honesto tal vez poner en evidencia lo que a primera vista representaba una de las virtudes de su fallecido padre, la sinceridad que había acompañado toda la vida a el Doctor, no daba pie a pensar tuviera secretos al menos para con su mujer y Pedro se debatía entre encontrar la clave o tal vez desmontar la caja y llevársela a Madrid, para no dar publicidad de este hecho en su pueblo, tal vez esta idea, no le agradaría a su madre, así que la desechaba e iniciaba las pesquisas oportunas para dar con ello.
Probaba una y otra vez, con fechas señaladas que a su padre le pudieran recordar algo importante, probaba con la fecha de nacimiento, fecha de su enlace matrimonial, fechas del nacimiento de sus hijos, aniversarios y otras muchas combinaciones, hasta el número del DNI de su padre al derecho y al revés de adelante hacia atrás y viceversa, pero ni por esas, hasta que llegó a la conclusión que tal vez no lo conseguiría por esos medios. Pensó que lo mejor era hablar con su madre indicarle, que no es que le albergara duda alguna de que el contenido de esa caja fuerte fuera de interés vital, pero que tampoco era lógico quedara en el olvido sin saber su contenido importante o no.
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Para ello le decía a su madre, lo mejor es desmontarla del mueble y llevársela a Madrid donde un experto la abriría sin más y a la vista de él.
Doña Carmen le contaba a su hijo, que en tiempos de su juventud, cuando alternaban en pandillas, cuando Don Pedro le tenía echado el ojo a ella y se interesaba por sus estudios de Matrona en Santiago de Compostela, su padre la cortejaba y compartían a veces apuntes relacionados con asignaturas de anatomía que en los primeros cursos de carrera , aunque no en la misma clase les eran comunes; muy frecuentemente le dejaba bien en la Recepción de la Universidad o a través del bedel de la misma un sobre conteniendo dichos apuntes, con un membrete en el sobre que decía para entregar a Karmele (Carmen en euskera); era el nombre con el que sus amigos y conocidos generalmente la llamaban y solamente en listas oficiales de la Universidad era conocida como Carmen, inmediatamente salto en la cabeza de Pedro como un resorte ese nombre, pero no le decía nada, pues la combinación era solo de números y empezó a elucubrar y si le pongo del 1 al 7 el correspondiente a K1-A2-R3-M4-E5-L6-E7, algo que recordaba haber leído en la Novela en El Código Da Vinci, novela del autor Dan Brown, género que a su padre le atraía muy especialmente, por probar nada se perdía.
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Dicho y hecho, probó con esta nueva combinación , 1,2,3,4,5,6,7, y nada, la caja continuaba cerrada, otro fracaso ante el nuevo intento; pero lejos de rendirse se le ocurrió sustituir el número asignado a cada letra por el correspondiente en el orden que ocupaba en el abecedario, le parecía estar realizando una labor policíaca y sonreía sardónicamente, pensando qué fácil le resulta a la mente elucubrar situaciones insospechadas, qué fantasía acompaña los pensamientos de orden privado a las personas y pensaba cómo se puede llevar a cabo un tratado especulativo de la mente humana: pero ya puestos y entrando en el terreno de la fantasía porqué no probar, así pues en un papel organizó las letras del abecedario y la nueva combinación resulto ser: (11,1,18,14,5,12,5) probó con estos siete números y nuevamente no ocurrió nada, eliminó la primera cifra de los números que contenían dos cifras quitando la primera y quedó la siguiente combinación: (1,1,8,4,5,2,5) , sin convicción alguna, marcó la cifra obtenida y… ¡ Bingo…! El Ábrete Sésamo se producía, ni que decir tiene que al abrir la portezuela de la caja que no era muy grande, un estremecimiento especie de escalofrío corría por el cuerpo de Pedro. Ahora sí se enfrentaba a lo más sagrado y oculto, no sabía por qué motivo su padre había recurrido a algo tan exclusivo como era la clave de apertura de la caja y sentía un pudor que le costaba trabajo
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superar, estaba penetrando en la faceta tal vez más oculta de su padre.
Estaba descubriendo en pocas horas una labor de años de su querido padre, no le cabía en mente, que su padre tan campechano, tan sano, tan sincero, tan buena persona y sin dobleces, hubiera tenido una parcela de su vida tan recóndita como para guardarlo en una caja fuerte, tenía que haber algo muy notorio, que esperaba descubrir una vez repuesto de tanta novedad. Su investigación del contenido de la caja fuerte, daba como resultado nada que le pareciera sobre normal, nada más que unas tarjetas de visita, una pluma estilográfica seguramente regalo de alguna Entidad, alguna carta manuscrita que vería después con más tranquilidad, Papeles y más papeles, que Pedro iba depositando como si de reliquias se tratara encima de la mesa de despacho, un libro con título nada sospechoso: (Prosa Escogida de Gaspar Melchor de Jovellanos), más adelante con tiempo escudriñaría el contenido de aquel libro, que tan privadamente su padre guardaba y que en principio no relacionaba con las preferencias literarias de su padre, llegó a la conclusión que tal vez se trataba de algún regalo con dedicatoria, e inmediatamente lo abrió y descubrió una fecha que le era familiar 23 de Agosto de 1964 (fecha del enlace matrimonial de sus padres) y una dedicatoria muy personal escrita a mano, que decía:
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— A mi querido esposo, para si es posible cosa, que dudo, amplíe sus conocimientos literarios, tu siempre amorosa esposa Karmele…
Ahora comprendía Pedro, el porqué de ese libro, que además de ser una declaración de amor en toda regla con ese «Tu siempre amorosa esposa » Contenía la clave de la caja fuerte que acababa de descubrir, pensaba que su padre lo guardaba por si alguna vez tenía que recurrir a ella o darla a conocer a su esposa, cosa que nunca ocurrió.
Continuaba Pedro su labor inspectora del contenido de la caja, encontró una libreta de muelle, de gran tamaño por el abultado número de páginas; pero estaba cerrado con una cinta que lo atravesaba de una parte a otra, y lo más importante, era un letrero que atravesaba su cubierta de cartón y decía:
«P R I V A D O»…
Pedro, tuvo la sensación de si lo abría, romper con un requisito, que el propio autor había clasificado, eso sí que sería una violación en toda regla, era una frontera que Pedro no quería traspasar, bajo ningún concepto, su conciencia no se lo permitía.
Sin embargo, con el consenso de su madre se había atrevido a inmiscuirse en la privacidad del despacho paterno, y pensaba que este nuevo hallazgo formaba parte de esa
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autorización por parte de Doña Carmen, para ver, investigar, y en su caso actuar en consecuencia, pero a Pedro no le cuadraba entrar en la intimidad de un documento que advertía previamente era privado, solo la curiosidad le podía hacer perder las formas y parecía que su padre le estaba poco menos que vigilando a la espera de si lo abría o no.
De tal manera que decidió, no abrirlo, en todo caso se lo llevaría a Madrid, para más despacio, con tiempo y después de sopesarlo mucho con su madre dar lectura al mencionado cuaderno.
Eso sí encontraba más documentos, entre ellos un sobre que decía:
— TESTAMENTO—Nº 901
Era una copia compulsada del original que se guardaba en el Notario, con las estipulaciones que estos casos requieren, Don Pedro había querido redactar el mismo en los siguientes términos:
— En la Villa de Legorreta, mi residencia, siendo las 12 h. 15 min, del día 2 de Septiembre de 1982.
—Ante mí, Andrés Cebrián Parra, Notario del Ilustre Colegio de Guipúzcoa, y en
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presencia de los testigos instrumentales que se dirán, ……………………………….. —
—COMPARECEN —
—Don Pedro Osorio Rodríguez Doctor en Medicina con el D.N.I. número 9694059 J …………………………………… —
— Tiene a mi juicio y al de los testigos la capacidad legal necesaria para otorgar este testamento abierto, y a tal fin dice:
—A) Que nació el día treinta de Abril de mil novecientos cuarenta y tres, es natural de San Sebastián, provincia de Guipúzcoa y vecino de Legorreta, hijo de los ya finados cónyuges don Fernando y doña María Celia, y que está casado en únicas nupcias con doña Karmele Fidalgo Urueta, de cuyo matrimonio viven tres hijos llamados María Celia , Ana y Pedro Osorio Fidalgo…………………………………………………………………….
……………………………………………………………………..
B) Que desea otorgar este testamento abierto, el que verbalmente me ordena y yo redacto, con sujeción a las siguientes
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—CLAUSULAS—
PRIMERA.- Lega a su mencionado cónyuge, el usufructo universal y vitalicio de todos los bienes, derechos y acciones que integran su herencia, facultándola para tomar posesión por sí misma de este legado y dispensándola de las obligaciones de formar inventario y de prestar fianza……………………………….
Ruega a sus herederos que respeten el legado de usufructo universal antes asignado, con la prevención de que el que no respete, quedará reducido a su legítima estricta, acreciendo cuanto exceda de ella a los que acepten dicho legado. Para el caso de que ninguno respete el usufructo, lega a su citado cónyuge, en pleno dominio, el tercio de libre disposición, sin perjuicio de la cuota legal usufructuaria que por Ley le corresponde.
SEGUNDA.- Instituye herederos universales, a partes iguales, a sus tres hijos, antes citados y les sustituye en caso de premoriencia o incapacidad por su respectiva descendencia……………………………………………………………….
(Adición) Así lo dice y otorga, ante mí y en presencia de los testigos instrumentales, mayores de edad, sin excepción legal para serlo, según asegura, a los que conozco y los
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que, como yo, conocen ven, oyen y entienden al testador.
Leo este testamento al otorgante y testigos, renuncian al derecho de leerlo por sí, del que les informé, manifiesta aquel estar conforme con su contenido y firma conmigo y los testigos ……………………………………………………………………………
De conocer al testador, de su capacidad para este otorgamiento que se realiza en un sólo acto, de haberse observado en el mismo todas las formalidades legales y de todo lo consignado en este instrumento público, extendido en un pliego de clase séptima, número AH 8447808, yo el Notario, que signo, rubrico ,y sello, doy fe.
Siguen las firmas
(ES COPIA SIMPLE)
TERCERA.- Si sobreviven más hijos al matrimonio, en este caso les instituye a todos herederos universales, a partes iguales, y les sustituye, en caso de premoriencia o incapacidad por su respectiva descendencia…
Junto a este Testamento se encontraba como un anexo, otro testamento que decía:
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TESTAMENTO VITAL CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe ؙ—Pedro
Osorio Rodríguez— pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de
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muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.
Firma: (Ilegible) Fecha: (18 Agosto de 2000)
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Más abajo un anexo:
Declaro mediante este documento, DONAR mis órganos, a mi fallecimiento y si pueden ser aptos para ello y las autoridades sanitarias legales lo consideran oportuno.
Firma:
Pedro Osorio Rodríguez
Agosto de 2000.
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Hasta aquí, los textos notariales, que a Pedro le dejaron confuso al percatarse de lo fino que hilaba su padre para no dejar cabo suelto y tampoco obligaciones colaterales que pudieran afectar a su esposa, que como queda dicho anteriormente sentía cierto rechazo a todo lo que sonara a "papales" o formalidades de otro tipo.
Otro sobre aparecía con un nuevo epigrama:
—INSTRUCCIONES BANCOS—
En este nuevo hallazgo, se daban todas las contraseñas para poder manipular las cuentas de los Bancos y se guardaban los documentos o autorizaciones para que cualquiera de sus hijos, incluida su esposa tuviera acceso a las mismas y disponer con total libertad de las mismas. Nuevamente corroboraba Pedro, ensimismado, de la capacidad de previsión de su admirado padre.
También se encontraba Pedro, con dos pasaportes de fecha caducada de una
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Excursión-Peregrinación Parroquial realizada años atrás a Tierra Santa, junto con folletos e itinerarios llevados a cabo en aquella ocasión, también inolvidable de la pareja que todavía jóvenes, realizaron junto a otros 24 miembros de la Parroquia y al frente de la misma D. Ceferino el Párroco titular y organizador de la misma, en esta ocasión fueron acompañados por familiares y amigos de su entrono, y vivieron unos días además de inolvidables por los Lugares Santos que visitaron, también por la camaradería que suscito el viaje en el que hubo que en ocasiones hacer piña con el resto de parroquianos para no sucumbir ante algunos problemas de orden administrativo que en un viaje tan complejo y lejano como este siempre ocurren imprevistos.
Hurgando en la caja "Mágica" decía Pedro, encontraba las instrucciones de la misma y en la que Don Pedro había apuntado escrupulosamente la clave... Además encontró una cantidad de dinero en efectivo (2.500 euros), que entregó a su madre, así de previsor era el Doctor, eso sí lo conocía su mujer, que le había dicho en alguna ocasión disponer de efectivo en casa por si en algún momento de urgencia era necesario y los Bancos estuvieran cerrados.
Bueno, pues Pedro hijo, había recibido más lecciones por parte de su padre en unas
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horas, que durante los años de su vida, se reafirmaba una y mil veces en la integridad y grandeza de su querido antecesor y los hechos ratificaban su intachable conducta en todos los órdenes y costumbres; se hizo el propósito de mantener todo el tiempo posible, esperando mejor ocasión, la apertura y lectura del cuaderno «PRIVADO» y confirmó con Claudine la marcha a Madrid lo antes que ella estuviera dispuesta.
Pero aún le quedaba a Pedro terreno por arar (descubrir), los tres cajones de la mesa del despacho, fue ya casi más que una necesidad, una llamada, en la que sin duda D, Pedro guardaba aquello que más utilizaba a diario y encontró: Bolígrafos, anotaciones de uso inmediato, rollos de papel adhesivo, un sobre con etiquetas para los libros, estuche conteniendo varios relojes, unos funcionando otros a falta de batería, una caja con tarjetas profesionales de visita de D. Pedro, una pequeña calculadora que funcionaba sin baterías, solo con luz solar o ambientar, una grapadora, una taladradora para archivar documentos, tubos de pegamento de diferentes calidades, dos cintas de casete enlazadas con una goma, unas tijeras , un cúter, varios destornilladores y un sinfín de utensilios que sería prolijo enumerar y de poco interés, sin embargo en el cajón central de la mesa pegada al lateral de una balda, ¡EUREKA! estaba un papelito cubierto con cinta adhesiva
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transparente y se encontraba la combinación de la caja fuerte (1,1,8,4,5,2,5), Hallazgo que le hubiera evitado a Pedro los quebraderos de cabeza si hubiera dado a tiempo con esta numeración que indicaba claramente se trataba de una clave o combinación.
Camino a Madrid, la radio hacía un comunicado anunciando, la esperada "Desescalada", insistiendo muy prolijamente en la necesidad de continuar sin bajar la guardia, el Virus no había desaparecido, estaba presente, las recomendaciones que una y otra vez machaconamente eran vitales en evitación de nuevos rebrotes de la Pandemia, por fin después de 100 días de confinamiento se levantaba el Estado de Alarma, terminaban los aplausos a las 8 de cada tarde, así como las famosamente y tristes caceroladas en el Barrio de Salamanca, al tiempo que se anunciaba una elevada temperatura en los termómetros que alcanzarían los 40º centígrados en muchos lugares de España, un aíre de origen africano hacía acto de presencia, por si no teníamos bastante con los efectos de la Pandemia.
La radio seguía dando consejos y comunicados, animando los decaídos y temerosos días que se avecinaban de vacaciones, una vida nueva comenzaba a la que se llamó Nueva Normalidad, muchos no entendíamos bien esta denominación; pero estaba claro que todo había sufrido un cambio y en adelante nada sería igual.
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Atrás quedaba cono anécdota, las primeras fechas de la declaración del Coronavirus en las que la gente se proveía, a veces en exceso, de papel higiénico, muchas personas no sabían el porqué de este acaparamiento que dejaba las estanterías vacías de este producto, pero por mimetismo lo llevaban a efecto, otro tanto ocurría con las mascarillas, algo insospechado fueran a ser parte de nuestra vida diaria, los famosos respiradores y en general los denominados EPIS, todo quedaba aparcado, aunque con un resquemor, que la gente se guardaba mucho de manifestar, sobre todo porque se había extendido una corriente de rechazo a los madrileños, la temida Madrileñofobia.
Pedro nuevamente se enfrentaba a la vida rutinaria del Hospital, esta vez con la tranquilidad de tener a su esposa en casa, así compartiría con ella las preocupaciones y futuros pasos a dar en tan complicada decisión que habría de tomar respecto a su vida laboral. Volvía a encontrase con los asuntos que durante unos días había delegado en su compañero Armando, este le informaba de todos los pormenores que pudieran interesarle, sobre todo de el alivio que suponía las altas que a diario se producían en el Hospital, las UCIS ya no presentaba problemas, hasta el punto de disponer de camas, algo novedoso últimamente, los ingresos habían disminuido en un número jamás pensado y al parecer la calma había
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vuelto al Hospital, se había reanudado la atención a las citas de las diferentes especialidades aparcadas a causa de la Pandemia y un aire de tranquilidad había hecho acto de presencia entre los sanitarios del centro.
Estaba pendiente, eso sí, el asunto de la reunión aplazada, sine die, acerca del asunto de la sustitución o nuevo nombramiento del Director General, esto le afectaba de lleno a Pedro, quien tenía que manifestarse lo antes posible.
Pedro le decía a Armando, que era consciente de la situación pero:
— Mira colega, yo no tengo nada decidido, en unos días, ahora que está aquí Claudine, me pronunciaré, en tanto voy a proponer a la Junta Central o que sigue: —
Llamó a la Secretaria y le redactó el siguiente
COMUNICADO
UNO: Dadas las circunstancias de alivio en cuanto al número de casos, enfermos e ingresos hospitalarios y de UCI, se establece que, la marcha del Hospital continua bajo la Dirección del Subdirector General D. Armando Gutierres, que interinamente realiza las tareas de dirección de este Centro Médico.
DOS: Se pone en conocimiento de la Junta Central de la Fundación, que en un plazo no superior a ocho días, me pronunciaré
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respecto a la propuesta por parte de esta Junta hacia mi persona.
TRES: Quiero dejar constancia, mediante este escrito, mi agradecimiento personal, en primer lugar a los Socios componentes de la Junta, a mi colega el Doctor Armando, quien ha suplico con creces y eficacia probada mi ausencia, por motivos de todos conocidos.
POR ÚLTIMO: Propongo, que si estas determinaciones se dilatan en el tiempo, por causas ajenas a la voluntad de este Director General, se nombre una mesa de negociaciones, para suplir en todo caso la falta de decisión mía.
Firmado el Director General en Funciones:
En Madrid 30 de Junio de 2020
Doctor Pedro Osorio Fidalgo
Con este comunicado, Pedro se lavaba las manos, dejando la solución en manos del Consejo General y eximía de todo cargo y responsabilidad a su Subdirector General, en tanto y con la premura que el caso requería tomara una, acertada o no, decisión.
El último café, con su amigo y compañero Armando, había sido interrumpido bruscamente por la noticia del fallecimiento del Director General, por esa razón Pedro invitaba a su colega a retomar las conversaciones que habían quedado cortadas a consecuencia de la
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misma. Nuevamente Armando insistía en que no tenía nada que pensar, que sabía de buena tinta tenía todas las papeletas favorables para el nuevo nombramiento y destino, que comprendía todo lo relacionado con su familia y especialmente el estado de Claudine; pero que ello no le mermaría en lo más mínimo la atención que requería el caso. Pedro asentía, nuevamente diciéndole:
—Te prometo, que tú serás el primero en saber mi decisión, incluso antes de comunicarlo oficialmente a la Fundación —
Armando agradecía conmovido este acto de sinceridad y le recordaba, su total disposición para que contara con él.
Se presentaban realmente unos días de reflexión y decisión, y jugarse en cierto modo el futuro laborar y familiar del matrimonio, había que sopesar a fondo, con serenidad, qué camino y qué rumbo tomarían sus vidas recién estrenadas de matrimonio, Claudine escuchaba atentamente las proposiciones y los planes que Pedro exponía, terminaban de pasar por una situación familiar delicada, además estaba el confinamiento de tres largos meses, que no les había dado tregua, la situación más propicia de la desescalada facilitaba ver todos los asuntos con sosiego.
Pedro le proponía las tres alternativas que había preparado para ello:
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UNA: Darse por enterado de las propuestas ofrecidas por la Fundación Jiménez Díaz; Hacerse cargo de la Dirección General del Hospital, con todas las obligaciones inherentes al cargo, aceptando formar parte cono Socio de la Entidad, lo que significaba firmar un contrato de al menos por cinco años.
DOS: Volver a impartir funciones docentes en la Universidad de Navarra, lo que llevaba consigo tener que desplazarse a vivir a Pamplona.
TRES: desligarse por completo de las dos anteriores y optar por solicitar la plaza desierta de Médico de Familia en su pueblo, vivir con su madre y recuperar algo inédito para él, como era ocupar la vida interrumpida por la muerte de su padre. Porque decía Pedro, además de Investigador, soy también médico…
Claudine, que se sentía interpelada ante esta exposición y se le presentaba un ultimátum, le entraron los siete males como suele decirse, envuelta en un mar de incertidumbre, era consciente del paso tan importante que se disponía a dar Pedro, que para nada quería arrastrar a la fuerza a su mujer, por ello exponía sus razonamientos tal vez para pulsar la opinión de ella y saber si tenía otras opciones respecto a esta situación.
Ella, no se manifestaba en ningún caso, le pedía a su marido un tiempo para reflexionar, era algo nuevo que debía meditar despacio y que dado su estado, también debería pensar en
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días venideros. Consciente de tener que ayudar a su esposo en momentos tan complicados, se sentía un tanto responsable al cincuenta por ciento al menos y meditaba, discernía, trataba de encontrar la mejor solución ya sabía que Pedro le daba la oportunidad de también proponer algo al respecto; pero estaba como atorada y se encontraba incapaz, no ya de proponer algo nuevo tan siquiera, sino de dar como buena alguna de las fórmulas presentadas.
La verdad de los hechos era, que se enfrentaban a una situación que había dado la vuelta en todos los órdenes a todas las rutinas anteriores a la Pandemia, había miedo por parte de todos a dar pasos en falso, miedo a salir de casa, miedo a viajar al extranjero y sobre todo miedo e incertidumbre al futuro. Uno de los cambios más importantes y más duros era contemplar las colas del paro en las oficinas del SEPE (Servicio Público de Empleo estatal), se calculaba que la Pandemia había causado más de un millón de desempleos, otra de las múltiples consecuencias era los famosos ERTES (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) a que se habían visto obligadas muchas empresas para no sucumbir, se calculaba que habían cerrado unos trescientos mil negocios, las castigadas PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas) muchas de ellas compuesta por uno o dos miembros familiares, con lo cual significaba el cierre del negocio al
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único ingreso que la familia obtenía, suponía la ruina y desesperación de muchas familias. Los medios no paraban de dar noticias con respecto a los nuevos problemas surgidos, a lo anteriormente expuesto había que añadir, que la gente necesitada de ir olvidando el confinamiento había creado un caos en los aparcamientos de los pueblos de la sierra, entre otras razones porque este verano el turismo sería mayoritariamente nacional, la cuestión económica no estaba para viajes al extranjero, y otro tanto ocurría en las playas, que las autoridades correspondientes se veían obligadas a tomar medidas y limitar el aforo a las mismas, lo mismo ocurría en las Grandes Superficies, la limitación de aforos se puso a la orden del día.
Nunca se había visto tanto letrero por las calles con locales en venta, en alquiler, en traspaso, el cierre de negocios había propiciado que los famosos Fondos Buitre estuvieran haciendo su Agosto, la ocasión había propiciado que los precios de alquileres, ventas, traspasos, etc. Hubieran sufrido una rebaja espectacular, que solo beneficiaba a los especuladores, sin conciencia.
Por todo esto que ocurría Claudine se sentía una privilegiada de la vida, con la posibilidad de enderezar su vida a la carta, elegir entre varias posibilidades a cada cual mejor, y sentía remordimientos, ante el panorama que se vivía en las calles, así que dispuesta a elegir entre las opciones que le
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parecían inmejorables optaba por la segunda propuesta de Pedro, volver a la enseñanza, vocación un tanto frustrada de su marido y que sabía le había ocasionado muchas satisfacciones a lo largo de su carrera, atrás quedaba la primera con lo que descargaba en cierto modo a Pedro de tanta responsabilidad como suponía el cargo , hasta el punto que había notado que Pedro estaba más delgado, cosa que a ella no le parecía mal, si no fuera por causa de tanto trabajo, preocupaciones y angustias como estaba pasando en el Hospital. De paso contemplaba, que con el tiempo y dada la proximidad al pueblo natal de Pedro, cuando se acercara la hora de su alumbramiento, con qué mejor matrona que su suegra podría contar, y si en algún momento a Pedro no le fueran las cosas todo lo bien que deseara, estaba la tercera opción de ir a su pueblo y ejerce de médico.
Esto es lo que pensaba Claudine, pero no quería todavía pronunciarse ante su esposo, para dar lugar a que éste meditara tranquilamente cualquier decisión, sin que ella le obligara a tomar algo que no saliera bien y se sintiera responsable, pensaba y decidía que le comunicaría sin pretender imponer lo que a ella le parecía mejor, pero que la última palabra la dejaba en su mano, que era poco menos lo que pasaba siempre, que las iniciativas de Pedro eran tenidas en cuenta prioritariamente y después las suyas, algo que siempre le estaba
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recriminando su marido que le decía una y otra vez, que siempre tenía que cargar con las responsabilidades y esperaba que en alguna ocasión tuviera alguna iniciativa a tener en cuenta, pero Claudine no estaba dispuesta a correr riesgos y también sabedora que Pedro tomaba siempre las decisiones más oportunas y correctas.
Pasaban las horas, los días y el apremio por parte de Pedro, no podía esperar más, así que una mañana, cuando se disponía a incorporarse al trabajo en el Hospital, antes de despedirse le dijo a Claudine:
— Bueno, has decidido ya qué vamos a hacer, con qué nos quedamos… hoy tengo ya que decidirlo, así que dime algo —
Claudine respondía:
— Mira cariño, sin que te sientas obligado a nada, después de mucho pensarlo, me parece que la opción que más nos conviene a los dos, es la de que te incorpores a la Universidad, además ahora es periodo de vacaciones y tendrás oportunidad de ponerte al día, e iniciar una nueva vida dejando atrás tanto lío como tienes en el Hospital, además egoístamente pensando tendrás más tiempo para dedicarlo a mí y al futuro niño o niña que esperamos. —
Pedro, aliviado cambiaba de aspecto su rostro, se le notaba había coincidido con su
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preferencia, temía que Claudine hubiera pensado otra cosa y con un abrazo le dijo:
— Verás mi vida, estaba temblando que hubieras escogido otra opción, no hubiera sido lo mismo, pues mi pensamiento es también olvidar lo mío en el Hospital, relajarme y volver a dar clases que es lo que más me ha llenado en mi vida, compartir los conocimientos que a través de mis muchos viajes y vivencias en lugares tan variopintos he ido adquiriendo, formar nuevos doctores y buenos profesionales y de esta forma ver multiplicado mi esfuerzo gracias a compartir la enseñanza. —
— Así que, continuaba, hoy sin más dilación dejare clara mi postura, no negaré que mi propósito no es otro que dejar claro que no me encuentro lo suficientemente preparado para asumir sobre mis hombros tanta responsabilidad, que siempre tendrán mis puerta abierta para cualquier consulta y aquí paz y después gloria. —
Ya no había vuelta atrás, la decisión era definitiva e inalterable, en el aparcamiento del Hospital casualmente se encontró con uno de los médicos que formaban parte del Comité Sindical, que Pedro conocía como si de una piedra en el zapato se tratara, opinión que también compartía Armando pues en más de una ocasión se las había tenido que ver con dicho Comité Sindical y conocía de primera mano, las características de este individuo; el
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tal sujeto le conminaba a dedicarle unos minutos y le invitaba a tomar "algo" en el Bar, quería aprovechar el encuentro para comentarle la situación crítica creada entre los trabajadores del Centro como consecuencia de la Pandemia, Pedro se excusaba diciendo que llegaba con la hora justa a una convocatoria, en la que sin duda estaría él presente como miembro sindical y también a título de médico, que allí podría exponer las preguntas pertinentes al respecto y donde se daría debida cuenta al proceder de las mismas.
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Evitado, no sin mucho éxito éste personaje, continuaba junto a él dándole la vara apresurándose en desplegar las líneas maestras que trataría de defender a poco que le dieran voz en la Asamblea, durante el camino que conducía al Salón de Actos, en donde tendría lugar la reunión programada y anunciada, en él se encontraba lo más granado del Hospital, comenzando por los Médicos Especialistas, Socios numerarios, la Secretaria que tomaría nota para redactar el Acta de la reunión, y cómo no, una representación encabezada por el tipo de marras del Comité Sindical y Laboral compuesto por miembros de CC.OO Y UGT.
La secretaria dio lectura al comunicado motivo de la Asamblea y acto seguido cedió la palabra a Pedro, que puesto en pie, junto al atril de la plataforma que presidía el acto, tomo un poco de agua, abrió un papel que saco del bolsillo interior de su chaqueta y comenzó diciendo:
— Buenos días, saludos a los miembros componentes de este acto, pido disculpas por el dilatado período que he solicitado, con el fin de dar debida cuenta a cerca de la situación creada a raíz, primero, de la declaración de emergencia a causa de la Pandemia y en segundo lugar, por el fallecimiento de nuestro Director General y Presidente de esta Fundación. —
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— Ninguna de estas dos causas han sido motivo suficiente para interrumpir la buena marcha de este Hospital y prueba fehaciente de ello son los resultados positivos logrados, gracias a la responsabilidad y profesionalidad del personal sanitario y colaboradores, por ello y antes de seguir adelante quiero darles mis más sentidas y emocionadas felicitaciones —
Aplausos, surgidos espontáneamente por parte de los asistentes, al menos `por la mayoría.
Pedro continuaba:
— De todos ustedes es conocido, que por los hechos antes mencionados, se abre una nueva incógnita ante la disyuntiva del nombramiento de un Director General, y aquí es donde quiero informarles al tiempo que agradecerles, la confianza depositada en servidor para ostentar dicho encargo —
Nuevos aplausos, todos daban por hecho la aceptación por parte del ponente a dicho puesto de Director General y Presidente del Centro. Pedro continuaba diciendo:
— Siento mucho tener que comunicarles mi renuncia al privilegio de esta distinción, por otra parte inmerecida, al designar a mi persona para desempeñar dicho cometido. —
Los rumores comenzaron a sentirse con más intensidad en el Salón, corrillos cercanos a
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Pedro, asentían con estupor, algunos dibujaban una lejana sonrisa, unos por decepción otros con alegría disimulada y Armando, que presidía con la Secretaria y dos miembros de los Sacios, apenas podía dar crédito a lo que estaba oyendo. De nuevo pasados unos segundos, que Pedro había concedido en su intervención, seguro como estaba que su declaración iba a producir todo tipo de especulaciones continuaba diciendo:
— Durante el proceso de maduración de esta decisión, han pesado en mi tanto en lo profesional como en lo personal, algo que aprendí de mi padre, la sinceridad el ir con la verdad por delante, y en ese sentido les confieso que después de una ardua tarea de discernimiento, no me encuentro capacitado suficientemente para asumir semejante cargo. —
—Quiero agradecer la deferencia hacia mi persona que esta Fundación ha tenido para conmigo, y así mismo hago constar aquí, que estoy a la más completa disposición para aquello que sea requerido y competa a mis conocimientos profesionales que se me demanden—
— Por ello, doy por concluida esta Asamblea y convocatoria, en la seguridad de que entenderán y respetarán mi determinación. —
La Asamblea, cerró la intervención de Pedro con un largo y sonoro aplauso, como
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reconocimiento a lo acontecido, ya que no era muy frecuente que alguien rechazara semejante nombramiento.
Pedro cortésmente, fue saludando a cada uno de los miembros componentes de la Mesa Presidencial de la Asamblea, después al resto de los más conocidos, que se acercaban unos para felicitarle, otros para lamentar su despedida, algunos, sin duda, para agradecerle el servicio prestado durante su mandato, y posiblemente también quienes se alegraban por su desaparición. La cuestión es que Armando, no perdía la esperanza de al menos contar con la amistad recientemente suscitada entre ambos y con tristeza, le invitaba a compartir con él su última comida, Pedro acepto gustoso, dándose cuenta del sentimiento con que su amigo lo hacía, ambos se dirigían a un restaurante de comida típicamente argentina que Armando frecuentaba y tranquilamente, mientras degustaban las delicias culinarias del sitio, Pedro iba desmenuzando, sin entrar en detalles, los motivos, las consecuencias, el futuro de su determinación. Armando, ya más tranquilo viendo que era depositario de las primicias de su amigo, al confiarle estas declaraciones, le repetía lo que tantas veces le había comunicado en diferente situaciones, que contara con él para todo, incluso le proponía si era necesaria su ayuda para el traslado de sus enseres, pocos porque vivían de alquiler, le decía Pedro, en
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todo caso agradecía sobremanera esta disposición.
Al atardecer, una vez arreglados los asuntos en el Hospital, recibido el visto bueno de Armando en sus funciones de todavía Subdirector General, Pedro se dirigía a su casa libre del peso del cargo ostentado hasta ese último día, aunque algo le preocupaba y no sabía muy bien qué…
Una nueva etapa, se presentaba en la vida de Claudine y Pedro, no quería acelerar su ingreso en la Universidad, antes debería compensar a Claudine, con unas vacaciones de las que se sentía deudor, esta vez con días por delante deberían trazar un plan ambos que satisficiera tantos sinsabores pasados recientemente, sin prisas, con el día por delante, se personaron en la Agencia de Viajes de El Corte Inglés, para reservar un viaje que fuera inolvidable, allí se dejaron aconsejar por la señorita que les atendía, escuchaba sus prioridades y trataba de dar debida cuenta a sus preferencias por el viaje.
Pedro reservaba unos días, para el traslado y búsqueda de vivienda en Pamplona, donde ya había dejado todo previsto en la Universidad y a falta de ubicar su domicilio, lo más próximo a su trabajo. El Rector de la Universidad, que había tramitado todo el expediente de Pedro, al que ya le unía cierta amistad porque se conocían hacía tiempo, le
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recomendó un sitio para emplazar su nueva vivienda muy cerca del Campus Universitario, allí le comunicaba a Pedro, había una comunidad importante de profesores y una residencia de alumnos, con lo que se sentiría más integrado en el ambiente universitario, Pedro dio su conformidad y aplazaron para la vuelta de vacaciones, ir con su mujer a confirmar su nuevo domicilio.
Unos días, también para visitar a los padres de Claudine, que debido al azoramiento e improvisación de su marcha, habían quedado un tanto preocupados y era cuestión de girar una más que obligada visita, seguros de hacerles comprender todo lo sucedido. Pensaron también en pasar unos días en Legorreta, convivir con su madre, que a buen seguro saltaría de alegría al saber que les iba a tener tan cerca en un futuro inmediato.
Todo atado y bien atado, la pareja se disponía a olvidar todo, oxigenar su vida, vivir intensamente el frustrado viaje de novios a Venecia, recuperar el tiempo perdido, y perdonarse mutuamente el distanciamiento indeseado, que por motivos inesperados habían tenido que soportar. Las circunstancias debido a la Pandemia, no les había dado la posibilidad de elegir mucho dentro del viaje, no obstante en la Agencia les habían preparado un viaje por Europa, visitando sin prisas los lugares emblemáticos y con tiempo más que suficiente
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para no sentir agobio, dado el estado del embarazo de Claudine, viajes programados y reservados en vuelos cortos de una Nación a la inmediata, paradas en las principales ciudades europeas, hoteles y alojamiento con pensión completa, con el fin de que solamente deberían preocuparse de un mínimo equipaje de mano, y vivir intensamente el momento que les regalaba la vida.
En ello pusieron todo su empeño, atrás quedaban los acontecimientos negativos, ahora se abría un horizonte nuevo, y se disponían a gozar en plenitud esta oportunidad que la vida les presentaba, sin temores, sin más preocupación que regalarse un más que merecido descanso.
Cuando Celia y Ana fueron informadas de viva voz por sus hermanos de todo lo acontecido en tan pocos días, solo tuvieron el deseo de demostrar alegría porque consideraban era lo mejor para la pareja, se ofrecieron incondicionalmente para una vez establecidos en la capital navarra, ellas se comprometían para hacerles llegar los enseres personales que tenían en su casa, casa que por cierto habían acordado ambas ocupar dado los beneficios tanto de ubicación como las comodidades que presentaba y de esta forma, siempre tendría una casa en Madrid donde poder venir por temporadas.
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(FIN DE LA PRIMERA PARTE)
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(SEGUNDA PARTE)
Al comenzar esta Segunda Parte, me asaltan ideas preconcebidas como aquellas que dicen las malas lenguas, que: "Nunca segundas partes fueron buenas", tal vez el comentario que dudosamente se aplica al Capítulo IV de la Segunda Parte del Quijote y que Cervantes pone en boca del bachiller Sansón Carrasco, sea el motivo de dicha desventura; porque, ¡Voto a bríos!, como diría el Guerrero del Antifaz, que es tan buena la segunda como la primera, en la modesta opinión de quien esto escribe.
— ¿Bueno y a mí qué?…—
— ¿Acaso me debo a una Editorial, o escribo por encargo?—
— ¿O es que le va a importar a alguien, aquello que para servidor representa un puro entretenimiento, tenga que ajustarse a cánones establecidos? —
—Pues tanto me dá, guste o no guste, es mi forma de expresar mi desacuerdo con tantas cosas en las que no quiero encontrar coartada mi libertad, también la de expresión—
Por ello me animo a continuar con mi ¿Novela? ¿Relato?, qué más dá…
La cuestión es que no me aflojo por semejantes nimiedades, que estoy dispuesto a dar rienda suelta a lo que mi libre albedrío me depare en el menester de escribidor a que dedico parte de mi tiempo libre, dispuesto a
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emplearlo como mejor me convenga, es decir que me sirva de entretenimiento en las largas horas de confinamiento a que nos ha sometido la Pandemia.
El cuento de hadas había terminado, los sitios visitados, los países europeos del entorno les había proporcionado un descanso no solo corporal, también de espíritu, lo necesitaban sobre todas las cosas, en ese tiempo de sosiego se habían aclarado muchas cosas, situaciones límites promovidas por situaciones límite, todo quedaba atrás, solamente los recuerdos vividos en estas vacaciones y grabadas además de en sus pensamientos, también en instantáneas y videos para ser recordadas.
Se pudieron sacar la espina de su fracasado viaje a Venecia, surcaros las aguas de la Perla del Adriático, en un remanso y soñado silencioso paseo en góndola, solamente animado por el gondolero que con sus tarantelas hacía las delicias del par de enamorados, como en las películas, como en Anónimo Veneciano recorrieron plazas, calles, tiendas, comprando recuerdos de cristal de Murano, ensimismados en la contemplación tranquila de la Plaza de San Marcos, de su Basílica… De tantos monumentos y encantos como les presentaba la riqueza monumental veneciana.
Pero como no hay bien o mal que cien años dure, el pensamiento de la pareja estaba ya en otros menesteres, si se quiere menos prosaicos,
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más de andar por casa, además de una vida nueva que se abría ante sus ojos como un abanico y dispuestos a llevarla a buen término, renunciando tal vez, a caprichos y debilidades que el destino les había privado, dispuestos a enfrentarse una vez más a la dictadura mostrenca de los hechos. Cambiar de planes en tan poco espacio de tiempo, asimilar los nuevos roles que les imponía el destino, era tarea ardua; pero estaban preparados para vencer como en tantas ocasiones de la que ya tenían experiencia.
Al término del largo viaje, con las alforjas repletas, las pilas cargadas, el ánimo en lo más alto posible se disponían, Claudine a vigilar su estado de salud, era el momento de las rutinarias visitas ginecológicas, organizar un poco el inmediato traslado con su marido a Pamplona y tratar de no dejar algo para última hora, que pudiera complicarles la vida. Para ello contaba con la presencia de sus cuñadas que habían dispuesto trasladarse con sus enseres a la nueva vivienda, de la que se habían hecho cargo con inusitada ilusión, pues vivían en un apartamento del centro de Madrid, por cuanto significaba un alivio respirar aire puro de la sierra, que decía Ana jocosamente, con cuidado, no fuera que sus cuerpos acostumbrados a la contaminación tanto acústica como medio ambiental, el aire puro les fuera a sentar mal, y soltaba una carcajada acompañando el comentario.
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Por su parte Pedro, ya prestaba toda su atención a sus papeles, organizando la documentación necesaria que se le había solicitado, tenía a mano todo lo concerniente a títulos académicos, no es que se le hubiera exigido ningún Curriculum, pues ya era archiconocido no solo por sus noticias y publicaciones sino porque anteriormente había prestado sus servicios como Catedrático en Patologías Víricas, en dicha Universidad en la que se tenía muy en cuenta por su actualidad un artículo relacionado con la actual Pandemia, por el que Pedro aseguraba, que este Coronavirus, no era nuevo, que en los años sesenta ya se conocía y que la sorpresa venía al descubrirse el cambio continuado en cepas que sorprendían por su virulencia.
Este artículo había sido un tanto comprometido, en algunos foros incluso, se recibió con cierta ironía manifestando sombras y dudas sobre este científico joven profesor, un advenedizo decían otros, en tanto que en la mayoría de los casos era aplaudido por su intrépida y clara definición de la Pandemia para todos novedosa y desconocida.
Pedro, no tenía en cuenta estos comentarios, que sobre todo en las Redes Sociales, eran muy frecuentes y no le daba importancia, pues era consciente que cualquier persona sin autoridad alguna en cualquier
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materia, se atrevía no solo a dar su opinión, que faltaría más, sino a opinar sobre un terreno que les era desconocido y sin base científica alguna. Esperaba poder aclarar y si llegaba el caso argumentar en clase, si algún alumno se hubiera hecho eco de noticias semejantes, conocimientos y estudios no le faltaban, argumento tampoco dado su extenso currículum vitae.
Las fechas anteriores a la incorporación de Pedro a su nuevo trabajo, dieron para mucho, las visitas a los padres de Claudine, el disponer de días por delante, sin prisas, sin azoramientos, la visita de la pareja a los viñedos de su propiedad que se extendían por las orillas frondosas del Rin, vivir en primera persona la buena marcha de los caldos en su bodega, todo contribuyó a que el padre de Claudine se sintiera como decía exclamando en un medio francés, medio alemán:
— ¡"le septième ciel"!, Und —
et
— ¡"der siebte Himmel"!—
Me encuentro:
— ¡"en el séptimo cielo"!".—
Miedo les daba a la pareja tener que comunicar a la familia que solo estarían unos días, pues veían a los padres de Claudine colmados de felicidad con su presencia y sentían muy profundamente que:
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"La alegría, durara tan poco en casa de los pobres"
Así que procuraban poco apoco que no se fueran haciendo ilusiones y a la idea, de que estaban por largo tiempo, pues además deberían ir por Legorreta y cumplimentar con una larga visita a la madre de Pedro, que al fin y al cabo estaba más sola que la familia de Claudine. Todo esto ocupaba parte del pensamiento tanto de Pedro como de Claudine, y decían con cierta amargura, que nunca la felicidad es completa, pero trataban de ir compaginando las buenas cosas con otras menos felices.
En Legorreta, todo eran parabienes y alegrías con la presencia del matrimonio, a la llegada al pueblo se hizo necesaria la visita obligada al cementerio, ya en el panteón familiar, Claudine depositaba un ramo de flores frescas y Pedro dejaba caer unas lágrimas por su profundo dolor, por la pérdida de su padre a quien le hubiera gustado tratar más personalmente en su enfermedad.
Pedro se decía una y otra vez:
— ¿Para qué servían sus amplios conocimientos, en materia de virus y pandemias?—
— ¿De qué le había servido a su padre, sus tantas horas de estudios, tantas experiencias en países extranjeros, tantas Conferencias,
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Estudios, Simposios, etc. Si a la hora de la verdad se había dejado ir a lo que más quería y reverenciaba, la persona de su progenitor…?
Claudine que ya conocía el profundo dolor que embargaba a su marido, que se sentía un tanto responsable de la muerte de su padre, le abrazaba tratando de consolarle, aunque era consciente de que no lo lograría, y le decía:
— Cariño, no te martirices, no te culpes, echa fuera de ti esa absurda idea de que podías haber hecho más de lo que hiciste, hiciste lo mejor, dejar en manos de un inminente doctor el cuidado personalizado de papá, tu no habrías podido hacerlo mejor, pues los doctores tienen una amplia práctica en el tratamiento de de este tipo de situaciones, sobre todo de enfermos en UCIS —
Pedro, inconsolable, no obstante apreciaba las palabras de Claudine que no caían en saco roto, era un consuelo para él, comprobar que tanto su madre como Claudine y sus hermanas, eran sabedoras de la pena que le afligía y constantemente le estaban dando ánimos para olvidar, en lo posible, tanto como habían pasado.
Ya en las primeras horas del encuentro, se notaba que el alborozo en casa iba creciendo y día a día Pedro y Claudine acompañaban a su madre todo el tiempo posible, los largos paseos hicieron que Claudine conociera los rincones y bellezas del pueblo, visitaron bodegas y
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tabernas muy típicas por aquellos lares, gustaron de las delicias de los pinxos y de la compañía de los clientes de estos lugares, siempre con comentarios positivos y recuerdos nostálgicos de D. Pedro, a quien tenían en una especial consideración.
También se encontraron con las amistades más próximas a D, Pedro: El Alcalde, el Cura, el Boticario, el Sargento de la Guardia Civil y giraron visita al Centro de Mayores donde se había notado, y mucho, la ausencia del Doctor, amigo y bienhechor del Centro.
En el escritorio o despacho de Don Pedro, vacío en el más amplio sentido del término, se encontraba ahora su hijo, que se disponía a "destripar" el Diario de su padre.
Temblaba Pedro, esperando no violar bajo ningún concepto este manuscrito, le atormentaba la idea sin embargo de dejarlo poco menos que en el olvido, en el ostracismo y no merecía ese tratamiento, seguramente sería una ignominia por su parte al menos no ver de qué trataba y tal vez encontrar algo que ya sabía de su padre, una integridad a toda prueba, una sinceridad que personificaba su forma de vida, tal vez consejos o recomendaciones, confesión de sus errores y arrepentimiento, en definitiva un Vademécum, era como realizar una exhumación de la vida del Doctor.
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«Se disponía a levantar una lápida que ocultaba la esencia de los pensamientos más profundos de su padre».
Sin más dilación, ahora sí, tembloroso, con respeto, también con la conciencia de un deber cumplido, más que una morbosa curiosidad, queriendo sacar a la luz, la grandeza de su padre que era notoria y por otra parte dando cumplimiento a un mandato indirecto de su madre, que le había dado plenos poderes para hacer y deshacer en los asuntos del cabeza de familia, deslazaba la cinta que abrazaba el manuscrito, le volvía a intranquilizar el membrete atravesando las tapas del diario que decía claramente: "PRIVADO", cerrando los ojos abrió el Diario, Memorias, o lo que el tiempo diría de qué se trataba…
En un primer momento, no quiso detenerse mucho en el contenido del diario, una preciosa letra componía aquella "sinfonía" con que su padre había ido desgranando lo para él más importante, lo que desmentía la mala fama de que la letra de los médicos era poco menos que ilegible, importantes acontecimientos del día a día, para dar fe, de su buen hacer de lo mejor de su vida, de lo que realmente importaba a su juicio y solamente había que leer los titulares marcados con rotulador, de aquel vasto terreno, que parecían los surcos de un frondoso viñedo, a medida que pasaba páginas y comprobaba,
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los titulares que a Pedro hijo le llamaban poderosamente la atención:
« MIS PRIMEROS AÑOS ESCOLARES»
«AMORES DE PRIMAVERA»
«MIS AÑOS DE ESTUDIANTE»
«MI VIDA EN MADRID, MÉDICO "MIR"»
«EL AMOR DE MI VIDA
MI COMPAÑERA»
«OPOSICIONES
PLAZAMÉDICO
DEFAMILIA»
«MI GRAN AMIGOAURELIANO»
«SOY PADRE POR PRIMERA VEZ» «EN EL CENTRO DE MAYORES»
«LA BODA DE MI HIJO PEDRO»
Y así fue conociendo Pedro, lo que sería, sin duda, una apasionante vida, la de su padre que ahora adquiría tratamiento de "muy importante"
Se prometió no tocar ni una coma, es más respetaría el tratamiento que su padre había dado a los textos, sin tocar nada, tal cual…Los transcribiría respetando el formato original del manuscrito, sin reparar ni en ortografía, sintaxis y signos de puntación, así lo pongo en obediencia a lo que me dicta mi conciencia.
¡Qué oportunidad! volver a estrechar lazos de unión con su padre, ahora iba a saber de primera mano, quién era verdaderamente su modelo para la vida, pues en este tipo de confesiones, sin filtros, sin recato, con la verdad
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por delante, sabiendo que todo quedaría en lo más profundo de lo secreto, su padre sin duda se habría vaciado, habría expuesto sus puntos de vista, sus creencias profundas o no, sin cortapisas o censura de algún tipo; era el momentazo tan esperado, aunque quería ir despacio, a paso de gato, para no hoyar el fecundo terreno en el que su padre habría sembrado lo mejor de sí mismo.
Sin embargo, se planteaba preguntas y más preguntas, siempre con el pretexto de, antes de entrar en harina y los entresijos del asunto, encontrar algo que le diera derecho a ello. Se decía:
— ¿Qué le mueve a una persona a escribir su diario, si lo que pretende es que permanezca en secreto?—
— ¿No carece de sentido, salvo tenga un fin determinado?—
— ¿Qué criterio, personal, le mueven a alguien a escribir un diario, sino es para que un día, que tal vez nunca llegue, se abra a la luz y sirva para algo a alguien ?—
No le entraba en la cabeza, que su padre tan recatado, tan tímido, tan realista, tan todo… se le hubiera ocurrido escribir un diario, así porque sí, pero seguro estaba encontraría alguna explicación, motivo suficiente para haberlo llevado a cabo, más adelante se vería, todo eran en este momento, conjeturas, elucubraciones y preguntas que le venían a la mente, para acallar su conciencia y buscar una
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excusa para verlo. En principio solamente se quedaba con los titulares, por así decirlo, de las diferentes etapas de la vida de su padre, no quería ahondar con prisas y decidió, cerrarlo y esperar momento más propicio, eso sí, le acompañaría a su vuelta a la rutina y lo tendría como si de la Biblia se tratarse.
Y como en tantas recientes ocasiones, había que bajar de las nubes, pisar suelo y empezar a ganarse el pan de cada día, todo dispuesto en Pamplona para que Claudine acompañada de él, decidieran cual iba a ser su residencia, acompañados también por el Rector de la Universidad que se prestó incondicionalmente a ello, él a su vez, en su día, había tenido que pasar por este trámite, aunque siempre lo mejor, le decía a Pedro:
— En estos asuntos de buscar casa, siempre debe ser previo consenso de las mujeres, yo tomé la determinación de dejarlo en manos de la mía y nunca hubo quejas por su parte —
— Pedro confiaba en la experiencia del rector, que sin duda por sus largos años ya conocía las debilidades y apetencias de las mujeres —
— Así lo haré, le confirmaba Pedro, no `pienso contradecir a mi esposa, además será ella quien pase la mayor parte de los días en la vivienda —
Visitaron varios pisos, que debido a las vacaciones de verano y también a los efectos de
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la Pandemia se encontraban vacíos y de libre disposición, esta situación les daba la oportunidad de elegir entre un abanico de posibilidades, a Claudine le entró por el ojo un ático precioso, con unas espectaculares vistas de la ciudad, rodeada de bosques, que para ella eso era de vital importancia, cerca de supermercados y Centros Comerciales como El Corte Inglés, Ikea, etc. y además, con piscina comunitaria, trastero individual y plaza de garaje, el entusiasmo rayando en desbordante alegría hicieron que definitivamente no miraran más, allí habían encontrado algo muy a su medida y no había que dar más vueltas.
El Rector, les anunciaba:
— Mirad mi casa está también en el mismo Campus Universitario, de ahí mi recomendación puesto que conozco muy bien la urbanización —
— Le he encargado a mi esposa prepare un ágape de bienvenida a los nuevos vecinos y al nuevo profesor y esposa —
Así pues se dirigieron al domicilio y el ágape se convirtió en una animada comida, que duró hasta bien entrada la tarde.
Fueron muchos los detalles de cariño que recibió Claudine, por parte de la esposa del Rector,
Era consciente la señora, de la visita tan especial y comentaba:
— Ahora más que nunca, necesita Claudine, del apoyo y cercanía de alguien que
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tenga en cuenta el trastorno que supone cambiar de ciudad y costumbres y más aún encontrándose embarazada —
Claudine sonriendo aceptaba la oferta:
— Me siento anonadada, y en deuda por la atención hacia mi persona, sin apenas habernos conocido, espero corresponder y estar a la altura y no defraudarles —
En tanto, Pedro y el Rector en animada charla, con una copa de Coñac El Cardenal en la mano, recostados en un sofá de cuero, frente a un ventanal, desde donde se divisaba el Complejo de la Ciudad Universitaria, trazaban las primeras líneas a seguir en fechas inmediatas, en las que daría comienzo el nuevo curso.
Pedro solicitaba su ayuda:
— Soy veterano en el asunto de la enseñanza; espero conocer el nuevo Claustro de profesores, porque habiendo perdido el hábito de compartir clases, me da un poco de temor no estar a la altura de lo que de mí se espera y caerles lo mejor posible —
El Rector descubría la incertidumbre rayando la preocupación máxima de Pedro y tratando de convencerle tranquilizándole le aseguraba:
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— Es lo normal, eso es lo que siente cualquier profesor, por muy veterano que sea, al comienzo del curso, a mí también me ocurra, que días antes no puedo conciliar el sueño, a pesar de mi larga carrera en estas lides —
De paso continuaba el Rector:
— Quiero comunicarte algo, que puede sorprenderte. Te he propuestos para Vicerrector, con el consejo y aprobación del Claustro. —
Es, continuaba, imprescindible esta nueva figura, porque:
— Necesitamos mantener el prestigio de la Universidad y que sin duda tú nombre pondrá en primera línea; así que en el próximo inicio de curso en el que nos reunimos todo el profesorado, alumnos y personal administrativo de la Universidad, en el Aula Magna, serás proclamado nuevo Vicerrector —
Pedro no daba crédito y nuevamente manifestaba, no solo su sorpresa, también la alegría por el nombramiento:
— Espero tener la confianza del profesorado en la misma medida que usted tiene para conmigo, trabajaré para no defraudar tanto al Claustro, alumnos y padres de los mismos —
En la Convocatoria , que daba comienzo al Curso 2020/21 en un programa de mano preparado para el Evento Académico, con los Profesores asistentes togados como correspondía un acto tan importante, en
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presencia del Decano, era presentado el nuevo Vicerrector y Profesor:
Un honorable Emérito Profesor, jubilado, invitado al Acto leía con voz casi apagada:
—Don Pedro Osorio Fidalgo, Titulado Académico, Doctor e Investigador de Enfermedades Tropicales, Virólogo Laureado por diferentes universidades europeas, y americanas; como consta en su amplio Curriculum. Será a partir del presente Curso el nuevo Vicerrector —
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El público presente, irrumpió en un largo aplauso…
No podía empezar con mejor pie el Catedrático Profesor, con el beneplácito del Rector y la aquiescencia del Claustro de Profesores, que previa consulta, habían dado el visto bueno a este nombramiento, conocedores de la vida y milagros del nuevo Profesor y compañero.
El Programa para el Curso, editado por la Universidad, siguiendo las instrucciones del Ministerio de Educación, que para el caso de las Universidades confecciona un grupo de expertos profesores y doctores, con amplios conocimientos en el terreno de la docencia, en lo relativo al curso que debía impartir el Doctor D. Pedro, se refería muy especialmente y haciendo hincapié en el tema de la busca y desarrollo de una "Vacuna" ante la Pandemia de Coronavirus, que afectaba de manera prioritaria a la salud pública, sin abandonar el resto de asignaturas que generalmente componían las materias del curso correspondiente.
El primer día de clase y ante las desconocidas caras de los alumnos, el nuevo Profesor se estrenaba diciendo:
— Buenos días, soy Pedro, vuestro Profesor para el curso presente, no voy a soltaros un
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discurso que sin duda os parecería un rollo, iré al grano de la cuestión —
— Primero os quiero pedir os presentéis, para que os vaya conociendo —
Así lo fueron haciendo y continuaba:
— Mi primer deseo es haceros saber, que mi propósito para este curso, es enfrentarnos todos juntos, a un reto marcado por las Autoridades Sanitarias del país, como es encontrar un "Vacuna" con que paliar los terribles destrozos tanto en la salud como en la economía mundial, está produciendo esta Pandemia —
Tarea decía, nada fácil:
— Pero el reto merece todo el esfuerzo y dedicación por parte, eso sí, de un grupo de voluntarios que quieran llevar adelante el proyecto. —
Con el prestigio de que gozaba el Profesor, fueron varios voluntarios quienes se prestaron para después de las clases reglamentarias y siguiendo el programa, dedicar parte de su tiempo libre a la Investigación, al frente del Profesor, y tratar de conseguir la ansiada Vacuna, seguros que les proporcionaría, caso de conseguirlo, un relevante reconocimiento, aunque esta no sería la primera vez que un grupo de investigadores de dicha Universidad, descubrían fármacos, que oportunamente ante la aparición de una enfermedad, habían obtenido un éxito reconocido en el campo de la medicina, aunque
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ciertamente era la primera vez que se enfrentaban a una Pandemia de las características del Covid -19; pero el interés por conseguirlo no les iba a echar para atrás.
Un grupo formado por Pedro y cinco de los quince alumnos que componían el número de la clase del curso, se presentaron voluntarios, para comenzar un trabajo largo y difícil con la incógnita y dudas de éxito.
En el Laboratorio Universitario, se les reservada una hora para no ser interrumpidos, con las prácticas que de forma regular se llevaban a cabo por los diferentes cursos, comenzaba el planteamiento del Investigador y Virólogo que reunidos en foro les exponía:
— Primero, quiero que tengáis en cuenta, que nos enfrentamos a un trabajo desconocido y para ello sepáis que vamos a tenerte muy presente en este estudio, la experiencia obtenida por colegas míos, con quienes he colaborado en distintos campos —
— A mi modo de ver, se han obtenido éxitos a nivel local en países del llamado Tercer Mundo, donde carecen de lo esencial para investigar, concretamente os quiero hablar de Yemen —
— Allí , es donde un grupo de compañeros míos están tratando de conseguir en atajar el virus del Covi-19, mediante un tratamiento experimental a base de plantas, hierbas y especias como ajo, cúrcuma, jengibre, costus índico, etc. —
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—Pienso que la solución puede venir por ahí, si bien trataremos de evitar cualquier efecto negativo para la salud, y poner al servicio de la Investigación todo lo relativo a pandemias, como el Ebola, enfermedad de muy parecidas características al Coronavirus, tanto en su contagio como en la rápida transmisión y la causa de muertes en número muy elevado, en cuya investigación tuve el honor de participar y me encontré envuelto en el año 2014, junto con investigadores europeos y norteamericanos, obteniendo grandes avances para atajar dicha pandemia.—
El entusiasmo del grupo de voluntarios, de poder trabajar con tan insigne personaje, les daba alas, aunque fuera en un Estudio Piloto, para dedicar cuantas horas fueran necesarias, pensaban en la oportunidad única que se les presentaba y estaban dispuestos a dedicar los esfuerzos necesarios para llevar a buen término el trabajo.
Los investigadores así como los profesores de la Universidad preguntaban a Pedro por la marcha de las investigaciones, este respondía:
— Es cuestión de dedicar tiempo y recursos para llevar adelante el Estudio del Proyecto, y al parecer no es el momento más propicio, pues los rebrotes de la pandemia se están multiplicando cada día y las Autoridades Sanitarias junto con el Gobierno, están volcados aplicando nuevamente, tanto medidas
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económicas como restrictivas, así como el máximo esfuerzo en para estos nuevos y temidos contagios —
Continuaba:
— Para ello se han vuelto a reactivar medidas que se habían relajado con el final del Estado de Alarma, solo hay que contemplar las imágenes en televisión: Carreteras inundadas de coches con sus retenciones y caravanas camino de las playas, los aforos establecidos sobrepasando todas las reglas de higiene dictadas, el hacinamiento sin guardar las distancias marcadas, el uso aleatorio de mascarillas, las reuniones y botellones sin medir las consecuencias, mientras se vuelve a poner en cuarentena los Centros de Mayores, las Residencias y los hospitales vuelven de nuevo a temblar… Por tanto los recursos dedicados a la Investigación son escasos y están poco menos que en tierra de nadie. —
A pesar de la situación, preocupante sin duda, los trabajos de Laboratorio seguían adelante, todos los avances eran contrastados por otras Universidades y otros Laboratorios, puesto que se había generado un criterio universal para estar en sintonía y no ir cada uno por su cuenta, en este sentido, Pedro enviaba todos los días los avances, pruebas, descubrimientos, trabajos en que se estaba investigando, dando pelos y señales de todo ello, otro tanto hacían el resto de investigadores de todo el mundo, conscientes de que la unión
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hace la fuerza y en un Centro de Coordinación en China, nombrado para el efecto, se recibían a diario los informes, se computaban y relacionaban todos, y al final en un comunicado general se daba debida cuenta de todo ello o al menos de los contenidos más positivos, para que el desanimo no cundiera y se continuara trabajando. En todo caso preocupaba y mucho también, la sensación de inseguridad que se vivía en el momento en todo el mundo debido a los rebrotes de la Pandemia, más de doscientos Laboratorios del mundo trabajaban sin cesar en busca de la Vacuna que pusiera fin a la Pandemia y la OMS aseguraba que quince de ellas estaban ya probando en Fase Clínica, es decir en pacientes voluntarios, alguna de estas vacunas. Se buscaba que el objetivo principal real, fuera al menos garantizar la compatibilidad de Test, fármacos y vacunas a precios asequibles a los distintos países y libres de licencias para su distribución.
Pero la vida de Pedro no consistía solamente en su trabajo de Profesor en la Universidad, había otras importantes tareas en su vida que atender: Atención matrimonial, relaciones sociales, amistades, familiares, incluso asuntos de tipo económico. En este último apartado su amigo Armando le había conseguido la mejor de las liquidaciones posibles correspondientes a su anterior puesto en la Fundación Jiménez Díaz, recibió una importante suma como liquidación a su empleo
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como Director General de la Fundación, en ella se contemplaban epígrafes y felicitaciones por asuntos como:
"Dedicación exclusiva al cargo"
"libre disposición para difusión de sus conocimientos médicos"
"Creación de sistemas para mejoramiento y asistencia de pacientes"·
En definitiva, un reconocimiento por los laboriosos pero eficaces métodos empleados para crear un organigrama que funcionaba a la perfección, la creación de una Subdirección General, todavía en vigor, que los Socios Médicos del Hospital, se resistían a realizar cambio alguno, viendo que la Pandemia estaba todavía presente, amenazante por nuevos rebrotes, que funcionaba todo sincronizadamente en todos los departamentos, las pautas e iniciativas llevadas a cabo por su antecesor y convencidos de que cuando algo funciona bien, es absurdo cambiarlo o tratar de mejorarlo, que en opinión de Armando sería peor el remedio que la enfermedad, pues todo iba sobre ruedas y en el peor de los casos, ya había la suficiente experiencia como para enfrentarse a esta nueva realidad.
Todas estas consideraciones que en una carta aparte recibía Pedro le llenaban de satisfacción por el deber cumplido y es más, había un comentario o recomendación al final de la carta, donde se le dejaba bien claro, que estaba la puerta abierta para si en un futuro
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cambiara de criterio y quisiera volver al Hospital, en cuyo caso sería recibido con los brazos abiertos.
Claudine, se encontraba en avanzado estado de gestación, le habían realizado entre las pruebas pertinentes, una ecografía, que enseñaba a Pedro con la alegría de saber que todo iba según se esperaba, por cierto se sabía que lo que estaba a punto de llegar era una niña, algo que a Pedro le causó una especial emoción, aunque había repetido hasta la saciedad:
— A mí me dá lo mismo sea niño o niña, lo importante repetía es que venga bien —
Su esposa no tardó en enviar a sus cuñadas y a sus padres la ecografía, por whatsApp, en la seguridad de que la alegría que ahora sentía el matrimonio, sería compartido sin duda por ellos.
Pedro, obtuvo una copia de la ecografía y la puso en lugar preferente en un marco de la mesa del despacho de su casa, era la fotografía actual de su "niña", como alardeaba ante sus amigos, y lo iba contando en sus círculos más privados por lo que todos le daban la enhorabuena por la feliz noticia.
Los pensamientos de la muerte de su padre, en momentos puntuales e importantes y este lo era, volvían a inquietarle:
— ¡Cómo se hubiera alegrado su padre al saber que iba a ser abuelo por primera vez!—
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— ¿Y su madre, ya estaría empezando a buscar nombre para la niña?—
— ¿Se llamaría Karmele o tal vez Agnès, como su abuela materna?—
Era consciente de que la noticia bien valía una celebración y con todos los reparos respecto al estado de Claudine, organizó una cena de honor que tenía como invitados principales, al Rector y su esposa, cumplimentándoles de esta forma los muchos desvelos de la esposa del Rector, como se estaba tomando por Claudine y las también no menos atenciones que el Rector tenía par con él, en el trabajo, y a título personal.
Encargó la cena para que fuera servida en su domicilio, en un Restaurante que prestaba no solo el servicio de catering sino también la asistencia personal de los camareros, vajillas y todo lo correspondiente a la planificación y servicio de la cena, resultó de lo más satisfactoria y tanto Pedro como su interlocutor, se prometían realizar en más ocasiones eventos de esta naturaleza, muy satisfechos por cómo habían transcurrido las tres horas largas que duró la cena.
La cortesía que Pedro y Claudine habían tenido para sus amigos y vecinos, fue muy reconocida por el matrimonio invitado, diciendo a su despedida;
— Todo ha resultado magnífico y queda pendiente que la próxima cena será en nuestra
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casa, Pedro asentía y les agradecía su presencia, lo que estrechaba más su amistad.
Pocos días después del exitoso evento, Claudine comenzaba a manifestar unas molestias que no eran compatibles con su estado de embarazo, de inmediato saltaron las alarmas, ahora Pedro no estaba en el Hospital para dedicarse a ella, sin embargo dada su condición de médico, removió como suele decirse "Roma con Santiago" y con la ayuda influyente del Rector, consiguió fuera ingresada su mujer en un hospital de referencia de Pamplona La Clínica Universidad de Navarra, centro privado con mejor reputación de España,
Aunque el embarazo no era preocupante, pues todas las pruebas eran de carácter positivo y dentro de lo normal, se temía que hubiera sido contagiada por el Covi-19 y aquí es donde Pedro ya empezó a tener nuevamente dolor de cabeza, todo marchaba sobre ruedas y de momento, como si de un castillo de naipes se tratara, parecía venirse todo abajo. Los médicos que la atendían comprendiendo su estado, no querían correr riesgo alguno y convencieron a su marido para que la dejara ingresada con el fin de realizarle las pruebas y analíticas pertinentes y lograr saber si se trataba o no del contagio.
Nuevamente sobrevolaban en el pensamiento y el subconsciente de Pedro, los acontecimientos de tiempos pasados que como
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fantasmas aparecían una vez más consiguiendo intranquilizar la armonía de su vida. Una tormenta de verano con una furia inesperada, desataba toda su fuerza, el cielo se rasgaba con todo el furor de truenos y aparato eléctrico, como queriendo acompañar al desconsolado Pedro en su desdicha.
A pesar de todo, la vida seguía, los avances en el Laboratorio iban por buen camino, las clases empezaban a ser apreciadas por los alumnos, que con inusitado interés asistían a las clases magistrales del Doctor, tratando de dar cumplida cuenta al encargo realizado por las Autoridades Sanitarias, habían obtenido algo que significaba estaban en el buen camino, querían asegurarse antes de dar pasos en falso, que un nuevo medicamento en animales en prueba había dado resultados positivos; pero Pedro acostumbrado a el principio de toda investigación científica (ensayo-error) no daba cuenta pública de ello, el camino era largo y había de realizar pruebas y más pruebas, ensayos clínicos en cobayas y luego, con un tiempo por delante se verían los resultados.
Del Hospital, donde se encontraba ingresada Claudine, se recibían las peores noticias, había dado positivo en contagio de Coronavirus, algo que derrumbaba las ya mermadas facultades físicas de Pedro, pues salía de Guatemala para entrar en Guatepeor…
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Las restricciones para visitarla, en su calidad de médico epidemiológico, no contaban para él y pasaba horas y horas tratando de atajar la evolución de la enfermedad, esta vez, se decía, no puede ocurrirme lo mismo que con mi padre. Reuniones y más reuniones con los Especialistas del Hospital, daban como resultados que aunque estaba infestada, se encontraba la infección en fase muy incipiente y los órganos vitales apenas se había manifestado hubiera sufrido daño alguno, eso le tranquilizaba a Pedro, que no daba crédito le pudiera ocurrir tanta desgracia en tan poco espacio de tiempo.
Lo más preocupante, decían los médicos que asistían a la enferma, era su avanzado estado de gestación, temiendo no ya el contagio, algo improbable al feto, sino que se pudiera producir un aborto espontáneo, nueva situación que tiraría por tierra las ilusiones del matrimonio primerizo. Los médicos le aseguraban a Pedro estar poniendo toda la carne en el asador, tratando de evitarle todo tipo de dudas que contrariaran la marcha de su vida normal.
Pedro, comunicaba a sus hermanas y familiares de Claudine la nueva situación, que para no crearles alarma innecesaria, les decía estaba totalmente controlada. Sus hermanas estaban dispuestas a presentarse en Pamplona a poco que a Pedro no le disgustara.
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Fueron unos largos y amargos días, y en la soledad de su casa Pedro, que no encontraba consuelo, lloraba, se desesperaba, se desahogaba como una medida de protección que la naturaleza le aportaba ante situaciones de este tipo, investigaba, consultaba, pasando las noches la mayor parte del tiempo en vela, llegó incluso a contactar con su amigo Armando de la Fundación Jiménez Díaz a quien puso al día de lo que le sucedía, Armando a su vez se hacía cargo por lo que estaba pasando su amigo, entablaba videos llamadas con él, para de viva voz pulsar en qué situación se encontraba, lo comentó con los doctores del Centro que se interesaron en conocer en qué estadio se encontraba Claudine, con el fin de si podían echar una mano, solicitaban informes de sus colegas médicos y del tratamiento que le estaban aplicando, y dieron su aprobación sin paliativos, los métodos empleados era lo que en estos momentos se podía hacer en tanto no apareciera la famosa Vacuna, que salvaría infinidad de vidas.
El Rector de la Universidad, viendo por la situación que atravesaba anímicamente Pedro, le eximía de sus obligaciones, le propuso un receso en sus clases, algo a lo que Pedro se negaba, porque decía:
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— No puedo aceptar, sería cargar a otro profesor las asignaturas de los últimos cursos de carrera, cursos ya avanzados en los que se requiere una atención muy especial —
— Además está el trabajo de Laboratorio, que se encuentra en fase avanzada, mis alumnos y yo mismo, abrigamos grandes esperanzas en muy próximas fechas, y quién sabe si en un momento oportuno, consensuado con los doctores, podría llevarse a efecto un tratamiento experimental con mi mujer, pues efectos negativos tanto para ella como para la niña no existen, al tratarse de un fármaco a base de hierbas y especias de origen tropicales, cuyo resultado yo conozco en casos similares dieron fruto —
Y continuaba:
— Solo espero, que llegado el momento de esta aplicación, los doctores no crean se trata de una medicina alternativa, poco menos que la que aplican los herbolarios y la medicina llamada homeopatía, algo propio de hechiceros —
— No es el caso, y tampoco me voy a prestar a suministrar un tratamiento experimental a la persona que más quiero en este mundo, si existiera la más ligera duda de que el tratamiento en que estamos trabajando, fuera a producirle algún efecto secundario por pequeño que fuera, ni se me pasa por la imaginación —
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Fueron verdaderamente unos días que a Pedro le parecieron los peores de su vida, solo le animaba pensar una vez más para salir de esos momentos tan complicados, que: "No hay bien o mal que cien años dure" y de la misma manera que había terminado la reciente tormenta de verano desatada con todo su poderío, no tardaría mucho en solucionarse el estado de salud de su mujer.
Todos los días, y siempre que le era posible, visitaba a la enferma en el hospital, hoy le llevaba un ramo de margaritas, las flores preferidas de Claudine, porque estaba comprobando la mejoría progresiva que experimentaba su esposa y compartía con los médicos, que lo peor ya había pasado, unos días más y todo habría concluido.
Previniendo el momento del alta de Claudine, recordaba el ofrecimiento de sus hermanas para venir a Pamplona cuando les fuera requerida su presencia; pero a Pedro le parecía mejor, dada la proximidad local, llamar a su madre, que apenas tenía trabajo en Legorreta, los pocos nacimientos que se pudieran producir en el pueblo, actualmente eran atendidos desplazando en ambulancia a las parturientas a la Capital, de tal modo que Doña Carmen la Comadrona, había cambiado prácticamente su profesión por la de Practicante, y eso le permitía poder prescindir temporalmente sus servicios, que además eran atendidos en cualquier caso por un suplente,
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que visitaba los apartados y diseminados caseríos a diario, como hacía el Cura, decía Doña Carmen.
Para cuando se produjo el alta, esperado, de Claudine, en la casa ya estaba todo dispuesto para ser recibida, ramos de flores adornaban todas las estancias de la casa, la nevera repleta de alimentos, bebidas y lo necesario para no Andar con preocupaciones en un tiempo, la limpieza realizada a fondo por una Empresa Especializada en Limpiezas Domiciliarias de interiores, incluidas alfombras, cortinas, etc. Todo como le gustaba a Claudine, estuviera su casa en todo momento.
La presencia de Doña Carmen, emocionó a Claudine, que al ver su presencia en la casa, rompía a llorar diciendo:
— Por favor, que no quiero ser causa de tanto desajuste, que ya me encuentro bien y agradezco tanto mimo como me dispensáis. —
Tanto Pedro como su madre le decían:
— Mira, ahora lo que toca es atenderte en todo aquello que necesites para tu total recuperación, tu estado requiere cuidados las veinticuatro horas del día y quien mejor que uno de nosotros se haga responsable de tus cuidados —
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— Gracias, no sé cómo os podré pagar tantos desvelos y atenciones para con mi persona. —
A lo que respondía su marido:
— La mejor forma, es que te pongas del todo bien, que recuperes tu fuerza, que vas a necesitar no tardando mucho —
— También quiero sepas, que cuando se acerque el momento de tu alumbramiento, si quieres llamamos a tus padres, para nos acompañen en momentos tan importantes de nuestras vidas, toda la familia reunida —
Claudine se reponía, daba frecuentes paseos por el entorno de la casa, siempre en compañía de la maman (como ella llamaba a Doña Carmen), Pedro ya inmerso en sus clases y el Proyecto en busca de la Vacuna, con el ánimo sosegado, daba cuenta de los avances conseguidos y probados en animales, siendo felicitado por sus colegas y presumiendo sería, si no la panacea, al menos un paliativo muy a tener en cuenta.
Un buen día, las hermanas de Pedro eran recibidas en Estación de Ferrocarril de Pamplona, habían tomado un AVE y se personaron en la Ciudad a petición de su hermano, que veía como se aproximada la hora del parto de Claudine, no quería correr riesgos después de lo pasado recientemente y toda la
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ayuda, al menos presencial de sus seres más queridos era conveniente, otro tanto haría días después con los padres de su esposa, esta vez les pillaba más cerca el viaje…
En casa todo era una fiesta, pendiente del acontecimiento todos los miembros de la familia, se felicitaban por la buena idea que había tenido el matrimonio de reunir a toda la familia, la casa permitía holgadamente el alojamiento de todos, si bien solamente tenía una habitación de invitados, Celia, Ana y su madre, se habían ubicado en una habitación lo suficientemente grande para instalar tres camas y dejaron para los padres de Claudine la habitación de invitados, todos estaban tan contentos que a la hora de las comidas se convertían en una verdadera fiesta, que compensaba tantos momentos amargos como habían tenido que superar.
Ante la inminente fecha ya salida de cuentas en dar a luz, Claudine, para no correr riesgos fue ingresada nuevamente en el Hospital, aunque esta vez voluntariamente para ser atendida en el pre-parto con todas las garantías. Como pasaban las horas, sin que se produjera espontáneamente el parto y el feto no parecía tener interés en aparecer, tal vez el mundo que le espera no era el mejor de los escenarios posibles, los médicos decidieron provocar el parto, argumentando razones tales como:
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— Es primeriza, se ha cumplido el ciclo, acaba de pasar por dar positivo en Covid-19, ha sido tratada con fármacos en cantidades que han podido afectar al metabolismo de la paciente, así que la recomendación en estos casos en provocar el parto —
Pasadas las primeras horas de incertidumbres, todo salió bien, tal como estaba previsto, los parabienes se hicieron presente en el propio quirófano, Pedro era felicitado por el Equipo, la familia expectantes, saltaba de alegría y Doña Carmen, como no podía ser de otra forma se personaba en la Capilla del Hospital, para dar gracias, sobre todo a Santo Domingo Savio por su intercesión.
Dos días de especiales cuidados en el Hospital, recibida el alta y dispuestos a volver a casa, esta vez Claudine, Pedro y su "niña", la habitación del nuevo miembro familiar con todos los detalles habidos y por haber al punto, la alegría y la luz envolvían el ambiente, esta vez más que festivo por el acontecimiento.
Unos días de asueto, que al Rector le pareció oportuno que necesitaba Pedro, para atender a su familia y el feliz acontecimiento, le resarcieran de los malos ratos pasados, le proporcionaba a Pedro además tiempo libre para el relajo, la meditación y atender asuntos personales como era el diario de su padre, que tenía no olvidado, solamente aparcado, todas las personas tenemos como en un especial rincón donde sabemos tener pendiente algo por
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resolver; pero debido al temor a enfrentarnos, falta precisa de tiempo, necesidades de toda índole que dan prioridad, pero sabiendo que un día u otro tenemos que resolver.
Y ese día había llegado.
Pedro quiso empezar con pausa, sin prisas ir leyendo y asimilando lo que tanto tiempo había esperado el Diario. Abrió con reverencial emoción el Capítulo con el enunciado:
(Nota del autor): Este diario está fechado muchos años después de los hechos que aquí se relatan, lo que significa que no ha sido redactado en tiempo real, sino a posteriori. Además como ya he manifestado anteriormente, no tocaré ni una coma del texto original…
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«MISPRIMEROSAÑOS ESCOLARES»
"Cuando hube cumplido la edad escolar, asistía por primera vez a la Escuela del pueblo, acompañado de mi madre, jimplando, lloroso, con miedo. Me fui haciendo a la idea de que era lo que tocaba en ese momento de mi vida, la escolarización pública obligatoria, no se podía eludir, en mi casa donde abundaban los libros, no obstante que hubiera muchos libros no significaba que contara con conocimientos y cultura suficiente dada mi corta edad, por ese motivo y la dedicación de mi madre a mi educación me habían ido preparando para esta fecha tan significativa de mi vida. Antes también había asistido a lo que en el pueblo se llamaba "La Escuela de Los Cagones", una "Seño" generalmente viuda o soltera de solemnidad, prestaba sus servicios por una cuota mínima que a los padres ocupados en mil tareas domesticas y labores del campo les liberaba durante unas horas de la atención que los niños requeríamos a esa edad.
Ese día, el primero de Escuela, conocí a otros compañeros que por primera vez asistían como yo y también comprobaba iban casi arrastrados por sus progenitores, ninguno libremente, con rabietas, lloros y sonoros jipíos, manifestando su resistencia a separarse del regazo materno, la vida nos empezaba a
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dar señales de que no era un paseo de rosas. Dentro de la Clase, el resto de los niños una docena aproximadamente, sonreían a la vista del espectáculo que presentábamos los "nuevos", fuimos situados en los últimos pupitres, tal vez para no ser victimas propicias de los veteranos, en el Aula que al menos a mí, me parecía enorme no sé a los recién llegados, pasamos el primer día inolvidable de Escuela, la mañana se me hizo larga y angustiosa y no encontraba la hora de que se cumpliera el final de aquel suplicio, sabedor sin embargo de que a la puerta de salida estaría mi madre esperando a su polluelo y efectivamente, allí se encontraba mi madre en animada conversación con otras señoras, algo que a mí me parecía demostrar un desinterés por mi persona, yo esperaba ser abrazado profusamente por mi madre; pero eso no ocurrió, por primera vez en mi vida sentí un desconsuelo difícil de asimilar, en mi interior supe que yo no era el Centro del Universo, más bien un número más, como otros tantos.
En un principio, tal vez para no agobiar demasiado a los infantiles recién incorporados a la Escuela, solo se asistía por la mañana, poco a poco me fui haciendo al idea de que debía incorporar a mi vida la rutina diaria de ir a la escuela de nueve a una de la mañana de lunes a sábado, Solamente el Domingo quedaba libre de esta nueva obligación, que yo pensaba se había creado solamente para
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fastidiar, para ir enseñando a los niños los dientes de la vida, los sacrificios y sinsabores que deberíamos arrostrar el resto de nuestras vidas, a mí me parecía una crueldad que con el tiempo, y los años consideraba una dictadura impuesta por los mayores, un castigo que como supe después, era como un pecado original por haber nacido, un impuesto por vivir una vida que al fin y al cabo yo no había elegido, y alguien decidía por mí, era lo que los mayores llamaban: "Ley de Vida".
Pues menudo panorama se abría ante mis ojos, una fuerza interior me decía que tenía que rebelarme ante situaciones que yo considera injustas, y como la unión hace la fuerza en connivencia con otro niño de mis característica, comenzaba una incipiente amistad que duró por muchos años, él y yo iniciamos una campaña para "hacer novillos", en principio y para que no se notara mucho la ausencia, que por otra parte el maestro de turno le importaba un bledo, fuimos alternado la falta de asistencia a la Escuela al parecer a nadie le importaba, nadie echaba de menos nuestra presencia y tampoco era necesario que las madres nos fueran a buscar, ya éramos veteranos,
Ello propició el descubrimiento por mi parte de un Mundo desconocido para mí, eran mis primeros pasos de independencia, fuera de las "faldas" de mamá se abría ante mí toda una
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vida por descubrir, algo sospechado durante algún tiempo pero que ahora se ponía a mi alcance para verlo, descubrirlo, vivirlo y comencé a saber que existía una vida maravillosa, que la contemplación de los valles, ríos, árboles, pájaros, estaciones que me ofrecía el clima del pueblo, tan diverso, tan cambiante, y que poco a poco fui gustando lo que la Madre Naturaleza me regalaba cada día, que hasta entonces me habían pasado desapercibidos, ahora tomaban forma, vida y todo era maravilloso, empezaba a encontrar sentido a mi existencia, a pesar de ser anónimo ante mi familia enredada sin duda, en los muchos problemas que a mí me eran ajenos.
Cuando hube asimilado que la Escuela, sus enseñanzas, y los recreos servían para poco, mi madre me apuntó a la Catequesis de la Iglesia del pueblo, esto unido a las explicaciones del Evangelio, que el maestro trataba de explicarnos los sábados, dibujando en el encerado viñetas correspondiente a las Lecturas de la Misa de cada Domingo, me fue dando una culturilla y sobre todo un interés por las cosas de Religión, lo que me condujo a solicitar entrar a formar parte del Clero como monaguillo, hube de realizar una especie de cursillo, para lo cual me facilitaron una cartilla con las oraciones y respuestas que el monaguillo debería aprender de memoria y en latín para llegar a poder ayudar a Misa, previo examen que el sacristán de turno realizaba
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para la selección de acólitos. Comencé este cursillo, sin saber el significado de las respuestas al sacerdote en latín, aprendiendo de memoria las respuestas: "Ad Deum qui leatifica juvenentutem meam", el "Kirye"-"Cofiteor"-"Suscipiat" y mil jaculatorias o respuestas, que mi amigo de turno me decía eran el gorigori para ser monaguillo, por cierto a él no se le daba nada bien el aprendizaje de estos latinajos, que a mí no me parecía difícil.
Admitido como monaguillo en la plantilla eclesiástica, comenzaba para mí un nuevo ciclo de descubrimientos, un capítulo que iba templando mi vida, con las correrías por los tejados y bóvedas de la Iglesia, no había rincón o nido que se me resistiera, llegué a dominar los recovecos de la Iglesia como mi palma de la mano, fui adquiriendo las pillerías que se adjudican a los monaguillos y no gratuitamente al tiempo que aprendía el nombre de los ornamentos y vasos sagrados, todo esto iba configurando en mí algo más que un conocimiento del medio, era realmente cultura litúrgica, que más tarde me sirvió para ser el predilecto para ayudar a misa a los sacerdotes que en verano venían al pueblo y que me soltaban inesperadas propinas, por mi buen hacer.
Mi desarrollo se iba realizando paulatinamente en mi persona, sin apenas yo percibiera cambio alguno, cada día se abría
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ante mí un nuevo escenario, en la Escuela iba siguiendo el proceso normal de pasar de un curso a otro, cada vez que se incorporaban nuevos alumnos a infantil, por entonces había clases para niñas y clases para niños, de tal forma que el pase a otro curso se producía solo cuando el número crecía y se hacía necesario disponer de otras dependencias más amplias. Así fui terminando mis estudios digamos primarios y se hizo la necesidad, en opinión de mis padres, que entrara en la Escuela de Formación Profesional, entonces llama Escuela Elemental, me matricularon en la rama de madera, por ser el icono de la familia y porque en el pueblo había talleres y fabricas de carpintería y muebles de madera y el futuro, al parecer, andaba por ese camino y oficio.
Lo único que me interesaba del curso en el que entré como Oyente, no entiendo el porqué de esa denominación, era la clase de lectura, redacción y literatura, así como la clase de dibujo, lineal o artístico, el taller como tal, para mí estaba de más. Al término de la enseñanza la oferta se quedaba corta en opinión de mi padre, que quería para mí lo mejor y surge la idea de mandarme a un Colegio de la Capital, para cursar Bachillerato, en la familia nadie había cursado estudios que no fueran los impartidos en la Escuela del pueblo, y mandarme a estudiar fuera, con el coste y sacrificio que suponía para la familia, hizo que yo reflexionara y
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entendiera hasta qué punto debería sentirme no solamente orgulloso de esta elección, sino responsablemente comprometido a no defraudar a la familia por ello.
Cuatro cursos de Bachillerato Elemental, como entonces se llamaban, insuficientes para iniciar cualquier estudio superior, debido a la interrupción por la causa principal de la muerte temprana de mi padre.
Pasados, que no superados, los días del fallecimiento, ya no podía continuar los estudios y entré de aprendiz en un taller de fabricación de muebles, a trancas y barrancas, por mi rebeldía, fue aprendiendo mal que bien el oficio de ebanistería, que me serviría para ir integrándome en los ámbitos diferentes del pueblo, que había perdido debido a mis años de internado.
Pero el destino quiso que un señor dueño de la Fábrica de paños, donde trabajaba mi madre y mi hermana mayor, se ofreciera a concederme una beca de estudios para no abandonar la disciplina y el hábito que en los años de estudios había adquirido.
De ello hablaré más adelante, pues París bien vale una misa, antes paso al siguiente capítulo por llamarlo de alguna forma de este diario.
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«AMORES DE PRIMAVERA»
Con diez y seis años recién cumplidos, sin oficio ni beneficio, mis escarceos amorosos, eran más bien escasos, por no decir ninguno. Sin embargo, me picaba la curiosidad cada vez que veía cruzarse en mi camino a una niña, con trenzas morenas, terminadas en un lazo azul, con un botijo fijado en su codera se desplazaba a por agua a una fuente pública en el itinerario que me conducía a mi taller donde estaba de aprendiz, mi cuerpo manifestaba .un no sé qué, cada vez que la veía, me costaba trabajo alejar mi mirada de sus andares cadenciosos y cimbreantes de su esbelta y espigada figura, no comprendía el estado de azoramiento que me producía solo con verla, era combustible para alimentar mi llama durante todo el día y yo me preguntaba:
— ¿Me estaré enamorando? Y me respondía inmediatamente, tal vez…—
Me hice amigo de una pandilla aunque la edad de mis compañeros era superior a la mía, con ellos aprendí, entre otras muchas cosas, que si me apuntaba al Centro de Acción Católica de la que ellos eran militantes, tenía más posibilidades de relacionarme con chicos y chicas de mi edad, algo que debido a mi ausencia del pueblo, había quedado relegado a segundo plano El Centro Parroquial era un caserón antiguo donado por una señora
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ricachona del pueblo para uso y disfrute de los niños más necesitados, disponía de Biblioteca, Revistas, futbolines, pingpong, ajedrez y mil entretenimientos variados, así como un Cuadro de Teatro Artístico que de vez en cuando reproducían Obras para el público en el Teatro del pueblo.
Así que me apunté y entré cono Aspirante. Asistía a las Asambleas y charlas que el Consiliario, el cura del pueblo, nos daba frecuentemente como formación de Catequesis cristiana a la que asistían tanto chicos como chicas y mira por donde, allí estaba ella. ¡Había merecido la pena apuntarse!, el furtivo cruce de miradas, el cuchicheo con sus amigas próximas a ella, me hizo comprender, que yo tampoco había pasado desapercibido para ella, las féminas tienen una intuición especial, un sexto sentido para estas cosas y ella no podía ser menos. Cuando la vi más de cerca y pude contemplarla sin prisas, encontré en sus ojos azules, una mirada límpida, sincera, muy natural, sin dobleces quedé prendado des encantos naturales y a partir de entonces ya nada fue igual..
¿Pero, me daba miedo manifestarle abiertamente mi interés en ella?
¿Cuándo me iba a decidir de forma abierta decirle que para mí, era lo más, que estaba constantemente pensando en ella,
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imaginándomela en todas las situaciones posibles?
Había pasado a ser lo más importante para mí en aquel momento, fiebre de verano me decían mis amigos, cuando me escuchaban hablar de ella sublimando su persona, poco menos llegué a ponerla en los altares. Era consciente que tenía que dar un paso más, si no querías que alguno me la pisara pues estábamos en una edad peligrosa en la que las decisiones si no se toman a tiempo, el tren ya no vuelve a pasar. No quería dilatar en el tiempo esta declaración de amor que sentía por ella, sin saber si ella sentía otro tanto por mi persona; pero no encontraba la manera de coger el toro por los cuernos y aprovechando, como suele decirse que el Pisuerga pasa por Valladolid, se estaba ensayando una obra de teatro por parte del Grupo Artístico de Acción Católica y me enteré que un participante había caído enfermo y se buscaba un suplente, sin saber nada acerca de la obra, me presenté al Director y le dije si yo podría ocupar el puesto vacante del frustrado interprete, fui admitido y mi esperanza era comprobar si con todos los días de ensayos me sería posible ver a la persona que me quitaba el sueño, lo de menos era el papel que me tocaba interpretar, que además era poco relevante, mi interés estaba en otra esfera muy diferente.
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Vano fue mi propósito, pues me entré por una amiga de mi amor platónico, que ella sí formaba parte del elenco de la obra, pero que Su amiga era alérgica a cualquier cosa que fuera pública, que su timidez le impedía formar parte del grupo a pesar de que varias amigas que sí estaban integradas, sin embargo este contacto me permitió saber más de ella, se llamaba Toñi, para las amigas (Antonia), era graciosilla en el grupo; pero de aparecer en público ni hablar, fui entablando amistad con su amiga Pepa; fui conociendo cosas de mi interés y sobre todo pulsar a través de Pepa, si ella Toñi se había percatado de mi interés casi enfermizo por ella, Pepa me aseguraba que estaba por mis huesos y eso para mí fue más que suficiente, que tal vez no manifestara públicamente su enamoramiento pero a Pepa le constaba existía. Y de qué manera, todo el día se pasa hablando de ti, me decía, lo que me llenaba de satisfacción comprobar de primera mano que mi elección no había caído en saco roto. A propósito, ella, Pepa, estaba saliendo de manera informal con un dependiente de un comercio, donde prestaba su labor de mozo de recados y si me parecía bien, me proponía que saliéramos juntos las dos parejas y así sería más fácil mi declaración a Toñi. Debió notar mi indecisión y quería también por su propio interés echarme una mano.
Naturalmente, a mí me parecía todo "miel sobre hojuelas", así que el acercamiento
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por mi parte con tantas facilidades a mi alcance se producía de esta manera:
Eran los días de Pascua, en el pueblo existía la costumbre de pasar dos o tres tardes de merienda en el campo, se preparaban columpios en los grandes castaños del entorno por parte de los chicos, para facilitar la diversión a sus respectivas parejas, se jugaba a diferentes juegos florales y divertidas costumbres donde se juntaban chicos y chicas que se sabía tenían interés en consolidar la amistad poco menos que incipiente, a mí me lo había puesto a huevo, Toñi se divertía con sus amigas, jugaban al corro de las patatas, a la gallina ciega, cuadros que me recordaban a las pinturas de Goya, según estaban bailando se iban incorporando al juego chicos que buscaban el acercamiento de su pareja favorita, esto estrechaba aun más la relación, así que un momento dado pase de ser mirón a formar parte del juego, me acerque a Toñi, la cogí de la mano, sentí un temblor en todo mi cuerpo y nos deslizábamos en corro como por el infinito, ahora sí, al menos no había sido rechazado por ella, me aceptaba como pareja de juegos, eso para mí significaba mucho, Pepa y su pareja, el mozo de comercio, también juntos, seguían el juego y en un descanso surgió lo por mí nunca imaginado por la improvisación que a mi entender tenía el asunto, pero que sin duda todo estaba previsto por parte de las chicas, era la hora de
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compartir la merienda con algún chico de su interés lo que confirmaba una relación, casi un noviazgo.
De pronto pude oír las más sonoras y poéticas palabras acariciando mis oídos por parte de Toñi, que dirigiéndose abiertamente a mí decía:
— ¿Oye, quieres venir a merendar con nosotros, vamos a tomar algo, ahí junto a la fuente, en ese espacio verde del monte?—
— ¡Claro!—
Contesté de inmediato, no daba crédito, me parecía algo mágico, milagroso, daba gracias a las alturas, por fin mi sueño se estaba realizando más fácilmente que la película que me había montado, y además a mí me pareció que salió espontáneamente de ella sin influencia al ver que Pepa y acompañante ya estaban de camino a la fuente. Y en un acto de cortesía le dije:
— ¿Me permites? —
Cogiéndole la cesta en la que llevaba la merienda, hornazo de la tierra, dulces típicos, perrunillas, mantecados, magdalenas, cocos, queso, jamón etc., también un termo con gaseosa, agua no hacía falta llevar, había suficiente en los dos caños de la fuente que
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manaban abundantemente durante todo el tiempo
. Aprovechando el momento propicio, le dije:
— Me llamo Pedro, supongo que ya me conoces, espero que esta amistad que ahora empieza dure por mucho tiempo —
Toñi dice:
— Eso el tiempo lo dirá, si te comportas como es debido, cuenta también con mi amistad, aunque dicen en mi casa que todavía soy muy joven para eso de noviazgos —
Yo quede un poco confuso como en shock, pues no había insinuado nada de noviazgo, así nuevamente creyendo era el momento de afianzar mi encuentro me apresure diciendo:
— Mira Toñi, para mí lo de hoy es más que suficiente, ardía en deseos de manifestarte lo que siento por ti, no me atrevía a dar el primer paso, pero Pepa y lo de hoy me ha facilitado poder decirte, que aunque lo nuestro todo parece estar en el aire, espero con el tiempo esta amistad se vaya consolidando y aspiro a algo más que solo eso, quiero compartir contigo mis días. —
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Creo que con estas manifestaciones todo quedaba en su sitio y mi declaración oficial se había producirlo, sin apenas pretenderlo, pero encantado de haber pasado este trámite y con nota.
Toñi decía:
— Mira, ahora lo que toca es merendar, espero te guste lo que traigo, pues no esperaba tener que compartir y tal vez me haya quedado corta —
¿Corta?, Pero si allí como del sombrero de un mago se tratara, empezaron a salir pitanzas a cada cual más apetecibles:
Un trozo de jamón curado, de lo mejor de la pieza del centro del mismo, un taco de queso curado casi un cuarto de la pieza para compartir con al menos seis personas, una esplendida tortilla de patatas de aspecto jugoso compuesta de varios huevos y en un recipiente cerrado, ahora se llamaría táper, unas lonchas de lomo adobado con pimientos fritos, trozos de salchichón casero ya cortados, chorizo rojo, todo un espectáculo para los sentidos.
En un mantel de cuadros , tendido sobre el verde césped del suelo, ese monumental collage, se presentaba ante mí de manera insospechada y además comenzaba el intercambio de distintos manjares con Pepa y
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compañeros que presentaban sus mejores galas, era como una competencia sana por saber quien presentaba lo mejor de las meriendas y conseguir el aplauso de los presentes. Poco a poco fuimos dando cuenta de las pitanzas, acompañadas por tragos de las botas de vino de los grupos que iban de aquí para allá, sin tregua, ¡Hay que acabar con todo! Decía una voz anónima animando a la bacanal, como si hiciera falta alguna, todo estaba delicioso, preparado con mimo y eso se notaba, para mí que tanto Pepa como la propia Toñi se habían puesto de acuerdo y contaban con la presencia de sus improvisados invitados, al menos eso era lo que yo quería pensar.
Aun quedaban dos días más de Pascuas, la merienda se repitió estos dos días de igual manera que le primero, la mistad ya muy parecida a un noviazgo se estaba sellando, por la noche asistíamos a la verbena de la plaza del pueblo a la vista de los padres que vigilaban muy de cerca con quién alternaban sus hijas, nosotros procurábamos intercambiar lass parejas, primero para comprobar si sus padres percibían que no siempre se bailaba con la misma y después para que estos cambios no fueran motivo de distancia entre quienes ya consideraban en propiedad a su novia, todo ello iba adquiriendo carácter casi oficial, sin embargo Toñi permanecía fría y como distante, al menos a mí me lo parecía, no se encontraba totalmente a gusto y a mí me causaba
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preocupación, lo hable con ella, le expuse claramente mis intenciones y me contestaba que en su casa poco menos que no les parecía bien se enredara en relaciones tan joven, algo que me tranquilizó, pues si era esa la causa, habría que ir poco a poco hasta que el tiempo situara definitivamente la relación.
Pero mi vida, no estaba consolidada ni muchísimo menos, mis escarceos por los talleres de ebanistería, apenas me llenaban ni producían satisfacción alguna, me decía permanentemente que aquello no era para mí y como queda dicho anteriormente, me planteaba aprovechar la oportunidad ofrecida por el Jefe de la Fábrica de paños, donde trabajaban mi madre y mi hermana, a mí me parecía un pecado que mientras ellas colaboraban al sostenimiento de la casa, yo como un señorito siguiera mis estudios, que por otra parte no me servían de nada pues con Bachillerato Elemental no podía acceder a cursar una carrera.
La solución venía por cursar los dos años que me faltaban para el título de Bachillerato Superior, mi Libro escolar solo contaba con los cuatro cursos preceptivos de Bachillerato Elemental y había que cumplimentarlos con dos cursos más, si se pretendía acceder a la Universidad.
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Dicho y hecho, me matriculé por libre en un Instituto que permitía esta modalidad y entregándome en alma y cuerpo pude conseguir aprobar los dos cursos que me faltaban en un año, incluido el examen de COU (Curso de Orientación Universitaria), que realice en Septiembre. Con mi acceso a la Universidad, me planteaba la opción más pertinente y que mi nota media me permitiera elegir carrera, me incliné por Medicina, era una cuestión vocacional , siempre me atrajo la idea de curar enfermos y me matriculé con el pensamiento puesto en la medicina, en cualquiera de sus modalidades,
Hubo que buscar Pensión en Santiago de Compostela, la Universidad más próxima a mis aspiraciones, la Facultad de Medicina de Santiago, gozaba de mucho prestigio y mi responsabilidad para quien era mi protector consistía en no defraudarle, desde el primer momento me hice la firma promesa de aprovechar el tiempo, faltaría más, sacar las mejores notas posibles y si era preciso buscarme algo que ayudara a mi mantenimiento en una pensión donde entre de pupilo a un precio más que ajustado gracias a la intervención de mi amigo Eugenio, con quien comenzaba curso que se prestaba a compartir habitación conmigo.
(Nota del autor):
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Pedro a medida que iba penetrando en el misterioso diario, descubría que su padre entre otros atributos, disponía de una memoria receptiva, que sin duda habían ido configurando su personalidad y su forma de vida, de ahí la cantidad de detalles y datos de su vida, que de otra forma habrían quedado en el olvido más absoluto.
Comprobaba una y otra vez, lo que tantas veces había supuesto acerca del comportamiento de su padre y estaba aún por el tercer capítulo de esta fascinante historia de la vida de su padre.
Estaba llegando a la conclusión del porqué su padre no "daba puntada sin hilo", siempre medía los pasos de su vida hasta el extremo de calcular lo que sería su futuro, mil veces se había propuesto seguir los pasos de su padre y se daba cuenta que estaba a cien años luz de conseguirlo, pero desgranado estas páginas, sagradas, como un sacramento decía Pedro, estaba en el buen camino y esperaba se hiciera realidad el dicho "De tal palo, tal astillas"
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«MIS AÑOS DE
ESTUDIANTE»
Existe una leyenda, negra, acerca de los estudiantes y más concretamente de los estudiantes de medicina, en Santiago cuna de estudiantes que no tienen prisa por terminar la carrera, simplemente les va permanecer sine die siendo estudiantes de medicina, eso mola mucho entre las chicas, pertenecer de por vida a la tuna compostelana de fama internacional, compuesta por más que talluditos veteranos estudiantes de medicina y derecho, un ir pasando los años a base de repetir cursos una y otra vez, formar parte de los llamados estudiantes "calavera", seguramente les viene dado el nombre por su alopecia con el devenir de los años, una vida en la que los hijos de papá, hacen buena esta leyenda que coincide plenamente con la Obra Literaria "La Casa de la Troya" de Alejandro Pérez Lugín, en definitiva el antónimo del comportamiento ejemplar de Pedro un plus para quienes optaban por aprovechar la oportunidad de estudiar una carrera y no, estudiantes forzados por sus padres a cursar una carrera lejos de su entorno y ciudad, convivir en una pensión compartiendo mesa y mantel con otros compañeros, en definitiva una vida si se quiere "muelle" pero de poco recorrido y menos alcance.
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No era este mi caso, sí las condiciones obligadas por mi estrecha economía de compartir pensión con Eugenio, a él le ocurría otro tanto. Fuimos ambos creándonos una necesaria estrecha amistad, compartíamos apuntes, libros de texto y nos fuimos sincerando con el tiempo uno con el otro. Las confidencias en el terreno amoroso, la fluida correspondencias de nuestras respectivas novias, algún que otro billetito entre las cartas, que nos permitían darnos un pequeño homenaje gastronómico y un poso de sinceridad que nos fue uniendo cada vez más en nuestras comunes cuitas.
Nos proporcionamos, hacer de Practicantes (sin título) en clínicas si no clandestinas, al menos un tanto oscuras, yo me sacaba algún dinerillo poniendo inyecciones a domicilio a través de una Institución benéfica, y amparado por mis estudios de medicina, que al parecer del Director de la misma no era intrusismo, al tiempo de sacar un dinero a mi maltrecha economía, me permitía estar ejerciendo de lo mío, tratar con enfermos de primera mano. Mi amigo se colocó por horas en un Estudio de Pintura, en la que solicitaban modelos para posar ante una caterva de marujas y más de un tipo amanerado de dudosa conducta masculina y cobraba dinero contante y sonante, lo que nos permitía a él sobre todo, y a mí de rebote, una holgada vida como estudiantes cuando lo normal es que nos
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encontráramos a dos velas un día sí y otro también.
Pero la fortuna nos quiso sonreír, a mí sobre todo, el Profesor de Patología Clínica de mi curso, me nombraba ayudante, con lo que poco menos el aprobado estaba más que garantizado, decía que debido a mi interés en el estudio sobre todo de Patología Pulmonar, quería colaborara con él en dicha asignatura, ello me permitió además de estar presente en alguna autopsia, adquirir unos conocimientos muy especiales que en la clase solamente eran de carácter general, nunca especializados e iba marcando mi tendencia que como médico ya florecía en mí.
Los cursos avanzaban, las asignaturas se hacían cada vez más difíciles y la atención tenía que ser máxima, estaba correspondiendo con ello y demostrando mi agradecimiento a mi tutor benefactor que mantenía contacto con la Secretaría de la Universidad, siguiendo el curso de mi carrera y mis notas ecdémicas, que la verdad eran francamente envidiables. Fueron cuatro años muy felices, interrumpidos por mi incorporación al Servicio Militar, la famosa mili, que tronchaba más de una carrera.
A mí en la mili, me toco a La Marina, ello me permitía continuar con mis estudios, gozaba de permisos muy frecuentemente y
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favorecía mis valoraciones y exámenes de modo que lejos de perder el ritmo de estudio, fui realizando lo que se llamaban Milicias Universitarias, combinando los deberes militares con la asistencia a la Universidad, llegue a ser nombrado Alférez de Complemento y junto con el Capitán Médico de mi compañía, me fui confiando y realizándome como médico asistente, con las debidas autorizaciones de mi superior, el mantenimiento y estancia en el Cuartel, me permitieron ahorrar el pago de la pensión, lo que me daba alas para salir libremente y ver un poco la vida entre bambalinas.
En más de una ocasión, mi Capitán me proponía entrar de forma definitiva a formar parte del Cuero Militar como Médico, mis aptitudes y vocación, según su criterio gozaba de toda su confianza para elevarme al cargo, no quise desairarle hasta terminar mi carrera; pero mi idea no estaba anclarme en el Ejercito, antes debería formarme totalmente como médico, para lo cual, realice las debidas instancias para entrar como MIR en un Hospital de la Capital, en Madrid.
No era para nada fácil conseguir una plaza de MIR (Médico Interno Residente) en Madrid, las exigencias académicas, por fortuna en mi caso eran espectaculares lo que me permitía abrigar esperanza de poder elegir especialidad, plaza y hospital.
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Afortunadamente mi solicitud fue aprobada y pude elegir el Hospital de Día Quirónsalud de Alcalá de Henares, en Medicina General por ser lo que más me ilusionaba llegar a ser Médico de Familia. El motivo de elegir este Hospital y no otro dentro de la almendra de la Capital, no fue uno solo, fueron varios. Huir del la masificación de los grandes hospitales, saturados hasta la bandera, vida más apacible, casi pueblerina, pensión y alojamiento más económico que para mi maltrecho bolsillo era más asequible, etc. al fin y al cabo yo llegaba poco menos que de una aldea provinciana como era Santiago de Compostela y muy parecido a Alcalá de Henares, centro Universitario de primer orden, monumentos y memoria histórica, Villa Cervantina y lugar de grandes figuras salidas de la Universidad Complutense.
Estaba encantado con mi nuevo destino, no es que me proporcionara desenvoltura económica, pues el sueldo no había alterado mi pecunia que era tan precaria como siempre, aunque mis satisfacciones personales en cuanto el ejercicio médico me proporcionaba grandes momentos de satisfacción, ejercía con total libertad en la asistencia a los ingresados, gozaba del beneplácito de los doctores en las distintas especialidades que me tocaba colaborar y fui adquiriendo una profesionalidad muy apreciada por mis
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superiores que valoraron mi trabajo con muy buena nota.
Sin embargo, no me encontraba ubicado, pese a mi éxito y buena reputación que fui adquiriendo en el hospital, me parecía estar interpretando un papel en una representación teatral, pensaba era un puro y simple trámite para lograr una plaza de Médico de Familia en algún lugar perdido, esa era mi verdadera vocación y ello me animaba a seguir luchando hasta conseguirlo.
En el Hospital, todo era trabajo, guardias y más guardias, los MIR sabíamos que siempre nos tocaba lo peor de la tarta, era necesario pasar y recorrer un camino de cara a un objetivo, muchos compañeros tiraban la toalla, incapaces de aguantar, no solo el trabajo que era mucho sino ciertas discriminaciones y trato por parte de los superiores que pese a las advertencias de los mandos sindicales se producían a diario. Cada cual se buscaba la vida lo mejor posible sabores de que era una situación transitoria, una ocasión de oro para poder practicar la medicina con medios adecuados y sometidos a una constante vigilancia que coartaba la libertad de acción, no era este mi caso yo gozaba de la aprobación de mis superiores y en las reuniones se tenía en cuanta mi opinión y era escuchado con atención por parte de los profesores que descubrían en mí una autoridad
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poco frecuente para mi edad; era lo que mi tutor me comentaba un día tomando un café en el bar, me decía que había adquirido un prestigio que permitiría sacar plaza donde me propusiera, algo que me lleno de alegría, pues ya estaba cansándome de la vida errante por la que estaba pasando.
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«EL AMOR DE MI VIDA, MI COMPAÑERA»
Una rubia, que en el Hospital se estaba "·curtiendo", en labores de Enfermera, se cruzó en mi camino, alta, esbelta, guapa, con una sonrisa que dejaba ver unos dientes preciosos debidamente alineados y capaz de calmar el peor de los dolores con solo mirarla, una placidez en su cara que manifestaba la limpieza de conciencia de que gozaba, era un ángel de la guarda, en opinión de los pacientes que trataba, un bálsamo para las heridas del alma, según el sentimiento de otros.
Al principio tal vez por las múltiples y variadas funciones tanto de ella como mías, apenas habíamos coincidido vis a vis, pero el día que por azares de la vida me la encontré en el ascensor, ella frente a mí, con el resto de personas que atestaban el ascensor, casualmente nos miramos a los ojos al unísono seguramente por la inevitable proximidad, una corriente agradable hizo presa en los dos, salimos en la misma planta, yo me dirigí a ella:
— Hola, ¿Cómo te llamas?...—
— Me llamo Pilar, ¿Y tú…? —
— Pedro, Doctor Osorio, me conocen por aquí todo el mundo…—
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— Pues no te había visto antes…—
— Llevo tres años y estoy a punto de terminar el MIR. —
— Mira tengo guardia, si quieres podemos tomar un café y hablamos—
Ella contestó:
— Pues ahora no puedo, pero espero habrá ocasión —
— Bueno eso espero, pues quiero conocerte mejor, si tú me lo permites—
— ¡Claro! A mí también me interesa conocerte, me caes bien —
— Bueno, pues en eso quedamos, ¿Por cierto dónde podré dar contigo?—
— En Quinta Planta es donde más tiempo estoy, como enfermera de quirófano, preguntas por Pilar González y te dirán… —
A mí, me parecía se me escapaba como una trucha de las manos e inmediatamente le dije:
— Toma nota de mi "Busca" y me das una llamada y así quedamos, ¿Vale…?—
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Este detalle improvisado, llevaba implícita la casi obligación de Pilar, de volver a tener un encuentro, al menos telefónico, conmigo, creía haber dado con una perla en medio del océano que suponía el ir y venir constante de médicos y enfermaras de un gran Hospital y no se tenía tiempo para escarceos amorosos sin tan siquiera de manera accidental, menos puntual como parecía ser esta. Ya mis días comenzaban a no ser tan áridos, me alentaba la idea de volver a encontrarme con Pilar y mi teléfono esperaba con ansiedad se produjera la ansiada llamada.
Y ya creo que se produjo la llamada, era ella Pilar que me decía más o menos, pues recuerdo la primera llamada con todo detalle:
— Tengo una hora libre, y si quieres podemos tomar ese café aplazado en el tiempo —
Rápidamente, sin comprobar si me era posible o no, eso ya se arreglaría, le conteste:
— Como no, ahora mismo me voy a la Cafetería y nos vemos —
Yo no sabía si tendría en esta primera cita manifestarle mi interés, llevándole por ejemplo un ramo de flores o algo que no fuera un simple encuentro, sin más, pero tampoco me parecía bien hacerle esperar, así que tome un
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muñequito de mi escritorio que me habían regalado en alguna ocasión, era un juguete con la imagen de un médico con su bata y el estetoscopio al cuello , con el que una niña a la que atendí en un posoperatorio un tanto complicado, durante varios días y quiso agradecerme de esta manera mis obligadas atenciones.
Me personé lo más rápido que pude en la Cafetería, no quería que ella llegara antes y tuviera que esperar mi presencia e interpretar como desidia o poco interés mi tardanza, afectivamente cuando puse pie en el Bar de Médicos y Personal Sanitario, ella aún no había llegado, ya se sabe que las mujeres prefieren hacerse esperar, pedí me sirvieran un vermut en una mesa un tanto alejada y a esperar… De pronto salió el sol, ella aprecia con su bata desbotonada, dejando ver un precioso vestido tipo pichi amarillo, que jugaba a su favor con su melena rubia y sus ojos azules que,
¿A quién me recordaba…? ¿A Toñi…? ¡Ah sí, sí, claro! a, mi primer amor de primavera, ya olvidado…
Al principio de la animada charla, todo eran incógnitas por parte de los dos, lo que sí quedaba claro desde a partir de ese momento era que nuestro encuentro, un tanto fortuito, no había representado un encuentro más, había
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prendido en nosotros algo más que un simple flash y buena prueba era el momento que se estaba produciendo, el momento que tanto ella como yo aprovechábamos para entrar en detalles, de la necesidad de conocer pelos y señales de la vida de cada uno. Se hizo necesario quedar en otra ocasión con tiempo por delante, en otro lugar que no fuera el del trabajo y yo lo dejé en manos de Pilar, para no atosigarla demasiado. Todavía no conocía sus apetencias en el terreno culinario, cultural o artístico como para insinuar ir a comer o al cine, teatro etc., Cuando hubimos terminado las consumiciones, yo le acompañé hasta la Planta Quinta con la cortesía que correspondía a su llamada. Esta vez era yo quien le llamaría para indicarle mi interés por la continuidad en nuestra relación. De pronto me acordé del muñequito, y sin más le dije:
— Ah, se me olvidaba, te he traído este entrañable recuerdo para mí, que una niña me regaló, quiero lo tengas tú, como recuerdo de nuestra primera cita (médica)…
Con una sonrisa que me paralizaba Pilar dijo:
— Gracias, pero no creas se me olvidará, así como así,
— Por cierto, no sé si te has dado cuenta la expectación que ha despertado tu
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presencia en la Planta, he notado cuchicheos en el sentido de "Mira Pilar, ya ha ligado"·… ¡Envidia!—
Yo me retiré henchido de satisfacción, con mi ego por las nubes, planificando nuestro próximo encuentro que se produciría más pronto que tarde.
El tiempo transcurría en el hospital y en mi vida, sin grandes sobresaltos, eso sí con la omnímoda presencia en mi pensamiento siempre puesto en Pilar, ¡Qué suerte haberme cruzado con ella!, ¿Sería un pasatiempo más…? ¿Tal vez para ella uno de sus, sin duda, múltiples ligues, como insinuaban sus compañeras de Planta…? Pues habrá que averiguarlo, me decía yo con insistencia, así que le llamé nuevamente a penas pasadas unas horas, invitándola en su día libre, a lo que quisiera, dejando en su mano la decisión final, ella me contestaba que le diera un tiempo y me llamaría…
No pude aguantar más tiempo e insistiendo, llame:
— ¿Pilar? ¡Hola soy Pedro!, —
— Quería proponerte ir a cenar a Madrid a un sitio que conozco muy discreto a la vez que romántico—
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— ¿Qué te parece?—
Se produjo un elocuente silencio, esperado por mí…Y contestaba:
— Bueno, y ¿qué día sería…?—
— Eso lo dejo en tu mano, yo puedo librar cuando quiera, no sé tú…—
— El Jueves, ¿te viene bien?—
— Perfectamente, ya estoy reservando para el jueves,
— ¿Te parece bien a las nueve?—
— Perfecto, en eso quedamos —
— Por cierto tendrás que darme tu dirección para ir a buscarte —
—Sí, claro vivo en la Residencia Universitaria Lope de Vega, con otra compañera también Enfermera, allí llevamos más de tres años, desde que vinimos al Hospital —
— Por cierto, le dije, yo vivo en Puerta de Madrid —
— Muy bien pues a eso de las 7:30 a 8:00 de la tarde voy por ti —
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Me apunte bien el día y hora, no me fuera a pasar desapercibido tan metido en mi trabajo como siempre estaba, aunque en esta ocasión sobraban todas las alarmas y recordatorios, pues era parte fundamental de mi vida, ella Pilar…
Este encuentro, sí fue bien planificado, reservada hora y día en el Restaurante "La Primera"· en plena Gran vía de Madrid, con mis mejores galas, una caja de bombones y en un taxi me presenté en la Residencia Universitaria Lope de Vega, le dije al taxista esperara un momento, entre en el recibidor del recinto, en el mostrador donde un uniformado empleado atendía le dije:
—Por favor podía avisar a la Señorita Pilar González—
—Sí, ¿de parte?—
Yo en ese momento, no me atrevía a decir, de su novio y dije, Doctor Osorio…
Pulsó un teclado y me dijo, un momento ahora mismo baja…
Unos instantes después , que a mí me parecieron eternos, se abría el ascensor y allí apareció ella, con un vestido precioso color granate, con pedrería adornando el escote, vuelo a media pierna y con unos tacones
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discretos pero que realzaban aun más su figura, un más que protocolario saludo, que dejo impreso en una de mis mejillas un beso angelical ,me causaba un azoramiento de primerizo, le entregué nervioso la caja de bombones que ella agradeció depositándolo en el mostrador al conserje diciendo: Juan, por favor, guárdame esto por ahí hasta mi vuelta, nos dirigimos al taxi que esperaba, y yo cortésmente, como en las películas, le abrí la portezuela trasera, ella se acomodó y yo me di la vuelta para ocupar el asiento contiguo entrando por la otra puerta. Las furtivas miradas en uno y otro sentido, rompían la tensión del momento, y la conversación comenzaba a ser fluida entre ambos.
— Espero te guste el sitio donde vamos, le dije, a mí me causó una gran sorpresa, con ocasión de la celebración de un encuentro con médicos de países sudamericanos después de asistir a un Congreso—
— Espero de tu buen gusto, contestaba Pilar, no tengo costumbre de ir a sitios así, siempre con mis amigas o compañeras, alternamos en los muchos sitios de Alcalá bares, tabernas y hostales de comida casera, donde fuera de protocolos pasamos horas de expansión para aparcar, que no olvidar, las muchas horas de servicio a veces agotadoras—
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Instantes después nos encontrábamos en la Gran Vía madrileña, entramos en el local, un metre de sala nos acompañaba hasta la mesa asignada, había bastante gente en el local, sobre todo parejas, tomamos asiento mientras una relajante música ambiental inundaba de paz el sitio. Pilar, yo advertía sin que ella se diera cuenta que vigilaba su impresión a cerca del restaurante, disfrutaba observando las majestuosas instalaciones, la decoración y la distribución de las mesas, los rincones discretos casi privados, un largo salón anexo para celebraciones numerosas, la iluminación, todo… Yo notaba estaba un tanto ensimismada y sacándola de su abstracción le dije:
— Bueno, ¿Qué te parece?—
—Pues muy bien, ya contaba con ello, pues por poco que te conozco he descubierto eres una persona de buen gusto y finos modales—
Nuevamente yo no sabía cómo corresponder a tanto elogio hacia mi persona y le solté, tal vez una cursilería imperdonable diciendo:
— Nada comparado con lo que tú mereces—
Supongo que Pilar entendió, era un cumplido, pues aún no tenía yo suficiente
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conocimiento de su persona, como para decir aquello, que se notaba era por pura cortesía.
Una vez relajados, con un cóctel de entrada, costumbre o atención de la casa, mientras hojeábamos la Carta, ella me solicitaba ayuda para elegir aquello más propio del menú, las recomendaciones del Chef, y como yo era conocedor y tenía experiencia, mis recomendaciones se hicieron necesarias.
Yo le animaba a probar platos que eran estrella del Restaurante y se dejó llevar por mi criterio a la hora de pedir. Una vez transcurrida la cena, que resultó todo un éxito en el más amplio sentido del término, nos desplazamos hasta la Azotea del restaurante, allí ya fue el colmo de la felicidad, en unos butacones de ensueño propios de las Mil y Una Noches, con el Madrid más lujoso de la Gran Vía a nuestros pies, nos tomamos uno, dos y hasta tres cocteles especiales de la Casa. Ya bien entrada la noche, nos disponíamos a volver a nuestras residencias, esos sí, había quedado consolidada nuestra amistad y nos prometimos volver a repetir la experiencia.
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«OPOSICIONES PLAZA
MÉDICO RURAL»
En el tablón de anuncios del Hospital, se ponía en conocimiento de los interesados, las próximas Oposiciones para optar por una plaza como Médico, fijo como Funcionario de Carrera, en un sinfín de localidades del País. Yo me dije que "La Ocasión la pintan calva", e inmediatamente comencé a preparar toda la documentación y solicitar los formularios, un largo papeleo para presentarme a estas Oposiciones, por cierto, nunca llegué a comprender por qué se llamaban Oposiciones, era una palabra poco menos que negativa, al fin y al cabo era para lo que había estado aguantando todos estos años como MIR, había llegado el momento, lo comenté como no podía ser de otra manera con Pilar, pues al fin y al cabo era algo que podía dar al traste con nuestro ya manifestado emparejamiento.
En otro de esos románticos encuentros, cada vez más íntimos y frecuentes, le exponía a Pilar mis intenciones:
— Cariño, si alguna cosa he estado esperando con el máximo interés por mi parte, en lo que se refiere a mi profesión y a mi futuro, ha sido la Convocatoria a Oposiciones
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para plaza de Médico de Familia, es algo a lo que siempre he aspirado, tal vez porque yo soy de pueblo y también por agradecimiento a mi Mecenas un Señor del pueblo que se hizo cargo de mis estudios cuando yo estaba a punto de abandonar, como consecuencia de la temprana muerte de mi padre.—
— es por ello, que estoy dispuesto a poner toda la carne en el asador para lograrlo, ahora que se presenta la oportunidad, creo ha llegado la ocasión tan esperada—
Pilar respondía:
— Pues adelante, tú puedes, te sobran conocimientos y Curriculum suficiente para ello, así que te animo y cuenta con mi ayuda en este sentido—
Y continuaba:
— Sí, para lograrlo, hemos de enfrentarnos a renunciar vernos con tanta frecuencia, cuenta que estoy dispuesta a llevar este sacrificio contigo para que te entregues en cuerpo y alma, y si hemos de quitar horas para nuestros encuentros que tendrás que dedicar a preparar estas oposiciones, ello no mermara nuestro cariño, al contrario—
—Gracias por tu comprensión Pilar, quien sabe si aquí es donde nos jugamos
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nuestro futuro, futuro en el que cuento contigo por supuesto porque…—
— ¿Estarías dispuesta a acompañarme a un pueblo, perdido entre montañas, donde posiblemente me conduzcan estas Oposiciones y compartir conmigo lo que el destino nos tenga reservado ?—
—Contigo, al fin del mundo, decía Pilar, estampándome un sonoro e inesperado beso—
En aquel momento, inolvidable, yo `pensaba estábamos sellando nuestro futuro, sin necesidad de papeles o juramento alguno.
—Espero no te arrepientas, le decía, por cierto—
— ¿No te has planteado alguna ve, cual será tu futuro?
— ¿Piensas pasarte toda la vida, en el Hospital, haciendo guardias, siempre o casi siempre con las mismas actividades, sin posibilidad de demostrar tu creatividad, solamente sometida a un protocolo que cumplir?—
Y Pilar manifestaba:
—En mil y una ocasiones, hemos tocado este tema, entre mis compañeras,
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preguntándonos que sería de nuestro futuro, una vez que hayamos dedicado nuestros mejores años a esta profesión elegida libremente; pero con lagunas que hemos ido descubriendo mediante la realización de nuestro trabajo, no siempre recompensado y mucho menos apreciado—
—De tal manera, que sí, claro que nos hemos planteado algo parecido, esperando salga la oportunidad poder trabajar en un Centro de tamaño más pequeño, por ejemplo en el Medio Rural, donde el trato a la Enfermera se encuentra en lugar privilegiado y sus indicaciones son muy tenidas en cuenta a veces delegando por parte de los médicos funciones que corresponden a su cometido, en la seguridad de que serán llevadas a buen puerto, de hecho una Enfermera que conozco me comentaba el otro día, que un familiar suyo tuvo necesidad de ir al Especialista Vascular porque presentaba unas ulceras varicosas en ambas piernas de muy difícil tratamiento y el médico le dijo: "De esto las Enfermeras saben más que nosotros", lo que demostraba la importancia que se daba a los facultativos de Enfermería —
Pues me produjo una gran alegría, saber que Pilar, no solo le parecía bien mi decisión sino que ella añoraba algo así para ella misma, lo que generaba unas expectativas favorables de cara al futuro de ambos.
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Pero ese futuro, se iba a desmoronar como un castillo de naipes, ¿El motivo…?
Yo, entraba en la Quinta Planta ya sin reparo alguno, de los Enfermeros y Enfermeras era bien conocido el idilio que mantenía Pilar conmigo, si bien nos guardábamos de manifestar nada, puesto que las relaciones sentimentales están tajantemente prohibidas entre el personal del Hospital; pero una indiscreta puerta entreabierta del despacho del Jefe Médico de la Planta, me dejaba al descubierto algo que no me atrevía calificar, pero que a primera vista tenía toda la pinta de ser algo consentido por Pilar, que sentada en las rodillas del Jefe, se dejaba acariciar su rubia melena… yo cerrando los ojos, con un intenso dolor en mi interior, salí sin apenas ser visto por nadie de la Planta.
No me entraba en la cabeza que Pilar estuviera realizando un doble juego conmigo, pues la relación se había consolidado, al menos eso creía yo, definitivamente marchaba de primeras, no podía pensar otra cosa que fuera un abuso no consentido, a veces ocurre, por parte del Jefe de Pilar y se viera obligada a jugar con dos barajas, esto tenía que aclararse e iba a ser hoy mismo.
Pasados los primeros minutos de rabia, indignación, humillación y dándole vueltas y más vueltas a la escena que acababa de
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contemplar con mis propios ojos, tome la decisión de aclarar mis dudas con la propia Pilar. La llamé por teléfono:
—Hola Pilar…—
— ¿Podemos vernos, cuanto antes…?—
Ella debió de notar en mí algo raro, pues generalmente no le entraba de forma tan brusca, y casi balbuceando me dijo:
— Cariño, ¿Qué te ocurre, para que me llames de esta forma y en una hora tan poco habitual, ¿Pasa algo raro…?—
—Estoy un poco nervioso, bueno un tanto confundido con una situación que quiero aclara contigo y no puedo esperar, así que por favor dime cuando podemos hablar cuanto antes—
— ¿Pero mi amor, a qué vienen esas prisas, no puedes decírmelo por teléfono, aunque nos veamos más tarde…?—
—No, Pilar, ha de ser en persona y yo volvía a insistir y lo antes que tus obligaciones te lo permitan—
—Bien contestaba ella, pues dentro de un cuarto de hora, nos vemos en la Cafetería, ¿vale cariño…?—
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Estas últimas palabras a mi me sonaron a rendimiento, tal vez sospechaba Pilar que alguien me hubiese informado, ya se sabe que hay quien siente debilidad por este tipo de comadreo, de algo que seguramente para ella no era más que un desliz; pero yo me había formado una película, más bien una tragedia griega en mi cabeza y era imprescindible salir de esa situación.
Mi aspecto debía ser taciturno y desesperado, nada más verme Pilar me dice:
— ¿Pedro, qué te pasa? que te noto desencajado, no es habitual en ti este comportamiento—
Yo a punto de saltar, tratando de reprimir mis impulsos le dije:
— ¿Qué te parecería verme con una señorita en mi regazo y haciéndome carantoñas con ella…?—
—Pues eso es lo que me pasa, que acabo de verte en las rodillas del Jefe de tu planta y a ti no perecía para nada molestarte, ni más ni menos—
Pilar, no sabía si reír o llorar,
— ¿Pero que me estas contando? Si he estado en quirófano durante cuatro horas que
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ha durado una operación bastante complicada, ¿Cómo puedes dudar de mí de forma tajante y tan claramente…?
Yo que empezaba a dudar de hasta como me llamo, le decía:
— ¿Es que vas a negar la evidencia de lo que han visto estos ojos que se tienen que tragar la tierra…?—
Pilar en acto desesperado por convencerme, se me abrazó y me decía entre sollozos:
— Seguro me has confundido, con la Juani, toda la Planta sabe, aunque lo disimulan, que anda liada con el Jefe de Planta, es rubia como yo y con la bata de Enfermera me has confundido, tus celos te han cegado; pero lo podemos comprobar ahora mismo si quieres, subimos y lo aclaramos, faltaría más…—
Yo me decía, ¡Tierra trágame!, y con lágrimas en los ojos me esforzaba por pedir perdón, había creado un drama Oteriano, digno de las mejores interpretaciones shakesperianas posibles, casi me daban ganas de pedirle de rodillas que olvidara esta pesadilla de la que me sentía autor principal y ella en el fondo entendía mi estado si como todo parecía se había producido una traición.
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A partir de ese día, ya no me parecía que todo seguía igual, algo se había roto en nuestra relación, una sombra de sospecha flotaba en el aire, yo me negué en redondo a comprobar si tal traición se había consumado o no, la evidencia de los hechos no me cuadraban con la explicación de Pilar, además por elegancia poner en duda su palabra sería poco menos que asegurar que mi sospecha era fundada, ya en alguna ocasión Pilar me había comentado que sentía una especial simpatía por la gestión del Jefe de Planta, lo que a mí no hacía ninguna gracia, sentía algo más que simpatía yo consideraba que era idolatría, tal vez ofuscado por la contemplación de aquel momento de la pareja.
La frialdad se fue apoderando de mí, me costaba trabajo correr un telón y olvidar aquel cuadro, que se me representaba con toda su crudeza ante mi vista, Pilar observaba que mi cariño ya no correspondía a lo hasta ese día y sin más me espeto:
—Mira Pedro, vamos a ser sinceros, ya sé que no me crees, que por honor hacia mi persona no has querido corroborar mi explicación, y ante eso yo nada puedo hacer, tu falta de confianza en mí me ha hecho recapacitar y creo que lo mejor es que por el momento cesemos en nuestra relación, sigamos siendo amigos y más adelante el tiempo dirá…—
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Para mí, esto era una confesión en toda regla, qué fácil se rendía, qué poco dudó en encontrar una explicación que confirmaba que mis sospechas eran acertadas, creo que era la ocasión y contesté:
—Pues mira, ahora que lo dices, creo que sí, estoy de acuerdo en que nos demos una tregua, hasta que todo este embrollo, tal vez producto de mi febril imaginación y persistente obcecación vaya encontrando claridad—
Pilar no dudó ni un instante, se dio media vuelta y me dejo compuesto y sin novia.
En vida sin duda alguna se producía un cambio definitivo, me presenté a las Oposiciones, saque el número uno, podía elegir plaza y una nueva oportunidad de dejar atrás todo lo vivido hasta entonces, se presentaba ante mí poder realizar mis sueños. Estaba dispuesto a emprender una etapa nueva, lo que había sido tantas veces el motor de mi existencia, ahora lo tenía al alcance de la mano, a tiro de piedra, esta vez, tal vez la última, no podía permitirme equivocarme, se trataba del futuro inmediato de mi vida, así que tranquilo, me tomé unos días de reflexión antes de dar un paso del que tal vez mañana tuviera que arrepentirme. Quería esta vez obrar con humildad a pesar de mis éxitos ganados a pulso, ni alardes ni tampoco achicamiento, estudiar bien las posibilidades y elegir la que
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más satisfacciones tanto profesionales como personales me pudieran producir.
Recordaba unas palabras leídas en la hojita del Taco del Calendario y me habían servido de máxima durante toda mi vida:
«Humildad es la capacidad de reconocer los beneficios que Dios nos hace y de dar gracias por ellos, de vivir en permanente actitud de agradecimiento»
«Humilde es quien no se arroga ni el derecho ni el mérito ni la propiedad de todo aquello que le es dado, sino que lo reconoce y agradece al Dador de todo bien»
Tuve unos días el pensamiento ocupado en esta importante toma de decisión:
— Se trata de mi porvenir, de mi futuro, de la meta por la que he estado luchando toda mi carrera—
— ¿Qué elijo?—
— ¿Por dónde encauzo mi nueva vida…?
¡Qué difícil es tomar un camino, que te pueda conducir a una desilusión! Algo que a todos les parece tan fácil, a mí se me
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presentaba cuesta arriba, respiré hondo y me dije:
— Ya está, a mi pueblo, a Legorreta, donde espero sentar cátedra, hacer mi vida, al fin y al cabo me debo a mi gente, a mi tierra, a mi Patrocinador, ni un minuto más para pensarlo, dicho y hecho… De esta manera pagaré todo lo que mi tierra me ha dado—
—Ahora ya no quiero titubeos ni vuelta atrás, me ha costado mucho llegar hasta aquí, la decisión es firme, irrevocable, me repetía una y otra vez, hasta confirmarme a mí mismo, que era lo más sensato dentro de mis aspiraciones a ejercer la Medicina, hoy mismo me pondré en contacto con mi familia y haré buena la noticia.—
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Nota del autor:
De nuevo una vez más, Pedro hijo, encontraba respuestas serenas y de altura de miras de su antecesor,
¡Cómo no sentir admiración y devoción por cuanto estaba descubriendo en este Cuaderno de Bitácora de su padre…!
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«MI GRAN AMIGO AURELIANO»
Un rótulo con una leyenda ocupaba la parte superior en la puerta de un caserón de Legorreta decía:
MÉDICO
Consultorio DOCTOR PEDRO OSORIO
De esta forma, daba comienzo mi nueva vida, en mi pueblo natal, junto a mi mermada familia, con la satisfacción de dedicar mis conocimientos médicos a devolver parte de la generosidad que habían tenido conmigo. La noticia corría rápidamente entre los vecinos de Legorreta:
«El hijo de Manuela, se ha establecido como médico aquí en el pueblo, ha estado estudiando por esos mundos y al final ha decidido venir a estar con su madre y hermana el resto de sus días, aquí en el pueblo que le vio nacer, era la comidilla del día en el pueblo»
Legorreta es un municipio de la provincia de Guipúzcoa - País Vasco (España) - Tiene una, población de más de mil quinientos habitantes, además de la influencia de Caseríos cercanos a la misma, de aquí era el escritor en
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euskera Patxi Ezkiaga, Juan María Jáuregui, Gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA en Tolosa y otras muchas personalidades de máximo relieve en la vida política, cultural e incluso deportiva. Aquí es donde he decidido continuar mi vida, espero que por los años que me queden de vida, dedicado a las necesidades médicas de mis paisanos.
Pasadas las primeras impresiones, el emotivo encuentro tanto de mi madre y hermana, como del resto de mis convecinos, comenzaba la consulta médica diaria, al tiempo que transitaba las calles de mis amores, de mi infancia, de mi vida pueblerina que tanto había echado de menos durante tantos años, entre estudios y el ir y venir de acá para allá…
Me encontraba un pueblo muy distinto al que años atrás había abandonado por causa de mis estudios, el aspecto de sus viviendas y calles había cambiado a mejor, la gente no era la misma, muchos me eran unos desconocidos, yo también lo sería para ellos, poco a poco fui haciendo amistades, visitando tabernak (tascas), chiringuitos de nuevo cuño y afianzando mi presencia en el pueblo.
Pero lo que no había cambiado, para mi sorpresa, era mi antigua y gran amistad con mi amigo del alma Aureliano. Paseando las calles, me lo encontré en su taller de:
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« REPARACIONES AURELIANO»
La sorpresa fue mutua, cuando me presenté en el taller y dije:
—Egun on— (Buenos días)
¿Quién anda por ahí?
E inmediatamente hizo acto de presencia mi buen amigo de la infancia y adolescencia el Aureliano; Un tipo grande de tamaño y más grande de espíritu, se sucedieron efusivos abrazos por parte de ambos y tuve que decirle.
— Oye, no me aprietes tanto, que me vas a partir en dos—
La alegría del encuentro nos causaba una emoción difícil de describir en estas líneas, no encuentro suficientes palabras para expresar la satisfacción de volver a nuestra amistad, después de tantos años de olvido, por las circunstancias tanto de él como las mías propias. Me contaba pormenores de su familia, de su trabajo, de cómo llevaba establecido años en el pueblo, después de andar deambulando por esos mundos de Dios, hasta en Alemania, me decía haber estado y por fin había encontrado su sitio en Legorreta, una vida paralela a la mía, tal como estábamos contándonos comenzamos con nuestras
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confidencias y éramos conscientes que nos estábamos reencontrando con una amistad que nunca debimos perder.
Se dedicaba, me decía, especialmente a la reparación de todo tipo de electrodomésticos, aparatos de todo tipo ya fueran mecánicos o electrónicos, incluso instalaciones eléctricas en viviendas nuevas o antiguas, reparaba todo lo que se le pusiera a tiro y estaba muy bien considerado en la localidad no solo por su buen hacer profesional, también por su marcado altruismo, a veces no cobraba nada por sus servicios si veía la precariedad del dueño del encargo, todo ello le había proporcionado ganarse la buena fama y criterio que los habitantes de Legorreta y alrededores tenían a cerca de él, a mí me constaba que era un gran tipo, antes de estas consideraciones. No necesitaba saber de su buen hacer y mis respetos y admiración sin duda estaban bien cementados hacia su persona, me sentía honrado de tenerle como amigo y amigo de los de primera línea.
Y hablando de amigos y de amistades, poco a poco me fui granjeando la amistad de las llamadas «Fuerzas Vivas» del pueblo, el grupo de personas de alto relieve profesional y que gozan del respeto de los habitantes del pueblo, por su bien hacer y por representar a la población ante las jerarquías superiores de la
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Nación, estas para mí eran sin duda alguna: El Alcalde, El Cura, El Sargento de la Guardia Civil, el Boticario y algún que otro, como autoridades más significativas y aceptadas por el pueblo.
Fui admitido en las tertulias y partidas de mus que religiosamente los jueves se llevaban a cabo por este grupo de élite del pueblo, aceptado de muy buena ley, como decía D, Antonio el cura, de pura cepa decía el Alcalde y de muy buen talante por parte del Boticario, que presumía ver incrementados sus potingues y fórmulas magistrales gracias a mis prescripciones facultativas con mi establecimiento como Médico de Familia.
La consulta, abierta, sin horarios preestablecidos, se estaba consolidando, los pacientes asegurados y particulares en consulta privada , yo atendía a todos, estuvieran afiliados al Sistema de Seguridad Social, Compañías de Seguros médicos privadas o en cualquier caso sin afiliación alguna, eran asiduos asistentes a mi consulta, hasta entonces un médico ambulante pasaba consulta un día a la semana, a veces hasta dos semanas, todo estaba cambiando, también la asistencia médica que pronto inauguraba un Centro de Atención Primaria, de la que yo sería titular, tal como me manifestaba el Sr. Alcalde, con todos los servicios y asistencias
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como era la de atención y citas telefónicas, Ambulancia, Servicio de Urgencia, Enfermera y Practicante, que hasta aquel momento daba servicio de forma itinerante, en fin todo lo que se requiere en Atención Primaria.
A mi consulta se presentó la que hacía las veces de Enfermera, aunque su especialidad era la de Comadrona, supliendo las carencias que se pudieran dar en ausencia de facultativos oficiales.
Karmele (Carmen), que así se llamaba la Comadrona, que me visitaba, me explicaba en qué consistía su trabajo, vivía en el pueblo, aunque nacida en San Sebastián, era una profesional que no miraba cuando se solicitaba sus servicios, se tratara de un parto, un accidente casero, poner inyecciones o lo que tocara, ella atendía muy gustosamente funciones de Enfermera, que también tenía el título requerido, para no caer en intrusismo, solamente suplía ante una necesidad que no permitía esperar al Médico o Enfermera.
Me comentaba todo esto para que yo le prestara atención y tuviera en cuentas su ofrecimiento como profesional, y decía:
— A partir de ahora, todo será más eficaz teniendo a un médico permanente, así que puedes contar conmigo para lo que necesites, mi labor de Comadrona apenas tiene ámbito,
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pues los nacimientos se están volviendo esporádicos y hay días que ni me estreno, tampoco como Enfermera—
Yo le contestaba:
—Estoy muy agradecido por prestar de forma tan desinteresada tu colaboración, entre tú, el Boticario y yo mismo podemos formar un equipo eficiente y seguro, los pacientes sin duda lo agradecerán—
—Mira si quieres y te parece bien, puedes venir a mi Consultorio, organizar las citas, atender a quienes lleguen y hacerte cargo de mi Agenda, así yo podré dedicarme exclusivamente a mi labor de Médico, ¿ qué te parece…?—
El día que Karmele aceptó mi oferta, ambos entendimos era un acierto, unir fuerzas ante situaciones, aunque esporádicas, en ocasiones complicadas, toda ayuda era poca. Los pacientes estaban encantados, sabiendo que en el Consultorio del Doctor Osorio, estaban las puertas abiertas a cualquier incidencia y les parecía de lo más acertado que la atención se fuera ampliando a campos como la Pedicura, algo insólito pues cuando se requería este servicio que ahora prestaba Karmele, no siempre se podía atender.
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El Centro Médico de Atención Primaria, estaba a punto de inauguración, las obras se habían concluido con el beneplácito de las Autoridades Sanitarias, el pueblo con su Alcalde al frente había donado los terrenos necesarios para crear moderno Centro de Asistencia Primaria, durante bastante tiempo los vecinos veían como las obras no terminaban, pensaban que era lo de siempre, una de tantas obras que comienzan y por falta de presupuesto se va dilatando en tiempo; pero en este caso, no, la obra ya estaba a punto para su inauguración oficial. Médico ya había, Enfermera también, ambulancia para traslado y todo el equipamiento necesario para prestar una adecuada atención médica.
El Presidente Autonómico, junto con su sequito, chofer y guardaespaldas. El Alcalde, Concejales del Ayuntamiento, yo mismo más un montón de invitados, asistíamos a la inauguración, que el pueblo aplaudía e, visitando las instalaciones pertinentes y demostrando su entusiasmo ante una nueva era que se abría ante sus ojos, ahora decía, Don Antonio el Cura, a ver si os animáis a traer hijos al mundo, en la seguridad de ser bien atendidos.
Una comida homenaje organizada por el Concejo, agasajó debidamente a gran parte de los invitados, a mi me situaron junto a Karmele
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y no faltaron los cuchicheos, que en los pueblos es de lo más normal, emparejándonos a demás de en lo laboral, también en lo sentimental. Y no les faltaba razón, pues cada día pasábamos más horas juntos, tanto en la Consulta, en el Centro así como en los viajes que semanalmente, a veces quincenalmente, girábamos a los Caseríos que dependían de mi atención médica, Carmen como familiarmente yo la llamada, conducía su furgoneta por caminos y vericuetos que ella conocía bien.
Pero he dejado atrás el capítulo de mi amigo Aureliano, a propósito pues requiere una atención muy especial y a ello vamos…
Una tarde se presento en mi Consulta, con el pretexto de: «Pasaba por aquí y me he dicho, voy a echar una parrafada con mi gran amigo Pedrito», yo le notaba inquieto y le dije:
— A ver amigo, además de venir a saludarme cosa que agradezco, me da que traes algo en el pico, así que suelta lo que sea—
—Mira Pedrito, hace unas temporada que siento como un hormigueo en la mano izquierda, a veces tengo que interrumpir la tarea, coger aire y volver al tajo, es algo que me empieza a inquieta por tanto ya que estoy aquí te lo comento y así nos quedamos tranquilos—
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— Ya sabes que yo de siempre no he tenido necesidad de tomar ni una pastilla, mi salud ha sido y es envidiable y tú mismo me has dicho en alguna ocasión que estoy hecho un "Superman"—
— Venga desabróchate la camisa que voy a auscultarte, ya vamos teniendo una edad y tenemos que cuidarnos cada vez más, mientras le examinaba, note lo que llamamos un soplo y eso me empezó a inquietar
Le tomé la tensión y sin comentarle me di cuenta que la tenía muy alta, así que le recomendé:
—Mira tienes que evitar la sal en las comidas todo lo que puedas, no fumes, nada de alcohol y procura ir dejando los embutidos y alimentos ricos en grasa, el con su gracejo pero lleno de preocupación me decía:
—A mi no me ocultes nada, dime qué me pasa y si debo tomar alguna precaución, pues aparte de lo del hormigueo no tengo síntoma de nada—
Yo viendo que se alteraba trataba de calmarle:
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— Verás, tu tensión arterial está por las nubes, no sé si será por el estrés a que te sometes con tus múltiples trabajos o debido a otras causas, para ello te vas a tomar estas pastillas que te receto e iremos viendo:—
Al mismo tiempo le ordenaba a Carmen, solicitara una visita al Hospital de la región para realizarle un chequeo exhaustivo, algo que inquietaba aún más a mi amigo Aureliano.
— ¿Pero… que me mandas al Hospital?..., pues sí que me ha salido la visita el tiro por la culata, verás cuando lo diga en casa y se entere Arancha la que se va a armar…—
—No hombre, solo son unas pruebas analíticas, para descartar cosas que de otra manera no se pueden detectar; pero como bien sabes, no es motivo de preocupación, lo que pasa es que tu, por fortuna, no has tenido necesidad de pisar el Hospital y enseguida os montáis una película, anda vete tranquilo y ya te llamarán con tiempo para que realices este control…—
Los preparativos de la boda, que corrían por cuenta de Carmen ya estaban relazándose, yo había delegado en Carmen porque su desenvoltura con los papeles y esas cosas se le daban muy bien, además las mujeres necesitan de tiempo para elegir el vestido, las
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invitaciones, la ceremonia nupcial, el banquete y mil detalles que a mí ni se me alcanzaban; pero la sorpresa vino cuando Carmen me dice:
— Mi amor, creo que hemos hecho bien en avanzar con el asunto de nuestra boda —
Yo me quedé paralizado y no entendía muy bien porque me hacía esa declaración y ella continuó:
— Verás, es que desde unos días atrás, no me encuentro muy bien, siento dolores de cabeza, mareos, no concilio el sueño y una serie de irregularidades que me están pasando, fuera de lo habitual—
La verdad es que me alarmé, ella siempre tan lozana, tan dispuesta a todo, sin queja ni cansancio no era normal lo que me decía y a saber lo que no me decía, así que le dije:
—Échate en la camilla, desabróchate todo, el pantalón, el sujetador, todo y relájate que voy a explorarte—
No encontré nada fuera de lo normal, temperatura normal, tensión bien, ritmo cardíaco normal, nada especial que llamara la atención; pero como había hecho con mi amigo le dije:
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—Venga prepara los papeles para ir a Pamplona y que te vea un especialista neurólogo, no sea haya alguna alteración debido a los nervios de la preparación de la boda y el intenso trabajo en la Clínica y Ambulatorio —
—Unos días después, coincidíamos con Aureliano y su esposa Arancha, en el Hospital, si bien cada pareja por asuntos bien distintos, quedamos para comer juntos y así comentaríamos las novedades, si había sobre el particular —
¡Sorpresa! a Carmen no le pasaba nada anormal, después de un examen minucioso y análisis que les fueron realizados de forma urgente por tratarse de colegas del gremio, los resultados eran negativos, excepto que Carmen estaba embarazada…Ella no podía creerlo pese a ser Comadrona y conocer de primera mano los síntomas que presenta una primeriza embarazada, a mí también me sirvió de sorpresa, iba a ser padre primerizo.
Arancha la mujer de Aureliano, aparecía en el restaurante que habíamos quedado a comer, llegaba sola y eso a mí me resultaba un tanto extraño, nada más encontrarnos y antes de comunicarle nuestra nueva noticia, ella llorando amargamente nos
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comunicaba que su marido había quedado ingresado en el Hospital, yo trataba de tranquilizarla y le decía:
—Mira mujer, es que hay un determinado tipo de pruebas que necesariamente han de realizarse en el Hospital, a veces hasta requieren anestesia y para ello hay que ingresar al enfermo, ahora me enteraré de qué se trata, voy a informarme más en profundidad y te cuento —
—Gracias Pedro, me tranquiliza saber que vas a tomar cartas en el asunto, no sabes cómo se agradece en momentos como este tener una amistad como la vuestra a mano, nosotros es la primera vez que pisamos un Hospital y cualquier cosa posiblemente la interpretamos por la tremenda —
—Bien, pues nada ir comiendo que yo voy a enterarme de todo, ¿Dime en qué planta le has dejado? —
—No lo sé, le vi salir en una silla de ruedas vestido con una bata, en la Planta de Cardiología y me dijeron: Váyase señora, que tal vez quede ingresado esta noche, mañana vuelve usted y ya sabremos algo, eso es todo cuanto puedo decir—
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Me dirigía a la Planta de Cardiología, cuando sentí un murmullo en la misma, traté de informarme, me acerque al mostrador y una enfermera me puso al corriente, el enfermo había sufrido un infarto súbito y se le traslado a quirófano para tratar de realizarle un cateterismo de urgencia, me empecé a preocupar y solicité verme con el cardiólogo que atendía el caso, me identifique como Médico de Familia del paciente, pasados unos minutos me informaron que la cosa había ido mal y que por desgracia había fallecido…
No daba crédito a lo que me estaban contando, ya nada me importaban los pormenores del caso, ahora me enfrentaba a la cruda realidad de los hechos, irreversibles, y además ¡menuda papeleta! me esperaba tener que dar la noticia a su mujer allí presente con él tan solo hacía unas horas.
No encontraba la manera de dar tan triste noticia, por una vez me alegraba en el fondo estar cercano a Arancha en momentos tan inesperadamente dramáticos.
Me armé de valor, baje al restaurante, ya habían comido y estaban tomando una infusión, a mi llegada notaros en mi semblante que algo iba mal, no podían esperar lo sucedido, yo con el máximo tacto que me fue posible iba soltando perdigonazos como: Al
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parecer las cosas se han complicado, ha sufrido un infarto, pero está en buenas manos, Arancha me cogía por las solapas de la chaqueta y me decía
— Por favor Pedro, no me engañes, ¿qué pasa…?—
Mi cara era un poema, mi silencio delatador, las lágrimas aparecieron en mis ojos, Carmen se dio cuenta de que algo gordo estaba pasando y cogiendo a la mujer en un aparte, le decía:
—Arancha ven siéntate aquí, vamos a tranquilizarnos, no precipitemos acontecimientos—
Mientras Arancha desconsolada hecha un mar de lágrimas, abrazada a Carmen que me miraba inquisitoriamente, como queriendo saber la fatal noticia, yo movía la cabeza haciéndola entender que nada había que se pudiera hacer. Carmen comprendió y trataba de hacerlo llegar a Arancha, fueron momentos muy difíciles de asimilar y junto a la noticia, la gran noticia de su embarazo, estaba la realidad tantas veces ocurría uno que viene y otro que se va, era la dinámica de la vida, esa incógnita que nos hace crecer en momentos como este.
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La inconsolable Arancha, entendía por fin, sin que fuera necesario explicarle nada, lo ocurrido, solo había que contemplar nuestros rostros para saber que había ocurrido lo que nadie quiere vivir, pero la realidad estaba ahí y de pronto como armándose de valor dijo:
— Yo quiero verle, por favor…—
Me miraba a mí suplicante, y no sabía qué hacer, le dije:
—No te prometo nada, ya sabes los protocolos que existen en los hospitales respecto a esos asuntos; pero todo lo que esté de mi mano lo haré—
Nuevamente volvía la Sala de Cardio, propuse que autorizaran a la mujer del finado (qué mal me sonaba esta palabra) pudiera visitarlo antes de ser llevado a la morgue, a sabiendas de que estaba pidiendo un imposible, en ese momento que llegaba el Jefe de Planta, le expliqué las circunstancias dramáticas en que se habían desarrollado los hechos y me autorizaba a que en unos minutos pudiera dar satisfacción a su esposa. Subimos nuevamente a la habitación donde se encontraba Aureliano, todavía con apósitos en el cuello de la intervención, con el color de su cara natural en él, tendido en la cama estar dormido, seguro que con los efectos de la anestesia, Arancha me
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había prometido, no montar ningún número, estar unos instantes, pues le había hecho comprender se trataba de un permiso muy especial concedido gracias a mi intervención en calidad de médico.
Pasmos la noche en el Tanatorio, larga, trágica, dura, fuimos informando por teléfono lo ocurrido y por la mañana, ya pudimos efectuar los luctuosos trámites para el traslado del cadáver al pueblo. Se presentaron en el Tanatorio del Hospital varios familiares y amigos de Aureliano, la sorpresa poco menos que increíble y la rapidez del desenlace habían dejado a todos en el pueblo en estado de shock.
Siguieron el sepelio y funerales, todo el pueblo en masa acudió al cementerio, donde quedaba enterrado junto con Aureliano el último capítulo de su todavía corta vida. Se había ido uno de mis más entrañables amigos y al día siguiente me salió del alma escribir una carta al viento que transcribo aquí para quedar constancia de mi dolor.
Dice así:
(¿Queeeéé…?)
«Desde los cuatro puntos cardinales, saltaba esta expresión, algo para lo que nuestra mente no está preparada: duda, sorpresa, estupor, la muerte de Aureliano hacía me saliera una oración espontánea por su eterno descanso»
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«Tengo ante mí un folio en blanco y puedo asegurar que nunca me ha sido tan difícil verter lo que en estos momentos cubre de sombra mi mente y quiero expresar»
«Cuesta trabajo entender, pese a la edad, la desaparición, de un día para otro la presencia de un amigo, para mí algo más que amigo, un hermano»
«Aureliano: Tú te has sido para mí y te lo he dicho en más de una ocasión, un referente de vida, tu saber estar en todo momento a la altura de las circunstancias, pendiente de las necesidades de los demás, sin distinción de amistad, eras igual para todo el mundo, tu manera de ser, tu generosidad hartamente demostrada, hacía que fuera fácil sentirse tu amigo y quererte, una persona sin doblez, sin tapujos, sin chismes, tu honestidad en lo fácil y no tan fácil, siempre poniendo por delante tu sagrado deber de esposo, padre, abuelo, hermano y también de gran amigo»
«El episodio que hemos vivido ayer, por situarlo de alguna manera, refleja tu grandeza de hombre de bien. Un señor mayor que asistía a tu sepelio decía conmovido, como el resto de quienes nos encontrábamos allí:"Pero si parecía había hombre para siempre…"»
«Te has querido ir discretamente, sin alharacas, en dos días, como tú hacías siempre las cosas, había llegado el momento de tu máxima madurez, el fruto maduro ha de ser cosechado, estaba en sazón y resuenan dentro
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de mí las proféticas palabras: "Si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto"»
«Mis sentimientos se agolpan, quisiera decirte tantas cosas…Pero por fortuna entre nuestras conversaciones, unas veces banales, otras profundas, quedaba clara nuestra postura ante hechos tan relevantes como este»
«Querido Aureliano, querido amigo, querido hermano, entre sollozos quiero darle mi adiós, mi hasta luego…, Ayer tan siquiera pude portar tu féretro, no me sentía con fuerzas»
«Sabes que no te vas sólo, llevas contigo parte de mi corazón»
«Un beso, de Pedrito (como me llamabas).
Pero la vida sigue…
Un nuevo capítulo se abría en mi vida, por fin había encontrado una compañera de camino, por fin la que sería la madre de mis hijos, ya era probado, la sorprendente noticia del embarazo de Carmen de la que yo era coautor, abría ante nuestro inmediato futuro la esperanza deseada de ser padres, nuestra boda, no precipitada si adelantada, evitaba sospechas que en los pueblos son muy tenidas en cuenta, la boda se celebró con toda la solemnidad posible y dentro del ámbito familiar, todo dispuesto gracias a la labor de Carmen, los detalles de orden menor se encontraban a
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punto, los invitados de la novia, familiares a los que yo siquiera conocía, me eran presentados y todos muy alegres nos felicitaban por nuestro casamiento, mi madre y hermana en primicia por la boda, sorprendidas por mi definición de aquel hecho, siempre me estaban acosando y emplazándome a llevar a cabo el casamiento, "No es bueno que el hombre esté solo" me decían para apremiar mi decisión, el día por fin había llegado.
Un breve pero bien aprovechado viaje, nos hizo volver pronto al pueblo, debido al estado de Carmen que no le convenía andar de acá para allá, la instalación definitiva en mi casa fue fácil, el traslado de las cosas personales de Carmen y enseres necesarios para emprender nuestra vida de recién casados comenzaba con buen pie, mi madre y hermana como regalo de boda nos hicieron llegar un hermoso piano que a Carmen le hizo una inusitada ilusión, pues el que tenían en su casa era patrimonio de familia y no se atrevió a desplazarlo del lugar que presidía de toda la vida su salón, no podían habernos regalado cosa más útil y apreciada en esta ocasión. Carmen había dejado un poco la música, afición enraizada en su familia y ahora tendría la oportunidad de ponerse al día y practicar algo que llevaba en las venas, la interpretación de sus piezas favoritas, Chopin, Mozart, Vivaldi, etc.
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Todo marchaba bien, más que bien diría yo, habíamos superado muchos baches que la vida nos pone por delante sometiéndonos a prueba, habíamos dejado atrás momento duros que nos condicionaban la vida, ahora todo era paz, tranquilidad de espíritu, vida hogareña, junto a la chimenea, tiempo para leer, tiempo para escuchar las notas del piano que Carmen con maestría esparcía por el espacio del salón, tiempo también para esperar con ilusión quien sería nuestro primer hijo, meditación, sosiego, relax, ocio y trabajo alternado, bienestar ganado a pulso, todos y muchos más `pensamientos positivos rondaban mi cabeza en momentos de reflexión como este.
En el Centro Médico, se hizo necesario que viniera una suplente pues el avanzado estado de gestación de Carmen así lo requería, se solicitó su baja porque en cualquier momento se produciría el parto, todo estaba más que dispuesto para que fuera un feliz alumbramiento. El sustituto que vino fue un suplente, un joven Enfermero, que se hizo cargo de las gestiones de Carmen, admirado me comentaba del buen orden que se observaba en los asuntos que manejaba Carmen y de qué manera decía…
Todos los días puntualmente acudía desde Pamplona a ejercer sus labores en el
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Centro de Atención Primaria y se volvía por la tarde, era una situación provisional, si bien se podría alargaría en el tiempo preceptivo de posparto de las vacaciones correspondientes a Carmen, aunque nunca se sabía si vendría un varón o una mujer o continuaría él, estos devaneos los comentaba con Pedro, como Director del Centro, previendo que si su continuidad en el tiempo se alargara, habría de procurarse una pensión donde descansar de tanta ida y vuelta a Pamplona.
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«SOY PADRE POR
PRIMERA VEZ»
En el pueblo se hizo eco la noticia:
— ¡Karmele, ha tenido una niña!, Dicen que todo ha ido bien, aunque con segundas intenciones también aseguraban echadas cuentas, ha sido sietemesina, pero su peso y tamaño está dentro de lo normal—
Tres días después, todo volvía a ser como antes, Carmen, con su niña en brazos, volvía risueña, contenta para nada demacrada ni alterado su buen carácter, todo había ido de primeras, la intervención por Cesárea, se hizo imprescindible para no correr riesgos y siendo primeriza, y nada fuera de lo normal en estos casos. Las felicitaciones, parabienes, obsequios para la niña se hicieron presente en la vida familiar, aunque nada había cambiado, sin embargo en adelante nada sería igual, las noches ya eran alteradas por los llantos de la "neska" (niña), las horas de las tomas de biberón, de pecho, en el caso de Carmen que quiso desde primera hora amamantar a su cría, sabedora de los grandes beneficios físicos y psicológicos que aporta esta acción, condicionaban la marcha tranquila de la familia, todo se daba por bien empleado viendo como la familia se estaba configurando como tradicionalmente se esperaba de ellos.
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En mis círculos de amistades, todo eran apretones de mano, abrazos efusivos por la novedad y las invitaciones en una y otra dirección se hicieron frecuentes durante unos días. El Cura, me insinuaba un tanto expectante, conocedor de mis interioridades mejor que nadie, que para cuándo sería el Bautiza de la nena, diciéndome:
— Don Pedro, ¿Cuándo vamos a cristianar a esa princesita?, lo normal es que cuando la madre esté en condiciones de asistir al Bautizo se lleve a cabo este acontecimiento, que en la vida de la criatura marcará el resto de sus días—
Yo no me había percatado de ello y un día lo hablé con Carmen
— Cariño, me ha dicho D. Antonio, que cuándo vamos a bautizar a la niña, si te encuentras bien, he pensado que tendremos que buscar unos padrinos, ponerle un nombre y preparar el evento como corresponde, para eso tú te pintas sola mejor que nadie, así que pensemos pues—
—Bueno, decía Carmen, es algo que tenemos que hacer, y que yo ya había pensado en ello, de tal manera que si te parece como nombre le podemos poner Celia, salvo que tu
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tengas otros planes, en cuanto a los padrinos pueden ser tu hermana o tu madre como madrina y mi hermano Patxi como padrino, esto siempre que tu tengas algo que aportar—
A mí, que de estos asuntos no tengo ni idea todo me pareció muy bien, aunque me quedaba la duda del prqué Carmen había elegido el nombre de Celia para la niña.
— ¿Y el nombre de Celia, es por algo en especial o porque te suena bien?—
—No, es el nombre de una gran amiga mía, una prima que murió muy joven, con la que me unía una estrechísima amistad más que de lazos de familia, y un día, jugando a cosas de niñas, cuando nuestros románticos pensamiento discurrían por los etéreos y mágicos lugares de ensueños, me hizo prometer que mi primera hija se llamaría Celia como ella; pero si tienes otra opción aquella promesa efectuada sin más, no tiene valor más que sentimental.
— No, no, Celia, me gusta, era solo curiosidad de saber el origen y génesis de ese nombre, nada más, así que decidido Celia será su nombre, en cuanto a los padrinos, una vez más y perdona lo dejo a tu gusto, creo que tiene la importancia relativa que según Don Pedro, son los guardianes de su educación y cuidado
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si algún día faltaran sus padres, quiera Dios esto no ocurra…—
La precipitación de tantos acontecimientos en tan corto espacio de tiempo, me hacía reflexionar de lo efímero del tiempo,
«Tempo fugit sicut nubes» (El tiempo se escapa como una nube) y efectivamente, echando la mirada atrás, de la forma que se habían ido precipitando los tiempos, tantas situaciones novedosas, tantos cambios, tantos lugares diversos, tantas personas presente en el acontecer de mi existencia y sin embargo todo parece que ocurrió ayer…
Mi dedicación en alma y cuerpo a mi profesión, ocupaba todas las horas de mi vida cuotidiana, ahora en el Centro de Atención Primaria como en el Consultorio privado, que cada vez era menos privado, pues atendía a personas muy mayores que no habían podido ir a consulta en el Centro Público y venían a mi Consulta, a veces me insinuaban que aunque fuera pagando por mis servicios, algo que nunca permití, Mi vida se estaba convirtiendo en algo parecido cuando más joven trabajaba de MIR en los hospitales, sin descanso, haciendo todas las guardias que se pusieran en mi camino, sin preocuparme de nada que tuviera que ver fuera del entorno hospitalario, era la única forma de conseguir lo que ahora
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disfrutaba, a base de trabajo, trabajo y más trabajo, como diría un famoso entrenador de futbol, partido a partido.
Echaba de menos la personalísima función de ayuda por parte de Carmen, no podía exigir a su suplente llevara a cabo la labor impagable, la dedicación de ella en todo su cometido, había carencias que estando ella al frente yo hubiera pasado desapercibidas, era bueno de vez en cuando reconocer y valorar lo que tenemos en casa y a veces nos pasa que, por la rutina y que todo marcha según lo previsto, como cosa natural nacido espontáneamente, sin más ;no le prestamos el valor real que tiene, pero ahora me daba cuenta que detrás de todo esto estaba una mano profesional de primer orden, una disposición heroica por parte de Carmen, que aún sin darle importancia a nada gracias a su intervención todo marchaba de manera extraordinaria haciendo que fuera y pareciera ordinario. Gracias desde estas líneas quiero darte mi querida esposa, mi ayudante fiel, profesional donde las haya, gracias por dedicarme lo mejor de tu vida, gracias por haber querido compartir conmigo el resto de tus días, gracias por esa pequeña joya que ha traído una alegría jamás superada a nuestras vidas, gracias por Celia, gracias por escribir el "libro de nuestras vidas" en este - a modo de diario - , gracias infinitas por todo…
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Se carca un invierno, que dicen quienes saben de esto, será propicio en nieves y lluvia auguraban , propicio también para pasar horas al amor de la lumbre pensaba yo, por tanto queriendo ser previsor había encargado me suministraran una buena carga de leña de encina, que en el porche adecuado a este menester en el jardín de la casa fui colocando como un puzle en mis pocos ratos libres que además me servían de abstraerme de tanto trabajo intelectual, cambiándolo por trabajo manual, allí muy cerca de la puerta del salón fui apilando tarugos de leña seca que ya suponía mi gozo oyendo y contemplando su chisporroteo en lenguas de fuego que en lancha del suelo, luchaban por ascender por la chimenea.
Nota del autor:
Pedro hijo, ya no necesitaba saber más acerca de la vida de su padre, lección tras lección, había iodo desgranado estas líneas como si de las cuentas de un Rosario se tratara.
Ya su convencimiento sobre el conocimiento de la vida de su padre, rayaba en cotas indefinibles, solamente habría que hurgar en cualquiera de aquellas páginas del manuscrito y todo quedaba dicho…
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«EN EL CENTRO DE MAYORES»
Una nueva actividad, que me atraería como un imán por mi condición de médico y porque estaba madurando tal vez prematuramente, eran mis frecuentes visitas al Centro de Mayores del pueblo, me había aficionado a mantener charletas con aquellos pozos de sabiduría, cuánta filosofía había encerrada en aquellas paredes, cuantas vivencias, sueños irrealizados, vidas rotas, desencantos, naves varadas en la orilla del rio de la vida…
Recordaba aquellas palabras de Bruno Ferrero, que leí en una ocasión y me daban una gran lección para la Esperanza:
«Un día habrá que pagar por todas las palabras de aliento no dichas, por todas las caricias ahorradas, por todos los sueños abandonados»
«Habrá que dar cuenta del miedo y del egoísmo que impidieron amar, de la ceguera y el orgullo que sofocaron los impulsos»
«Habrá que rendir cuentas de los detalles omitidos, de las lágrimas sorbidas, del amor no entregado, de las promesas no cumplidas y del tiempo perdido» (BF, el canto del grillo)…
Estas palabras, que se hacían presente en un lugar como este que visitaba, que aun
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teniendo todo tipo de elementos para que la condición de los mayores fuera optima, sin embargo carecía del calor de un hogar, insustituible a pesar de disponer de muchos medios adecuados que los mayores necesitaban.
Tenían espacios de lectura, televisión, juegos de mesa, distracciones en grupos, bingo, tablas de rehabilitación, deportes a cielo abierto cuando el tiempo lo permitía, un gran patio para pasear, atención médica personalizada, peluquería y mil atenciones que sin embargo no llenaba las horas de tedio, ansiedad, pensamientos negativos de una vida pasada, sentimientos y amistades perdidas, como yo pulsaba en mis animadas conversaciones, de alguno a penas si podía mantener una conversación coherente pues el Alzheimer cuando no el Parkinson les tenía postrado en otra dimensión que nada tenía en común con este mundo.
La fortuna y el destino me visitaba de nuevo, esta vez un vástago venía a formar parte de la familia que ya empezaba a ser casi numerosa y colmaba todos mis deseos, al menos ese era mi pensamiento, de continuidad. Más tarde otro regalazo nos volvería a sorprender , esta vez de nuevo con una niña, el juguete de la casa, al niño le llamamos Pedro, sin más discusión este fue mi deseo y a la niña
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otra vez dependiendo del deseo compartido de Carmen se la puso por nombre Ana, ella sabría porqué.
Así de esta manera tan pletórica de grandes acontecimientos, pasaba nuestra vida, nos íbamos haciendo mayores, nos planteábamos la jubilación, aunque viendo y viviendo las cosas que yo palpaba a diario en el Centro de Mayores, no teníamos ninguna prisa en que llegara ese momento.
Recordé aquellas sabias palabras de Cicerón:
«Si quieres ser viejo durante mucho tiempo, hazte viejo pronto...»
Mientras tanto, sucedieron mil cosas relacionadas con la educación y crianza de los hijos, no era poca cosa el apoyo de la hija mayor Celia, sobre todo cuando fueron llegando sus hermanos espaciados en el tiempo fue vital para Carmen, que había ido poco a poco desligándose de las funciones de atención médica, causó baja en el Centro y aquí en la Consulta fue diluyéndose su presencia por atender los asuntos de casa.
Con el decurso de los años, nuestro hijo Pedro, ya terminada la carrera le llegó la hora de crear su propia familia y un buen día
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recibimos la invitación oficial a su enlace matrimonial, a mí no me sorprendía pues es ley de vida, todo me situaba en el verdadero sitio que me correspondía por mi edad, este acontecimiento aceleró mi pensamiento de la jubilación, nuestras hijas también iniciaron su camino, terminados su estudios encontraron un trabajo en la Capital Madrid, nunca quisieron separase , seguras como estaban de necesitarse más que nunca fuera del hogar de los padres lo que nos causaba una gran tranquilidad, pues sabíamos se cuidaban la una a la otra.
Nuestra asistencia a la boda, conocida de antemano quien iba a ser nuestra nuera, nuestra nueva hija política, fue un acontecimiento, muy esperado que además nos iba a llenar de una gran alegría y gratísimo recuerdo…
. Nota del autor:
Al llegar a este momento, Pedro hijo, no pudo contener tanta emoción e irrumpiendo en llanto, cerró el diario, que quedaba incompleto, por los luctuosos acontecimientos sucedidos después de la boda y que los lectores, seguro, tienen muy presente…
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EPILOGO
He querido poner punto y final a este relato, que como quedó dicho al principio del mismo, quería sirviera para llenar las muchas horas de confinamiento a que nos hemos visto sometidos, la población mundial, debido a la Pandemia del Covi-19.
En Madrid, siete de Julio de 2020.
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A Pilar, mi mujer, que ha vivido junto a mí, estoicamente
este confinamiento de más de tres meses de Pandemia, sin que saliera una sola queja de su boca, a pesar de que motivos no le han faltado…
Un beso, floren
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En el estado de confinamiento en el que nos encontramos sumidos, me han sugerido escribir "algo" relacionado a cerca del monotema de actualidad, la Pandemia, que dá para que aparezcan tratados sobre el tema, que crecen como setas, unos más afortunados que otros, todos los días aparecen publicaciones, libros, artículos al respecto, y heme aquí, obediente tratando de llevar a buen puerto el asunto, que aunque somero, pretende dejar constancia de mi reflexión personal.
En este sentido, sin más premisas, comienza aquí, lo que quiere ser una función notarial de la actual situación, queremos reflejar del mejor modo posible y mediante estas líneas, de cuál es nuestro pensamiento y juicio personal de la situación que nos ha tocado vivir, de las sensaciones, motivaciones y también emociones que estamos viviendo.
Para ello nada mejor, que novelar el asunto, buscando personajes ficticios, que nos conduzca por las tenebrosas aguas de la Pandemia.
El tiempo dirá, si ha valido la pena el esfuerzo, aunque solo sea a título personal y como un entretenimiento más, en estos ya largos días de confinamiento.
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«A fecha de 1 de Julio de 2020 la OMS dice: El coronavirus no ha sido derrotado. Todo lo contrario. "Lo peor está por venir", Dijo este lunes el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, al hablar de la atmósfera de división política global y de fracturas a nivel político que dificultan el combate de la pandemia."Con este tipo de ambiente y condiciones, tememos lo peor", agregó. "Han pasado seis meses del brote del nuevo coronavirus y la pandemia está lejos de haberse acabado", dijo. El mundo supera los 10 millones de casos de covid-19 y más de 500.000 muertes por la enfermedad La cifra de muertes en todo el mundo supera el medio millón, y los casos, los diez millones en los seis primeros meses, momento que la OMS quiere aprovechar para volver a reforzar la atención para salvar vidas. "Hace seis meses nadie podría haber imaginado cómo nuestro mundo - y nuestras
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vidas- cambiarían tanto con este nuevo virus", dijo el jefe de la OMS. "Todos queremos que acabe, todos queremos volver a nuestras vidas, pero la dura realidad es que no estamos ni cerca de que esto acabe", advirtió. Qué progresos se están logrando en la búsqueda de una cura para el coronavirus "Aunque muchos países han hecho progresos, globalmente la pandemia se está acelerando", alertó. "La mayor parte de la gente aún es susceptible (de contagiarse); el virus aún tiene mucho espacio por donde moverse".
Brasil es el país de América Latina con más casos y fallecidos.
La mitad de los contagios del mundo se han registrado en Estados Unidos y Europa, pero el número de contagios está creciendo rápidamente en toda América. En América Latina el ritmo de nuevas infecciones se ha acelerado desde mediados de mayo, y está aumentando especialmente en Brasil, México y Chile, según la OMS.
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Tedros remarcó la importancia del rastreo de contactos de las personas contagiadas y anunció que un equipo de la OMS viajará a China la próxima semana para investigar el origen del virus, algo que le reclamaba Estados Unidos, cuyo gobierno ha sido muy crítico con la organización hasta el punto de suspender la financiación y de anunciar la salida del ente. El director del programa de emergencias de la OMS, Mike Ryan, dijo que ha habido progresos en el trabajo para encontrar una vacuna, pero que no hay garantías de que sea un éxito… Acabo de leer un artículo sobre las peores obras literarias, de autores de fama universal, incluido algún Premio Nobel, que fueron funestas, anecdóticas, refutables; que vieron la luz, muy a pesar de sus autores y que no obstante ahí están, en las estanterías donde se guardan tantos cadáveres literarios, que no verán jamás la luz, o si acaso una rendija leve para su recuerdo y no precisamente para honrar a su autor. Con todo ya me gustaría a mí que la mejor mis obras se pareciera o fuera como el peor éxito de una de ellas. Con tal premisa, empiezo este nuevo trabajo, en la esperanza de que resulte al final, no una obra litería de primera línea, sí que sirva como recuerdo de esta triste Pandemia de la que somos ¿Autores? ¿Victimas?... Y dejar
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constancia de lo vivido, que ha sido mucho y nada halagüeño; de paso rogar a las Alturas que pase de nosotros este cáliz, porque: «Caro auten infirma, spiritus promptus est» (La carne es débil, el espíritu está pronto).
Solo faltaría, que junto a las mil y una prohibiciones impuestas y nunca deseadas o solicitadas, también nos prohibieran manifestar nuestro cabreo en forma de escritos más o menos atrevidos y quitarnos este pequeño, aunque infructuoso, desahogo personal, que para nada sirve y aunque sea solamente por usar del libre albedrío, que trato de poner negro sobre blanco en este trabajo.
El día que comienzo este tratado, (8 de Junio de 2020), se habla de entrar en Fase 2, para quienes vivimos en Madrid, ello significa en la mentalidad burda de nuestros gobernantes, Dios guarde muchos años, pero debajo en una gran piedra, que lo pasado, pasado queda, y que gracias a la perspicacia, sabiduría y hondura de miras de nuestros pupilos, se nos autoriza, se nos da permiso, y dicen concedernos el favor de un alivio, dentro de la ochentena que ya llevamos confinados.
Todo comenzó allá por primeros de Marzo de 2020, cuando se decía, se rumoreaba, se intuía, aunque hay quien asegura que se SABÍA, de un “Virus” jamás visto, andaba rondando por aeropuertos, estaciones de tren, lugares de encuentro, puntos donde concurrían
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gran número de personas, campos de futbol, etc. Y sobre todo en un lugar, del que nunca habíamos oído mención alguna de China, llamado Wuham, y que hoy día nos suena para nuestra desgracia, como si se tratara de una ciudad cercana a nuestra residencia.
Se decía en un principio se trataba de una Neumonía Atípica, eso sí, desconocida hasta el presente y que nada había que temer pues nuestra Sanidad estaba más que preparada para atacar, llegado el caso dicho virus, por entonces no se le dio el nombre de Pandemia. De tal modo, que sembrada la incertidumbre, que no el miedo, se empezaba a especular, que si los científicos de turno, no podían concretar si era más o menos letal que cualquier Gripe estacional a que estamos acostumbrados para lo cual con una vacuna quedaría resuelto más pronto que tarde.
Lo cierto es que se fueron dictando normas a nivel nacional e internacional, la pandemia fue tomando cuerpo y registros poco menos que apocalípticos, se marcaron normas de carácter general, algunas muy dolorosas, se estableció una especie de Toque de Queda, Estado de Alarma, Estado de Excepción lo llamaban algunos, las noticias volaban por doquier, el número de contagios fue creciendo exponencialmente, decían los periódicos, en la televisión no se hablaba de otra cosa, los telediarios daban fe, aunque no fidedigna, de
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los muertos que se estaban produciendo a diario, en nuestro país, en la región y sobre todo en la capital Madrid…
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La pandemia ya tenía nombre, era el triste pero famoso Coronavirus, yo lo llamo Cornudo-Virus, los especialistas en la materia se esforzaban por explicar en qué consistía, síntomas, secuencias, y medidas de primera mano a tomar, para doblegar esta Pandemia de carácter universal. Había que lavarse las manos cuantas veces mejor, usar gel de manos hidroalcohólico, guantes de látex, mascarillas, estas llegaron como novedad, pero para quedarse, un sinfín de medidas higiénicas, en el campo laborar y en el quehacer diario, en los transportes públicos, en las tiendas, medidas que los mayores recordaban de tiempos de guerras pasadas, se implementaron horarios especiales para realizar actividades públicas, cerraron Colegios, escuelas, teatros, cines, bares, iglesias, en definitiva se creó un caos, del cual era muy difícil restablecerse, aun pasados tres o cuatro meses. Solamente actividades absolutamente imprescindibles eran autorizadas, ir a comprar comida, con unas interminables colas guardando distancia social, se decía, acudir a sacar dinero a los Bancos, ir a la Farmacia, Centros Hospitalarios y poco más, se estableció un confinamiento de la población, jamás vivido, comenzó el temido aislamiento incluso de los seres queridos, una dramática
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situación en la que los familiares, abuelos, nietos, hijos y padres no podían verse físicamente, gracias a los nuevos medios digitales las video llamadas se pusieron a la orden del día y la RRSS echaban humo.
Pero la enfermedad se fue empoderando cada día con más terreno a su favor, los muertos en los hospitales, se decía, se agolpaban en lugares insospechados, las Residencias de Mayores fueron convertidas en auténticas morgues, una persona con 80 años era atendida cuando la situación de alguien más joven no lo necesitara y así se creó una situación de espanto, miedo y disposición a ser ninguneado en atención médica y sabiendo que los días estaban contados, para los mayores.
La pandemia, ya no había duda alguna, era de carácter apocalíptico, universal, las cifras de contagiados, muertos y sospechosos iba in crescendo cada día que pasaba y no se vislumbraba ni a medio o largo plazo una solución al tema.
Se fue extendiendo como si de una plaga se tratara, todos los lugares del mundo en los cinco continentes recibieron esta inesperada visita, los medios de difusión de todo tipo echaban fuego, las noticias volaban, el pánico se hizo viral, ya nada importaba, la reclusión semivoluntaria en las casas se hizo cada vez más usual y necesaria se declaró el Estado de Alarma, nadie o casi nadie recordaba semejante medida tomada con todas las precauciones por
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parte de los Gobiernos, definitivamente la situación, lejos de ser controlada, se les iba de las manos, todos los miembros de cualquier Gobierno, acertaran o no, disponían Reales Decretos, dictaban normas, improvisaban hospitales, ante la peor situación de alarma jamás vivida ni tan solo imaginada.
La situación en el caso de las Residencias de Mayores se agravaba hasta el infinito, las mayores cifras de muertos se producían precisamente en estas Residencias, la atención de los cuidadores y sanitarios se amplificaba hasta cotas jamás sospechadas, sin embargo carecían de lo necesario ante una situación de este tipo, eran cuidadores no hospitales y cada día se producían más y más defunciones, hasta el punto de tener que intervenir el Ejercito y encontrase con cuadros dantescos, cadáveres amontonados en lugares improvisados dentro de las propias dependencias, como si de muebles viejos se tratara.
El hecho es que nos enfrentábamos al peor de los acontecimientos vividos hasta el presente, con la incógnita de no saber hasta cuando, ni a quien se llevaría por delante conocidos sobren todo, raro era el día que nos desayunábamos con la noticia de algún fallecido de nuestro entorno y éramos conscientes de la cantidad espantosa de cifras que en los medios de comunicación nos ponía
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todo los días delante, bien en la televisión o mediante las redes sociales.
Todo ello iba minando nuestra capacidad de asimilación y la saturación se refugiaba en forma de pesimismo, cobardía, miedo.
Pero he aquí, que nuestro Presidente de Gobierno, ayer mismo nos anunciaba eufórico, a bombo y platillo, que la pandemia estaba entrando en fase “terminal”, que se estaba doblegando, decía con triunfalismo y que se estaba llegando a la tan ansiada NUEVA NORMALIDAD.
Y servidor, comenzó a cabrearse, a sentirse mal ante este , no menos esperado anuncio, porque apenas se tenía en cuenta en el pensamiento de nuestro insigne, la cifra de cerca de 40.000 muertos, las incalculables pérdidas económicas, el panorama de paro e indigencia producidos a raíz de esta calamidad universal, en familias que se encontraban en situaciones dramáticas, en más amplio sentido del término, en los matrimonios rotos, sin empleo, sin perspectivas de salir adelante, sin herramientas en definitiva para enfrentarse a esta Nueva Normalidad.
Ya nada será igual se decía, tanto en los medios de comunicación, y también en la calle, todos éramos conscientes de ello y en la mayoría de los casos con alguna defunción familiar y sin ver un horizonte claro para el futuro inmediato.
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¿Y qué decir de los mayores? ¿Con que futuro inmediato nos enfrentamos los mayores, entre los que me incluyo? ¿Seremos nuevamente apartados, ninguneados, no tenidos en cuenta, ya no digo en el tratamiento de esta pandemia, sino también en nuestras otras enfermedades, patologías aparcadas, por culpa del Virus, pruebas médicas aplazadas sine diae, etc.?
A propósito de ello, hoy sin ir más lejos pongo literalmente un comentario de un insigne Catedrático Ignacio López Goñi, Catedrático en Microbiología por la Universidad de Navarra, que dice lo siguiente:
«El coronavirus ha atacado con dureza a las personas de mayor edad y pacientes con mayor riesgo por otras patologías. Los más susceptibles ya se han visto afectados en las etapas más críticas de la epidemia. Conforme la curva baja, los casos descienden y se protege mejor a las personas. No es que el virus haya perdido fuerza, o haya mutado en cualquier sentido, eso no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la epidemia en nuestro país está descendiendo por la evolución natural de todas las epidemias y por las radicales medidas que se han tomado». De tal modo que era lo que nos faltaba por ver a los mayores, de hecho en la nueva fase que entra hoy, seguimos ninguneados, pues han cambiado muchas cosas para aliviar el confinamiento y sin embargo se mantiene la
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franja horaria marcada para los mayores de 70 años… Todo ello, nos lleva a una profunda reflexión y preguntarnos, si no somos un estorbo para la actual sociedad, a la vista de los acontecimientos que suceden a diario. En tanto ocurren todos los acontecimientos aquí enumerados, y a la espera de la colaboración de mi Colega, servidor tratará, con sus cortos o ningún otro argumento, que el de la propia imaginación, el interés por pergeñar un trabajo, que sin ser una NOVELA, o ENSAYO, DIARIO, o cualquier otro tipo literario, lejos de la ortodoxia o disciplina académica, tratará de verter mediante estas páginas, la opinión, el sentimiento, la frustración en algún caso del propio autor, sin pretensiones de consecuencia alguna, con el ánimo de ir desarrollando el acontecer diario y lejos de que sea un tratado ni siquiera una lista de consejos o experiencias a seguir por parte del lector, si bien tengo en cuenta la opinión autoriza del premiado autor Javier cerca que en su novela “Terra Alta” decía: «La mitad de una novela la pone el autor y la otra mitad la pone el lector (Pag.302)» Es por ello que con la ironía, sarcasmo y con una sonrisa sardónica, ataco este asunto sin ninguna pretensión, como queda dicho, que no sea la de un pasatiempo más. No me cabe duda alguna de que cuando hayamos superado esta situación atenazante de la pandemia, salgamos de la misma, no sin antes habernos dejado pelos en la gatera. Me anima pensar que como dice el erudito en la materia (Javier Yanes), « La
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ciencia avanza a hombros de gigantes, pero si esos gigantes son de cartón, el resultado será un Morrazo contra el suelo » He reconocer, cuanto antes, que gracias a el confinamiento impuesto por las autoridades, nuestro Planeta, ha salido ganando, las estadísticas de los estudiosos del asunto aseguran que hacía mucho tiempo no se encontraba una atmosfera tan limpia, unos ríos tan claros, los mares más diáfanos, los bosques alegres, los animales más libres y no se cansan de asegurar que el camino para recuperar tanto perdido es éste, es decir la no intervención del hombre en la Naturaleza, dejar hacer y así podremos contemplar como en las turbias aguas de Venecia se pueden avistar peces, que otrora era su medio natural, y actualmente nos parece un milagro. Espero que la anunciada “desescalada” no contribuya de nuevo a elevar los índices de contaminación atmosférica, que hemos logrado en las grandes ciudades, me temo que el burro tropieza dos veces en la misma piedra. Pero lo más llamativo del tema, en mi humilde opinión, ha sido ese toque personal que cada uno de nosotros hemos recibido gratuitamente, que nos ha llevado a una reflexión profunda sobre qué estamos haciendo con nuestras vidas, qué destino nos espera, cuál es o ha sido nuestro comportamiento hasta el presente y cuál debe ser en el futuro. Hemos sido capaces de parar por un tiempo en nuestras habituales tareas, nos hemos preguntado una y mil veces si hemos hecho algo mal, para que pasemos a ser protagonistas de una calamidad sin precedentes y hasta nos
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hemos hecho el propósito de ser colaboradores con las normas que para la situación se han dictado, aunque a regañadientes, hemos seguido las instrucciones de nuestras autoridades y nos hemos avergonzado de que haya tenido que venir alguien del exterior a decirnos qué tenemos o podemos hacer y qué no, lo que nos ha situado ante la disyuntiva de lo que se llama el uso del libre albedrio, nadie tiene que decirme cómo debo comportarme, dónde y cuándo debo ir o venir, a mí nadie me dice cómo y cuándo debo salir o entrar, hasta ahí podíamos llegar; y mil preguntas que no hacen otra cosa que crear en nosotros un estado de frustración y fracaso. Por ello, y tratando de ocultar esta realidad hiriente, buscando una salida más o menos airosa, en este tratado, me propongo: Primero, sacar alguna conclusión positiva, conseguir que mi comportamiento personal sea y esté acorde con las circunstancias, tratar de doblegar la rebeldía que suscita cualquier imposición y obrar siempre en consecuencia con el estado de las cosas. Y en segundo término, argumentar de forma novelada la transición de estos meses de agobio por el confinamiento, para lo cual me crearé un personaje o varios, en que poder verter mis impresiones, angustias, temores, esperanzas y cuanto se me venga a las mentes. Dejémonos de argumentaciones vacuas, empecemos de verdad a ver las cosas con otro cristal, el de la fantasía, la sublimación de lo que sucede a nuestro rededor, la visión eso sí parcial, aunque no sesgada, de quienes nos ayudan a ser cada día más responsables,
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ejemplos no faltan, y de esa manera crear algo positivo que nos aleje del pesimismo que nos atenaza a diario…
Tengo la vana costumbre de fijarme en personas, anónimas, que pasan por delante de mi vida a diario, y me gusta imaginar sus interioridades, a pesar y a sabiendas que a nada conduce, me gusta recrear una vida, tal vez a años luz de la que el individuo o individuos tienen, imaginar una familia, con sus problemas, a veces reales, y ver como salen a flote a pesar de las circunstancias imaginadas y recreadas en mi mente, para con ello reafirmarme en mis teorías, ya que no tengo un foro donde poder discutirlas, sacarlas a la luz y hay ocasiones en las que ha resultado verosímil, mi adelantada opinión, que solo he compartido conmigo mismo, que me ha cimentado mi modo de pensar, me ha afianzado y me he dicho en más de una ocasión :¿Ves, cómo tenías razón? Si es que no se podía esperar otra cosa, conociendo, aún muy superficialmente, la forma de vida de algunas personas y me he repetido en ocasiones que dos y dos son cuatro.
Tal es el caso, uno de esos, en el que me he parado a reflexionar, para luego poderlo comparar con otras vidas de semejante calado, sin olvidar se trata de un personaje creado para este momento y que nada tiene que ver con la realidad, un personaje ficticio que ¿Por qué no, pudiera ser real, pudiera existir?, pues el cosmos y naturaleza de lo que hemos vivido y
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lo que nos va a tocar vivir da para mucho y entra todo en lo posible…
«Pedro Osorio Fidalgo, se llama mi personaje»
Nombre ficticio, que espero no coincida con ningún otro y que desde ahora dejo constancia que cualquier parecido con la realidad de los hechos que aquí se relatan, son pura coincidencia y fruto de la casualidad.
El Doctor Osorio Fidalgo, como se le conoce en los medios que desempeña sus tareas, es un prestigioso epidemiólogo que ejerce en uno de los grandes hospitales de referencia de la Capital.
A primera vista el Doctor Osorio, representa a una de esas personas anónimas que pasan por delante de nuestras vidas, sin hacer ruido, un vecino más del barrio, se le ve tomando un café en el velador de un Bar, leyendo un periódico o revista, uno más como cualquier otro cliente del barrio, no llama especialmente la atención por su aspecto, nadie conoce a fondo su vida y milagros tan siquiera su profesión, casi siempre está sentado en un velador solo, con su mirada o bien ensimismado en la lectura o perdida en la Glorieta de la calle, viendo pasar la vida.
Delante de él, el trafago incesante del trafico de una gran arteria que conduce a uno y mil sitios, autobuses, taxis, de vez en cuando
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coches de Policía con la sirena activada, coches particulares y el ajetreo normal de una gran urbe, él ajeno a todo ello inserto en sus pensamientos, va desgranado páginas y sorbos de café, sin percibir la premura de las gentes que se mueven a su derredor.
Físicamente el Doctor Osorio no es de aspecto digamos atrayente, pasa desapercibido, sin embargo mirándole de cerca, tiene esa toque de profundo intelectual que pretende no llamar la atención ser uno más del montón, a pesar de su abultado Curriculum, de su importante función en el Centro donde trabaja a diario y de sus muchos éxitos que le han elevado a las alturas de un gran médico especialista dentro de su profesión, consultado una y mil veces ante casos de difícil solución, reunido constantemente con colegas de su entorno, y admitida su autoridad por sus compañeros de trabajo, su despacho permanece siempre abierto a cualquiera que necesite consultar con él dudas, comprobación de informes, etc. Dada la consideración de la que goza siempre se tiene en cuenta sus consejos a seguir y siempre fiel colaborador, ante cualquier solicitud que se le demande.
El personaje, es un hombre de aspecto enjuto, con sus gafas caladas, que ocultan unos azules y profundos ojos, se intuye a través de su mirada, una persona de grandes vivencias, la mirada al parecer perdida tal vez sea fruto de sus múltiples viajes por el extranjero, su
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formación académica - profesional, es tan variada que cuesta trabajo que en una persona de no muy larga edad, unos cincuenta y cinco años, pareciera corta dado su aspecto, un tanto cansino, cargado de espaldas, un ser insignificante, aunque no vulgar, pues su atuendo es de cierta clase , elegante aunque sobrio, muy bien combinado en el vestir, por lo que se intuye detrás de este personaje hay una mano femenina de muy buen gusto y la exquisitez de sus prendas dan idea de ello.
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çSu abultado Curriculum, como es notorio en los Círculos de su entorno, hacen sea una autoridad reconocida en su trabajo, sobre las paredes de su despacho en el Hospital, pueden verse Menciones, Títulos, Diplomas de todo tipo tanto Nacionales como extranjeros.
Nacido en el País Vasco, en un pueblecito de apenas un millar de habitantes, hubo de partir a temprana edad a cursar estudios y formación a la Capital de la Provincia.
Su padre, el Doctor Don Pedro, como se le conocía en la localidad, Médico de familia afincado en el pueblo donde creó su prole y donde nació en primer lugar su primogénito Pedro, era un hombre muy querido por todos sus vecinos a los que dispensaba un trato más allá del deber deontológico profesional, a veces hacía de mediador en conflictos familiares, de confesor, y animaba el centro de Mayores del lugar con su casi diarias visitas; por ello era muy apreciado y obsequiado por sus pacientes, que él llamaba cariñosamente “sus pequeños problemas”.
Cuando tuvo que desplazarse su hijo Pedrito a cursar estudios, una pena profunda embargaba a la familia que veía como emprendía el vuelo su primer polluelo de la casa paterna, aun le quedaba el consuelo efímero de sus otras dos hijas, una dos años
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menor que Pedro y la otra cuatro años menor que la anterior, con lo cual la soledad que el Doctor presentía, quedaba lejos de su vida y de la de su mujer, que ejercía como Matrona en la localidad. A veces sus amigos decían en tono jocoso: Ella, su mujer los trae al mundo y él, se encarga de mandarlos al otro mundo…
Pedrito, visitaba como cualquier estudiante, su pueblo natal, siempre que las vacaciones de Navidad, Verano, o cualquier puente o Fiesta se lo permitiera, aunque era consciente de estar perdiéndose aniversarios, cumpleaños, fiestas locales, debido a la disciplina impuesta en su internado donde cursaba estudios de alto nivel académico.
Osorio, como se le conocía en el ámbito estudiantil, destacaba por su entrega al estudio, no era muy dado a juergas estudiantiles, decía querer aprovechar el sacrificio que sus padres hacían para dale una formación acorde con su vocación de llegar a ser al menos un médico como su padre y reconocido, querido y admirado también como él, para ello le parecía honesto aprovechar los medios a su alcance y buena fe de ello daban sus sobresalientes notas académicas que obtenía en los cursos logrando siempre ser el número uno de sus promociones y un ejemplo a seguir, admirado y casi reverenciado por la mayor parte de sus condiscípulos, aunque las rencillas y envidias por parte de los menos, también estaban a la orden del día.
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Sus profesores, le propusieron cursar Estudios Superiores en Universidades de prestigio de Europa, una vez licenciado por la Universidad de Navarra, partió hacia Londres para formar parte de un Proyecto Europeo de Formación Especial en Enfermedades Tropicales, lo que le llevaría en un corto espacio de tiempo a trabajar en distintos Países de África y Latino América, formando parte de Médicos del Mundo para terminar como Profesor de la prestigiosa Universidad de Navarra, cuna de su formación.
A todo esto le acompañaba el aprendizaje de diferentes idiomas, que le fueron elevando a niveles de responsabilidad jamás imaginadas por él, pasó gran parte de su formación en Francia, donde conoció a su futura mujer, una rubia de aspecto delicado, poca cosa físicamente pero de una personalidad muy acentuada, de ella decía Pedro al contemplar su pequeño pero bien proporcionado cuerpo:
— Los buenos perfumes se guardan en frascos pequeños —
Su coleta rubia recogida por un lazo rojo, llamo la atención de Pedro como si de un semáforo se tratara, cuando la vio, nunca más pudo evitar ni su mirada y eludir su persona, quedó prendido para siempre de su modestia en el vestir, de su saber estar, de su sencillez y el brillo de su mirada, quedo cautivo de sus
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encantos que solo él veía a través de una sonrisa que dejaba unos perlados dientes al abrir su boca.
Esta francesita, como él decía, sería su futura esposa, la madre de sus hijos, el apoyo de su vida y en definitiva la compañera inseparable, que además también era médico como él.
No fue fácil la tarea de combinar, profesión con el cortejo a la jovencita francesa, unos años más joven que él, pero su empeño empezaba a dar frutos, saliendo cada vez con más frecuencia con ella, fue granjeándose su amistad y su cariño, logrando eclipsar toda duda de su fidelidad hacia ella, acomodándose a sus gustos, visitando los lugares preferidos por ella, no siempre los de él, sabiendo que por parte de su ya pareja reconocida en los ámbitos de sus amistades, gozaba de la total empatía y admiración por su trabajo, que trascendía fuera de lo estrictamente profesional, ella le contaba sus problemas profesionales, ejercía como becaria en un hospital y cursaba los llamados estudios equivalentes a los MIR (Médico Interno Residente) en España, que no se le daban precisamente bien, para lo que ella quería, que no era otra cosa que especializarse y algún día formar un tándem con él.
Eso era lo de menos, le decía Osorio a su ya mujer en ciernes, lo importante era volver a España, su notoriedad en el extranjero, sus estudios epidemiológicos que habían alcanzado
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un éxito sin precedente, las múltiples publicaciones "freelance", que le proporcionaban además de notoriedad, pingues beneficios y le auguraban una plaza a elegir en España sin duda alguna, pues por decirlo de una manera gráfica, se lo rifaban los diferentes hospitales, lo que le proporcionaba la posibilitada de elegir lugar donde desarrollar su profesión.
Todo ello, les llevo a plantearse volver a España, trabajar en un Hospital de ámbito Nacional, crear una familia si a ella no le importaba tener que abandonar su país, familia, amistades, en definitiva su propia vida, para ir a un lugar extraño, pero bajo el amparo de su marido y prestigioso doctor.
Fue un época de incertidumbre, consultas con la almohada, por parte de la pareja, era mucho lo que andaba en juego, en esta decisión, pues tampoco es que les fuera mal en la actual situación y el proceso de cambio era muy significativo por cuanto había que hilar muy fino con el fin de evitar un posible fracaso al tomar precipitadamente semejante decisión.
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Así pues decidieron, pasar el verano juntos, en pareja, en España, en la Costa Cantábrica, en las preciosas y laureadas playas con banderas azules y en un coqueto lugar llamado Ajo, a ella le sonaba este nombre a una especia gastronómica, que poco a poco fue conociendo mediante folletos que Pedro le proporcionaba, para que fuera dándose una idea de las vacaciones que ambos iban a disfrutar, no tardando mucho.
Pedro se preguntaba, por qué había elegido Ajo y no el pueblo Legorreta, donde vivan sus padres, algo en su interior le decía que si iban a su pueblo natal, causarían mil y una preocupaciones a sus padres, ya entrados en años, otra cosa es que un buen día les diera la sorpresa de presentarles a la que iba a ser su compañera el resto de su vida, más adelante todo se andaría.
Ajo, es un pueblecito marinero, en la costa cantábrica, de acantilados abruptos, de aguas poco tranquilas, y que además está a treinta kilómetros de la Capital Santander, con lo cual vivirían unos días en una casa rural lejos del ruido de la ciudad y estaban a muy pocos minutos de las tiendas de Santander, que a buen seguro le gustaría conocer a Claudine, nombre que tenía la novia del Doctor y cuyo nombre le iba al dedo, significando: Persona Sensible y
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afectuosa, que se preocupa por complacer y se emociona fácilmente.
Ajo es una pequeña población de unos 1.500 habitantes, tiene un Faro en el llamado Cabo de Ajo y sus casas señoriales lucen orgullosas, escudos de armas de otros tiempos, lugar turístico por excelencia, y rica en gastronomía y paisajes de notable belleza, el paso constante de aves migratorias es notorio y al atardecer muchas personas se asoman a sus costas para presenciar las puestas de sol, jamás imaginadas e irrepetibles.
No obstante, aún quedaba tiempo por delante para preparar este inaudito viaje, Claudine tenía más que tiempo para empaparse de las bellezas del lugar, aunque ella nacida en Estrasburgo, no se extrañaba de nada que ya no hubiera visto, porque si había algún lugar privilegiado en la Tierra, era precisamente el lugar más encantador, al menos para ella, como era Alsacia, donde además de habla francesa, era muy común hablar alemán, lo que enriquece a un región.
El Rin trae consigo por estos lares, los grandes viñedos que siembran prácticamente las costas a ambos lados del río de tal forma que el vino de Alsacia es de muy reconocido prestigio.
De hecho la familia de Claudine tenía una explotación vinícola, heredada de sus ancestros de una fama no solo local sino a nivel
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internacional, las exportaciones cada vez más numerosas daban fe de la buena marcha del negocio familiar de Claudine.
Pedro, antes de dar el paso de este viaje pulsaba la opinión de Claudine, no quería para nada influir en la decisión que solamente ella debía tomar, no puso límite ni fecha alguna, a la espera para que la última palabra fuera de su novia y libremente decidiera dar un paso tan importante en su vida, cual era ya hablar de matrimonio.
Estaba dispuesto a cumplimentar, con sus conocimientos del medio rural, lo que a primera vista parecería de un abrumador aburrimiento, ella Claudine acostumbrada al ajetreo de una gran ciudad y de pronto verse poco menos que recluida en un pueblo, que a pesar de las muchas bellezas no se le ocultaba la gran diferencia de vida, aunque para unas vacaciones estaba bien además tener tiempo para meditar largo y tendido el gran paso que significaba para ella, el matrimonio y sus consecuencias, cambio de vida, giro copernicano, dejar todo lo suyo y comenzar de nuevo en una país ajeno a su entorno, eso sí siempre animada por la dedicación y delicadeza de su novio.
Un principio que el padre del Doctor había inculcado a sus hijos y que estos tenían como lema grabado en sus mentes, era no obligar a nadie a hacer o tomar decisiones en contra de sus convicciones, tanto de índole
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profesional, creencias religiosas, políticas o de la propia forma de pensar, para lo cual repetía el buen médico algo así como:
— «Sed bien educados con las personas que encontréis subiendo, porque volveréis a encontrarlas al bajar» —
Decía ser frases de un tal W. Mitzner y Pedro lo llevaba a rajatabla en todos los ámbitos de su vida, otra de sus muchas frases repetidas que marcaban el carácter de D. Pedro era cuando las cosas no iban todo lo bien que deseaba y sentenciaba diciendo:
—«Estamos mal, pero menos mal que estamos» —
Lo cual daba una idea de la talla moral de este buen hombre.
Pedro, se hacía todas estas y otras muchas consideraciones al respecto, comprendía y se ponía en lugar de Claudine y entendía que ella acostumbrada a un ambiente distinguido, elegante, con asiduas fiestas de por medio a las que era invitada, en una vida poco menos que palaciega en el que se desenvolvía su vida, era comprensible quisiera tomar distancia, pensarse muy bien el cambio y entender que la propuesta de Pedro, era algo para toda la vida, lo del matrimonio realmente le asustaba, quería tomar distancia, consultar
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con sus familiares y amigos, poner a prueba, si llegaba el caso la decisión de su novio, aplazar esta decisión hasta estar convencida de la novedad.
Pasó un tiempo y Pedro consciente de todo lo que significaba este paso tan definitivo, no volvió a tocar el tema, esperando que Claudine se pronunciara, ella en cambio, sentía muy profundamente haberse concedido tal vez más tiempo del necesario para dar su visto bueno y sin más, una mañana, estando en la terraza de uno de los bulevares de la ciudad, tomando un café, le espetó:
— Bueno y… ¿qué hay de esas vacaciones? —
— ¿Cuándo empezamos con los preparativos…? —
Pedro, esbozando una amplia sonrisa, comprendiendo la decisión afirmativa por parte de Claudine a su propuesta, le dijo:
— Pues cuanto antes, para qué perder más tiempo —
A lo cual respondió en francés Claudine:
— Ou mon amour quand tu dis — (O mi amor, cuando tu digas)
Era un SÍ, que Pedro entendió y que en francés sonaba todavía mejor…
A partir de este momento, significativo por la aceptación, consentimiento y entrega en definitiva de Claudine, el Doctor comenzó a planear, no solo el viaje de vacaciones, también
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el anuncio y preparativos de su boda, hacerlo saber a su familia, amigos, colegas de su entorno laboral, amistades, etc.
Lo primero fue realizar una reserva en una Casa Rural de Ajo, que conocía de cuando sus padres les llevaba a él y su familia de vacaciones, el cambio de ambiente era propicio para la unidad familiar y apartados del entorno diario del pueblo donde Don Pedro ejercía de Médico de Familia y su esposa Doña Carmen de Matrona.
La dueña, de la Casa Rural, una mujerona grande, que rezumaba bondad y se deshacía en atenciones con sus pupilos, llegó a tener tal amistad con la familia que más parecía formaba parte de la suya. Sus atenciones rayando en caprichitos para sus huéspedes eran de toda naturaleza, si el Doctor planificaba una excursión familiar a los preciosos lugares de la Costa, ella primorosamente les preparaba todo lo necesario para que resultara un picnic con todos los detalles posibles, en una ocasión les proporciono las monturas suficientes para una excursión a caballo por los infinitos parajes del lugar.
Pedro consideraba a esta buena mujer, como parte de su familia más inmediata, la señora Manuela, viuda y con dos hijas que colaboraban en las tareas de la Casa, formaban una unidad que hacía llevadera la carga que supone una Pensión con prestigio y por la gente que allí se alojaba, y no dudó en ponerse en
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contacto con ella, anunciándole que iría con su futura a pasar allí las vacaciones.
El dilema que se le presentaba a la señora Manuela, era si debía reservar dos habitaciones, una para cada miembro visitante o solo una de matrimonio, al fin y al cabo este término no lo había concretado el señor, que solo le había puesto un mensaje por correo electrónico anunciándole la llegada de su novia y la de él, sin más, pues era temporada normal y las reservas eran poco menos que innecesarias. Consultaba la señora Manuela, agobiada por este asunto, con sus hijas y estas le respondían poco menos que riéndose, que preparara solo una habitación grande y bien situada en la Casa, que en los tiempos actuales, ya no se pedía el Libro de Familia, que las cosas habían cambiado, además se trataba de una chica francesa, tolerante en estos asuntos, que si tal, que si cual, y que llegado el caso, si lo requerían, pues nada en un pis-pas, se le preparaba una habitación para cada uno y en paz.
Pedro, que además tenía en su pensamiento, no solo el hecho de casarse, sino establecerse en Madrid, ya había hecho las diligencias correspondientes para comenzar en Otoño una nueva vida, después de su matrimonio, buscar casa y hacer lo necesario para una drástico cambio de vida, era lo más perentorio.
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Para ello, sobre todo para encontrar casa, confiaba en una de sus hermanas, Celia la mayor, ayudada por la otra pequeña Ana, estaban encantadas no solo por la inminente boda de su hermano, y todo lo que conlleva, también porque su hermano, a quien tenían poco menos que un altar, hubiera confiado en ellas para buscarle el piso donde reanudarían una nueva vida, llena de sorpresas y buenos acontecimientos. Ana, que trabajaba en una Inmobiliaria, se prestó encantada junto con su hermana a tal cometido.
No tardó mucho Ana en encontrar un auténtico nido de amor, en las afueras de la ciudad, aunque no muy alejado de los Centros Comerciales, en una zona de las llamadas VIP, estaba puesta en alquiler y con opción a compra, un Chalecito precioso, independiente del peaje de una urbanización y libre de la dictadura de tener pagar el impuesto de convivir en una Comunidad de Vecinos, a lo que se ven sujetos muchos que alquilan una vivienda, con el fin de vivir tranquilos lejos del mundanal ruido, y que se convierte en un infierno merced a la convivencia vecinal, no siempre deseada.
Ana comunicó a su hermano el hallazgo, no había entregado arras para reservarlo, no apremiaba pues llevaba más de un año en alquiler y no había salido nadie interesado, la prueba estaba en que en ese tiempo se había rebajado el importe del alquiler
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e incluso el de venta en dos ocasiones, tal vez la oferta era mucha y poca la demanda de este tipo de viviendas tan exclusivas. Cuando le describía a su hermano el hallazgo, se deshacía en detalles, como si fuera la casa ideal para ella misma, se trataba además de un sitio rodeado de jardines, pequeños bosques de coníferas, lo que aseguraba todo el año hojas perennes, muy cercano a grandes Centros Comerciales, buena combinación con la Capital, tanto en vehículo propio, como en Transporte Público por Autovía y trenes de Cercanías.
El Chalecito, un tanto abandonado por su larga espera a ser habitado, no había perdido sus encantos, tenía tres plantas, garaje, piscina privada, y estaba rodeado todo el entorno por un muro de árboles, además de una tapia amurallada difícil de escalar, lo que no evitaba dispusiera de cámaras de seguridad, alarmas y todos los medios precisos para vivir tranquilos en ella. Pero lo que más le gustaba a Ana era su interior, aquí la opulencia en el mobiliario sobrepasaba cualquier expectativa, de hecho contaba una compañera suya que tuvo ocasión de enseñárselo a un alto ejecutivo, lo que más le impresionó del chalet, fue el gusto exquisito de sus dueños al amueblar toda la casa, desde la amplia cocina, hasta los salones, recibidores, dormitorios, todo muy a tono con el entorno y en función de la propia casa. Decía el posible inquilino, que se quedaron con muchas ganas de llevar la operación a buen término, porque se
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les quedaba pequeño para la familia un tanto numerosa, matrimonio, hijos, tías solteras, abuelos de ambos conyugues y con desazón no pudieron alquilarlo.
Otro de los tesoros que Ana ponderaba a su hermano, era los jardines que circundaban la casa, todo muy cuidado, con parterres de plantas de distinta floración, para que durante todo el año hubiera, si no flores, al menos ese verdor que da un aspecto de frondosidad y limpia la atmosfera de la casa al abrir sus grandes ventanales en cualquiera de las dependencias, todas exteriores, hasta el garaje tenía una cristalera en la parte posterior con una puerta de acceso al jardín que por ser la parte menos visible mantenía una casita donde se ubicaban las máquinas del Aire Acondicionado, las depuradoras de la piscina y mil y un pertrechos pero en una ordenada estantería y muy cuidada colocación.
Como la cosa no corría verdaderamente prisa, Pedro quiso esperar a que Claudine visitara dicho Chalet y tener su veredicto, al fin y al cabo ella era la que más tiempo iba a gozar de sus estancias y deberían ser a su entera satisfacción. Por otra parte estaba también la pretensión de trabajar de lo suyo, en algún hospital y todo ello condicionaba un tanto la toma final de decisión, de tan importante asunto.
Pedro informaba a Claudine de los trámites que estaba llevando a cabo, sin
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determinar nada hasta su beneplácito, y ella, le insinuaba una y otra vez, que cualquier decisión que tomara, sin duda sería la correcta y que al no poder estar presente en estos trámites dejaba en su mano la solución a cerca de la Casa, como no tenía idea tanto del lugar como de su situación geográfica, le parecía muy bien la elección hecha por sus hermanas, en un futuro inmediato sus cuñadas, con lo cual quedaba vía libre a Pedro para definitivamente ejecutar el arrendamiento, no se le fuera de las manos después de conocer pelos y señales que su hermana le había ponderado tanto y no dudaba que así fuera.
Aún faltaba todos los detalles sobre la boda y en esta ocasión Pedro, sí pidió encarecidamente la colaboración de sus hermanas, había que enfrentarse a elegir día, hora y lugar del evento. Lo cual les creaba un verdadero “Trilema”
¿En el pueblo? ¿En el campo? ¿En la Iglesia?
¿Salón para cuántos invitados?
¿Vestidos de la novia, del novio, de los padrinos?...
Era mucho lo que se le venía a Pedro encima y él solo no podía abarcarlo, agradeció en toda su extensión la disposición tanto de sus hermanas, como de la familia para que el acontecimiento llegara a buen puerto. Pedro dejó en manos de sus hermanas todo el asunto y lo dio por terminado, para poder dedicarse a
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algo tan delicado e importante como su nuevo empleo
No tuvo que mandar muchos currículos, uno de los primeros enviados, que se trataba del sitio de sus apetencias, fue inmediatamente contestado e invitado a una entrevista previa, diciéndole fuera más pronto que tarde, si ello era posible, debido a que rondaba por los medios hospitalarios un temor, el ruido de una epidemia que se acercaba silenciosa como un ladrón en la noche pero avanzando y ganando terreno, estas eran las palabras que le había enviado por email
Pedro comprendió el porqué de tanta urgencia.
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La ocasión era la deseada, el tiempo tal vez un tanto precipitado, pero como estas cosas se presentan una vez en la vida, tanto a Claudine como a él, les pareció debería aceptar cuanto antes, aunque ello retrasara la boda, no por ello menos deseada. Por tanto prepararon una visita que a su vez serviría como presentación de Claudine a su familia, visitar el soñado Chalecito, congeniar y empatizar lo más posible con sus futuras cuñadas, elegir algún vestido de novia en las tiendas de Madrid que gozaban de mucho prestigio y había trascendido fronteras, ella tenía ya en su imaginación el vestido ideal, visto en revistas de actualidad y no dudaba satisfacer su gusto en una casa anunciada por los medios, y revistas de moda llamada- Pronovias-, que incluso había tanteado en una Sucursal de la Casa en la ciudad donde vivía en Francia.
Todo dispuesto, una mañana tomaron su coche, y emprendieron viaje hacia la Capital de España, hubieron de realizar diferentes paradas para descansar, comer, y pernoctar en una de esas ciudades emblemáticas españolas, cual era San Sebastián, al amanecer a Pedro le parecía un pecado no recorrer las calles, llenas de Tabernas con sus famosos pintxos y también tan cerca de sus padres girar una inesperada visita al pueblo.
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Se personaron al atardecer en su pueblo natal, cuando aparecieron en el Hotel de la carretera, próximo al pueblo, el Conserje celebraba con efusivos abrazos su llegada con una bienvenida que trascendía al resto del personal del Hotel, pues a ninguno se le ocultaba la notoriedad del visitante, tenían conocimiento de sus éxitos continuos manifestados en publicaciones y periódicos, con lo que el Conserje se sentía más que honrado con la presencia de tan ilustre huésped y vecino.
Le preguntó con la discreción que estos profesionales tienen y la delicadeza obtenida a través de los muchos años de servicio, si sería un habitación doble o prefería dos habitaciones individuales, a lo que Pedro contestó que Claudine era prácticamente su esposa, pero que si le parecía con el fin de evitar cotilleos por parte del personal y que trascendieran al pueblo, les facilitara dos habitaciones contiguas, más que nada por si su novia necesitara algo de él, el asunto quedó resuelto y les fueron entregadas sendas llaves de una habitación junto a la otra.
Antes quisieron tener una cena, en la que no faltó lo mejor de la comarca, tanto en pitanzas muy especiales, como en vinos de la tierra de mucha consideración, Claudine estaba absorta por el tratamiento que les estaba dando todo el personal del Hotel, apenas hacían un movimiento y enseguida tenían a un sirviente
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para sugerirles lo más adecuado, se sentía asediada por tantas atenciones e inesperadamente decidió irse a dormir, Pedro entendió que eran tantas las emociones recibidas desde la partida de Francia, que decidió retirase con ella.
Amanecido, la pareja se dirigieron a la casa natal, donde sus padres les esperaba, llenos de alegría, emoción, incertidumbres, y un sinfín de sentimientos encontrados, que Doña Carmen trataba de ahogar con alguna furtiva lagrimita, apenas había pegado ojo el matrimonio pensando en el encuentro de su hijo, que hacía mucho tiempo no le habían podido estrechar en sus brazos, y también comprobar cómo sería su pareja, al parecer ya casi mujer por las explicaciones que recibían de sus dos hijas y los trámites que llevaban entre manos.
Claudine por su parte, se encontraba también en una situación un tanto novedosa, iba a ser presentada a quienes serían sus padres políticos, de quienes tenía un conocimiento muy superficial, por las fotos y comentarios que de vez en cuando surgían en las conversaciones sobre ellos con Pedro. Ello le llevaba a un estado de nerviosismo el cual trataba de disimular, si bien en su interior sabía de la importancia de este primer encuentro y la necesidad de causar una buena impresión, pues se jugaba nada menos que caerle bien, regular o mal a su futura familia.
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Cuando apareció el coche ya en el porche de la casa familiar, Pedro hizo sonar el claxon del coche, con el fin de anunciar a sus padres su llegada, e inmediatamente se personaron en el mismo, sus padres con sendos paraguas, pues empezaba a llover con cierta intensidad, algo muy frecuente por aquellos pagos, apenas pudieron saludarse efusivamente a causa de el engorro que supone el equipaje, los paraguas, lo que propició se adentraran en el salón inmediato de la casa, donde ahora sí, los abrazos, besos y manifestaciones de júbilo por la presencia de Pedro y su novia, correspondía al momento, hasta “Linda” la perrita de muchos años en la casa empezaba a dar señales de alegría meneando el rabo y esperando con tímidos aullidos el reconocimiento del recién llegado.
La obvia presentación de Claudine a sus padres, lejos de la frialdad protocolaria pasó, a que tanto Don Pedro cono Doña Carmen le dijeran:
— Ven aquí preciosa, considérate de la familia y sepas estás en tu casa —
A lo cual Claudine correspondía, con una extensa sonrisa, algo emocionada, y sintiéndose ya más tranquila diciendo:
— Espero estar a la altura que ustedes merecen, procuraré por mi parte no defraudar la confianza que han depositado en mí y ser una digna esposa de vuestro… (Aquí Claudine dudó si tutearles o no) hijo; pero no se contuvo pues
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las muestras de confianza que le estaban dando, daba pie a tutearles y considerarse una más de la familia. —
Doña Carmen y Don Pedro, estaban realmente contentos, hacía mucho no gozaban de una alegría semejante, pues las esporádicas visitas de sus hijas e hijo, que cada vez eran más espaciadas, hacían que la nostalgia de vez en cuando aflorase en forma de depresión y hoy era un gran día para la casa.
Pedro, cogía de la mano a su novia, diciendo:
— Perdonad que os la robe, consciente que Claudine se sentía un poco abrumada con tantas atenciones, es que voy a enseñarle la casa, para que vaya familiarizándose con ella, pues no estaremos mucho tiempo, dado que vamos hacia Madrid, por cierto podáis acompañarnos y así visitabais a mis hermanas y de paso tendríamos más tiempo para hablar de todo —
Don Pedro decía:
— Eso lo hablamos luego durante la comida, ahora id a conocer la casa —
Pedro, llevaba a Claudine poco menos que en volandas para enseñarle el Caserón, una casona que en tiempo había sido la morada de un indiano llegado allende los mares, que por su tamaño se daba por sentado era una de las casas señoriales del pueblo y en la que se
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alojaba como un privilegio especial al Médico de Familia.
Visitaban con entusiasmo las muchas dependencias de la casa, salones, dormitorios, baños, cocina, un segundo piso con una abultada biblioteca, libros de otros habitantes anteriores de la casa, que otrora formaban parte de los mismos, así como el recoleto despacho de Don Pedro, donde pasaba la mayor parte de su tiempo, pues en privado pasaba consulta en la casa, además de en el Consultorio Médico de las dependencias municipales para tal efecto tenía habilitado el Ayuntamiento.
Todas las habitaciones daban al exterior, las ventanas con dinteles de piedra de cantería, casi toda la casa estaba construida con grandes moles de granito, las ventanas de madera de roble, y orientadas unas hacia poniente otras hacia la salida del sol, de tal manera que siempre las dependencias de la casa tenían luz natural prácticamente todo el día. El mobiliario un tanto barroco, al parecer de Claudine, pero de exquisito trazo, maderas nobles que conservaban la pátina del tiempo lo que le confería un brillo natural sin necesidad de tintes o barnices, todas las puertas ajustaban y los cajones pese al paso del tiempo se deslizaban con suma facilidad.
A pesar de los años la casa disponía de todas las modernidades actuales, tanto en los baños como en el fabuloso tiro de escalera con balaustres de nogal, brillantes a la luz y poblado
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en sus paredes de retratos de ilustres personajes de una antigüedad difícil de determinar.
Pero Pedro, que notaba la luz de los ojos de Claudine brillar de forma espontanea, admirada de tanta belleza, no se le escapaba el aspecto físico que presentaban sus padres, sobre todo el de su padre, le veía encorvado por el peso y el paso de los años, con bastante menos pelo en la cabeza que la última vez que lo vio, hacía tanto tiempo que apenas se acordaba de su aspecto externo, que no de su interior, pues en eso su padre sin duda se había enriquecido cada día más, sus lecturas le ilustraban más que la televisión y los dimes y diretes del Casino del pueblo del cual era habitual tertuliano, junto con el alcalde, el cura y el sargento de la Guardia Civil, que en interminables partidas de Mus, se jugaban muchas horas el café.
Doña Carmen en quien se le notaban las marcas del tiempo en su rostro, había preparado un asado de cordero, para chuparse los dedos, era habitual en ella poner mimo y cariño en sus guisos y el marido, a quien le había conquistado por el estómago, nada le sentaba tan bien como los preparados cocidos, sopas y legumbres de su señora esposa. Hoy excepcionalmente y en honor a la visita, se había esmerado más si cabe, y Don Pedro había subido de la bodega, unas botellas de vino reservadas para acontecimientos como el que hoy se celebraba en la casa.
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Pedro, hijo, en medio de la comida, alegre por la presencia de los seres más queridos para él, se enseñoreaba viendo con el gusto que Claudine engullía los sabrosos bocados del asado, regados con el buen vino, hasta el punto de aparecerle un color rosado en las mejillas que a su novio no le disgustaba para nada.
Entonces encontró el momento, para hablar con sus padres con la franqueza que el caso requería, y en un acto espontáneo y en tono cariñoso para tocar el tema comenzó diciendo:
— Bueno padre, tendrás que ir dejando la boina, para venir a la Capital ¿no?—
A lo que su padre respondía:
— Mira hijo, si a ti te parece que me la quite, me la quito, pero D. Pío Baroja, uno de mis autores preferidos, vivió, escribió, y murió, sin apartarse de su amuleto, es decir de su sempiterna boina y fue recibido en los más famosos Ateneos, Academias y Foros intelectuales sin reparo alguno, otro tanto se puede decir de D. Miguel de Unamuno, otro de mis admirados y admirables escritores, ahora bien si te vas a avergonzar de tu padre por ello, da por hecho que compraré un sombrero, como el que lleva Don Matías, que era el dueño de la Droguería Fernández, que suministraba de todo a los vecinos del pueblo —
Pedro consciente de que se había extralimitado, tal vez por los efluvios del vino,
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y metido la pata hasta el corvejón, de inmediato corrigió la situación diciendo:
— Padre tu, con boina, sin ella, con sombrero o bombín, eres para mí el modelo perfecto de un gentleman, y puedes ir como mejor te plazca, que yo te admiro, como bien sabes y te tengo por modelo, aunque mi comportamiento esté a años luz, de lo deseable y trato de parecerme a ti en todo, tarea ardua y difícil, por cierto. —
— Quiero, continuaba diciendo, que os vengáis con nosotros a Madrid, con las niñas y Claudine estaréis bien ocupados unos días, al menos hasta que yo haya cerrado mi contrato con el Hospital donde voy a trabajas a partir de ahora —
— Voy a dejar en vuestras manos, el asunto de nuestra boda, hemos convenido tanto Claudine como yo, que debido a la premura de mi presencia en el Hospital, necesitaremos de vosotros y mis hermanas para junto con ella, organizar la boda, que será por las circunstancias que apunto, menos solemne tal vez que lo que teníamos pensado, la familia de la novia ya está informada de todo y asistirán encantados a la celebración en la fecha que acordemos.
— Por otra parte está el asunto de la casa donde vamos a vivir, para lo cual ya hemos dado orden a Celia y Ana, de encargarse de todo lo concerniente a contratos, etc. Hasta el punto que podremos ir a pasar allí los días
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previos a la boda, si os apetece y lejos del bullicio de la gran urbe que es Madrid. —
El Padre aprobaba con una sonrisa la idea, le hacía ilusión volver a Madrid después de muchos años viviendo en la Aldea y recordar, tal vez, las correrías de su juventud cuando cursaba estudios de medicina que recordaba con nostalgia después de tantos años.
A pesar los muchos años transcurridos desde su vida en los Madriles, siendo ya casi diplomado médico, trabajando de Mir en un hospital, conviviendo en una pensión con cuatro camaradas más, recordaba y se le iluminaba la vista al visualizar en su mente todos estos momentos vividos con la intensidad de la juventud ahora perdida, y como no… la Rondalla estudiantil de la que formaba parte, las frecuentes rondas a las mozas del entorno de sus amistades, el pago de suculentas cenas por ese trabajo, que decían ser gratuito; pero que se cobraba en forma de invitaciones a saraos, y banquetes a los que acudían de invitados para alegrar con su música tales eventos, vivencias todas, correrías juveniles, las calles de Madrid, tabernas, colmados, donde pasaban muchas tardes-noches, y D, Pedro al recordar todo esto los ojos se le nublaban de lágrimas, pues quien puede decir que los tiempos pasados no fueron mejores…
A doña Carmen, le faltó tiempo para ir a la tienda de Josefina: Artículos y Novedades de Importación, para ponerse al día cara al viaje a
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Madrid, quería estar a la última, que sus hijas cuando la vieran no tuvieran que notar que en el pueblo la dejadez y las costumbres estaban relajadas y en cierto abandono, para ello contactó con Josefina y le dijo que sin pecar de indiscreción le preparara algo a tono con su condición y edad, a lo que la dueña de ANI (Artículos y Novedades de Importación), que precisamente había recibido de París, unos trajes de chaqueta de corte ultramoderno, poco vistos por el lugar preparados para las Comuniones, y que seguro deslumbraría a su propia futura nuera francesa, propiamente estaba como pensados para ella. Dicho y hecho, Doña Carmen se probo uno de aquellos modelos que según opinión de Josefina le quedaba como un guante, era para nada estrafalario, sino sencillo, elegante de muy buena caída, en definitiva lo más apropiado para una ceremonia como la que se le avecinaba, auguraba Josefina tendría un gran éxito.
Dos días después, el coche lleno de maletas del equipaje familiar, con el entusiasmo que precede a un viaje de tal naturaleza como el que iniciaban, con ardientes deseos de vivir intensamente tantas buenas nuevas noticias como se avecinaban, sus hijas, la boda, la novedad de volver a pisar Madrid y tantas emociones hacían que el viaje se presentara con inusitada alegría, cosa que Doña Carmen manifestaba con santiguarse y recitar una
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oración en alto, para que todo resultara bien por mediación de los Santos a los que invocaba con tanta devoción.
El viaje además de resultar de lo más ameno, rezumaba cariño y entusiasmo, Pedro hijo, no hacía más que mirar por el retrovisor interior, para captar el semblante de sus padres, sobre todo de el de su padre, que era quien más le preocupaba, sacarle de su ambiente, amigos, costumbres y su vida de tranquilidad a la que estaba hecho en el pueblo, dejar a sus pacientes en manos de un extraño, de quien tenía buenas referencias eso sí, no era cosa fácil y espiaba sus movimientos por si manifestaba en su cara, tal vez disconformidad, sorpresa, malestar, pero lejos de ello, le encontraba feliz, dicharachero, locuaz, cosa poco frecuente en D. Pedro, que medía sus palabras antes de pronunciarse.
Hubo paradas para comer y que el largo camino resultara lo menos pesado posible, Pedro con elegancia decía vamos a realizar una parada “técnica” y todos entendían por si había que ir al baño y también para estirar las piernas, pues sus padres poco acostumbrados a viajar largo recorrido en coche toda vez que cuando se desplazaban era en autobús o tren, podían resentirse después de varias horas en un lugar al fin y al cabo pequeño.
La llegada al Hotel, previamente concertado por las hijas del matrimonio, estaba en las afueras de Madrid, con el fin de que no resultara un choque emocional encontrarse de
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pronto con la vorágine de la ciudad, las dos estaban esperándoles en el Hotel y ni que decir tiene la fiesta, el alborozo, entremezclado con la presentación de Claudine, ver a su hermano, hecho un pincel como decía Ana la pequeña que adoraba a su hermano, era un cuadro festivo difícilmente superable. Como entendían que lo que necesitaban era descansar, quedaron en verse a la mañana siguiente y así programar todo lo que tenían pensado realizar con su familia.
Muy temprano, desayunaron en el Restaurante del Hotel, y al poco hicieron acto de presencia las dos hermanas, era sábado y sus trabajos no les impedían estar a disposición de la familia, ya en dos coches, más relajados, tomaron camino hacia Madrid, Doña Carmen en el asiento de copiloto con Celia, cesión de cortesía de Ana, a quien acompañaba su futura cuñada Claudine y D. Pedro igualmente de copiloto con su hijo, este vigilando los movimientos a veces inesperados de su padre, que no paraba de mirar de un lado para otro como un periscopio, lanzando suspiros, viendo qué distinto era todo lo que contemplaba, cómo había cambiado Madrid, esos enormes bloques, esos rascacielos, ensimismado, diciéndole a su hijo que ese Madrid era totalmente desconocido para él, nada que ver con sus viejos recuerdos, ¡ Como había cambiado todo !, esas avenidas enormes, limpias y de edificios acristalados, las
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grandes autovías entrecruzándose entre sí y continuaba diciendo:
— Este Madrid no lo conoce ni la madre que le parió —
Pedro hijo, le decía a su padre que a donde iban a instalarse no tenía ni punto de comparación con lo que estaban viendo, el lugar elegido por sus hermanas, era un paraje, céntrico, eso sí, pero no tan agobiante como pudiera resultar la Capital, le ponderaba los encantos de el Chalet, donde seguro se encontrarían como en su propia casa del pueblo, rodeado de una exuberante vegetación, la casa con las condiciones precisas para el reposo del viaje, un porche y jardín donde poder leer o descansar y un arroyuelo muy próximo en el que decía se podía pescar.
Celia paraba su coche a quien seguía su hermano de cerca, en un Control a la entrada de la Urbanización Tres Rosas, un guarda jurado se presento y a través de la ventanilla Celia presento las credenciales oportunas para que les permitieran el acceso, haciendo constar que el coche posterior era también de la familia, ya en las inmediaciones del Chalet, Celia y también Ana, bajaron de los coches abrieron el portón principal de acceso a las instalaciones de la vivienda, activaron el mecanismo de la puerta del garaje, desconectaron las alarmas y ya con el portón cerrado, se disponían a tomar posesión de la vivienda.
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Ana hacía la entrega simbólica de las llaves a su hermano y este, sorprendiendo a todos, tomaba en sus brazos a Claudine para penetrar con ella en el porche y la entrada a la vivienda, este gesto le pareció a D. Pedro, lejos de una mariconada de película, un acto de acogida sin precedentes, y fue muy del agrado de los presentes que aplaudían a la vez que descorchaban una botella de Cava para celebrar el inolvidable momento.
Las hermanas de Pedro habían aprovisionado la nevera de suficientes recursos para al menos una semana, sin tener que preocuparse de nada, y sugirieron realizar una barbacoa y así estrenar una magnífica instalación que se encontraba en el jardín, con leña, carbón y lo necesario para realizar una buena barbacoa.
Claudine, quería inspeccionar la casa, y pasados unos minutos de euforia contenida, acompañada de Ana y Pedro, comenzando por la cocina, baños, armarios empotrados, habitaciones de invitados, dormitorio principal, biblioteca, salón de estar, todo dispuesto y amueblado con los más inesperados detalles, a Claudine le parecía estar soñando pues las instalaciones habían superado con creces sus expectativas y se abrazaba a su cuñada con efusivos comentarios de agradecimiento,
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diciéndole que nunca podría pagarle tanto interés como el que se había tomado en el asunto.
Una vez acomodados todos los miembros, se dispusieron a hablar de lo serio, decía Don Pedro padre, es decir de los días que iban a residir allí, de cómo y cuándo de la boda, de los preparativos, pocos pues las hijas se habían hecho cargo de todo, y sobre todo y aquí hacía énfasis D, Pedro del costo de la boda, del cual quería hacerse cargo junto con su mujer, como regalo de boda al primer matrimonio de sus hijos. Pedro hijo y Claudine, conmocionados por la propuesta, salieron al paso diciendo que no tenían que preocuparse de nada, que ya estaba todo diseñado y dispuesto, incluso pagado y que otro tanto les había ocurrido con los padres de Claudine, que bastante tenían con desplazarse a España ya que su avanzada edad no les permitía realizar muchos esfuerzos, unido a los permisos especiales que con dificultad habían tenido que tramitar y sin apenas familiares de su entorno, todo debido a la presente y temida Pandemia, eso sí, habían tenido que admitir previo consenso con los directores de la Sala de Fiestas donde tendría lugar la celebración, que los vinos para el banquete nupcial, fueran un regalo muy especial de sus bodegas de Alsacia, a lo cual accedieron los responsables del local sabedores de las esencias vitivinícolas de aquellos lares, así pues los padres de Claudine
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habían dispuesto el envío de varias cajas necesarias para el Evento.
A Claudine y su prometido que flotaban en una nube de felicidad, solo les quedaba dar el paso definitivo, confirmar su matrimonio, y ante la disyuntiva de si primero procurase el trabajo al que había sido llamado Pedro o casarse, acordaron casarse en primer lugar y después Dios diría…
Todo dispuesto, como no podía ser de otra manera, una mañana de Domingo, doce de la mañana, día espléndido donde los hubiere, una comitiva con trajes de fiesta se dirigían hacia la Iglesia del Cristo del Pardo, por ser la Parroquia que les pertenecía por la ubicación de su domicilio, recién estrenado. Previamente habían tenido un encuentro con el Párroco, días antes y fueron sometidos por éste, la pareja, a un examen exhaustivo ya que no habían realizado los Cursillos Prematrimoniales exigidos para recibir el Sacramento del Matrimonio, según los cánones de la Iglesia. Los padrinos la madre de la novia y el padre del novio, testigos del acto los hermanos de ambos conyugues, apenas familiarizados con el encuentro, flores, música de órgano, La marcha nupcial de Mendelssohn, coral entonando distintos pasajes musicales, entre los cuales no podía faltar el Ave María de Schubert, una ceremonia en la que la homilía fue pronunciada en español y francés, en atención a los invitados asistentes de los dos países, flashes de los
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fotógrafos, fotografías al fin de la ceremonia de los familiares y amigos con los recién casados, saludos efusivos entre unos y otros asistentes; en definitiva nada quedó en el aíre .
Posteriormente a la ceremonia, se dirigieron los invitados y contrayentes a un cercano e idílico Restaurante, que gozaba de unas instalaciones, no solo para celebrar banquetes de bodas, también unos jardines de atractivos sitios recónditos, piscinas y un pequeño Zoo, pensado para el esparcimiento antes y después del banquete. Se comenzó con un Coctel en una explanada como una pradera, fresca y muy cuidada, el desfile de camareros como si de un Ballet se tratara, iban y venían ofreciendo sabrosos bocados, tanto fríos como calientes, en un extremo del recinto, junto a una Barra de Bar libre, por supuesto, un cortador de jamón, no daba abasto a surtir de platos y más platos de este fabuloso manjar a la vez que se servían los afamados caldos de Alsacia, que hacía las delicias y suscitaban favorables comentaros de los invitados.
Pasado el tiempo suficiente para que los invitados se sintieran agasajados, se pasó al Salón Principal donde se serviría el Banquete, los adornos, la luz, las flores y un dueto de violines recibieron a los recién casados, entonando el: And The Walz “Goes On”, con el que la pareja de novios rompieron el baile, era una petición de un íntimo amigo del novio, que asistía a la ceremonia y se había encargado de
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la música, por cierto con un resultado sorprendente rayando la emoción.
Si el lunch servido en los jardines había obtenido el beneplácito de los invitados, no podía ser menos el Banquete, y la carta que estaba dispuesta en el lugar que cada comensal debería de ocupar, labor de las hermanas del novio que tuvieron el gran trabajo para colocar a los comensales sin que se sintieran incómodos con el vecino, daba fe de los suculentos, variados y abundantes platos que se enunciaban, regados con los caldos ya mencionado con D.O. francés. El desfile de nuevo de los camareros en perfecto orden, como atenticos profesionales servían las mesas distribuidas de tal manera que todos gozaban de la mesa principal que estaba presidida por los novios y padrinos sobre una tarima que se elevaba lo suficiente para ser apreciada por el resto de comensales. Fue pasando el tiempo, los invitados, unos se habían desprendido del protocolario chaqué, otros de la pajarita que atenazaba sus cuellos y los más se habían desprendido de la odiosa corbata y chaqueta, en una sintonía general de campechanía que se respiraba en el Salón, seguramente animada también por los efluvios de los vinos y licores ingeridos.
En este espíritu de camaradería y familiaridad, pasaba el tiempo, se acercaba el ocaso y los novios y parientes pasaron a una contigua Sala, la Disco-Teca, en ella los más
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jóvenes se sintieron como pez en el agua, mientras otros gozaban de las esencias de la Barra libre…La Música-Disco, terminó por sentar a la práctica totalidad de los invitados, con lo cual y ya comenzando la aparición de la noche, el desfile se fue produciendo con la discreción que estos casos requiere.
Los novios y familia, dieron por concluida la velada, los camareros en una formación junto a la puerta principal con el Gerente a la cabeza, fueron despidiendo con reverencias a los novios y familiares más cercanos, agradeciéndoles la confianza en ellos depositada para la celebración del evento y así quedo cerrada la jornada y con ella el capítulo, soñado por la pareja ya de casados, satisfechos por las felicitaciones y parabienes recibidos por parte de los asistentes y las manifestaciones de cariño que habían recibido por doquier, también las hermanas del novio, que habían tenido un papel muy importante en el asunto, fueron agasajadas con un gran ramo de flores cada una, de parte de la novia que les agradecía con este pequeño pero significativo de detalle, muy propio de las celebraciones en Francia, ellas sonrientes agradecían el reconocimiento de sus esfuerzos pese a que lo habían hecho de muy buena gana.
Un nuevo mundo, daba comienzo en la vida de Claudine y Pedro, a partir de este momento, junto con las obligaciones familiares que conlleva el matrimonio, estaba la parte
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profesional de ambos, si bien por el momento la situación de Pedro era poco menos que la más favorable posible, solo quedaba presentarse al Director del Hospital, concertar y acordar los términos del contrato, fijar fechas de comienzo, siempre después del Viaje de Novios que Claudine estaba programando, ir a su país y realizar el capricho de su vida, un viaje por Italia, incluyendo Venecia, un sueño para ella muy pensado y con el que Pedro estaba totalmente de acuerdo.
Hasta aquí, el cómo y el cuándo llegó El Doctor Pedro Osorio Fidalgo, como queda dicho anteriormente, a ser un miembro destacado en el Hospital Fundación Jiménez Díaz.
El Hospital en cuestión goza de un prestigio profesional a nivel nacional, se le considera un Hospital de referencia y goza de la aquiescencia del gremio hospitalario como uno de los de primera línea en materia de formación de sus miembros.
En las circunstancias tan especiales como en las que se encontraba la situación de la ya declarada Pandemia de Coronavirus, era impensable llevar a buen término el Viaje de Novios programado, Pedro nada más terminado su enlace matrimonial fue llamado con la urgencia que el caso requería a presentarse lo antes posible en el Hospital, el cuadro médico del que hacía gala el Director, fue distribuido sin tener en cuenta sus especialidades, para
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atender lo que se le venía encima, los ingresos de enfermos llegaban por docenas al Hospital, algunos derivados de otros Centros, era imposible de atender, por tanto se anularon todas las citas y operaciones pendientes de los distintos departamentos y especialidades, para dar cumplida cuenta a los incesantes ingresos.
Claudine entendía perfectamente que antes estaba la obligación que la devoción, y comprendía que su recientemente estrenado matrimonio, así como su soñado viaje, tuvieran que someterse al caprichoso destino que la Pandemia, entendía que el aplazamiento del viaje quedaba relegado a un segundo plano y animaba a su marido a colaborar con sus múltiples conocimientos a paliar dentro de lo posible el estado y urgencia con que se había presentado esta situación epidemiológica, de la que Pedro era un profesional especializado.
Las reuniones, asambleas y simposios, para atacar la nueva situación del Hospital, eran constantes, en una de estas asambleas presididas por eminentes doctores, el Director del Centro quiso presentar al Doctor D. Pedro Osorio Fidalgo, como miembro destacado y especialista en asuntos epidemiológicos, convocó a una nueva asamblea, que dirigiría D. Pedro y en la que trataría de dar pautas y formas, tal vez novedosas para alguno de los presentes, así pues Pedro, que no encontraba la forma de conciliar su nueva vida familiar con la
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profesional, se encontró sumido en una improvisada tarea lejos de sus anteriores ocupaciones, tenía que presidir, dirigir, comunicar, imponer llegado el caso, una nueva forma de hacer medicina en un campo que a él no le era indiferente, dado que había sufrido experiencias de este tipo en África y América Latina, con lo cual le situaba en un estado de cierta autoridad en la materia.
Lo primero que hizo Pedro, fue solicitar de la Secretaría del Hospital, el Cuadro Médico del que disponía y que el Director le confirmaba podría hacer cuantos cambios fueran precisos para situar a cada especialista en el puesto que mejor pudiera serle útil en esta Pandemia. Pedro no dudaba de la profesionalidad de ninguno de sus colegas, aunque sí una especial selección, sobre todo de Analistas, Neumólogos, Cardiólogos, Anestesistas, y todo lo que le en su planing trazado mentalmente esperaba encontrar muy particularmente en las UCIS que se estaban llenando de enfermos presentando cuadros de extrema gravedad.
La noche anterior a esta asamblea Pedro no pudo pegar ojo, quería además de causar buena impresión, tratar de no parecer autoritario, más que imponer métodos trataba de proponer soluciones, él se había enfrentado a situaciones muy parecidas, aunque con medios mucho más precarios que de los que disponía el
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Hospital tanto de medios personales como farmacéuticos o de otra cualquier índole.
Por ello comenzaba la asamblea pidiendo disculpas por si alguien en sentía ninguneado dada sus veteranías y un, al fin y al cabo advenedizo, venía poco menos que a decirles lo que había que hacer, las medidas que habría que tomar, la forma de actuación excepcional en este caso, con lo cual quería dejar claro que ante una situación excepcional las medidas tendrían que ser excepcionales, pero que nadie entendiera que era para el futuro de la marcha del Hospital, una vez superada la crisis, todo volvería a ser como antes.
La mayoría de los doctores presente en la asamblea, escuchaban con expectación las propuestas del Doctor, que en una pizarra digital iba desgranado a la vista de todos, algunos atentos, otros interesados y los más aguantando por disciplina sin mayor interés que saber qué puesto o designación les esperaba en este nuevo organigrama llevado a cabo por un Doctor, que sabría mucho de Epidemias y Virus; pero tal vez de organización del trabajo, de coordinar especialidades, de atacar el problema con prioridades hasta el momento nunca presentadas, etc. quedaba por ver.
El Director del Centro, se personaba en el despacho de Pedro, era una visita improvisada, pues él nunca se inmiscuía en asuntos de sus doctores, a sabiendas del buen hacer s de sus facultativos; pero quería saber de
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primera mano, cómo se había propuesto actuar el Doctor Don Pedro y en una animada conversación, para que so se sintiera intimidado por su presencia el Director le conminaba a ser informado en grandes líneas maestras cuál sería la inmediata actuación de Pero sin la dilación que la situación requería.
Pedro, que ya tenía formado un estudio le fue desgranando la forma de actuar en líneas generales, primero y muy importante decía, el "Triage", aquí decía Pedro tal vez por su formación francesa, está la clave de las siguientes actuaciones y la consecuencia de tratamientos, es muy importante situar en las llamadas Urgencias, personal que sea capaz de en un vistazo sopesar el siguiente paso que se ha de dar con el enfermo, una vez la valoración de este Triage, en una segunda fase, vendrá una analítica de urgencia, seguido de la aplicación que cada caso requiera de un tratamiento correspondiente, o bien radiográfico o de intervención quirúrgica, caso de presentar síntomas de clara intervención. Posteriormente y si el caso lo requiere se pasará al enfermo a la Unidad de Cuidados Intensivos, para lo cual habrá que habilitar, si la situación lo demanda, medios suficientes para el tratamiento que estos enfermos graves ingresados necesiten.
Por último, aquí enfatizaba el Doctor Pedro, habrá una reunión o asamblea a diario, de los responsables de cada Sección y Jefes de Grupo, donde se pondrá de manifiesto toda la
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problemática que sin duda se planteará en la atención de esta Pandemia.
El Director, se sentía muy satisfecho el haber tomado la decisión de entregar en manos del Doctor Pedro, la responsabilidad de la marcha del Hospital en esta ocasión excepcional, aunque no se sentía relegado para nada del cargo que ostentaba de Director General, sí era consciente que sangre nueva y más ante algo nuevo y desconocido era más que necesario, acudir a personas del relieve profesional de Pedro había sido una sabia determinación. No dudó en poner a su disposición todo lo que él creyera necesario para llevar adelante tan ardua tarea, tanto material como personal e hizo que trascendiera una orden a sus trabajadores, profesionales sanitarios, médicos, enfermeros, personal administrativo, empleados por cuenta de variadas empresas que colaboraban a la buena marcha del mundo hospitalario, como una gran ciudad sanitaria que era, dejando claro que las indicaciones, ordenes y disposiciones del Doctor Don Pedro Osorio Fidalgo, serían acatadas a partir del momento del comunicado sin más, es decir se le nombraba Director General, temporal, del Hospital.
A Pedro no le podían ir mejor las cosa en el ámbito profesional, otra cosa era a nivel personal, no es que se estuviera resquebrajando su vida conyugal, pero sí había pasado a un segundo plano.
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La familia de Pedro, es decir sus padres, había quedado confinada por causa de la pandemia, como el resto de la población y nos les fue posible volverse a incorporar a la vida aldeana, si bien tenían la esperanza de que el asunto no tardara en solucionarse. Aunque su presencia en la casa, le venía muy bien a Claudine, en estos tiempos en que la mayor parte del día y a veces de la noche Pedro lo pasaba en el Hospital, solamente los fines de semana, y no todos, por higiene mental y profesional, Pedro se tomaba unas horas de asueto, para relajarse de tanta actividad y oxigenar su mente para atacar los infinitos problemas que se le presentaban a diario en la función de su profesión ahora ya no solo médica sino de dirección del Centro.
Se sucedían los días al tiempo que las noticias daban cuenta de que la Pandemia declarada, había trastornado la vida de todos los habitantes y en todos los lugares del mundo, ahora ya nada era igual, el miedo al contagio llegó a hacerse viral y una parte esencial de nuestras vidas, las Autoridades de todo el Planeta, tomaron drásticas medidas, la alteración del modo de vida se vio tan afectado como los propios individuos, la caída de la economía producía, no solo dientes de sierra en los tableros económicos mundiales, también a nivel personal se reinstalaba como un lacerante mordisco y los lugares de atención se vieron colapsados, tanto en hospitales como en los
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centros de acogida, donde se multiplicaron las colas para recibir en muchos casos algo de alimento para las familias más desfavorecidas por la pandemia, ante esta situación surgió lo mejor y lo peor de la sociedad, los precios de los productos de primera necesidad se elevaban cada día más, a rio revuelto… se decía, y raro era el día que las noticias, esperadas no daban lugar a la esperanza, en cada casa salvo rara excepción, se tenía que lamentar algún contagiado, cuando no algún fallecido, todo ello creaba una estado de ansiedad, que hacía saltar por los aires la convivencia familiar, los divorcios exprés se pusieron a la orden del día, permanecer en un piso más o menos pequeño, todo el día, toda la familia, con niños pequeños, hizo que la vida familiar se tornara en algunos casos insostenible, tantas horas sin poder hacer nada que fuera entretener a los pequeños, con la espada de Damocles siempre presente, a veces con el ultimátum de la Empresa que ante la crisis dejaba y cesaba en sus actividades al cabeza de familia, creándole una situación claramente de pánico ante un futuro incierto, con las prestaciones mínimas para temporalmente ir aguantando.
Nuestro protagonista, era muy consciente y estaba sufriendo en primera persona los efectos brutales de esta Pandemia a la vez que pulsaba las reacciones a veces insospechadas de sus colaboradores que tan siquiera ellos mismos eran capaces de soportar,
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médicos, enfermeros, sanitarios, se contagiaban con gran facilidad, por la escasez de recursos que eran administrados a cuentagotas, sabedores de que esta Pandemia no había hecho más que empezar, saltaron todas las alarmas cuando se confirmaba no ya el contagio de algún sanitario, sino el fallecimiento de un Doctor de quien se conocía su trayectoria tanto personal como profesional, eso era para Pedro, al igual para sus colegas, uno de los momentos más duros e insoportables de la Epidemia.
El tiempo pasaba y no daba tregua, se decía en medios no siempre contrastados se estaba atajando la Pandemia, que el pico empezaba su descenso, quienes estaban bregando a diario en los hospitales hasta la extenuación, les parecía una broma de mal gusto este tipo de declaraciones por parte de representantes del Gobierno, viendo caer a muchos de sus compañeros en una desigual batalla.
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Voces anónimas se levantaban, denunciando las carencias en las funciones más necesarias de sus trabajos, las vejaciones, que a diario sufrían los sanitarios eran de todo tipo y numerosas, muchos aplausos a las ocho de cada tarde, pero los problemas no se solucionan con vítores y exaltaciones al espíritu y abnegación de los médicos, que estaban cayendo junto con las innumerables víctimas de la Pandemia, obras son amores y no buenas razones se decían viendo el constante e innumerable número de enfermos, que después de pasar por una criba en las prioridades de atención, en función no solo de la gravedad, sino de las posibilidades de salir airosos, en ocasiones habrían de decidir a quién atender primero en función de su edad, lo que les causaba un dolor y remordimientos imposible de soportar.
De todas estas manifestaciones tan dolorosas daban debida cuenta en las reuniones de médicos al Director General, éste lejos de amilanarse marcaba normas, disponía maneras, se hacía cómplice con algunos casos que requerían un atención especial, había situaciones irreversibles, enfermos que de la noche a la mañana registraban un cambio tan brusco e inesperado que tiraba por tierra toda la labor realizada con ellos, el fracaso, la duda , la incapacidad hacía acto de presencia aún en las más templadas y profesionales historias
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personales de los facultativos más expertos, era una lucha sin cuartel ante algo que nunca se podía asegurar fuera a obtenerse algún éxito, no por ello y a contracorriente nadie cedía en bajar la guardia, ponían su empeño en hacer todo lo posible y más en sofocar cualquier conato de desánimo, no se permitía la desidia y el desánimo que el cansancio propio de tantas horas de guardia pudiera dar al traste con pequeñas batallas que cada día se libraban unas veces con resultados alentadores otras positivos y en alguna otra con un auténtico fracaso.
La lucha que se estaba llevando a cabo en los hospitales, nada tenía que ver con la lucha intestina del Gobierno, que cada día se enrarecía más, los diferentes puntos de vista por motivos a veces espurios, los dimes y diretes de uno y otro bando, sacaban a relucir con frecuencia la bajeza en los titulares de diferentes Partidos Políticos, en una ocasión en la que se estaba pidiendo a voces una necesaria unidad para atacar una situación, al fin y al cabo nueva para todos, nada de eso les importaba y se establecía aquello de y tú más… Pero así no se arreglaba la situación.
Estamentos ligados al Gobierno, como Presidentes de Autonomías, tomaron decisiones por su cuenta, ante la desidia y falta de iniciativas de los gobernantes de turno, estando en un estado sanitario, social y económico de verdadera emergencia y comenzaron a ser criticados por el desbarre en pedir a China los
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famosos EPIS (Equipos de Protección Individual) críticas feroces, tal vez por lo que entendían una injerencia en asuntos que concernían al Gobierno dado el Estado de Alarma.
Gracias a la intervención e iniciativas de los Gobiernos Autonómicos, se paliaron muchas deficiencias en Hospitales y centros públicos donde se proveyó a los trabajadores de los equipos necesarios para el desempeño de sus tareas sanitarias y de servicios esenciales, con todo y habiendo tomado las más estrictas medidas de seguridad, los contagios todavía son numerosos, el miedo se apodera de estos sanitarios sobre todo quienes a diario se enfrentan con la cruda realidad de los hospitales, así mismo los empleados sanitarios de ambulancias, los empleados de locales de alimentación y facultativos de farmacia, a todos les daba pánico volver a sus casas después de una intensa y larga estancia en los hospitales, doblar turnos de guardia se convirtió en una necesidad, hubo quien decidió buscarse un alojamiento para no aparecer por su domicilio, y no tener que sufrir algo tan doloroso como no poder abrazar a sus hijos y familia, era preferible no verles a poder contagiarles, estando metidos todo el día en contacto con la Pandemia.
En estas circunstancias tan novedosas, hubo un nuevo y oscuro objeto de deseo , las famosas mascarillas, ni las autoridades se
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ponían de acuerdo, que si era necesario que todo el mundo las llevara, que solo eran recomendables en el caso de que el portador fuera positivo del virus, que mejor asegurase antes, quién o quiénes deberían ponérselas, que en qué lugares frecuentados sí pero en privado no, que tal y cuál que si aquello o lo otro, un galimatías con lo cual el público en general no sabía a qué atenerse, y lo que hoy era una recomendación al día siguiente se rechazaba por expertos en la materia, llegado a este punto y ante las divergentes opiniones de nuestros eméritos gobernantes, el publico animados por los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, decidieron utilizar las mascarillas, recomendadas o no, luego el Gobierno las empezó a repartir gratuitamente y eran obligatorias en el Transporte Público, metro, autobús, etc. Y finalmente en la actualidad es de uso obligatorio en establecimientos públicos, en la calle siempre que no haya una distancia social de al menos dos metros, en definitiva han llegado a ser algo habitual en nuestra vida diaria y creo que han llegado para quedarse, convirtiéndose en viral.
A nadie se nos oculta, la incomodidad que representa el uso de las mascarillas, pero es cierto que así como la confinación ha dado sus frutos, la única y práctica forma de prevenir este contagio tan pegajoso a la vez que peligroso, es lavarse las manos con frecuencia, utilizar todos los medios de protección posible
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y pensar algo que subrayo con asiduidad y es que:
—Nada va a volver a ser como antes —
Nuestro Doctor Pedro, por muy febriles pensamientos que hubiera tenido, jamás pensó se vería inserto en semejante situación y muy a pesar suyo siendo protagonista de una realidad que le abrasaba constantemente, se volvía loco estudiando, tratamientos, pautas a seguir, tratamientos incluso inacabados, improvisados sistemas de ataque a un virus desconocido, eso sí muy parecido a los que él había tratado en países donde prestó sus servicios como especialista de enfermedades tropicales, pero al mismo tiempo diferente como eran los resultados una vez aplicadas las terapias programadas, esta Pandemia tenía carácter novedoso, las cepas se reproducían instantáneamente de un día a otro mutaban y los tratamientos prescritos para hoy no servían para maña.
Entre tanto trabajo, sin apenas dar tregua a desconectar, el cansancio físico y síquico iba minando los cimientos de Pedro, en las pocas presencias personales que propiciaba a su domicilio, notaba un estado de pesimismo general en la familia, Claudine no es que hubiera abandonado sus arreglos personales, pero no parecía tan coqueta y atractiva como antes, una sombra de tristeza hacía que desapareciera el brillo alegre de sus ojos, aunque sus encantos aran muchos a Pedro le
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empezaba a preocupar un tanto ese estado de cosas que observaba cada vez que pasaba unas horas en su casa.
Un día Pedro repasando la lista de nombres y especialidades de su Cuadro Médico, descubrió un nombre que le sonaba y mucho el del Doctor Armando Gutierres; Virólogo, llevaba dos años trabajando en el Hospital, le acompañaba un abultado Curriculum de campañas en países del Tercer Mundo (me dá cierta vergüenza denominar así a países que por culta de los que hemos esquilmados sus muchos recursos, les hemos condenado a la pobreza) era miembro colaborador destacado de Médicos Mundi, mantenía contactos a través de artículos en revistas en las que colaboraba con sus artículos muy apreciados, dada su experiencia en el campo de la virología que compartía con otros colegas y fue un hallazgo sorprendente para Pedro, pues recordaba haberse cruzado con Gutierres en Venezuela en un Hospital de Campaña, creado con motivo de un brote de tifus aparecido en algunos lugares, aquella situación fue atajada con éxito y los parabienes fueron muy celebrados y reconocidos por las autoridades tanto médicas como civiles. Trató de dar con él, recorrió las dependencias del Hospital, le mando notas de aviso para que cuando le fuera posible se personara en el despacho del Director y en efecto se produjo el encuentro.
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Armando cuando se encontraba frente a frente con Pedro, no daba crédito, le reconocía con cierto aire que recordaba se daba a aquel joven Epidemiólogo que conoció hacía cuatropecientos años, pero había cambiado mucho, su aspecto era diferente, había perdido la lozanía de juventud que él recordaba, las pronunciadas ojeras que marcaban el rostro de Pedro eran sin duda fruto de las muchas horas consultando libros, preparando tratamientos y del duro trabajo a que se enfrentaba todos los días. La alegría por el encuentro fue muy celebrada, dentro de la crisis que estaban pasando fue un soplo de paz encontrase con una vieja amistad, lamentando no haberse producido antes. Pedro le encomendó a Gutierres encontrara un sustituto en su tarea, porque quería compartiera con él la dirección del Hospital, nombrándole a tal efecto Subdirector del mismo, desde ese momento.
Toda la información de la que disponía Armando, fue puesta en conocimiento y en común con Pedro, entre ambos comenzó un trabajo, si cabe más exhaustivo, contrastar opiniones, disponer recursos, dar pautas, abandonar unos tratamientos sabedores de su poca o ninguna eficacia, ir directamente a probar nuevas formulas que se conocía daban mejores resultados y funciones que a Pedro se le escapaban, fueron de inmediato dando sus frutos, las UCIS empezaron a tener altas, los tratamientos eran si cabe más sencillos y un aire
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nuevo de optimismo inundaba el Hospital que sus enfermeros y personal médico palpaban y vivían en primera persona, los avances de los nuevos sistemas implantados por los doctores Pedro y Armando estaban dando resultados sorprendentes, lo que producía no una euforia controlada y sí cierta tranquilidad entre el personal, sabedores de haber encontrado un camino que daría frutos positivos antes pronto que tarde.
En las Asambleas de médicos, que se celebraban continuamente, se hablaba del éxito de los nuevos tratamientos, se reconocía la eficacia, contrastada, por parte de enfermeros y los médicos más cercanos a los enfermos encontraban disponer de más tiempo para las exploraciones, debido a que el número de contagiados iba descendiendo, lo que significaba una tranquilidad sabedores de que habían encontrado el buen camino…Las felicitaciones se hacían con verdadero entusiasmo, los doctores se felicitaban entre sí, era una labor de conjunto y Pedro evitaba todo personalismo, pues era consciente de que se trataba de una labor titánica de los distintos equipos y por parte de todo el personal del Hospital, la entrega, la total abnegación donde no se miraba la hora de entrada o salida, el trabajo de todos estaba dando frutos satisfactorios y por ello los parabienes debía ser global.
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Todo parecía marchar sobre ruedas, en los ámbitos del Gobierno, se empezaba a hablar de la esperada "Desescalada", de la Nueva Normalidad, tal vez forzados por los intereses económicos, que aseguraban que si no se moría de la Pandemia, lo harían por el caos económico y se moriría de hambre, la cuestión es que ya se estaba dando pasos a favor de ir aliviando el confinamiento a que se había sometido a la población, en las noticias se daban cifras, a veces dudosas, de los avances y los números de infestados y fallecidos cesaba a medida que pasaban las fechas, empezó a reavivarse la economía mediante medidas más suaves en la apertura de comercios, almacenes, centros de ocio, bares, restaurantes, piscinas, hoteles, siempre advirtiendo de las cautelas pertinentes en cada caso, aforos limitados y todas las precauciones que se fueron instalando y que formaban parte de la vida diaria comunitaria, se aconsejaba guardar la distancia social entre personas, mantener los aforos reducidos y procurar evitar a toda costa las aglomeraciones, en definitiva una nueva forma de vida en la que nos iba la propia existencia.
Sin embargo, una novedosa circunstancia aparecía en la vida de nuestro personaje Pedro, una llamada de Claudine avisaba a su marido de los síntomas aparentemente preocupantes que presentaba su padre, no sospechas fundadas de que el Coronavirus hubiera hecho acto de presencia en
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su casa, pero algo no le parecía funcionaba con normalidad, la fiebre alta, los vómitos y diarreas frecuentes, ponían sobre aviso tanto a la familia como al propio Doctor, lo antes que pudo envío una ambulancia a su domicilio, con el propósito de observar de primera mano, lo que aparentemente podría ser un brote de la epidemia o tal vez una falsa alarma, dado los años de su padre bien pudiera tratarse de una simple gastroenteritis, lo mejor era traerle al Centro y diagnosticar de qué se trataba.
Pero los hechos eran tozudos, a Pedro una vez realizada la oportuna exploración de su padre, no le cupo la menor duda de que los síntomas, el diagnóstico realizado de urgencia, daban como resultado la terrible noticia de que su padre en efecto estaba contagiado y bajo los efectos del coronavirus, ingresado en el Hospital, el médico a quien le fue asignado el caso, no podía ser otro que su buen amigo Armando, en quien depositó su entera confianza y dejo en sus manos el devenir de su padre. Poco pudo hacer el Subdirector, la enfermedad había enraizado de tal forma en los escasos recursos vitales y dada la avanzada edad de D. Pedro (padre), que pese a todos cuidados intensivos, la noche del tercer día de ingreso falleció, las alarmas volvieron a saltar en el Hospital, si bien se esperaba que un rebrote de la Pandemia surgiera en cualquier momento, aunque no tan pronto, para lo cual
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decían estar más preparados ya con la experiencia adquirida.
Cuando se tuvo noticia general del fallecimiento del padre del Director del Hospital, todo fueron pésames y sentimientos encontrados, ahora que pareciera verse la luz para vencer la Pandemia, después de haber luchado contra la enfermedad sin descanso, la realidad volvía a poner las cosas en su sitio, demostrando una vez más nuestra debilidad ante situaciones que lejos de controlar, nos sorprenden una y otra vez con virulencia.
A Pedro le preocupaba también la noticia que tenía que dar a su familia, sobre todo a su madre, una mujer que hacía un tándem perfecto con su marido en el campo de la atención médica allá en su pueblo y que de la noche a la mañana se encontraba sin el apoyo de su marido que lo era todo para ella. Presentarse en el pueblo con el cadáver de su difunto marido era algo que jamás había tan siquiera pasado por su cabeza, y lo más doloroso pensaba era haber venido a celebrar con júbilo el enlace de su hijo y volver de esta manera.
Una vez realizados todos los oportunos permisos para su traslado, la familia en duelo se dirigía hacia el panteón familiar en la aldea donde tantas vidas había salvado D. Pedro y ahora era principal protagonista, las hijas, Claudine, Pedro y varios acompañantes directivos del Hospital, compañeros y sobre
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todo Armando, quisieron estar en este trance junto a su amigo y compañero para darle ánimos y servirle de consuelo en la medida que les fuera posible. Toda esta situación vivida en primera persona daba fe de que hay situaciones en las que poco o nada se puede hacer ante hechos que se presentan en virtud de vaya usted a saber porqué y a que nos cuesta mucho entender y menos aceptar, nos rebelamos, nos retorcemos, lloramos desesperados, nos sentimos huérfanos de conocimientos para enfrentarnos a situaciones que se nos escapan de nuestras posibilidades y al final nos entregamos siempre preguntándonos ¿Qué hemos hecho mal…?
Estos y muchos otros pensamientos como estos, embargaban la mente y el espíritu de Pedro, tanto luchar por salvar las más vidas posibles y luego una de las más cercanas a su existencia se le había ido de entre las manos sin dar tiempo a darse apenas cuenta, cuántas muertes había presenciado, cuántos familiares había contemplado abatidos y deshechos por el fallecimiento de algún familiar, sin tan siquiera haber podido despedirse de ellos, un consuelo que por cierto le servía de bien poco a Pedro, que sí tuvo la oportunidad de ver como la vida de su padre se le escapaba sin poder hacer nada para evitarlo.
Todo el pueblo en masa acudió al funeral del que era su Médico de Familia además de un buen amigo y confidente. En el
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catafalco montado en la iglesia para este acto figuraba una fotografía de D. Pedro, la mejor del álbum de bodas, por delante del féretro, fueron desfilando todos los vecinos del lugar, unos se santiguaban otros movían la cabeza, y un emocionado recuerdo embargaba a todos los presentes y muy especialmente a la familia del finado, que comprendía la grandeza y el buen concepto que se tenía entre los vecinos acerca del Doctor.
Los compañeros que habían asistido al sepelio, fueron abandonando el lugar del cementerio, para volver a enfrentarse de nuevo a lo que, no querían planteárselo, fuera un nuevo brote de la Pandemia.
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Tranquilos los ánimos, pasadas las primeras horas interminables, del duelo, saludos por parte de los vecinos del pueblo, encuentros con personas que se acercaban a darles el pésame con los ojos inundados de lágrimas, siendo conscientes de que habían perdido algo más que un médico, también un amigo, el desconsuelo de la familia se hizo también de ellos y les costaba creer que unas semanas antes le habían visto partir con la alegría de celebrar la boda de su hijo y, lo que son las circunstancias de la vida, ahora contemplaban la fragilidad de y el poco valor que tiene nuestra propia existencia…
Desde luego que para la familia y para el Doctor ya nada sería igual, los recientes recuerdos y vivencias que en la boda habían culminado y compensado tantas ausencias, ahora les volvía la cruda realidad de la nueva separación sin la presencia campechana y elocuente de D. Pedro.
Pedro hijo le decía a su madre que no podía quedase sola en esta nueva situación, las hijas insistían en que volviera con ellas, pero ella decía querer estar cerca de lo era y había sido su vida, tal vez más adelante en el tiempo se vería, pero por el momento ella no quería abandonar su pueblo y tampoco a su marido, decía sumida en un profundo dolor…
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Un dolor angustiaba a Pedro y sus hermanas de muy difícil solución, habían ocultado a su madre y a los vecinos del pueblo, que el féretro que habían contemplado y casi reverenciado, solamente contenía una urna con las cenizas del fallecido doctor, la normativa no permitía por motivos de seguridad manejar los cadáveres para ningún traslado si antes no eran incinerados y mediante un certificado de haberse realizado esta operación, así pues la inhumación del cuerpo de Don Pedro, había sido casi una farsa y esto le proporcionaba a los dolientes hijas e hijo, únicos conocedores y testigos de la cremación un malestar por tener en secreto, al menos ante su madre, de un asunto que lejos de tener importancia para ellos para su madre representaba con toda seguridad un fiasco que podría representar la definitiva falta de confianza en sus propios hijos, con lo cual Pedro decía que habría que poner en conocimiento de su madre lo sucedido, antes de que pasara más tiempo y sabedor que este detalle acrecentaría todavía más el dolor, pues sus creencias rechazaban de antemano esta forma de deshacerse del cadáver, si bien le harían comprender las circunstancias especiales que debido a la Pandemia, había con respecto a este asunto.
El verdadero mordisco que a Pedro le torturaba interiormente, era el "fracaso" ante la realidad de lo acontecido con su padre, le resonaban en su mente aquellas palabras de :
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«A otros a salvado y no se ha podido salvar a sí mismo», reconociendo que tratándose de su propio padre, nada había podido hacer para salvar su vida, entendiendo que la Ciencia era limitada ante la muerte, que sus conocimientos de altísimo nivel en la materia para nada habían servido y mil consideraciones de este corte, que alteraban la paz interna del doctor. Junto a la pena que sufría por la muerte de su padre, añadía el "engaño" o más bien la ocultación de los hechos a su pobre madre, le remordía la conciencia por mantener el secreto, ella no lo merecía, pero además se tambaleaban ante esta situación vivida en sus propias carnes la labor que realizaba en el Hospital, labor que era bendecida a diario por sus colegas, periódicos, y medios de todo tipo, dando cuenta de la cantidad de altas hospitalarias que se producían todos los días y que significaba un triunfo sobre doblegar la Pandemia y sin embargo dejaban en él una sensación negativa, una ausencia de éxito ante una enfermedad que se manifestaba con todas sus artimañas para tirar por tierra toda labor por combatirla.
Pedro llegó a plantearse dejar la Dirección del Hospital, lo habló con su gran amigo Armando, este le quitaba la idea de la cabeza, haciéndole comprender que todo era fruto de lo vivido recientemente, que no se encontraba ahora todo tan reciente, tan en caliente, en disposición de tomar semejante medida, que unido a su total entrega en el
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Hospital le habían llevado a un estado de extenuación tal, que no le extrañaba cruzara por su mente semejante idea, que se tomara unos días de vacaciones, ahora que parecía haber cedido la fuerza de la Pandemia, que iniciara el Viaje de Novios aplazado y que al cabo de un tiempo con seguridad vería las cosas bajo otro punto de vista si cabe más optimista, él se haría cargo como Subdirector de los asuntos que personalmente llevaba Pedro y sin duda a su vuelta, cuando ya todo estuviera más tranquilo, obrara en consecuencia.
Pedro convencido de que dado el estado de ánimo que presentaba, no convenía ni a él y mucho menos a la marcha del Hospital su presencia, decidió tomar los consejos de su amigo en serio, planteó ante el Director General su situación personal, este a su vez que entendía perfectamente la responsabilidad que conlleva la dirección de un Centro de la importancia de la Fundación, no dudo un momento en incorporarse a sus habituales tareas acompañado de la inestimable ayuda del nuevo Subdirector quien fue poniéndole poco apoco al día del acontecer del Hospital.
De esta forma un tanto novedosa para Pedro, se vio liberado de la dictadura que impone un puesto de tanta responsabilidad como es llevar adelante la marcha de un gran Hospital de prestigio y más ante una inesperada y desconocida Pandemia que traía de cabeza a todos los miembros responsables de dicho
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Hospital. La primera en alegrarse de esta liberación fue Claudine, que hacía tiempo no había tenido más que encuentros esporádicos con su marido, el trabajo ocupaba gran parte de sus días, la responsabilidad de la dirección del Hospital no dejaba tiempo para la convivencia que en los primeros tramos del matrimonio es necesaria, en un lugar al fin y al cabo ajeno a su vida anterior, la habían situado si no en un segundo plano en la vida de Pedro sí al menos un tanto relegada, sabedora que las múltiples obligaciones de su incipiente cargo no dejaban lugar para nada más que no fuera la dedicación total a este cometido. Ahora ya todo volvería a ser atenciones hacia ella y buena prueba que para comunicarle la noticia del abandono temporal del Hospital, había programado una cena un restaurante muy exclusivo con lo que quería suplir lo que parecía una falta de atención hacia ella.
Esa noche, inolvidable para Claudine y para Pedro, quedaría marcada en sus vidas, nada más llegar al Restaurante Claudine fue obsequiada con un hermoso ramo de flores, margaritas, para ser más exactos, eran las preferidas de ella y este detalle, la elección sin duda de Pedro, denotaba que quería hacerse perdonar por sus ausencias sentimentales durante el confinamiento a la que ambos habían sido sometidos por la Pandemia. Todo transcurría en perfecta armonía, la música de fondo del local, la atención personificada por
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parte del servicio de restauración, la cercanía amorosa de Pedro, hicieron que pronto volviera el fulgor a los ojos de Claudine que últimamente se habían ido apagando poco apoco, su rostro iluminado por la presencia continuada de su marido, la emoción de remudar los proyectos aparcados por culpa de la acelerada incorporación de Pedro a su trabajo, la ausencia en su casa de la familia dado los traumáticos acontecimientos vividos en fechas tan reciente, todo ello daba alas a su imaginación que ya empezaba a vislumbrar lo que serían sus días sucesivos, viajes, libertad, nuevos proyectos de vida y su disposición a hacer olvidar tanto sufrimiento como había supuesto estos días vividos con tanta intensidad a su marido.
A la mitad de la cena más o menos, Pedro tenía guardada una sorpresa para Claudine, le entregaba un sobre con dos billetes de avión en fechas muy próximas, nada menos que a Venecia, sueño que por fin se haría realidad y que Pedro era muy consciente que colmaría de alegría su esposa, era la guinda de esta noche inolvidable, aunque aún quedaba la bomba de la noche, al final de la cena, ya muy relajados, dando tiempo a saborear la buena nueva de esa maravilloso viaje que en la mente de Claudine estaba poco menos que olvidado, en una habitación reservada en el Restaurante Hotel de la cena, Claudine anunciaba a su marido, la noticia de su feliz estado de buena
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esperanza, su embarazo incipiente; pero embarazo, tanta novedad en tan poco espacio de tiempo, contagió de alegría a Pedro, que volvió a recuperar la felicidad perdida, recordando y repitiéndose aquellas palabras grabadas en su mente de Carl Rogers:
«Cuando la otra persona está sufriendo, confundida, preocupada, ansiosa, alienada, aterrorizada; o cuando él o ella dudan de la autoestima, no están seguros de la identidad, entonces se requiere comprensión. La compañía gentil y sensible de una postura empática proporciona iluminación y curación. En tales situaciones, la comprensión profunda es, creo, el regalo más precioso que se puede dar a otro»
Este y pensamientos de semejante calado le rondaban por su cabeza ante el cambio drástico que su vida estaba sufriendo, se decía para sí que la naturaleza le quita a su padre y a cambio le devuelve un hijo, una vida termina y otra comienza.
Y a partir de este momento, inolvidable, quedaron los dos sumidos en un profundo y reparador sueño.
Con todo la pareja, se disponía si no a correr un telón en todo lo pasado, sí a dejar aparcadas estas últimas fechas, que ojala pudieran borrase definitivamente de sus vidas. Comenzaba un espacio de tiempo, nuevo, esperado, deseado, soñado…
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Por ello con el ánimo y las pilas recargadas se disponían a prepara el Viaje que Claudine se afanaba en reunir lo necesario para que todo estuviera a punto al partir, una fila de maletas y neceares, bolsas de viaje, ocupaban su tiempo. Pedro en cambio le decía no se afanara tanto en ello y que dejara campo a la imaginación, que siempre estaba la posibilidad de si algo se había olvidado, se compraba donde llegara el caso y no había que atolondrase por ello.
Ya en el avión, que a Claudine no le hacía mucha gracia, confesaba a Pedro que era su primer vuelo y por ello tal vez notara su estado de nerviosismo a la vez que manifestaba su contento por realizar el viaje tanto tiempo esperado, para nada Pedro le quito importancia a la situación, le animó a que viera y pensara con qué tranquilidad se tomaban los pasajeros el viaje, él mismo que volaba por enésima vez, le contaba su experiencia en su primer vuelo, que entendía perfectamente resultara un tanto especial, pero que seguro a la vuelta sus sensaciones habrían cambiado y a partir de ese momento habría superado ese miedo atávico a volar.
Pero con lo que no había contado Pedro al reservar el Viaje, tampoco en la Agencia le pusieron en antecedentes, era que Venecia debido a la Pandemia, cuna de todos los males, estaba desierta, no solo de turistas, también
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permanecían cerrados, museos, iglesias, restaurantes, comercios y tiendas de souvenirs, y menos mal que tenía reserva y confirmada la estancia en el hotel, sino tal vez se hubiera convertido el dichoso viaje en una nueva pesadilla. A grandes males grandes remedios se decía Pedro lejos de venirse abajo, aunque no se pudiera pasear por las tranquilas y diáfanas aguas venecianas, llevar a cabo el romántico viaje en góndola, la solo contemplación de la Plaza de san Marcos, sin turistas, sin pintores , pero con ingente colonias de palomas, bien valía la pena, además para su reportaje fotográfico era ideal, pues solamente ella su amor y algunos selfis de ambos completaban la armonía que empezaban a respirar la `pareja en la tranquilidad de un ciudad tan especial y que era lo más conveniente para el estado de ánimo de los dos, que buscaban un remanso donde olvidar sus muchas penas pasadas.
Claudine le proponía a Pedro algo que a primera vista podía parecer descabellado; pero que mirándolo bien no lo era tanto, así pues le proponía a su marido que pasados un par de días, tal vez no respondiera la estancia a lo que habían programado, que sin apenas poder ir a algún sitio por estar todo cerrado, la estancia en el hotel empezaba a resultar tediosa y que en ese estado de cosas era mejor dar un giro al viaje y le comentaba a Pedro:
— ¿Porqué cariño, no cerramos este viaje, que en nada se parece a lo que teníamos
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planeado y nos vamos a ver a mis padres en Francia y allí, terminamos nuestras vacaciones al menos rodeados de seres queridos?—
— ¿Qué nos retiene aquí, que no podamos realizar allí? —
— Además, continuaba diciendo Claudine, a mis padres le quedó mal sabor de boca, la celeridad de su asistencia a la boda, mis familiares no pudieron asistir, mis amigos tampoco y todo quedó como en el aire —
—Creo, continuaba, que es el momento adecuado para compensarles a todos con nuestra presencia y tal vez agasajarles, para que se regocijen con nuestro enlace, ¿Qué te parece, amor?—
Pedro comprendía, no le faltaba razón y le dijo:
— Pues, hecho, mañana preparamos todo, localizamos un vehículo de alquiler, recogemos lo poco de las maletas que hemos deshecho y más pronto que tarde nos vamos a ver a tu familia y amigos y a cumplimentarles como merecen —
Claudine se abalanzo hacia él y colgándose de su cuello, le decía en francés las melosas frases que tanto gustaba oír a Pedro.
Pedro pensaba, que con qué facilidad se podía complacer a una persona, tal vez olvidándose de sus egoísmos personales y
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prestando más atención a quien necesitaba de nuestro apoyo…
Dicho y hecho, el viaje que aunque largo para realizarlo en coche, con días por delante, sin prisas alojándose donde les cayera la tarde, visitando lo que les fuera posible de los emblemáticos lugares de Italia, sabedores que se dejaban atrás infinidad de ciudades como Roma, Pisa, y muchas otras, que Pedro le decía a Claudine habría ocasión más propicia para volver, sin embargo con el coche evitaba el avión que tanto temía Claudine, daba lugar a realizar paradas en Florencia, La Toscana, Génova, Turín, Milán, y adentrase en Francia en tres o cuatro días, lo que también formaba parte del viaje.
Todo iba a pedir de boca, las paradas a petición de Claudine eran constantes, ahora aquel palacio, después ese templo, paramos en la orilla de aquel lago, aquella playa, en fin Pedro se había convertido en el lazarillo de Claudine y solo le importaba darle todos los gustos y caprichos a su esposa.
La triunfal llegada, que días después se producía en el pueblo natal de Claudine, Estrasburgo, los abrazos y besos contenidos daban fe de el alborozo y alegría que producía en la familia su llegada, de inmediato se les preparó alojamiento y la noticia corrió por familiares y amigos de Claudine, que radiaba felicidad por todos los poros de su cuerpo. Aún les quedaba dar la noticia del embarazo, que
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retrasaban con el fin de ir poco a poco viviendo los inolvidables momentos que empezaban a compensar el fracasado viaje a Venecia. Ahora tocaba vivir la intima estancia entre los suyos y Claudine no disimulaba la satisfacción de encontrase después de un largo tiempo de ausencia por motivos de estudios y trabajo fuera de su país, ahora era el momento de compensar a sus padres de estas largas esperas, de esos fugaces viajes de puentes, fines largos de semana y poco más que ella aprovechaba para visitar la familia y amigos; con su madre pasaba largas horas conversando, con su padre también, aunque principalmente era con Pedro con quien dialogaba a menudo y se esforzaba en comentar los asuntos de la buena marcha del negocio, hasta llegó a proponerle colaborar con él, tal vez con la esperanza de recobrar de nuevo la presencia de su querida hija.
Pero, como no hay bien o mal que cien años dure, llego el momento de partida, la nostalgia había cambiado el rostro de Claudine, su madre presentaba una cara que antes era de felicidad, ahora sin embargo era de melancolía, Pedro no podía soportar aquella situación, que aunque esperada llenaba su corazón de amargura y saltando todos los proyectos por alto acordaba con Claudine, algo que sorprendió a toda la familia…
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— Creo, decía con voz un tanto engolada, que conviene al estado de Claudine, unos días de reposo—
— Dentro de unos días, o semanas, eso el tiempo lo dirá, volveré por ella y reiniciaremos nuestra vida. —
— Tal vez, sea lo más correcto, pues a mí me queda ahora al volver al Hospital una ardua tarea por delante, Claudine tendría que quedarse sola en casa y mis ausencias, aunque no buscadas, serían muy frecuentes, por ello, entiendo y si os parece bien , lo mejor es que se quede un tiempo —
Ni que decir tiene, que tanto a la familia como a Claudine, les pareció que era muy conveniente y bien pensado y con cierto dolor por la separación dejaron este capítulo, atado y bien atado, Pedro se iría y en no tardando mucho todo volvería a ser como antes cuando se produjera el desde ese momento ansiado reencuentro de la pareja.
Claudine encontró el momento propicio, para evitar que la dolorosa separación de su marido fuera más liviana y señalando el abultamiento de su incipiente tripa decía:
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— ¡Atención!, mirad lo que guardo aquí, un futuro retoño, el primero de la familia que hará las delicias tanto de tíos como de abuelos y resto de la familia —
— Estoy embarazada de un mes y medio, esperemos todo vaya bien y para el próximo otoño, se haga realidad el acontecimiento más importante de mi vida, ser madre —
Nuevamente, los signos de admiración se dibujaban en la cara de sus padres, volvía la alegría a la casa, lo pasado ya no pesaba sobre ellos, ahora era un motivo más que suficiente para realizar una buena celebración, la sola presencia de Claudine, saber que estaría con ellos durante un tiempo, era más que suficiente para que sus padres dieran por bien empleado cuanto le habían echado de menos en momentos puntuales, cumpleaños, aniversarios, etc. Ahora todo quedaba compensado con esta gran noticia, pareciera hubieran rejuvenecido unos años por la expresión de sus caras.
Tuvo en cuenta Claudine, comunicar a sus cuñadas y suegra la noticia, esperaba con ello enjugar de algún modo la tristeza que embargaba a la familia por el fallecimiento de Don Pedro, aunque no se le ocultaba era muy difícil de paliar. Cuando lo comunicaba por teléfono, notaba que la alegría no era ficticia,
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había sido tal vez lo que en ese momento tan crítico necesitaban para salir de ese dolor que se estaba enconando en sus vidas y pareciera fuese hacerse crónico. No ocurría lo mismo con Carmen, su suegra, que cuando tuvo conocimiento de la noticia, no pudo contener las lágrimas, deshecha apenas podía pronunciar nada por la emoción y entre lágrimas y balbuceos, Claudine puedo apreciar que decía, o quería decir:
— Lo feliz que se hubiera sentido Pedro, que soñaba con ser abuelo y veía que pasaba el tiempo no llegaba la esperada noticia —
Se refería a que sus dos hijas, al parecer, no estaban por la labor…
— Aún dentro del dolor, me encuentro, decía, encantada con la noticia y le pondré una vela Domingo Savio, patrono de las embarazadas —
Claudine que no conocía el motivo de porque este joven Santo fuera el patrono de las embarazadas, quiso consultar con Google y encontraba lo siguiente:
« El 6 de mayo, se celebra el día de santo Domingo Savio, patrono de las embarazadas. Antiguo alumno de san Juan Bosco en el oratorio de san Francisco de Sales, Savio es
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uno de los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia católica, dado que murió tres semanas antes de cumplir los 15 años de edad. Se dice que antes de morir, exclamó: “¡Qué cosa tan hermosa veo!”. En el proceso de investigación para proponerlo como santo, su hermana Teresa narró que, en cierta ocasión, el joven se presentó ante Don Bosco y le pidió permiso para ir a casa, aduciendo que su madre estaba muy delicada y la Virgen la quería curar. Al preguntarle su mentor de quién había recibido tal noticia, Domingo respondió que de nadie, pero que de alguna manera lo sabía. El sacerdote, conocedor de los dones del muchacho, le entregó dinero para el viaje. La madre de Savio estaba embarazada, pero sufría de fuertes dolores. Cuando el chico llegó a verla, la abrazó fuertemente, la besó y luego obedeció a su madre, quien le había pedido que fuera con unos vecinos. Cuando llegó el doctor, pudo comprobar que la mujer estaba totalmente repuesta de salud y, mientras los vecinos la atendían, le vieron al cuello una
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cinta verde que estaba unida a una seda doblada y cosida como un escapulario. La sorprendente visita de Domingo a su madre ocurrió el 12 de septiembre de 1856, fecha del nacimiento de su hermana Catalina. Ya a mediados del siglo XX, fue beatificado por el Papa Pío XII y desde entonces se convirtió en el patrón de las parturientas. »
En tanto Pedro estaba librando varias batallas consigo mismo, por una parte la más preocupante era su función un tanto anómala en el Hospital, poco menos que le habían nombrado Director General, sin tener la experiencia precisa para este alto cargo, tal vez ante la necesidad creada por la Pandemia y pretender asegurase, atraparle más bien, a un Doctor de sus conocimientos en la materia de Pandemias y calamidades víricas, con las que se había tenido que entender en múltiples ocasiones y con menos medios, a veces ninguno, de los que disponía ahora. En segundo término, la situación respecto a su reciente matrimonio, no encontraba normal poco menos que abandonar a su esposa recién casados, y menos en estado de buena esperanza en la se encontraba, por muy bien que estuviera con sus padres, aunque reconocía que en el fondo no le quedaba otra solución que la adoptada. Además
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estaba el asunto de su futuro, pensaba que las cosas no iban a cambiar de la noche a la mañana respecto a la Pandemia, sin embargo a él le parecía no estar aportando nada de su experimentada labor en el ámbito de las epidemias, estaba realizando una labor administrativa y aunque marcaba pautas a seguir, no le llenaba lo suficiente para encontrarse realizado en su vocación de investigación en casos como este que resistía todo tipo de tratamientos.
Todos estos pensamientos, abatían a Pedro, que empezaba a tejer una maraña en su cabeza que apenas le dejaba dedicarse en plenitud a su tarea en el Hospital, se le cruzaba por la mente abandonar todo, empezar de nuevo bien en una oferta que había recibido de los Laboratorios CINFA, en la localidad navarra de Huarte y cerca de la capital Pamplona y de su pueblo natal Legorreta, como Director de los prestigiosos Laboratorios, empresa que se encontraba en fase de expansión, fabricaba medicamentos para medio mundo, así como productos de ortopedia, tenía una plantilla cercana al millar de personas, gozaba del prestigio de su experiencia de al menos 50 años, lo último en avances de tratamientos oncológicos y trasplantes se estaba poniendo en práctica y era necesaria la ampliación con una nueva planta de producción, aquí era donde encuadraba el Doctor Osorio y se requería su especial atención por ser además del País Vasco
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y conocedor de la zona. Pero Pedro tenía también muy en cuenta la oferta de la Universidad de Navarra, en la que disponía de plaza segura y que recientemente le habían ofrecido una Cátedra en la misma para cuando quisiera incorporarse a su antigua profesión de docente , hasta se le ocurría la idea de abandonar la investigación y dedicarse a la medicina básica sin más, como Médico de Familia y ocupar la plaza vacante que su padre había dejado en el pueblo, vueltas y más vueltas y no encontraba salida a sus devaneos, que ocupaban también las horas de sueño.
Encima de la mesa de su despacho contemplaba todas estas y alguna otra de las posibilidades que le asaltaban tentándole a tirar todo por la borda, echar una moneda al aire y dar un giro de ciento ochenta grados a su vida… Cabizbajo, sin saber qué camino tomar, hundido en su sillón, meditaba sin encontrar salida a todos estos y miles de asuntos que se le agolpaban por su trabajo, lo que hacía que su estado anímico estuviera por los suelos.
Armando, irrumpía en su despacho, cosa poco habitual en él sin antes solicitar permiso, y un tanto azarado le comunicaba a Pedro el fallecimiento nada menos que del Director General del Hospital, se había contagiado como tantos otros sanitarios y debido a su avanzada edad y patologías que le acompañaban, nada se pudo hacer por su vida.
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Pedro pensaba en voz alta y un tanto cabreado, y salto diciendo:
— ¿Pero bueno, es que me ha mirado un tuerto…? —
— ¿Qué he hecho mal, para merecer esto…? —
— ¿Cuándo me van a dejar de pasar cosas…? —
Armando, comprendiendo lo que se le venía encima, de inmediato trataba de consolarle diciendo:
— No te preocupes, Pedro, cuenta conmigo para todo, sabes me tienes a tu disposición y comprendo tu estado de cosas, entiendo que es mucha carga en poco tiempo, pero no te preocupes que siempre que llueve escampa, y trataba por todos los medios de amortiguar todas las situaciones que acaecían en torno a su amigo, sopesando la brutalidad de los hechos y para poner un poco de serenidad le decía:
—Mira vamos a tomar un café, salimos al jardín y allí en privado hablamos. —
Pedro, accedió y abandonando el despacho, como quien huye de un incendio, bajaron a la Cafetería, tomaron él una infusión y Armando un cortado, hablaron lo justo, pues había un revuelo dentro de la Cafetería, a pesar de ser ésta privada solo para el servicio de los sanitarios, pero la noticia de la muerte del Director General corría como la pólvora, ahora se presentaba una nueva realidad dentro de la marcha del Hospital, la mayor parte de los empelados del Hospital, además de enfrentarse
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a la Pandemia con todas sus fuerzas, ahora les amenazaban innumerables incógnitas como:
— ¿Qué pasará ahora…?—
— ¿Qué va a ser de los precarios puestos de trabajo…?—
— ¿Rescindirán los contratos creados ad hoc…?—
— ¿Habrá cambios drásticos en la Dirección…?—
Y mil preguntas como estas de difícil respuesta.
Un ujier del Hospital, interrumpía la conversación, poco animada desde luego, que mantenían Pedro y Armando, éste le entregaba una nota en la que se le convocaba a una reunión urgente en el Aula donde se impartían a diario los temas de actualidad. En la nota escueta, emitida por la Secretaria de la Administración se decía textualmente:
«Doctor Osorio, con motivo del fallecimiento del Director General, le ruego acuda de inmediato al Aula General de Reuniones, donde se ha convocado una rueda de Prensa, para dar a conocer a los Medios, el fallecimiento de nuestro Director General. Es imprescindible su asistencia y que presida dicha reunión, en la que se ha dado cita a todos los miembros Directivos de este Hospital, la convocatoria se ha establecido tendrá lugar en una hora, a las 12 del medio día,
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Atentamente,
La Secretaria Administrativa»
Apenas recobrado el resuello, ambos se personaron el lugar de la cita, no sin antes haber trazado un plan entre ambos, con el fin de no tener que improvisar, ante las comprometidas preguntas, que sin duda les realizarían tanto periodistas, como posiblemente los miembros (Socios) del propio Hospital.
Reunidos en Asamblea Plenaria los convocados, y parte del personal que ocupaban los márgenes y pasillos del Aula, tan solo habían quedado los médicos y enfermeras imprescindibles para las guardias y que la marcha del Hospital continuara y no se viera interrumpida por el acontecimiento luctuoso, como si nada hubiera pasado decían los responsables de las diferentes salas de atención del Hospital.
Comenzó la Asamblea, Pedro como Director General en funciones, abrió la Conferencia, como no podía ser de otra forma, recordando el sentimiento general que embargaba a todos los asamblearios y resto de personal presente y ausente en el Acto. Un panegírico, breve, escueto sobre el fallecido Director General y disculpándose ante la audiencia por no poder aportar datos acerca de la situación tanto directiva, económica o de otro cualquier asunto, por haber sido convocada con una celeridad esta Junta de Directivos y
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comunicando que más adelante, se daría cumplida nota del devenir del Hospital, de su futuro con Fundación, y de las disposiciones de carácter general que se tomarían ante la nueva situación.
La Prensa, convocada al acto, ávida de noticias, comenzó haciendo preguntas y elucubrando sobre el futuro de la Fundación y Pedro y también Armando, en calidad de Subdirector, contestaban lo mejor que podían, ante la avalancha de preguntas que los medios les presentaban, por el momento decía Pedro, no había tomado ninguna determinación y era muy precipitado emitir futuras actuaciones, sin antes tener reuniones con el Consejo General del Hospital, con los médicos que además de ser responsables de la mayor parte de Departamentos, eran a su vez Socios de la Fundación y era muy prematuro hablar de cambios en el Organigrama del Hospital, sin antes haber pulsado estas instancias.
Pedro llamó a la Secretaria a su despacho, le redacto una nueva convocatoria, esta a cinco fechas posterior al día, y en la cual ya se anunciaba la necesidad de asistencia, puesto que habría votaciones para la elección de un nuevo Presidente y también de un nuevo Director general, cargos que ostentaba el finado hasta el momento.
Armando, que había prometido ayudarle en todo lo posible, le hizo constar su entera disposición día y noche, hasta el extremo de
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ofrecerle fuera a su casa a pernoctar, cosa que Pedro no aceptó porque , decía necesitar estar solo para enfrentarse a todo cuanto se le venía encima. Pedro, que sabía formaba parte de sus obligaciones, contacto uno a uno con los catorce miembros que formaban el Consejo, con el resto de Socios pertenecientes a la Fundación y pulsando cuáles eran sus apetencias ante la nueva Directiva, si pretendían presentarse voluntariamente a algún cargo, con el fin de establecer las votaciones correspondientes, o si querían cesar en sus responsabilidades ante la ausencia de su Presidente y Socio principal, tal vez por la empatía o amistad que estos tuvieran con el fallecido.
No habían pasado dos días y Pedro empezaba a tener noticias de los componentes principales Consejeros, Directores, Socios, estos habían formado una especie de acuerdo en privado, habían consensuado que no era el momento de andar con cambios, que más bien perjudicarían la marcha del Hospital y que dejar las cosas como estaban era lo más sensato y juicioso, eso sí, habían convenido que Pedro fuera elevado a la categoría de Presidente y Socio numerario de la Fundación, con toso los privilegios inherentes que conlleva el cargo, a la vez que accionista en la misma proporción que su anterior miembro.
Decía Pedro a su amigo y compañero, que era lo que le faltaba, él a punto de arrojar la
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toalla y ahora le ponían esta pera en dulce al alcance de su mano, y continuaba diciéndole a Armando:
— Resulta paradójico, que ahora que casi estaba dispuesto a abandonar el cargo, me hagan semejante propuesta —
— Y lo que es aún peor, apenas me dan tiempo a contestar, algo que por otra parte me parece ilógico, —
— Debo pensarlo muy bien, consultarlo con Claudine, y sobre todo convencerme que es lo mejor para la Fundación y para mis intereses y de mi familia —
Armando, que comprendía lo que le estaba ocurriendo le animaba y decía:
— Mira Pedro, ojala me estuviera pasando algo parecido a mí, yo no dudaría ni un minuto en aceptar semejante propuesta, es insuperable, es que no puedes negarte, vas a ser el número uno dentro de la Fundación, puedes organizar la marcha del Hospital a tu medida, con arreglo a tus preferencias, tener el mando único del sistema te da posibilidad nada menos que poder cambiar aquello que en tu opinión no funcione, puedes montar una Laboratorio de Pruebas Diagnósticas que se ajusten a tu medida, no sé qué dudas puedes albergar al respecto, la verdad .—
Y Pedro, que asentía con la cabeza le contestaba:
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— Qué bien se ven los toros desde la barrera, pero si te paras a pensar, no hay mayor responsabilidad que la del mando único, los errores que puedas cometer no los puedes compartir con nadie, además serán innumerables las horas y dedicación y la verdad ya estoy un poco abrumado con tanta carga, como para encima contraer nuevos compromisos —
— Mira, ¿sabes que voy a hacer...? —
— Voy a coger el coche, ahora que ya han abierto la mano las autoridades y permiten en esta "Nueva Normalidad", el desplazamiento entre fronteras, no me cabe duda de que algún día lamentaremos decisiones de este tipo, y me iré a ver a Claudine, que la tengo relegada con todos estos temas a un segundo plano, lo hablaré con ella y luego ya veremos —
— En tanto tú te harás cargo de todo, en tu calidad de Subdirector y si te aprietan las tuercas, dices que tienes instrucciones mías al respecto, que Zamora no se ganó en una hora y que pronto tendrán noticias mías con respecto a este asunto —
No le parecía mal esta determinación a Armando, solamente que lamentaba mantuviera cualquier género de dudas al respecto, era un plato servido en bandeja de plata y no entendía como se podía renunciar a aceptarlo a ojos cerrados, y se decía para sus adentros que tal vez fuera cosa de tipos excéntricos, que están
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siempre pensando dos pasos más adelante que el resto de los mortales.
Y Pedro le encomendaba:
— Eso sí, Armando, tómate el asunto como algo personal, prepara un plan para enfrentarnos los dos a la nueva Junta Directiva, que sin duda irán a segarnos la hierba debajo de los pies, haz un planing de cómo sería la nueva organización pensando si fueras tú el Director General y Presidente Socio de la Fundación, ponte en mi lugar y piensa que harías si estuvieras en mi pellejo, no me defraudes, pon todo negro sobre blanco, no temas, da rienda suelta a tus proyectos, tus intenciones y estudiaremos todo a mi vuelta y veremos qué hacer…—
Pedro, durante el largo viaje a Estrasburgo, donde pensaba para sus adentros había dejado "aparcada" a su mujer como una maleta, pese al contacto permanente por teléfono a diario y a veces en más de una ocasión por video llamadas, mantenía contacto con ella, pero no era lo mismo; ella y él se habían casado y recordaba el compromiso, el juramento y las palabras que se dieron:
— "Unidos en lo bueno y en lo malo"
—"En la salud y la enfermedad"—
— "Todos los días de de la vida"—
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— "Hasta que la muerte nos separe"—
Por cuanto trataría de volver con ella bien a Madrid, pasando eso sí, por la casa de sus padres a la vuelta y ver qué tal se encontraba su madre de ánimos, tratar de que volviera con Claudine a Madrid, convenciéndola y haciéndola comprender de que su compañía era lo mejor para ambas.
En horas, pisaba la frontera francesa, se aproximaba a las famosas tierras de Estrasburgo y volvería a gozar de la Zona de Alsacia, en la que durante estos días había permanecido Claudine junto a su familia, gozando de sus seres queridos.
Pedro había querido documentarse de los parabienes proclamados de Alsacia, tenía unos conocimientos muy limitados, sabía del paso del río Rin navegable durante al menos 800 Kilómetros, que gozaba de una riqueza tanto gastronómica como agronómica de altísimo relieve, que tenía unos vinos muy reconocidos en todo el mundo, cervezas, y sobre todo a tener muy en cuenta era la Sede del Parlamento Europeo, además gozaba de empresas tecnológicas de primera línea; pero quiso saber más y antes de emprender el viaje se documentó a través de Google, donde encontró un espléndido resumen, que le proporcionaba unos conocimientos y datos para no parecer pacato ante la familia de Claudine , encontrando lo siguiente:
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«El corazón de la ciudad es la Gran Isla, que abarca una isla rodeada por el río. El barrio de la Pequeña Francia tiene puentes medievales y canales bordeados de casas del siglo XVI con entramado de madera.» «En el gran Palais de Rohan, que se alza sobre el río, el Musée des Beaux-Arts exhibe obras de Pedro Pablo Rubens y otros maestros antiguos.» «Una de las plazas más antiguas de la ciudad es la Place Gutenberg, donde se encuentra el antiguo ayuntamiento Neubau que se completó en 1585 con un estilo renacentista.» « Los tradicionales “winstubs” (salones de vino) sirven especialidades locales, como el choucroute garnie, chucrut con salchichas y carne curada.»
Con esta perspectiva Pedro se adentra en las entrañables tierras que durante días había abrazado en su regazo el amor de su vida, a medida que se acercaba algo le susurraba en su interior, como regañándole, por no haber advertido de su llegada a Claudine, quería que la sorpresa fuera espontánea, nada ficticia, nada preparado de antemano, sorprenderla en su hábitat natural, realizando tal vez alguna labor casera encomendada por la familia y con arreglo a su estado de embarazo, sin que fuera
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tedioso para ella cualquier encomendado o tarea.
En efecto, Pedro se personaba en casa de Claudine, no la encontraba en el salón donde habitualmente se recibían las visitas, su madre de inmediato dispuso fuera encontrada Claudine, seguro andaba por las bodegas con su padre, era su pasión, comprobar en primera persona la buena marcha del negocio de su familia; pero Pedro no permitió fueran a buscarla y el mismo se apresuro a hacerlo.
Se personó en la bodega y comprobó que Claudine junto a su padre, repasaba libros, apuntes, notas recogidas durante la crianza y mantenimiento de las cosechas, con total entrega. Cuando se percató de la presencia de Pedro, apenas pudo lanzar un suspiro:
— Pero ¿Esto…?—
—Mon Dieu… (Santo Dios) —
—Qué estoy viendo… ¿Es posible...?—
Y abalanzándose a los brazos de Pedro, estrechándole con cierto cuidado, pues su barriguita empezaba ya a notarse, se le comía literalmente a besos, era una estampa de difícil descripción, junto también al más que protocolario abrazo con su padre político, en ese momento le cruzaba por la mente la pérdida de su padre, y la alegría se hizo patente en toda las casa.
Pedro, les ponía en antecedentes a su esposa y familia en una animada comida,
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preparada al efecto, y les anunciaba que debido a tantos cambios imprevistos y sucesos a causa de la Pandemia, que era de todos conocida, en su medio de trabajo habían acontecidos tales novedades que quería comentar y contrastar con su esposa y familia, que la premura en el tiempo no le dejaba otra alternativa que volver con Claudine a casa, reiniciar su vida y empezar a poner en práctica proyectos de futuro, nada fácil de llevar a cabo por él solo, se veía en la necesidad de contar con el apoyo de su mujer para llevar a feliz término y consenso cualquier determinación.
Las caras de sus padres, como suele decirse eran un poema, ya se habían hecho a la idea de la permanente presencia de su hija, esperaban con optimismo que su vuelta a España se produjera más tarde que pronto, incluso estaban convencidos que no le convenía en su estado andar de viajes de la Ceca a la Meca y poco menos que albergaban la esperanza de que su nuevo nieto o nieta, fuera un francesito o francesita con todas las de la ley; pero el destino había dispuesto otra cosa, y entendían al tiempo que lo lamentaban que su hija tenía que estar al lado de su marido tanto a las verdes como en las maduras, con lo cual veían deshacerse sus soñadas doradas horas con su hija, siempre quedaba la oportunidad decía Pedro de que les acompañaran de nuevo a Madrid, era la mejor ocasión para estar junto a Claudine hasta su alumbramiento.
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La tentadora proposición de Pedro y también de Claudine no pudo tener eco en sus padres, que veían impotentes la inminente marcha de su hija y conscientes de que con lo que tenía encima Pedro respecto a sus importantes decisiones a tomar, poco menos que sería un estorbo la presencia de ellos en sus vida, hay momento en la vida de todo hombre decía el padre de Claudine en el que cuanto menos distracciones mejor…
Lamentando la aquiescencia de sus padres Claudine, que se debía en primer lugar a su esposo, dispuso todo para la marcha de vuelta a casa, también en el fondo le agradaba volver a la intimidad de su apenas estrenado hogar, no había tenido tiempo de disfrutar de las bondades de su jardín, del silencio de su salón, en el que con un buen libro, tendida en el sofá, esperaba pasar en relax parte del descanso que le había recomendado su ginecólogo, pues siendo primeriza, las precauciones a tomar eran muchas. Sin más al día siguiente emprendieron viaje, ya convencidos los padres de Claudine que era lo que correspondía y lo mejor para la pareja. Pensaron sobre la marcha pasar por Legorreta, el pueblo de Pedro, apenas unos kilómetros de desvío porque "Paris bien vale una misa" decía Pedro, y pulsar los ánimos
de su pobre madre, que se había quedado viuda y sin el consuelo de sus hijos ausentes a causa de los trabajos.
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Efectivamente, todo lo que en mucho tiempo no había podido compensar a sus padres con sus visitas siempre esporádicas, ahora en apenas tres meses les había compensado con su presencia frecuente, aunque la última por el infortunado traslado de los restos de su difunto padre.
Hicieron tarde noche en Legorreta, la animada charla de la pareja con Doña Carmen, le dieron luz a sus apagados ojos, siempre sumidos en los más tristes pensamientos, era muy difícil de asimilar la ausencia de Don Pedro, que lo era todo para ella, no encontraba consuelo y estaba todo el día rememorando su recuerdo, siempre invocando a sus santos, como ella decía, cualquier cosa que tocaba, veía o pensaba, siempre lo relacionaba y hablaba en su interior todo el día con él, a pesar de todo lo que la gente le decía "Que el tiempo todo lo borra", ella mantenía una especie de acompañamiento pensando en su marido, si esto o aquello le parecería bien, si qué pensaría en esta ocasión de lo sucedido, qué le parecería si ponía este o aquel mueble en distinto lugar y por supuesto en el Santa Sanctórum de su escritorio ni se atrevía a tocar un solo papel, quería permaneciera todo y para siempre como el último día de vida de su marido y compañero. Por esa razón bien conocida por su hijo, le pidió autorización para entrar en su gabinete y ver si entre sus papeles había algo pendiente que solucionar, tal vez las cuentas del
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banco que poner al día, facturas pendiente, etc., pues era consciente que su madre sufría una especie de alergia a todo lo que le sonara a papeles, y había relegado esas funciones en manos de su marido.
Su madre, le decía:
— Hijo, ¿pero cómo no voy a permitir que entres en el escritorio de papá?—
— ¿Quién con más derecho que cualquiera de mis hijos, no va a poder ver, encontrar, investigar y descubrir lo que sea de interés tanto para cualquiera de vosotros o mío?—
— Aparte de que lo considero necesario, pues yo no me encuentro con ánimos ni fuerzas para ello, y si lo hiciera algún día, seguro me costaría estar llorando todo el tiempo, pues son muchos los recuerdos que él tenía conservados como oro en paño, aquel billete de aquella ocasión, aquella entrada a aquel inolvidable espectáculo, mis regalos, casi siempre libros, los discos favoritos de su música preferida… todo, todo me trae recuerdos de una larga vida vivida con intensidad y siempre los dos juntos como una sola unidad…—
Pedro, a partir de este momento, aprovechando el poco tiempo de que disponía, comenzó a visualizar, notas, papeles, que su padre en un orden para él desconocido, conservaba encima de su escritorio, notas de visitas a enfermos pendiente de consultar y
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comparar resultados anteriores, fechas programadas para visitas a personas mayores en el Centro de Mayores con el nombre y una pequeña reseña de sus patologías, justificantes de todo tipo de pagos realizados en sus esporádicas compras de libros, discos y sorprendentemente para Pedro hijo, una lista de aportaciones anónimas, hasta aquel momento, a instituciones benéficas como Caritas y a la Parroquia, también prestamos, poco menos que a fondo perdido, que su padre había realizado y nunca quiso rescatar.
Junto a la tristeza que embargaba tener en sus manos los papeles que otrora fueran parte de la vida de su padre, le causaba una alegría sin igual, ver a través de estos documentos la cara oculta de su padre, que le constaba era un gran hombre, de profundas y arraigadas creencias sin rayar en la mojigatería, para lo que no hacía falta tener nada que así lo atestiguara, el ya lo sabía y estaba convencido de que su padre era un ser excepcional en su manera y forma de obrar en la vida, al tiempo comprobaba lo ordenado que era en sus apuntes, en sus cosas, ante lo que se prometía en honor y memoria a su padre hacer otra tanto en sus asuntos, no siempre tan bien ordenados.
Pletórico de satisfacción ante tales descubrimientos, Pedro se disponía a meter mano en el "secreter" que se encontraba en un rincón del escritorio, estancia que sin ser pequeña, se encontraba repleta de estanterías,
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con infinidad de libros de todo tipo, de encuadernaciones artesanas llevadas a cabo por reconocidas empresas que se dedicaba a la encuadernación manual artística, a juzgar por la impecable apariencia que presentaban en el lomo en ordenado orden colecciones que bien pudieran considerarse casi como incunables por los muchos años de su edición.
Pedro boquiabierto al descubrir de cerca las joyas que allí encontraba, de pequeño y de joven, no había reparado en los tesoros que ahora contemplaba. En ordenados espacios e hileras uniformes estaban ediciones de Enciclopedias Temáticas de muchos años atrás, numerados los volúmenes en el lomo desde el uno hasta el fin, una estantería completa unida al cuerpo principal de la biblioteca contenía la gran Enciclopedia Ilustrada Espasa Calpe, muy popular sobre todo en personas de alto poder adquisitivo que adornaban sus salones con esta importante colección, sin siquiera en muchos, casos ser consultado alguno de sus volúmenes, que conservaban el papel de celofán que les envolvía , por el solo hecho de la apariencia, cuando recibían visitas y sus amigos se admiraban de lo que al parecer estaba interesado el adquirente de turno en adquirir una cultura que como decía el refrán «Lo que la Naturaleza, no dá Salamanca no presta » Esta gran obra de recopilación contenía sus primeros setenta y dos volúmenes iniciales, veintinueve suplementos, diez apéndices, y un índex de
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suplementos; ciento once tomos en total y que solían regalar los bancos al realizar un importante depósito en cuenta, componían pues esta colección todos los vocablos de la A a la Z ; y sus cubiertas eran de piel o al menos eso perecía, junto a esta, otro estante contenía las Obras Clásicas de la Literatura Española, otros cien tomos en color verde e imitación a piel, al lado encuadernados en cubiertas de fina y repujada piel, impreso en lo que se llamaba papel biblia, cantos y filos en oro figuraban los Premios Nobel de Literatura Universal, más de cincuenta volúmenes, muchos de ellos ya históricos, también figuraban en el centro de esta enorme biblioteca, quince volúmenes encuadernados por fascículos, que Don Pedro había ido coleccionado en las diversas publicaciones que a menudo salían semanalmente junto con la prensa ABC y EL MUNDO, Enciclopedias con menos pretensiones de la de Espasa Calpe y recordaba Pedro con nostalgias, haber visto a su padre y en alguna ocasión incluso haber colaborado con él, en este minucioso trabajo de encuadernación casera, Don Pedro había construido un artesano bastidor en el que se insertaban las cuerdas donde se iba cosiendo cada fascículo hasta completar el tomo correspondiente, luego se daba de cola al lomo, se procedía a pegar las tapas previamente conseguidas de la colección y se dejaba secar con un peso encima hasta conseguir un libro que poco tenía que envidiar a
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los allí coleccionados. Era notorio y resaltaba a la vista por su belleza y tamaño los 6 tomos muy especiales, que Don Pedro guardaba como oro en paño de una Edición especial que conformaban una Biblia Ilustrada, editada por BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) de Editorial Miñón, que se había logrado por el mismo sistema de fascículos y que también de forma artesanal Don Pedro había puesto en lugar preferente.
Pero lo que a Pedro le llamaba más la atención era comprobar que todos los libros de la inmensa biblioteca gozaban de una clasificación nunca vista, cuando era pequeño fue incapaz de darse cuenta de estos detalles, estaba allí todo desde siempre y formaba parte de una biblioteca sin más. Le llamaba especialmente la atención el orden cronológico de todos los libros, todos tenían adherida en el pie del lomo una etiqueta comprada en alguna librería de la capital, etiquetas adhesivas de color distinto unas de otras, que estaba recuadrada y sombreada para contener unos artísticos nombres y número que dejaban ver con diáfana claridad que Don Pedro había ido clasificando y asignado en virtud de los diferentes tratados o géneros , unos de temas históricos, otros de geografía, los más de Literatura Universal, y excepcionalmente y con etiquetas de color diferente todos los libros, o casi todos que le habían acompañado en su carrera de medicina, algunos como era
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frecuente en los años de estudiante, habían quedado en el Monte de Piedad a espera de ser rescatados algún día, lo que no ocurría normalmente.
En el costado del dintel de la puerta que hacía las veces de entrada al despacho y de separación de la biblioteca, en un folio plastificado, figuraba un resumen detallado de la composición de cada estante, tratado de materia, Literatura, Geografía, Religión, Novelas, etc.
Pedro tuvo entre sus manos un Atlas Geográfico Universal - Salinas, que recordaba de sus años de escolarización, era un tomo de dimensiones diferentes al resto y recordaba sus mapas físicos y políticos de los diferentes países del mundo, en las páginas interiores un desplegable Mapa Mundi, recordaba las cordilleras, marcadas en relieve, los Océanos, las Depresiones Orográficas y estaba repasando sus estudios primarios de la escuela de su infancia. ¡Qué horas más bien empleadas !, se decía Pedro, qué descubrimiento de algo que siempre había estado allí, muchos de los libros contenían notas con apuntes señalando algún pasaje o nota de interés que Don Pedro había ido realizando a través de su lectura, de ahí entendía Pedro se deprendía los muchos conocimientos que su padre tenía en las diferentes materias, sus amigos le tenían por sabio y le distinguían por el léxico rico en palabras, a veces era consultado a cerca de
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algún tema de interés bien político, histórico o de cualquier índole y Don Pedro para no parecer presuntuoso les decía: Dadme un poco de tiempo, lo consultare y os respondo. Una faceta de la que podría presumir su padre, pensaba Pedro era su humildad, lejos de parecer un súper sabiondo, que lo era, jamás presumía de sus vastos conocimientos, antes prefería dejar que le interpelaran y era entonces y solo entonces cuando respondía.
Pedro confirmaba algo que ya sabía, su padre era un pozo de conocimientos, sin duda obtenidos por sus muchos años, por su afición a la lectura y ahí estaba la causa principal de sus saberes una biblioteca como jamás se había podido imaginar. Pedro volviendo de su ensimismamiento, analizaba el contenido del mueble secreter, que contenía una tapa en la parte superior a modo de atril, seguramente para apoyar el documento o libro a consultar.
El "secreter" era un mueble de caoba, no muy grande con el frente de persiana que se abría mediante un mecanismo que funcionaba nada más girar la llave, que se mantenía puesta en el ojo de la cerradura, y al girar hacía que la persiana se elevara automáticamente, dejando a la vista todo el contenido del mueble, una serie de baldas con carpetas, algún libro y en la parte más oculta a la vista, tras un simulado cajón, se escondía una caja fuerte con una cerradura de combinación de números.
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A Pedro le parecía estar profanando algo que debería permanecer en el secreto intimo de su padre, no se atrevía a coger en sus manos aquellas carpetas que por otra parte no podían contener más que documentos privados, como si de un ordenador personal se tratara. No obstante pudo vencer el recato y tomando una carpeta en las manos, dirigiéndose al sillón de piel que ocupara su padre, sintiendo un escalofrío que recorría su espina dorsal, tomo aire, abrió dicha carpeta y en efecto pudo comprobar se trataba de facturas, en orden cronológico y en las que aparecían unos apuntes efectuados a mano, con leyendas que decían:
—«Pagado»—
—«Pendiente de comprobación»—
En otros casos:
—«Reclamar importe indebido»—
Y mil apuntes al pie de ellas que daban cuenta del tratamiento de sus cuentas. Tomo otra carpeta, esta relativo a las cuentas de los Bancos, inversiones a corto y medio plazo, liquidación de intereses, gastos de mantenimiento de cuentas, firmas autorizadas para que sus hijos pudieran disponer de las mismas, acuerdo matrimonial de Declaración de Bienes Patrimoniales, Declaraciones de Hacienda conjunta por acuerdo de Bienes Gananciales y todo cuanto tenía que ver con asuntos monetarios o bancarios.
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En otra carpeta, encontraba Pedro, las Escrituras de las propiedades familiares, debidamente pasadas por el Notario, nada quedaba al azar por parte de D. Pedro, allí se guardaban las Nóminas, tanto de él como de su esposa, la suma de ambas que le proporcionaban una seguridad económica y que Doña Carmen nunca quiso saber la cuantía de las mismas, ella tenía una asignación mensual, previamente acordada, y para nada se preocupaba de pagos tales como: teléfono, luz, agua, mantenimiento y conservación de la casona, etc. Aquí sí que podía comprobar Pedro lo bien que llevaban los asuntos materiales, en el que nunca hubo el menor desacuerdo por parte del matrimonio, ¡Qué maravilla de organización!, se decía Pedro, descubría que su padre llevaba las cuentas de la casa como si de una empresa se tratara y hubiera de rendir cuentas ante un jefe de oficina.
Maravillado ante tanto orden, continuaba descubriendo el buen hacer de su progenitor, siempre supo de su ordenado comportamiento en todas las facetas públicas o privadas de su padre; pero jamás pensó en tanta pulcritud, en tanto detalle y minuciosidad en el tratamiento de sus obligaciones, llevándolo todo a buen término y se decía una y otra vez:
— Aprende Pedro, eso sí es organizarse, eso es cumplimiento y elegancia con las
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obligaciones, aquí no se ven excusas ni dejadez ni mañana Dios dirá, todo al día como debe ser la admiración por su padre, si cabe, llego a cotas inimaginables. —
Lamentaba Pedro, tener que pasar por alto tantas cosas como estaba descubriendo en el lugar donde su padre había pasado la mayor parte de su vida, estaba seguro que aún quedaban cosas por descubrir, pero la falta de tiempo hacía imposible una investigación a fondo y necesariamente, si quería darse por bien enterado, no le cabía otra que dejarlo para mejor ocasión, el tiempo apremiaba y sus otras obligaciones estaban en prioridad absoluta a esos descubrimientos que para él estaban significando tanto.
Sin embargo, no estaba dispuesto a dejar para más adelante, la caja fuerte que encontró tras el cajón simulado, esa incógnita que presumiblemente le daba en su olfato debería contener algo muy importante, tanto como para que su padre, de forma tan privada mantuviera fuera del alcance y la curiosidad de quien entrara en su despacho…
Pero…
— ¿Dónde estaba la combinación, la clave?—
— ¿Habría que encontrarla en algún lugar oculto?—
— ¿Cómo era que su padre, que no guardaban secreto alguno con su mujer, tan siquiera ella, al ser consultada por su hijo, no
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supiera nada de ello, ni siquiera de la existencia de tal caja?—
Todas estas preguntas mantenían la atención de Pedro prendida y a las que no encontraba respuestas, siempre cabía la posibilidad de llamar a un cerrajero; pero no le parecía honesto tal vez poner en evidencia lo que a primera vista representaba una de las virtudes de su fallecido padre, la sinceridad que había acompañado toda la vida a el Doctor, no daba pie a pensar tuviera secretos al menos para con su mujer y Pedro se debatía entre encontrar la clave o tal vez desmontar la caja y llevársela a Madrid, para no dar publicidad de este hecho en su pueblo, tal vez esta idea, no le agradaría a su madre, así que la desechaba e iniciaba las pesquisas oportunas para dar con ello.
Probaba una y otra vez, con fechas señaladas que a su padre le pudieran recordar algo importante, probaba con la fecha de nacimiento, fecha de su enlace matrimonial, fechas del nacimiento de sus hijos, aniversarios y otras muchas combinaciones, hasta el número del DNI de su padre al derecho y al revés de adelante hacia atrás y viceversa, pero ni por esas, hasta que llegó a la conclusión que tal vez no lo conseguiría por esos medios. Pensó que lo mejor era hablar con su madre indicarle, que no es que le albergara duda alguna de que el contenido de esa caja fuerte fuera de interés vital, pero que tampoco era lógico quedara en el olvido sin saber su contenido importante o no.
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Para ello le decía a su madre, lo mejor es desmontarla del mueble y llevársela a Madrid donde un experto la abriría sin más y a la vista de él.
Doña Carmen le contaba a su hijo, que en tiempos de su juventud, cuando alternaban en pandillas, cuando Don Pedro le tenía echado el ojo a ella y se interesaba por sus estudios de Matrona en Santiago de Compostela, su padre la cortejaba y compartían a veces apuntes relacionados con asignaturas de anatomía que en los primeros cursos de carrera , aunque no en la misma clase les eran comunes; muy frecuentemente le dejaba bien en la Recepción de la Universidad o a través del bedel de la misma un sobre conteniendo dichos apuntes, con un membrete en el sobre que decía para entregar a Karmele (Carmen en euskera); era el nombre con el que sus amigos y conocidos generalmente la llamaban y solamente en listas oficiales de la Universidad era conocida como Carmen, inmediatamente salto en la cabeza de Pedro como un resorte ese nombre, pero no le decía nada, pues la combinación era solo de números y empezó a elucubrar y si le pongo del 1 al 7 el correspondiente a K1-A2-R3-M4-E5-L6-E7, algo que recordaba haber leído en la Novela en El Código Da Vinci, novela del autor Dan Brown, género que a su padre le atraía muy especialmente, por probar nada se perdía.
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Dicho y hecho, probó con esta nueva combinación , 1,2,3,4,5,6,7, y nada, la caja continuaba cerrada, otro fracaso ante el nuevo intento; pero lejos de rendirse se le ocurrió sustituir el número asignado a cada letra por el correspondiente en el orden que ocupaba en el abecedario, le parecía estar realizando una labor policíaca y sonreía sardónicamente, pensando qué fácil le resulta a la mente elucubrar situaciones insospechadas, qué fantasía acompaña los pensamientos de orden privado a las personas y pensaba cómo se puede llevar a cabo un tratado especulativo de la mente humana: pero ya puestos y entrando en el terreno de la fantasía porqué no probar, así pues en un papel organizó las letras del abecedario y la nueva combinación resulto ser: (11,1,18,14,5,12,5) probó con estos siete números y nuevamente no ocurrió nada, eliminó la primera cifra de los números que contenían dos cifras quitando la primera y quedó la siguiente combinación: (1,1,8,4,5,2,5) , sin convicción alguna, marcó la cifra obtenida y… ¡ Bingo…! El Ábrete Sésamo se producía, ni que decir tiene que al abrir la portezuela de la caja que no era muy grande, un estremecimiento especie de escalofrío corría por el cuerpo de Pedro. Ahora sí se enfrentaba a lo más sagrado y oculto, no sabía por qué motivo su padre había recurrido a algo tan exclusivo como era la clave de apertura de la caja y sentía un pudor que le costaba trabajo
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superar, estaba penetrando en la faceta tal vez más oculta de su padre.
Estaba descubriendo en pocas horas una labor de años de su querido padre, no le cabía en mente, que su padre tan campechano, tan sano, tan sincero, tan buena persona y sin dobleces, hubiera tenido una parcela de su vida tan recóndita como para guardarlo en una caja fuerte, tenía que haber algo muy notorio, que esperaba descubrir una vez repuesto de tanta novedad. Su investigación del contenido de la caja fuerte, daba como resultado nada que le pareciera sobre normal, nada más que unas tarjetas de visita, una pluma estilográfica seguramente regalo de alguna Entidad, alguna carta manuscrita que vería después con más tranquilidad, Papeles y más papeles, que Pedro iba depositando como si de reliquias se tratara encima de la mesa de despacho, un libro con título nada sospechoso: (Prosa Escogida de Gaspar Melchor de Jovellanos), más adelante con tiempo escudriñaría el contenido de aquel libro, que tan privadamente su padre guardaba y que en principio no relacionaba con las preferencias literarias de su padre, llegó a la conclusión que tal vez se trataba de algún regalo con dedicatoria, e inmediatamente lo abrió y descubrió una fecha que le era familiar 23 de Agosto de 1964 (fecha del enlace matrimonial de sus padres) y una dedicatoria muy personal escrita a mano, que decía:
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— A mi querido esposo, para si es posible cosa, que dudo, amplíe sus conocimientos literarios, tu siempre amorosa esposa Karmele…
Ahora comprendía Pedro, el porqué de ese libro, que además de ser una declaración de amor en toda regla con ese «Tu siempre amorosa esposa » Contenía la clave de la caja fuerte que acababa de descubrir, pensaba que su padre lo guardaba por si alguna vez tenía que recurrir a ella o darla a conocer a su esposa, cosa que nunca ocurrió.
Continuaba Pedro su labor inspectora del contenido de la caja, encontró una libreta de muelle, de gran tamaño por el abultado número de páginas; pero estaba cerrado con una cinta que lo atravesaba de una parte a otra, y lo más importante, era un letrero que atravesaba su cubierta de cartón y decía:
«P R I V A D O»…
Pedro, tuvo la sensación de si lo abría, romper con un requisito, que el propio autor había clasificado, eso sí que sería una violación en toda regla, era una frontera que Pedro no quería traspasar, bajo ningún concepto, su conciencia no se lo permitía.
Sin embargo, con el consenso de su madre se había atrevido a inmiscuirse en la privacidad del despacho paterno, y pensaba que este nuevo hallazgo formaba parte de esa
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autorización por parte de Doña Carmen, para ver, investigar, y en su caso actuar en consecuencia, pero a Pedro no le cuadraba entrar en la intimidad de un documento que advertía previamente era privado, solo la curiosidad le podía hacer perder las formas y parecía que su padre le estaba poco menos que vigilando a la espera de si lo abría o no.
De tal manera que decidió, no abrirlo, en todo caso se lo llevaría a Madrid, para más despacio, con tiempo y después de sopesarlo mucho con su madre dar lectura al mencionado cuaderno.
Eso sí encontraba más documentos, entre ellos un sobre que decía:
— TESTAMENTO—Nº 901
Era una copia compulsada del original que se guardaba en el Notario, con las estipulaciones que estos casos requieren, Don Pedro había querido redactar el mismo en los siguientes términos:
— En la Villa de Legorreta, mi residencia, siendo las 12 h. 15 min, del día 2 de Septiembre de 1982.
—Ante mí, Andrés Cebrián Parra, Notario del Ilustre Colegio de Guipúzcoa, y en
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presencia de los testigos instrumentales que se dirán, ……………………………….. —
—COMPARECEN —
—Don Pedro Osorio Rodríguez Doctor en Medicina con el D.N.I. número 9694059 J …………………………………… —
— Tiene a mi juicio y al de los testigos la capacidad legal necesaria para otorgar este testamento abierto, y a tal fin dice:
—A) Que nació el día treinta de Abril de mil novecientos cuarenta y tres, es natural de San Sebastián, provincia de Guipúzcoa y vecino de Legorreta, hijo de los ya finados cónyuges don Fernando y doña María Celia, y que está casado en únicas nupcias con doña Karmele Fidalgo Urueta, de cuyo matrimonio viven tres hijos llamados María Celia , Ana y Pedro Osorio Fidalgo…………………………………………………………………….
……………………………………………………………………..
B) Que desea otorgar este testamento abierto, el que verbalmente me ordena y yo redacto, con sujeción a las siguientes
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—CLAUSULAS—
PRIMERA.- Lega a su mencionado cónyuge, el usufructo universal y vitalicio de todos los bienes, derechos y acciones que integran su herencia, facultándola para tomar posesión por sí misma de este legado y dispensándola de las obligaciones de formar inventario y de prestar fianza……………………………….
Ruega a sus herederos que respeten el legado de usufructo universal antes asignado, con la prevención de que el que no respete, quedará reducido a su legítima estricta, acreciendo cuanto exceda de ella a los que acepten dicho legado. Para el caso de que ninguno respete el usufructo, lega a su citado cónyuge, en pleno dominio, el tercio de libre disposición, sin perjuicio de la cuota legal usufructuaria que por Ley le corresponde.
SEGUNDA.- Instituye herederos universales, a partes iguales, a sus tres hijos, antes citados y les sustituye en caso de premoriencia o incapacidad por su respectiva descendencia……………………………………………………………….
(Adición) Así lo dice y otorga, ante mí y en presencia de los testigos instrumentales, mayores de edad, sin excepción legal para serlo, según asegura, a los que conozco y los
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que, como yo, conocen ven, oyen y entienden al testador.
Leo este testamento al otorgante y testigos, renuncian al derecho de leerlo por sí, del que les informé, manifiesta aquel estar conforme con su contenido y firma conmigo y los testigos ……………………………………………………………………………
De conocer al testador, de su capacidad para este otorgamiento que se realiza en un sólo acto, de haberse observado en el mismo todas las formalidades legales y de todo lo consignado en este instrumento público, extendido en un pliego de clase séptima, número AH 8447808, yo el Notario, que signo, rubrico ,y sello, doy fe.
Siguen las firmas
(ES COPIA SIMPLE)
TERCERA.- Si sobreviven más hijos al matrimonio, en este caso les instituye a todos herederos universales, a partes iguales, y les sustituye, en caso de premoriencia o incapacidad por su respectiva descendencia…
Junto a este Testamento se encontraba como un anexo, otro testamento que decía:
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TESTAMENTO VITAL CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe ؙ—Pedro
Osorio Rodríguez— pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de
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muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.
Firma: (Ilegible) Fecha: (18 Agosto de 2000)
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Más abajo un anexo:
Declaro mediante este documento, DONAR mis órganos, a mi fallecimiento y si pueden ser aptos para ello y las autoridades sanitarias legales lo consideran oportuno.
Firma:
Pedro Osorio Rodríguez
Agosto de 2000.
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Hasta aquí, los textos notariales, que a Pedro le dejaron confuso al percatarse de lo fino que hilaba su padre para no dejar cabo suelto y tampoco obligaciones colaterales que pudieran afectar a su esposa, que como queda dicho anteriormente sentía cierto rechazo a todo lo que sonara a "papales" o formalidades de otro tipo.
Otro sobre aparecía con un nuevo epigrama:
—INSTRUCCIONES BANCOS—
En este nuevo hallazgo, se daban todas las contraseñas para poder manipular las cuentas de los Bancos y se guardaban los documentos o autorizaciones para que cualquiera de sus hijos, incluida su esposa tuviera acceso a las mismas y disponer con total libertad de las mismas. Nuevamente corroboraba Pedro, ensimismado, de la capacidad de previsión de su admirado padre.
También se encontraba Pedro, con dos pasaportes de fecha caducada de una
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Excursión-Peregrinación Parroquial realizada años atrás a Tierra Santa, junto con folletos e itinerarios llevados a cabo en aquella ocasión, también inolvidable de la pareja que todavía jóvenes, realizaron junto a otros 24 miembros de la Parroquia y al frente de la misma D. Ceferino el Párroco titular y organizador de la misma, en esta ocasión fueron acompañados por familiares y amigos de su entrono, y vivieron unos días además de inolvidables por los Lugares Santos que visitaron, también por la camaradería que suscito el viaje en el que hubo que en ocasiones hacer piña con el resto de parroquianos para no sucumbir ante algunos problemas de orden administrativo que en un viaje tan complejo y lejano como este siempre ocurren imprevistos.
Hurgando en la caja "Mágica" decía Pedro, encontraba las instrucciones de la misma y en la que Don Pedro había apuntado escrupulosamente la clave... Además encontró una cantidad de dinero en efectivo (2.500 euros), que entregó a su madre, así de previsor era el Doctor, eso sí lo conocía su mujer, que le había dicho en alguna ocasión disponer de efectivo en casa por si en algún momento de urgencia era necesario y los Bancos estuvieran cerrados.
Bueno, pues Pedro hijo, había recibido más lecciones por parte de su padre en unas
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horas, que durante los años de su vida, se reafirmaba una y mil veces en la integridad y grandeza de su querido antecesor y los hechos ratificaban su intachable conducta en todos los órdenes y costumbres; se hizo el propósito de mantener todo el tiempo posible, esperando mejor ocasión, la apertura y lectura del cuaderno «PRIVADO» y confirmó con Claudine la marcha a Madrid lo antes que ella estuviera dispuesta.
Pero aún le quedaba a Pedro terreno por arar (descubrir), los tres cajones de la mesa del despacho, fue ya casi más que una necesidad, una llamada, en la que sin duda D, Pedro guardaba aquello que más utilizaba a diario y encontró: Bolígrafos, anotaciones de uso inmediato, rollos de papel adhesivo, un sobre con etiquetas para los libros, estuche conteniendo varios relojes, unos funcionando otros a falta de batería, una caja con tarjetas profesionales de visita de D. Pedro, una pequeña calculadora que funcionaba sin baterías, solo con luz solar o ambientar, una grapadora, una taladradora para archivar documentos, tubos de pegamento de diferentes calidades, dos cintas de casete enlazadas con una goma, unas tijeras , un cúter, varios destornilladores y un sinfín de utensilios que sería prolijo enumerar y de poco interés, sin embargo en el cajón central de la mesa pegada al lateral de una balda, ¡EUREKA! estaba un papelito cubierto con cinta adhesiva
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transparente y se encontraba la combinación de la caja fuerte (1,1,8,4,5,2,5), Hallazgo que le hubiera evitado a Pedro los quebraderos de cabeza si hubiera dado a tiempo con esta numeración que indicaba claramente se trataba de una clave o combinación.
Camino a Madrid, la radio hacía un comunicado anunciando, la esperada "Desescalada", insistiendo muy prolijamente en la necesidad de continuar sin bajar la guardia, el Virus no había desaparecido, estaba presente, las recomendaciones que una y otra vez machaconamente eran vitales en evitación de nuevos rebrotes de la Pandemia, por fin después de 100 días de confinamiento se levantaba el Estado de Alarma, terminaban los aplausos a las 8 de cada tarde, así como las famosamente y tristes caceroladas en el Barrio de Salamanca, al tiempo que se anunciaba una elevada temperatura en los termómetros que alcanzarían los 40º centígrados en muchos lugares de España, un aíre de origen africano hacía acto de presencia, por si no teníamos bastante con los efectos de la Pandemia.
La radio seguía dando consejos y comunicados, animando los decaídos y temerosos días que se avecinaban de vacaciones, una vida nueva comenzaba a la que se llamó Nueva Normalidad, muchos no entendíamos bien esta denominación; pero estaba claro que todo había sufrido un cambio y en adelante nada sería igual.
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Atrás quedaba cono anécdota, las primeras fechas de la declaración del Coronavirus en las que la gente se proveía, a veces en exceso, de papel higiénico, muchas personas no sabían el porqué de este acaparamiento que dejaba las estanterías vacías de este producto, pero por mimetismo lo llevaban a efecto, otro tanto ocurría con las mascarillas, algo insospechado fueran a ser parte de nuestra vida diaria, los famosos respiradores y en general los denominados EPIS, todo quedaba aparcado, aunque con un resquemor, que la gente se guardaba mucho de manifestar, sobre todo porque se había extendido una corriente de rechazo a los madrileños, la temida Madrileñofobia.
Pedro nuevamente se enfrentaba a la vida rutinaria del Hospital, esta vez con la tranquilidad de tener a su esposa en casa, así compartiría con ella las preocupaciones y futuros pasos a dar en tan complicada decisión que habría de tomar respecto a su vida laboral. Volvía a encontrase con los asuntos que durante unos días había delegado en su compañero Armando, este le informaba de todos los pormenores que pudieran interesarle, sobre todo de el alivio que suponía las altas que a diario se producían en el Hospital, las UCIS ya no presentaba problemas, hasta el punto de disponer de camas, algo novedoso últimamente, los ingresos habían disminuido en un número jamás pensado y al parecer la calma había
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vuelto al Hospital, se había reanudado la atención a las citas de las diferentes especialidades aparcadas a causa de la Pandemia y un aire de tranquilidad había hecho acto de presencia entre los sanitarios del centro.
Estaba pendiente, eso sí, el asunto de la reunión aplazada, sine die, acerca del asunto de la sustitución o nuevo nombramiento del Director General, esto le afectaba de lleno a Pedro, quien tenía que manifestarse lo antes posible.
Pedro le decía a Armando, que era consciente de la situación pero:
— Mira colega, yo no tengo nada decidido, en unos días, ahora que está aquí Claudine, me pronunciaré, en tanto voy a proponer a la Junta Central o que sigue: —
Llamó a la Secretaria y le redactó el siguiente
COMUNICADO
UNO: Dadas las circunstancias de alivio en cuanto al número de casos, enfermos e ingresos hospitalarios y de UCI, se establece que, la marcha del Hospital continua bajo la Dirección del Subdirector General D. Armando Gutierres, que interinamente realiza las tareas de dirección de este Centro Médico.
DOS: Se pone en conocimiento de la Junta Central de la Fundación, que en un plazo no superior a ocho días, me pronunciaré
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respecto a la propuesta por parte de esta Junta hacia mi persona.
TRES: Quiero dejar constancia, mediante este escrito, mi agradecimiento personal, en primer lugar a los Socios componentes de la Junta, a mi colega el Doctor Armando, quien ha suplico con creces y eficacia probada mi ausencia, por motivos de todos conocidos.
POR ÚLTIMO: Propongo, que si estas determinaciones se dilatan en el tiempo, por causas ajenas a la voluntad de este Director General, se nombre una mesa de negociaciones, para suplir en todo caso la falta de decisión mía.
Firmado el Director General en Funciones:
En Madrid 30 de Junio de 2020
Doctor Pedro Osorio Fidalgo
Con este comunicado, Pedro se lavaba las manos, dejando la solución en manos del Consejo General y eximía de todo cargo y responsabilidad a su Subdirector General, en tanto y con la premura que el caso requería tomara una, acertada o no, decisión.
El último café, con su amigo y compañero Armando, había sido interrumpido bruscamente por la noticia del fallecimiento del Director General, por esa razón Pedro invitaba a su colega a retomar las conversaciones que habían quedado cortadas a consecuencia de la
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misma. Nuevamente Armando insistía en que no tenía nada que pensar, que sabía de buena tinta tenía todas las papeletas favorables para el nuevo nombramiento y destino, que comprendía todo lo relacionado con su familia y especialmente el estado de Claudine; pero que ello no le mermaría en lo más mínimo la atención que requería el caso. Pedro asentía, nuevamente diciéndole:
—Te prometo, que tú serás el primero en saber mi decisión, incluso antes de comunicarlo oficialmente a la Fundación —
Armando agradecía conmovido este acto de sinceridad y le recordaba, su total disposición para que contara con él.
Se presentaban realmente unos días de reflexión y decisión, y jugarse en cierto modo el futuro laborar y familiar del matrimonio, había que sopesar a fondo, con serenidad, qué camino y qué rumbo tomarían sus vidas recién estrenadas de matrimonio, Claudine escuchaba atentamente las proposiciones y los planes que Pedro exponía, terminaban de pasar por una situación familiar delicada, además estaba el confinamiento de tres largos meses, que no les había dado tregua, la situación más propicia de la desescalada facilitaba ver todos los asuntos con sosiego.
Pedro le proponía las tres alternativas que había preparado para ello:
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UNA: Darse por enterado de las propuestas ofrecidas por la Fundación Jiménez Díaz; Hacerse cargo de la Dirección General del Hospital, con todas las obligaciones inherentes al cargo, aceptando formar parte cono Socio de la Entidad, lo que significaba firmar un contrato de al menos por cinco años.
DOS: Volver a impartir funciones docentes en la Universidad de Navarra, lo que llevaba consigo tener que desplazarse a vivir a Pamplona.
TRES: desligarse por completo de las dos anteriores y optar por solicitar la plaza desierta de Médico de Familia en su pueblo, vivir con su madre y recuperar algo inédito para él, como era ocupar la vida interrumpida por la muerte de su padre. Porque decía Pedro, además de Investigador, soy también médico…
Claudine, que se sentía interpelada ante esta exposición y se le presentaba un ultimátum, le entraron los siete males como suele decirse, envuelta en un mar de incertidumbre, era consciente del paso tan importante que se disponía a dar Pedro, que para nada quería arrastrar a la fuerza a su mujer, por ello exponía sus razonamientos tal vez para pulsar la opinión de ella y saber si tenía otras opciones respecto a esta situación.
Ella, no se manifestaba en ningún caso, le pedía a su marido un tiempo para reflexionar, era algo nuevo que debía meditar despacio y que dado su estado, también debería pensar en
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días venideros. Consciente de tener que ayudar a su esposo en momentos tan complicados, se sentía un tanto responsable al cincuenta por ciento al menos y meditaba, discernía, trataba de encontrar la mejor solución ya sabía que Pedro le daba la oportunidad de también proponer algo al respecto; pero estaba como atorada y se encontraba incapaz, no ya de proponer algo nuevo tan siquiera, sino de dar como buena alguna de las fórmulas presentadas.
La verdad de los hechos era, que se enfrentaban a una situación que había dado la vuelta en todos los órdenes a todas las rutinas anteriores a la Pandemia, había miedo por parte de todos a dar pasos en falso, miedo a salir de casa, miedo a viajar al extranjero y sobre todo miedo e incertidumbre al futuro. Uno de los cambios más importantes y más duros era contemplar las colas del paro en las oficinas del SEPE (Servicio Público de Empleo estatal), se calculaba que la Pandemia había causado más de un millón de desempleos, otra de las múltiples consecuencias era los famosos ERTES (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) a que se habían visto obligadas muchas empresas para no sucumbir, se calculaba que habían cerrado unos trescientos mil negocios, las castigadas PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas) muchas de ellas compuesta por uno o dos miembros familiares, con lo cual significaba el cierre del negocio al
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único ingreso que la familia obtenía, suponía la ruina y desesperación de muchas familias. Los medios no paraban de dar noticias con respecto a los nuevos problemas surgidos, a lo anteriormente expuesto había que añadir, que la gente necesitada de ir olvidando el confinamiento había creado un caos en los aparcamientos de los pueblos de la sierra, entre otras razones porque este verano el turismo sería mayoritariamente nacional, la cuestión económica no estaba para viajes al extranjero, y otro tanto ocurría en las playas, que las autoridades correspondientes se veían obligadas a tomar medidas y limitar el aforo a las mismas, lo mismo ocurría en las Grandes Superficies, la limitación de aforos se puso a la orden del día.
Nunca se había visto tanto letrero por las calles con locales en venta, en alquiler, en traspaso, el cierre de negocios había propiciado que los famosos Fondos Buitre estuvieran haciendo su Agosto, la ocasión había propiciado que los precios de alquileres, ventas, traspasos, etc. Hubieran sufrido una rebaja espectacular, que solo beneficiaba a los especuladores, sin conciencia.
Por todo esto que ocurría Claudine se sentía una privilegiada de la vida, con la posibilidad de enderezar su vida a la carta, elegir entre varias posibilidades a cada cual mejor, y sentía remordimientos, ante el panorama que se vivía en las calles, así que dispuesta a elegir entre las opciones que le
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parecían inmejorables optaba por la segunda propuesta de Pedro, volver a la enseñanza, vocación un tanto frustrada de su marido y que sabía le había ocasionado muchas satisfacciones a lo largo de su carrera, atrás quedaba la primera con lo que descargaba en cierto modo a Pedro de tanta responsabilidad como suponía el cargo , hasta el punto que había notado que Pedro estaba más delgado, cosa que a ella no le parecía mal, si no fuera por causa de tanto trabajo, preocupaciones y angustias como estaba pasando en el Hospital. De paso contemplaba, que con el tiempo y dada la proximidad al pueblo natal de Pedro, cuando se acercara la hora de su alumbramiento, con qué mejor matrona que su suegra podría contar, y si en algún momento a Pedro no le fueran las cosas todo lo bien que deseara, estaba la tercera opción de ir a su pueblo y ejerce de médico.
Esto es lo que pensaba Claudine, pero no quería todavía pronunciarse ante su esposo, para dar lugar a que éste meditara tranquilamente cualquier decisión, sin que ella le obligara a tomar algo que no saliera bien y se sintiera responsable, pensaba y decidía que le comunicaría sin pretender imponer lo que a ella le parecía mejor, pero que la última palabra la dejaba en su mano, que era poco menos lo que pasaba siempre, que las iniciativas de Pedro eran tenidas en cuenta prioritariamente y después las suyas, algo que siempre le estaba
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recriminando su marido que le decía una y otra vez, que siempre tenía que cargar con las responsabilidades y esperaba que en alguna ocasión tuviera alguna iniciativa a tener en cuenta, pero Claudine no estaba dispuesta a correr riesgos y también sabedora que Pedro tomaba siempre las decisiones más oportunas y correctas.
Pasaban las horas, los días y el apremio por parte de Pedro, no podía esperar más, así que una mañana, cuando se disponía a incorporarse al trabajo en el Hospital, antes de despedirse le dijo a Claudine:
— Bueno, has decidido ya qué vamos a hacer, con qué nos quedamos… hoy tengo ya que decidirlo, así que dime algo —
Claudine respondía:
— Mira cariño, sin que te sientas obligado a nada, después de mucho pensarlo, me parece que la opción que más nos conviene a los dos, es la de que te incorpores a la Universidad, además ahora es periodo de vacaciones y tendrás oportunidad de ponerte al día, e iniciar una nueva vida dejando atrás tanto lío como tienes en el Hospital, además egoístamente pensando tendrás más tiempo para dedicarlo a mí y al futuro niño o niña que esperamos. —
Pedro, aliviado cambiaba de aspecto su rostro, se le notaba había coincidido con su
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preferencia, temía que Claudine hubiera pensado otra cosa y con un abrazo le dijo:
— Verás mi vida, estaba temblando que hubieras escogido otra opción, no hubiera sido lo mismo, pues mi pensamiento es también olvidar lo mío en el Hospital, relajarme y volver a dar clases que es lo que más me ha llenado en mi vida, compartir los conocimientos que a través de mis muchos viajes y vivencias en lugares tan variopintos he ido adquiriendo, formar nuevos doctores y buenos profesionales y de esta forma ver multiplicado mi esfuerzo gracias a compartir la enseñanza. —
— Así que, continuaba, hoy sin más dilación dejare clara mi postura, no negaré que mi propósito no es otro que dejar claro que no me encuentro lo suficientemente preparado para asumir sobre mis hombros tanta responsabilidad, que siempre tendrán mis puerta abierta para cualquier consulta y aquí paz y después gloria. —
Ya no había vuelta atrás, la decisión era definitiva e inalterable, en el aparcamiento del Hospital casualmente se encontró con uno de los médicos que formaban parte del Comité Sindical, que Pedro conocía como si de una piedra en el zapato se tratara, opinión que también compartía Armando pues en más de una ocasión se las había tenido que ver con dicho Comité Sindical y conocía de primera mano, las características de este individuo; el
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tal sujeto le conminaba a dedicarle unos minutos y le invitaba a tomar "algo" en el Bar, quería aprovechar el encuentro para comentarle la situación crítica creada entre los trabajadores del Centro como consecuencia de la Pandemia, Pedro se excusaba diciendo que llegaba con la hora justa a una convocatoria, en la que sin duda estaría él presente como miembro sindical y también a título de médico, que allí podría exponer las preguntas pertinentes al respecto y donde se daría debida cuenta al proceder de las mismas.
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Evitado, no sin mucho éxito éste personaje, continuaba junto a él dándole la vara apresurándose en desplegar las líneas maestras que trataría de defender a poco que le dieran voz en la Asamblea, durante el camino que conducía al Salón de Actos, en donde tendría lugar la reunión programada y anunciada, en él se encontraba lo más granado del Hospital, comenzando por los Médicos Especialistas, Socios numerarios, la Secretaria que tomaría nota para redactar el Acta de la reunión, y cómo no, una representación encabezada por el tipo de marras del Comité Sindical y Laboral compuesto por miembros de CC.OO Y UGT.
La secretaria dio lectura al comunicado motivo de la Asamblea y acto seguido cedió la palabra a Pedro, que puesto en pie, junto al atril de la plataforma que presidía el acto, tomo un poco de agua, abrió un papel que saco del bolsillo interior de su chaqueta y comenzó diciendo:
— Buenos días, saludos a los miembros componentes de este acto, pido disculpas por el dilatado período que he solicitado, con el fin de dar debida cuenta a cerca de la situación creada a raíz, primero, de la declaración de emergencia a causa de la Pandemia y en segundo lugar, por el fallecimiento de nuestro Director General y Presidente de esta Fundación. —
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— Ninguna de estas dos causas han sido motivo suficiente para interrumpir la buena marcha de este Hospital y prueba fehaciente de ello son los resultados positivos logrados, gracias a la responsabilidad y profesionalidad del personal sanitario y colaboradores, por ello y antes de seguir adelante quiero darles mis más sentidas y emocionadas felicitaciones —
Aplausos, surgidos espontáneamente por parte de los asistentes, al menos `por la mayoría.
Pedro continuaba:
— De todos ustedes es conocido, que por los hechos antes mencionados, se abre una nueva incógnita ante la disyuntiva del nombramiento de un Director General, y aquí es donde quiero informarles al tiempo que agradecerles, la confianza depositada en servidor para ostentar dicho encargo —
Nuevos aplausos, todos daban por hecho la aceptación por parte del ponente a dicho puesto de Director General y Presidente del Centro. Pedro continuaba diciendo:
— Siento mucho tener que comunicarles mi renuncia al privilegio de esta distinción, por otra parte inmerecida, al designar a mi persona para desempeñar dicho cometido. —
Los rumores comenzaron a sentirse con más intensidad en el Salón, corrillos cercanos a
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Pedro, asentían con estupor, algunos dibujaban una lejana sonrisa, unos por decepción otros con alegría disimulada y Armando, que presidía con la Secretaria y dos miembros de los Sacios, apenas podía dar crédito a lo que estaba oyendo. De nuevo pasados unos segundos, que Pedro había concedido en su intervención, seguro como estaba que su declaración iba a producir todo tipo de especulaciones continuaba diciendo:
— Durante el proceso de maduración de esta decisión, han pesado en mi tanto en lo profesional como en lo personal, algo que aprendí de mi padre, la sinceridad el ir con la verdad por delante, y en ese sentido les confieso que después de una ardua tarea de discernimiento, no me encuentro capacitado suficientemente para asumir semejante cargo. —
—Quiero agradecer la deferencia hacia mi persona que esta Fundación ha tenido para conmigo, y así mismo hago constar aquí, que estoy a la más completa disposición para aquello que sea requerido y competa a mis conocimientos profesionales que se me demanden—
— Por ello, doy por concluida esta Asamblea y convocatoria, en la seguridad de que entenderán y respetarán mi determinación. —
La Asamblea, cerró la intervención de Pedro con un largo y sonoro aplauso, como
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reconocimiento a lo acontecido, ya que no era muy frecuente que alguien rechazara semejante nombramiento.
Pedro cortésmente, fue saludando a cada uno de los miembros componentes de la Mesa Presidencial de la Asamblea, después al resto de los más conocidos, que se acercaban unos para felicitarle, otros para lamentar su despedida, algunos, sin duda, para agradecerle el servicio prestado durante su mandato, y posiblemente también quienes se alegraban por su desaparición. La cuestión es que Armando, no perdía la esperanza de al menos contar con la amistad recientemente suscitada entre ambos y con tristeza, le invitaba a compartir con él su última comida, Pedro acepto gustoso, dándose cuenta del sentimiento con que su amigo lo hacía, ambos se dirigían a un restaurante de comida típicamente argentina que Armando frecuentaba y tranquilamente, mientras degustaban las delicias culinarias del sitio, Pedro iba desmenuzando, sin entrar en detalles, los motivos, las consecuencias, el futuro de su determinación. Armando, ya más tranquilo viendo que era depositario de las primicias de su amigo, al confiarle estas declaraciones, le repetía lo que tantas veces le había comunicado en diferente situaciones, que contara con él para todo, incluso le proponía si era necesaria su ayuda para el traslado de sus enseres, pocos porque vivían de alquiler, le decía Pedro, en
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todo caso agradecía sobremanera esta disposición.
Al atardecer, una vez arreglados los asuntos en el Hospital, recibido el visto bueno de Armando en sus funciones de todavía Subdirector General, Pedro se dirigía a su casa libre del peso del cargo ostentado hasta ese último día, aunque algo le preocupaba y no sabía muy bien qué…
Una nueva etapa, se presentaba en la vida de Claudine y Pedro, no quería acelerar su ingreso en la Universidad, antes debería compensar a Claudine, con unas vacaciones de las que se sentía deudor, esta vez con días por delante deberían trazar un plan ambos que satisficiera tantos sinsabores pasados recientemente, sin prisas, con el día por delante, se personaron en la Agencia de Viajes de El Corte Inglés, para reservar un viaje que fuera inolvidable, allí se dejaron aconsejar por la señorita que les atendía, escuchaba sus prioridades y trataba de dar debida cuenta a sus preferencias por el viaje.
Pedro reservaba unos días, para el traslado y búsqueda de vivienda en Pamplona, donde ya había dejado todo previsto en la Universidad y a falta de ubicar su domicilio, lo más próximo a su trabajo. El Rector de la Universidad, que había tramitado todo el expediente de Pedro, al que ya le unía cierta amistad porque se conocían hacía tiempo, le
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recomendó un sitio para emplazar su nueva vivienda muy cerca del Campus Universitario, allí le comunicaba a Pedro, había una comunidad importante de profesores y una residencia de alumnos, con lo que se sentiría más integrado en el ambiente universitario, Pedro dio su conformidad y aplazaron para la vuelta de vacaciones, ir con su mujer a confirmar su nuevo domicilio.
Unos días, también para visitar a los padres de Claudine, que debido al azoramiento e improvisación de su marcha, habían quedado un tanto preocupados y era cuestión de girar una más que obligada visita, seguros de hacerles comprender todo lo sucedido. Pensaron también en pasar unos días en Legorreta, convivir con su madre, que a buen seguro saltaría de alegría al saber que les iba a tener tan cerca en un futuro inmediato.
Todo atado y bien atado, la pareja se disponía a olvidar todo, oxigenar su vida, vivir intensamente el frustrado viaje de novios a Venecia, recuperar el tiempo perdido, y perdonarse mutuamente el distanciamiento indeseado, que por motivos inesperados habían tenido que soportar. Las circunstancias debido a la Pandemia, no les había dado la posibilidad de elegir mucho dentro del viaje, no obstante en la Agencia les habían preparado un viaje por Europa, visitando sin prisas los lugares emblemáticos y con tiempo más que suficiente
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para no sentir agobio, dado el estado del embarazo de Claudine, viajes programados y reservados en vuelos cortos de una Nación a la inmediata, paradas en las principales ciudades europeas, hoteles y alojamiento con pensión completa, con el fin de que solamente deberían preocuparse de un mínimo equipaje de mano, y vivir intensamente el momento que les regalaba la vida.
En ello pusieron todo su empeño, atrás quedaban los acontecimientos negativos, ahora se abría un horizonte nuevo, y se disponían a gozar en plenitud esta oportunidad que la vida les presentaba, sin temores, sin más preocupación que regalarse un más que merecido descanso.
Cuando Celia y Ana fueron informadas de viva voz por sus hermanos de todo lo acontecido en tan pocos días, solo tuvieron el deseo de demostrar alegría porque consideraban era lo mejor para la pareja, se ofrecieron incondicionalmente para una vez establecidos en la capital navarra, ellas se comprometían para hacerles llegar los enseres personales que tenían en su casa, casa que por cierto habían acordado ambas ocupar dado los beneficios tanto de ubicación como las comodidades que presentaba y de esta forma, siempre tendría una casa en Madrid donde poder venir por temporadas.
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(FIN DE LA PRIMERA PARTE)
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(SEGUNDA PARTE)
Al comenzar esta Segunda Parte, me asaltan ideas preconcebidas como aquellas que dicen las malas lenguas, que: "Nunca segundas partes fueron buenas", tal vez el comentario que dudosamente se aplica al Capítulo IV de la Segunda Parte del Quijote y que Cervantes pone en boca del bachiller Sansón Carrasco, sea el motivo de dicha desventura; porque, ¡Voto a bríos!, como diría el Guerrero del Antifaz, que es tan buena la segunda como la primera, en la modesta opinión de quien esto escribe.
— ¿Bueno y a mí qué?…—
— ¿Acaso me debo a una Editorial, o escribo por encargo?—
— ¿O es que le va a importar a alguien, aquello que para servidor representa un puro entretenimiento, tenga que ajustarse a cánones establecidos? —
—Pues tanto me dá, guste o no guste, es mi forma de expresar mi desacuerdo con tantas cosas en las que no quiero encontrar coartada mi libertad, también la de expresión—
Por ello me animo a continuar con mi ¿Novela? ¿Relato?, qué más dá…
La cuestión es que no me aflojo por semejantes nimiedades, que estoy dispuesto a dar rienda suelta a lo que mi libre albedrío me depare en el menester de escribidor a que dedico parte de mi tiempo libre, dispuesto a
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emplearlo como mejor me convenga, es decir que me sirva de entretenimiento en las largas horas de confinamiento a que nos ha sometido la Pandemia.
El cuento de hadas había terminado, los sitios visitados, los países europeos del entorno les había proporcionado un descanso no solo corporal, también de espíritu, lo necesitaban sobre todas las cosas, en ese tiempo de sosiego se habían aclarado muchas cosas, situaciones límites promovidas por situaciones límite, todo quedaba atrás, solamente los recuerdos vividos en estas vacaciones y grabadas además de en sus pensamientos, también en instantáneas y videos para ser recordadas.
Se pudieron sacar la espina de su fracasado viaje a Venecia, surcaros las aguas de la Perla del Adriático, en un remanso y soñado silencioso paseo en góndola, solamente animado por el gondolero que con sus tarantelas hacía las delicias del par de enamorados, como en las películas, como en Anónimo Veneciano recorrieron plazas, calles, tiendas, comprando recuerdos de cristal de Murano, ensimismados en la contemplación tranquila de la Plaza de San Marcos, de su Basílica… De tantos monumentos y encantos como les presentaba la riqueza monumental veneciana.
Pero como no hay bien o mal que cien años dure, el pensamiento de la pareja estaba ya en otros menesteres, si se quiere menos prosaicos,
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más de andar por casa, además de una vida nueva que se abría ante sus ojos como un abanico y dispuestos a llevarla a buen término, renunciando tal vez, a caprichos y debilidades que el destino les había privado, dispuestos a enfrentarse una vez más a la dictadura mostrenca de los hechos. Cambiar de planes en tan poco espacio de tiempo, asimilar los nuevos roles que les imponía el destino, era tarea ardua; pero estaban preparados para vencer como en tantas ocasiones de la que ya tenían experiencia.
Al término del largo viaje, con las alforjas repletas, las pilas cargadas, el ánimo en lo más alto posible se disponían, Claudine a vigilar su estado de salud, era el momento de las rutinarias visitas ginecológicas, organizar un poco el inmediato traslado con su marido a Pamplona y tratar de no dejar algo para última hora, que pudiera complicarles la vida. Para ello contaba con la presencia de sus cuñadas que habían dispuesto trasladarse con sus enseres a la nueva vivienda, de la que se habían hecho cargo con inusitada ilusión, pues vivían en un apartamento del centro de Madrid, por cuanto significaba un alivio respirar aire puro de la sierra, que decía Ana jocosamente, con cuidado, no fuera que sus cuerpos acostumbrados a la contaminación tanto acústica como medio ambiental, el aire puro les fuera a sentar mal, y soltaba una carcajada acompañando el comentario.
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Por su parte Pedro, ya prestaba toda su atención a sus papeles, organizando la documentación necesaria que se le había solicitado, tenía a mano todo lo concerniente a títulos académicos, no es que se le hubiera exigido ningún Curriculum, pues ya era archiconocido no solo por sus noticias y publicaciones sino porque anteriormente había prestado sus servicios como Catedrático en Patologías Víricas, en dicha Universidad en la que se tenía muy en cuenta por su actualidad un artículo relacionado con la actual Pandemia, por el que Pedro aseguraba, que este Coronavirus, no era nuevo, que en los años sesenta ya se conocía y que la sorpresa venía al descubrirse el cambio continuado en cepas que sorprendían por su virulencia.
Este artículo había sido un tanto comprometido, en algunos foros incluso, se recibió con cierta ironía manifestando sombras y dudas sobre este científico joven profesor, un advenedizo decían otros, en tanto que en la mayoría de los casos era aplaudido por su intrépida y clara definición de la Pandemia para todos novedosa y desconocida.
Pedro, no tenía en cuenta estos comentarios, que sobre todo en las Redes Sociales, eran muy frecuentes y no le daba importancia, pues era consciente que cualquier persona sin autoridad alguna en cualquier
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materia, se atrevía no solo a dar su opinión, que faltaría más, sino a opinar sobre un terreno que les era desconocido y sin base científica alguna. Esperaba poder aclarar y si llegaba el caso argumentar en clase, si algún alumno se hubiera hecho eco de noticias semejantes, conocimientos y estudios no le faltaban, argumento tampoco dado su extenso currículum vitae.
Las fechas anteriores a la incorporación de Pedro a su nuevo trabajo, dieron para mucho, las visitas a los padres de Claudine, el disponer de días por delante, sin prisas, sin azoramientos, la visita de la pareja a los viñedos de su propiedad que se extendían por las orillas frondosas del Rin, vivir en primera persona la buena marcha de los caldos en su bodega, todo contribuyó a que el padre de Claudine se sintiera como decía exclamando en un medio francés, medio alemán:
— ¡"le septième ciel"!, Und —
et
— ¡"der siebte Himmel"!—
Me encuentro:
— ¡"en el séptimo cielo"!".—
Miedo les daba a la pareja tener que comunicar a la familia que solo estarían unos días, pues veían a los padres de Claudine colmados de felicidad con su presencia y sentían muy profundamente que:
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"La alegría, durara tan poco en casa de los pobres"
Así que procuraban poco apoco que no se fueran haciendo ilusiones y a la idea, de que estaban por largo tiempo, pues además deberían ir por Legorreta y cumplimentar con una larga visita a la madre de Pedro, que al fin y al cabo estaba más sola que la familia de Claudine. Todo esto ocupaba parte del pensamiento tanto de Pedro como de Claudine, y decían con cierta amargura, que nunca la felicidad es completa, pero trataban de ir compaginando las buenas cosas con otras menos felices.
En Legorreta, todo eran parabienes y alegrías con la presencia del matrimonio, a la llegada al pueblo se hizo necesaria la visita obligada al cementerio, ya en el panteón familiar, Claudine depositaba un ramo de flores frescas y Pedro dejaba caer unas lágrimas por su profundo dolor, por la pérdida de su padre a quien le hubiera gustado tratar más personalmente en su enfermedad.
Pedro se decía una y otra vez:
— ¿Para qué servían sus amplios conocimientos, en materia de virus y pandemias?—
— ¿De qué le había servido a su padre, sus tantas horas de estudios, tantas experiencias en países extranjeros, tantas Conferencias,
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Estudios, Simposios, etc. Si a la hora de la verdad se había dejado ir a lo que más quería y reverenciaba, la persona de su progenitor…?
Claudine que ya conocía el profundo dolor que embargaba a su marido, que se sentía un tanto responsable de la muerte de su padre, le abrazaba tratando de consolarle, aunque era consciente de que no lo lograría, y le decía:
— Cariño, no te martirices, no te culpes, echa fuera de ti esa absurda idea de que podías haber hecho más de lo que hiciste, hiciste lo mejor, dejar en manos de un inminente doctor el cuidado personalizado de papá, tu no habrías podido hacerlo mejor, pues los doctores tienen una amplia práctica en el tratamiento de de este tipo de situaciones, sobre todo de enfermos en UCIS —
Pedro, inconsolable, no obstante apreciaba las palabras de Claudine que no caían en saco roto, era un consuelo para él, comprobar que tanto su madre como Claudine y sus hermanas, eran sabedoras de la pena que le afligía y constantemente le estaban dando ánimos para olvidar, en lo posible, tanto como habían pasado.
Ya en las primeras horas del encuentro, se notaba que el alborozo en casa iba creciendo y día a día Pedro y Claudine acompañaban a su madre todo el tiempo posible, los largos paseos hicieron que Claudine conociera los rincones y bellezas del pueblo, visitaron bodegas y
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tabernas muy típicas por aquellos lares, gustaron de las delicias de los pinxos y de la compañía de los clientes de estos lugares, siempre con comentarios positivos y recuerdos nostálgicos de D. Pedro, a quien tenían en una especial consideración.
También se encontraron con las amistades más próximas a D, Pedro: El Alcalde, el Cura, el Boticario, el Sargento de la Guardia Civil y giraron visita al Centro de Mayores donde se había notado, y mucho, la ausencia del Doctor, amigo y bienhechor del Centro.
En el escritorio o despacho de Don Pedro, vacío en el más amplio sentido del término, se encontraba ahora su hijo, que se disponía a "destripar" el Diario de su padre.
Temblaba Pedro, esperando no violar bajo ningún concepto este manuscrito, le atormentaba la idea sin embargo de dejarlo poco menos que en el olvido, en el ostracismo y no merecía ese tratamiento, seguramente sería una ignominia por su parte al menos no ver de qué trataba y tal vez encontrar algo que ya sabía de su padre, una integridad a toda prueba, una sinceridad que personificaba su forma de vida, tal vez consejos o recomendaciones, confesión de sus errores y arrepentimiento, en definitiva un Vademécum, era como realizar una exhumación de la vida del Doctor.
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«Se disponía a levantar una lápida que ocultaba la esencia de los pensamientos más profundos de su padre».
Sin más dilación, ahora sí, tembloroso, con respeto, también con la conciencia de un deber cumplido, más que una morbosa curiosidad, queriendo sacar a la luz, la grandeza de su padre que era notoria y por otra parte dando cumplimiento a un mandato indirecto de su madre, que le había dado plenos poderes para hacer y deshacer en los asuntos del cabeza de familia, deslazaba la cinta que abrazaba el manuscrito, le volvía a intranquilizar el membrete atravesando las tapas del diario que decía claramente: "PRIVADO", cerrando los ojos abrió el Diario, Memorias, o lo que el tiempo diría de qué se trataba…
En un primer momento, no quiso detenerse mucho en el contenido del diario, una preciosa letra componía aquella "sinfonía" con que su padre había ido desgranando lo para él más importante, lo que desmentía la mala fama de que la letra de los médicos era poco menos que ilegible, importantes acontecimientos del día a día, para dar fe, de su buen hacer de lo mejor de su vida, de lo que realmente importaba a su juicio y solamente había que leer los titulares marcados con rotulador, de aquel vasto terreno, que parecían los surcos de un frondoso viñedo, a medida que pasaba páginas y comprobaba,
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los titulares que a Pedro hijo le llamaban poderosamente la atención:
« MIS PRIMEROS AÑOS ESCOLARES»
«AMORES DE PRIMAVERA»
«MIS AÑOS DE ESTUDIANTE»
«MI VIDA EN MADRID, MÉDICO "MIR"»
«EL AMOR DE MI VIDA
MI COMPAÑERA»
«OPOSICIONES
PLAZAMÉDICO
DEFAMILIA»
«MI GRAN AMIGOAURELIANO»
«SOY PADRE POR PRIMERA VEZ» «EN EL CENTRO DE MAYORES»
«LA BODA DE MI HIJO PEDRO»
Y así fue conociendo Pedro, lo que sería, sin duda, una apasionante vida, la de su padre que ahora adquiría tratamiento de "muy importante"
Se prometió no tocar ni una coma, es más respetaría el tratamiento que su padre había dado a los textos, sin tocar nada, tal cual…Los transcribiría respetando el formato original del manuscrito, sin reparar ni en ortografía, sintaxis y signos de puntación, así lo pongo en obediencia a lo que me dicta mi conciencia.
¡Qué oportunidad! volver a estrechar lazos de unión con su padre, ahora iba a saber de primera mano, quién era verdaderamente su modelo para la vida, pues en este tipo de confesiones, sin filtros, sin recato, con la verdad
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por delante, sabiendo que todo quedaría en lo más profundo de lo secreto, su padre sin duda se habría vaciado, habría expuesto sus puntos de vista, sus creencias profundas o no, sin cortapisas o censura de algún tipo; era el momentazo tan esperado, aunque quería ir despacio, a paso de gato, para no hoyar el fecundo terreno en el que su padre habría sembrado lo mejor de sí mismo.
Sin embargo, se planteaba preguntas y más preguntas, siempre con el pretexto de, antes de entrar en harina y los entresijos del asunto, encontrar algo que le diera derecho a ello. Se decía:
— ¿Qué le mueve a una persona a escribir su diario, si lo que pretende es que permanezca en secreto?—
— ¿No carece de sentido, salvo tenga un fin determinado?—
— ¿Qué criterio, personal, le mueven a alguien a escribir un diario, sino es para que un día, que tal vez nunca llegue, se abra a la luz y sirva para algo a alguien ?—
No le entraba en la cabeza, que su padre tan recatado, tan tímido, tan realista, tan todo… se le hubiera ocurrido escribir un diario, así porque sí, pero seguro estaba encontraría alguna explicación, motivo suficiente para haberlo llevado a cabo, más adelante se vería, todo eran en este momento, conjeturas, elucubraciones y preguntas que le venían a la mente, para acallar su conciencia y buscar una
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excusa para verlo. En principio solamente se quedaba con los titulares, por así decirlo, de las diferentes etapas de la vida de su padre, no quería ahondar con prisas y decidió, cerrarlo y esperar momento más propicio, eso sí, le acompañaría a su vuelta a la rutina y lo tendría como si de la Biblia se tratarse.
Y como en tantas recientes ocasiones, había que bajar de las nubes, pisar suelo y empezar a ganarse el pan de cada día, todo dispuesto en Pamplona para que Claudine acompañada de él, decidieran cual iba a ser su residencia, acompañados también por el Rector de la Universidad que se prestó incondicionalmente a ello, él a su vez, en su día, había tenido que pasar por este trámite, aunque siempre lo mejor, le decía a Pedro:
— En estos asuntos de buscar casa, siempre debe ser previo consenso de las mujeres, yo tomé la determinación de dejarlo en manos de la mía y nunca hubo quejas por su parte —
— Pedro confiaba en la experiencia del rector, que sin duda por sus largos años ya conocía las debilidades y apetencias de las mujeres —
— Así lo haré, le confirmaba Pedro, no `pienso contradecir a mi esposa, además será ella quien pase la mayor parte de los días en la vivienda —
Visitaron varios pisos, que debido a las vacaciones de verano y también a los efectos de
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la Pandemia se encontraban vacíos y de libre disposición, esta situación les daba la oportunidad de elegir entre un abanico de posibilidades, a Claudine le entró por el ojo un ático precioso, con unas espectaculares vistas de la ciudad, rodeada de bosques, que para ella eso era de vital importancia, cerca de supermercados y Centros Comerciales como El Corte Inglés, Ikea, etc. y además, con piscina comunitaria, trastero individual y plaza de garaje, el entusiasmo rayando en desbordante alegría hicieron que definitivamente no miraran más, allí habían encontrado algo muy a su medida y no había que dar más vueltas.
El Rector, les anunciaba:
— Mirad mi casa está también en el mismo Campus Universitario, de ahí mi recomendación puesto que conozco muy bien la urbanización —
— Le he encargado a mi esposa prepare un ágape de bienvenida a los nuevos vecinos y al nuevo profesor y esposa —
Así pues se dirigieron al domicilio y el ágape se convirtió en una animada comida, que duró hasta bien entrada la tarde.
Fueron muchos los detalles de cariño que recibió Claudine, por parte de la esposa del Rector,
Era consciente la señora, de la visita tan especial y comentaba:
— Ahora más que nunca, necesita Claudine, del apoyo y cercanía de alguien que
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tenga en cuenta el trastorno que supone cambiar de ciudad y costumbres y más aún encontrándose embarazada —
Claudine sonriendo aceptaba la oferta:
— Me siento anonadada, y en deuda por la atención hacia mi persona, sin apenas habernos conocido, espero corresponder y estar a la altura y no defraudarles —
En tanto, Pedro y el Rector en animada charla, con una copa de Coñac El Cardenal en la mano, recostados en un sofá de cuero, frente a un ventanal, desde donde se divisaba el Complejo de la Ciudad Universitaria, trazaban las primeras líneas a seguir en fechas inmediatas, en las que daría comienzo el nuevo curso.
Pedro solicitaba su ayuda:
— Soy veterano en el asunto de la enseñanza; espero conocer el nuevo Claustro de profesores, porque habiendo perdido el hábito de compartir clases, me da un poco de temor no estar a la altura de lo que de mí se espera y caerles lo mejor posible —
El Rector descubría la incertidumbre rayando la preocupación máxima de Pedro y tratando de convencerle tranquilizándole le aseguraba:
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— Es lo normal, eso es lo que siente cualquier profesor, por muy veterano que sea, al comienzo del curso, a mí también me ocurra, que días antes no puedo conciliar el sueño, a pesar de mi larga carrera en estas lides —
De paso continuaba el Rector:
— Quiero comunicarte algo, que puede sorprenderte. Te he propuestos para Vicerrector, con el consejo y aprobación del Claustro. —
Es, continuaba, imprescindible esta nueva figura, porque:
— Necesitamos mantener el prestigio de la Universidad y que sin duda tú nombre pondrá en primera línea; así que en el próximo inicio de curso en el que nos reunimos todo el profesorado, alumnos y personal administrativo de la Universidad, en el Aula Magna, serás proclamado nuevo Vicerrector —
Pedro no daba crédito y nuevamente manifestaba, no solo su sorpresa, también la alegría por el nombramiento:
— Espero tener la confianza del profesorado en la misma medida que usted tiene para conmigo, trabajaré para no defraudar tanto al Claustro, alumnos y padres de los mismos —
En la Convocatoria , que daba comienzo al Curso 2020/21 en un programa de mano preparado para el Evento Académico, con los Profesores asistentes togados como correspondía un acto tan importante, en
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presencia del Decano, era presentado el nuevo Vicerrector y Profesor:
Un honorable Emérito Profesor, jubilado, invitado al Acto leía con voz casi apagada:
—Don Pedro Osorio Fidalgo, Titulado Académico, Doctor e Investigador de Enfermedades Tropicales, Virólogo Laureado por diferentes universidades europeas, y americanas; como consta en su amplio Curriculum. Será a partir del presente Curso el nuevo Vicerrector —
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El público presente, irrumpió en un largo aplauso…
No podía empezar con mejor pie el Catedrático Profesor, con el beneplácito del Rector y la aquiescencia del Claustro de Profesores, que previa consulta, habían dado el visto bueno a este nombramiento, conocedores de la vida y milagros del nuevo Profesor y compañero.
El Programa para el Curso, editado por la Universidad, siguiendo las instrucciones del Ministerio de Educación, que para el caso de las Universidades confecciona un grupo de expertos profesores y doctores, con amplios conocimientos en el terreno de la docencia, en lo relativo al curso que debía impartir el Doctor D. Pedro, se refería muy especialmente y haciendo hincapié en el tema de la busca y desarrollo de una "Vacuna" ante la Pandemia de Coronavirus, que afectaba de manera prioritaria a la salud pública, sin abandonar el resto de asignaturas que generalmente componían las materias del curso correspondiente.
El primer día de clase y ante las desconocidas caras de los alumnos, el nuevo Profesor se estrenaba diciendo:
— Buenos días, soy Pedro, vuestro Profesor para el curso presente, no voy a soltaros un
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discurso que sin duda os parecería un rollo, iré al grano de la cuestión —
— Primero os quiero pedir os presentéis, para que os vaya conociendo —
Así lo fueron haciendo y continuaba:
— Mi primer deseo es haceros saber, que mi propósito para este curso, es enfrentarnos todos juntos, a un reto marcado por las Autoridades Sanitarias del país, como es encontrar un "Vacuna" con que paliar los terribles destrozos tanto en la salud como en la economía mundial, está produciendo esta Pandemia —
Tarea decía, nada fácil:
— Pero el reto merece todo el esfuerzo y dedicación por parte, eso sí, de un grupo de voluntarios que quieran llevar adelante el proyecto. —
Con el prestigio de que gozaba el Profesor, fueron varios voluntarios quienes se prestaron para después de las clases reglamentarias y siguiendo el programa, dedicar parte de su tiempo libre a la Investigación, al frente del Profesor, y tratar de conseguir la ansiada Vacuna, seguros que les proporcionaría, caso de conseguirlo, un relevante reconocimiento, aunque esta no sería la primera vez que un grupo de investigadores de dicha Universidad, descubrían fármacos, que oportunamente ante la aparición de una enfermedad, habían obtenido un éxito reconocido en el campo de la medicina, aunque
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ciertamente era la primera vez que se enfrentaban a una Pandemia de las características del Covid -19; pero el interés por conseguirlo no les iba a echar para atrás.
Un grupo formado por Pedro y cinco de los quince alumnos que componían el número de la clase del curso, se presentaron voluntarios, para comenzar un trabajo largo y difícil con la incógnita y dudas de éxito.
En el Laboratorio Universitario, se les reservada una hora para no ser interrumpidos, con las prácticas que de forma regular se llevaban a cabo por los diferentes cursos, comenzaba el planteamiento del Investigador y Virólogo que reunidos en foro les exponía:
— Primero, quiero que tengáis en cuenta, que nos enfrentamos a un trabajo desconocido y para ello sepáis que vamos a tenerte muy presente en este estudio, la experiencia obtenida por colegas míos, con quienes he colaborado en distintos campos —
— A mi modo de ver, se han obtenido éxitos a nivel local en países del llamado Tercer Mundo, donde carecen de lo esencial para investigar, concretamente os quiero hablar de Yemen —
— Allí , es donde un grupo de compañeros míos están tratando de conseguir en atajar el virus del Covi-19, mediante un tratamiento experimental a base de plantas, hierbas y especias como ajo, cúrcuma, jengibre, costus índico, etc. —
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—Pienso que la solución puede venir por ahí, si bien trataremos de evitar cualquier efecto negativo para la salud, y poner al servicio de la Investigación todo lo relativo a pandemias, como el Ebola, enfermedad de muy parecidas características al Coronavirus, tanto en su contagio como en la rápida transmisión y la causa de muertes en número muy elevado, en cuya investigación tuve el honor de participar y me encontré envuelto en el año 2014, junto con investigadores europeos y norteamericanos, obteniendo grandes avances para atajar dicha pandemia.—
El entusiasmo del grupo de voluntarios, de poder trabajar con tan insigne personaje, les daba alas, aunque fuera en un Estudio Piloto, para dedicar cuantas horas fueran necesarias, pensaban en la oportunidad única que se les presentaba y estaban dispuestos a dedicar los esfuerzos necesarios para llevar a buen término el trabajo.
Los investigadores así como los profesores de la Universidad preguntaban a Pedro por la marcha de las investigaciones, este respondía:
— Es cuestión de dedicar tiempo y recursos para llevar adelante el Estudio del Proyecto, y al parecer no es el momento más propicio, pues los rebrotes de la pandemia se están multiplicando cada día y las Autoridades Sanitarias junto con el Gobierno, están volcados aplicando nuevamente, tanto medidas
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económicas como restrictivas, así como el máximo esfuerzo en para estos nuevos y temidos contagios —
Continuaba:
— Para ello se han vuelto a reactivar medidas que se habían relajado con el final del Estado de Alarma, solo hay que contemplar las imágenes en televisión: Carreteras inundadas de coches con sus retenciones y caravanas camino de las playas, los aforos establecidos sobrepasando todas las reglas de higiene dictadas, el hacinamiento sin guardar las distancias marcadas, el uso aleatorio de mascarillas, las reuniones y botellones sin medir las consecuencias, mientras se vuelve a poner en cuarentena los Centros de Mayores, las Residencias y los hospitales vuelven de nuevo a temblar… Por tanto los recursos dedicados a la Investigación son escasos y están poco menos que en tierra de nadie. —
A pesar de la situación, preocupante sin duda, los trabajos de Laboratorio seguían adelante, todos los avances eran contrastados por otras Universidades y otros Laboratorios, puesto que se había generado un criterio universal para estar en sintonía y no ir cada uno por su cuenta, en este sentido, Pedro enviaba todos los días los avances, pruebas, descubrimientos, trabajos en que se estaba investigando, dando pelos y señales de todo ello, otro tanto hacían el resto de investigadores de todo el mundo, conscientes de que la unión
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hace la fuerza y en un Centro de Coordinación en China, nombrado para el efecto, se recibían a diario los informes, se computaban y relacionaban todos, y al final en un comunicado general se daba debida cuenta de todo ello o al menos de los contenidos más positivos, para que el desanimo no cundiera y se continuara trabajando. En todo caso preocupaba y mucho también, la sensación de inseguridad que se vivía en el momento en todo el mundo debido a los rebrotes de la Pandemia, más de doscientos Laboratorios del mundo trabajaban sin cesar en busca de la Vacuna que pusiera fin a la Pandemia y la OMS aseguraba que quince de ellas estaban ya probando en Fase Clínica, es decir en pacientes voluntarios, alguna de estas vacunas. Se buscaba que el objetivo principal real, fuera al menos garantizar la compatibilidad de Test, fármacos y vacunas a precios asequibles a los distintos países y libres de licencias para su distribución.
Pero la vida de Pedro no consistía solamente en su trabajo de Profesor en la Universidad, había otras importantes tareas en su vida que atender: Atención matrimonial, relaciones sociales, amistades, familiares, incluso asuntos de tipo económico. En este último apartado su amigo Armando le había conseguido la mejor de las liquidaciones posibles correspondientes a su anterior puesto en la Fundación Jiménez Díaz, recibió una importante suma como liquidación a su empleo
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como Director General de la Fundación, en ella se contemplaban epígrafes y felicitaciones por asuntos como:
"Dedicación exclusiva al cargo"
"libre disposición para difusión de sus conocimientos médicos"
"Creación de sistemas para mejoramiento y asistencia de pacientes"·
En definitiva, un reconocimiento por los laboriosos pero eficaces métodos empleados para crear un organigrama que funcionaba a la perfección, la creación de una Subdirección General, todavía en vigor, que los Socios Médicos del Hospital, se resistían a realizar cambio alguno, viendo que la Pandemia estaba todavía presente, amenazante por nuevos rebrotes, que funcionaba todo sincronizadamente en todos los departamentos, las pautas e iniciativas llevadas a cabo por su antecesor y convencidos de que cuando algo funciona bien, es absurdo cambiarlo o tratar de mejorarlo, que en opinión de Armando sería peor el remedio que la enfermedad, pues todo iba sobre ruedas y en el peor de los casos, ya había la suficiente experiencia como para enfrentarse a esta nueva realidad.
Todas estas consideraciones que en una carta aparte recibía Pedro le llenaban de satisfacción por el deber cumplido y es más, había un comentario o recomendación al final de la carta, donde se le dejaba bien claro, que estaba la puerta abierta para si en un futuro
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cambiara de criterio y quisiera volver al Hospital, en cuyo caso sería recibido con los brazos abiertos.
Claudine, se encontraba en avanzado estado de gestación, le habían realizado entre las pruebas pertinentes, una ecografía, que enseñaba a Pedro con la alegría de saber que todo iba según se esperaba, por cierto se sabía que lo que estaba a punto de llegar era una niña, algo que a Pedro le causó una especial emoción, aunque había repetido hasta la saciedad:
— A mí me dá lo mismo sea niño o niña, lo importante repetía es que venga bien —
Su esposa no tardó en enviar a sus cuñadas y a sus padres la ecografía, por whatsApp, en la seguridad de que la alegría que ahora sentía el matrimonio, sería compartido sin duda por ellos.
Pedro, obtuvo una copia de la ecografía y la puso en lugar preferente en un marco de la mesa del despacho de su casa, era la fotografía actual de su "niña", como alardeaba ante sus amigos, y lo iba contando en sus círculos más privados por lo que todos le daban la enhorabuena por la feliz noticia.
Los pensamientos de la muerte de su padre, en momentos puntuales e importantes y este lo era, volvían a inquietarle:
— ¡Cómo se hubiera alegrado su padre al saber que iba a ser abuelo por primera vez!—
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— ¿Y su madre, ya estaría empezando a buscar nombre para la niña?—
— ¿Se llamaría Karmele o tal vez Agnès, como su abuela materna?—
Era consciente de que la noticia bien valía una celebración y con todos los reparos respecto al estado de Claudine, organizó una cena de honor que tenía como invitados principales, al Rector y su esposa, cumplimentándoles de esta forma los muchos desvelos de la esposa del Rector, como se estaba tomando por Claudine y las también no menos atenciones que el Rector tenía par con él, en el trabajo, y a título personal.
Encargó la cena para que fuera servida en su domicilio, en un Restaurante que prestaba no solo el servicio de catering sino también la asistencia personal de los camareros, vajillas y todo lo correspondiente a la planificación y servicio de la cena, resultó de lo más satisfactoria y tanto Pedro como su interlocutor, se prometían realizar en más ocasiones eventos de esta naturaleza, muy satisfechos por cómo habían transcurrido las tres horas largas que duró la cena.
La cortesía que Pedro y Claudine habían tenido para sus amigos y vecinos, fue muy reconocida por el matrimonio invitado, diciendo a su despedida;
— Todo ha resultado magnífico y queda pendiente que la próxima cena será en nuestra
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casa, Pedro asentía y les agradecía su presencia, lo que estrechaba más su amistad.
Pocos días después del exitoso evento, Claudine comenzaba a manifestar unas molestias que no eran compatibles con su estado de embarazo, de inmediato saltaron las alarmas, ahora Pedro no estaba en el Hospital para dedicarse a ella, sin embargo dada su condición de médico, removió como suele decirse "Roma con Santiago" y con la ayuda influyente del Rector, consiguió fuera ingresada su mujer en un hospital de referencia de Pamplona La Clínica Universidad de Navarra, centro privado con mejor reputación de España,
Aunque el embarazo no era preocupante, pues todas las pruebas eran de carácter positivo y dentro de lo normal, se temía que hubiera sido contagiada por el Covi-19 y aquí es donde Pedro ya empezó a tener nuevamente dolor de cabeza, todo marchaba sobre ruedas y de momento, como si de un castillo de naipes se tratara, parecía venirse todo abajo. Los médicos que la atendían comprendiendo su estado, no querían correr riesgo alguno y convencieron a su marido para que la dejara ingresada con el fin de realizarle las pruebas y analíticas pertinentes y lograr saber si se trataba o no del contagio.
Nuevamente sobrevolaban en el pensamiento y el subconsciente de Pedro, los acontecimientos de tiempos pasados que como
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fantasmas aparecían una vez más consiguiendo intranquilizar la armonía de su vida. Una tormenta de verano con una furia inesperada, desataba toda su fuerza, el cielo se rasgaba con todo el furor de truenos y aparato eléctrico, como queriendo acompañar al desconsolado Pedro en su desdicha.
A pesar de todo, la vida seguía, los avances en el Laboratorio iban por buen camino, las clases empezaban a ser apreciadas por los alumnos, que con inusitado interés asistían a las clases magistrales del Doctor, tratando de dar cumplida cuenta al encargo realizado por las Autoridades Sanitarias, habían obtenido algo que significaba estaban en el buen camino, querían asegurarse antes de dar pasos en falso, que un nuevo medicamento en animales en prueba había dado resultados positivos; pero Pedro acostumbrado a el principio de toda investigación científica (ensayo-error) no daba cuenta pública de ello, el camino era largo y había de realizar pruebas y más pruebas, ensayos clínicos en cobayas y luego, con un tiempo por delante se verían los resultados.
Del Hospital, donde se encontraba ingresada Claudine, se recibían las peores noticias, había dado positivo en contagio de Coronavirus, algo que derrumbaba las ya mermadas facultades físicas de Pedro, pues salía de Guatemala para entrar en Guatepeor…
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Las restricciones para visitarla, en su calidad de médico epidemiológico, no contaban para él y pasaba horas y horas tratando de atajar la evolución de la enfermedad, esta vez, se decía, no puede ocurrirme lo mismo que con mi padre. Reuniones y más reuniones con los Especialistas del Hospital, daban como resultados que aunque estaba infestada, se encontraba la infección en fase muy incipiente y los órganos vitales apenas se había manifestado hubiera sufrido daño alguno, eso le tranquilizaba a Pedro, que no daba crédito le pudiera ocurrir tanta desgracia en tan poco espacio de tiempo.
Lo más preocupante, decían los médicos que asistían a la enferma, era su avanzado estado de gestación, temiendo no ya el contagio, algo improbable al feto, sino que se pudiera producir un aborto espontáneo, nueva situación que tiraría por tierra las ilusiones del matrimonio primerizo. Los médicos le aseguraban a Pedro estar poniendo toda la carne en el asador, tratando de evitarle todo tipo de dudas que contrariaran la marcha de su vida normal.
Pedro, comunicaba a sus hermanas y familiares de Claudine la nueva situación, que para no crearles alarma innecesaria, les decía estaba totalmente controlada. Sus hermanas estaban dispuestas a presentarse en Pamplona a poco que a Pedro no le disgustara.
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Fueron unos largos y amargos días, y en la soledad de su casa Pedro, que no encontraba consuelo, lloraba, se desesperaba, se desahogaba como una medida de protección que la naturaleza le aportaba ante situaciones de este tipo, investigaba, consultaba, pasando las noches la mayor parte del tiempo en vela, llegó incluso a contactar con su amigo Armando de la Fundación Jiménez Díaz a quien puso al día de lo que le sucedía, Armando a su vez se hacía cargo por lo que estaba pasando su amigo, entablaba videos llamadas con él, para de viva voz pulsar en qué situación se encontraba, lo comentó con los doctores del Centro que se interesaron en conocer en qué estadio se encontraba Claudine, con el fin de si podían echar una mano, solicitaban informes de sus colegas médicos y del tratamiento que le estaban aplicando, y dieron su aprobación sin paliativos, los métodos empleados era lo que en estos momentos se podía hacer en tanto no apareciera la famosa Vacuna, que salvaría infinidad de vidas.
El Rector de la Universidad, viendo por la situación que atravesaba anímicamente Pedro, le eximía de sus obligaciones, le propuso un receso en sus clases, algo a lo que Pedro se negaba, porque decía:
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— No puedo aceptar, sería cargar a otro profesor las asignaturas de los últimos cursos de carrera, cursos ya avanzados en los que se requiere una atención muy especial —
— Además está el trabajo de Laboratorio, que se encuentra en fase avanzada, mis alumnos y yo mismo, abrigamos grandes esperanzas en muy próximas fechas, y quién sabe si en un momento oportuno, consensuado con los doctores, podría llevarse a efecto un tratamiento experimental con mi mujer, pues efectos negativos tanto para ella como para la niña no existen, al tratarse de un fármaco a base de hierbas y especias de origen tropicales, cuyo resultado yo conozco en casos similares dieron fruto —
Y continuaba:
— Solo espero, que llegado el momento de esta aplicación, los doctores no crean se trata de una medicina alternativa, poco menos que la que aplican los herbolarios y la medicina llamada homeopatía, algo propio de hechiceros —
— No es el caso, y tampoco me voy a prestar a suministrar un tratamiento experimental a la persona que más quiero en este mundo, si existiera la más ligera duda de que el tratamiento en que estamos trabajando, fuera a producirle algún efecto secundario por pequeño que fuera, ni se me pasa por la imaginación —
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Fueron verdaderamente unos días que a Pedro le parecieron los peores de su vida, solo le animaba pensar una vez más para salir de esos momentos tan complicados, que: "No hay bien o mal que cien años dure" y de la misma manera que había terminado la reciente tormenta de verano desatada con todo su poderío, no tardaría mucho en solucionarse el estado de salud de su mujer.
Todos los días, y siempre que le era posible, visitaba a la enferma en el hospital, hoy le llevaba un ramo de margaritas, las flores preferidas de Claudine, porque estaba comprobando la mejoría progresiva que experimentaba su esposa y compartía con los médicos, que lo peor ya había pasado, unos días más y todo habría concluido.
Previniendo el momento del alta de Claudine, recordaba el ofrecimiento de sus hermanas para venir a Pamplona cuando les fuera requerida su presencia; pero a Pedro le parecía mejor, dada la proximidad local, llamar a su madre, que apenas tenía trabajo en Legorreta, los pocos nacimientos que se pudieran producir en el pueblo, actualmente eran atendidos desplazando en ambulancia a las parturientas a la Capital, de tal modo que Doña Carmen la Comadrona, había cambiado prácticamente su profesión por la de Practicante, y eso le permitía poder prescindir temporalmente sus servicios, que además eran atendidos en cualquier caso por un suplente,
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que visitaba los apartados y diseminados caseríos a diario, como hacía el Cura, decía Doña Carmen.
Para cuando se produjo el alta, esperado, de Claudine, en la casa ya estaba todo dispuesto para ser recibida, ramos de flores adornaban todas las estancias de la casa, la nevera repleta de alimentos, bebidas y lo necesario para no Andar con preocupaciones en un tiempo, la limpieza realizada a fondo por una Empresa Especializada en Limpiezas Domiciliarias de interiores, incluidas alfombras, cortinas, etc. Todo como le gustaba a Claudine, estuviera su casa en todo momento.
La presencia de Doña Carmen, emocionó a Claudine, que al ver su presencia en la casa, rompía a llorar diciendo:
— Por favor, que no quiero ser causa de tanto desajuste, que ya me encuentro bien y agradezco tanto mimo como me dispensáis. —
Tanto Pedro como su madre le decían:
— Mira, ahora lo que toca es atenderte en todo aquello que necesites para tu total recuperación, tu estado requiere cuidados las veinticuatro horas del día y quien mejor que uno de nosotros se haga responsable de tus cuidados —
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— Gracias, no sé cómo os podré pagar tantos desvelos y atenciones para con mi persona. —
A lo que respondía su marido:
— La mejor forma, es que te pongas del todo bien, que recuperes tu fuerza, que vas a necesitar no tardando mucho —
— También quiero sepas, que cuando se acerque el momento de tu alumbramiento, si quieres llamamos a tus padres, para nos acompañen en momentos tan importantes de nuestras vidas, toda la familia reunida —
Claudine se reponía, daba frecuentes paseos por el entorno de la casa, siempre en compañía de la maman (como ella llamaba a Doña Carmen), Pedro ya inmerso en sus clases y el Proyecto en busca de la Vacuna, con el ánimo sosegado, daba cuenta de los avances conseguidos y probados en animales, siendo felicitado por sus colegas y presumiendo sería, si no la panacea, al menos un paliativo muy a tener en cuenta.
Un buen día, las hermanas de Pedro eran recibidas en Estación de Ferrocarril de Pamplona, habían tomado un AVE y se personaron en la Ciudad a petición de su hermano, que veía como se aproximada la hora del parto de Claudine, no quería correr riesgos después de lo pasado recientemente y toda la
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ayuda, al menos presencial de sus seres más queridos era conveniente, otro tanto haría días después con los padres de su esposa, esta vez les pillaba más cerca el viaje…
En casa todo era una fiesta, pendiente del acontecimiento todos los miembros de la familia, se felicitaban por la buena idea que había tenido el matrimonio de reunir a toda la familia, la casa permitía holgadamente el alojamiento de todos, si bien solamente tenía una habitación de invitados, Celia, Ana y su madre, se habían ubicado en una habitación lo suficientemente grande para instalar tres camas y dejaron para los padres de Claudine la habitación de invitados, todos estaban tan contentos que a la hora de las comidas se convertían en una verdadera fiesta, que compensaba tantos momentos amargos como habían tenido que superar.
Ante la inminente fecha ya salida de cuentas en dar a luz, Claudine, para no correr riesgos fue ingresada nuevamente en el Hospital, aunque esta vez voluntariamente para ser atendida en el pre-parto con todas las garantías. Como pasaban las horas, sin que se produjera espontáneamente el parto y el feto no parecía tener interés en aparecer, tal vez el mundo que le espera no era el mejor de los escenarios posibles, los médicos decidieron provocar el parto, argumentando razones tales como:
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— Es primeriza, se ha cumplido el ciclo, acaba de pasar por dar positivo en Covid-19, ha sido tratada con fármacos en cantidades que han podido afectar al metabolismo de la paciente, así que la recomendación en estos casos en provocar el parto —
Pasadas las primeras horas de incertidumbres, todo salió bien, tal como estaba previsto, los parabienes se hicieron presente en el propio quirófano, Pedro era felicitado por el Equipo, la familia expectantes, saltaba de alegría y Doña Carmen, como no podía ser de otra forma se personaba en la Capilla del Hospital, para dar gracias, sobre todo a Santo Domingo Savio por su intercesión.
Dos días de especiales cuidados en el Hospital, recibida el alta y dispuestos a volver a casa, esta vez Claudine, Pedro y su "niña", la habitación del nuevo miembro familiar con todos los detalles habidos y por haber al punto, la alegría y la luz envolvían el ambiente, esta vez más que festivo por el acontecimiento.
Unos días de asueto, que al Rector le pareció oportuno que necesitaba Pedro, para atender a su familia y el feliz acontecimiento, le resarcieran de los malos ratos pasados, le proporcionaba a Pedro además tiempo libre para el relajo, la meditación y atender asuntos personales como era el diario de su padre, que tenía no olvidado, solamente aparcado, todas las personas tenemos como en un especial rincón donde sabemos tener pendiente algo por
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resolver; pero debido al temor a enfrentarnos, falta precisa de tiempo, necesidades de toda índole que dan prioridad, pero sabiendo que un día u otro tenemos que resolver.
Y ese día había llegado.
Pedro quiso empezar con pausa, sin prisas ir leyendo y asimilando lo que tanto tiempo había esperado el Diario. Abrió con reverencial emoción el Capítulo con el enunciado:
(Nota del autor): Este diario está fechado muchos años después de los hechos que aquí se relatan, lo que significa que no ha sido redactado en tiempo real, sino a posteriori. Además como ya he manifestado anteriormente, no tocaré ni una coma del texto original…
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«MISPRIMEROSAÑOS ESCOLARES»
"Cuando hube cumplido la edad escolar, asistía por primera vez a la Escuela del pueblo, acompañado de mi madre, jimplando, lloroso, con miedo. Me fui haciendo a la idea de que era lo que tocaba en ese momento de mi vida, la escolarización pública obligatoria, no se podía eludir, en mi casa donde abundaban los libros, no obstante que hubiera muchos libros no significaba que contara con conocimientos y cultura suficiente dada mi corta edad, por ese motivo y la dedicación de mi madre a mi educación me habían ido preparando para esta fecha tan significativa de mi vida. Antes también había asistido a lo que en el pueblo se llamaba "La Escuela de Los Cagones", una "Seño" generalmente viuda o soltera de solemnidad, prestaba sus servicios por una cuota mínima que a los padres ocupados en mil tareas domesticas y labores del campo les liberaba durante unas horas de la atención que los niños requeríamos a esa edad.
Ese día, el primero de Escuela, conocí a otros compañeros que por primera vez asistían como yo y también comprobaba iban casi arrastrados por sus progenitores, ninguno libremente, con rabietas, lloros y sonoros jipíos, manifestando su resistencia a separarse del regazo materno, la vida nos empezaba a
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dar señales de que no era un paseo de rosas. Dentro de la Clase, el resto de los niños una docena aproximadamente, sonreían a la vista del espectáculo que presentábamos los "nuevos", fuimos situados en los últimos pupitres, tal vez para no ser victimas propicias de los veteranos, en el Aula que al menos a mí, me parecía enorme no sé a los recién llegados, pasamos el primer día inolvidable de Escuela, la mañana se me hizo larga y angustiosa y no encontraba la hora de que se cumpliera el final de aquel suplicio, sabedor sin embargo de que a la puerta de salida estaría mi madre esperando a su polluelo y efectivamente, allí se encontraba mi madre en animada conversación con otras señoras, algo que a mí me parecía demostrar un desinterés por mi persona, yo esperaba ser abrazado profusamente por mi madre; pero eso no ocurrió, por primera vez en mi vida sentí un desconsuelo difícil de asimilar, en mi interior supe que yo no era el Centro del Universo, más bien un número más, como otros tantos.
En un principio, tal vez para no agobiar demasiado a los infantiles recién incorporados a la Escuela, solo se asistía por la mañana, poco a poco me fui haciendo al idea de que debía incorporar a mi vida la rutina diaria de ir a la escuela de nueve a una de la mañana de lunes a sábado, Solamente el Domingo quedaba libre de esta nueva obligación, que yo pensaba se había creado solamente para
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fastidiar, para ir enseñando a los niños los dientes de la vida, los sacrificios y sinsabores que deberíamos arrostrar el resto de nuestras vidas, a mí me parecía una crueldad que con el tiempo, y los años consideraba una dictadura impuesta por los mayores, un castigo que como supe después, era como un pecado original por haber nacido, un impuesto por vivir una vida que al fin y al cabo yo no había elegido, y alguien decidía por mí, era lo que los mayores llamaban: "Ley de Vida".
Pues menudo panorama se abría ante mis ojos, una fuerza interior me decía que tenía que rebelarme ante situaciones que yo considera injustas, y como la unión hace la fuerza en connivencia con otro niño de mis característica, comenzaba una incipiente amistad que duró por muchos años, él y yo iniciamos una campaña para "hacer novillos", en principio y para que no se notara mucho la ausencia, que por otra parte el maestro de turno le importaba un bledo, fuimos alternado la falta de asistencia a la Escuela al parecer a nadie le importaba, nadie echaba de menos nuestra presencia y tampoco era necesario que las madres nos fueran a buscar, ya éramos veteranos,
Ello propició el descubrimiento por mi parte de un Mundo desconocido para mí, eran mis primeros pasos de independencia, fuera de las "faldas" de mamá se abría ante mí toda una
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vida por descubrir, algo sospechado durante algún tiempo pero que ahora se ponía a mi alcance para verlo, descubrirlo, vivirlo y comencé a saber que existía una vida maravillosa, que la contemplación de los valles, ríos, árboles, pájaros, estaciones que me ofrecía el clima del pueblo, tan diverso, tan cambiante, y que poco a poco fui gustando lo que la Madre Naturaleza me regalaba cada día, que hasta entonces me habían pasado desapercibidos, ahora tomaban forma, vida y todo era maravilloso, empezaba a encontrar sentido a mi existencia, a pesar de ser anónimo ante mi familia enredada sin duda, en los muchos problemas que a mí me eran ajenos.
Cuando hube asimilado que la Escuela, sus enseñanzas, y los recreos servían para poco, mi madre me apuntó a la Catequesis de la Iglesia del pueblo, esto unido a las explicaciones del Evangelio, que el maestro trataba de explicarnos los sábados, dibujando en el encerado viñetas correspondiente a las Lecturas de la Misa de cada Domingo, me fue dando una culturilla y sobre todo un interés por las cosas de Religión, lo que me condujo a solicitar entrar a formar parte del Clero como monaguillo, hube de realizar una especie de cursillo, para lo cual me facilitaron una cartilla con las oraciones y respuestas que el monaguillo debería aprender de memoria y en latín para llegar a poder ayudar a Misa, previo examen que el sacristán de turno realizaba
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para la selección de acólitos. Comencé este cursillo, sin saber el significado de las respuestas al sacerdote en latín, aprendiendo de memoria las respuestas: "Ad Deum qui leatifica juvenentutem meam", el "Kirye"-"Cofiteor"-"Suscipiat" y mil jaculatorias o respuestas, que mi amigo de turno me decía eran el gorigori para ser monaguillo, por cierto a él no se le daba nada bien el aprendizaje de estos latinajos, que a mí no me parecía difícil.
Admitido como monaguillo en la plantilla eclesiástica, comenzaba para mí un nuevo ciclo de descubrimientos, un capítulo que iba templando mi vida, con las correrías por los tejados y bóvedas de la Iglesia, no había rincón o nido que se me resistiera, llegué a dominar los recovecos de la Iglesia como mi palma de la mano, fui adquiriendo las pillerías que se adjudican a los monaguillos y no gratuitamente al tiempo que aprendía el nombre de los ornamentos y vasos sagrados, todo esto iba configurando en mí algo más que un conocimiento del medio, era realmente cultura litúrgica, que más tarde me sirvió para ser el predilecto para ayudar a misa a los sacerdotes que en verano venían al pueblo y que me soltaban inesperadas propinas, por mi buen hacer.
Mi desarrollo se iba realizando paulatinamente en mi persona, sin apenas yo percibiera cambio alguno, cada día se abría
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ante mí un nuevo escenario, en la Escuela iba siguiendo el proceso normal de pasar de un curso a otro, cada vez que se incorporaban nuevos alumnos a infantil, por entonces había clases para niñas y clases para niños, de tal forma que el pase a otro curso se producía solo cuando el número crecía y se hacía necesario disponer de otras dependencias más amplias. Así fui terminando mis estudios digamos primarios y se hizo la necesidad, en opinión de mis padres, que entrara en la Escuela de Formación Profesional, entonces llama Escuela Elemental, me matricularon en la rama de madera, por ser el icono de la familia y porque en el pueblo había talleres y fabricas de carpintería y muebles de madera y el futuro, al parecer, andaba por ese camino y oficio.
Lo único que me interesaba del curso en el que entré como Oyente, no entiendo el porqué de esa denominación, era la clase de lectura, redacción y literatura, así como la clase de dibujo, lineal o artístico, el taller como tal, para mí estaba de más. Al término de la enseñanza la oferta se quedaba corta en opinión de mi padre, que quería para mí lo mejor y surge la idea de mandarme a un Colegio de la Capital, para cursar Bachillerato, en la familia nadie había cursado estudios que no fueran los impartidos en la Escuela del pueblo, y mandarme a estudiar fuera, con el coste y sacrificio que suponía para la familia, hizo que yo reflexionara y
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entendiera hasta qué punto debería sentirme no solamente orgulloso de esta elección, sino responsablemente comprometido a no defraudar a la familia por ello.
Cuatro cursos de Bachillerato Elemental, como entonces se llamaban, insuficientes para iniciar cualquier estudio superior, debido a la interrupción por la causa principal de la muerte temprana de mi padre.
Pasados, que no superados, los días del fallecimiento, ya no podía continuar los estudios y entré de aprendiz en un taller de fabricación de muebles, a trancas y barrancas, por mi rebeldía, fue aprendiendo mal que bien el oficio de ebanistería, que me serviría para ir integrándome en los ámbitos diferentes del pueblo, que había perdido debido a mis años de internado.
Pero el destino quiso que un señor dueño de la Fábrica de paños, donde trabajaba mi madre y mi hermana mayor, se ofreciera a concederme una beca de estudios para no abandonar la disciplina y el hábito que en los años de estudios había adquirido.
De ello hablaré más adelante, pues París bien vale una misa, antes paso al siguiente capítulo por llamarlo de alguna forma de este diario.
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«AMORES DE PRIMAVERA»
Con diez y seis años recién cumplidos, sin oficio ni beneficio, mis escarceos amorosos, eran más bien escasos, por no decir ninguno. Sin embargo, me picaba la curiosidad cada vez que veía cruzarse en mi camino a una niña, con trenzas morenas, terminadas en un lazo azul, con un botijo fijado en su codera se desplazaba a por agua a una fuente pública en el itinerario que me conducía a mi taller donde estaba de aprendiz, mi cuerpo manifestaba .un no sé qué, cada vez que la veía, me costaba trabajo alejar mi mirada de sus andares cadenciosos y cimbreantes de su esbelta y espigada figura, no comprendía el estado de azoramiento que me producía solo con verla, era combustible para alimentar mi llama durante todo el día y yo me preguntaba:
— ¿Me estaré enamorando? Y me respondía inmediatamente, tal vez…—
Me hice amigo de una pandilla aunque la edad de mis compañeros era superior a la mía, con ellos aprendí, entre otras muchas cosas, que si me apuntaba al Centro de Acción Católica de la que ellos eran militantes, tenía más posibilidades de relacionarme con chicos y chicas de mi edad, algo que debido a mi ausencia del pueblo, había quedado relegado a segundo plano El Centro Parroquial era un caserón antiguo donado por una señora
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ricachona del pueblo para uso y disfrute de los niños más necesitados, disponía de Biblioteca, Revistas, futbolines, pingpong, ajedrez y mil entretenimientos variados, así como un Cuadro de Teatro Artístico que de vez en cuando reproducían Obras para el público en el Teatro del pueblo.
Así que me apunté y entré cono Aspirante. Asistía a las Asambleas y charlas que el Consiliario, el cura del pueblo, nos daba frecuentemente como formación de Catequesis cristiana a la que asistían tanto chicos como chicas y mira por donde, allí estaba ella. ¡Había merecido la pena apuntarse!, el furtivo cruce de miradas, el cuchicheo con sus amigas próximas a ella, me hizo comprender, que yo tampoco había pasado desapercibido para ella, las féminas tienen una intuición especial, un sexto sentido para estas cosas y ella no podía ser menos. Cuando la vi más de cerca y pude contemplarla sin prisas, encontré en sus ojos azules, una mirada límpida, sincera, muy natural, sin dobleces quedé prendado des encantos naturales y a partir de entonces ya nada fue igual..
¿Pero, me daba miedo manifestarle abiertamente mi interés en ella?
¿Cuándo me iba a decidir de forma abierta decirle que para mí, era lo más, que estaba constantemente pensando en ella,
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imaginándomela en todas las situaciones posibles?
Había pasado a ser lo más importante para mí en aquel momento, fiebre de verano me decían mis amigos, cuando me escuchaban hablar de ella sublimando su persona, poco menos llegué a ponerla en los altares. Era consciente que tenía que dar un paso más, si no querías que alguno me la pisara pues estábamos en una edad peligrosa en la que las decisiones si no se toman a tiempo, el tren ya no vuelve a pasar. No quería dilatar en el tiempo esta declaración de amor que sentía por ella, sin saber si ella sentía otro tanto por mi persona; pero no encontraba la manera de coger el toro por los cuernos y aprovechando, como suele decirse que el Pisuerga pasa por Valladolid, se estaba ensayando una obra de teatro por parte del Grupo Artístico de Acción Católica y me enteré que un participante había caído enfermo y se buscaba un suplente, sin saber nada acerca de la obra, me presenté al Director y le dije si yo podría ocupar el puesto vacante del frustrado interprete, fui admitido y mi esperanza era comprobar si con todos los días de ensayos me sería posible ver a la persona que me quitaba el sueño, lo de menos era el papel que me tocaba interpretar, que además era poco relevante, mi interés estaba en otra esfera muy diferente.
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Vano fue mi propósito, pues me entré por una amiga de mi amor platónico, que ella sí formaba parte del elenco de la obra, pero que Su amiga era alérgica a cualquier cosa que fuera pública, que su timidez le impedía formar parte del grupo a pesar de que varias amigas que sí estaban integradas, sin embargo este contacto me permitió saber más de ella, se llamaba Toñi, para las amigas (Antonia), era graciosilla en el grupo; pero de aparecer en público ni hablar, fui entablando amistad con su amiga Pepa; fui conociendo cosas de mi interés y sobre todo pulsar a través de Pepa, si ella Toñi se había percatado de mi interés casi enfermizo por ella, Pepa me aseguraba que estaba por mis huesos y eso para mí fue más que suficiente, que tal vez no manifestara públicamente su enamoramiento pero a Pepa le constaba existía. Y de qué manera, todo el día se pasa hablando de ti, me decía, lo que me llenaba de satisfacción comprobar de primera mano que mi elección no había caído en saco roto. A propósito, ella, Pepa, estaba saliendo de manera informal con un dependiente de un comercio, donde prestaba su labor de mozo de recados y si me parecía bien, me proponía que saliéramos juntos las dos parejas y así sería más fácil mi declaración a Toñi. Debió notar mi indecisión y quería también por su propio interés echarme una mano.
Naturalmente, a mí me parecía todo "miel sobre hojuelas", así que el acercamiento
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por mi parte con tantas facilidades a mi alcance se producía de esta manera:
Eran los días de Pascua, en el pueblo existía la costumbre de pasar dos o tres tardes de merienda en el campo, se preparaban columpios en los grandes castaños del entorno por parte de los chicos, para facilitar la diversión a sus respectivas parejas, se jugaba a diferentes juegos florales y divertidas costumbres donde se juntaban chicos y chicas que se sabía tenían interés en consolidar la amistad poco menos que incipiente, a mí me lo había puesto a huevo, Toñi se divertía con sus amigas, jugaban al corro de las patatas, a la gallina ciega, cuadros que me recordaban a las pinturas de Goya, según estaban bailando se iban incorporando al juego chicos que buscaban el acercamiento de su pareja favorita, esto estrechaba aun más la relación, así que un momento dado pase de ser mirón a formar parte del juego, me acerque a Toñi, la cogí de la mano, sentí un temblor en todo mi cuerpo y nos deslizábamos en corro como por el infinito, ahora sí, al menos no había sido rechazado por ella, me aceptaba como pareja de juegos, eso para mí significaba mucho, Pepa y su pareja, el mozo de comercio, también juntos, seguían el juego y en un descanso surgió lo por mí nunca imaginado por la improvisación que a mi entender tenía el asunto, pero que sin duda todo estaba previsto por parte de las chicas, era la hora de
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compartir la merienda con algún chico de su interés lo que confirmaba una relación, casi un noviazgo.
De pronto pude oír las más sonoras y poéticas palabras acariciando mis oídos por parte de Toñi, que dirigiéndose abiertamente a mí decía:
— ¿Oye, quieres venir a merendar con nosotros, vamos a tomar algo, ahí junto a la fuente, en ese espacio verde del monte?—
— ¡Claro!—
Contesté de inmediato, no daba crédito, me parecía algo mágico, milagroso, daba gracias a las alturas, por fin mi sueño se estaba realizando más fácilmente que la película que me había montado, y además a mí me pareció que salió espontáneamente de ella sin influencia al ver que Pepa y acompañante ya estaban de camino a la fuente. Y en un acto de cortesía le dije:
— ¿Me permites? —
Cogiéndole la cesta en la que llevaba la merienda, hornazo de la tierra, dulces típicos, perrunillas, mantecados, magdalenas, cocos, queso, jamón etc., también un termo con gaseosa, agua no hacía falta llevar, había suficiente en los dos caños de la fuente que
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manaban abundantemente durante todo el tiempo
. Aprovechando el momento propicio, le dije:
— Me llamo Pedro, supongo que ya me conoces, espero que esta amistad que ahora empieza dure por mucho tiempo —
Toñi dice:
— Eso el tiempo lo dirá, si te comportas como es debido, cuenta también con mi amistad, aunque dicen en mi casa que todavía soy muy joven para eso de noviazgos —
Yo quede un poco confuso como en shock, pues no había insinuado nada de noviazgo, así nuevamente creyendo era el momento de afianzar mi encuentro me apresure diciendo:
— Mira Toñi, para mí lo de hoy es más que suficiente, ardía en deseos de manifestarte lo que siento por ti, no me atrevía a dar el primer paso, pero Pepa y lo de hoy me ha facilitado poder decirte, que aunque lo nuestro todo parece estar en el aire, espero con el tiempo esta amistad se vaya consolidando y aspiro a algo más que solo eso, quiero compartir contigo mis días. —
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Creo que con estas manifestaciones todo quedaba en su sitio y mi declaración oficial se había producirlo, sin apenas pretenderlo, pero encantado de haber pasado este trámite y con nota.
Toñi decía:
— Mira, ahora lo que toca es merendar, espero te guste lo que traigo, pues no esperaba tener que compartir y tal vez me haya quedado corta —
¿Corta?, Pero si allí como del sombrero de un mago se tratara, empezaron a salir pitanzas a cada cual más apetecibles:
Un trozo de jamón curado, de lo mejor de la pieza del centro del mismo, un taco de queso curado casi un cuarto de la pieza para compartir con al menos seis personas, una esplendida tortilla de patatas de aspecto jugoso compuesta de varios huevos y en un recipiente cerrado, ahora se llamaría táper, unas lonchas de lomo adobado con pimientos fritos, trozos de salchichón casero ya cortados, chorizo rojo, todo un espectáculo para los sentidos.
En un mantel de cuadros , tendido sobre el verde césped del suelo, ese monumental collage, se presentaba ante mí de manera insospechada y además comenzaba el intercambio de distintos manjares con Pepa y
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compañeros que presentaban sus mejores galas, era como una competencia sana por saber quien presentaba lo mejor de las meriendas y conseguir el aplauso de los presentes. Poco a poco fuimos dando cuenta de las pitanzas, acompañadas por tragos de las botas de vino de los grupos que iban de aquí para allá, sin tregua, ¡Hay que acabar con todo! Decía una voz anónima animando a la bacanal, como si hiciera falta alguna, todo estaba delicioso, preparado con mimo y eso se notaba, para mí que tanto Pepa como la propia Toñi se habían puesto de acuerdo y contaban con la presencia de sus improvisados invitados, al menos eso era lo que yo quería pensar.
Aun quedaban dos días más de Pascuas, la merienda se repitió estos dos días de igual manera que le primero, la mistad ya muy parecida a un noviazgo se estaba sellando, por la noche asistíamos a la verbena de la plaza del pueblo a la vista de los padres que vigilaban muy de cerca con quién alternaban sus hijas, nosotros procurábamos intercambiar lass parejas, primero para comprobar si sus padres percibían que no siempre se bailaba con la misma y después para que estos cambios no fueran motivo de distancia entre quienes ya consideraban en propiedad a su novia, todo ello iba adquiriendo carácter casi oficial, sin embargo Toñi permanecía fría y como distante, al menos a mí me lo parecía, no se encontraba totalmente a gusto y a mí me causaba
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preocupación, lo hable con ella, le expuse claramente mis intenciones y me contestaba que en su casa poco menos que no les parecía bien se enredara en relaciones tan joven, algo que me tranquilizó, pues si era esa la causa, habría que ir poco a poco hasta que el tiempo situara definitivamente la relación.
Pero mi vida, no estaba consolidada ni muchísimo menos, mis escarceos por los talleres de ebanistería, apenas me llenaban ni producían satisfacción alguna, me decía permanentemente que aquello no era para mí y como queda dicho anteriormente, me planteaba aprovechar la oportunidad ofrecida por el Jefe de la Fábrica de paños, donde trabajaban mi madre y mi hermana, a mí me parecía un pecado que mientras ellas colaboraban al sostenimiento de la casa, yo como un señorito siguiera mis estudios, que por otra parte no me servían de nada pues con Bachillerato Elemental no podía acceder a cursar una carrera.
La solución venía por cursar los dos años que me faltaban para el título de Bachillerato Superior, mi Libro escolar solo contaba con los cuatro cursos preceptivos de Bachillerato Elemental y había que cumplimentarlos con dos cursos más, si se pretendía acceder a la Universidad.
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Dicho y hecho, me matriculé por libre en un Instituto que permitía esta modalidad y entregándome en alma y cuerpo pude conseguir aprobar los dos cursos que me faltaban en un año, incluido el examen de COU (Curso de Orientación Universitaria), que realice en Septiembre. Con mi acceso a la Universidad, me planteaba la opción más pertinente y que mi nota media me permitiera elegir carrera, me incliné por Medicina, era una cuestión vocacional , siempre me atrajo la idea de curar enfermos y me matriculé con el pensamiento puesto en la medicina, en cualquiera de sus modalidades,
Hubo que buscar Pensión en Santiago de Compostela, la Universidad más próxima a mis aspiraciones, la Facultad de Medicina de Santiago, gozaba de mucho prestigio y mi responsabilidad para quien era mi protector consistía en no defraudarle, desde el primer momento me hice la firma promesa de aprovechar el tiempo, faltaría más, sacar las mejores notas posibles y si era preciso buscarme algo que ayudara a mi mantenimiento en una pensión donde entre de pupilo a un precio más que ajustado gracias a la intervención de mi amigo Eugenio, con quien comenzaba curso que se prestaba a compartir habitación conmigo.
(Nota del autor):
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Pedro a medida que iba penetrando en el misterioso diario, descubría que su padre entre otros atributos, disponía de una memoria receptiva, que sin duda habían ido configurando su personalidad y su forma de vida, de ahí la cantidad de detalles y datos de su vida, que de otra forma habrían quedado en el olvido más absoluto.
Comprobaba una y otra vez, lo que tantas veces había supuesto acerca del comportamiento de su padre y estaba aún por el tercer capítulo de esta fascinante historia de la vida de su padre.
Estaba llegando a la conclusión del porqué su padre no "daba puntada sin hilo", siempre medía los pasos de su vida hasta el extremo de calcular lo que sería su futuro, mil veces se había propuesto seguir los pasos de su padre y se daba cuenta que estaba a cien años luz de conseguirlo, pero desgranado estas páginas, sagradas, como un sacramento decía Pedro, estaba en el buen camino y esperaba se hiciera realidad el dicho "De tal palo, tal astillas"
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«MIS AÑOS DE
ESTUDIANTE»
Existe una leyenda, negra, acerca de los estudiantes y más concretamente de los estudiantes de medicina, en Santiago cuna de estudiantes que no tienen prisa por terminar la carrera, simplemente les va permanecer sine die siendo estudiantes de medicina, eso mola mucho entre las chicas, pertenecer de por vida a la tuna compostelana de fama internacional, compuesta por más que talluditos veteranos estudiantes de medicina y derecho, un ir pasando los años a base de repetir cursos una y otra vez, formar parte de los llamados estudiantes "calavera", seguramente les viene dado el nombre por su alopecia con el devenir de los años, una vida en la que los hijos de papá, hacen buena esta leyenda que coincide plenamente con la Obra Literaria "La Casa de la Troya" de Alejandro Pérez Lugín, en definitiva el antónimo del comportamiento ejemplar de Pedro un plus para quienes optaban por aprovechar la oportunidad de estudiar una carrera y no, estudiantes forzados por sus padres a cursar una carrera lejos de su entorno y ciudad, convivir en una pensión compartiendo mesa y mantel con otros compañeros, en definitiva una vida si se quiere "muelle" pero de poco recorrido y menos alcance.
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No era este mi caso, sí las condiciones obligadas por mi estrecha economía de compartir pensión con Eugenio, a él le ocurría otro tanto. Fuimos ambos creándonos una necesaria estrecha amistad, compartíamos apuntes, libros de texto y nos fuimos sincerando con el tiempo uno con el otro. Las confidencias en el terreno amoroso, la fluida correspondencias de nuestras respectivas novias, algún que otro billetito entre las cartas, que nos permitían darnos un pequeño homenaje gastronómico y un poso de sinceridad que nos fue uniendo cada vez más en nuestras comunes cuitas.
Nos proporcionamos, hacer de Practicantes (sin título) en clínicas si no clandestinas, al menos un tanto oscuras, yo me sacaba algún dinerillo poniendo inyecciones a domicilio a través de una Institución benéfica, y amparado por mis estudios de medicina, que al parecer del Director de la misma no era intrusismo, al tiempo de sacar un dinero a mi maltrecha economía, me permitía estar ejerciendo de lo mío, tratar con enfermos de primera mano. Mi amigo se colocó por horas en un Estudio de Pintura, en la que solicitaban modelos para posar ante una caterva de marujas y más de un tipo amanerado de dudosa conducta masculina y cobraba dinero contante y sonante, lo que nos permitía a él sobre todo, y a mí de rebote, una holgada vida como estudiantes cuando lo normal es que nos
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encontráramos a dos velas un día sí y otro también.
Pero la fortuna nos quiso sonreír, a mí sobre todo, el Profesor de Patología Clínica de mi curso, me nombraba ayudante, con lo que poco menos el aprobado estaba más que garantizado, decía que debido a mi interés en el estudio sobre todo de Patología Pulmonar, quería colaborara con él en dicha asignatura, ello me permitió además de estar presente en alguna autopsia, adquirir unos conocimientos muy especiales que en la clase solamente eran de carácter general, nunca especializados e iba marcando mi tendencia que como médico ya florecía en mí.
Los cursos avanzaban, las asignaturas se hacían cada vez más difíciles y la atención tenía que ser máxima, estaba correspondiendo con ello y demostrando mi agradecimiento a mi tutor benefactor que mantenía contacto con la Secretaría de la Universidad, siguiendo el curso de mi carrera y mis notas ecdémicas, que la verdad eran francamente envidiables. Fueron cuatro años muy felices, interrumpidos por mi incorporación al Servicio Militar, la famosa mili, que tronchaba más de una carrera.
A mí en la mili, me toco a La Marina, ello me permitía continuar con mis estudios, gozaba de permisos muy frecuentemente y
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favorecía mis valoraciones y exámenes de modo que lejos de perder el ritmo de estudio, fui realizando lo que se llamaban Milicias Universitarias, combinando los deberes militares con la asistencia a la Universidad, llegue a ser nombrado Alférez de Complemento y junto con el Capitán Médico de mi compañía, me fui confiando y realizándome como médico asistente, con las debidas autorizaciones de mi superior, el mantenimiento y estancia en el Cuartel, me permitieron ahorrar el pago de la pensión, lo que me daba alas para salir libremente y ver un poco la vida entre bambalinas.
En más de una ocasión, mi Capitán me proponía entrar de forma definitiva a formar parte del Cuero Militar como Médico, mis aptitudes y vocación, según su criterio gozaba de toda su confianza para elevarme al cargo, no quise desairarle hasta terminar mi carrera; pero mi idea no estaba anclarme en el Ejercito, antes debería formarme totalmente como médico, para lo cual, realice las debidas instancias para entrar como MIR en un Hospital de la Capital, en Madrid.
No era para nada fácil conseguir una plaza de MIR (Médico Interno Residente) en Madrid, las exigencias académicas, por fortuna en mi caso eran espectaculares lo que me permitía abrigar esperanza de poder elegir especialidad, plaza y hospital.
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Afortunadamente mi solicitud fue aprobada y pude elegir el Hospital de Día Quirónsalud de Alcalá de Henares, en Medicina General por ser lo que más me ilusionaba llegar a ser Médico de Familia. El motivo de elegir este Hospital y no otro dentro de la almendra de la Capital, no fue uno solo, fueron varios. Huir del la masificación de los grandes hospitales, saturados hasta la bandera, vida más apacible, casi pueblerina, pensión y alojamiento más económico que para mi maltrecho bolsillo era más asequible, etc. al fin y al cabo yo llegaba poco menos que de una aldea provinciana como era Santiago de Compostela y muy parecido a Alcalá de Henares, centro Universitario de primer orden, monumentos y memoria histórica, Villa Cervantina y lugar de grandes figuras salidas de la Universidad Complutense.
Estaba encantado con mi nuevo destino, no es que me proporcionara desenvoltura económica, pues el sueldo no había alterado mi pecunia que era tan precaria como siempre, aunque mis satisfacciones personales en cuanto el ejercicio médico me proporcionaba grandes momentos de satisfacción, ejercía con total libertad en la asistencia a los ingresados, gozaba del beneplácito de los doctores en las distintas especialidades que me tocaba colaborar y fui adquiriendo una profesionalidad muy apreciada por mis
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superiores que valoraron mi trabajo con muy buena nota.
Sin embargo, no me encontraba ubicado, pese a mi éxito y buena reputación que fui adquiriendo en el hospital, me parecía estar interpretando un papel en una representación teatral, pensaba era un puro y simple trámite para lograr una plaza de Médico de Familia en algún lugar perdido, esa era mi verdadera vocación y ello me animaba a seguir luchando hasta conseguirlo.
En el Hospital, todo era trabajo, guardias y más guardias, los MIR sabíamos que siempre nos tocaba lo peor de la tarta, era necesario pasar y recorrer un camino de cara a un objetivo, muchos compañeros tiraban la toalla, incapaces de aguantar, no solo el trabajo que era mucho sino ciertas discriminaciones y trato por parte de los superiores que pese a las advertencias de los mandos sindicales se producían a diario. Cada cual se buscaba la vida lo mejor posible sabores de que era una situación transitoria, una ocasión de oro para poder practicar la medicina con medios adecuados y sometidos a una constante vigilancia que coartaba la libertad de acción, no era este mi caso yo gozaba de la aprobación de mis superiores y en las reuniones se tenía en cuanta mi opinión y era escuchado con atención por parte de los profesores que descubrían en mí una autoridad
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poco frecuente para mi edad; era lo que mi tutor me comentaba un día tomando un café en el bar, me decía que había adquirido un prestigio que permitiría sacar plaza donde me propusiera, algo que me lleno de alegría, pues ya estaba cansándome de la vida errante por la que estaba pasando.
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«EL AMOR DE MI VIDA, MI COMPAÑERA»
Una rubia, que en el Hospital se estaba "·curtiendo", en labores de Enfermera, se cruzó en mi camino, alta, esbelta, guapa, con una sonrisa que dejaba ver unos dientes preciosos debidamente alineados y capaz de calmar el peor de los dolores con solo mirarla, una placidez en su cara que manifestaba la limpieza de conciencia de que gozaba, era un ángel de la guarda, en opinión de los pacientes que trataba, un bálsamo para las heridas del alma, según el sentimiento de otros.
Al principio tal vez por las múltiples y variadas funciones tanto de ella como mías, apenas habíamos coincidido vis a vis, pero el día que por azares de la vida me la encontré en el ascensor, ella frente a mí, con el resto de personas que atestaban el ascensor, casualmente nos miramos a los ojos al unísono seguramente por la inevitable proximidad, una corriente agradable hizo presa en los dos, salimos en la misma planta, yo me dirigí a ella:
— Hola, ¿Cómo te llamas?...—
— Me llamo Pilar, ¿Y tú…? —
— Pedro, Doctor Osorio, me conocen por aquí todo el mundo…—
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— Pues no te había visto antes…—
— Llevo tres años y estoy a punto de terminar el MIR. —
— Mira tengo guardia, si quieres podemos tomar un café y hablamos—
Ella contestó:
— Pues ahora no puedo, pero espero habrá ocasión —
— Bueno eso espero, pues quiero conocerte mejor, si tú me lo permites—
— ¡Claro! A mí también me interesa conocerte, me caes bien —
— Bueno, pues en eso quedamos, ¿Por cierto dónde podré dar contigo?—
— En Quinta Planta es donde más tiempo estoy, como enfermera de quirófano, preguntas por Pilar González y te dirán… —
A mí, me parecía se me escapaba como una trucha de las manos e inmediatamente le dije:
— Toma nota de mi "Busca" y me das una llamada y así quedamos, ¿Vale…?—
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Este detalle improvisado, llevaba implícita la casi obligación de Pilar, de volver a tener un encuentro, al menos telefónico, conmigo, creía haber dado con una perla en medio del océano que suponía el ir y venir constante de médicos y enfermaras de un gran Hospital y no se tenía tiempo para escarceos amorosos sin tan siquiera de manera accidental, menos puntual como parecía ser esta. Ya mis días comenzaban a no ser tan áridos, me alentaba la idea de volver a encontrarme con Pilar y mi teléfono esperaba con ansiedad se produjera la ansiada llamada.
Y ya creo que se produjo la llamada, era ella Pilar que me decía más o menos, pues recuerdo la primera llamada con todo detalle:
— Tengo una hora libre, y si quieres podemos tomar ese café aplazado en el tiempo —
Rápidamente, sin comprobar si me era posible o no, eso ya se arreglaría, le conteste:
— Como no, ahora mismo me voy a la Cafetería y nos vemos —
Yo no sabía si tendría en esta primera cita manifestarle mi interés, llevándole por ejemplo un ramo de flores o algo que no fuera un simple encuentro, sin más, pero tampoco me parecía bien hacerle esperar, así que tome un
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muñequito de mi escritorio que me habían regalado en alguna ocasión, era un juguete con la imagen de un médico con su bata y el estetoscopio al cuello , con el que una niña a la que atendí en un posoperatorio un tanto complicado, durante varios días y quiso agradecerme de esta manera mis obligadas atenciones.
Me personé lo más rápido que pude en la Cafetería, no quería que ella llegara antes y tuviera que esperar mi presencia e interpretar como desidia o poco interés mi tardanza, afectivamente cuando puse pie en el Bar de Médicos y Personal Sanitario, ella aún no había llegado, ya se sabe que las mujeres prefieren hacerse esperar, pedí me sirvieran un vermut en una mesa un tanto alejada y a esperar… De pronto salió el sol, ella aprecia con su bata desbotonada, dejando ver un precioso vestido tipo pichi amarillo, que jugaba a su favor con su melena rubia y sus ojos azules que,
¿A quién me recordaba…? ¿A Toñi…? ¡Ah sí, sí, claro! a, mi primer amor de primavera, ya olvidado…
Al principio de la animada charla, todo eran incógnitas por parte de los dos, lo que sí quedaba claro desde a partir de ese momento era que nuestro encuentro, un tanto fortuito, no había representado un encuentro más, había
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prendido en nosotros algo más que un simple flash y buena prueba era el momento que se estaba produciendo, el momento que tanto ella como yo aprovechábamos para entrar en detalles, de la necesidad de conocer pelos y señales de la vida de cada uno. Se hizo necesario quedar en otra ocasión con tiempo por delante, en otro lugar que no fuera el del trabajo y yo lo dejé en manos de Pilar, para no atosigarla demasiado. Todavía no conocía sus apetencias en el terreno culinario, cultural o artístico como para insinuar ir a comer o al cine, teatro etc., Cuando hubimos terminado las consumiciones, yo le acompañé hasta la Planta Quinta con la cortesía que correspondía a su llamada. Esta vez era yo quien le llamaría para indicarle mi interés por la continuidad en nuestra relación. De pronto me acordé del muñequito, y sin más le dije:
— Ah, se me olvidaba, te he traído este entrañable recuerdo para mí, que una niña me regaló, quiero lo tengas tú, como recuerdo de nuestra primera cita (médica)…
Con una sonrisa que me paralizaba Pilar dijo:
— Gracias, pero no creas se me olvidará, así como así,
— Por cierto, no sé si te has dado cuenta la expectación que ha despertado tu
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presencia en la Planta, he notado cuchicheos en el sentido de "Mira Pilar, ya ha ligado"·… ¡Envidia!—
Yo me retiré henchido de satisfacción, con mi ego por las nubes, planificando nuestro próximo encuentro que se produciría más pronto que tarde.
El tiempo transcurría en el hospital y en mi vida, sin grandes sobresaltos, eso sí con la omnímoda presencia en mi pensamiento siempre puesto en Pilar, ¡Qué suerte haberme cruzado con ella!, ¿Sería un pasatiempo más…? ¿Tal vez para ella uno de sus, sin duda, múltiples ligues, como insinuaban sus compañeras de Planta…? Pues habrá que averiguarlo, me decía yo con insistencia, así que le llamé nuevamente a penas pasadas unas horas, invitándola en su día libre, a lo que quisiera, dejando en su mano la decisión final, ella me contestaba que le diera un tiempo y me llamaría…
No pude aguantar más tiempo e insistiendo, llame:
— ¿Pilar? ¡Hola soy Pedro!, —
— Quería proponerte ir a cenar a Madrid a un sitio que conozco muy discreto a la vez que romántico—
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— ¿Qué te parece?—
Se produjo un elocuente silencio, esperado por mí…Y contestaba:
— Bueno, y ¿qué día sería…?—
— Eso lo dejo en tu mano, yo puedo librar cuando quiera, no sé tú…—
— El Jueves, ¿te viene bien?—
— Perfectamente, ya estoy reservando para el jueves,
— ¿Te parece bien a las nueve?—
— Perfecto, en eso quedamos —
— Por cierto tendrás que darme tu dirección para ir a buscarte —
—Sí, claro vivo en la Residencia Universitaria Lope de Vega, con otra compañera también Enfermera, allí llevamos más de tres años, desde que vinimos al Hospital —
— Por cierto, le dije, yo vivo en Puerta de Madrid —
— Muy bien pues a eso de las 7:30 a 8:00 de la tarde voy por ti —
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Me apunte bien el día y hora, no me fuera a pasar desapercibido tan metido en mi trabajo como siempre estaba, aunque en esta ocasión sobraban todas las alarmas y recordatorios, pues era parte fundamental de mi vida, ella Pilar…
Este encuentro, sí fue bien planificado, reservada hora y día en el Restaurante "La Primera"· en plena Gran vía de Madrid, con mis mejores galas, una caja de bombones y en un taxi me presenté en la Residencia Universitaria Lope de Vega, le dije al taxista esperara un momento, entre en el recibidor del recinto, en el mostrador donde un uniformado empleado atendía le dije:
—Por favor podía avisar a la Señorita Pilar González—
—Sí, ¿de parte?—
Yo en ese momento, no me atrevía a decir, de su novio y dije, Doctor Osorio…
Pulsó un teclado y me dijo, un momento ahora mismo baja…
Unos instantes después , que a mí me parecieron eternos, se abría el ascensor y allí apareció ella, con un vestido precioso color granate, con pedrería adornando el escote, vuelo a media pierna y con unos tacones
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discretos pero que realzaban aun más su figura, un más que protocolario saludo, que dejo impreso en una de mis mejillas un beso angelical ,me causaba un azoramiento de primerizo, le entregué nervioso la caja de bombones que ella agradeció depositándolo en el mostrador al conserje diciendo: Juan, por favor, guárdame esto por ahí hasta mi vuelta, nos dirigimos al taxi que esperaba, y yo cortésmente, como en las películas, le abrí la portezuela trasera, ella se acomodó y yo me di la vuelta para ocupar el asiento contiguo entrando por la otra puerta. Las furtivas miradas en uno y otro sentido, rompían la tensión del momento, y la conversación comenzaba a ser fluida entre ambos.
— Espero te guste el sitio donde vamos, le dije, a mí me causó una gran sorpresa, con ocasión de la celebración de un encuentro con médicos de países sudamericanos después de asistir a un Congreso—
— Espero de tu buen gusto, contestaba Pilar, no tengo costumbre de ir a sitios así, siempre con mis amigas o compañeras, alternamos en los muchos sitios de Alcalá bares, tabernas y hostales de comida casera, donde fuera de protocolos pasamos horas de expansión para aparcar, que no olvidar, las muchas horas de servicio a veces agotadoras—
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Instantes después nos encontrábamos en la Gran Vía madrileña, entramos en el local, un metre de sala nos acompañaba hasta la mesa asignada, había bastante gente en el local, sobre todo parejas, tomamos asiento mientras una relajante música ambiental inundaba de paz el sitio. Pilar, yo advertía sin que ella se diera cuenta que vigilaba su impresión a cerca del restaurante, disfrutaba observando las majestuosas instalaciones, la decoración y la distribución de las mesas, los rincones discretos casi privados, un largo salón anexo para celebraciones numerosas, la iluminación, todo… Yo notaba estaba un tanto ensimismada y sacándola de su abstracción le dije:
— Bueno, ¿Qué te parece?—
—Pues muy bien, ya contaba con ello, pues por poco que te conozco he descubierto eres una persona de buen gusto y finos modales—
Nuevamente yo no sabía cómo corresponder a tanto elogio hacia mi persona y le solté, tal vez una cursilería imperdonable diciendo:
— Nada comparado con lo que tú mereces—
Supongo que Pilar entendió, era un cumplido, pues aún no tenía yo suficiente
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conocimiento de su persona, como para decir aquello, que se notaba era por pura cortesía.
Una vez relajados, con un cóctel de entrada, costumbre o atención de la casa, mientras hojeábamos la Carta, ella me solicitaba ayuda para elegir aquello más propio del menú, las recomendaciones del Chef, y como yo era conocedor y tenía experiencia, mis recomendaciones se hicieron necesarias.
Yo le animaba a probar platos que eran estrella del Restaurante y se dejó llevar por mi criterio a la hora de pedir. Una vez transcurrida la cena, que resultó todo un éxito en el más amplio sentido del término, nos desplazamos hasta la Azotea del restaurante, allí ya fue el colmo de la felicidad, en unos butacones de ensueño propios de las Mil y Una Noches, con el Madrid más lujoso de la Gran Vía a nuestros pies, nos tomamos uno, dos y hasta tres cocteles especiales de la Casa. Ya bien entrada la noche, nos disponíamos a volver a nuestras residencias, esos sí, había quedado consolidada nuestra amistad y nos prometimos volver a repetir la experiencia.
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«OPOSICIONES PLAZA
MÉDICO RURAL»
En el tablón de anuncios del Hospital, se ponía en conocimiento de los interesados, las próximas Oposiciones para optar por una plaza como Médico, fijo como Funcionario de Carrera, en un sinfín de localidades del País. Yo me dije que "La Ocasión la pintan calva", e inmediatamente comencé a preparar toda la documentación y solicitar los formularios, un largo papeleo para presentarme a estas Oposiciones, por cierto, nunca llegué a comprender por qué se llamaban Oposiciones, era una palabra poco menos que negativa, al fin y al cabo era para lo que había estado aguantando todos estos años como MIR, había llegado el momento, lo comenté como no podía ser de otra manera con Pilar, pues al fin y al cabo era algo que podía dar al traste con nuestro ya manifestado emparejamiento.
En otro de esos románticos encuentros, cada vez más íntimos y frecuentes, le exponía a Pilar mis intenciones:
— Cariño, si alguna cosa he estado esperando con el máximo interés por mi parte, en lo que se refiere a mi profesión y a mi futuro, ha sido la Convocatoria a Oposiciones
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para plaza de Médico de Familia, es algo a lo que siempre he aspirado, tal vez porque yo soy de pueblo y también por agradecimiento a mi Mecenas un Señor del pueblo que se hizo cargo de mis estudios cuando yo estaba a punto de abandonar, como consecuencia de la temprana muerte de mi padre.—
— es por ello, que estoy dispuesto a poner toda la carne en el asador para lograrlo, ahora que se presenta la oportunidad, creo ha llegado la ocasión tan esperada—
Pilar respondía:
— Pues adelante, tú puedes, te sobran conocimientos y Curriculum suficiente para ello, así que te animo y cuenta con mi ayuda en este sentido—
Y continuaba:
— Sí, para lograrlo, hemos de enfrentarnos a renunciar vernos con tanta frecuencia, cuenta que estoy dispuesta a llevar este sacrificio contigo para que te entregues en cuerpo y alma, y si hemos de quitar horas para nuestros encuentros que tendrás que dedicar a preparar estas oposiciones, ello no mermara nuestro cariño, al contrario—
—Gracias por tu comprensión Pilar, quien sabe si aquí es donde nos jugamos
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nuestro futuro, futuro en el que cuento contigo por supuesto porque…—
— ¿Estarías dispuesta a acompañarme a un pueblo, perdido entre montañas, donde posiblemente me conduzcan estas Oposiciones y compartir conmigo lo que el destino nos tenga reservado ?—
—Contigo, al fin del mundo, decía Pilar, estampándome un sonoro e inesperado beso—
En aquel momento, inolvidable, yo `pensaba estábamos sellando nuestro futuro, sin necesidad de papeles o juramento alguno.
—Espero no te arrepientas, le decía, por cierto—
— ¿No te has planteado alguna ve, cual será tu futuro?
— ¿Piensas pasarte toda la vida, en el Hospital, haciendo guardias, siempre o casi siempre con las mismas actividades, sin posibilidad de demostrar tu creatividad, solamente sometida a un protocolo que cumplir?—
Y Pilar manifestaba:
—En mil y una ocasiones, hemos tocado este tema, entre mis compañeras,
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preguntándonos que sería de nuestro futuro, una vez que hayamos dedicado nuestros mejores años a esta profesión elegida libremente; pero con lagunas que hemos ido descubriendo mediante la realización de nuestro trabajo, no siempre recompensado y mucho menos apreciado—
—De tal manera, que sí, claro que nos hemos planteado algo parecido, esperando salga la oportunidad poder trabajar en un Centro de tamaño más pequeño, por ejemplo en el Medio Rural, donde el trato a la Enfermera se encuentra en lugar privilegiado y sus indicaciones son muy tenidas en cuenta a veces delegando por parte de los médicos funciones que corresponden a su cometido, en la seguridad de que serán llevadas a buen puerto, de hecho una Enfermera que conozco me comentaba el otro día, que un familiar suyo tuvo necesidad de ir al Especialista Vascular porque presentaba unas ulceras varicosas en ambas piernas de muy difícil tratamiento y el médico le dijo: "De esto las Enfermeras saben más que nosotros", lo que demostraba la importancia que se daba a los facultativos de Enfermería —
Pues me produjo una gran alegría, saber que Pilar, no solo le parecía bien mi decisión sino que ella añoraba algo así para ella misma, lo que generaba unas expectativas favorables de cara al futuro de ambos.
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Pero ese futuro, se iba a desmoronar como un castillo de naipes, ¿El motivo…?
Yo, entraba en la Quinta Planta ya sin reparo alguno, de los Enfermeros y Enfermeras era bien conocido el idilio que mantenía Pilar conmigo, si bien nos guardábamos de manifestar nada, puesto que las relaciones sentimentales están tajantemente prohibidas entre el personal del Hospital; pero una indiscreta puerta entreabierta del despacho del Jefe Médico de la Planta, me dejaba al descubierto algo que no me atrevía calificar, pero que a primera vista tenía toda la pinta de ser algo consentido por Pilar, que sentada en las rodillas del Jefe, se dejaba acariciar su rubia melena… yo cerrando los ojos, con un intenso dolor en mi interior, salí sin apenas ser visto por nadie de la Planta.
No me entraba en la cabeza que Pilar estuviera realizando un doble juego conmigo, pues la relación se había consolidado, al menos eso creía yo, definitivamente marchaba de primeras, no podía pensar otra cosa que fuera un abuso no consentido, a veces ocurre, por parte del Jefe de Pilar y se viera obligada a jugar con dos barajas, esto tenía que aclararse e iba a ser hoy mismo.
Pasados los primeros minutos de rabia, indignación, humillación y dándole vueltas y más vueltas a la escena que acababa de
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contemplar con mis propios ojos, tome la decisión de aclarar mis dudas con la propia Pilar. La llamé por teléfono:
—Hola Pilar…—
— ¿Podemos vernos, cuanto antes…?—
Ella debió de notar en mí algo raro, pues generalmente no le entraba de forma tan brusca, y casi balbuceando me dijo:
— Cariño, ¿Qué te ocurre, para que me llames de esta forma y en una hora tan poco habitual, ¿Pasa algo raro…?—
—Estoy un poco nervioso, bueno un tanto confundido con una situación que quiero aclara contigo y no puedo esperar, así que por favor dime cuando podemos hablar cuanto antes—
— ¿Pero mi amor, a qué vienen esas prisas, no puedes decírmelo por teléfono, aunque nos veamos más tarde…?—
—No, Pilar, ha de ser en persona y yo volvía a insistir y lo antes que tus obligaciones te lo permitan—
—Bien contestaba ella, pues dentro de un cuarto de hora, nos vemos en la Cafetería, ¿vale cariño…?—
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Estas últimas palabras a mi me sonaron a rendimiento, tal vez sospechaba Pilar que alguien me hubiese informado, ya se sabe que hay quien siente debilidad por este tipo de comadreo, de algo que seguramente para ella no era más que un desliz; pero yo me había formado una película, más bien una tragedia griega en mi cabeza y era imprescindible salir de esa situación.
Mi aspecto debía ser taciturno y desesperado, nada más verme Pilar me dice:
— ¿Pedro, qué te pasa? que te noto desencajado, no es habitual en ti este comportamiento—
Yo a punto de saltar, tratando de reprimir mis impulsos le dije:
— ¿Qué te parecería verme con una señorita en mi regazo y haciéndome carantoñas con ella…?—
—Pues eso es lo que me pasa, que acabo de verte en las rodillas del Jefe de tu planta y a ti no perecía para nada molestarte, ni más ni menos—
Pilar, no sabía si reír o llorar,
— ¿Pero que me estas contando? Si he estado en quirófano durante cuatro horas que
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ha durado una operación bastante complicada, ¿Cómo puedes dudar de mí de forma tajante y tan claramente…?
Yo que empezaba a dudar de hasta como me llamo, le decía:
— ¿Es que vas a negar la evidencia de lo que han visto estos ojos que se tienen que tragar la tierra…?—
Pilar en acto desesperado por convencerme, se me abrazó y me decía entre sollozos:
— Seguro me has confundido, con la Juani, toda la Planta sabe, aunque lo disimulan, que anda liada con el Jefe de Planta, es rubia como yo y con la bata de Enfermera me has confundido, tus celos te han cegado; pero lo podemos comprobar ahora mismo si quieres, subimos y lo aclaramos, faltaría más…—
Yo me decía, ¡Tierra trágame!, y con lágrimas en los ojos me esforzaba por pedir perdón, había creado un drama Oteriano, digno de las mejores interpretaciones shakesperianas posibles, casi me daban ganas de pedirle de rodillas que olvidara esta pesadilla de la que me sentía autor principal y ella en el fondo entendía mi estado si como todo parecía se había producido una traición.
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A partir de ese día, ya no me parecía que todo seguía igual, algo se había roto en nuestra relación, una sombra de sospecha flotaba en el aire, yo me negué en redondo a comprobar si tal traición se había consumado o no, la evidencia de los hechos no me cuadraban con la explicación de Pilar, además por elegancia poner en duda su palabra sería poco menos que asegurar que mi sospecha era fundada, ya en alguna ocasión Pilar me había comentado que sentía una especial simpatía por la gestión del Jefe de Planta, lo que a mí no hacía ninguna gracia, sentía algo más que simpatía yo consideraba que era idolatría, tal vez ofuscado por la contemplación de aquel momento de la pareja.
La frialdad se fue apoderando de mí, me costaba trabajo correr un telón y olvidar aquel cuadro, que se me representaba con toda su crudeza ante mi vista, Pilar observaba que mi cariño ya no correspondía a lo hasta ese día y sin más me espeto:
—Mira Pedro, vamos a ser sinceros, ya sé que no me crees, que por honor hacia mi persona no has querido corroborar mi explicación, y ante eso yo nada puedo hacer, tu falta de confianza en mí me ha hecho recapacitar y creo que lo mejor es que por el momento cesemos en nuestra relación, sigamos siendo amigos y más adelante el tiempo dirá…—
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Para mí, esto era una confesión en toda regla, qué fácil se rendía, qué poco dudó en encontrar una explicación que confirmaba que mis sospechas eran acertadas, creo que era la ocasión y contesté:
—Pues mira, ahora que lo dices, creo que sí, estoy de acuerdo en que nos demos una tregua, hasta que todo este embrollo, tal vez producto de mi febril imaginación y persistente obcecación vaya encontrando claridad—
Pilar no dudó ni un instante, se dio media vuelta y me dejo compuesto y sin novia.
En vida sin duda alguna se producía un cambio definitivo, me presenté a las Oposiciones, saque el número uno, podía elegir plaza y una nueva oportunidad de dejar atrás todo lo vivido hasta entonces, se presentaba ante mí poder realizar mis sueños. Estaba dispuesto a emprender una etapa nueva, lo que había sido tantas veces el motor de mi existencia, ahora lo tenía al alcance de la mano, a tiro de piedra, esta vez, tal vez la última, no podía permitirme equivocarme, se trataba del futuro inmediato de mi vida, así que tranquilo, me tomé unos días de reflexión antes de dar un paso del que tal vez mañana tuviera que arrepentirme. Quería esta vez obrar con humildad a pesar de mis éxitos ganados a pulso, ni alardes ni tampoco achicamiento, estudiar bien las posibilidades y elegir la que
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más satisfacciones tanto profesionales como personales me pudieran producir.
Recordaba unas palabras leídas en la hojita del Taco del Calendario y me habían servido de máxima durante toda mi vida:
«Humildad es la capacidad de reconocer los beneficios que Dios nos hace y de dar gracias por ellos, de vivir en permanente actitud de agradecimiento»
«Humilde es quien no se arroga ni el derecho ni el mérito ni la propiedad de todo aquello que le es dado, sino que lo reconoce y agradece al Dador de todo bien»
Tuve unos días el pensamiento ocupado en esta importante toma de decisión:
— Se trata de mi porvenir, de mi futuro, de la meta por la que he estado luchando toda mi carrera—
— ¿Qué elijo?—
— ¿Por dónde encauzo mi nueva vida…?
¡Qué difícil es tomar un camino, que te pueda conducir a una desilusión! Algo que a todos les parece tan fácil, a mí se me
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presentaba cuesta arriba, respiré hondo y me dije:
— Ya está, a mi pueblo, a Legorreta, donde espero sentar cátedra, hacer mi vida, al fin y al cabo me debo a mi gente, a mi tierra, a mi Patrocinador, ni un minuto más para pensarlo, dicho y hecho… De esta manera pagaré todo lo que mi tierra me ha dado—
—Ahora ya no quiero titubeos ni vuelta atrás, me ha costado mucho llegar hasta aquí, la decisión es firme, irrevocable, me repetía una y otra vez, hasta confirmarme a mí mismo, que era lo más sensato dentro de mis aspiraciones a ejercer la Medicina, hoy mismo me pondré en contacto con mi familia y haré buena la noticia.—
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Nota del autor:
De nuevo una vez más, Pedro hijo, encontraba respuestas serenas y de altura de miras de su antecesor,
¡Cómo no sentir admiración y devoción por cuanto estaba descubriendo en este Cuaderno de Bitácora de su padre…!
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«MI GRAN AMIGO AURELIANO»
Un rótulo con una leyenda ocupaba la parte superior en la puerta de un caserón de Legorreta decía:
MÉDICO
Consultorio DOCTOR PEDRO OSORIO
De esta forma, daba comienzo mi nueva vida, en mi pueblo natal, junto a mi mermada familia, con la satisfacción de dedicar mis conocimientos médicos a devolver parte de la generosidad que habían tenido conmigo. La noticia corría rápidamente entre los vecinos de Legorreta:
«El hijo de Manuela, se ha establecido como médico aquí en el pueblo, ha estado estudiando por esos mundos y al final ha decidido venir a estar con su madre y hermana el resto de sus días, aquí en el pueblo que le vio nacer, era la comidilla del día en el pueblo»
Legorreta es un municipio de la provincia de Guipúzcoa - País Vasco (España) - Tiene una, población de más de mil quinientos habitantes, además de la influencia de Caseríos cercanos a la misma, de aquí era el escritor en
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euskera Patxi Ezkiaga, Juan María Jáuregui, Gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA en Tolosa y otras muchas personalidades de máximo relieve en la vida política, cultural e incluso deportiva. Aquí es donde he decidido continuar mi vida, espero que por los años que me queden de vida, dedicado a las necesidades médicas de mis paisanos.
Pasadas las primeras impresiones, el emotivo encuentro tanto de mi madre y hermana, como del resto de mis convecinos, comenzaba la consulta médica diaria, al tiempo que transitaba las calles de mis amores, de mi infancia, de mi vida pueblerina que tanto había echado de menos durante tantos años, entre estudios y el ir y venir de acá para allá…
Me encontraba un pueblo muy distinto al que años atrás había abandonado por causa de mis estudios, el aspecto de sus viviendas y calles había cambiado a mejor, la gente no era la misma, muchos me eran unos desconocidos, yo también lo sería para ellos, poco a poco fui haciendo amistades, visitando tabernak (tascas), chiringuitos de nuevo cuño y afianzando mi presencia en el pueblo.
Pero lo que no había cambiado, para mi sorpresa, era mi antigua y gran amistad con mi amigo del alma Aureliano. Paseando las calles, me lo encontré en su taller de:
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« REPARACIONES AURELIANO»
La sorpresa fue mutua, cuando me presenté en el taller y dije:
—Egun on— (Buenos días)
¿Quién anda por ahí?
E inmediatamente hizo acto de presencia mi buen amigo de la infancia y adolescencia el Aureliano; Un tipo grande de tamaño y más grande de espíritu, se sucedieron efusivos abrazos por parte de ambos y tuve que decirle.
— Oye, no me aprietes tanto, que me vas a partir en dos—
La alegría del encuentro nos causaba una emoción difícil de describir en estas líneas, no encuentro suficientes palabras para expresar la satisfacción de volver a nuestra amistad, después de tantos años de olvido, por las circunstancias tanto de él como las mías propias. Me contaba pormenores de su familia, de su trabajo, de cómo llevaba establecido años en el pueblo, después de andar deambulando por esos mundos de Dios, hasta en Alemania, me decía haber estado y por fin había encontrado su sitio en Legorreta, una vida paralela a la mía, tal como estábamos contándonos comenzamos con nuestras
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confidencias y éramos conscientes que nos estábamos reencontrando con una amistad que nunca debimos perder.
Se dedicaba, me decía, especialmente a la reparación de todo tipo de electrodomésticos, aparatos de todo tipo ya fueran mecánicos o electrónicos, incluso instalaciones eléctricas en viviendas nuevas o antiguas, reparaba todo lo que se le pusiera a tiro y estaba muy bien considerado en la localidad no solo por su buen hacer profesional, también por su marcado altruismo, a veces no cobraba nada por sus servicios si veía la precariedad del dueño del encargo, todo ello le había proporcionado ganarse la buena fama y criterio que los habitantes de Legorreta y alrededores tenían a cerca de él, a mí me constaba que era un gran tipo, antes de estas consideraciones. No necesitaba saber de su buen hacer y mis respetos y admiración sin duda estaban bien cementados hacia su persona, me sentía honrado de tenerle como amigo y amigo de los de primera línea.
Y hablando de amigos y de amistades, poco a poco me fui granjeando la amistad de las llamadas «Fuerzas Vivas» del pueblo, el grupo de personas de alto relieve profesional y que gozan del respeto de los habitantes del pueblo, por su bien hacer y por representar a la población ante las jerarquías superiores de la
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Nación, estas para mí eran sin duda alguna: El Alcalde, El Cura, El Sargento de la Guardia Civil, el Boticario y algún que otro, como autoridades más significativas y aceptadas por el pueblo.
Fui admitido en las tertulias y partidas de mus que religiosamente los jueves se llevaban a cabo por este grupo de élite del pueblo, aceptado de muy buena ley, como decía D, Antonio el cura, de pura cepa decía el Alcalde y de muy buen talante por parte del Boticario, que presumía ver incrementados sus potingues y fórmulas magistrales gracias a mis prescripciones facultativas con mi establecimiento como Médico de Familia.
La consulta, abierta, sin horarios preestablecidos, se estaba consolidando, los pacientes asegurados y particulares en consulta privada , yo atendía a todos, estuvieran afiliados al Sistema de Seguridad Social, Compañías de Seguros médicos privadas o en cualquier caso sin afiliación alguna, eran asiduos asistentes a mi consulta, hasta entonces un médico ambulante pasaba consulta un día a la semana, a veces hasta dos semanas, todo estaba cambiando, también la asistencia médica que pronto inauguraba un Centro de Atención Primaria, de la que yo sería titular, tal como me manifestaba el Sr. Alcalde, con todos los servicios y asistencias
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como era la de atención y citas telefónicas, Ambulancia, Servicio de Urgencia, Enfermera y Practicante, que hasta aquel momento daba servicio de forma itinerante, en fin todo lo que se requiere en Atención Primaria.
A mi consulta se presentó la que hacía las veces de Enfermera, aunque su especialidad era la de Comadrona, supliendo las carencias que se pudieran dar en ausencia de facultativos oficiales.
Karmele (Carmen), que así se llamaba la Comadrona, que me visitaba, me explicaba en qué consistía su trabajo, vivía en el pueblo, aunque nacida en San Sebastián, era una profesional que no miraba cuando se solicitaba sus servicios, se tratara de un parto, un accidente casero, poner inyecciones o lo que tocara, ella atendía muy gustosamente funciones de Enfermera, que también tenía el título requerido, para no caer en intrusismo, solamente suplía ante una necesidad que no permitía esperar al Médico o Enfermera.
Me comentaba todo esto para que yo le prestara atención y tuviera en cuentas su ofrecimiento como profesional, y decía:
— A partir de ahora, todo será más eficaz teniendo a un médico permanente, así que puedes contar conmigo para lo que necesites, mi labor de Comadrona apenas tiene ámbito,
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pues los nacimientos se están volviendo esporádicos y hay días que ni me estreno, tampoco como Enfermera—
Yo le contestaba:
—Estoy muy agradecido por prestar de forma tan desinteresada tu colaboración, entre tú, el Boticario y yo mismo podemos formar un equipo eficiente y seguro, los pacientes sin duda lo agradecerán—
—Mira si quieres y te parece bien, puedes venir a mi Consultorio, organizar las citas, atender a quienes lleguen y hacerte cargo de mi Agenda, así yo podré dedicarme exclusivamente a mi labor de Médico, ¿ qué te parece…?—
El día que Karmele aceptó mi oferta, ambos entendimos era un acierto, unir fuerzas ante situaciones, aunque esporádicas, en ocasiones complicadas, toda ayuda era poca. Los pacientes estaban encantados, sabiendo que en el Consultorio del Doctor Osorio, estaban las puertas abiertas a cualquier incidencia y les parecía de lo más acertado que la atención se fuera ampliando a campos como la Pedicura, algo insólito pues cuando se requería este servicio que ahora prestaba Karmele, no siempre se podía atender.
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El Centro Médico de Atención Primaria, estaba a punto de inauguración, las obras se habían concluido con el beneplácito de las Autoridades Sanitarias, el pueblo con su Alcalde al frente había donado los terrenos necesarios para crear moderno Centro de Asistencia Primaria, durante bastante tiempo los vecinos veían como las obras no terminaban, pensaban que era lo de siempre, una de tantas obras que comienzan y por falta de presupuesto se va dilatando en tiempo; pero en este caso, no, la obra ya estaba a punto para su inauguración oficial. Médico ya había, Enfermera también, ambulancia para traslado y todo el equipamiento necesario para prestar una adecuada atención médica.
El Presidente Autonómico, junto con su sequito, chofer y guardaespaldas. El Alcalde, Concejales del Ayuntamiento, yo mismo más un montón de invitados, asistíamos a la inauguración, que el pueblo aplaudía e, visitando las instalaciones pertinentes y demostrando su entusiasmo ante una nueva era que se abría ante sus ojos, ahora decía, Don Antonio el Cura, a ver si os animáis a traer hijos al mundo, en la seguridad de ser bien atendidos.
Una comida homenaje organizada por el Concejo, agasajó debidamente a gran parte de los invitados, a mi me situaron junto a Karmele
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y no faltaron los cuchicheos, que en los pueblos es de lo más normal, emparejándonos a demás de en lo laboral, también en lo sentimental. Y no les faltaba razón, pues cada día pasábamos más horas juntos, tanto en la Consulta, en el Centro así como en los viajes que semanalmente, a veces quincenalmente, girábamos a los Caseríos que dependían de mi atención médica, Carmen como familiarmente yo la llamada, conducía su furgoneta por caminos y vericuetos que ella conocía bien.
Pero he dejado atrás el capítulo de mi amigo Aureliano, a propósito pues requiere una atención muy especial y a ello vamos…
Una tarde se presento en mi Consulta, con el pretexto de: «Pasaba por aquí y me he dicho, voy a echar una parrafada con mi gran amigo Pedrito», yo le notaba inquieto y le dije:
— A ver amigo, además de venir a saludarme cosa que agradezco, me da que traes algo en el pico, así que suelta lo que sea—
—Mira Pedrito, hace unas temporada que siento como un hormigueo en la mano izquierda, a veces tengo que interrumpir la tarea, coger aire y volver al tajo, es algo que me empieza a inquieta por tanto ya que estoy aquí te lo comento y así nos quedamos tranquilos—
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— Ya sabes que yo de siempre no he tenido necesidad de tomar ni una pastilla, mi salud ha sido y es envidiable y tú mismo me has dicho en alguna ocasión que estoy hecho un "Superman"—
— Venga desabróchate la camisa que voy a auscultarte, ya vamos teniendo una edad y tenemos que cuidarnos cada vez más, mientras le examinaba, note lo que llamamos un soplo y eso me empezó a inquietar
Le tomé la tensión y sin comentarle me di cuenta que la tenía muy alta, así que le recomendé:
—Mira tienes que evitar la sal en las comidas todo lo que puedas, no fumes, nada de alcohol y procura ir dejando los embutidos y alimentos ricos en grasa, el con su gracejo pero lleno de preocupación me decía:
—A mi no me ocultes nada, dime qué me pasa y si debo tomar alguna precaución, pues aparte de lo del hormigueo no tengo síntoma de nada—
Yo viendo que se alteraba trataba de calmarle:
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— Verás, tu tensión arterial está por las nubes, no sé si será por el estrés a que te sometes con tus múltiples trabajos o debido a otras causas, para ello te vas a tomar estas pastillas que te receto e iremos viendo:—
Al mismo tiempo le ordenaba a Carmen, solicitara una visita al Hospital de la región para realizarle un chequeo exhaustivo, algo que inquietaba aún más a mi amigo Aureliano.
— ¿Pero… que me mandas al Hospital?..., pues sí que me ha salido la visita el tiro por la culata, verás cuando lo diga en casa y se entere Arancha la que se va a armar…—
—No hombre, solo son unas pruebas analíticas, para descartar cosas que de otra manera no se pueden detectar; pero como bien sabes, no es motivo de preocupación, lo que pasa es que tu, por fortuna, no has tenido necesidad de pisar el Hospital y enseguida os montáis una película, anda vete tranquilo y ya te llamarán con tiempo para que realices este control…—
Los preparativos de la boda, que corrían por cuenta de Carmen ya estaban relazándose, yo había delegado en Carmen porque su desenvoltura con los papeles y esas cosas se le daban muy bien, además las mujeres necesitan de tiempo para elegir el vestido, las
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invitaciones, la ceremonia nupcial, el banquete y mil detalles que a mí ni se me alcanzaban; pero la sorpresa vino cuando Carmen me dice:
— Mi amor, creo que hemos hecho bien en avanzar con el asunto de nuestra boda —
Yo me quedé paralizado y no entendía muy bien porque me hacía esa declaración y ella continuó:
— Verás, es que desde unos días atrás, no me encuentro muy bien, siento dolores de cabeza, mareos, no concilio el sueño y una serie de irregularidades que me están pasando, fuera de lo habitual—
La verdad es que me alarmé, ella siempre tan lozana, tan dispuesta a todo, sin queja ni cansancio no era normal lo que me decía y a saber lo que no me decía, así que le dije:
—Échate en la camilla, desabróchate todo, el pantalón, el sujetador, todo y relájate que voy a explorarte—
No encontré nada fuera de lo normal, temperatura normal, tensión bien, ritmo cardíaco normal, nada especial que llamara la atención; pero como había hecho con mi amigo le dije:
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—Venga prepara los papeles para ir a Pamplona y que te vea un especialista neurólogo, no sea haya alguna alteración debido a los nervios de la preparación de la boda y el intenso trabajo en la Clínica y Ambulatorio —
—Unos días después, coincidíamos con Aureliano y su esposa Arancha, en el Hospital, si bien cada pareja por asuntos bien distintos, quedamos para comer juntos y así comentaríamos las novedades, si había sobre el particular —
¡Sorpresa! a Carmen no le pasaba nada anormal, después de un examen minucioso y análisis que les fueron realizados de forma urgente por tratarse de colegas del gremio, los resultados eran negativos, excepto que Carmen estaba embarazada…Ella no podía creerlo pese a ser Comadrona y conocer de primera mano los síntomas que presenta una primeriza embarazada, a mí también me sirvió de sorpresa, iba a ser padre primerizo.
Arancha la mujer de Aureliano, aparecía en el restaurante que habíamos quedado a comer, llegaba sola y eso a mí me resultaba un tanto extraño, nada más encontrarnos y antes de comunicarle nuestra nueva noticia, ella llorando amargamente nos
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comunicaba que su marido había quedado ingresado en el Hospital, yo trataba de tranquilizarla y le decía:
—Mira mujer, es que hay un determinado tipo de pruebas que necesariamente han de realizarse en el Hospital, a veces hasta requieren anestesia y para ello hay que ingresar al enfermo, ahora me enteraré de qué se trata, voy a informarme más en profundidad y te cuento —
—Gracias Pedro, me tranquiliza saber que vas a tomar cartas en el asunto, no sabes cómo se agradece en momentos como este tener una amistad como la vuestra a mano, nosotros es la primera vez que pisamos un Hospital y cualquier cosa posiblemente la interpretamos por la tremenda —
—Bien, pues nada ir comiendo que yo voy a enterarme de todo, ¿Dime en qué planta le has dejado? —
—No lo sé, le vi salir en una silla de ruedas vestido con una bata, en la Planta de Cardiología y me dijeron: Váyase señora, que tal vez quede ingresado esta noche, mañana vuelve usted y ya sabremos algo, eso es todo cuanto puedo decir—
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Me dirigía a la Planta de Cardiología, cuando sentí un murmullo en la misma, traté de informarme, me acerque al mostrador y una enfermera me puso al corriente, el enfermo había sufrido un infarto súbito y se le traslado a quirófano para tratar de realizarle un cateterismo de urgencia, me empecé a preocupar y solicité verme con el cardiólogo que atendía el caso, me identifique como Médico de Familia del paciente, pasados unos minutos me informaron que la cosa había ido mal y que por desgracia había fallecido…
No daba crédito a lo que me estaban contando, ya nada me importaban los pormenores del caso, ahora me enfrentaba a la cruda realidad de los hechos, irreversibles, y además ¡menuda papeleta! me esperaba tener que dar la noticia a su mujer allí presente con él tan solo hacía unas horas.
No encontraba la manera de dar tan triste noticia, por una vez me alegraba en el fondo estar cercano a Arancha en momentos tan inesperadamente dramáticos.
Me armé de valor, baje al restaurante, ya habían comido y estaban tomando una infusión, a mi llegada notaros en mi semblante que algo iba mal, no podían esperar lo sucedido, yo con el máximo tacto que me fue posible iba soltando perdigonazos como: Al
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parecer las cosas se han complicado, ha sufrido un infarto, pero está en buenas manos, Arancha me cogía por las solapas de la chaqueta y me decía
— Por favor Pedro, no me engañes, ¿qué pasa…?—
Mi cara era un poema, mi silencio delatador, las lágrimas aparecieron en mis ojos, Carmen se dio cuenta de que algo gordo estaba pasando y cogiendo a la mujer en un aparte, le decía:
—Arancha ven siéntate aquí, vamos a tranquilizarnos, no precipitemos acontecimientos—
Mientras Arancha desconsolada hecha un mar de lágrimas, abrazada a Carmen que me miraba inquisitoriamente, como queriendo saber la fatal noticia, yo movía la cabeza haciéndola entender que nada había que se pudiera hacer. Carmen comprendió y trataba de hacerlo llegar a Arancha, fueron momentos muy difíciles de asimilar y junto a la noticia, la gran noticia de su embarazo, estaba la realidad tantas veces ocurría uno que viene y otro que se va, era la dinámica de la vida, esa incógnita que nos hace crecer en momentos como este.
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La inconsolable Arancha, entendía por fin, sin que fuera necesario explicarle nada, lo ocurrido, solo había que contemplar nuestros rostros para saber que había ocurrido lo que nadie quiere vivir, pero la realidad estaba ahí y de pronto como armándose de valor dijo:
— Yo quiero verle, por favor…—
Me miraba a mí suplicante, y no sabía qué hacer, le dije:
—No te prometo nada, ya sabes los protocolos que existen en los hospitales respecto a esos asuntos; pero todo lo que esté de mi mano lo haré—
Nuevamente volvía la Sala de Cardio, propuse que autorizaran a la mujer del finado (qué mal me sonaba esta palabra) pudiera visitarlo antes de ser llevado a la morgue, a sabiendas de que estaba pidiendo un imposible, en ese momento que llegaba el Jefe de Planta, le expliqué las circunstancias dramáticas en que se habían desarrollado los hechos y me autorizaba a que en unos minutos pudiera dar satisfacción a su esposa. Subimos nuevamente a la habitación donde se encontraba Aureliano, todavía con apósitos en el cuello de la intervención, con el color de su cara natural en él, tendido en la cama estar dormido, seguro que con los efectos de la anestesia, Arancha me
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había prometido, no montar ningún número, estar unos instantes, pues le había hecho comprender se trataba de un permiso muy especial concedido gracias a mi intervención en calidad de médico.
Pasmos la noche en el Tanatorio, larga, trágica, dura, fuimos informando por teléfono lo ocurrido y por la mañana, ya pudimos efectuar los luctuosos trámites para el traslado del cadáver al pueblo. Se presentaron en el Tanatorio del Hospital varios familiares y amigos de Aureliano, la sorpresa poco menos que increíble y la rapidez del desenlace habían dejado a todos en el pueblo en estado de shock.
Siguieron el sepelio y funerales, todo el pueblo en masa acudió al cementerio, donde quedaba enterrado junto con Aureliano el último capítulo de su todavía corta vida. Se había ido uno de mis más entrañables amigos y al día siguiente me salió del alma escribir una carta al viento que transcribo aquí para quedar constancia de mi dolor.
Dice así:
(¿Queeeéé…?)
«Desde los cuatro puntos cardinales, saltaba esta expresión, algo para lo que nuestra mente no está preparada: duda, sorpresa, estupor, la muerte de Aureliano hacía me saliera una oración espontánea por su eterno descanso»
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«Tengo ante mí un folio en blanco y puedo asegurar que nunca me ha sido tan difícil verter lo que en estos momentos cubre de sombra mi mente y quiero expresar»
«Cuesta trabajo entender, pese a la edad, la desaparición, de un día para otro la presencia de un amigo, para mí algo más que amigo, un hermano»
«Aureliano: Tú te has sido para mí y te lo he dicho en más de una ocasión, un referente de vida, tu saber estar en todo momento a la altura de las circunstancias, pendiente de las necesidades de los demás, sin distinción de amistad, eras igual para todo el mundo, tu manera de ser, tu generosidad hartamente demostrada, hacía que fuera fácil sentirse tu amigo y quererte, una persona sin doblez, sin tapujos, sin chismes, tu honestidad en lo fácil y no tan fácil, siempre poniendo por delante tu sagrado deber de esposo, padre, abuelo, hermano y también de gran amigo»
«El episodio que hemos vivido ayer, por situarlo de alguna manera, refleja tu grandeza de hombre de bien. Un señor mayor que asistía a tu sepelio decía conmovido, como el resto de quienes nos encontrábamos allí:"Pero si parecía había hombre para siempre…"»
«Te has querido ir discretamente, sin alharacas, en dos días, como tú hacías siempre las cosas, había llegado el momento de tu máxima madurez, el fruto maduro ha de ser cosechado, estaba en sazón y resuenan dentro
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de mí las proféticas palabras: "Si el grano de trigo no muere, no puede dar fruto"»
«Mis sentimientos se agolpan, quisiera decirte tantas cosas…Pero por fortuna entre nuestras conversaciones, unas veces banales, otras profundas, quedaba clara nuestra postura ante hechos tan relevantes como este»
«Querido Aureliano, querido amigo, querido hermano, entre sollozos quiero darle mi adiós, mi hasta luego…, Ayer tan siquiera pude portar tu féretro, no me sentía con fuerzas»
«Sabes que no te vas sólo, llevas contigo parte de mi corazón»
«Un beso, de Pedrito (como me llamabas).
Pero la vida sigue…
Un nuevo capítulo se abría en mi vida, por fin había encontrado una compañera de camino, por fin la que sería la madre de mis hijos, ya era probado, la sorprendente noticia del embarazo de Carmen de la que yo era coautor, abría ante nuestro inmediato futuro la esperanza deseada de ser padres, nuestra boda, no precipitada si adelantada, evitaba sospechas que en los pueblos son muy tenidas en cuenta, la boda se celebró con toda la solemnidad posible y dentro del ámbito familiar, todo dispuesto gracias a la labor de Carmen, los detalles de orden menor se encontraban a
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punto, los invitados de la novia, familiares a los que yo siquiera conocía, me eran presentados y todos muy alegres nos felicitaban por nuestro casamiento, mi madre y hermana en primicia por la boda, sorprendidas por mi definición de aquel hecho, siempre me estaban acosando y emplazándome a llevar a cabo el casamiento, "No es bueno que el hombre esté solo" me decían para apremiar mi decisión, el día por fin había llegado.
Un breve pero bien aprovechado viaje, nos hizo volver pronto al pueblo, debido al estado de Carmen que no le convenía andar de acá para allá, la instalación definitiva en mi casa fue fácil, el traslado de las cosas personales de Carmen y enseres necesarios para emprender nuestra vida de recién casados comenzaba con buen pie, mi madre y hermana como regalo de boda nos hicieron llegar un hermoso piano que a Carmen le hizo una inusitada ilusión, pues el que tenían en su casa era patrimonio de familia y no se atrevió a desplazarlo del lugar que presidía de toda la vida su salón, no podían habernos regalado cosa más útil y apreciada en esta ocasión. Carmen había dejado un poco la música, afición enraizada en su familia y ahora tendría la oportunidad de ponerse al día y practicar algo que llevaba en las venas, la interpretación de sus piezas favoritas, Chopin, Mozart, Vivaldi, etc.
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Todo marchaba bien, más que bien diría yo, habíamos superado muchos baches que la vida nos pone por delante sometiéndonos a prueba, habíamos dejado atrás momento duros que nos condicionaban la vida, ahora todo era paz, tranquilidad de espíritu, vida hogareña, junto a la chimenea, tiempo para leer, tiempo para escuchar las notas del piano que Carmen con maestría esparcía por el espacio del salón, tiempo también para esperar con ilusión quien sería nuestro primer hijo, meditación, sosiego, relax, ocio y trabajo alternado, bienestar ganado a pulso, todos y muchos más `pensamientos positivos rondaban mi cabeza en momentos de reflexión como este.
En el Centro Médico, se hizo necesario que viniera una suplente pues el avanzado estado de gestación de Carmen así lo requería, se solicitó su baja porque en cualquier momento se produciría el parto, todo estaba más que dispuesto para que fuera un feliz alumbramiento. El sustituto que vino fue un suplente, un joven Enfermero, que se hizo cargo de las gestiones de Carmen, admirado me comentaba del buen orden que se observaba en los asuntos que manejaba Carmen y de qué manera decía…
Todos los días puntualmente acudía desde Pamplona a ejercer sus labores en el
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Centro de Atención Primaria y se volvía por la tarde, era una situación provisional, si bien se podría alargaría en el tiempo preceptivo de posparto de las vacaciones correspondientes a Carmen, aunque nunca se sabía si vendría un varón o una mujer o continuaría él, estos devaneos los comentaba con Pedro, como Director del Centro, previendo que si su continuidad en el tiempo se alargara, habría de procurarse una pensión donde descansar de tanta ida y vuelta a Pamplona.
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«SOY PADRE POR
PRIMERA VEZ»
En el pueblo se hizo eco la noticia:
— ¡Karmele, ha tenido una niña!, Dicen que todo ha ido bien, aunque con segundas intenciones también aseguraban echadas cuentas, ha sido sietemesina, pero su peso y tamaño está dentro de lo normal—
Tres días después, todo volvía a ser como antes, Carmen, con su niña en brazos, volvía risueña, contenta para nada demacrada ni alterado su buen carácter, todo había ido de primeras, la intervención por Cesárea, se hizo imprescindible para no correr riesgos y siendo primeriza, y nada fuera de lo normal en estos casos. Las felicitaciones, parabienes, obsequios para la niña se hicieron presente en la vida familiar, aunque nada había cambiado, sin embargo en adelante nada sería igual, las noches ya eran alteradas por los llantos de la "neska" (niña), las horas de las tomas de biberón, de pecho, en el caso de Carmen que quiso desde primera hora amamantar a su cría, sabedora de los grandes beneficios físicos y psicológicos que aporta esta acción, condicionaban la marcha tranquila de la familia, todo se daba por bien empleado viendo como la familia se estaba configurando como tradicionalmente se esperaba de ellos.
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En mis círculos de amistades, todo eran apretones de mano, abrazos efusivos por la novedad y las invitaciones en una y otra dirección se hicieron frecuentes durante unos días. El Cura, me insinuaba un tanto expectante, conocedor de mis interioridades mejor que nadie, que para cuándo sería el Bautiza de la nena, diciéndome:
— Don Pedro, ¿Cuándo vamos a cristianar a esa princesita?, lo normal es que cuando la madre esté en condiciones de asistir al Bautizo se lleve a cabo este acontecimiento, que en la vida de la criatura marcará el resto de sus días—
Yo no me había percatado de ello y un día lo hablé con Carmen
— Cariño, me ha dicho D. Antonio, que cuándo vamos a bautizar a la niña, si te encuentras bien, he pensado que tendremos que buscar unos padrinos, ponerle un nombre y preparar el evento como corresponde, para eso tú te pintas sola mejor que nadie, así que pensemos pues—
—Bueno, decía Carmen, es algo que tenemos que hacer, y que yo ya había pensado en ello, de tal manera que si te parece como nombre le podemos poner Celia, salvo que tu
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tengas otros planes, en cuanto a los padrinos pueden ser tu hermana o tu madre como madrina y mi hermano Patxi como padrino, esto siempre que tu tengas algo que aportar—
A mí, que de estos asuntos no tengo ni idea todo me pareció muy bien, aunque me quedaba la duda del prqué Carmen había elegido el nombre de Celia para la niña.
— ¿Y el nombre de Celia, es por algo en especial o porque te suena bien?—
—No, es el nombre de una gran amiga mía, una prima que murió muy joven, con la que me unía una estrechísima amistad más que de lazos de familia, y un día, jugando a cosas de niñas, cuando nuestros románticos pensamiento discurrían por los etéreos y mágicos lugares de ensueños, me hizo prometer que mi primera hija se llamaría Celia como ella; pero si tienes otra opción aquella promesa efectuada sin más, no tiene valor más que sentimental.
— No, no, Celia, me gusta, era solo curiosidad de saber el origen y génesis de ese nombre, nada más, así que decidido Celia será su nombre, en cuanto a los padrinos, una vez más y perdona lo dejo a tu gusto, creo que tiene la importancia relativa que según Don Pedro, son los guardianes de su educación y cuidado
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si algún día faltaran sus padres, quiera Dios esto no ocurra…—
La precipitación de tantos acontecimientos en tan corto espacio de tiempo, me hacía reflexionar de lo efímero del tiempo,
«Tempo fugit sicut nubes» (El tiempo se escapa como una nube) y efectivamente, echando la mirada atrás, de la forma que se habían ido precipitando los tiempos, tantas situaciones novedosas, tantos cambios, tantos lugares diversos, tantas personas presente en el acontecer de mi existencia y sin embargo todo parece que ocurrió ayer…
Mi dedicación en alma y cuerpo a mi profesión, ocupaba todas las horas de mi vida cuotidiana, ahora en el Centro de Atención Primaria como en el Consultorio privado, que cada vez era menos privado, pues atendía a personas muy mayores que no habían podido ir a consulta en el Centro Público y venían a mi Consulta, a veces me insinuaban que aunque fuera pagando por mis servicios, algo que nunca permití, Mi vida se estaba convirtiendo en algo parecido cuando más joven trabajaba de MIR en los hospitales, sin descanso, haciendo todas las guardias que se pusieran en mi camino, sin preocuparme de nada que tuviera que ver fuera del entorno hospitalario, era la única forma de conseguir lo que ahora
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disfrutaba, a base de trabajo, trabajo y más trabajo, como diría un famoso entrenador de futbol, partido a partido.
Echaba de menos la personalísima función de ayuda por parte de Carmen, no podía exigir a su suplente llevara a cabo la labor impagable, la dedicación de ella en todo su cometido, había carencias que estando ella al frente yo hubiera pasado desapercibidas, era bueno de vez en cuando reconocer y valorar lo que tenemos en casa y a veces nos pasa que, por la rutina y que todo marcha según lo previsto, como cosa natural nacido espontáneamente, sin más ;no le prestamos el valor real que tiene, pero ahora me daba cuenta que detrás de todo esto estaba una mano profesional de primer orden, una disposición heroica por parte de Carmen, que aún sin darle importancia a nada gracias a su intervención todo marchaba de manera extraordinaria haciendo que fuera y pareciera ordinario. Gracias desde estas líneas quiero darte mi querida esposa, mi ayudante fiel, profesional donde las haya, gracias por dedicarme lo mejor de tu vida, gracias por haber querido compartir conmigo el resto de tus días, gracias por esa pequeña joya que ha traído una alegría jamás superada a nuestras vidas, gracias por Celia, gracias por escribir el "libro de nuestras vidas" en este - a modo de diario - , gracias infinitas por todo…
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Se carca un invierno, que dicen quienes saben de esto, será propicio en nieves y lluvia auguraban , propicio también para pasar horas al amor de la lumbre pensaba yo, por tanto queriendo ser previsor había encargado me suministraran una buena carga de leña de encina, que en el porche adecuado a este menester en el jardín de la casa fui colocando como un puzle en mis pocos ratos libres que además me servían de abstraerme de tanto trabajo intelectual, cambiándolo por trabajo manual, allí muy cerca de la puerta del salón fui apilando tarugos de leña seca que ya suponía mi gozo oyendo y contemplando su chisporroteo en lenguas de fuego que en lancha del suelo, luchaban por ascender por la chimenea.
Nota del autor:
Pedro hijo, ya no necesitaba saber más acerca de la vida de su padre, lección tras lección, había iodo desgranado estas líneas como si de las cuentas de un Rosario se tratara.
Ya su convencimiento sobre el conocimiento de la vida de su padre, rayaba en cotas indefinibles, solamente habría que hurgar en cualquiera de aquellas páginas del manuscrito y todo quedaba dicho…
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«EN EL CENTRO DE MAYORES»
Una nueva actividad, que me atraería como un imán por mi condición de médico y porque estaba madurando tal vez prematuramente, eran mis frecuentes visitas al Centro de Mayores del pueblo, me había aficionado a mantener charletas con aquellos pozos de sabiduría, cuánta filosofía había encerrada en aquellas paredes, cuantas vivencias, sueños irrealizados, vidas rotas, desencantos, naves varadas en la orilla del rio de la vida…
Recordaba aquellas palabras de Bruno Ferrero, que leí en una ocasión y me daban una gran lección para la Esperanza:
«Un día habrá que pagar por todas las palabras de aliento no dichas, por todas las caricias ahorradas, por todos los sueños abandonados»
«Habrá que dar cuenta del miedo y del egoísmo que impidieron amar, de la ceguera y el orgullo que sofocaron los impulsos»
«Habrá que rendir cuentas de los detalles omitidos, de las lágrimas sorbidas, del amor no entregado, de las promesas no cumplidas y del tiempo perdido» (BF, el canto del grillo)…
Estas palabras, que se hacían presente en un lugar como este que visitaba, que aun
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teniendo todo tipo de elementos para que la condición de los mayores fuera optima, sin embargo carecía del calor de un hogar, insustituible a pesar de disponer de muchos medios adecuados que los mayores necesitaban.
Tenían espacios de lectura, televisión, juegos de mesa, distracciones en grupos, bingo, tablas de rehabilitación, deportes a cielo abierto cuando el tiempo lo permitía, un gran patio para pasear, atención médica personalizada, peluquería y mil atenciones que sin embargo no llenaba las horas de tedio, ansiedad, pensamientos negativos de una vida pasada, sentimientos y amistades perdidas, como yo pulsaba en mis animadas conversaciones, de alguno a penas si podía mantener una conversación coherente pues el Alzheimer cuando no el Parkinson les tenía postrado en otra dimensión que nada tenía en común con este mundo.
La fortuna y el destino me visitaba de nuevo, esta vez un vástago venía a formar parte de la familia que ya empezaba a ser casi numerosa y colmaba todos mis deseos, al menos ese era mi pensamiento, de continuidad. Más tarde otro regalazo nos volvería a sorprender , esta vez de nuevo con una niña, el juguete de la casa, al niño le llamamos Pedro, sin más discusión este fue mi deseo y a la niña
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otra vez dependiendo del deseo compartido de Carmen se la puso por nombre Ana, ella sabría porqué.
Así de esta manera tan pletórica de grandes acontecimientos, pasaba nuestra vida, nos íbamos haciendo mayores, nos planteábamos la jubilación, aunque viendo y viviendo las cosas que yo palpaba a diario en el Centro de Mayores, no teníamos ninguna prisa en que llegara ese momento.
Recordé aquellas sabias palabras de Cicerón:
«Si quieres ser viejo durante mucho tiempo, hazte viejo pronto...»
Mientras tanto, sucedieron mil cosas relacionadas con la educación y crianza de los hijos, no era poca cosa el apoyo de la hija mayor Celia, sobre todo cuando fueron llegando sus hermanos espaciados en el tiempo fue vital para Carmen, que había ido poco a poco desligándose de las funciones de atención médica, causó baja en el Centro y aquí en la Consulta fue diluyéndose su presencia por atender los asuntos de casa.
Con el decurso de los años, nuestro hijo Pedro, ya terminada la carrera le llegó la hora de crear su propia familia y un buen día
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recibimos la invitación oficial a su enlace matrimonial, a mí no me sorprendía pues es ley de vida, todo me situaba en el verdadero sitio que me correspondía por mi edad, este acontecimiento aceleró mi pensamiento de la jubilación, nuestras hijas también iniciaron su camino, terminados su estudios encontraron un trabajo en la Capital Madrid, nunca quisieron separase , seguras como estaban de necesitarse más que nunca fuera del hogar de los padres lo que nos causaba una gran tranquilidad, pues sabíamos se cuidaban la una a la otra.
Nuestra asistencia a la boda, conocida de antemano quien iba a ser nuestra nuera, nuestra nueva hija política, fue un acontecimiento, muy esperado que además nos iba a llenar de una gran alegría y gratísimo recuerdo…
. Nota del autor:
Al llegar a este momento, Pedro hijo, no pudo contener tanta emoción e irrumpiendo en llanto, cerró el diario, que quedaba incompleto, por los luctuosos acontecimientos sucedidos después de la boda y que los lectores, seguro, tienen muy presente…
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EPILOGO
He querido poner punto y final a este relato, que como quedó dicho al principio del mismo, quería sirviera para llenar las muchas horas de confinamiento a que nos hemos visto sometidos, la población mundial, debido a la Pandemia del Covi-19.
En Madrid, siete de Julio de 2020.
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