UN LORO, ALGO MÁS QUE UNA MASCOTA
A
mi hermana Dori y
a mi hermana Candeli (q.e.p.d.)
FLORENTINO SANTOS
BARBERO
—1—
—Me llaman koko, —kokito— coloquial y familiarmente,
que quiere decir en idioma, fang / loro…
Se me suele conocer con el nombre de loro Yaco. Loro
Gris africano de cola roja.
Soy procedente de Guinea Ecuatorial, concretamente de
Malabo la capital, antigua colonia española, de ahí que se hable todavía
español en muchos lugares del país.
Nací en el año mil novecientos ochenta y nueve, por
tanto actualmente tengo una edad de casi treinta años, edad según dicen todavía
joven para un loro “Yaco”, aseguran
podemos vivir cerca de cien años, hay un dicho popular que dice: “Los loros a los cien años pollos”.
Fui capturado, apenas cuando tenía un mes de vida,
junto con alguno de mis hermanos, por un individuo de barbas y aspecto
ordinario, vestido con un atuendo militar que nunca olvidaré, su cara denotaba
una ferocidad poco común, su mirada enrevesada y cetrina, su tez quemada por
los vientos alisios y el clima tropical del lugar, en definitiva un aspecto que
infundía terror.
Subió con
destreza a la palmera alta en la que me encontraba, cogió a uno de mis hermanos
y a mí, nos introdujo en una bolsa que llevaba colgada de la cintura y
descendió, con ánimo de volver a la captura nuevamente de otros congéneres
míos, así una y otra vez, hasta conseguir el lote que le habían encargado y que
luego cambiaría por cualquier pertrecho o unas zapatillas deportivas o tal vez
alguna que otra moneda CFA, a veces a cambio de algo de comida, que también
andaba escasa por aquellas latitudes, debido al régimen absolutamente
dictatorial de los mandamases de turno, generalmente miembros todos ellos de la
misma familia por tiempo indefinido.
Me adquirió un Cooperante Español, a cambio de una
pequeña dádiva, a mí y a un hermano mío.
Emprenderíamos un incierto viaje a España, incierto
porque era el mes de Agosto, mes en el que suele hacer más calor del año en
España y también porque fuimos introducidos, mi hermano y yo, en una lata de
conservas, que pese a unos agujeros para
que circulara el aire, en una mochila de viaje, junto a las pertenencias de mi
nuevo amo, en un viaje de más de ocho horas en avión, soportamos temperaturas
realmente altas, aunque estábamos acostumbrados a un clima tropical como el de
origen, pasamos por momentos de verdadera angustia, llegamos a pensar que no
podríamos resistir tal viaje.
Por fin llegamos a nuestro destino con la incógnita de
saber si nos dejarían pasar la Aduana, pese a disponer de una guía o
certificado veterinario de estar en perfecto estado y libres de enfermedades,
que aquí llamaban tropicales.
Mi primer contacto, ya separado de mi hermano, fue la
llegada a casa del Cooperante, a quien estaban esperando con verdadera ansiedad
y alegría su familia, eran más de dos años sin el calor familiar y esa ausencia
hacía que la llegada fuera aún más celebrada con abrazos, besos y todo tipo de
efusivos detalles y cariños, que en la ausencia no habían podido dispensarle.
Fui liberado de mi cárcel, salí por primera vez a la
luz de un cuarto de baño, entendí que mi libertad era a cambio de mi buen
comportamiento y lo primero que me ofrecieron fue un recipiente con agua,
posteriormente comida preparada por entendidos en aves exóticas y una gran
jaula con pedestal que adquirieron mis nuevos dueños, tratando de conservar el
recuerdo vivo que su familiar había traído de tierras africanas…
Había comenzado para mí, una nueva vida, me situaron
en una gran ventana, dentro de la jaula, en una habitación con mucha luz, con
vistas a un jardín, en él había palmeras, abetos, olivos y un entorno de
pinares por doquier, lo cual se asemejaba mucho a mi lugar de origen, solamente
echaba de menos el gorjeo de aves tropicales, como yo, los amaneceres
africanos, que dicen son inolvidables, el entorno con el mar de fondo de mi
lugar de nacimiento, la compañía de mis padres que me alimentaban con insectos
y bayas de frutas y sobre todo la libertad de aletear, todavía no había
aprendido a volar y surcar las infinitas dunas y valles de aquel idílico
entorno…
Poco a poco, me fui familiarizando con mi nuevo domicilio,
los amaneceres no eran los más idílicos precisamente, echaba de menos los
trinos y sonidos de la selvática África, además por la noche me cubrían con una
tela, le llamaban pijama, para que no molestara a los vecinos que no eran
madrugadores.
Con mis
primeros pinitos ensayos de canturreos y repetición de sonidos y palabras que
durante el día iba guardando en mi disco duro, me fui granjeando la atención de
mis dueños, cada avance en este sentido les colmaba de alegría y les faltaba
tiempo para comunicárselo a sus amigos y familiares.
Estaban contentos conmigo, porque yo también demostraba
mi adaptación al medio y mis canturreos y parlamentos les llenaba de gozo, era
el pago a sus muchas atenciones hacia mí, me limpiaban la jaula, los comederos,
me bañaban etc.
Elegí como miembro destacado de la familia a quien
sería mi mentor y guardián en aquella mi nueva vida, era quien en principio se
ocupaba y preocupaba por facilitarme la comida y bebida todos los días, yo
miraba con expectación su comportamiento hacia mí, me sacaba de la jaula, me
ponía sobre su hombro, yo encontraba calor y aprecio junto a su cara y empezaba
un idilio, que todavía al día de hoy continúa.
Cada vez que esto ocurría, es decir cuando me sacaba
de jaula, me venía a mis mentes la osadía de salir volando y escapar de aquella
situación, nunca tuve el cuajo suficiente para llevarlo a término y traté de acomodarme
a mi nueva vida, que tan poco era tan mala, solo tenía que de vez en cuando
realizar cualquier carantoña y mis dueños se darían por conformes.
De vez en cuando venían a casa familiares o amigos e
incluso niños y yo era la atracción preferida, unos me silbaban, otros se
entusiasmaban viendo como cogía con una pata las chuches que me prodigaban, les
hacía mucha gracia verme sujeto con una sola pata a un palo forrado de una
especie de lija, para que mis afiladas uñas no lo fueran tanto, y ver como con
la otra pata utilizada como si de una mano se tratara me acercaba a mi curvo
pico el sabroso bocado ofrecido, siempre advertían a los visitantes de mi mal
carácter y que no se fiaran pues podía llegar a darle tal picotazo que jamás
olvidarían, en este sentido la advertencia a los niños era más que explicable.
Pese a todo, gozaba de un estatus muy especial, se me
consideraba parte de la familia, era un ser vivo y diferente a los cuadros de
pintura de la casa numerosos y cuya autoría era la de la señora de la casa, los
libros que se amontonaban por docenas en las estanterías de cualquier
habitación, también algunos de ellos el autor era mi dueño; sin embargo mi
estado de “ser” animado me daba una consideración especial y marcaba la diferencia.
En todo caso, yo me consideraba privilegiado, además
del trato cariñoso que me prodigaban mis dueños, vivía en un lugar idílico pese
a estar encerrado en una jaula, por cierto un día me sacó de la misma mi dueño
y traté de echar a volar, mi instinto así me lo pedía, e inicié el vuelo por un
largo pasillo de la casa pero terminé chocando con una pared del salón, pese a
un largo recorrido, nunca más lo intenté.
Junto a mi ventana, de vez en cuando vienen visitantes
de mi especie, cotorras, urracas, gorriones, y unos pájaros de pico amarillo
que por la primavera aparecen en el jardín y que llaman mirlos y algunos cucos,
no confundir con kokós, ese solo soy yo.
También para mi gozo y distracción frente a mi ventana,
pasado el jardín, hay un patio de recreo de uno de los Colegios que por el
entorno de la casa existen, en él , como hoy que ha nevado, una novedad para mí
que no conocía, juegan y corretean un sinfín de niños, que con sus gritos
llaman mi atención, juegan a tirase unos a otro bolas de nieve, y todos los
días a la misma hora salen a ese gran patio a dar rienda suelta a sus juegos,
siempre gritando de alegría y libertad.
Solamente dejan de disfrutar del libre albedrío al sonar
de una sirena, o a veces una música clásica, que indica hay que volver a la
rutina de los deberes
— 2—
Junto a la casa hay un Centro Cultural de Actividades
lúdicas, en la que se inscriben personas de todas las edades para llevar a cabo
actuaciones de tipo Cultural: Lectura, Música, Pintura, Informática, Gimnasia,
Yoga, Bailes de Salón y disciplinas encaminadas
más bien a personas mayores, que más adelante iremos dando cuenta de
ello.
A veces, cuando hay alguna celebración, fin de curso,
patrón del Centro, etc. Llevan a cabo actuaciones al aire libre , en una gran
terraza que hay en las inmediaciones del Centro, organizan rifas, bailes,
concursos de tortillas y hay un salón, donde ponen y exponen al publico sus
obras realizadas durante el curso: Labores de costura, Cuadros de pintura
amateurs, contratan a un hombre - orquesta y bailan y meriendan e intercambian
entre sí , lo que hace que para mí sea un día diferente y salgo de mi
monotonía, a veces asfixiante de encontrarme entre los barrotes de mi jaula, jaula dorada; en mi
caso de acero inoxidable, pero jaula al fin y al cabo.
Dicen que mi especie tiene una capacidad asombrosa
para emitir sonidos e imitar ruidos, hablar,
lo llaman; pero lo que no saben es que también tenemos capacidad de pensar,
de entender y de expresar con nuestro talante, a veces alegre, otras no tanto,
nuestro estado de ánimo hasta el punto de poder llegar a deprimirnos y a mí por
ejemplo me da por arrancarme las plumas de mi pescuezo, una llamada de atención
a mis dueños de que algo no va bien.
Hay quien
piensa que manifestamos el estado de ánimo de nuestros propios dueños, otros
que demostramos nuestro malestar, al menos yo, dando picotazos contra la jaula,
contra el suelo de la misma, destrozando cuanto encuentro a mi rededor, ya me
han tenido que cambiar en dos ocasiones las bandejas y el soporte de la jaula,
debido a mis cabreos, tal vez porque no sé explicarme de otra forma y pese a
todo no estoy lo que se dice precisamente contento, o contenta, pues mis dueños
no se atreven a decir si soy macho o hembra, y no será porque no lo he
mostrado; porque aunque parezca mentira en una ocasión puse un huevo, y se armó
un gran revuelo pues todo me llamaban lorito y ahora yo demostraba que era una
lorita.
—Koko: Mis dueños consultaron esta novedad
con los especialistas que preparan la comida y les aseguraron que aunque no era
muy corriente, sí era normal que esto ocurriera.
De vez en cuando me cabreo porque siempre me ponen la
misma comida y me aburro, manifiesto mi enfado y de vez en cuando me obsequian
con alguna chuchería para darme “cuartelillo”
fruta fresca, algunos frutos secos, diferentes a la comida ordinaria, con
el tiempo he demostrado que puedo comer de todo, hasta comida casera si llega
el caso; no obstante las recomendaciones al respecto es que no se me den más
que frutos secos y estoy hasta la cresta de pipas de girasol.
Por eso en alguna ocasión me cambian el menú y me
traen una mezcla preparada de comida específica para loros de mi especie, es
una mezcla con vitaminas dicen que para regenerar el plumaje, no me hace mucha
gracia.
Como tal hembra, aunque de mi especie, entiendo la
capacidad de los humanos de considerar a las hembras como “cotorras”
habladoras, dicharacheras, locuaces, y no me importa reconocer que no me
desagrada estas puntualizaciones y haciendo gala de esa capacidad, ignorada por
los machos, voy a ir desgranando a mi entender y con un lenguaje prestado por
mi autor el acontecer diario de mi entorno, la apreciación y modo de pensar de
un pájaro, con una mirada (a vista de pájaro), nunca mejor dicho, y a través de
un humano, no es la primera vez que esto ocurre, autores de reconocido
prestigio, han utilizado gatos, perros y otros animales, llamados mascotas o de
compañía, para poner en boca de los
mismos los pensamientos e ideas de sus amos, en este momento me viene a la
mente el gran Juan Ramón Jiménez en su obra inmortal Platero y yo, en alguna
ocasión alguien escribió un párrafo que decía: —«Así Platero, liberado de toda conciencia, se abandona al fantaseo
panteísta del poeta en una narración destinada a los sin edad »— como un
clarísimo ejemplo de que esto es posible y no es la primera vez y seguro no
será la última.
Creo haber dejado claro, que no soy yo realmente quien
pone negro sobre blanco lo que aquí se está relatando, sino una excusa para
desde la perspectiva de una “cotórrida” comenzar esta andadura, que bien podía
titularse:
—Kokito
y yo—
Lo cierto es que hoy día está muy de moda lo que se ha
dado en llamar —Humanización de mascotas—, se han escrito infinidad de
artículos en este sentido unos positivos y otros menos acertados. Ciertamente
los extremos nunca han sido bien vistos, si también es cierto que hay personas
que gracias a sus mascotas han encontrado el equilibrio en sus vidas, como
remedio terapéutico unas veces y otras por recomendación psicológica ante una
depresión o soledad del individuo.
De estas premisas a el mal uso que algunos dueños dan a
sus mascotas, sobre todo en los ambientes caninos, vestimentas y adornos, a
veces rayando la opulencia, como quien manifiesta su frustración e incluso el
orgullo de poseer riquezas hasta para derrocharlas con sus mascotas, no
olvidemos por ejemplo esos collares con gemas de alta calidad y con precios
prohibitivos con que algunos dueños tratan de distinguir a sus mascotas del
resto.
Hoy se han montado auténticos negocios con la alimentación
y enseres variopintos para las mascotas, auténticos templos dedicados a la
última moda en vestidos de perros y gatos, pajarerías de aves exóticas, comidas
y preparados con recetas de famosos veterinarios y un sinfín de juguetes para
mascotas, que dejan al mundo infantil en pañales.
Y no digamos ya de los cuidados médicos, que para sí
quisieran muchas personas, sobre todo mayores, apiladas en esos lugares que
llaman Residencias, por ponerles un nombre.
Esas actuaciones se llaman, según algunos autores,
limpia y llanamente maltrato animal, pues se les priva de su condición animal
para convertirles en una especie humanizada, de dudosa definición.
Está bien que los dueños de las mascotas simpaticen, e
incluso hablen con sus animales; pero de eso a rayar en las tontunas que se
aprecian a veces por la calle tales como: —«Te he dicho que no vayas por ahí»—;
—«Quiero que vayas a ese sitio y lo sabes» — y mil y una más, que denotan que ese comportamiento solamente
se pueden dar en personas que sufren algún tipo de desequilibrio y vierten sus
negativos comportamientos en sus mascotas, tal vez tratando de buscar una realidad
que la vida les ha negado.
Otro tanto ocurre con las Instalaciones Deportivas
y Piscina Cubierta Municipal que está
anexo al Centro Cultural, allí van a diario personas a las que les ha sido
prescrito por su médico, realizar algún tipo de deporte y el más completo al
parecer es la natación, por cuanto se llena de personas en su mayoría de la
tercera edad que acuden a diario al relajante baño de agua templada, que dicen
para los huesos es de lo mejor…
Hechas estas apreciaciones más o menos pertinentes y
tal vez al mismo tiempo desafortunadas, volveremos a nuestro entorno, que en
principio es el que nos interesa.
En la casa, bueno en mi ventana, desde la atalaya en
que me encuentro, ocurren muchas cosas, tantas como el devenir diario de
personas que se mueven por el entorno, quizás nunca podamos entrar en los
ocultos pensamientos de las mismas; pero sí en lo que dan a entender con sus
comportamientos, sin que tampoco esto quiera ser un estudio meticuloso o
psicológico, pues no es la pretensión y el lugar para ello.
Ahora por ejemplo, además de lo ya dicho del Patio de
recreo del Colegio, que me proporciona la alegría de los gritos y risas de los
niños, hora que espero con verdadera ansiedad se produzca, pues me da ánimos
para continuar en mis soledades de horas en las que mis dueños se encuentran
ausentes, a veces por varios días, otras me llevan consigo, de lo que
hablaremos más adelante.
Pues bien hay una gran obra en el jardín de la casa y
el llamado garaje, al parecer lo están convirtiendo en una vivienda de lujo, a
juzgar por los materiales e infinitos complementos que cada día descargan para
llevar a cabo esta función, raro es el día que no está la calle, estrecha,
cortada para descargar los materiales para dicha obra.
En el jardín que es lo que se aprecia en primer plano
desde mi ventana, están construyendo una piscina, y reformando una antigua casa de campo que en
tiempos fue el desahogo de una numerosa familia que ocupaba todo el edificio,
un Hotelito, como se denominaba a las casas de veraneo en las afueras de la
gran ciudad, y rodeada de un inmenso pinar que dan al entorno un frescor en
verano muy apreciado.
Pululan por el jardín obreros de distinta naturaleza,
debido a su cometido, así se ven albañiles, encofradores, soldadores,
electricistas, técnicos de climatización, también aparejadores, arquitectos,
peones y oficinistas que constantemente controlan y certifican que lo que se
está llevando a cabo cumple con las normativas municipales y medio ambiente, es
un deambular constante que a mí me sirve de distracción.
Junto a la casa, como ya hemos apuntado hay un Centro
Cultural, a él acuden todos los días gente muy variopinta, por ejemplo señoras
de edad avanzada, que tratan de llenar sus horas con el aprendizaje de artes
que les fueron prohibitivas en su juventud, asisten a la clase de Pintura, en
la que se prodiga toda clase de personas, hombres, mujeres, jóvenes que por un
módico precio reciben instrucción sobre el arte de la Pintura, los monitores
que llevan a efecto estas “clases”, generalmente son estudiantes de Historia
Del Arte y en ocasiones diplomados con sus carreras incipientes, que encuentran
en esta actividad un acicate para ir subiendo en el escalafón de sus carreras.
El desfilar constante de, sobre todo señoras, con sus
cartapacios donde llevan sus trabajos, otras con las colchonetas personales
para ejercitarse en Yoga, es muy peculiar y a mí que me gusta pensar en el por
qué de estas personas, en las
circunstancias que rodean sus vidas, me entretengo en escudriñar, las
motivaciones, cada persona la suya , a juzgar por el aspecto, su forma de
vestir, la edad, y me monto lo que hoy se llama una película, tratando de
ahondar en los motivos que justifican o nó, que estas personas hayan decidido
apuntarse a cualquier actividad, que tal vez les evada de sus insoportables
preocupaciones, salir del entorno casero que a veces resulta monótono y
asfixiante, encontrar nuevas relaciones que pueden terminar en amistades de por
vida, huir de las ocupaciones que en ocasiones los hijos imponen teniendo que
hacerse cargo de los nietos y un sinfín de consideraciones que a mí entender,
puede que equivocado, han llevado a esas personas a tomar esta decisión, unas
más acertadas que otras.
A veces lo más gratificante y porque les vale la pena
la asistencia a estos cursos, son las tertulias que se forman a la salida de
las clases de sus respectivas disciplinas, en el Bar de la esquina de la calle,
muy concurrido a cualquier hora del día y donde comentan sus cuitas, a veces
lejos de las materias del curso que imparten, que también, lo que allí se trata
es más bien derivando a sus problemas personales.
—3—
—Koko: Por
cierto, esto no me ocurre todos los días, a veces me quedo en la soledad más
absoluta, pues mis dueños salen unas horas a pasear y cuando vuelven me llega
la alegría al cuerpo, otras las menos, se ausentan durante tres o cuatro días,
yo sé cuando esto va a ocurrir, pues me ponen un comedero especial para que no
me falte comida y agua durante su ausencia y en otras ocasiones me han llevado
de viaje, y esto sí que me pone contento y de buen humor, que suelo manifestar
cantando durante el viaje y haciendo gala de mis habilidades, imitando las
señales horarias de la radio, lo que les hace también felices a mis dueños.
En uno de esos viajes, en los que me llevaron, conocí
el lugar más paradisíaco que hasta entonces había visto, se trataba de una
finca con dos casitas rurales, árboles frutales en pleno apogeo, una acequia
por la que discurría un torrente cantarín de agua y un porche merendero en
donde me situaron fuera del alcance de cualquier felino que por allí andaban
merodeando.
La finca estaba diseñada por la señora de la casa y
heredera del terreno, que poco a poco se fue transformando en hermoso paraje,
tanto por sus originales construcciones, artísticamente realizadas a gusto de
los dueños, como por una entrada con un tejadillo encastrado sobre dos columnas
de piedras rodadas, formando una entrada
suficiente para que pudiera pasar cualquier vehículo al recinto.
Ya dentro, una barbacoa, un palancar con espacio suficiente
para el aparcamiento de al menos cuatro vehículos a la sombra de unos fértiles
emparrados, que en su momento daban unos magníficos racimos de riquísimas uvas,
alguna vez me dieron a probar algún grano y puedo decir que para mí era pura
ambrosía.
Más dentro de la finca, se encontraba una barbacoa, en
la que se realizaron desde paellas hasta exquisitos y sabrosos bocados, asados
de chuletas, choricitos, pancetas, sardinas y lo que hubiera según temporada.
En ese lugar he podido contemplar las maravillosas
puestas de sol, que a poniente y en el lejano horizonte dibujaban los colores
que el mejor de los pintores quisiera para su paleta.
A veces daba
tristeza que anocheciera del todo, aunque en esos instantes y para no quedar
huérfanos de tanta belleza, aparecía un cielo tachonado de estrellas, cuya
contemplación era todo un espectáculo,
A la vuelta de uno de esos viajes, recuerdo, me jugué
la vida, pues en una de las paradas técnicas, así llamaba mi dueño parar a
comer, me dejaron en una sombra bien resguardado, sin tener en cuenta que el
sol avanzaba siguiendo su curso y llegando a dar con sus rayos sobre el coche
en el que me encontraba dentro, sin apenas poder respirar y lo que es peor sin
posibilidad de hacer nada tan siquiera avisar con mis silbidos, pues los
cristales permanecían cerrados para evitar cualquier intromisión en el mismo.
No había pasado mucho tiempo de esta situación, en la
que ya me daba por despedido de este mundo, cuando apareció mi dueño, un tanto
preocupado por haberme dejado abandonado a mi suerte, pocos instantes más
hubieran bastado para acabar conmigo, pues según comentaba, el termómetro del
coche marcaba en su interior cincuenta grados centígrados; pero la fortuna
quiso que salvara esta situación gracias a que de inmediato accionó el aíre
acondicionado y todo volvió a ser como antes.
En otra ocasión, pues no faltan, debido a un viaje que
duraba ocho días, me dejaron a cargo de un familiar que tenían un bonito y
espacioso chalet, en el campo en las afueras de la capital, lo se suponía sería
para mí una novedad, y ya lo creo que lo fue, un enorme perro apareció en mi
entorno, tal vez no fuera tan enorme como a mí me parecía, al principio me examinó
de lejos; pero poco a poco fue tomando conciencia de que yo suponía una fácil
presa de caza y además interpretaba que era un usurpador de la supremacía que
gozaba como mascota entre los parientes
encargados de mi custodia, se alertaron por mis gritos desesperados pidiendo
ayuda, rápidamente me cogieron y trasladaron a una habitación con puerta
cerrada para evitar otro susto semejante.
Mis gracejos
desaparecieron y por unos días no pronuncié una sola palabra y entré en
depresión, no solamente por el hecho acontecido, sino también y muy especialmente
por la ausencia imprevista de mis dueños, algo inexplicable para mí y que
traducía en un abandono definitivo.
Por fin un buen día aparecieron y me volvió el “alma”
al cuerpo, es decir olvidé lo pasado y volví a sentir el aprecio de mis dueños,
— Hogar dulce hogar—.
Este tipo de situaciones que aquí recreo, son cada vez
más esporádicas, pues mis dueños van renunciando a esos viajes, entre otras
cosas porque según dicen, ya van resultando monótonos y aportan cada vez menos
interés.
Cuenta mi dueño, que en una de esas excursiones o
viajes que organiza el Imserso, que como su nombre indica, es para personas de
la Tercera Edad —Instituto de Mayores y Servicios—, suele haber por lo general
un Buffet Libre a la hora de las comidas, de tal manera que cada cual se
suministra a su antojo todo aquello que más le guste, nadie le va a llamar la
atención por la cantidad o las veces que se repita, pues bien, un señor de edad
muy avanzaba, venía ufano a su mesa con una fuente grande llena de lo que a él
le parecieron rodajas de calamares fritos y que resultó ser aritos de cebolla,
cuando hubo probado una de aquellas piezas que a él le parecieron suculentas
comprobó su error, no supo qué hacer y avergonzado confesó su confusión, devolviendo
la fuente y su contenido.
Dice mi dueño, que hacerse mayor es dejar de tener
interés por las cosas, y creo en mi modesta opinión está acertado; por cierto
acabo de darme cuenta que estoy opinando en primera persona sin permiso previo,
así que pido árnica, o lo que es lo mismo permiso, para inmiscuirme en las
conversaciones, opinar, eso sí, sin intención de tener razón y de esta manera,
convertirme indirectamente en coautor de éste trabajo, que solo pretende sea un
pasatiempo para mi amo.
Habrá situaciones, que comentaremos respecto a la vida
cotidiana, pasatiempos lúdicos y no tanto, momentos de meditación, lectura
escucha de música, que por cierto pregunto…
— Koko:
¿Cuándo vas a cambiar de música?; le pregunto a ti mi dueño.
— ¿Qué
quieres decirme con eso?, me contesta él.
— Koko: Pues que al parecer solo pones música clásica y ya
estoy empezando a cansarme de tanta Cantata de Bach, de tanto Vals de Strauss,
de Mozart, de Vivaldi, Beethoven, que por cierto y a propósito.
— Koko: ¿Sabes que hay una película en la que su
protagonista principal es un perro que habla y al cual llaman Beethoven?
Y no
esa mariconada de nombre que me habéis puesto de: “Kokito”…
Te explicaré, por si no lo sabías en qué
consiste el guión de esta peli, dirigida por Brian Levant sobre guión de John
Hughes y Amy Holden Jones: Continúa Koko.
«Tras el robo de una tienda mascotas, un cachorro de
San Bernardo consigue escapar de sus captores y se queda dormido en un
contenedor de basura de un vecindario.
A la mañana siguiente se infiltra a la casa de la
familia Newton, cuando lo descubren la madre de Alice Newton y los niños se
alegran por tener una mascota, menos el padre George Newton (Charles Grodin)
que no le convence tener un perro en su casa, ya que de niño él tuvo uno y su
papá no le pareció buena la idea y se lo llevó a la perrera a sacrificar, ahora
quiere hacer lo mismo con sus hijos, no sacrificarlo claro, sino quitarles el
perro, Ryce (Nicholle Tom), Ted (Chistopher Castile), y Emily Newton (Sarah
Rose Karr).
Sin embargo por insistencia de la familia George les
permite adoptarlo, poco después cundo todos piensan que nombre ponerle Emily
con el piano entona una sinfonía del músico Beethoven que al perro le gusta y
terminan llamándolo Beethoven.»
— Koko: ¿Que como sé yo eso? me preguntas…
— Koko: Pues
entrando en internet, allí está toda la sinopsis de la peli, y tú que estás
todo el día con el dichoso ordenador, deberías saberlo, ¡tío listo!
— Me
estás resultando, un poquito chuleta, ¿no?, con ese lenguaje cheli que te has
marcado, aunque no me desagrada que intervengas, como bien dices, en este
tratado divertido, no se pretende otra cosa que eso, divertirnos y eso es lo
que quiero llevar a buen término.
— ¿Estás
por la labor o ha sido un espejismo mío?, pregunta el dueño a Koko.
— Koko: No, no, si me lo permites, y parece que sí, yo quiero
ser la salsa de este guiso que quieres realizar.
— Puesto
que pareces haber entendido de qué se trata, vamos adelante, y en lo respecto a
la música, cada cual tiene sus debilidades y sí, tienes razón la mía es la
música clásica, lo mismo me ocurre con la literatura, lo confieso, prefiero a los clásicos, que no a los
mediocres escribidores de novelas de consumo, para viajes y poco más.
— Koko: Eso sí, no me llames la atención, ni me coartes si me
meto en profundidades metafísicas, quiero libertad absoluta para intentarlo,
allá tú por haberme autorizado a meterme en camisa de once varas.
— En
absoluto, tienes licencia para dar tu opinión, aunque a veces sea contraria a
la opinión pública, e incluso a la mía propia, faltaría más…
— Koko: Pues espero no te arrepientas, de lo contrario
házmelo saber y cambio de tercio.
— Solo
quisiera que además de formar parte de mi equipo, también aportaras algo nuevo,
tal vez tu opinión sobre temas como los programas de la tele, los canales de
deportes, la fiebre por el futbol, las películas del Oeste, llamadas Westerns,
que sabes son mi debilidad y yo a cambio te pondré los programas de la TV2, en
la que casi siempre emiten programas de animales, especies salvajes, exóticas
como tú, y de paso ver si así aprendes algo.
— Koko: Entonces muy bien manos a la obra, y sí, me agradan
los programas de por ejemplo National Georaphic, y no tanto esos programas
donde se enseña a domesticar a las llamadas mascotas, cuyo significado es “amuleto”,
que no entiendo muy bien como hay personas que todavía no han entendido que a
los animales, salvajes o no, hay que dejarles en su entorno natural y no
hacerles mansos y caseros, sin voluntad propia.
— Bueno,
hay de todo; porque por no ir más lejos a ti, te dejo hagas lo que te apetece,
eso sí, no dejo de pensar que tal vez muy a pesar tuyo, te encuentras en una
jaula, que no es precisamente un buen ejemplo de respeto a la libertad; pero no
me queda otra.
— Koko: Bien, no se hable más y adelante con los faroles…
— Koko: ¿Ah?, Una pregunta, bueno otra más, prepárate que no
han de faltar, - ¿Qué está pasando en el Patio del Cole, que oigo un alboroto
diferente a otros días? -
— Pues
sencillamente que están preparando los Carnavales… el Carnaval.
— Koko: ¿Y eso
que es?
— Pues
te lo explicaré, y para ello nada mejor que recurrir a un artículo que escribí,
hace ya algún tiempo y que dice así:
—4—
CARNAVAL
«La propia etimología de la palabra no deja lugar a
dudas, tiempo de carne, relativo al culto de la carne, etc. Con esta definición ampliada, nos
enseñaron de pequeños y no tan de pequeños, se trataba de una fiesta profana
llena de connotaciones sociales, políticas y religiosas, además de ser una
manifestación tradicionalmente pagana en la que no podía tener cabida ni
aceptación positiva tal fiesta, en una sociedad como la nuestra.
El carnaval ha sido tenido siempre como algo escandaloso,
grotesco, grosero, pendencioso, plebeyo. Propio de la marginación, de herejes y
borrachos, ignorantes y enjundiosos y mil epítetos más.
Condenado por la Iglesia Católica, fiesta de mal gusto
aprovechada por gentes sin principios morales, sin escrúpulos, en la que al
menos una vez al año poder pasar desapercibidos, escondidos tras la máscara y
el disfraz, travestidos, y de esta forma , en las sombras del anonimato dar
rienda a los bajos instintos, la venganza, la mentira, y realizar acciones que
a cara descubierta no se tendría valor y fuerzas suficientes para llevarlo a
efecto, lo que significa claramente que es
traicionarse a sí mismo.
Hoy sin embargo parece que empieza a verse éste o
éstos días de forma diferente.
A nadie molesta se hable de las fiestas de Carnaval,
existe incluso una parte de la sociedad que vive para y por las fiesta de
Carnaval, tal vez no tenga hoy el sentido original y se haya quedado en lo puramente
lúdico, en el jolgorio, la mofa, la sorna, la socarronería, la guasa, el
desenfreno y el cachondeo.
No obstante, no por ello se han borrado definitivamente
los tintes que en su origen tuvo esta celebración en cuanto a escarnio y puesta
en escena de ciertas Instituciones, para la mayoría sagradas.
Todavía hay quienes se sienten heridos en su
sensibilidad y para la conciencia de muchos ciudadanos, significa un atropello
constitucional, sin paliativos, a la
moral pública, al buen gusto, al recato, en definitiva a la intimidad y respeto
de mucha gente.
Casi todos cuantos participan en ésta orgiástica
fiesta, lo hacen movidos por la dinámica impuesta por esa minoría de la
sociedad, que marca cuándo toca y debemos hacer fiesta, cuándo tenemos que
tomar vacaciones, cuándo hemos de hacer puentes, cuándo debemos regalar flores
o un libro, en definitiva nos manejan a su antojo, coartan nuestra libertad y
siempre arrimando el ascua a su sardina.
En éste, como en otros muchos casos, hay quien obran
dejándose llevar por la corriente de la mayoría.
Hay quien movido por el mimetismo, la imitación de lo
que hace el amigo, el vecino, familiar, paisano y movidos por la inercia de lo
que hacen sus ídolos de barro, en quienes verse reflejados, terminan por
compartir horteramente la forma de vestirse, comer, divertirse, vivir en
definitiva como ellos.
Pero también existe una minoría, si se quiere ver así,
cada vez más numerosa, que fieles a sus
principios no dan su brazo a torcer.
A estos, se les tacha de memos, carcas, reprimidos,
obtusos, fachas, cohibidos, pobres de espíritu, fracasados, tristes,
amuermados, impotentes, aguafiestas, aburridos, fracasados, intransigentes, y
mil lindezas por el estilo.
Pero claro, hacen lo les da la gana y son en definitiva
LIBRES…» —De mi libro Privado: Mis
Relatos –1979—
— Koko: Jó
tío, te habrás quedao tan pancho …Menudo rollo que me has soltado, solo por
haberte preguntado, qué pasaba en el Patio del Colegio, eso me pasa por meterme
donde no me llaman. Podías ser más simple, y no andar con circunloquios
literarios, que a mí ni me van ni me vienen, ha sido una simple pregunta,
temiendo estoy que cuando te pregunte algo transcendente, no sé que me vas a
contar, ¿tal vez los Cuentos de las Mil y Una Noche…?
— Koko: Porque
si es así, me lo pensaré dos veces…
— No, si está muy bien, pues preguntando es
como se va aprendiendo, lo que pasa es que he querido traerte a colación este
artículo, en el que se define el Carnaval, como algo ya pasado e intemporal y
de lo que aún quedan reminiscencias, como puede comprobarse en los colegios,
tratando de imitar lo que sus mayores hicieron en su tiempo, sin más connotaciones
que una simple anécdota, que trata de reavivar, tal vez alimentada por
intereses espurios, quiero decir, hoy las fiestas de Carnaval mueven auténticos
negocios, viajes, trajes de disfraces, hoteles que promocionan noches fantásticas
de fiesta, con cenas incluidas, lugares exóticos, y no digamos los templos
sagrados del Carnaval como puede ser Río de Janeiro o Venecia, lo que es una
auténtica industria para el turismo y lo de menos es la motivación por la que
se llevan a cabo estos disparates, en mi opinión, claro.
Así
pues, creo te haya quedado claro, el asunto de los carnavales o al menos esta
ha sido mi intención.
— Koko: No, si claro sí que me ha quedado, lo que pasa es que
me llamaba la atención el alboroto, sin ton ni son que había en el Patio del Colegio
y que no ocurre muy a menudo, aunque recuerdo que a finales de curso, principio
de vacaciones, también hacen fiesta en la que se organizan concursos de
habilidades de los alumnos, como carreras, campeonatos de Baloncesto, cuadros
de Gimnasia, y siempre la música a un volumen que es imposible no oírlo y
preguntarse qué está pasando; pero me ha quedado diáfanamente claro lo de los
Carnavales.
— Bueno, pues aquí me tienes para tratar de solucionar o
aclararte cualquier duda o interés que tengas en conocer o entender algo que
ignores o quieras saber para guardar en tu disco duro, aunque me temo que no
siempre seré oportuno en mis definiciones, pues no dejarán de ser opiniones
personales, por cuanto no tienes por qué estar de acuerdo en todo, como si
fuera Palabra de Dios…
— Por cierto voy a reproducir un artículo al respecto de
los Carnavales, que me ha causado verdadero estupor, vamos que no salgo de mi
asombro y demuestra al grado de perversión a que ha llegado esta sociedad, con
relación a los Carnavales y concretamente a las mascotas, verás:
«Toro (Zamora), 10 feb.
(EFE).- Como si fueran personas que han sacado del armario sus mejores
disfraces para lucir estos días, las mascotas han tenido hoy su propio desfile
de carnaval en la celebración de antruejo de Toro (Zamora), que está declarada
fiesta de interés turístico regional.
Una veintena de perros y
un cerdito, que a la postre ha sido el ganador del concurso, se han
transformado en todo tipo de personajes, en algunos casos disfrazados a juego
con sus dueños, para participar en el concurso de mascotas de la celebración de
Don Carnal en la localidad zamorana de Toro.
Para muchos
participantes, tan importante como los premios a los que han aspirado sus mascotas,
en forma de cheques para gastar en tiendas de animales y clínicas veterinarias,
ha sido el poderlas acicalar y vestir por un día como si fueran humanos.
De hecho, entre los
disfraces han predominado los de animales de dos patas, con perros de diferentes
razas y tamaños convertidos en Papá Noel, un vendimiador toresano, humanos
vestidos con trajes tradicionales o un pirata.
Entre tanto perro, el
que más ha destacado para el jurado ha sido un cerdito ataviado con su tutú, un
jersey para combatir el frío invernal y una flor en la cabeza para presumir de
complemento.
Él se llevó el premio
mayor, por delante de un perrito que hacía las veces de bebé e iba en su
cochecito llevado por una niña que hacía de madre, y otro can disfrazado de fregona que acompañaba a su dueña,
convenientemente vestida de criada para la ocasión.
El concurso de disfraces
de mascotas ha sido la principal actividad matutina de los carnavales de Toro,
que esta tarde continúan con protagonismo infantil en la recreación de un
desfile de una boda tradicional.
La celebración de Don
Carnal en Toro tiene mañana uno de sus actos de referencia con la gran boda de
carnaval, que imita un cortejo nupcial con contrayentes e invitados vestidos a
la antigua usanza, como se hacía a principios del siglo XX.
Los carnavales de esta
localidad zamorana están declarada fiesta de interés turístico regional y la
intención de su ayuntamiento es solicitar en un futuro que sea también de
interés turístico nacional.»
(Hasta aquí el artículo publicado en Facebook)
— Como verás, ver para
creer, aunque como aclara el artículo, lo que prima es el negocio lucrativo del
que ya hemos hablado, y del que da fe el Ayuntamiento local. De verdad, que uno
siente vergüenza ajena, cuando ve publicaciones de este corte, que además
degradan a los animales, que llaman de compañía…
—Koko: No esperes que por
razón alguna me vaya a cortar, tú ya me has concedido el derecho a preguntar y
yo sin más voy a usar de él…
Pero insisto, si en
algún momento resulto o me crees inoportuno, la misma libertad que me concedes
a mí, debes usar conmigo y darme la respuesta que corresponda.
—5—
—Bueno
Kokito, pues hoy me ha sucedido algo que quiero compartir contigo, se trata del
paseo matinal al que nos enfrentamos todos los días, y digo enfrentarse porque
es salir a la calle y comienza la batalla de ver por dónde se puede transitar,
sin tener que evitar, sin hacer un involuntario y constante hueco, para
permitir pasar a una señora con perrito, a otra con el carrito de la compra,
ahora una terraza que ocupa cada vez más espacio de la acera, las motocicletas
aparcadas, una muchedumbre de gentes, sobre todo mayores, que pululan por la
acera como si se tratara de un apocalisis o del fin del mundo, un niño con
patinete, y sobre todo muchos ancianos y ancianas con muletas, de hecho llaman
a esta calle la “Avenida de los toreros” porque todo el mundo lleva muletas…
Una vez sobrepasado el primer obstáculo,
llega otro peor, donde ya no solo es el agobio de las multitudes de gentes, de
hecho empiezo a temer sufrir lo que se llama Enoclofobia ó Demofobia, que no es
otra cosa que miedo a sitios donde hay mucha gente, y por aquí se dan las
condiciones precisas para ello.
— Sin ir
más lejos te contaré una mañana, como la de hoy:
He asistido hoy a la más disimulada agresión
a la libertad a que está sujeta una persona, casi de forma
permanente, por el hecho de vivir en una gran ciudad.
Fui a comprar el pan y ya en la puerta de
la panadería un señor, que a mí no me pareció para nada ciego, a Dios gracias,
me asalto con “el gordo para hoy”…coño, nada más salir de casa, primer round.
Acto seguidlo me encuentro con vecino que
acaloradamente, me pone en el brete de mandarle a hacer puñetas, contándome,
que él para nada está de acuerdo con los últimos resultados que la Comunidad de
Vecinos trata de llevar a efecto, ¿Y a mí qué, acaso soy el Presidente?
Más adelante, una señora, eso sí con buena intención,
me planta una pegatina contra el cáncer, joder y mis impuestos para qué sirven,
si hay que salir a la calle a mendigar…
No
salgo de mi asombro, cundo más adelante a poco más de cincuenta metros veo una
mesa, montada a tal efecto con globitos, carteles, pegatinas banderitas a todo
color, llaveros y toda una industria de mercachina y qué sé yo, con las consecuentes
huchas petitorias
Continúo adelante con mi periplo diario y
vuelvo a sorprenderme con la presencia de un inmigrante, el pobre qué culpa
tendrá, que me tiende maquinalmente “La Farola”, periódico ya desaparecido hace
meses, ya en el semáforo por el que he de cruzar, casi huyendo de tanto
pedigüeño, otra persona, esta de etnia Bosnio-Gitana, me ofrece toallitas o
pañuelos de papel de todo a cien, o del Supermercado Dia.
En pocos metros soy asaltado de nuevo con
propaganda que cada instante te ofrecen y tú coges por cortesía, a sabiendas de
que mañana, pasado, el otro y el siguiente volverán a darte las mismas ofertas
de: «Pisos de tres dormitorios, con buena iluminación, eso sí para restaurar,
gafas graduadas por solo veintinueve €uros, cualquier graduación y montura a elegir
entre más de cien modelos, comida rápida para llevar y de encargos, sofás de
dos y tres plazas, con garantía, a pagar en doce meses sin intereses, aprenda
Inglés en treinta días, vinos de Rioja a precio de costo», Y, así hasta trece
papeletas de distintos cometidos y diferentes repartidores.
Y calle abajo, adyacente para no caer en
más intrusión, me topo con otro ciego que “dando palos de ciego”, nunca mejor
dicho, cabreado con justa razón, trata de pasar por entre un amasijo de hierros
y bandejas metálicas de un andamio para una obra que frente a la fachada
pretenden montar, con el consiguiente riesgo de que te caiga una pieza en la
cabeza, pues nada menos que los montadores, son al parecer por el acento de sus
palabras, procedentes de algún país del Este e ignoran las medidas de seguridad
más elementales.
Ya en territorio más civilizado, o al
menos eso creía yo, es decir lo que se denomina Centro de la Ciudad, me
encuentro con un indigente que mendigaba “favor” mediante un letrero con sus
correspondientes faltas de ortografía, faltaría más, que padecía entre otras
enfermedades, un Cáncer Terminal, según rezaba el cartel que a su pies exhibía
en su real crudeza, acompañado de dos perros que parecían drogados, pues apenas
se movían para nada, y pidiendo auxilio para comer.
Nuevamente sufro el asalto de otro
inmigrante, profesional de “La Farola”, increíble con la cantidad de periódicos
gratuitos que hay a diario por doquier y sobre todo en las bocas del Metro te
ofrecen, pretendiendo ganarse la vida y a juzgar por el tiempo que permanecen
en la Plaza, creo lo consiguen.
Por fin y para no extenderme más, pues
podría llenar varia páginas, la picaresca rayana en el más difícil todavía, me
encuentro con una “chica” que pretendía llamar desde una cabina de teléfonos y
le faltaban unos cuantos céntimos…
Y yo, ignorante de mí, me pregunto…
— ¿Será verdad que hay tanta indigencia? ¿o por el
contrario, habremos vuelto al Siglo de Oro, en el que buscavidas, lazarillos y juglares han hecho
aparición espontánea, como hongos de nuevo en esta sociedad…?
Ya de vuelta a mi casa, me encuentro
nuevamente con : Músicos de la cabra, ciegos que venlas venir, vendedores
ambulantes de frutas de dudosa procedencia e incluso locales comerciales
regentados por “Chinos” que trabajan como tales y que a nada que te descuides
te la juegan, o lo que es lo mismo en idioma coloquial, te la pegan…
—
Como verás Kokito, salir a dar un paseo es toda una
aventura y cada día te sorprenden con nuevos sistemas de asalto, sin que te dé
tiempo a defenderte de tanto intruso, un pequeño desliz, un mirar para otro
lado y ¡zas!, ya te la han colocado.
—
Koko: La verdad que tal como lo cuentas, es mejor pensárselo
dos veces antes de salir de casa, y doy gracias por estar en esta jaula, al
resguardo de cualquier tipo de invasión, aunque no dejo de acordarme, el día
que vino un perro de un familiar y se montó, la de San Quintín.
El perro se acercó a la jaula, subiéndose en el diván
que está junto a ella y a poco que me hubiera descuidado el ataque era
inminente, gracias que su dueño, se dio cuenta y evitó el asalto.
—Pues hablado de otra cosa, por ejemplo de la televisión,
de sus programas, de la lucha intestina que llevan a cabo las diferentes
cadenas, la intromisión de los Partidos Políticos, las victorias pírricas por
parte de los medios hoy llamados Redes Sociales, la profusión de programas
enlatados, las reposiciones de películas y reportajes, que otrora fueron éxito,
tal vez por falta de presupuestos, te lo repiten hasta la saciedad, o qué sé
yo…
La manipulación encubierta de los Partidos Políticos,
sobre todo, para adoctrinar al oyente, que machaconamente una y otra vez
proclaman todo aquello que dicen haber hecho, como si no fuera su obligación y
el sueldo les cayera todos los meses por el solo hecho de pertenecer a la clase
llamada política.
—
Imperdonable, es también ver como se copian las
noticias unas cadenas de otras, bueno hoy se llama noticia a cualquier cosa, de
menor importancia, es tanta la caterva de corresponsales, de enviados
especiales y de quienes no tienen otra cosa que hacer, que cualquier tontería
para ellos significa una “primicia” y mantienen un batalla por ser los primeros
en dar tal noticia, tenga esta relevancia o interés informativo o sea un
fiasco, la cosa es cubrir un espacio y lo demás no importa.
—
Es un aburrimiento encender la tele, y con el mando
empezar a pasar canales para ver los contenidos. El insulto trasnochado, en
todas las cadenas, privan los anuncios por encima de cualquier otra
consideración, solamente se salva TV2, en la que ponen programas de los que a
ti te gustan, la vida salvaje de la Amazonía, África y el mundo submarino de
Oceanía; por lo demás como te digo es un atentado contra la inteligencia, solo
hay morralla, gentes sin escrúpulos, que airean sus amoríos y muestran sus
vergüenzas de una manera hortera y vulgar, a sabiendas de que tienen una
audiencia que le gusta revolcarse en el barro, en la ciénaga pestilente de los
contenidos más subterráneos.
—
Y no hablemos de las retransmisiones deportivas, rara
vez te ponen un partido de futbol en directo y de forma gratuita, tienes que
estar abonado a tal o cual cadena, que junto con un paquete de diversos
contenidos, te dan de vez en cuando películas, reportajes, de actualidad, pero
a un elevado costo, que no todo ser viviente se puede permitir.
—
Así ocurre que los jubilatas, como servidor, estamos
hartos de ver una y diez veces las mismas películas del Oeste, que repiten
incansablemente como en un mantra, en un ciclo periódico, todos los días y en
las mismas cadenas.
—
Si quieres ver un partido de futbol de tu Club favorito,
o te rascas el bolsillo o por el contrario, rayando el delito, te buscas en
internet un canal extranjero que lo pone en directo, teniendo que oír vocablos
y extranjerismos o barbarismos que poco a poco van penetrando y calando en
nuestro diccionario particular, por ejemplo: —Dicen la bomba central del campo, el engominado árbitro, la cancha, penal por
penalti, el arquero por el portero, etc. — y cincuenta mil más palabros por
el estilo.
—
Hablando de los árbitros de futbol, en particular, y
de cualquier deporte en general, cada vez cuenta más la opinión de estos
árbitros, que como su nombre indica, arbitrariamente, es decir a su antojo o
interpretación, hunden un evento deportivo, suben de categoría a quien no lo
merece, castigan a un jugador por una falta que bajo su criterio ha sido grave,
y no quiero pensar si hay un trasfondo bien sea político, extradeportivo o
económico en la toma de sus decisiones.
—
Koko: Sí que verdaderamente, lo llevas crudo, colega, a
juzgar por las situaciones que describes, uno como no está “al loro” de estas cuestiones le parece que todo lo que ocurre va
sobre ruedas, que es miel sobre hojuelas, y para nada me he parado a pensar, lo
difícil que es por ejemplo salir a la calle, cuando al parecer todo quisqui
añora estar fuera de casa, para romper la monotonía dicen, aunque luego la
realidad sea bien distinta.
Y
respecto a la Tele, pues sí, llevas razón, yo desde mi atalaya oigo por las
tardes, que es cuando más permaneces en el domicilio, tiros y carreras de
caballos, voces de indios y pistoleros, la Caballería de los Estados de la
Unión y deduzco o que no tienes nada mejor que hacer o dormitas viendo este
género de pelis.
No
tengo formada opinión sobre la clase política, aunque me fío de lo que me
cuentas y doy por sentado que la cosa va de mal en peor.
—
Pues sí Kokito, y no te digo nada si nos metemos en el
asunto político, sobre todo de la actualidad de la Comunidad Autónoma de
Cataluña.
Ahí ya
se raya en el esperpento, ha habido huelgas por parte de unos y otros bandos,
yo creo que muchos asistentes a las manifestaciones en pro o en contra de las
doctrinas enmarcadas en los grupos independentistas, van de forma maquinal:
—“A dónde va Vicente, donde va la gente”,— sin
saber muy bien el fondo de tal o cual reivindicación; pero el adocenamiento hoy
está a la orden del día y tal como decíamos en el asunto de los Carnavales, hoy
toca manifestarse, pues adelante, mañana toca huelga pues bienvenida sea, el
pesebre mantiene estas hordas a base de promesas, por parte de uno y otro
Partido Político, promesas que figuran en los anales de la Historia siempre
incumplidas, y de cómo los políticos de turno encuentran siempre una excusa por
la que no se han llevado a término tales promesas.
Y no
digamos ya de la parafernalia que se monta cuando es época de elecciones, bien
sean autonómicas, nacionales o locales, entonces la imaginación de los
candidatos se desborda, airean sin rubor los incumplimientos del contrario, sin
tener en cuenta que se encuentran en la misma situación, de mediocridad, de
farfulleros, de quítate tú que me ponga yo, y lo de menos son los ciudadanos,
aquí se trata de sálvese quien pueda y el que venga detrás que arree…
—6—
Siento mucho, Kokito, expresarme en términos, que
parecen apocalípticos, ver todo de color oscuro, interpretar las situaciones
bajo el prisma de mi personal pensamiento, esos claroscuros que demuestran que
la vida actual es un oxímoron perfecto
y que lamentablemente me hacen estar más en la realidad que en los sueños de mi
juventud, no es pesimismo, es realismo es estar con los pies en la tierra,
aunque el pensamiento trate de buscar una salida, aunque sea por momentos
fugaces, como un relámpago que anuncia el trueno, la realidad de cada individuo
se mide por el grado de apreciación de sí mismo, no se basa en tablas aritméticas,
no cree en estadísticas, que solo tratan de encubrir una realidad insoslayable.
Pero tampoco quiero ponerme transcendente, al fin y al
cabo este trabajo se trata de un simple pasatiempo y sin entrar en
profundidades metafísicas, eso lo dejo para pensadores de altos vuelos, que
haberlos ahílos, solo intento dar mi opinión, sin pretender que ésta sea
pública y mucho menos que esté acompañada de razón, mí razón, al fin y al cabo,
allá cada cual.
Aquí se trata de expresar opiniones, no sesgadas,
libres de pensamiento impuesto, sin
contaminar, y sobre todo teniendo en cuenta que no hay que guardar ninguna
formalidad ni responder a ningún reto, simple y llanamente hablare en voz alta,
contigo, que en definitiva es lo mismo que echar agua en un cesto, pues al no
tener un interlocutor o adversario con quien competir, soy como Juan Palomo.
Y después de ésta exposición, importante para dejar
las cosas claras, quisiera me contestaras, me contradijeras si en algo o en
todo no estás de acuerdo, y yo humildemente, reconoceré que no siempre estoy
cargado de razón y es más llegado el caso, estoy dispuesto a apearme del burro,
ceder en mi empeño y dar mi brazo a torcer.
—
Koko: Pues
ya que lo dices, quisiera decirte que tu reflexión, me la trae al pairo, que
mis dudas siguen estando ahí y que me importa un bledo tu diatriba, que no deja
de ser más que una voz que clama en el desierto, pues supongo y espero no estar
equivocado, que tu forma de discernir y ver la vida, en poco o nada va a
cambiar el rumbo de la misma, toda vez que la vida seguirá su curso, con o sin
tus opiniones o recomendaciones.
Por
tanto te pido no pierdas más tiempo en disertaciones que no conducen a ningún
sitio, ahora bien si lo hacer por desahogo personal, no tengo más que decir,
amén.
—
Jó Kokito, me estás resultando además respondón y me
alegro, porque servidor, no quiere estar poseído de la razón y está bien
encontrar controversia y oposición, pues siempre se ha dicho que de la
discusión sale la luz, ahora bien, tampoco quiero pienses soy un puritano o un
purista, tanto dá, por esa razón trataré de ser más simple, aunque explícito,
en mis apreciaciones y así no me tratarás de cursi o pedante, que sé lo estás
pensando…
—
Koko: Me gusta entiendas mi punto de vista, no es por
ofender pero si la inspiración no llega, espero no cargues sobre mí la culpa,
yo soy un simple oyente y a veces, porque tu así me lo has pedido, expreso mis
opiniones, que en definitiva son las que tu conciencia te dicta, aunque no
siempre nos guste escucharlas.
—
Hablas de inspiración y curiosamente estaba pensando
en cuánta razón tenía Picasso, cuando le atribuyen haber dicho aquello de que: «Cuando llegue la inspiración que me
encuentre trabajando»
Estoy de acuerdo, aunque pienso que la inspiración no
es un ente fantasmagórico, que anda por ahí rondando por etéreas latitudes a la
espera de que alguien la descubra, no espero ni creo mucho en eso de la inspiración,
cuando alguien escribe es porque tiene o quiere decir algo, es producto de una
personal forma de ver e interpretar la vida, una vida que se ha ido conformando
a través de la lectura, de las vivencias de los muchos años y estoy de acuerdo
con quienes sostienen que no existe ningún método, ni científico, ni escolástico,
para aprender a escribir, es simple y llanamente tener “algo” que decir y en
todo caso, no esperar el aplauso del público, porque en definitiva será tu
versión de los hechos, que puede estar a años luz del resto de los mortales.
Además, escribir hay mil formas de hacerlo, de forma
ortodoxa siguiendo los cánones establecidos por los puristas en la cosa
literaria, o arbitrariamente, sin tener en cuenda las reglas establecidas,
saltándose a la torera las leyes impuestas y dejar correr la imaginación de
cada cual a su voluntad, a veces tal vez sin ton ni son, sin pies y cabeza,
pero siempre será la realidad que el autor con mayor o menor fortuna ha querido
plasmar sobre papel.
Por ello, te diré, que en efecto, al menos servidor, escribe
sin afán de notoriedad alguna, por el simple hecho de ocupar largas horas de mi
vida, ahora relajada, sin obligaciones y producto de una dilatada vida de
agobios y trabajos, preocupaciones lógicas que conlleva una vida como la de
todo ser mortal y con la altura o largura de los años se contempla bajo un
prisma muy diferente al de la propia juventud.
En este sentido, traigo aquí a colación una cuestión
que me llama la atención y es que a veces la sabiduría popular, nos sorprende
con situaciones reales que bien pudieran considerarse de alta filosofía.
Resulta que mi
cuñado tiene una teoría, que como digo me llama poderosamente la atención, allí
encima de una pared, tiene un metro, de los de medir, y dice marcando con una
chincheta, que cada centímetro del mismo representa un año de su vida,
actualmente ha sobrepasado los setenta centímetros, y automáticamente uno por
poco espabilado que sea, ve el transcurso de su vida, señalada en centímetros y
lo que le falta para llegar a los cien centímetros, que equivaldría a los cien
años,
— ¿Y a esa edad
cuantos llegan…? —
— ¿Y realmente, cuantos centímetros me faltan, para el
fin de mis días…?
Es un simple ejemplo de lo efímero que es el tiempo,
de cómo pasa veloz sin que podamos hacer nada para detenerlo, solamente si
somos listos aprovechar los centímetros de vida que nos quedan, llenándolos de
lo que realmente importa, sabiduría, conocimiento, capacidad de enjuiciar los
asuntos que nos competen, encontrar el sentido transcendente de nuestra
existencia y marcar en nuestra mente la frase que determina cuanto aquí trato
de exponer : «Tempus fugit, sicut latro»
(El tiempo huye como un ladrón), Esta frase se suele ver en la esfera de
algún reloj antiguo y dá para mucho, si se medita en el significado tan real
que conlleva.
—Koko: Bueno,
bueno, qué transcendente y filosófico te estás poniendo, la cosa no es para
tanto,
¿No hemos quedado, en que se trata de un divertimento,
sin más?
Luego vamos a ser un poquito más comedidos en las
opiniones y pareceres, sin querer adoctrinar con nuestras divagaciones, allá
cada cual con sus pensamientos que siempre serán diferentes a los nuestros, por
fortuna, y porque no es deseable la alienación y uniformidad en el pensamiento,
eso nos libera de seguir corrientes de cualquier índole, mejor el libre
albedrío y mal que le pese a quien pueda leer esto, solamente denotará un uso
medido de la libertad, que a todo ser se nos ha dotado y gratuitamente.
—
Bueno, pues eso…
—
A partir de este momento, ya me voy a dejar de filosofías
baratas, me ceñiré a comentarte mis puntos de vista ante situaciones a veces
realmente dramáticas, sin que por opinar se llegue a solucionar nada. Esto de
escribir libremente, sin encargos, como es mi caso, tiene la ventaja de que no
te debes a ninguna tendencia, como tampoco a ninguna idea político-religiosa,
lo que dá juego a poner aquello que te venga en ganas.
Tampoco tendré en cuenta, seguir los parámetros
académicos que exige la Real Academia de la Lengua, queda claro que no se trata
de eso, ni de participar en un concurso literario y no quiero incidir más sobre
este asunto, que ya huele a podrido.
—
Koko: Bien; pero tampoco te rayes, que uno solo pretende ir
por el camino, sencillo, sin escoyos, sin tener que entrar diatribas y
recovecos, excluyendo estilos y géneros literarios, que por cierto, tengo
entendido que ya obran en tu haber varios tratados de géneros diversos.
—
Pues sí…
—La Estrella de
David— Cuento.
—Relatos
de un Abuelo — Autobiografía novelada
—Ciego
por un día— Novela
—Salto en el
Vacío— Novela
—Mi
paseo Soñado por las Calles de Hervás— Costumbrista
—Volumen
titulado—
Trilogía.
En el que se recogen las tres primeras obras
de mi producción, sin que el título haga referencia a una saga literaria de
tres partes sobre el mismo tema, ¡Qué horror, tener que aguantar miles de
páginas sobre el mimo asunto…!
Y
el último, bueno el penúltimo, el último es éste que estamos escribiendo y
ahora se encuentra en ciernes, la última publicación ha sido:
—El Padre Nuestro—
Una visión e interpretación muy personal de la Oración
por excelencia como es el Padre Nuestro.
—
Este nuevo libro, que estamos pergeñado entre los dos,
lo quiero tratar como un género que todavía no había tocado como es el “Ensayo”, y en ello andamos, gracias,
también a tú colaboración.
—
Koko: Y además tienes varios escritos muy personales y
editados en Privado:
—Mis Cosas—
Tratado familiar
—Siete Décadas y Media— autobiografía
del autor
—Escritos Perdidos—,
recopilación de cartas y artículos publicado en los medios, etc.
—
Koko:
Quiero decir con esto que tus anhelos y aspiraciones literarias, están más que
cumplidas, salvo aspires a obtener el Nobel de Literatura Barata, que sería muy posible fueras al menos nominado, bueno, no
te mosquees que es broma.
—
Pues mira, ahora que lo dices, en una ocasión le
facilité uno de mis escritos a un consumado escritor, de una amistad mutua más
que normal, con varios premios a su espalda, de reconocido prestigio, con toda
una carrera reconocida, para que me diera su opinión personal sobre el libro, y
me contestó que tenía un estilo un tanto peculiar; muy personal, me dijo y
también que me dejara de mariconadas y me dedicara a escribir de verdad…
—
No quiero decirte, qué opinaría si cayera en sus manos
un ejemplar del presente libro…
Pero,
lo que más importante, al menos para mí, como autor, es que ninguna Editorial
me obliga a tener que tratar este o aquel tema, por encargo, bajo contrato, yo
soy lo que se denomina un Autor Autodidacta, y además Autor/Editor, que
significa que uno se hace desde la portada, el texto y la difusión de la obra
por entero, y solamente la impresión, la encuadernación y la puesta en venta al
público, utilizando para ello Redes de difusión concertadas, todo es por
cuenta, cómo en este caso, de una Editorial de internet, gratuita, que solo te
cobra por el número de ejemplares que encargues, desde uno a mil, si por
fortuna llegara el caso.
Cuando
alguien pide un ejemplar, siempre por Internet, se encuentra con el hándicap de
tener que facilitar además de los datos de envío, sobre todo una cuenta o
tarjeta de crédito donde realizar el cargo, y claro eso limita en mucho que la
difusión para que cualquier obra sea conocida por una mayoría y más bien queda
reducido a familiares, amigos, el entorno del autor y poco más.
A uno le
gustaría, no tener que pasar por este tipo de situaciones; pero tal y como
están las cosas en el gremio, no queda otra, salvo que seas de un poder adquisitivo
importante y este no es mi caso.
— 7—
—
Koko: Las
obras en el jardín de la casa, siguen avanzando, cada día se encuentra alguna
novedad, dada la cantidad de obreros que circulan por las inmediaciones del
mismo, intuyo, que no solamente las obras que se están realizando son las del
jardín, dentro del perímetro a mi vista, creo que también dado el frenético
movimiento de materiales de construcción, y demás artilugios para la piscina,
se están llevando a cabo labores de reestructuración de la casa, planta baja
con salida directa a la calle, que está en el interior y no puedo vislumbrar
desde la ventana, mi condición “cotilla”, por naturaleza, me tiene en un sin vivir, viendo la
transformación del jardín, es de cajón creer que algo parecido será lo que está
sucediendo en el interior de la casa, que ronda los noventa años de su
construcción, se están llevando a cabo impermeabilizaciones tanto de suelos
como de paredes y techos, nuevos y modernos materiales de construcción,
aislamientos para evitar tanto frío como calor y un sin número de artículos de
última generación, a juzgar por lo que observo desde mi ventana.
Esta mañana, están procediendo al montaje de unos
ventanales, en la antigua casita, ahora
en su fase de estructuras de hierro, pero intuyo que más adelante llevarán
cristales o celosías que adornaran aún más la casita que están restaurando,
solamente han dejado el esqueleto de la anterior casita, que tenía toda la
pinta de ser un lavadero, pues las antiguas villas u hotelitos como se llamaba
a las casas ubicadas en el campo, servía para disfrute de gentes acaudaladas y
tenían este tipo de instalaciones, en tiempo de estío se desplazaba toda la
familia para pasar los rigores del verano bajo la fronda y el arbolado de lo
que hoy llamábamos jardín.
A
juzgar por las antiquísimas instalaciones, aunque no han dejado prácticamente
piedra sobre piedra, la verdad es que la obra va dando su fruto y está
apareciendo un nuevo jardín, con la piscina enclavada en él y la casita que
parece de un cuento de hadas.
Lo cierto es que llevan muchos meses trabajando en el
asunto y una de dos, o los dueños tienen unos ingresos económicos fabulosos y
se lo pueden permitir o por el contario, no se entiende una inversión
semejante, en un edificio de tantos años, aunque eso sí en pleno centro de la
Capital, tal vez este sea el aliciente principal, para haber invertido tanto
dinero en una piscina, en instalaciones de última generación y desde luego el
resultado ha de ser de película.
—
Bueno kokito, tampoco te pases, una finca de las
características como ésta —bien vale una misa—, quiero decir que tal y como
anda hoy el negocio de la construcción en general, para encontrar algo parecido
a esto habría que ir a los extrarradios, con las consiguientes carencias de las
infraestructura de las que goza el barrio donde está situada esta casa:
Tiendas, Colegios, comercios de todo tipo, jardines y paseos arbolados,
comunicaciones, autobuses, el metro nada más salir de casa, etc.…
Pero vamos a dejarnos de fruslerías que poco o nada
pueden interesar a quienes se tomen la atención de leer estos cometarios, bien
es cierto que tú cuentas lo que a tu parecer rompe con la monotonía de estar
todo el día cara al jardín y lógicamente algún comentario debes hacer al respecto,
yo te lo agradezco y eso denota que tu capacidad de cotilleo, como reconoces,
no tiene límites y de lo cual me alegro.
Vayamos al grano con nuestro — ¿Relato?
—Koko: ¿Cómo Relato…?
Es eso lo que pretendes con este escrito?
—
Claro, ¿Qué pensabas?
—
Koko: Hombre yo pensaba que, sería un tratado donde
aparecerían: “Duendes”, “Brujas”, “Gnomos”,
“Lamias”, “Hadas”, “Trasgos” “Príncipes y Princesas “ y personajes así, y
no solamente un pobre “Loro” de cola roja, que además es de otro país…
—
Bueno, todo se andará, porque no me negarás, que el
sitio se presta a ello, si te acuerdas, tiempo atrás el espacio del jardín a
que te refieres estaba habitado por un número sin fin de gatos y de aves que
anidaban en los árboles, mi mujer y yo recordamos haber sido testigos de la
construcción de varios nidos en los árboles cuyas ramas rozaban con nuestras
ventanas y no creas, que a veces, uno si dejaba volar su imaginación,
encontraba niños correteando por entre las enredaderas que servían de cierre al
recinto, evónimos boneteros, azaleas, rosales, etc. Y bajo una pajarera grande
en forma de kiosco, a la sombra de un viejo y frondoso olivo, se encontraba una
mesa de mármol, donde eran frecuentes y abundantes los suculentos majares, que
a la hora de la merienda, los niños se apiñaban para dar buena cuenta de las
pitanzas.
Al anochecer, hora en la suelen darse cita las brujas,
las brujas buenas como las hadas, alguna niña sucumbiendo al sueño, tendida en
una hamaca, entraba en ensoñación, que le hacía ver gnomos y duendes, siempre
buenos, sueños relacionados con el entorno vivido durante el día y también, por
qué no, el arrepentimiento de una trifulca tenida con una niña de trenzas
rubias y con un lazo rojo a la que había despeinado en una riña.
—
Koko: No, si ya veo que argumentos no te faltan, para hacer
de una nadería un “totum revolutum”…
—
¿Cómo?, es que vas a poner en duda mi capacidad para
enrollarme, a nada que me des una pista, o una clave?
—
Koko: Lo que quiero decir, bueno es un decir, llevar a tus
mentes, es que hables de cosas más trascendentales
—
No te entiendo, la verdad, si me pongo un tanto serio,
me tachas de filósofo barato, de aprendiz de escritor, de novato fabulador y
otros epítetos que no se pueden reproducir aquí…
—
Koko: Bueno, tampoco te lo tomes tan a pecho, yo solo te
digo, que deberíamos reconducir el asunto a algo más interesante para el resto
de los mortales y no solo para ti y para mí, que por fortuna ya nos conocemos
lo suficiente, hasta en los más íntimos recovecos.
—
Bueno y hablando de recovecos e intimidades.
Esta mañana, he entrado a saludar a un antiguo colega,
que tiene una tienda de Recambios y Accesorios para automóviles y cuál ha sido
la sorpresa de mi mujer y también mía, que tenía en una jaula un loro justo
como tú, éste era más grande porque era macho, pero a mi mujer le pareciste tú,
comenzó a dar explicaciones y emocionada le parecía estar viéndote a ti en
persona, bueno en pájaro, lo cual supuso tanto para su dueño, como para
nosotros una suerte de encuentro y coincidir con al menos en la mascota.
—
Koko: Pues me alegro del hallazgo, al menos para mí
desconsuelo, me consta ya no soy solo yo el prisionero, aunque no es que me
disguste mi destino, al fin y al cabo tampoco he tenido ocasión de elegir otro.
—
Si te lo vas a tomar así, tendré que plantearme
continuar con el escrito, no vaya a ser que en algún momento, me denuncies por
maltrato animal, secuestro o esclavitud de género.
—
Koko:
Anda, no exageres…
—
Hablado de maltrato, las noticias que a diario dan en
la tele, van más allá de lo que uno puede soportar, es raro el día que no
acontece algo tan aberrante como el maltrato de género de niños y mujeres,
cuando la cosa no va más allá y se producen crímenes que las autoridades y la
sociedad, pese a estar cada día más concienciada sobre el asunto, no ven una
solución ni a corto ni a largo plazo.
—
Koko: Si es así, desde luego es para preocuparse.
—
Es por cosas como esas, por lo que te comentaba que
ver la tele, es una pesadilla, cuando no son los Carnavales, son las guerras
que en número creciente que ocurren simultáneamente en diferentes países, los
niños soldado, la emigración, los refugiados, las violaciones de guerra, los
tratados internacionales por el suelo, la manifestación cada vez más presencial
de fuerza por parte de unas y otras potencias, la exhibición de armas
nucleares, carros de combate, sofisticadas armas de destrucción, cohetes de
larga distancia, capaces de acabar con un estado en segundos y sobre todo las peligrosas
declaraciones que provocan al contrario —Y yo más— y nunca se puede saber en qué terminará todo
esto.
Preferible,
escuchar que ya se están preparando la Fallas de Valencia
—
Koko: ¿Y, eso de que va…?
—
Eso va de una gran fiesta que se monta en la Comunidad
Valenciana, con motivo de la celebración de la Fiesta de San José, patrón de
aquellas tierras y para celebrarlo, no escatiman en pólvora, tracas, desfiles y
sobre todo las “Fallas”, que son una
representación en imágenes del discurrir diario, unas mofándose de manera
gráfica, con grandes imágenes realizadas y caricaturando algún personaje
público, sobre todo si es miembro destacado de la Política, de la vida pública
o en general celebre por salir en los medios.
Es la
Fiesta por excelencia, y consiste, cómo
te digo, en infinidad de imágenes monumentales de tamaño enormes, hechas de
cartón y maderas con el ingenio característico de sus autores.
Hay un jurado
que indulta del fuego a una elegida entre todas, que por su valor artístico o
simbólico se libra de ir al fuego a que son sometidas la mayor parte de ellas,
y el resto se queman ante la presencia de miles de visitantes de todos los lugares
de la geografía, algo muy parecido a lo que ocurre con la Fiesta de los San
Fermines de Pamplona, la Feria de Sevilla, el Rocío, San Isidro y mil más, que
se dan cita puntualmente una vez al año, en cualquier lugar de nuestra tierra.
Pero
sí, tienes razón, hay que cambiar de rumbo.
—8—
—
Koko: ¿Me estás diciendo, que lo que has escrito hasta este
momento, no tiene “chicha”?
—
¿O sea
que solo son divagaciones, más o menos acertadas?
—
¿Que
son una apreciación personal subjetiva,
—
—La Ciencia sin
la prueba, que decía Ortega y Gasset?—
Pues
más o menos, por ahí andan los tiros, yo siento que este escrito sea un tanto
árido, que carezca de un argumento que enganche, que anime a seguir leyendo,
indagando, buscando un final que no se prevé, que no haya una exposición, nudo
y desenlace como en toda novela; pero ya hemos empezado diciendo que íbamos a
tocar el ENSAYO, como género literario y como tal, pues se trata de una
interpretación explicativa de un tema determinado, cual es la actual situación
de ti respecto a mí.
Aquí
se tratan temas variopintos, como sucede en la propia vida de cada día, tanto
de orden político, filosófico, doméstico, social, cultural, deportivo, etc.
Y además
desarrollado libremente, sin ambages. O lo que es lo mismo, una serie de
divagaciones y elucubraciones, de carácter crítico, sin más.
—Koko: Pues que quieres que te diga, a mí me
gusta más, cuando hay unas expectativas, cuando hay unos personajes con sus
características sus debilidades y también sus virtudes, cuando a través de sus
vidas nos hace sentirnos coprotagonistas del tema, nos hace vivir sus pasiones,
costumbres, alegrías y dolores y sufrimientos, nos alegramos o lloramos con
ellos, con los que nos podamos sentir identificados.
—
Ya, ya, si no te falta razón…este tipo de literatura
es un tanto si se quiere aburrida, pues se trata como apuntábamos anteriormente
de una subjetividad más que de una objetividad.
—
Koko: A
ver, puedes explícame esto.
—
La verdad que no es fácil, sobre todo cuando es la
primera vez que trato de este género denominado Ensayo, al que no estoy
identificado, me es mucho más fácil, dentro de la dificultad, pergeñar una
novela, con su argumento, sus personajes, sus situaciones más o menos,
sencillas o enrevesadas, bien sean
dramáticas, cómicas, o cotidianas, que todo el mundo maneja y en la cual uno se
pueda identificar con un personaje, hacerle suyo, sentir como él, encontrase en
muchos momentos de la narración y darse cuenta de que uno no es un bicho raro,
que las cosas que se cuentan en la novela, también le suceden a él en gran
medida, o al menos hay situaciones muy parecidas, que parecen estar escritas
para él; y ya sé no es el caso; pero ahí está y radica mi problema.
—
Koko: Bueno, pues tú sabrás como salir de este laberinto en
que te has metido, yo poco o nada puedo ayudarte, como no sea diciéndote, que
no entiendo nada de lo que me estás contando.
—
Estamos bien, yo matándome para darte a entender el
motivo de este trabajo, que se me antoja va a ser un auténtico fiasco y tú para
darme ánimos, me dices que no entiendes nada.
—
Koko: Bueno, nada, lo que se dice nada, tampoco es eso, solo
que podías ser más explicito y decirme a qué estamos jugando, si es que jugamos
a algo.
—
Mira, ya que me lo dices, te diré que hace unos días,
he recibido una invitación, por parte de el Concejal de Cultura del
Ayuntamiento de mi Pueblo para presentar uno de mis libros, que ya es conocido
por bastantes paisanos míos y he renunciado a ello.
—
Koko: ¡No me
digas!, no me lo puedo creer, estás siempre llorando quejándote de lo difícil
que es la promoción de un libro por principiantes como tú, sin mecenas y a cuerpo
limpio, sin padrinos y tal y vas y rechazas una ocasión de darte a conocer,
promocionar tus libros, pues la verdad no lo entiendo.
—
Verás, Uno que ya peina canas, rayando la octogenaria
cifra, sabe de esto más que las ratas coloradas, quiero decir que mis
expectativas referente a este asunto de la publicidad, y llegado el caso del
éxito económico están más que cubiertas.
Nunca he perseguido hacerme famoso con mis escritos,
siempre me he conformado con la satisfacción personal de ver mis escritos impresos
y en formato de libro, no he pretendido hacerme de oro con un Best Sellers, y
me he conformado con el beneplácito de mi mujer y mis hijos, mi público
preferente, y algún paisano que ha adquirido alguna de mis obras, para mí
suficiente y sin compromisos por que te veas obligado a escribir sobre un tema
que tu no has elegido.
—
Koko: Bien, puedo
comprender que en tu modestia — ¿O cobardía, tal vez?— hayas renunciado a esto;
pero nunca está de más un acto por el que te ensalzan y dan a conocer, gratis,
tu obra, lo que indica que tiene cierto interés público.
—
No he querido ni pretendido desairar a la persona que
me ha invitado a tal evento, al contrario le estoy muy agradecido, pero sí he
querido evitar que los asistentes al mismo, que generalmente se ven obligados a
adquirir un ejemplar del libro presentado, tengan que cargar por aquello de que
la ocasión es propicia para que se lo firme y dedique el autor; muchas veces
tan siquiera es el libro preferido del autor, por lo que parece que lo que realmente
se persigue es realizar un evento de tipo cultural, para rellenar algún espacio
interesado.
—
Koko: Bueno allá tú y tus prejuicios, a mi me parece
desaprovechas una oportunidad, que podría arrastrar otra más.
—
En todo caso, he dejado una puerta abierta sobre el asunto,
ya que parece existe un interés sobre mis libros, le he propuesto al Concejal,
que es el Director de un Club de Lectura, si me cursa invitación a una de sus
tertulias me someteré muy gustoso a pasar por lo que se denomina un tercer
grado, que no es otra cosa que establecer un dialogo con los interlocutores que
asisten a este Club y tratar de contestar aquellas preguntas pertinentes sobre
mis libros.
—
Koko: Bien ya veo, que hilas fino.
—
Hombre, bueno pájaro, no está la cosa como para
buscarse enemigos, bastante detractores hay sin uno pretenderlo y no voy a
hacer ascos cuando te tienden la mano, amén de que no sé si ha quedado claro o
no, mi objetivo principal con esto de la escritura, no es otro que mi propio
divertimento, lo demás lo considero accesorio y bueno reconozco que a nadie le
amarga un dulce y que cuando alguien compra uno de mis libros, siento un
orgullo interior que me hace pensar que —algo tendrá el agua cuando la
bendicen—
—
Y llegados a éste punto, te confieso, que mis recursos
se han agotado, que éste pozo ya no tiene más agua y de verdad, que no sé cómo
seguir con éste lío en el que me he metido, de tal manera que creo que lo mejor
será dejarlo aquí, hasta ver si por algún sitio aparece la luz…
—
Koko: ¿Quieres decir, que lo vamos a dejar a medias?
—
No, solamente aplazarlo durante un tiempo, esperar que
madure, que las musas nos visiten nuevamente, y la “Inspiración” de la que
hemos hablado, vuelva a visitarnos.
—
Koko: ¿Entonces nos tomamos vacaciones?
—
Creo, será lo mejor, aquí lo dejamos…
—
Koko: Por cierto,
—
¿Te has parado a pensar, lo que puede significar la
vida de cada persona, que a diario atraviesan las puertas del Centro Cultura?
—
¿Sabes el filón, que puede representar, escrutar —vaya
palabro— la vida y milagros de cada persona convertido en personaje?
—
¿No me digas? ¿Y eso, se te ha ocurrido a ti solo o
has necesitado ayuda?
—
Koko: Piensa lo que quieras, pero yo me he comprometido
contigo a llevar este asunto adelante y en la medida que de mí dependa, ahí
estaré.
—
Pues gracias, y no es mala idea; para lo cual he
pensado, pasarme de incognito por el Centro Cultural, demostrar que estoy
interesado en los cursos que en él se imparten —no pienso comprometerme, ni
apuntarme, solo información— Y ya veremos…
—
Koko: Me alegra, me tomes en consideración y una vez más te
pido no desestimes mis sugerencias.
—
Así será, y ni por asombro se me ha ocurrido nunca no
tener en cuenta tus sugerencias, comentarios, reproches, con ello ya contaba.
Así que —faute
de mieux— allá vamos…
—Hoy he puesto en marcha el plan para captar la
atención de alguna persona, que se preste a formar parte de este libro, o que
la menos ella inconscientemente, es decir sin saberlo, se vaya desnudando para
mí, en el sentido de que me cuente su vida.
He
tenido suerte, de entre las gentes que pululan por el Centro, al menos dos, son
de mi entera confianza, hace años que les conozco, son del barrio y
concretamente con uno de ellos, con Andrés, me llevo de maravillas con él, como
también me llevaba con su esposa, fallecida hace dos años.
Andrés,
hombre de no muchas palabras, solo he tenido que pegar la hebra con él, que
ávido—creo yo—ha entrado al trapo.
— ¡Hola Andrés! Cómo tú por aquí? —Pregunto, sin
demostrar más interés que simple cortesía—
—Pues ya ves, que asisto a un curso de relajación, desde
que falleció Pepa—
— ¡Ah!— contesto yo, sin
darle mayor importancia.
E insisto, — ¿Y eso de
que va?—
—Andrés: Pues nada,
venimos dos días a la semana, estamos organizados por grupos y un monitor,
monitora, en este caso, nos imparte métodos de relajación/meditación, mediante
unos ejercicios que vamos aprendiendo, respiración/espiración, y vamos
experimentando en nuestro interior, una especie de relajamiento que nos hace
sentir, al menos a mí, mucho mejor, con más optimismo y dejando atrás
problemas, en definitiva, que es lo que buscamos, encontramos una paz y
sosiego, que apreciamos en mucho.
—Pues qué bien, cuanto
me alegro, porque me consta que cuando lo de Pepa lo pasaste francamente mal.
—Andrés: Bueno, eso es
harina de otro costal, no puedes engañarte con cosas como éstas, cuando llegas
a casa te enfrentas a la cruda realidad de su ausencia, y aunque yo continúo
hablando con ella; su no presencia, me
hace entrar en la verdad y cada día, a pesar del tiempo pasado, noto me falta
gran parte de mi vida.
—Bueno, ahora que te he
descubierto, no nos vamos a despedir, así sin más.
Estaba comprobando el progresivo deterioro de su
persona, desde la última vez que tuve ocasión de verle, en un viaje de los
organizados por el Imserso, que ya hemos hablado, en el que él se manifestaba
como un hombre de capacidades innumerables, le faltaba tiempo para ser el
primero en saltar a la pista de baile, a nada que sonaran las primeras notas de
música de la sala de fiestas del hotel donde nos alojábamos todos los
participantes de la excursión.
Le encontraba un tanto abandonado, en su aspecto
físico, sin afeitar, con las puntas del cuello de camisa arrugadas, se le había
caído un diente y en definitiva su aspecto denotaba un deterioro, que me llamó
mucho la atención.
—Andrés: Bueno, esto dura
solamente una hora, hora y media como mucho, si quieres a la salida de clase
nos vemos y tomamos algo, así charlamos largamente, pues hace mucho no tenemos
ocasión de hacerlo, mira tú por dónde se ha presentado el momento.
—Hecho, le respondí yo,
sin pensármelo dos veces, y también para mis adentros diciéndome: ya encontré
el hilo conductor, para continuar con mi relato.
En un Bar de la esquina, donde habitualmente se juntan
quienes imparten las clases de cualquier índole, hemos quedado, aunque a mí me
interesa solamente él, Andrés, quedamos para dentro de dos horas, para tampoco
demostrarle un excesivo interés y evitar sospechas.
Volví a mi casa, y no sabría decir si contento o con
un sabor agridulce en mi conciencia.
¿Acaso me iba a
aprovechar de la situación de Andrés, para mis espurias intenciones?
Mi conciencia me decía, que no debería aprovecharme de
la desgracia ajena y menos la de un amigo, a quién no había vuelto a ver desde
el desenlace funerario de Pepa, su mujer también amiga.
Tendría que plantearme, seguir por ese camino o
cambiar radicalmente y dar por olvidado mi asunto del libro, en este caso
particularmente doloroso.
No era cosa de entrar a degüello, ni Andrés y la
memoria de Pepa lo merecían y tampoco mis entrañas me decían que aunque no
hiriera a conciencia la amistad, si quedaría tocada y puede que hundida para
siempre.
—9—
Cuando hube vuelto a casa, no salía de mi asombro por
la suerte de haber encontrado a Andrés, hacía un largo tiempo que no
coincidíamos, ya no era lo mismo que cuando vivía Pepa, entonces nuestra
amistad se acrecentaba por momentos; pero el destino quiso que nuestras vidas
marcharan por diferentes caminos.
—Koko:
Bueno, cuéntame cómo te ha ido en tu incursión al Centro Cultural
¿Por
qué ibas a ir a investigar, no?
—Sí,
y además me ha ido francamente bien, bueno depende del punto de vista que se
mire; porque me he encontrado con una vieja amistad y hemos quedado para
ampliar nuestro encuentro.
—Koko:
¿Y quién es él?... —Que diría Perales—
—Se
trata de Andrés, que como te digo es una antigua amistad, que teníamos y espero
sigamos teniendo los dos, y que para desgracia su esposa Pepa murió hace unos
dos años, hemos hecho viajes, participado en reuniones y asambleas de Movimientos
de Iglesia, y en fin conocíamos la vida y milagros un matrimonio del otro, era
sencillamente una gran amistad, consolidada en el tiempo y rota por el fatal
desenlace.
¿Pero sabes, Kokito?, he sentido una gran tristeza al
tiempo que alegría al encontrarme con él; le he encontrado tan deteriorado que
me ha dado autentica pena, he visto un hombre abatido, triste, singularmente
delgado, desaliñado, si bien es verdad que nunca fue un “gentleman” en su forma de vestir, y sobre todo con ganas de
encontrar algún clavo al que agarrarse, su aspecto denotaba a simple vista, yo
que le conozco bastante, que necesitaba ayuda.
Este hombre que había sido un alto mando en la empresa
que prestaba sus servicios, que llegó a ser socio de la misma, hoy denotaba
haber caído en desgracia, y el encuentro conmigo, pienso, no le había sentado
nada bien, en su interior era consciente que el impacto que mi cara denotaba, a
pesar de mi esfuerzo por disimularlo, delataba que me había impresionado negativamente.
Pero bueno, he encontrado una razón más poderosa que
la de sonsacarle simplemente con motivo de mi libro y estoy dispuesto a
tenderle mis brazos, a poco que él me lo pida y se deje ayudar.
—Koko: Bien, pues me alegro, si tú te
alegras y me entristezco si tú te entristeces, de lo que no cabe duda es que se
abre un nuevo canal para nuestro lío.
—Jo,
kokito, no sé cómo te atreves a denominar nuestro trabajo, como un lío…
—Koko: Perdona, pero en principio, salvo que hayas cambiado de opinión,
era buscar un personaje para continuar con nuestra obra, que se había atascado
¿No?
Si, lo que pasa es que además creo, nos hemos salido
del guión, de crear una obra que íbamos a llamar Ensayo, ahora ya empiezo a
dudar si está dentro de los parámetros que se establecen para este género literario.
—Koko: Con que esas tenemos, tú que te las
das de ser libre en tu forma de pensar y de escribir, ahora me sales con
escrúpulos…
¿No hemos quedado que no hay que dar cuentas a nadie,
de nuestra forma de expresarnos sin esperar reconocimiento alguno?
—Bajo
esas premisas, es por lo que continúo con el asunto, si bien es verdad y tengo
que reconocerlo, que lo que en un principio iba a llevar a cabo por un simple
pasatiempo, ahora se ha convertido en algo más formal y moralmente he de
atacarlo bajo otra perspectiva, digamos más humana.
Estoy en ascuas, esperando llegue la
hora de nuestra cita, porque realmente no sé en qué terminará todo esto, puede
que volvamos a reanudar nuestra amistad, un tanto aparcada, o también puede que me mande a hacer puñetas,
si percibe que persigo otra intención.
Una vez en el Bar, intercambiamos unas palabras,
divagando, sin por mi parte entrar definitivamente a matar, yo dando por
sentado, se trataba de un feliz encuentro, sin más trascendencia y mi
interlocutor, entendiendo la alegría, compartida por la misma razón.
Nos sentamos junto a una mesa, pedimos unas cañas,
bueno yo un vinito de Rueda que es mi costumbre, nos lo sirvieron junto con
unos aperitivos que en esta casa son siempre espléndidos, recordamos las veces
que habíamos estado en este lugar de tantos recuerdos, incluso las veces que
habíamos estado comiendo juntos y también con otro matrimonio de la peña, así
dimos los primeros pasos a lo que bajo mi punto de vista, se trataba de un
casual encuentro que no por inesperado sería menos provechoso.
A Andrés, yo lo notaba, estaba ávido por contarme
cosas y entendía los motivos que le
acuciaban a ello, me empezó contando, su actual situación, que yo presumía de
antemano.
Me decía que su situación de jubilado, había agravado
aún más la necesidad de encontrar algo con que llenar las vacías horas de su
día a día, así que se había comprometido con la Comunidad de Vecinos a llevar
la Administración de la misma, algo para él fácil pues formaba parte de su
antigua actividad profesional y que le tenía entretenido durante algunas horas.
También me confesaba, se había convertido en miembro
de una Asociación muy cercana a una ONG en la que participaba activamente y le
ocupaba gran parte de su tiempo libre, eso y la asistencia al curso del Centro
Cultural, dos días a la semana, habían configurado su nueva vida.
Pero a mí no se me ocultaba, que todo eso era una
huída hacia adelante, que todo lo hacía porque la razón principal era que
trataba de llenar la ausencia de Pepa, y no estaba muy seguro de haberlo
conseguido, pues Pepa era el todo en su vida y esto eran apaños para en modo
alguno paliar esa carencia.
Andrés, yo lo sabía, tenía una empatía que le había
llevado a la cumbre de su profesión, no obstante notaba ahora en él una rabia
contenida, una amargura a todas luces vista, debido a su situación, él se había
trazado un programa diario, para no caer en la desidia y el abandono, la
cuestión era que también sabía de antemano que cuanto llevaba a cabo, que esa
rutina artificiosa no tenía otra intención que despejar su pensamiento de
fantasmas que ahogaban su existencia, una fijación que no podía quitarse de la
cabeza y ello le llevaba a un estado más bien sórdido, del que no era capad de
escapar.
Me contaba todo esto, sin apenas darme lugar a
expresar mi opinión al respecto, le dejaba se fuera desahogando, me contara
cuáles eran sus proyectos y para ello le daba de vez en cuando, dentro de la
conversación, “claves” para que se fuera soltando, empecé por hablarle de
banalidades como si había cambiado de coche y él me contestaba que pese ahora
tener un coche si cabe mejor que el de antes,—siempre tuvo buenos vehículos se
lo podía permitir,— no le encontraba aliciente alguno.
Me comentaba, que se había deshecho de la casa que
tenían en las afueras de la capital, solo le traían recuerdos de otrora feliz
vida, cuando —me decía—pasaban allí los fines de semana toda la familia y a veces
con los amigos, yo recordaba también que en alguna ocasión tuvimos allí comidas
y barbacoas y diversas reuniones con el otro matrimonio amigo de la pandilla.
Le pregunte por sus dos hijos, ya casados y me
confesaba un tanto apenado, que solían verse algunos fines de semana, ya sabes
me decía, las obligaciones de los niños, el trabajo de ambos y sus respectivas
mujeres, las dos trabajaban, las dictadura a que la vida de la capital nos
somete a todos, les dejaba poco tiempo para verse, en cumpleaños y en verano es
cuando se presentaba la ocasión propicia, también por Navidad y poco más.
Andrés casi en un monólogo, me iba poniendo al
corriente de su vida, si bien yo apreciaba que lo que me contaba era solo la
punta de iceberg y se me antojaba pensar que era más lo que me ocultaba que lo
que me contaba. Me dijo que al principio, al fallecimiento de Pepa, estuvo en tratamiento con psicólogos, que le
aconsejaron buscar ayuda en cosas como las que actualmente llevaba a término,
si bien reconocía que no satisfacían sus expectativas y algo que le traía de
cabeza era que en su familia, le estaban ninguneando y siempre insinuando,
dándole la vara —me decía—, insistiendo en que tenía que rehacer su vida, algo
que él interpretaba no era otra cosa que quitarse el muerto de encima, lo que
le producía una tristeza enorme, pensar que sus propios hijos, a los que había
dedicado toda su vida, y le dolía sobre todo cuando alguna de sus nueras le
decían cosas como: —Ya sabes Andrés aquello de que “no es bueno que el hombre esté solo”—poco menos que querían
deshacerse de él o al menos de su responsabilidad. ¡Ay! Si Pepa, levantara la
cabeza…
Otras personas, le aconsejaban que contratara una
señora, para las labores de la casa, lo que le llevaba a pensar lo dada que es
la gente a meterse en la vida de los demás, como si él no supiera realmente lo
que era importante en su vida, no necedades como las que le insinuaban sino la
realidad insustituible de su única mujer en su vida, Pepa…
—10—
—Koko: ¡Vaya! si que te ha dado de sí la entrevista ¿no?!
—Pues no estoy para nada satisfecho con ella, porque
ha sembrado dentro de mí una duda existencial, cual es que este amigo está
pasando por una situación a la que la vida y su acontecer le ha arrastrado,
hasta conseguir rayar en la desesperación, sobre todo a juzgar por las
declaraciones que voluntariamente me ha hecho, lo que denota una necesidad de
soltar lastre a poco que se le dé una oportunidad y yo me encuentro ante la
diatriba de no saber en qué modo actuar y si debo actuar de alguna manera en
especial o dejar pasar el tiempo, que dicen todo lo cura.
Quiero que mi diálogo con él sea constructivo, que nos
encontramos en las distancias y para ello, voy a tener en cuenta aquel
proverbio que dice:
«Me
encontré en el camino, con un árbol caído y me dije: no haré leña de él, mejor
me haré leña con él»
—Koko:
Bueno, tú al fin y al cabo te has encontrado con una situación, que no has
provocado y ahora está en ti el saber manejar de la mejor forma posible la
misma, sin entrar en terrenos personalísimos, a no ser que tu amigo te dé pie
para ello.
—No sí razón no te falta, lo que ocurre es que yo me
imagino a ese hombre, llegando a casa, encontrase con el vacío tan grande, él
acostumbrado desde siempre a llegar a mesa puesta, las labores de la casa
hechas con el esmero inimaginable con el que Pepa llevaba los asuntos
domésticos, la lavadora, el planchado de la ropa, la limpieza diaria de la
casa, y sobre todo la preparación de suculentos platos que a Andrés le eran
favoritos, y no quiero ni pensar a la llegada de la noche…
Eso será insufrible, pensar que no es algo esporádico,
sino para siempre, la verdad es que es para volverse loco, tomar decisiones
desacertadas, motivadas siempre por la misma causa y sobre todo pensar, quién
puede ser merecedor de una situación semejante, preguntarse constantemente, qué
se ha podido hacer mal para llegar a esta situación y mil pensamientos vagando
permanentemente por la cabeza, una locura, pienso yo…
Habíamos quedado en volver a vernos cualquier día y a
mí me pareció oportuno el encuentro, así que me personé en el Centro Cultural,
pregunté por él a la Gerente del mismo y me dijo que estaban terminando ya la
clase, que podía esperarle o entrar en el aula y ver qué se hacía allí,
seguramente que la Gerente había visto en mí, por la edad, un candidato para
alguna de las actividades que allí se daban.
Me asomé con cautela, como quien está pisando el
terreno sagrado de lo privado y mi primera impresión fue que no perdían el
tiempo.
Un monitor, dirigía con energía los diferentes
movimientos de la clase.
¡Arriba!
—Gritaba—
¡Abajo!
¡De frente!
¡Adelante!
¡Atrás!
Y así pude contemplar cómo se retorcían aquellos
cuerpos, que aunque de personas la mayoría ya entrada en años como Andrés,
también había gente más joven, e iban configurando una tabla de ejercicios para
nada fácil y a golpe de silbato se apilaban unas veces, se dispersaban otras
hasta conseguir el objetivo.
Terminada esta lucha corporal, a las órdenes de aquel
monitor, que más bien parecía un militar, Andrés se dio cuenta de mi presencia
en el aula, e inmediatamente una vez terminada la clase, se dirigió a mí diciéndome,
que en unos momentos estaría conmigo, antes tenía que bajar a las duchas, cambiarse de ropa, pues
tenía un atuendo deportivo y eso era cosa de pocos minutos.
Así fue, inmediatamente, antes que me diera lugar a
otra cosa, Andrés se presento, con su mochila al hombro y me dijo:
Bueno, soy todo tuyo, esta vez le notaba yo más ufano,
como con otro talante, y me decía:
¿Dónde quieres que vayamos?
No muy lejos,
porque tengo el coche aquí cerca, así que si quieres nos vamos al Bar o dónde
te parezca.
Aproveche la ocasión para decirle:
—Si te parece damos un paseo y charlamos, el tiempo
parece propicio y la incipiente primavera se presta a ello.
No le pareció mal la idea, y echamos a andar hacia un
parque natural de pinos muy cercano a donde nos encontrábamos. Él volvió a su
nostalgia, vi cómo le cambiaba la cara y casi gimoteando, me recordaba las
veces que había estado con su esposa y con los niños jugando por aquel parque,
a mí se me cayeron los palos del sombrajo, mi metedura de pata , mi falta de tacto
le habían llevado a una situación que, lejos de mi ánimo, para nada resultaba
agradable.
También él se dio cuenta de mi contrariedad y de
inmediato, se disculpaba diciendo:
No te preocupes, si esto me ocurre mil veces al día,
en cada lugar, en cada situación antes vivida, se ha convertido en el pan de
cada día, de hecho —continuaba—, cuando voy de viaje, me pasa otro tanto, miro
a mi derecha y encuentro tal vacio, que para soportarlo entablo una
conversación con ella, le cuento todas mis cuitas, le hablo de mis actividades,
de los encuentros cada vez más esporádicos con mis hijos, hasta que me doy
cuenta de mi insensatez y vuelvo a tomar tierra, no te puedes imaginar lo duro
que es esto,—me repetía—
Yo para nada sabía cómo entrar en situación, mis
elocuentes silencios, le hacían comprender que estaba sintiendo muy en mi
interior por lo que estaba pasando y poca o ninguna ayuda podía suponer, el
hecho de que le diera consejos o tratara de animarle, cuando me daba cuenta de
la gravedad de la situación, que me sobrepasaba con mucho, realmente se me
agotaban mis recursos.
Con todo, me atreví a decirle, que tal vez le sirviera
de terapia, desahogarse con un amigo, que él sabía lo era de verdad, me
prestaba a escucharle siempre que lo considerara oportuno y la pena por mi
parte era no poderle aportar ningún alivio a su situación.
Él, sin yo pretenderlo, cambió de tercio y me dijo
algo que me descolocó, como:
—Andrés: ¿Te
has fijado en las mozas y el mujerío que hay en el del Centro?
—Un poco estupefacto por el hecho, no supe qué decir y
para salir del paso, le dije.
En lo poco que he podido ver, durante el breve tiempo
que he estado, contemplando las variaciones y los tiempos de vuestra actividad,
me he fijado más en la labor del monitor y su autoridad, que en lo que allí
había; pero sí, ahora que lo dices me he dado cuenta de lo variopinto de las
personas que se ejercitaban, había por lo general más personas mayores, de mediana
edad y también gente joven que configuraban un grupo heterogéneo, lo que sin
duda enriquece la marcha del curso.
—Andrés: Te
haré una confidencia, sabiendo que vas a entenderlo en sus justos términos.
—Tú dirás, le dije yo…
—Andrés,
pues resulta, que hay una chica, bueno no tan chica, más o menos de mi edad
pero que aparenta menos, que ya desde el primer día me fijé en ella y ella
también se dio cuenta que yo la miraba, tal vez con especial interés respecto a
las demás. Ello propició, que en un descanso de la tabla de gimnasia se
acercara a mí y me espetara, así de cara.
—
¿Qué tal lo llevas, Andrés?
—Andrés: Yo en un momento me quede en
blanco, no supe responder más que con un simple —bien—, porque tampoco sabía si
se refería a mi estado después de la paliza a qué nos sometía el profe, o tal
vez me preguntaba por mi estado anímico, dando por supuesto que lo mismo que
sabía mi nombre, también supiera mi situación.
En principio no me desagradó que
quisiera saludarme, es más —y no es presunción—, esperaba tener un encuentro
más o menos como había sucedido, aunque el hecho de que hubiera ella tomado la
iniciativa, me descolocó por completo. Al término de la clase, bajando a las
duchas, le dije si tenía tiempo para ir a tomar un café, a lo cual ella me
respondió, que tal vez otro día, que había quedado para realizar unas compras y
no podía ser.
Yo lejos de entender que era una
negativa por su parte, quise entender que más bien se trataba de una
estrategia, para que no tuviera yo un concepto equivocado y me pareciera una
presa fácil , a la primera de cambio.
Hube
de conformarme y esperar ocasión conveniente, no por nada, sino por simple
cortesía.
—bien,
le contesté yo, pienso y creo a mi modo de entender, ha investigado sobre ti y
mucho me equivoco o la Gerente del Centro se ha dejado escapar alguna indiscreción
acerca de ti, seguro que cuando fuiste a inscribirte para el curso, te sometió
a una serie de preguntas por las que estableció un perfil sobre ti, tal vez un
tanto equivocado.
—Andrés: No si lo que pueda saber de mí,
no me preocupa, para mí no tiene más valor que la pura anécdota, ni quiero ni
necesito refugiarme a lamer mis heridas con una persona que conozco muy
superficialmente y que tengo poco o ningún interés en profundizar sobre ella.
Aunque mi sorpresa fue, que a los pocos días de esta ocurrencia, me volvió a
asaltar, y me dijo:
—
¿que ese café que teníamos pendiente, cuando se va a llevar a buen fin?
Tan de sorpresa me cogió, que solamente le
pude contestar:
—
Cuando quieras
Y
ella de inmediato me espetó
Pues hoy mismo, si te parece.
No quieras saber, la cara de sorpresa, los cuchicheos
por detrás, que sus compañeras empezaron a cotorrear, como diciendo, ya se
salió Mariló, con la suya, a mi no se me escapaba que no era la primera vez que
ello ocurría, dada la soltura con la que se desenvolvía, lo que para mi
representaba una situación más que embarazosa, para ella como pan comido.
Al final de la clase, me llene de
valor y como se dice en argot taurino, al ruedo y que Dios reparta suerte.
—Andrés: fuimos a una cafetería discreta, en las inmediaciones del barrio,
yo trataba de disimular el azoramiento que me suponía y en cambio ella, con soltura comenzó a
decirme
—Bueno
Andrés, te estarás preguntando, quien soy, como me llamo, porque estoy aquí
tomando un café contigo, al fin y al cabo un desconocido, y mil preguntas que
estoy dispuesta a resolverte si me lo permites.
—Andrés: Claro que te lo permito, mejor y —no me mal interpretes mal—, te
lo exijo, pues ha sido todo tan, tan… —yo balbuceaba— inesperado, que necesito
saber que te ha movido a entablar esta cita para mí totalmente fuera de lo
corriente.
—Pues
mira, te seré sincera, o poco conozco la condición de los hombres o mucho me
equivoco, pero tú eres un viudo o tal vez un soltero, a simple vista las
mujeres no se nos escapan ciertas cosas, ciertas miradas, que dan la clave que
quien es quien, e incluso intuimos el estado de ánimo de algunos hombres, y mi
condición de mujer avezada me hace pensar que no estoy lejos de esta realidad.
Y continuaba diciendo, para mi
sorpresa, en el fondo sé quién eres, tu nombre está en la lista de alumnos del
curso, y por tu aspecto diría que vives en la soledad más absoluta, si bien he
podido observar que últimamente has establecido contacto con otro hombre, más
joven que tú; pero que intuyo te ha servido de alegría, algo así como recuperar
una amistad perdida,
¿Dime,
si me equivoco?
—Andrés: Para nada, estás totalmente en
lo cierto para mi sorpresa, cierto todo lo que me acabas de contar, y yo ni
sospechaba me estuvieras examinando tan exhaustivamente, conste que no me
desagrada más bien agradezco tu dedicación hacia mi persona, que como habrás
observado soy más bien retraído o tímido, llámalo como quieras y estoy
encantado de tener una amistad, si es que así lo quieres tú también, caso contrario
podemos saludarnos y estar encantados de habernos conocido.
—Mis
palabras, taxativas dejaron bien claro, que servidor había entendido el juego y
que a mí o se me venía de frente o caso contrario, el ataque por sorpresa estaba
fuera de mi forma de ser.
Ella,
se sinceró todavía más, creyendo que yo había interpretado su intromisión en mi
vida, como un juego, como una apuesta entre sus amigas; pero para nada y muy
lejos de entrar en juego conmigo del que tal vez tuviera que arrepentirse.
—Andrés: Yo también me sinceré con ella, le dije que en un
principio me había llamado la atención su atuendo, desenfadado, colorido y muy
ajustado, las mallas que vestía eran como hechas a su medida y el lazo de
remataba su artístico moño, o había que estar ciego o sin duda eran un claro
reclamo de atención de cualquier hombre que se precie.
—Ella
me empezó a dar las claves del porqué vestía así, lejos de su indumentaria
normal de calle.
—Era diseñadora de moda deportiva y sus modelos, que
tomaba prestados de la tienda donde ejercía su trabajo diario diseñando ropa
deportiva, para más bien la alta sociedad, que podía permitirse pagar los
precios de los materiales nobles y de diseño exclusivo de la casa, por eso cada
vez que tenía ocasión lucía un modelo diferente y sabía de antemano la atención
que esto causaba, sobre todo entre el colectivo femenino.
Además tenía un grupo de “Zumba”, con lo cual entre
los cursos de relajación del Centro y los bailes de Zumba, se mantenía en
forma, delgada y con una elasticidad que para mis años, —decía en voz baja—no
está nada mal.
—Yo estaba anonadado, casi en éxtasis, viendo los
avances sociales de mi amigo Andrés, que por otra parte me parecía lo mejor que
podía hacer, para salir un tanto de sus tristezas y avatares.
—Andrés: Pero no vayas a pensar otra cosa que no sea
una simple y limpia amistad, yo ese camino ya lo he recorrido y sería estúpido,
por mi parte, creer en destinos que para nada son casuales, todo lo contrario,
estaba dispuesto a que antes de seguir adelante, dejar bien clara esta postura,
y a otra cosa mariposa.
—Sin embargo, a mí me reconfortaba saber que Andrés, a
quien yo había considerado siempre una persona discreta, atenta, educada, para
nada presumida y sobre todo de una condición, para mí de muchísimo valor, noble
y generoso donde los haya, que hubiera encontrado una válvula de escape a sus
muchas preocupaciones, significaba cierta tranquilidad y por mi parte, no iba a
enjuiciar sus actuaciones y mucho menos tratar de disuadirle de cualquier otro
empeño en ese sentido.
—Koko: No cabe duda, que has aprovechado la
ocasión, si bien como hemos reconocido, nos hemos desviado un mucho del guión
inicial, tal vez…
¿A propósito?
¿Por variar de temática?
¿O, simplemente, porque no había otra alternativa?
—Algo de todo eso hay, y debo reconocer, que las
últimas páginas, siempre las más odiosas por los autores, tal vez porque uno
trata de cerrar el relato, la novela, el escrito, el ensayo o como queramos
llamarlo, de la mejor forma posible y entonces y solo entonces es cuando surgen
las dudas, de cómo terminar, y sobre todo de si ha valido la pena el esfuerzo,
aunque
“siempre nos quedará Paris”.
En Madrid –
22 de Febrero de 2018
(Mi 78
cumpleaños, ¿o he de decir mi septuagésimo octavo cumpleaños?)…
FIN
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